Introducción
En Septiembre de 2007, Una revista publicó los resultados de una encuesta conducida por la Asociación Estadounidense de Personas Jubiladas. La encuesta reveló que la mayoría de las personas de 50 o más años creen en la vida después de la muerte.
De las personas encuestadas, un 94% decía creer en la existencia de un Dios y un cielo eterno. Más del 50% afirmó que su creencia en el cielo ha incrementado con el pasar de los años.[i]
Sin duda que entre más nos acercamos al final de nuestras vidas, más pensamos acerca de la vida después de a muerte ¿no es así?
Sea joven o una persona mayor, creyente o no, hay algo dentro de nosotros que nos dice que hay algo más después de esta vida. Los libros y las películas que tratan acerca de la vida después de la muerte reciben mucha atención; y ni hablar de los libros escritos por personas que dicen haber visto o estado en al cielo o el infierno.
Esa idea de que vamos a vivir para siempre ha sido parte cada civilización en la historia de la humanidad. Aún los antropólogos seculares han notado esto. Por ejemplo, los aborígenes australianos creían que, después de morir iban a ir a una isla distante más allá del horizonte occidental. Algunas tribus originarias de Perú y la Polinesia creían que iban a ir al sol o la luna después de la muerte. Los nativos Americanos creían que sus espíritus iban a cazar los espíritus de Búfalo. En Egipto, vemos las pirámides, llenas de tesoros mapas, y aún esclavos, que dan testimonio de que los egipcios creían que iban a necesitar sirvientes, dinero y dirección después de la muerte.[ii]
Aun Séneca, un filósofo romano de primer siglo, dijo que el ultimo día de una persona sobre la tierra era el día de su nacimiento en la eternidad.
Cada cultura ha dado testimonio de creer en algún tipo de existencia después de la muerte.
Salomón nos dice en Eclesiastés 3:11, que esto es porque Dios ha implantado la verdad de la eternidad en el corazón de la humanidad.
Cualquiera que diga que no cree en la vida después de la muerte está reprimiendo la verdad, tal como reprime la verdad de la existencia de Dios (Romanos 1:18).
Para el creyente, uno de los consuelos y alegrías más grandes, es la certeza de saber que esperar después de la muerte.
El Señor no dejó este asunto como un misterio o una adivinanza. Él no dejó lugar para que tengamos miedo del limbo, o de divagar sobre la tierra como un fantasma.
El apóstol Pablo escribió,
…estar ausentes del cuerpo [esto es al morir], es estar presentes al Señor (2 Corintios 5:8).
El Señor hizo la gran afirmación,
…Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá (Juan 11:25).
Esta es una doctrina característica del cristianismo.
Muchas religiones y sectas enseñan que, después de morir, uno va a volver una y otra vez a la tierra hasta hacer las cosas bien, y finalmente ser uno con Dios; o aún convertirse en un dios.
El cristianismo dice que vamos a vivir con Dios. Vamos a retener nuestra personalidad e individualidad, pero vamos a recibir un espíritu perfeccionado y un cuerpo glorificado cuando entremos al Nuevo Cielo y la Nueva Tierra. No vamos a ser absorbidos en Dios; no nos vamos a convertir en un dios; vamos a reinar con Dios.
Esta creencia es parte esencial de la fe cristiana.
Es por eso que en las profundidades de las catacumbas en Roma, sobre las tumbas de los cristianos del segundo siglo que fueron martirizados por su fe en Jesucristo, leemos inscripciones que nos hablan de su confianza su futuro en el cielo con Dios. Algunas tumbas tenían inscritas frases como:
- “El que vive con Dios”
- “Él fue llevado a su hogar eterno”
- “En Cristo, Alexander no está muerto, sino que vive” [iii]
Estos cristianos, en la antigüedad, habían creído las palabras del Señor y los apóstoles.
Por ejemplo, Pablo le escribió a los filipenses,
Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia [es aún mejor] (Filipenses 1:21)
¿Porque Pablo? Porque morir es partir
…y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor (Filipenses 1:23).
Pablo le escribió a la iglesia en Corinto,
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor.
(Porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
(2 Corintios 5:6-8)
Para el creyente, la muerte es simplemente la mano que abre la puerta del cielo. No es ser morboso – es saber que la vida después de la muerte es mucho mejor.
Amy Carmichael, famosa por haber ido como misionera a la India, vivió invalida por muchos años hasta su muerte en 1951. Ella murió en India, su amada tierra. Durante sus últimos años de vida, una mujer mayor la solía ir a visitar frecuentemente. Amy cuenta que una vez, su amiga, preocupada por su salud le dijo, “Cuidado, Amy, tu sabes que el doctor dijo que si te agachas muy rápido, podrías morir.”
Amy le respondió en tono de broma, “sin embargo, debo resistir la tentación.”[iv]
Esto no es ser morboso o depresivo – es una expresión de fe y confianza en lo que Dios nos dijo acerca de la vida después de la muerte.
No es de sorprenderse que el apóstol Pablo, que ya había recibido un tour por el cielo dijo, “preferiría estar allá.”
Cincuenta años después de que Juan escribiera el libro de Apocalipsis, Arístides, un ciudadano de Grecia, le escribió una carta a un amigo, contándole con asombro acerca de la manera de vivir de los cristianos en su ciudad. Él escribió, “Si un cristiano muere, todos se regocijan y dan gracias a Dios y escoltan su cuerpo a la tumba mientras cantan con acción de gracias como si estuvieran simplemente despidiendo a un amigo que se va de viaje por un corto tiempo.”[v]
¡Vaya testimonio de fe!
Es posible que nosotros no vivamos de esa manera porque nuestra perspectiva del cielo no es la que debería ser. Quizás nuestra fe no es tan profunda porque nuestro entendimiento del cielo es superficial.
El apóstol Pablo confortó a los creyentes al escribirles acerca del cielo (1 Tesalonicenses 4).
El apóstol Pedro animó y fortaleció a los creyentes perseguidos y sufrientes al recordarles acerca del cielo (1 Pedro 1)
El mismo Señor Jesucristo, de hecho, confortó a sus discípulos al hablarles acerca del cielo (Juan 14).
¿Es posible no estemos pensando, hablando, y estudiando acerca del cielo lo suficiente?
¿Realmente creemos que pronto… y muy pronto vamos a ver a nuestro Rey?
Es por esto, y muchas otras razones que estoy emocionado de comenzar con usted una serie de estudios en Apocalipsis 4 y 5. Allí Juan que es llevado hasta el trono del cielo y nos cuenta lo que vio.
El Fin de la Era de la Iglesia
Apocalipsis 4:1 dice,
Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de éstas
Note que este versículo comienza y termina con la frase “después de esto.”
“Meta tauta (meta tauta)” es la frase en el original griego. Aparece seguido en Apocalipsis para darle a entender al lector que se está traicionando a otra visión.[vi]
Una nueva visión indica una nueva serie de eventos.
Anteriormente, en los capítulos 2 y 3, Juan había enfocado nuestra atención en Dios el Hijo hablando a las iglesias sobre la tierra.
Ahora la escena cambia y la iglesia está hablando a Dios el Padre en el cielo.
Esto explica la ausencia de la iglesia desde Apocalipsis capítulo 4 hasta el capítulo 19.[vii]
Así que, desde el comienzo de la tribulación, cuando Dios comienza a derramar su juicio e ira sobre la tierra, hasta el final de la tribulación y las cenas del Cordero, en el capítulo 19, la iglesia está en el cielo.
Esto encaja perfectamente con la promesa de Cristo a la iglesia, que vemos en la carta a la iglesia de Filadelfia. Quizás recuerda que Jesús les dijo allí,
Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero… (Apocalipsis 3:10).
En el original griego, “te guardaré,” es “tereo ek (terew ek),” que significa literalmente, “te voy a sacar de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero.”
Esta promesa es la misma que vemos en 1 Tesalonicenses 5:9, cuando Pablo escribe,
Porque no nos ha puesto Dios para ira…
Hablando acerca de esta ira de Dios, Pablo dice en 1 Tesalonicenses 1:10,
Nosotros esperamos de los cielos a su Hijo…a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
Esta es una promesa para la iglesia – desde el primer siglo hasta el siglo 21 permanece igual. La ira de Dios nunca será derramada sobre la iglesia – nunca.
A todo esto, esta ira no puede ser una referencia al juicio de Dios en el gran trono blanco y la ira eterna descrita en Apocalipsis 20. La iglesia nunca ha tenido miedo de esa ira.
De hecho, la iglesia ni siquiera estará delante del trono blanco y la ira de Dios. Nosotros estaremos junto a Cristo, mientras Él juzga a los no-creyentes sobre su gran trono blanco y da su veredicto eterno (1 Corintios 6:2).
Así que, ¿cual es esa ira de Dios a la que la iglesia le tenía miedo? ¿A que se refería el Señor cuando animó a la iglesia en Tesalónica y Filadelfia prometiéndole que los guardaría, literalmente, los “quitaría” del alcance de esa ira?[viii]
Esta es la ira de Dios que cubrirá toda la tierra durante este periodo de tribulación. El Señor le ha prometido a la iglesia que la quitará de en medio – “rapturo” la palabra en latín para “arrebatar” o “raptar.” Nosotros seremos arrebatados para recibir al Señor en el aire (1 Tesalonicenses 4:17).
Es importante entender que la iglesia será arrebatada antes de la tribulación para poder interpretar literalmente y entender correctamente el enfoque de la tribulación. La tribulación no es para preparar a la iglesia y purificarla, es para preparar a Israel.
La posición de que la iglesia necesita ir a través de la tribulación para ser purificada antes de la eternidad es bastante popular. A decir verdad, esta es una posición que le quita valor a nuestra realidad en Cristo. La Biblia nos dice que la iglesia ya ha sido redimida, perdonada, purificada, y lavada por la sangre de Cristo.
Además, esta posición es como una versión evangélica del purgatorio, donde los cristianos tienen que ser castigados y purificados para poder estar en condiciones para el Señor.
Querido hermano/hermana en Cristo, nosotros no necesitamos ser castigados para estar en condiciones – Jesucristo ya fue castigado por todos nuestros pecados – nosotros ya estamos en condiciones de ir al cielo por la obra de Cristo en nuestro lugar.
Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1).
La tribulación no es para preparar a la iglesia, es principalmente para preparar a Israel como nación y así reciban a su Rey, el Mesías a quien crucificaron.
Entonces, Juan escribe en Apocalipsis 4, “después de estas cosas.” ¿Cuáles son estas cosas? La era de la iglesia. Después de que la dispensación de la iglesia haya terminado, después de que la iglesia sea arrebatada, la tribulación va a comenzar. Dios va a juzgar al mundo y específicamente a Israel, quien en su mayoría será redimida y preparada para la venida del Señor.
Una vez que entendemos que el enfoque en Apocalipsis no es la iglesia, sino la nación de Israel, podemos interpretación Apocalipsis correctamente. Así que,
- Cuando leamos la visión de la mujer y el dragón en Apocalipsis 12, vamos a entender que la mujer representa Israel y no la iglesia.
- Cuando leamos acerca de los 144.000 sellados que van a predicar el evangelio por el mundo, vamos a entender que estos son judíos de las doce tribus de Israel – no un grupo de cristianos, o testigos de Jehová (Apocalipsis 7).
- Vamos a entender porque el enfoque es una vez más en el templo de Dios (Apocalipsis 11).
- Vamos a entender porque los dos testigos en Apocalipsis 11 son judíos.
- Vamos a entender porque Jerusalén es el foco de atención y el epicentro del gran terremoto en Apocalipsis 11.
El enfoque sobre la nación de Israel a través de Apocalipsis 4 al 19 es tan obvio y prevalente que algunos críticos de Apocalipsis han dicho que el libro de Apocalipsis no es nada más que judaísmo cristianizado.[ix]
Bueno, suficiente de esto – solo quería explicar las primeras tres palabras de Apocalipsis 4:1 – “después de esto.”
La Ubicación del Cielo
Después de la era de la iglesia sobre la tierra, Juan escribe en Apocalipsis 4:1,
miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo…
Esta puerta provee acceso para que Juan sea transportado en espíritu al tercer cielo. Continuando en Apocalipsis 4:1, Juan dice,
y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de éstas.
¿Después de que? De la era de la iglesia
Versículo 2
Y al instante yo estaba en el Espíritu
En otras palabras, El cuerpo de Juan seguía en la tierra, pero su espíritu fue llevado al cielo.
Esto nos lleva a preguntarnos, “¿dónde está el cielo?”
La voz dijo en Apocalipsis 4:1 “sube acá”
El cielo obviamente está arriba – hay que subir. De hecho, la palabra hebrea traducida cielo o shmayim significa altura. Es una palabra plural que literalmente significa “grandes alturas” o “las alturas más altas.” La palabra griega para cielo es “ouranos” de donde sacamos el nombre del planeta “Urano.” “Ouranos” significa “lugar elevado,” o “lugar que es muy elevado.”
Así que el cielo es un lugar que está elevado más allá de los planetas y nuestro sistema solar; de hecho, personalmente creo que está en la cumbre del universo creado por Dios.[x]
Recordemos que, en su encarnación, Jesús descendió a la tierra y luego, después de su resurrección, Él ascendió al cielo. De hecho, el apóstol Pablo escribió,
Él… subió por encima de todos los cielos… (Efesios 4:10).
Cristo ascendió a la cima del universo por así decirlo.
Cuando Jesús regrese al final de la era de la iglesia – entre Apocalipsis 3 y el principio de lo que vemos desarrollándose en el capítulo 4 – él descenderá del cielo y la iglesia será arrebatada al cielo (1 Tesalonicenses 4:16-17).
La nueva Jerusalén, en Apocalipsis 21, va a descender desde el cielo.
Lucifer, orgulloso, quiso ser exaltado por encima de Dios y dijo: Subiré al cielo, en lo alto, junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono (Isaías 14:13).
El cielo es un lugar de verdad, y está ubicado en el punto más elevado del universo – más allá de los planetas, y galaxias que hemos sido capaces de descubrir.
Juan es transportado inmediatamente a este lugar.
Los Tres Cielos
Entendamos que la Biblia enseña que hay tres cielos. De hecho, el apóstol Pablo, en 2 Corintios 12:2, dijo que él fue llevado específicamente al tercer cielo. Así que, ¿cuáles son estos tres cielos?
- El primer cielo se refiere a la atmosfera que rodea el planeta tierra. En nuestros libros de ciencia, se la llama troposfera.
Este es el cielo donde están nubes y donde vuelan los pájaros.
El profeta Isaías refiriéndose a este cielo escribió,
La lluvia y la nieve desciende de los cielos… (Isaías 55:10).
David escribió que Dios
Cubre de nubes los cielos, y prepara la lluvia para la tierra… (Salmo 147:8).
El primer cielo, entonces, es el aire que respiramos y el cielo que esta sobre nosotros.
- El segundo cielo que vemos en la Biblia esta sobre el primer cielo. Es lo que llamamos el espacio exterior – donde están los planetas, estrellas, y billones de galaxias.
En Génesis 1, Dios crea el sol, la luna y las estrellas, y el versículo 17 dice,
Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra,
- Finalmente, el tercer cielo es la morada de Dios y las huestes celestiales.
Leemos por ejemplo en el Salmo 33, que David dice,
Desde los cielos miró Jehová; Vio a todos los hijos de los hombres;
Desde el lugar de su morada miró sobre todos los moradores de la tierra.
(Salmo 33:13-14)
Es a este lugar que Juan es trasportado en el espíritu.
El cielo es un lugar literal. No un producto de nuestra imaginación. No es un universo paralelo. Es un lugar que descenderá en el futuro. Contiene una ciudad con calles reales y edificios reales, y puertas reales, y personas reales. Jesucristo dijo.
Voy a preparar lugar para vosotros…
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis
(Juan 14:2-3).
Pronto… y muy pronto, iremos a ese lugar.
Es triste, pero en general, el creyente ha llegado a pensar en el cielo como si fuera un colchón de nubes, en donde nos vamos a sentar a tocar nuestras arpas por toda la eternidad, y nos preguntamos cómo vamos a matar el aburrimiento.
Pero el cielo es un lugar real, con puertas, y calles y edificios de verdad. No es demasiado bueno para ser verdad. Es verdad y es demasiado bueno a la misma vez.
Sobre la atmosfera, mas allá de la troposfera, mas allá de la estratosfera, mas allá de la mesósfera y la ionosfera, mas allá de las galaxias está el trono de Dios.
Los ángeles viajan entre el cielo y la tierra a velocidades que ni podemos imaginar.
Este es el lugar a donde Cristo ascendió y el lugar que él ha estado preparando para nosotros
Y esa es la verdad. [xi]
“Sube acá, Juan, sube al cielo.”
El Trono de Dios
Mire Apocalipsis 4:2.
He aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.
El que está sentado en el trono es obviamente Dios el Padre como veremos más adelante.
El estar “sentado” es una postura que representa dominio, juicio, o liderazgo. Cuando un juez se sienta en su silla, está en posición de juzgar. En la antigüedad, se consideraba que el emperador empezaba a reinar desde que se sentaba por primera vez en el trono.
El estar sentado es una clara referencia a la soberanía, y el poder de Dios. Él no está descansando. ¡El está reinando![xii]
El trono de Dios va a aparecer una y otra vez a través de Apocalipsis. De hecho, la palabra “trono” aparece 12 veces en este capítulo 4, y hace referencia específicamente al trono de Dios.
Juan ve que Dios el Padre está sentado sobre el trono, pero no logra distinguir su figura ya que de Él sale un deslumbrante juego de luces que rodea Su trono.
Note, en Apocalipsis 4:3, que Juan ve a Dios el Padre y dice,
El aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina;
Juan no tiene palabras para describir la luz brillante que rodea el trono de Dios, así que dice, “lo que vi se parecía a…; el aspecto…era semejante a…” Juan no encuentra las palabras apropiadas para describirlo.
Juan busca lo más parecido que conoce para describir lo que vio, así que compara a Dios con dos piedras preciosas, más que nada describiendo el brillo y el fulgor que emanan de Dios. La primera piedra preciosa es el jaspe. En Apocalipsis 21 se nos describe más claramente lo que Juan conoce por jaspe; y según esa descripción, lo más probable es que Juan está pensando en un tipo de diamante que refracta todos los colores del espectro de luz.
En otras palabras, Juan compara la gloria de Dios con los destellos de luz y color que parecen salir de un diamante.[xiii]
La próxima gema es el sardio o cornalina. Esta es una piedra de color rojo intenso. Esta es la palabra griega a partir de la cual salió el nombre de la ciudad de Sardis.[xiv]
Es interesante que estas dos gemas son la primera y la ultima en el pectoral del sumo sacerdote. Estas piedras representaban al primogénito y al último hijo de Jacob. Es como si simbolizaran que, aunque la ira de Dios está a punto de ser desatada sobre el planeta tierra, especialmente sobre Israel, el pacto de Dios con los hijos de Israel no va a ser revocado – Dios va a cumplir Sus promesas para con Israel.
Juan además nota en Apocalipsis 4:3 que.
había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda
En otras palabras, alrededor del trono, se ven los colores del arcoíris, quizás debido a las luces que destellan desde el trono y reflejan un color predominantemente verde.
A todo esto, aunque estas descripciones son difíciles de entender o aun de imaginar, estas no son decoraciones triviales que Juan quiso agregar a su visión.
El arcoíris inmediatamente nos hace pensar en la gracia de Dios cuando le prometió a Noé que no volvería a destruir la tierra con un diluvio, y puso el arcoíris como señal del pacto.
En el trono de Dios, vemos un maravilloso recordatorio de que la misericordia de Dios es tan grande como su gloria.[xv]
Juan es llevado hasta el trono de Dios, y lo primero que cautiva su atención es esta luz brillante que emana del trono de Dios.
Querido oyente, Dios está sentado en su trono de gloria. Sin importar lo que veamos en las noticias; sin importar lo que leamos en el diario y veamos en la televisión; sin importar cuan triste, difícil, o caótico que parezca el mundo – todo ocurre bajo “la sombra del soberano trono de Dios.”[xvi]
Ya habían pasado 60 años desde el comienzo de la iglesia, y los creyentes podían haber estado preguntándose, “pensé que las puertas del Hades no prevalecerían sobre la iglesia. Pensé que seríamos un movimiento mundial para ahora. Pensé que íbamos a poder influenciar al Cesar y transformar nuestra cultura. Sin embargo nos persiguen por nuestra fe , y la cultura Romana cada día está más corrupta.”
Mientras tanto, el último apóstol con vida, Juan, exiliado en una pequeña isla, es llevado al cielo y el Señor le permite ver la gloria de Dios.
Juan escribe lo que ve, y le dice a la iglesia, “no se dejen engañar por lo que ven a su alrededor. No evalúen el poder de la iglesia por las noticias en la tele. No determinen la efectividad de la iglesia y el poder de Dios en base a lo que sale en el diario.”
Dios no está ocioso – Él está obrando. Dios está sentado reinando. Dios no está ausente o distante, Él no nos ha olvidado – Él tiene todo bajo control y está revelando y orquestando los eventos de la historia de la humanidad.
A.W. Tozer escribió,
La iglesia necesita ser transformada con la visión del cielo y de Dios… no el Dios que está de moda el día de hoy, que busca llamar la atención prometiendo éxito. El Dios que debemos ver y conocer es la Soberano de los cielos. Él es quien está sentado sobre su trono, el que despliega los cielos como una cortina, quien tiene la Tierra como estrado de sus pies, quien llama a las estrellas por su nombre y las dirige con el poder de su Majestad.[xvii]
El cielo no es un estado mental, y el trono del cielo no es el producto de nuestra imaginación. No es un invento para consolar al triste y agobiado.
El cielo es un lugar real – y Dios está allí, sentado sobre su trono – ese es el verdadero consuelo para el alma triste y agobiada.
Pronto… y muy pronto, vamos a ver al Rey.
Conclusión
El pastor y escritor Mark Buchanan cuenta en uno de sus libros acerca de una conversación que tuvo con un joven estudiante de filosofía. Mark acababa de presidir una hermosa boda en la playa, y durante la recepción, el estudiante de filosofía se le acercó y le preguntó su realmente creía todo lo que había dicho en la ceremonia.
Mark Escribe:
Le dije que sí, y él sonrió. Le pregunté, entonces, que creía él. “Probé su religión por un tiempo” dijo. “Creo que solo es una carga. ¿Sabe de qué me he dado cuenta? Que la vida justifica vivirla. La vida es su propio premio y explicación. No necesito un cielo o un lindo futuro inventado para querer vivir. Esta vida tiene suficiente placer, misterio, y aventura; y no necesita nada más para justificarse. La vida justifica vivirla.
“Bien” le dije. “En este momento te creo. Hoy, aquí y ahora, sintiendo la suave brisa del mar, escuchando el reír de las personas, sintiendo el delicioso aroma de la comida, mirando el cielo azul, viendo la felicidad de los recién casados. Si, hoy te creo. Gran filosofía. La vida justifica el vivirla. Bravo.”
“Solo que estoy pensando acerca de alguien a quien conocí en Febrero. Richard. Richard tenia 44 años, pero parecía de 60, había estado viviendo en las calles desde que tenía 12 años. Era drogadicto. Ahora tiene Sida. La última vez que vi a Richard fue en un día gris y lluvioso. Le compré un pasaje de autobús y le dije adiós. Él iba a ir a visitar a su madre. Él no había hablado con ella por al menos 15 años, pero ahora esperaba ver a su madre antes de morir. Antes de irse me dijo, “desearía nunca haber nacido. Toda mi vida ha sido un error. Mi vida ha sido una miseria.”
“Estoy pensando en Richard.”
Estoy pensando en Ernie. Ernie era un hombre que estaba avanzando en la vida. Cuando tenía 20 años, él ya era vicepresidente de un negocio exitoso. Él era trabajador, hábil, y ambicioso. Él tenía un talento natural para todos los deportes. Él tenía una linda esposa. Ellos no pudieron tener hijos propios, así que adoptaron cuatro, tres de África y uno de México. Él día en que finalizaron la cuarta adopción, Ernie recibió los resultados de unos exámenes médicos. Él había estado sintiendo unos mareos, hormigueo en las manos y la vista borrosa. Ese día Ernie recibió la noticia que tenía esclerosis múltiple.
Sí, estoy pensando en Richard y Ernie; y tengo una pregunta: ¿Como les explico a ellos que la vida justifica el vivirla?
El joven estudiante de filosofía no tuvo respuesta. Él dijo que tenía que pensar acerca del tema y que me respondería más tarde. Le di mi contacto y le pedí que me escribiera cuando se le ocurriera algo. Nunca volví a escuchar de él [y nunca lo haré…] porque la vida no justifica vivirla. La eternidad sí.[xviii]
La eternidad justifica vivir la vida, porque conocemos al Dios de la eternidad, y esperamos que este Dios, quien hoy está sentado sobre Su Trono de gloria, nos llame a su presencia. Pronto… y muy pronto, vamos a ver a nuestro Rey.
[i] USA Today (Sept. 25, 2007), p. 1A.
[ii] Randy Alcorn, Heaven (Tyndale, 2004), p. xix.
[iii] Ibid.
[iv] 1001 More Humorous Illustrations (Zondervan Publishing House, 1998), p. 95.
[v] Alcorn, p. xx.
[vi] Robert L. Thomas, Revelation: Volume 1 (Moody Press, 1992), p. 56.
[vii] Edward Hindson, Revelation (AMG Publishers, p. 2002), p. 56.
[viii] Renald E. Showers, Maranatha: Our Lord, Come! (Friends of Israel, 1995), p. 195.
[ix] Ibid., p. 56.
[x] Steven Lawson, Heaven Help Us! (Navpress, 1995), p. 19.
[xi] Ibid., pp. 16-21.
[xii] Thomas, p. 340.
[xiii] John MacArthur, Because the Time is Near (Moody Press, 2007), p. 110.
[xiv] Thomas, p. 342.
[xv] John MacArthur, Revelation: Volume 1 (Moody Press, 1999), p. 343.
[xvi] Ray Stedman, God’s Final Word (Discovery House, 1991), p. 115.
[xvii] Lawson, p. 22.
[xviii] Mark Buchanan, “Is Life Its Own Reward?” Discipleship Journal (July/Aug., 2003), adapted from Things Unseen (Multnomah, 2002).