Introducción
En nuestro último estudio repasamos el tema del reino milenial de Cristo. Mi deseo fue aclarar algunos malentendidos y responder un par de preguntas acerca del cielo y el milenio.
Ahora estamos a punto de meternos a otro tema que ha provocado más preguntas y objeciones que quizás cualquier otro tema bíblico.
Varios hermanos de la iglesia me enviaron una copia de un interesante artículo que salió en una revista local en la sección de “fe y religión.”
A esta sección de verdad la deberían titular, “Dígame, ¿que opina usted?” porque tiene poco y nada que ver con lo que dice la Biblia, y menos con la verdadera fe cristiana.
Este artículo en particular tenía como título, “Es el trabajo de Dios, no el nuestro, entregar los boletos para el cielo.”
Estoy de acuerdo – nosotros no podemos darle a nadie un boleto para el cielo, sin embargo, podemos decirle a las personas como conseguir uno.
En este artículo, el autor discrepaba con otra persona que lo había desafiado con el texto de Juan 14:6 y la verdad de que el cielo es solo para aquellos que ponen su fe en Cristo. Esta persona había escrito (le doy una versión resumida), “Enseñar que se puede adorar a cualquiera que no sea Jesucristo es enseñar falsa doctrina, lo que efectivamente significa pasar la eternidad en el infierno. Sé que esta no es una posición popular pero es la verdad Bíblica.”
El periodista, escribió la siguiente respuesta en el diario – “Aprecio el poder de su fe, pero ¿dónde está su compasión?… no puedo creer que Gandhi este pudriéndose en el infierno.”
Él continuó explicando que Dios va a dejar que todas las personas buenas entren al cielo, aun si rechazaron a Jesucristo como su Señor y Salvador. Él dio como ejemplo a un monje Budista que ha rechazado la salvación a través de Cristo, pero que debería ser considerado como un “cristiano anónimo.”
Esta frase vino de un erudito jesuita. No se encuentra en la Biblia.
El periodista continuó explicando que los “cristianos anónimos” son cristianos que, aunque han rechazado a Cristo a través de sus vidas, van a ir al cielo porque fueron buenas personas. Evidentemente ellos eran cristianos, y simplemente no lo supieron hasta que llegó su hora.
Él luego reprendió a la persona que se había atrevido a citar las palabras de Cristo en Juan 14:6. En este versículo Cristo dijo,
Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí.
El periodista se dirigió a esta persona directamente, y escribió.
No es su trabajo decirle a las personas que están condenadas. Dios no lo puso a cargo de dar boletos para el cielo. Dios lo puso en la Tierra para testificar de su fe al mantener su corazón abierto y su boca cerrada.[i]
¿Qué tipo de vecino ve una casa incendiándose y dice, “Dios preferiría que me quede con la boca cerrada. Pero ¿sabe qué? Voy a ir y voy a ayudarle a cortar el pasto – ¿no voy a estar demostrando mi fe de esa manera?
El problema fundamental detrás del consejo de este periodista, es la creencia de que no existe tal cosa como el infierno; o si este llegara a existir, solo las personas realmente mala en este mundo van a ir a parar ahí. El infierno es el lugar para el diablo, los demonios, Hitler y Stalin.
El problema con esta creencia es que Jesucristo dijo que el infierno no es solo un lugar para las personas malas, sino que también para las personas religiosas, morales y aparentemente justas (Romanos 2). De hecho, Jesucristo dejó en claro que nadie va a ir al cielo a menos que haya nacido de nuevo por el poder del Espíritu de Dios (Juan 3).
Me pareció interesante que este periodista, en su respuesta, ignoró completamente las palabras del mismo Jesús en Juan 14:6.
Querido oyente, no podemos ignorar las palabras de Cristo.
Jesús dijo antes, en Juan 10:9,
Yo soy la puerta, si alguno entra por mí, será salvo.
Esta afirmación hace de Jesucristo, ya sea un mentiroso, un lunático, o el Señor de Señores.
C. S. Lewis lo denominó “el gran trilema” – Cristo es ya sea,
- Un mentiroso; o sea, él se inventó todo esto.
- Un lunático; o sea, él solo tenía un complejo de Mesías. Él la verdad que estaba medio loco y el pobre vivió engañado por su propio sentido de grandeza.
- El Hijo de Dios, el Señor del Universo.
¿Porque las personas, como este periodista, juegan con el vocabulario bíblico pero rechazan el significado de las afirmaciones de Cristo?
Porque los profetas, los apóstoles, y el mismo Jesucristo enseñaron acerca del juicio venidero, y un lugar, del que muchos no quieren hablar, llamado infierno. Es la clara enseñanza bíblica que
Todo el mundo será hecho responsable delante de Dios (Romanos 3:19).
“Responsable ante Dios.” Lo mismo que el mundo resiste, rechaza, se burla, tergiversa, niega y redefine.
La palabra traducida “responsable” es “hupodikos” (upodikoj) en griego. Este es un término legal que significa “rendir cuentas” o “responder a alguien.” Este término se usaba cuando alguien era culpable de juicio y castigo – él debía rendir cuentas.[ii]
El problema no es que Jesucristo y los apóstoles no fueron lo suficientemente claros. El problema es que fueron muy claros, y la humanidad no quiere saber nada de esto.
El apóstol Pablo está diciendo en este versículo en Romanos que llegará el día cuando los incrédulos del mundo serán juzgados delante de Dios, y serán sentenciados a su correspondiente castigo.
La siguiente escena que encontramos en nuestro estudio de Apocalipsis es este juicio. El momento en que la humanidad rinda cuentas delante de Dios ha llegado.
Hay tanto contenido en este pasaje que vamos a tomar una par de programas para estudiarlo.
También, voy a tratar de responder algunas preguntas y objeciones acerca del infierno. Por ejemplo,
- ¿Que acerca de los que nunca han oído el evangelio?
- ¿Como puede Dios mandar al infierno a una persona que nunca ha tenido una Biblia?
- ¿Que acerca de las personas en diferentes países que nunca han tenido un misionero?
- ¿De verdad el infierno dura para siempre para las personas o solo para el diablo?
Voy a responder estas preguntas en nuestro próximo estudio.
Hoy voy a presentarle la doctrina más odiada en cuanto a los eventos futuros. De hecho, esta es la doctrina más ofensiva y repulsiva para nuestro mundo.
Esta es la doctrina del juicio final, un evento en donde billones de incrédulos serán traídos a la corte por nadie más que Jesucristo mismo.
El antiguo predicador, R. G. Lee, denominó este evento, “el día de pago.”
El “día de pago ha llegado” en Apocalipsis 20, versículo 11. El apóstol Juan nos informa que la corte divina está a punto de pedir orden, y el gran juicio está a punto de empezar.
El Gran Juicio
- Un Escenario Inolvidable
Lo primero que quiero señalar de esta escena es que encontramos un escenario inolvidable. Mire Apocalipsis 20:11.
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos.
Note como se describe el trono, o la silla del juez.
- Juan dice que este es un gran trono.
La palabra traducida “grande” es la palabra griega “megan” (megan), de donde sacamos nuestra palabra “mega.”
Este es un “mega” trono – un trono enorme y asombroso porque la gloria de Su santa majestad lo rodea.
Esta es la única corte con jurisdicción universal que alguna vez se haya organizado. [iii]
- Juan luego nos informa que este trono no solo es grande, sino que también es blanco.
La palabra griega para “blanco” es “leukon” (leukon), y simboliza la absoluta pureza del trono.[iv]
En esta corte, no hay una pizca de injusticia – ni una gota de soborno, ni una molécula de desigualdad.
David escribe en el Salmo 97:2,
Justicia y derecho son el fundamento de su trono.
En otras palabras, el futuro veredicto de Dios es justo y recto.
La humanidad está a punto de recibir lo que merece.
La humanidad hoy dice, “¡Esto debe ser una broma!”
Esto es realmente ofensivo. Piense en esto. Es una cosa que la Biblia diga que alguien será arrojado al infierno porque no fue lo suficientemente bueno como para ir al cielo, o porque no siguió las reglas, o porque no hizo las oraciones correctas, o porque no se unió a la iglesia correcta. Es una cosa decir que alguien no va a entrar al cielo porque no se merece el cielo.
Pero es una cosa totalmente diferente decir que alguien va a ir al infierno porque se merece el infierno. Es totalmente ofensivo decir que el infierno es lo que realmente se merece.
Más adelante, el apóstol Juan nos va a decir porque merecen el infierno.
Sin embargo, en el versículo 11, Juan nos informa que este escenario inolvidable involucra un gran trono blanco; y no pase por alto que él lo llama un trono.
Este no es un escritorio para dialogar, o un sillón para recibir apoyo y consejo. No, este es un trono de donde viene el veredicto del Rey.
- Luego, en el versículo 11, Juan se enfoca en aquel que estaba sentado en el trono.
Sabemos a partir de otros versículos que Dios el Hijo comparte este trono, sentado a la diestra de Dios el Padre, el lugar de autoridad.
Apocalipsis 22:1,3 se refiere al
Trono de Dios y del Cordero…
Pablo le escribió a los Colosenses,
Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios (Colosenses 3:1)
El escritor de Hebreos, en el capítulo 10, versículo 12 escribió,
…[Cristo] habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados para siempre, se sentó la diestra de Dios
Esta es una referencia al trono compartido entre Dios el Hijo y Dios el Padre.
El apóstol Pedro escribió,
[Jesucristo] quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo… (1 Pedro 3:22)
El Padre y el Hijo comparten el trono ya que son igualmente divinos, junto con el Espíritu Santo – Un solo Dios trino, pero en tres personas, y cada uno de ellos cumple una función única según su eterna sabiduría.
Una de las funciones especiales del Hijo – Jesucristo – es Juzgar a los pecadores.
Jesús dijo en Juan 5:22,
Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo,
Jesucristo, entonces, es el juez. A todo esto, esta corte no se puede realizar si el Juez está muerto. El Juez está vivo – resucitado y glorificado en el cielo.
Esta verdad de la resurrección de Cristo convirtió a un grupo de cobardes en evangelistas temerarios.
El apóstol Pedro, quien un par de meses atrás había jurado y mentido para tratar de ocultar cualquier relación entre él y el Salvador, ahora estaba predicando valiente y abiertamente. En Hechos 10:42-43, después de que Jesús se levantó de los muertos, Pedro dijo,
Y nos mandó predicar al pueblo, y testificar con toda solemnidad que este Jesús es el que Dios ha designado como Juez de los vivos y de los muertos.
De éste dan testimonio todos los profetas, de que por su nombre, todo el que cree en El recibe el perdón de los pecados.
¡Que irónico! Dios el Hijo ha sido designado por Dios el Padre para asumir el rol de juez. El mismo que antes fue el Salvador y perdonó pecadores, estará en el trono un día como el Juez para condenar pecadores.
¿Notó la primera parte del versículo 42? Leámoslo nuevamente.
[Jesucristo] nos mandó predicar al pueblo, y testificar con toda solemnidad que este Jesús es el que Dios ha designado como Juez de los vivos y de los muertos
¿Estaba Jesús consciente de que sus seguidores no debían decir cosas tan intolerantes como esta – que Él iba a juzgar el mundo?
¿No sabía Jesús que nosotros, como creyentes, solo debemos a mantener nuestros corazones abiertos y nuestras bocas cerradas?
Querido oyente, no es Jesús quien está diciéndole a los cristianos que mantengan sus bocas cerradas y que dejen de advertirle a los demás acerca del juicio final; es satanás y sus seguidores que dicen, “déjate el mensaje para ti mismo. Está bien que tengas tu fe, pero no la traigas al trabajo, solo vas a ofender a las personas y alejarlas de Cristo.”
Los líderes religiosos arrojaron a Pedro y a los otros discípulos delante de la corte Judía y les mandaron a dejar de predicar el mensaje del juicio de Dios (Hechos 5:28). Sin embargo, Pedro y los otros dijeron,
“Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.” (Hechos 5:29)
En otras palabras, “no nos vamos a quedar callados.”
Como el apóstol Pablo, ellos dijeron,
Rogaremos al mundo a que se reconcilien con Dios (2 Corintios 5:20 parafraseado).
¿Porque? Para empezar, porque viene el día de pago, con una corte tan severa y un veredicto tan justo y terrible que no podemos sino advertir al mundo, y especialmente a las personas que amamos, del peligro de presentarse culpable delante de este gran trono blanco
- Esta escena se vuelve aún más aterradora cuando leemos las siguientes palabras de Juan en el versículo 11.
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos.
Hay algunos que creen que Dios no va a destruir los cielos y la tierra, sino que simplemente los va a renovar y remodelar después de que terminen los juicios.
Sin embargo, la visión de Juan en este versículo, junto con varios pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, incluyendo 2 Pedro 3:13, dejan en claro que el universo, como lo conocemos, será violentamente consumido por el fuego.
Pedro escribe,
Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas.
Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.
(2 Pedro 3:10,13)
Pedro escribe, “los elementos serán destruidos.” La palabra griega para “elementos” es “stoiqueion” (stoiceion), y se refiere a las partículas atómicas que componen la estructura básica de todo lo que existe. Todo será destruido. La palabra para “destruido” literalmente significa “desatado.” En otras palabras, el universo se va a desbaratar y explotar como si fuera una enorme bomba nuclear.[v]
Isaías escribió,
Alzad vuestros ojos a los cielos, y mirad la tierra abajo; porque los cielos como humo se desvanecerán… (Isaías 51:6)
El calor de esta explosión universal va a dispersar toda la materia, causando que vuele huyendo de la presencia de Dios, como Juan escribe en el versículo 11.
Puede que Dios, aunque cumpla su promesa y destruya la Tierra y todo el universo con fuego, Él vuelva a juntar toda la energía – todos los átomos y toda la materia – y como hizo con nuestros cuerpos glorificados, reconstruya – resucite – un Nuevo Universo, y una Nueva Tierra a partir de ellos.
Ahora, Imagine esta corte suspendida en el espacio. No está tomando lugar en el cielo o en la tierra porque han sido destruidos; no hay planetas o galaxias. No hay nada que ver sino a Dios, a los redimidos de todos los tiempos sentados en algún lugar cerca, a los ángeles y a cada incrédulo que alguna vez vivió en este mundo.
El profeta Daniel también tuvo una visión de esta escena y escribió.
Seguí mirando hasta que se establecieron tronos.
A todo esto, el uso plural de “tronos” implica que los redimidos van a tener un rol en este juicio final. Quizás estaremos observando y, sin duda, afirmando con solemnidad al unísono la gloria de la justicia de Dios y la rectitud de su veredicto.
Daniel escribe,
Seguí mirando hasta que se establecieron tronos, y el Anciano de Días se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana pura, su trono, llamas de fuego, y sus ruedas, fuego abrasador.
Un río de fuego corría, saliendo de delante de Él. Miles de millares le servían, y miríadas de miríadas estaban en pie delante de Él. El tribunal se sentó, y se abrieron los libros.
(Daniel 7:19-20)
No podemos siquiera empezar a imaginarnos esta impresionante escena, descrita aquí por el apóstol Juan.
Esta es una escena aterradora, especialmente para toda la humanidad pecadora que observa esta enorme explosión, y queda sin lugar donde esconderse del gran trono Blanco y Aquel que está sentado sobre este.
Esta es una escena inolvidable.
Miremos un aspecto más de este gran juicio.
No solo vemos una escena inolvidable sino que también un llamado inescapable.
- Un llamado inescapable
Note el versículo 12 de Apocalipsis 20.
Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono…
…y ahora el versículo 13,
Y el mar entregó los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades entregaron a los muertos que estaban en ellos…
El Hades, en el idioma griego, es el mismo lugar que el Seol, en el idioma hebreo. Es el lugar donde las almas de los incrédulos permanecen mientras esperan su llamado al gran trono blanco.
La palabra Hades se usa 10 veces en el Nuevo Testamento, siempre para referirse a este lugar de castigo.[vi]
Juan también nos dice que otros incrédulos vienen de la “muerte” y “el mar.”
Juan nos está informando que, tal como todos los cuerpos de todos los creyentes resucitaron en el pasado y recibieron un cuerpo inmortal glorificado, los cuerpos de todos los incrédulos ahora resucitan. Sus almas son liberadas del Hades – ese lugar temporal de tormento – y ahora estas almas son reunidas con sus cuerpos resucitados y reconstituidos.
Esto significa que los incrédulos ahora tienen cuerpos inmortales que están preparados para el infierno eterno – ¡capaces de durar para siempre en el lago de fuego![vii]
Absolutamente todos los incrédulos están de pie delante de este gran trono de juicio. No falta ni una sola persona que ha sido citada a esta corte.
Sin importar donde estaba enterrado su cuerpo; sin importar cuan descompuesto, o disperso en el polvo; aún si fue enterrado en una cueva, si murió ahogado en un lago, o si sus cenizas fueron desparramadas en el mar, todo aquel que recibe el llamado se presenta a rendir cuentas. Nadie será capaz de quedarse en su tumba, y esconderse de Dios.
La persona que murió en un accidente, y la que murió pacíficamente mientras dormía; la persona que fue cremada, y la que fue embalsamada en una tumba egipcia; la que fue puesta en un ataúd recubierto de satín, y la que solo fue envuelta en lienzos; la persona que fue puesta en una cripta de mármol rodeada de riquezas, y la que terminó siendo alimento de pájaros y gusanos, todos estarán de pie delante del Juez. Dios sabe dónde está cada partícula de polvo y cada rastro de su ADN, y Él los llama de los desiertos, cuevas, junglas, mares, tumbas, y palacios.[viii]
Juan escribe en estos versículos que “los grandes y los pequeños” están de pie juntos delante del gran trono blanco.
En otras palabras, las personas grandes e importantes a los ojos del mundo se paran junto a los menospreciados y segregados, sin distinción alguna. Las personas que en vida gozaron de buenas conexiones no tendrán quien los ayude. Los ricos y poderosos estarán junto a los vagabundos y analfabetos delante de este trono.
¡Este es el día del juicio! No hay lugar donde escapar; no hay lugar donde esconderse.
Quizás diga, “¡Ah, solo está tratando de asustarme!”
¿Está funcionando? Preferiría asustarlo con la verdad que mimarlo con la mentira.
No habrán cristianos anónimos en la eternidad. Cada Budista y cada Bautista que juega a la religión y asume que es lo suficientemente bueno como para ir al cielo va a llevarse una gran sorpresa.
Sin embargo, el cristiano que ha recibido la vida eterna por medio de la fe solamente en Cristo– el cristiano genuino que ha respondido positivamente a la gracia de Dios y ha recibido Su regalo de salvación– no estará de pie delante de este gran trono blanco, sino que estará sentado sobre este.
Hace miles de años atrás, el engañador le dio a nuestros antepasados el mismo mensaje que sigue proclamando hoy a través de las religiones y sectas del día de hoy – “No morirás. Eva, haz lo que tú crees que es mejor. Se fiel a ti misma. Haz tus propias reglas. No te preocupes del futuro. No hay nada que temer.”
Eva comió del fruto y luego Adán comió también, y así llegó el pecado, la vergüenza, el miedo, y salieron corriendo para esconderse de Dios.
La diferencia es que en esta escena del juicio final, no hay donde escapar, y no hay donde esconderse. Ya es muy tarde para eso.
Con estas breves palabras, comienza el juicio del gran trono blanco. El juez está en su trono. Los condenados son llamados para su defensa y juicio. La evidencia está a punto de ser presentada. El veredicto pronto será leído y la sentencia será entregada.
Los libros están a punto de ser abiertos como evidencia – el libro de conciencia, el libro de secretos, el libro de palabras, el libro de acciones, el libro de la vida. La evidencia va a abrumar al acusado y su defensa.
No demande un juicio justo porque va a tener uno, y no le conviene.
Querido oyente, usted tiene solo una esperanza – haga un acuerdo extrajudicial y acepte la justicia del veredicto de Dios en contra suyo. Usted es un pecador y usted es correcta y justamente condenado a morir una muerte eterna en el infierno tal como yo.
Pero no se quede allí, sino que corra a la Cruz donde su Salvador murió por usted y reclame Su sufrimiento, Su muerte y Su vida como pago por su culpa. Cristo pagó en su lugar – Él recibió el castigo que usted y yo merecíamos para que podamos ser libres de condenación.
Usted puede hacerle caso a la sección de fe y religión del diario, o la revelación de la Palabra de Dios en Apocalipsis – depende de usted. Depende de su decisión si va a estar de pie delante del gran y aterrador trono blanco, o si va a estar sentado alrededor de este seguro y confiado. Le aseguro que no va a querer estar en esta escena en el banquillo del acusado; así que, arregle sus cuentas fuera de tribunales con Aquel que pagó su condena, y Él lo dejará libre.
[i] “It’s God’s Job, Not Ours, to Give Out Salvation Tickets,” News and Observer (Feb. 4, 2010).
[ii] Fritz Rienecker and Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 356.
[iii] Sam Gordon, Worthy is the Lamb: A Walk through Revelation (Ambassador, 2000), p. 415.
[iv] Reinecker and Rogers, p. 858.
[v] John MacArthur, Revelation: Volume 2 (Moody Press, 2000), p. 250.
[vi] Ibid., p. 252.
[vii] Ibid.
[viii] Gordon, p. 416.