Introducción
Sin importar a donde viaje, o que cultura estudie, va a descubrir que el mundo tiene una fascinación por los casamientos. Me puse a investigar un poco las costumbres en algunas culturas para cuando alguien se casa y encontré más cosas de las que tengo tiempo de contarle.
Hay una tradición armeniana, en que en la noche antes de la ceremonia, la familia del novio le trae cajas de regalos a la familia de la novia. En las cajas se encuentra el velo, los zapatos, perfumes y aun chocolates.
Fue en la republica Checa que comenzó la tradición de que los novios debían usar algo viejo, algo nuevo, y algo prestado. Esto supuestamente preparaba a la pareja para una vida en la cual sin duda debían pedir prestado algunas cosas, ser capaces de comprar cosas nuevas, y también mantener algunas cosas viejas.
Tradicionalmente, la cena después de la ceremonia en la república Checa comienza con alguien en el cortejo rompiendo un plato a los pies de los novios. Los recién casados tienen que barrer las piezas rotas para mostrar su disposición a trabajar juntos.
Descubrí que en la ceremonia tradicional alemana se hace lo mismo que en la checa, pero los alemanes lo llevan un paso más allá y rompen varios platos y tazones. Ellos creen que esto prepara a la pareja para las dificultades de la vida – ya sea eso, o un gran pelea en la cocina.
Por la mitad de la fiesta de recepción, volviendo a la republica checa, todos los hombres del cortejo nupcial secuestran a la novia. El novio entonces tiene que encontrarla en un periodo especifico de tiempo o darle dinero a sus amigos del cortejo para que la devuelvan. Esto simboliza el hecho que él va a dar todo lo que pueda para cuidarla.
Al final de la ceremonia de recepción, la dama de honor lleva el velo de la novia y el padrino de bodas los zapatos del novio, y le piden a los invitados que los llenen de dinero para la pareja.
Una de las tradiciones más comunes es el momento que todos esperan ver en una boda, el momento cuando comienza la procesión, y la novia camina por el pasillo. Todas las cabezas se dan vuelta y todos los cuellos se estiran para ver a la hermosa novia siendo escoltada por el pasillo.
¡Que gran momento es ese para todo casado! ¿Lo recuerda? Espero que diga que sí, especialmente si su esposa está al lado suyo.
Toda novia hace una hermosa aparición en el día de su boda.
En una boda tradicional, los novios se visten de gala. Sin importar su condición económica y social, en este momento, ellos aparecen en público vestidos de forma impecable. La novia con su bello vestido blanco, y el novio con su mejor traje.
Durante los días de Cristo, los novios pedían prestadas sus vestimentas a sus amigos más adinerados, para así vestirse de la mejor forma que pudieran, jugando a ser rey y reina por un día.
Jesucristo usó la metáfora de una boda cuando le prometió a sus discípulos: “voy a la casa de mi padre para preparar lugar para ustedes.” (Juan 14:3 parafraseado)
Dios el Padre, es el padre de la novia – los creyentes son llamados “hijos de Dios.” (Juan 1:12)
Dios es aquel que la da vida a la novia – Él la trajo de muerte a vida; de pecado a salvación.
Los creyentes somos la amada novia de Dios el Hijo. Él nos amó y nos compró, pagando el precio de la redención con su propia sangre.
En Apocalipsis, hemos leído ya de las bodas del Cordero con su novia – los redimidos. (Apocalipsis 19:7)
Pero ahora, mientras Cristo y sus santos entran al nuevo cielo y la nueva tierra, encontramos una vez más esta metáfora de una boda.
En Apocalipsis 21, la procesión de la novia toma un significado nuevo y eterno. Lo invito a volver a este gran capítulo de Apocalipsis que nos presenta la gloria de Dios en su cielo.
Me gustaría hacer tres observaciones principales en nuestro estudio de hoy.
- Primero, la reubicación permanente del cielo
- Segundo, la relación principal en el cielo
- Tercero, el revés profundo del cielo.
La Reubicación Permanente del Cielo
Comencemos leyendo Apocalipsis 21:1.
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe
Ahora, cuando leemos la palabra cielo, necesitamos entender que la Biblia puede estar refiriéndose a un par de lugares. Hay tres tipos de cielo, por así decirlo.
- Al primer cielo, lo podemos llamar, “el hogar de las aves.”
El primer cielo corresponde a la atmosfera.
Jesucristo usó esta misma palabra que Juan usa en Apocalipsis cuando dijo en Mateo 6:26,
Mira las aves del cielo. [ouranos]
Santiago usó esta palabra cuando dijo,
…el cielo dio lluvia. (Santiago 5:18)
este primer cielo es la atmosfera – el cielo azul.
- Al segundo cielo, lo podemos llamar, “el hogar de las estrellas.”
Este es el cielo astronómico – el espacio exterior, con sus estrellas, galaxias y planetas.
Jesucristo predijo que en la tribulación, las potencias del cielo serian conmovidas – el sol sería oscurecido y las estrellas caerían de sus órbitas, por así decirlo (Mateo 24:29).
El autor de Hebreos usa esta palabra cuando dice dice que Dios puso el fundamento de la tierra y creó los cielos con su mano (Hebreos 1:10).
Estas referencia al “cielo” usan la misma palabra, solo que en estas instancias se están refiriendo al universo – al cielo que es el hogar de las estrellas.”
El cielo, entonces, puede ser “el hogar de las aves,” “el hogar de las estrellas.”
- Al tercer cielo, podemos llamarlo, “el hogar de los santos”
Pero en tercer lugar, el cielo puede referirse a la ubicación del trono de Dios, donde van los espíritus de los creyentes inmediatamente después de la muerte.
Este es el cielo que Cristo tenía en mente cuando dijo en Mateo 5:16,
Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
El apóstol Pablo fue transportado al cielo, y luego escribió que fue llevado “al tercer cielo.” (2 Corintios 12:2).
Entonces,
- El primer cielo es el “hogar de las aves.”
- El segundo cielo es el “hogar del sol, la luna y las estrellas.”
- El tercer cielo es la descripción bíblica del hogar de Dios y el hogar de los creyentes, los santos.
Cuando Juan usa la palabra “cielo,” en el versículo 1 de Apocalipsis 21, él está refiriéndose al “hogar de las aves” y al “hogar de las estrellas.”
Dios efectivamente crea un nuevo universo – una nueva tierra y un nuevo primer y segundo cielo.
Quiero destacar esta distinción, porque Juan va a usar la misma palabra “cielo” en dos versículos diferentes; y en estos versículos se está hablando de dos cielos diferentes.
En el versículo 1, Juan va a referirse al primer y segundo cielo; o sea, Dios va a crear una nueva tierra y una nueva atmosfera y un nuevo universo. En otras palabras, Dios va a hacer una nueva creación.
En el versículo 2 de Apocalipsis 21, Juan va a usar la palabra “cielo” para referirse al tercer cielo, este es “el hogar de los santos.” Note las palabras de Juan en el versículo 2.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo de Dios…
Esto nos informa que Dios no necesita reemplazar el tercer cielo con uno nuevo. En vez de reemplazarlo, él lo reubica, cuando trae la nueva Jerusalén a la nueva tierra.[i]
Esta es la ciudad celestial que Abraham estaba esperando.
… cuyo arquitecto y constructor es Dios. (Hebreos 11:10)
Hebreos 12:22-23 dice
Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos.
Esta nueva Jerusalén viene del tercer cielo. Este es el lugar donde Dios está sentado en Su trono. Juan ve la nueva Jerusalén descendiendo y convirtiéndose en la ciudad capital de la nueva tierra.
Toda esta descripción busca enfatizar la soberanía, la supremacía y la satisfacción de Jesucristo en su nueva creación.
Note la forma en que Juan se refiere a esta ciudad en el versículo 2.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo de Dios, preparada …
Detengámonos por un minuto. Esta es la misma palabra que Señor Jesús usó cuando le dijo a sus discípulos
… voy pues a preparar lugar para vosotros (Juan 14:2)
Hebreos 11:16 dice que los santos,
anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.
Aquí se usa la misma palabra.
El apóstol Pablo usa esta palabra cuando dice del cielo
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. (1 Corintios 2:9)
Todos los santos de todos los tiempos observan mientras esta ciudad literalmente toca tierra y descansa sobre el planeta.
El Cielo y la Tierra son uno – el estado eterno comienza oficialmente– y nunca terminará.
Ahora note la forma en que Juan comienza su descripción. Él escribe en versículo 2,
Y vi … la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo.
La palabra “preparada” es la palabra griega “cosmeo” (kosmew). De ahí sacamos la palabra “cosmético.” Se refiere a la novia que se ha puesto sus cosméticos. La palabra significa “adornar, decorar, hacer bello.”[ii]
Así que, mientras Juan describe la reubicación permanente de la ciudad celestial, él se enfoca en la belleza de la novia. Juan efectivamente dice, “Aquí viene la novia – adornada, preparada, y maquillada para su amado.”
Jesucristo va a cumplir su palabra. Él dijo.
Voy pues a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
(Juan 14:2-3)
Cuente con eso.
Juan dice, “aquí viene la novia.” Aquí viene la ciudad celestial, la nueva Jerusalén.
Juan se enfoca por un momento en la belleza de la nueva Jerusalén en el versículo 2; pero, en el versículo 3, él va a enfocarse en el creador de la nueva Jerusalén, mientras pasamos de estudiar la reubicación permanente del cielo a otro aspecto del cielo.
La Relación Principal en el Cielo
Note Apocalipsis 21:3.
Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos.
Lo que nos sorprende en la revelación de Juan es que Dios decide habitar permanentemente con sus amados.
La Biblia nos da un interesante registro de lugares donde Dios ha habitado. Primero, Dios caminó con Adán y Eva en el Jardín del Edén. Luego Él habitó con Israel en el tabernáculo, y luego en el templo – su gloria llenaba el lugar santísimo. Más adelante Jesucristo vino a la tierra e hizo tabernáculo entre nosotros (Juan 1:14). Él vino y puso su tienda entre la humanidad. Hoy Dios no vive en templos hechos por hombres (Hechos 7:48) sino que en los cuerpos de sus redimidos – nosotros somos el templo de Dios; Él también habita en la asamblea de su iglesia (Efesios 2:22).[iii]
Su habitación es literal, pero invisible. Adoramos a quien no vemos. Sin embargo, esto va a cambiar. Note el énfasis en las palabras de Juan cuando escribe al final del versículo 3,
Dios mismo estará entre ellos.
Dios mismo
No podemos entender cómo va a lucir esto, pero se nos dice que vamos a experimentar la gloriosa manifestación del Dios trino sobre su glorioso trono.
El milagro más grande de este nuevo universo no será nuestros nuevos cuerpos y esta nueva Tierra, será el hecho que tendremos acceso individualmente a la gloria de Dios.
Jesús oró:
Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria… (Juan 17:24)
Nuestros ojos le verán, nuestros oídos lo oirán y nuestros ojos verán su gloria; gloria como la del Padre.
El tesoro más grande del cielo será nuestro acceso al trono de Dios y una comunión cara a cara con la encarnación física de Dios – Jesucristo.
Jesucristo dijo.
Volveré y los llevare a estar conmigo para que ustedes puedan estar donde yo estoy… (Juan 14:3)
Jesús le prometió a sus discípulos que él comería con ellos en su reino. Esto será un anticipo de su presencia física con todos los santos, en una comunión tan única y tan personal que no podemos imaginárnosla. Esto es lo que hará del cielo realmente un cielo.
Ir al cielo sin Jesús sería como que la novia fuera a la luna de miel sin su esposo.[iv]
Sería como que la novia se mudara a su nuevo hogar, construido por su esposo, pero que el día de la mudanza se dé cuenta que su esposo ha decidido irse a vivir a otro lugar.
No habría gozo para la novia en la casa del padre – esta ciudad dorada – tan espectacular como es, sin la presencia del novio.
Allí, nosotros, la novia, veremos a Jesús, y nuestra débil fe se convertirá en vista ya que
Le veremos tal como él es. (1 Juan 3:2)
Juan revela la reubicación permanente del cielo, y con gran gozo enfatiza la relación principal en el cielo con nuestro Señor. Él ahora revela un revés profundo en el cielo
El Revés Profundo del Cielo
Note Apocalipsis 21:4.
El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor…
Juan describe el gozo del cielo al contarnos, no solo lo que habrá allí, sino que también lo que no habrá allí. De hecho, es tan difícil describir lo que habrá en el cielo que Juan prefiere describir el cielo al decirnos qué es lo que no habrá allí.
Un autor comentó este pasaje diciendo, “el cielo será el lugar del “ya no más.”[v]
Ya no más muerte, ya no más tristeza, ya no más llanto, ya no más dolor.
Es como si Dios gritara triunfalmente, y el creyente junto con él, “¡ya está! ¡ya no más! ¡no tendremos nada de esto aquí! ¡nunca más!
Note nuevamente la primera frase del versículo 4.
Él enjugara toda lagrima de sus ojos.
Una de las primeras correcciones que necesitamos hacer en cuanto a nuestra idea del cielo, es que muchos toman esta frase fuera de contexto y asumen que nunca vamos a llorar en el cielo; que nuestras emociones serán transformadas de tal forma que nunca vamos a volver a derramar una sola lágrima.
Creo, junto a un numero de estudiosos de la Biblia que me recordaron del contexto de este pasaje, que las lágrimas que no volveremos a derramar son lágrimas de tristeza. En otras palabras, no vamos a derramar ni una sola lagrima por causa de la muerte, la separación, la tristeza o el dolor.
Sin embargo, esto no significa que no vamos a llorar de gozo, o que seremos conmovidos por la gloria de Dios y lloraremos de emoción por su gracia. De hecho, espero que mis emociones sean perfeccionadas y así pueda llorar de emoción en la presencia del Señor.
Juan está diciendo que Dios va a enjugar toda lágrima de desilusión. Él va a enjugar toda tristeza, y ni una sola lágrima va a caer; porque, el contexto de tristeza y dolor se habrá ido para siempre.
No habrán lágrimas por un amor perdido, lágrimas de remordimiento, o lágrimas de amargura.[vi]
Note que Juan específicamente menciona cuatro “no más.” El primero que es mencionado es,
…no [más] muerte…
cuando Adán y Eva pecaron en el jardín del Edén, lo primero que entró al mundo fue la muerte.
Desde el principio de la historia y hasta el día de hoy, Dios ha cumplido su promesa – si peca
Ciertamente morirá (Génesis 2:17).
En el cielo no habrá más muerte. Esto tiene vastas implicaciones, desde el reino animal, hasta cada estructura celular en nuestros cuerpos.
Ni una célula va a morir – no habrá más muerte en su nueva creación.
Esto significa que nunca nos cansaremos. Ninguna parte de nuestro cuerpo va a necesitar arreglo o descanso.
Esto es, de verdad, un descanso eterno.
Sin embargo, descanso no significa inactividad. Este no es el descanso de un hogar de ancianos, donde los abuelitos pasan la mayoría del tiempo sentados porque caminar los cansa.
El cielo es perpetuo, continuo, nunca se termina, nunca muere, aun a nivel molecular. Su cuerpo y el mío serán tan activos como necesitemos, pero nunca sentirán fatiga, sobreuso, y desgaste.
Esto significa que no habrá más debilidad, enfermedad, ni deterioro – ni una sola carie – y los ataúdes, los funerales y las tumbas serán recuerdos del pasado. La palabra “adiós” nunca más se escuchará.
Juan va mas allá a decir
…No habrá más duelo…
Esto se puede traducir “tristeza”
A finales de 1800, el pastor J. C. Ryle escribió,
Cuando nos quitan nuestras posiciones mundanas, sentimos tristeza; cuando nos rodean las dificultades y problemas, sentimos tristeza; cuando nuestros amigos nos abandonan, sentimos tristeza; cuando aquellos que amamos nos dejan, sentimos tristeza. Sabemos que nuestros corazones son frágiles y llenos de pecado, y eso nos trae tristeza; Somos perseguidos y oprimidos por el evangelio y eso nos trae tristeza; vemos a nuestros seres queridos que rechazan el amor Dios, y nos trae tristeza. ¡Oh! que mundo tan triste en el que vivimos.[vii]
En el cielo, sin embargo, no habrá más tristeza. Dios dirá “suficiente de esto.”
Hay otro “no más” en este texto. Juan escribe,
… no habrá más llanto.
Uno podría pensar, “esto es un poco redundante” ¿o no?
Esta referencia al llanto viene de la palabra griega “krauge” (kraugh), y se refiere a “gritar” o “clamar.” Tiene que ver con alguien que está literalmente gritando de dolor o ansiedad.[viii]
Esta palabra se usaba en la literatura griega en varios contextos. Este es un clamor de angustia; este es un grito de enojo; este es un lloro con remordimiento; este es el llanto del condenado camino a su ejecución; este es el clamor de la turba mientras iban a matar a Esteban en Hechos 7; este es el lloro de la mujer en trabajo de parto; este es el lloro del deprimido; este es el lloro angustioso de los cautivos llevados por sus conquistadores a la esclavitud .[ix]
¡Ya no más! ¡No habrá más motivo para llorar de esta manera.
Juan escribe después.
No habrá más dolor…
Nuevamente, esto nos lleva al pecado de Adán y Eva. Dios le prometió a Eva que sus dolores de parto serían multiplicados (Génesis 3:16); y a Adán le prometió dificultades para trabajar la tierra que, desde entonces, produciría cardos y espinas. (Génesis 3:17-18)
Adán y Eva también experimentaron la conmoción, el dolor y la tristeza de la muerte de su hijo en manos de su otro hijo. Desde entonces, el dolor se ha convertido en un pasajero en cada tren y en cada compartimento de la vida.
No podemos esquivarlo, no podemos borrarlo, no podemos escondernos, no podemos escaparnos, no podemos vacunarnos en contra del dolor, que es parte de la experiencia humana.
Job dijo una gran verdad cuando lamentó,
Porque el hombre nace para la aflicción, como las chispas vuelan hacia arriba. (Job 5:7)
Y no solo experimentamos dolor físico, sino que emocional y mental también.
No más dolor significa que no habrá más asilos, ni mas hospitales, no más salas de emergencia, no más fiebre, no más artritis, no más corazones rotos, no más peleas, no más sentimientos heridos, no más sueños destrozados, no más oportunidades perdidas, no más relaciones dañadas… no más ansiedad, no más consecuencias dolorosas, no más recuerdos traumáticos.[x]
Dios dice, “no más dolor – de ningún tipo.”
Esta es la última vez que leemos la palabra “dolor” en la Biblia.
Juan escribe al final del versículo 4
…estas primeras cosas han pasado.
En otras palabras, así eran las cosas antes, así era la antigua vida, en la antigua tierra, en el antiguo sistema.
Pero todo esto se ha ido para siempre. ¿Ve cuán importante es esto?
El apóstol Juan esta describiendo un revés en los efectos del pecado y la maldición en el universo.
En el cielo experimentaremos este gran revés
De muerte a vida. De tristeza a felicidad. De lloro a consolación. De dolor a placer.
¿Sabe que significa esto para el creyente?
Significa que no importa lo que pueda haber vivido en el pasado, o lo que pueda estar atravesando el día de hoy, ese no será el fin de las cosas.[xi] Un día, Él dirá ¡Ya no más! Y todo el dolor, el llanto, la tristeza, que puede estar viviendo, y aún la muerte no serán más que un vago recuerdo mientras disfrutamos de las glorias del cielo y de la maravillosa presencia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
[i] Randy Alcorn, Heaven (Tyndale House, 2004), p. 253.
[ii] Fritz Rienecker and Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 857.
[iii] Warren W. Wiersbe, Revelation: Be Victorious (Victor Books, 1987), p. 146.
[iv] Alcorn, p. 181.
[v] Ray Stedman, God’s Final Word: Understanding Revelation (Discovery House, 1991), p. 338.
[vi] John MacArthur, Revelation: Volume 2 (Moody Press, 2000), p. 269.
[vii] John MacArthur, The Glory of Heaven Appendix Four: J. C. Ryle (Crossway Books, 1997), p. 259.
[viii] Rienecker and Rogers, p. 859.
[ix] Theological Dictionary of the New Testament: Volume 3, ed. by Gerhard Kittel (Eerdmans, 1965), p. 898.
[x] Sam Gordon, Worthy is the Lamb: Revelation (Ambassador, 2000), p. 424.
[xi] Philip W. Comfort, Life Application Bible Commentary: Revelation (Tyndale House, 2000), p. 256.