Introducción
Si usted hubiera vivido hace unos 2000 años atrás en los alrededores del Mar Mediterráneo, y alguien le hubiera dicho que había encontrado el lugar perfecto para ir de vacaciones – un lugar con fuentes termales, muchos lugares para salir de compras, tiendas de diseñador, grandes casinos, eventos deportivos, y teatros de renombre, usted habría sabido inmediatamente que esta persona se estaba refiriendo a una ciudad en particular.
La ciudad había sido nombrada en honor a la esposa del emperador que fundó esta ciudad. Su nombre era Laodice, y el nombre de la ciudad era Laodicea.[i]
Esta ciudad era Las Vegas, Beverley Hills, y Manhattan combinados en uno.
En esta ciudad no solo vivían Gentiles, sino que muchos judíos se habían mudado a Laodicea por todos los lujos que podían disfrutar en esta región.[ii]
Es más, los Judíos que vivían en Laodicea apelaron al gobernador romano para que les otorgaran la libertad de seguir sus propias leyes y costumbres, y el gobernador otorgó su petición.
Laodicea era la capital mundial de la ropa, y las ovejas que eran criadas allí tenían fama por tener lana brillante, negra, casi violeta.[iii]
Tan codiciado era este material, que los molinos de Laodicea producían al menos 4 tipos distintos de prendas de vestir, las cuales que eran exportadas por todo el mundo. Estas eran las “grandes marcas” del primer siglo.
Laodicea también era un centro médico. La gente iba en masa a los centros médicos de Laodicea, esperando ser sanados a través de los últimos tratamientos conocidos en el mundo antiguo. En Laodicea había un tremendo énfasis en la salud y el estado físico.
Además, esta ciudad era el centro bancario de Asia Menor. De hecho, los ciudadanos de Laodicea eran tan solventes económicamente, que cuando un terremoto destruyó parte de la ciudad, ellos declinaron una oferta de parte de Roma para ayudarlos a reconstruir, diciendo que ellos no necesitaban ayuda económica.
Laodicea era una ciudad adinerada, a la moda, saludable, físicamente en forma. Ellos no necesitaban ayuda de nadie.
Evidentemente, ellos tampoco pensaban que necesitaban la ayuda de Dios.
Le invito, querido oyente, a que saquemos la última de las 7 cartas escritas por Jesucristo a las iglesias – esta vez a la iglesia de Laodicea.
Presentación de Parte de Jesucristo a la Iglesia en Laodicea
Esta carta la encontramos en Apocalipsis 3, empezando con el versículo 14.
Escribe al ángel [mensajero] de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios.
Una vez más, Cristo firma con su nombre especial al comienzo de la carta en vez de al final. Y una vez más, estos títulos han sido escogidos específicamente para enfatizar lo que Cristo está apunto de revelar.
- El primer título nos dice que Cristo es la palabra final y decisiva.
Primero que todo,Jesús se autodenomina,
…el amen…
“Amen” es una palabra que viene del idioma hebreo y da la idea de que algo es “cierto o verdad.”
Vemos en el Nuevo Testamento que el Señor frecuentemente empezaba diciendo, “de cierto, de cierto,” o literalmente “amen, amen.” En otras palabras, “lo que estoy a punto de decirles es la final y definitivo – es completamente verdad y certero.”
Si usted dice “amen,” a lo que un predicador está diciendo, “usted está diciendo, “Pastor, eso que dijo es la verdad y estoy comprometido a seguirla,” así que tenga cuidado cuando lo dice.
- Segundo, Jesucristo no solo es la palabra final y decisiva, Él también es fiel en su testimonio.
Esta segunda descripción es similar a la primera, lo que enfatiza su primer título. Note en Apocalipsis 3:14 que Jesús dice, soy…
… el testigo fiel y verdadero…
En otras palabras, “lo que estoy por contarles es verdad, porque yo solo digo la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad.
- La tercera y última descripción que Cristo nos da acerca de sí mismo es que Él es el primero en su obra creativa.
Jesús se refiere a sí mismo como
…el principio de la creación de Dios.
A veces las traducciones pueden ser lo suficientemente ambiguas como para confundir al estudiante de la Biblia. La persona que lee esto podría interpretar que Cristo es el principio de la creación de Dios en el sentido que Él es el primer ser creado.
Sin embargo, la palabra griega para “principio” es la palabra “arqué (arch).” Lo que significa que Jesús no es el primer ser creado, sino que Él es la fuente de la creación. Él es el principio de la creación en el sentido de que Él es quien empezó la creación. Jesucristo es el principio porque él la inició.
Génesis 1:1 dice,
En el principio, creó Dios los cielos y la tierra.
Colosenses capítulo 1 nos informa que fue Dios el Hijo quien estaba haciendo la obra de creación.
Pablo escribe a los creyentes en Colosenses 1:15,
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación.
Cristo es el primogénito, o el “prototokos (prwtotokoj). Esta palabra se refiere a que “Él está en primer lugar, supremo.” En otras palabras, Cristo es supremo y primordial sobre toda la creación.
Es muy posible que la iglesia en Laodicea habría sido influenciada con las falsas enseñanzas de los Gnósticos. Ellos decían que Cristo era un ser creado – una de las muchas emanaciones de Dios. Los Gnósticos también decían que tenían un conocimiento espiritual secreto, un conocimiento más elevado que todos los demás.[iv]
La semana pasada recibí una carta de unas 10 o 12 páginas de parte de una persona que estaba preocupada que estaba predicando y enseñando la completa divinidad de Jesucristo. Esta persona puso versículos como este para comprobar que Cristo es un ser creado; no Dios, sino creado por Dios.
No creo que la persona que escribió esta carta apreciaría una lección de griego, y estudiar las palabras “arche” y “prototokos.” Su religión está basada en una mala interpretación de una traducción de la Biblia.
Los creyentes en Colosas evidentemente estaban confundidos acerca de la deidad y la eternidad de Cristo, juntamente con los Laodicenses. Los colosenses recibieron una carta de parte de Pablo, quien le dijo que, una vez que terminaran de leer la carta debían prestársela – imagine a quién – a la iglesia en Laodicea. Pablo escribió en Colosenses 4:16.
Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros…
Los laodicenses necesitaban escuchar también que Jesucristo es el supremo soberano sobre toda la creación.
Que por medio de él, todas las cosas fueron creadas (Colosenses 1:16).
Así que Jesucristo está diciéndole a esta iglesia en Laodicea, “Mi palabra es final, decisiva y verdadera – Yo soy aquel quien va a decirles la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Yo soy la fuente de la creación y el supremo soberano sobre ella.”
- Yo soy el Amén – Mi palabra es irrevocable.
- Yo soy el testigo fiel.
- Yo soy el primogénito de la creación.
El Diagnóstico de Cristo a la Iglesia en Laodicea
Ahora, Cristo va a dar su diagnóstico de la verdadera condición de la iglesia en Laodicea. Note Apocalipsis 3:15.
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
Las palabras que el Señor usa son extremos opuestos – congelado o hirviendo.
Muchas veces, se interpreta este versículo espiritualizándolo, diciendo que se trata de frialdad espiritual y calidez espiritual, pero eso no es a lo que el texto está refiriéndose. Esta es una referencia a algo que los laodicenses entendían muy bien.
Aunque esta ciudad era magnífica en términos materiales, ellos tenían un problema. El agua que usaban, tenía que ser traída por medio de un acueducto desde Hierápolis, que se encontraba a unos 10 kms de distancia. Para cuando el agua llegaba, estaba tibia.
El agua fría en un día caluroso es refrescante. El agua caliente en un día frio es reconfortante. El agua tibia en cualquier día no es ni refrescante ni reconfortante.
¿Como puede tener agua tibia rápidamente? Abra un poco el agua fría y un poco el agua caliente y ahí va a tener agua tibia.[v]
Y es que, el ser “tibio” habla de inutilidad y transigencia. Los laodicenses estaban en la mitad del camino – en su zona de comodidad; en neutral.
Apocalipsis 3:16 dice,
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
A nadie le gusta tomar agua tibia
Cuando visite una iglesia en India varios años atrás, los hermanos de la iglesia nos quisieron dar el privilegio de sentarnos a mí y un par de otros pastores que estaban conmigo, en las únicas sillas plegables que habían en la iglesia. Y luego, cuando estábamos sentados, un joven nos trajo a los tres, unas pequeñas botellas de Coca-Cola. Los creyentes se pararon alrededor nuestro y nos observaron mientras tomábamos esto, que para ellos era tesoro.
Para mí no solo fue difícil aceptar ese enorme sacrificio que habían hecho por nosotros, sino que también fue difícil tomar la Coca-Cola porque estaba tibia, a temperatura ambiente. Era todo menos refrescante o apetecible. Si estaba solo, la habría escupido – era horrible.
Algunas iglesias han hecho llorar al Señor; algunos lo han enojado; otros lo han contristado, otros lo han enfermado. Su religión vacía le han dado ganas de vomitar.
Un creyente tibio es un creyente autosuficiente, amante de sí mismos, absorto en sus propios asuntos, superficial, anémico espiritualmente, sin interés en proveer alivio, y consuelo a aquellos que están a su alrededor.
Note la diferencia entre lo que ellos pensaban acerca de sí mismos, y lo que Cristo dice acerca de ellos. En Apocalipsis 3:17, Jesús dice,
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Subraye las palabras “tú dices” y “tú eres” en este versículo. Jesús está diciéndole a los laodicenses, “tú dices que lo tienes todo, pero tú realmente eres espiritualmente pobre y miserable.”
Estos creyentes se habían contentado con jugar a la religiosidad. Aun peor, la iglesia en Laodicea había adoptado los mismos sueños, los mismos objetivos, las mismas entretenciones, y el mismo estilo de vida del mundo.
Y Jesucristo le dice a esta iglesia, y toda iglesia como la de Laodicea, “¡me han enfermado! ¡me dan nauseas!”
A decir verdad, no me gusta mucho que nuestra iglesia agrega una reunión más el domingo de resurrección, porque siento que lo único que hacemos es facilitar las cosas para que las personas que dicen ser Cristianas y nunca asisten a la iglesia, aparezcan y acallen su consciencia – que sigan jugando a ser cristianos.
Sé que muchos pastores se emocionan porque el domingo de resurrección es generalmente el día de mayor asistencia en el año. Y me pregunto si ese también es el domingo cuando el corazón del Señor está más triste.
Si usted quiere venir a la iglesia el domingo de resurrección porque siente curiosidad por el evangelio y quiere oír la palabra de Dios ¡Bienvenido! Estamos felices que de que venga.
Si quiere venir a la iglesia porque tiene que mantener una imagen, aparentar religiosidad ante Dios y los demás, o necesita acallar su conciencia una vez al año – déjeme decirle, basta de jugar con Dios. Ese nos es más que corazón tibio que toma y deja la iglesia y las cosas de Dios a placer. No juegue con Dios.
Un cristianismo tibio le dan náuseas al Salvador que lo dio todo por usted y por mí.
Evidentemente, parte del problema en Laodicea, y por qué no decirlo, en muchas de nuestras iglesias, es que vivían una vida cómoda, y en abundancia.
- Laodicea decía… “soy rico.”
- Jesucristo dijo…“eres desventurado.”
- Laodicea decía… “no tengo necesidad de nada.”
- Jesucristo dijo… “eres pobre.”
- Laodicea decía… “me he enriquecido.”
- Jesucristo dijo… “estas ciego y desnudo.”
La iglesia en Laodicea no tenía una visión de alcanzar al mundo con el evangelio, no tenía pasión por Cristo, y Jesús les dijo la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad, “ustedes están ciegos.”
Tengo dos dólares en mis manos. Si los pusiera frente a mis ojos, el mundo seguiría frente a mí, pero yo ya no lo podría ver; mi Biblia seguiría frente a mí, pero ya no la podría leer; todo seguiría donde está, pero yo no podría ver nada.
Dos dólares me han quitado la visión. Querido oyente, ¿Cuánto dinero se necesita para cegarlo a usted?
Aquel que tiene la última palabra; aquel que dice la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad; aquel que es el soberano y la fuente de la creación, ha dado su diagnóstico de la verdadera condición de esta iglesia en Laodicea.
La Prescripción de Cristo para la Iglesia en Laodicea
Pero ahora, Cristo le da una prescripción espiritual a esta iglesia. Esta prescripción está directamente relacionada a los tres elementos más importantes de la cultura laodicense. Los creyentes en Laodicea habrían entendido inmediatamente lo que Cristo estaba diciéndoles.
- En Apocalipsis 3:18, Cristo aconseja que
De Él, compren oro refinado en fuego, para que sean ricos…
En otras palabras, “Sé que tienen oro – lo tienen guardado en el banco de Laodicea. Pero lo que necesitan es Mi oro.”
La Biblia habla frecuentemente acerca de la fe como oro que es purificado y refinado.[vi]
Quizás recuerde que Job dijo
Cuando [Dios] me haya probado, saldré como oro [purificado] (Job 23:10).
En vez de dejarse llevar por la corriente de su cultura, manténgase firme por la verdad – enfrente las pruebas de fe que le traerá.
En 1 Pedro 1:7 leemos que,
sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.
Dios dice, “Esté dispuesto a pagar el precio del oro que yo ofrezco, el cual viene probado por el fuego de la prueba.”
La semana pasada, leí acerca de una estudiante de universidad que estaba pidiendo oración por un joven que ella había conocido en la escuela y que hace poco se habían rencontrado. Ella escribe.
“En la escuela secundaria, me hice amiga de Brian. Él era uno de los varios Testigos de Jehová en mi colegio. Al principio disfrutábamos de una linda amistad, hasta que, tristemente, él empezó a recibir mucha presión de parte de su familia e iglesia para convertirme. Le dieron dos opciones, o lograba convertirme o debía alejarse de mí. Cuatro años atrás, el me dio el ultimátum, y nos vimos obligados a dejar de conversar.
Cuatro años más tarde, él me contacto… Me dijo que se había dado cuenta que su fe no tenía sentido. Él ya no aceptaba más que 12 hombres, que conforman la sociedad del atalaya, eran en sí mismos, el camino para la salvación. Le preocupaba – y molestaba – que le prohibían aprender griego y hebreo para así comparar los manuscritos originales con la traducción Nuevo Mundo. Más importante aún, él no podía aceptar que la sociedad del atalaya decía tener más autoridad que la Biblia. Él se convenció finalmente que todo esto no es más manipulación y técnicas para que sus seguidores no piensen por sí mismos.
Su familia lo desheredó. Sus amigos no quieren saber nada de él. Él se encuentra más solo que nunca, pero está muy emocionado por su decisión. Él está visitando iglesias, y tiene muchas ganas de encontrar una donde pueda recibir apoyo e instrucción bíblica.
Me encuentro asombrada con su historia.. Cinco años atrás, él era el Testigo de Jehová más fiel que había. Es maravilloso ver el cambio en él a pesar de todo lo que ha perdido. En él hay un gozo y una luz que nunca antes había visto. No hay duda que la palabra es viva y eficaz. ¡Cuán grande es nuestro Dios!”
Ese joven lo perdió todo, y a la vez lo ganó todo.
El Señor le aconseja a estos creyentes a hacer lo mismo en Apocalipsis 3. Todo el oro de Laodicea va a perecer un día – pero el mío dura para siempre.”
- Cristo continua aconsejando a los creyentes en Laodicea, no solo a comprar oro refinado con fuego, sino a vestirse con vestiduras blancas.
Note Apocalipsis 3:18.
Compra de mi… vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez;
Jesucristo dice, en efecto, “podrás estar enviando ropa por todo el mundo, pero ustedes están espiritualmente desnudos.”
El símbolo de las vestidura blancas es usada a través del todo el libro de Apocalipsis para describir la victoria y las obras justas de los santos (Apocalipsis 19:8).
En otras palabras, “la desnudez de su inactividad, pasividad, y tibieza necesita ser reemplazada con las obras justas de aquellos que verdaderamente me pertenecen.”
- Al final de Apocalipsis 3:18, el Señor aconseja a la iglesia en Laodicea que busque una cosa más.
Unge tus ojos con colirio, para que veas.
Mencioné anteriormente que Laodicea era famosa por sus centros médicos. Ellos eran famosos por un ungüento que habían desarrollado para problemas de oído. Pero eran aún más eran reconocidos por su famoso tefra Frigia – un polvo que era considerado en el mundo antiguo como la mejor medicina para los ojos. Esta sustancia era exportada por todo el mundo en forma de tabletas. Estas tabletas eran trituradas formando un polvo, y eran mezcladas con agua para, así, formar un ungüento que se colocaba sobre los parpados.[vii]
Jesús le dice a los laodicenses, “ustedes son conocidos por todo el mundo por sus medicinas para los ojos – sin embargo, ustedes están ciegos.”
Lo que ustedes necesitan es mi ungüento para los ojos. Yo les puedo dar nuevamente la capacidad de
- Detectar necesidades
- Discernir oportunidades
- Prevenir peligros
- Identificar la dirección divina
- Tomar decisiones piadosas
“Vengan a mí para que yo les restaure su visión espiritual.”
Estoy seguro que la iglesia en Laodicea abrió los ojos y le temblaron las rodillas cuando leyeron esta carta.
Imagínese que su iglesia reciba una carta del Señor que diga, “me han enfermado – ustedes creen que lo tienen todo y que Dios está bendiciéndolos, pero en realidad son pobres, desnudos y ciegos.”
Los laodicenses deben haber estado devastados.
Pero el Señor, con mucha compasión, les recuerda en Apocalipsis 3:19,
Yo reprendo y castigo a todos los que amo, sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
En otras palabras, “Den vuelta atrás, confiesen su orgullo, egocentrismo, y arrogancia, y vamos adelante.”
El Señor está escribiéndole a cristianos que se habían mimetizado con el mundo. Ellos encajaban bien en su entorno. Nunca incomodaban a nadie con el evangelio. A ellos nunca los tildarían como fanáticos, sin embargo no actuaban como los ateos. Todos podrían sentirse cómodos con ellos – porque eran tibios.
C.S. Lewis escribió, “si el cristianismo es falso, no tiene importancia, pero si es verdad, es de infinita importancia. Lo que no puede ser es moderadamente importante.[viii]
Invitación de parte de Cristo a la iglesia en Laodicea
Finalmente, note la amable invitación del Señor en Apocalipsis 3:2.
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Esta es una invitación a la iglesia. Esta todavía es una iglesia. Hay esperanza para esta iglesia. Este texto es muchas veces mal interpretado y usado para una apelación evangelística, pero esta es una invitación de parte de Cristo a la iglesia para que lo dejen entrar y tener comunión con ellos.[ix]
En nuestro último estudio hablamos acerca de la iglesia de la puerta abierta – Filadelfia. Bueno, Laodicea era la iglesia de la puerta cerrada. Ellos habían dejado a Cristo afuera y Él estaba diciendo, “¡déjenme entrar!”
Note que Cristo está tocando la puerta. El no está rompiendo la puerta a patadas. El no está entrando a empujones. El Señor quiere que esta iglesia abra la puerta para poder tener comunión y compañerismo con ella.
Cristo…
- Espera para que nosotros despertemos en la mañana y leamos su palabra.
- Él nos invita a que oremos cuándo queramos.
- Él nos espera que le pidamos sabiduría cuando reconocemos nuestra necesidad.
- Él está listo para ofrecernos ayuda y fortaleza cuando le llamamos.
- Él está preparado para llevar cargar nuestra ansiedad cuando nosotros decidimos echarla sobre Él.
Este es el misterio de la comunión con Cristo
Y para concluir su carta, el Señor le recordó a los creyentes en Laodicea, y a nosotros también, que un día reinaremos con Cristo. (Apocalipsis 3:21)
Conclusión
Querido oyente, permítame terminar este programa dos desafíos a partir de esta carta.
- Primero, no se detenga a mitad de camino.
No se conforme con asistir a la iglesia en ocasiones especiales. No se conforme con solo asistir a la iglesia. Involúcrese en la iglesia. Sea un miembro activo. Vuelva a engancharse en ese ministerio, vuelva a empezar. No se detenga a medio camino.
- Segundo, no se conforme con un corazón a medias
El Señor no se complace en una vida improductiva y a medias.
Daniel Cox, un antiguo piloto de aviones, escribió un libro titulado Aprovecha el Día. Él cuenta que, cuando los aviones de guerra llegaron a ser mucho más rápido que antes, se tuvo que mejorar el sistema eyección en el avión. Teóricamente, todo lo que el piloto necesitaba hacer era apretar un botón y luego saltar del asiento para que el paracaídas pudiera salir y abrirse.
Sin embargo, había un problema. Algunos pilotos en vez de soltarse, se agarraban del asiento, aterrados por la velocidad, hasta que ya era demasiado tarde.
Los ingenieros tuvieron que idear una solución, y lo que decidieron fue agregar cinturón de 5 cm entre el asiento y el piloto. Una punta del cinturón estaba agarrado al borde delantero del asiento, por debajo del piloto, y la otra punta iba enganchada a un carrete automático detrás del reposacabezas. Dos segundos después de la eyección, el carrete electrónico enrollaba el cinturón y literalmente sacaba al piloto del asiento, así liberando el paracaídas para que se abriera.
Como conclusión, Cox escribió, “los pilotos necesitaban que inventaran algo que los sacara de sus asientos.”
Querido oyente, ¿que necesitamos nosotros para salir de los nuestros?[x]
El Señor determinó que lo que los laodicenses necesitaban era oír la dura verdad en esta carta.
Creo que nosotros necesitamos lo mismo. Necesitamos ver la realidad en nuestras vidas a la luz de la palabra y recordar nuestra necesidad de Dios.
Esto es lo que el Señor le dice a cada creyente que está pensando en detenerse a mitad de camino; que está con un corazón dividido, desanimado, tentado, desobediente – arrepiéntase, invite nuevamente al Señor a tener comunión con usted. El Dios del universo está tocando la puerta. Responda. Ábrala. No lo deje afuera. Invítelo a entrar y goce de su comunión. Obedézcalo y viva para Él hasta aquel día en que reinemos juntamente con Él para siempre.
[i] William Barclay, Revelation: Volume 1 (Westminster, 1976), p. 137.
[ii] William Barclay, Letters to the Seven Churches (Abington, 1957), p. 92.
[iii] Ray Stedman, God’s Final Word (Discovery House, 1991), p. 96.
[iv] John MacArthur, Revelation: Volume 1 (Moody Press, 1999), p. 134.
[v] Stedman, p. 100.
[vi] Robert L. Thomas, Revelation: Volume 1 (Moody Press, 1992), p. 314.
[vii] Barclay, Letters, p. 94.
[viii] C. S. Lewis, Christian History (65.19.1), p. 27.
[ix] Edward Hindson, Revelation: Unlocking the Future (AMG Publishers, 2002), p. 50.
[x] Danny Cox, Seize the Day (Career Press, 1994).