En 1976, Sir John Glubb escribió un ensayo sobre la decadencia de los imperios, señalando que cada imperio termina en una era de decadencia, caracterizada por el materialismo, la inmoralidad, el debilitamiento de la religión y una cultura que celebra el pecado. Lamentablemente, ahí es donde nos encontramos hoy.
Nuestra cultura está definida por la inmoralidad, el materialismo y el egocentrismo. El pecado no solo está presente, sino que es celebrado. La fornicación es alentada, el estilo de vida LGBTQ es elogiado y la pornografía es fácilmente accesible. El materialismo es glorificado, y se otorgan premios a campañas publicitarias que manipulan a las personas para comprar cosas que no necesitan.
Entonces, ¿dónde nos deja esto como creyentes? ¿Cómo podemos vivir con gozo en medio de una cultura que se derrumba?
El apóstol Pablo ofrece sabiduría divina en Filipenses 3:1-3 y nos dice: “Regocijaos en el Señor… Guardaos de los malos obreros… nosotros servimos a Dios en espíritu y nos gloriamos en Cristo Jesús”. Veamos qué significa regocijarse en el Señor en medio de estos desafíos.
1. Regocijarse en el Señor no es una sugerencia
Regocijarse en el Señor es un mandamiento, no una opción. El verdadero gozo está arraigado en la convicción de que Dios tiene el control, sin importar nuestras circunstancias. Implica enfocarnos menos en nosotros mismos y más en Dios. Nuestra seguridad en Él es la base del verdadero gozo.
2. Regocijarse en el Señor no es compatible con el pecado
Los cristianos pueden tropezar, pero crecer en Cristo significa que nuestra conciencia es confrontada cuando pecamos. Matthew Henry escribió: “El gozo del Señor es una armadura divina contra los ataques de nuestros enemigos espirituales y hace que perdamos el gusto por aquellos placeres con los que el tentador pone el anzuelo”. A medida que crecemos, el Espíritu Santo transforma nuestros deseos y los pecados del pasado pierden su atractivo. Nuestro gozo más profundo ahora proviene de nuestra comunión con Cristo.
3. Regocijarse en el Señor no es una restricción
Regocijarse en el Señor no significa que no podamos encontrar alegría en otras cosas, como la familia, la amistad o la belleza de la creación. Pero estas son pasajeras. El gozo verdadero y duradero proviene de Cristo, y Él debe ser nuestra prioridad. Regocijarnos en Él significa colocarlo por encima de todo lo demás.
¿Cómo se regocijará hoy?
Puede que estemos viviendo en una era de decadencia, pero no tenemos que ser arrastrados por ella. Tenemos una fuente eterna de gozo. Como nos anima Pablo, elijamos regocijarnos en el Señor, no solo cuando la vida es fácil, sino cada día.