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¿Por qué Jesús prohibió que divulgaran sus milagros? ​

Cristina preguntó: “¿Por qué Jesús le mandó a algunas personas que no le contaran a los demás acerca de lo que Él había hecho por ellos?”

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Cristina,

Ésta es una pregunta excelente e importante. Hay momentos en que Jesús realizó milagros y luego le dijo a la gente que se quedara callada al respecto. Algunas personas usan esos versículos para tratar de probar erróneamente que Jesús nunca afirmó ser Dios.

Al estudiar detalladamente los evangelios, notará que hay dos contextos en los que Jesús le dice a la gente que no divulguen su identidad y sus obras. Eso sucede al principio de Su ministerio y cerca del final de Su ministerio.

Un ejemplo del principio de su ministerio es la curación del leproso en Mateo 8:2-4, Marcos 1:40-45 y Lucas 5:12-16. Marcos es especialmente útil en nuestra investigación de este tema ya que describe la actitud de Jesús hacia las curaciones en ese momento.

Jesús había comenzado Su ministerio en Capernaum y estaba enseñando en la sinagoga cuando se le acercó un endemoniado. Mientras el demonio trataba de darle fama instantánea como el Mesías conquistador, Jesús lo reprendió y lo expulsó del hombre. Jesús pasó el resto de la noche sanando a los enfermos y echando fuera demonios.

Temprano en la mañana, Jesús salió del pueblo para orar. Sus discípulos lo encontraron y le dijeron que todos lo estaban buscando. Jesús dijo: “Vayamos a otro lugar, a los pueblos cercanos, para que yo también pueda predicar allí; porque para eso vine” (Marcos 1:38).

Entonces, al principio, Jesús no quería que su fama se extendiera demasiado rápido porque quería poder visitar varios pueblos y predicar con libertad. Ese era el propósito de su ministerio. Él había venido a dar las buenas nuevas, no solo a realizar milagros. Él sabía que si la noticia de los milagros se difundía rápidamente, los que necesitaban sanidad lo asediarían y no podría cumplir su verdadera misión.

De hecho, eso es exactamente lo que sucedió cuando el leproso en Marcos 1:45 lo desobedeció. El versículo dice:

Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes.

Jesús no pudo entrar en las ciudades que planeaba visitar. En cambio, aquellos que realmente querían escucharlo tenían que salir al campo y encontrarlo.

Al final de su ministerio, Jesús dio instrucciones similares. Vemos eso en la curación de un sordo en Marcos 7:31-37 y la curación de la hija de Jairo en Lucas 8:49-56. En estos casos, Jesús estaba a punto de comenzar el periodo de su vida donde prepararía a sus doce discípulos para su muerte. Estas curaciones se producen poco antes de que Jesús se llevara a sus discípulos a un lugar solitario y les preguntara: “¿Quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15-20; Marcos 8:29; Lucas 9:20-21).

Esto es importante porque Jesús estaba tratando de estar a solas con sus discípulos para enseñarles la respuesta correcta a esa pregunta y contarles acerca de su próxima crucifixión y resurrección. Sin embargo, dondequiera que iba, las multitudes lo seguían y cada vez que hacía un milagro, la gente se juntaba y no le daba ni un momento de paz.

En todos los otros momentos durante su ministerio, Jesús no prohibió, sino que prácticamente alentó la difusión de la noticia de Sus milagros. Jesús usó milagros para validar su mensaje divino y, a menudo, alentaba a la gente a hablar de ello.

Fue en estos dos períodos de Su ministerio en particular cuando instó a la gente a que se mantuviera en silencio. Uno, cuando comenzó Su ministerio por primera vez, quería llegar a tantas ciudades como fuera posible con el mensaje del reino sin sentirse abrumado por personas que deseaban ser sanadas. Dos, cuando estaba tratando de tener un tiempo personal con sus discípulos para prepararlos para el terrible día de su crucifixión y el miedo y la duda que los vencería hasta su resurrección.

Gracias por su pregunta,

Stephen

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