Introducción
Creo que una de las áreas más incomprendidas dentro de la comunidad cristiana en general es el área de la guerra espiritual.
Por un lado, están aquellos que parecen no entender que la vida cristiana es una vida en conflicto espiritual – que no entienden que el enemigo está vivo y asechando, buscando a quien devorar. La mayoría de los creyentes no parecen estar muy convencidos de que, si bien el avance y la victoria definitiva de la iglesia es una promesa, las puertas del infierno aún intentan prevalecer contra ella.
Por otro lado, están aquellos que han llegado a creer que el conflicto directo con Satanás y las fuerzas demoníacas es el corazón de la vida cristiana. Enfrentar, atar y reprender a los demonios es la clave, no solo para el crecimiento espiritual, sino también para el avance del evangelio. Entonces, para evangelizar cierta ciudad, primero hay que identificar y atar al demonio de esa ciudad.
Recientemente leí que un pastor plantador de iglesias, en lugar de ir a conocer los vecindarios y su gente e invitarlos a la iglesia, simplemente sacó una guía telefónica y fue calle por calle reprendiendo a los espíritus que controlan el vecindario y pidiéndole al Espíritu de Dios que los llevara a la iglesia.
Supongo que se había olvidado de que ni un solo versículo o ejemplo en la Biblia nos informa que Dios traerá al mundo a la iglesia; ningún versículo le dice al mundo que vaya a la iglesia. Es a la iglesia que se le dice que salga y alcance al mundo.
En Marcos 16:15, Jesús nos dice:
…Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
En Hechos 1:8, Jesús dice:
…me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Una revista célebre de la comunidad carismática en Estados Unidos publicó un artículo hace unos años sobre un pastor cuya iglesia no crecía. Este pastor finalmente identificó al demonio de la brujería que tenía dominio sobre el área donde estaba su iglesia. Así que, comenzó a nombrar las calles alrededor del vecindario y luego ordenó al demonio que liberara ese territorio. El demonio se quejó, pero finalmente cedió. Desde entonces, la iglesia ha crecido de setenta a ciento cincuenta personas.
Los defensores de la llamada guerra espiritual afirman que es importante discernir la naturaleza de los demonios que gobiernan una ciudad. Un autor dijo: «Si sabe en qué se especializa ese demonio, y especialmente si sabe su nombre, sus oraciones serán mucho más efectivas».
Los expertos en la guerra espiritual han identificado al demonio que gobierna la ciudad de Los Ángeles, el hogar de la industria del cine, como el demonio de la pornografía. El demonio que gobierna Nueva York es la codicia. El demonio que gobierna Washington DC es el demonio del poder. Y, ahora que conocemos sus nombres, podemos orar contra esos poderes demoníacos y el poder de Dios puede avanzar.
Todo eso puede sonar muy emocionante, pero ¿qué nos diría eso sobre la naturaleza de la oración y la soberanía de Dios? ¿Está Dios ahí arriba diciendo: «Liberaré ese vecindario para tus esfuerzos evangelísticos allá abajo si logras averiguar cuál es el nombre del demonio? Si no puedes, lo siento, tengo las manos atadas; simplemente no hay nada que pueda hacer».
No hay un solo versículo de las Escrituras que anime, enseñe, exhorte o dirija al creyente a descubrir demonios y atarlos.
El Ejemplo de Daniel en el Conflicto Espiritual
El pasaje principal que algunos usan como prueba de la necesidad de este tipo de guerra espiritual se encuentra en Daniel, capítulo 10. Le invito a que abra su Biblia allí por un momento y observe los versículos 1 al 14.
En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.
En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas.
No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.
Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel.
Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz.
Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.
Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron.
Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.
Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.
Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.
Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.
Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.
He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.
De este pasaje queda claro que, durante veintiún días, el mensajero angelical que iba de camino a hablar con Daniel quedó retenido en algún tipo de lucha por un demonio. Otro ángel, Miguel, fue entonces para ayudarlo. No se nos dice más que eso.
De este pasaje, podemos sacar unas cuantas conclusiones:
- El conflicto entre ángeles y demonios está ocurriendo en los cielos, no en la tierra;
- Mientras que un demonio puede impedir que un mensajero angelical entregue su mensaje, el demonio eventualmente pierde;
- Esta batalla en los cielos involucró a dos ángeles y un demonio, pero no a Daniel;
- Cuando el ángel necesitó ayuda y Dios envió a otro ángel para ayudarlo, Dios no le pidió a Daniel que orara por ello. Dios no le dio a Daniel un sentimiento o una señal de que un ángel necesitaba ayuda; Él no hizo que Daniel identificara al demonio por su nombre y lo atara, para que entonces, y solo entonces, pudiera enviar ayuda;
- Dios no requirió que Daniel se involucrara en de alguna manera en este problema para que el mensaje llegara a destino; de hecho, Daniel incluso no tuvo la menor idea de lo que estaba pasando hasta después de que el conflicto se solucionó.
De alguna forma, el movimiento de la guerra espiritual ha llegado a la conclusión totalmente opuesta a partir de este pasaje.
Ahora, lo que si vemos en este pasaje es que Satanás ha organizado a sus demonios para influir en distintas naciones y territorios – ya que los demonios no son omnipresentes. Él intenta estratégicamente obstaculizar, de toda manera posible, la palabra de Dios.
Mateo 16:18 implica que las puertas del Hades; es decir, las autoridades demoniacas, intentan prevalecer contra la iglesia o al menos obstaculizarla. Sin embargo, Cristo ya le ha concedido no solo la victoria futura, sino la victoria presente a su iglesia.
Daniel, capítulo 10, no es un manual para que el creyente comience a atar demonios territoriales, a orar pidiendo más ángeles o a expulsar demonios.
En ninguna parte la palabra de Dios nos dice que debemos ordenar a los demonios que cedan su territorio antes de que podamos influir en aquel lugar. En ninguna parte de la Biblia se nos enseña que debemos nombrar a los demonios y atarlos para que el mensaje del evangelio siga adelante.
Creo que muchas personas preferirían hacer esas cosas que enfrentar los rigores y las dificultades del evangelismo y el discipulado. Es más fácil orar durante treinta minutos reprendiendo demonios que estudiar tres horas para enseñar una clase de escuela dominical. Suena mucho más emocionante salir a caminar por el vecindario derribando fortalezas de demonios que organizar una escuelita bíblica de vacaciones en su casa.
Nuestra obediencia debe ser al claro mandato de Cristo, que no es ir a reprender a los demonios, sino ir y hacer discípulos.
Sería mucho más sencillo orar contra el demonio territorial de nuestra ciudad y luego sentarse y esperar la lluvia de bendiciones, poder y frutos. Otra cosa es trabajar en el campo de la cosecha semana tras semana, donde hay una escasez perpetua de trabajadores.
Cristo no nos ha dicho que oremos por más ángeles y menos demonios, sino que oremos por más obreros para su obra. Y mientras lo hacemos, nuestros ojos deben estar puestos en Jesucristo, quien es el autor y el consumador de nuestra fe.
¿Podría ser que, ya que el enemigo de la iglesia sabe que no puede destruirnos, pasa su tiempo intentando distraernos de nuestra verdadera misión?
El pastor Kent Hughes, contó la historia de una pareja que había comenzado un estudio bíblico en su hogar. El estudio bíblico pronto llenó su sala de estar con hombres y mujeres de negocios, un par de médicos y otros profesionales. Familias enteras estaban siendo impactadas y el estudio de la Biblia estaba prosperando.
Sin embargo, el grupo eventualmente comenzó un estudio sobre los demonios, Satanás y el ocultismo. Pronto, el tema apoderó tanto su imaginación que se obsesionaron con este. Comenzaron a distorsionar las Escrituras y a leer a los autores que enseñan los conceptos erróneos sobre le mundo espiritual que he mencionado.
Una noche, durante su estudio bíblico, desmantelaron el candelabro del comedor convencidos de que estaba habitado por un demonio. Luego llevaron las distintas piezas de ese candelabro a diferentes partes de la ciudad y las enterraron. El colmo de la vergüenza fue cuando vieron a los niños de la familia anfitriona corriendo por la calle gritando: “¡El diablo nos persigue! ¡El diablo nos persigue!» Algunos vecinos fueron a la casa para preguntarle a sus padres qué estaba pasando, y encontraron a las mujeres del estudio bíblico en el patio trasero cortando un mueble de madera con un hacha porque creían que estaba poseído.
Querido oyente, permítame decir una cosa más antes de que nos concentremos en le pasaje principal de este estudio. Vivir victoriosamente la vida cristiana no es un logro reservado para unos pocos expertos; no es un misterio; no se obtiene descubriendo demonios y encantamientos para atar al diablo. La victoria no es para los cristianos afortunados que aprenden cómo romper la esclavitud espiritual con siete pasos.
Puede parecer demasiado simplista y seguramente no venderá muchos libros, pero la Biblia nos dice en Santiago 4:7,
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
No hay encantamientos, ni siete pasos, ni oraciones especiales, ni reprimendas o ataduras, ni candelabros desmantelados ni muebles cortados. La palabra «resistir» es una palabra griega que simplemente significa «tomar una posición en contra de alguien».
¿Cómo podemos resistir al diablo? Me alegro de que lo pregunte.
El libro de Efesios nos dice cómo podemos someternos a Dios y cómo resistir al diablo. Echémosle un vistazo a lo que dice la Biblia.
La Verdadera Fortaleza del Creyente
Abra su Biblia conmigo en Efesios 6:10-11, donde Pablo nos dice cómo resistir al diablo.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Note que Pablo no nos dice: «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en su propio sentido de confianza y en el poder de su propia fortaleza espiritual».
Es fácil pensar: «He memorizado varios versículos de la Biblia. Me levanto temprano para orar. He dominado los conceptos básicos del cristianismo. Estoy listo para cualquier cosa».
Pero, como leemos en 1 Corintios 10:12:
…el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Alguien podría decir: “Pero espera un segundo, Efesios 6, nos dice que debemos estar firmes, pero 1 Corintios 10 nos dice que cuando estamos firmes, estamos en problemas. ¡No entiendo la diferencia!»
La diferencia es que el creyente en 1 Corintios está firme en su orgullo y autosuficiencia, mientras que el creyente en Efesios está firme en el poder y suficiencia de Cristo. Un creyente se enorgullece de su propia posición y fortaleza espiritual, mientras que el otro depende completamente de la fuerza del Salvador.
La diferencia entre los dos creyentes es muy importante. Uno cree que su necesidad es parcial y temporal; el otro cree que su necesidad es permanente y total.
Dios dijo a través de su profeta Jeremías, en el capítulo 9, versículo 23,
No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
Estas son las tres cosas que crean un sentido de autosuficiencia: la capacidad intelectual, la salud física y la riqueza. Continúe con el versículo 24.
Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.
El Verdadero Campo de Batalla
Efesios 6:12, luego nos informa sobre el verdadero campo de batalla del creyente.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Lo que Pablo hace en este versículo es absolutamente asombroso. Él nos informa que cada día que buscamos hacer la voluntad de Dios, vivir fielmente por Cristo y resistir la tentación, en realidad estamos involucrados en algo mucho más profundo. Más que estar enfrentando una tentación; más que las pruebas de la vida; estamos involucrados en el avance victorioso contra los poderes y potestades del infierno.
Pablo eleva la vida cristiana a un nivel mucho más alto. Un autor escribió:
¿Ha resistido la tentación de ser grosero con un colega? ¿Ha luchado contra el deseo de reaccionar con enojo contra un conductor que le hizo una mala maniobra en la calle? ¿Se ha apartado de una revista que podría haberle tentado a la lujuria? ¿Ha refrenado sus labios para no decir malas palabras? Al hacerlo, usted ha dado un golpe en contra de los ángeles del infierno en esta constante batalla diaria.[i]
Querido oyente, a menos que viva con esta mentalidad de guerra, ¡está perdiéndose el drama de la vida! Hay una guerra en curso y debe alistarse y actuar consecuentemente.
El Verdadero Equipamiento para el Éxito Espiritual
Pablo continúa en el versículo 13 de Efesios, capítulo 6, ordenándole al cristiano que:
tome toda la armadura de Dios…
«¡Póngase la armadura!» le dice el apóstol Pablo.
Por cierto, el verbo indica que debe ponérselo de una vez por todas. En otras palabras, este no es un uniforme de un equipo deportivo. No es como si después de un partido se quitara el uniforme.
Pablo dice, “Ponte la armadura y déjatela puesta, permanentemente”. Y esto es porque, a diferencia de un partido, nuestra lucha no termina hasta que el Señor nos llame a su presencia.
Luego, Pablo describe específicamente las distintas piezas de la armadura. Continúe en Efesios 6:14-17.
El cinturón de la verdad
Lo primero que Pablo le dice al creyente es que se ponga el cinturón de la verdad.
Ahora, tiene que sacar de su mente la imagen de un cinturón o correa que podríamos usar hoy. Este cinturón era en realidad una especie de delantal de cuero que se ataba a la altura de la cintura y bajaba hasta debajo de los muslos. Era la pieza fundamental de la armadura. De hecho, la coraza y la espada colgaban de él.
Ya hemos descubierto que el campo de batalla del enemigo se relaciona con el asunto de la verdad.
A Satanás se lo llama el «padre de mentira» en Juan 8:44.
Pablo escribe de las engañosas doctrinas de los demonios en 1 Timoteo.
Satanás falsifica la verdad. En Apocalipsis 2:9, leemos de la sinagoga de Satanás. Satanás tiene sus propios ministros; él tiene su propio evangelio falso.
Aún al principio del mundo, en jardín del Edén, Satanás susurró su falso evangelio en los oídos de Eva: «Si desobedeces a Dios y comes ese fruto serás como Dios». ¡Eva le creyó!
En una generación donde la verdad se pone de lado para darle la bienvenida a lo que sea que sienta que le gustaría creer – en un tiempo en que la iglesia deja de lado la doctrina en favor de la experiencia, ¿qué importancia tiene la verdad de la palabra de Dios?
Escuche la oración de Jesucristo en Juan 17:17,
[Padre], santifícalos en tu verdad; Tu palabra es verdad.
Escuche lo que dice el apóstol Juan en su segunda carta, capítulo 1, versículos 1 al 3,
El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad,a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros: Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor.
En una época en la que casi el 80% de las personas encuestadas han admitido actuar de forma deshonesta, escuche lo que el apóstol Juan continúa escribiendo en el siguiente versículo:
Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre.
En su tercera carta, Juan escribe nuevamente, en los versículos 3 y 4,
Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.
El creyente que verdaderamente comprende que la vida es una batalla y el enemigo está vivo, se aferra a la verdad de la palabra de Dios y camina con honestidad e integridad en este mundo.
He leído que, en los días de Pablo, la cerámica más fina era literalmente fina. Tenía un color claro y un precio muy alto. La cerámica fina era muy frágil, tanto antes como después de su cocción, lo que hacia que a menudo se agrietara en el horno. La cerámica agrietada debería tirarse a la basura, pero habían comerciantes deshonestos que tenían la costumbre de rellenar las grietas con una cera dura que se mezclaba con el color de la cerámica. Esto hacía que las grietas prácticamente desaparecieran a simple vista. Los clientes no se enterarían de la farsa a menos que sacaran la cerámica a la calle y la examinaran a la luz del día. En ese caso, las grietas se verían más oscuras. Los comerciantes honestos a menudo promocionaban sus productos con un letrero que decía «sine cera», que significa “sin cera”.[ii]
Las palabras «sine cera» o «sincero» se convirtieron en sinónimo de honestidad e integridad, incluso hasta el día de hoy.
El apóstol Pablo nos dice, si quiere ganar la batalla; Si quieres enfrentarse al enemigo, asegúrese de ceñirse a la verdad de la palabra y luego vivirla con veracidad, honestidad y sinceridad.
Querido oyente, no hay excusa para mentir o hacer trampa o fingir o engañar. No existe tal cosa como una «pequeña mentira piadosa» – si es una mentira, es pecado y le falta la pieza fundamental de su armadura -pronto a convertirse en una víctima, no un vencedor en esta batalla espiritual.
En su comunidad, en su escuela/universidad, en su negocio, debe ser conocido como una persona que dice la verdad. Si no es así, hágale un favor a la iglesia y al nombre de Cristo al no decirle a nadie que es un hijo de Dios. Continuaremos estudiando el resto de las piezas de esta armadura espiritual en nuestro próximo programa. Pero, mientras tanto, alístese para la batalla y póngase el cinturón de la verdad.
[i] Duane A. Garrett, Angels and the New Spirituality (Nashville, TN, Broadman and Holman Publishers, 1995), p. 228.
[ii] John MacArthur, How to Meet the Enemy (Chariot Victor Publishing, 1992), p. 85.