Introducción
Mientras el apóstol Juan estaba exiliado en la isla de Patmos, él recibió uno de los análisis más completos de los eventos futuros que Dios alguna vez haya revelado al ser humano. Juan describió escenas tan sorprendentes que tomarán lugar sobre la tierra y el cielo que, hasta el día de hoy, los escépticos abundan y muchos ya sea ignoran o rechazan estas profecías.
Juan escribe acerca de los enfrentamientos finales entre el dragón y el cordero, entre el pecado y el salvador, entre los ejércitos de las tinieblas y las fuerzas de la luz. Él usa términos como conquista, victoria, juicio, ira, galardón, infierno eterno, y cielo eterno.
En Apocalipsis 21, él nos presenta la ceremonia de apertura del estado eterno, por así decirlo. Él habla de esta magnífica ciudad celestial – la casa del Padre – construida con oro y bañada de luz.
Por mas de 700 años antes de que Juan escribiera el libro de Apocalipsis, la civilización griega ya organizaba certámenes olímpicos cada cuatro años. En sus comienzos, esta convocatoria solo consistía de carreras a pie; sin embargo, con el pasar del tiempo se agregaron otros eventos como la lucha, el tiro de jabalina, y el salto largo.
Estas competencias fueron organizadas originalmente en la región occidental de Grecia, en el templo de Olimpia. Los primeros eventos documentados revelan que los juegos eran dedicados a Zeus, su dios principal. Los competencias en Olimpia continuaron por siglos y comenzaron a incluir a otras naciones.
El mundo moderno ahora llama a estas competencia, los juegos olímpicos. Las primeros competencias olímpicas modernas tomaron lugar en 1896, incluyendo atletas de 14 países que compitieron en 43 eventos.
Luego, se convirtió en tradición que se organizaran estos juegos cada cuatro años para fomentar una mejor cooperación entre las naciones. En 1908, los juegos olímpicos se hicieron en Londres, y empezó con la primera ceremonia inaugural.
Me pareció interesante que el futbol, originalmente no se incluía en los juegos olímpicos debido a las restricciones en contra de los atletas profesionales. Como resultado de ser marginados de los juegos olímpicos, la federación internacional de Futbol Asociado (FIFA) empezó su propia copa mundial en 1930, y ha continuado desde entonces.
El mundo entero ama estos juegos. Para darnos una idea de lo grande que son estos juegos, piense que más de 1 billón de personas vieron el mundial, pero más de 4 billones de personas vieron los últimos juegos olímpicos. Hasta el día de hoy, los juegos olímpicos son el evento deportivo más observado en el mundo. Gracias a esto, los juegos olímpicos se han convertido en una plataforma para demostrar orgullo nacional – especialmente para el país que alberga los juegos.
La ceremonia inaugural no siempre fue el gran evento que conocemos hoy. Sin embargo, la vara fue elevada significativamente para los juegos olímpicos de California en 1960. El encargado de la ceremonia fue un hombre llamado Walt Disney. Gracias a su creatividad, la ceremonia inaugural tuvo un drama y extravagancia nunca antes visto. Hubieron coros y bandas, estatuas de hielo, y fuegos artificiales. En un momento dado, miles de globos y dos mil palomas blancas se soltaron en el aire. Para el gran final, las banderas de todas las naciones participantes cayeron como paracaídas desde aviones que estaban volando sobre del estadio.
Una cosa es obvia – cada nación que hospeda los juegos olímpicos busca hacer una ceremonia más espectacular que la anterior. Hoy por hoy, se gasta un estimado de cien millones de dólares en la ceremonia solamente.
Le invito a que vaya ahora en su Biblia al último párrafo de Apocalipsis 21, donde encontramos nada más y nada menos que la ceremonia inaugural del estado eterno. De hecho, mientras leía este párrafo una y otra vez, me llamó la atención que podemos ver hermosos paralelos entre este pasaje y una ceremonia inaugural de un evento olímpico.
Hay una ciudad anfitriona y una antorcha olímpica; hay una desfile de naciones, un departamento de seguridad, y un lema olímpico. Y esta ceremonia inaugural hace que todas las otras parezcan una obrita de niños de jardín.
La Ciudad Anfitriona
El apóstol Juan ya nos ha revelado la ciudad anfitriona, cuyas dimensiones son entre 2.200 a 2.500 kilómetros cúbicos, creo yo, según lo que vemos en Apocalipsis 21:16. Esto depende de la medida exacta del estadio griego, de la cual nadie está totalmente seguro. Esto podría significar que la base de la casa del Padre mide alrededor de 13 km en cada dirección incluyendo su altura.
Comparado con la ciudad celestial, los rascacielos más altos del mundo apenas se pueden ver.
Aun el monte Everest, la montaña más alta del mundo, se ve bastante pequeña en comparación a la casa del Padre, la cual casi llega a la estratosfera.
A todo esto, la mención de los 12 cimientos (Apocalipsis 21:14) encaja perfectamente con una estructura piramidal. Cada cimiento correspondería a un nivel más alto, que se elevaría por kilómetros. Podríamos pensar en ellos como pisos en un rascacielos, hasta llegar al último, donde creo que se encuentra el trono de Dios en toda su brillante gloria.
Ahora tenga en mente que en esta ciudad, cada piso tendría cerca de 1.5 km de alto. Puede que hayan ciudades dentro de esta ciudad, donde cientos de millones de personas viven en cada nivel.
Como aprendimos en nuestra última sesión, uno de los edificios más altos de hoy es la torre Burj Khalifa en Dubái; sin embargo, en la casa del Padre, podríamos construir dos de estos rascacielos, uno sobre otro, solo en el primer piso.
Una artista, llamada Janet Willis, dibujó una interesante representación de lo que podría ser el primer piso de la casa del Padre. Muestra un rascacielos tras otro a cada lado del río de la vida. Algunos son más altos que otros, pero todos tienen vista al rio.
El problema con una imagen como esta es que el que lo ve y ama la ciudad va a pensar, “¡que hermoso!” sin embargo otras personas pueden decir, “¿dónde está mi patio? ¿Que le pasaron a las bellas explanadas de campo abierto?”
Bueno, es importante tener en mente que Dios nos ha prometido una residencia en la casa del Padre (Juan 14:2). La palabra griega traducida “lugar” (topon), simplemente hace referencia a un territorio, y francamente no se nos dice cuán grande o pequeño será nuestro lugar en la casa del Padre. Sin embargo, le aseguro que cada uno de nosotros estará feliz de tener una residencia allí, como Cristo nos prometió.
Además, esto no significa que no habrá un lugar, o aún lugares alrededor del mundo, y quizás más allá de este planeta donde un día podremos viajar, explorar, y disfrutar mientras nos gloriamos en nuestro creador por siempre.
Pero esta es nuestra base. Esta es la ciudad anfitriona.
Ahora, el apóstol Juan toma nota de un elemento que esta ausente en esta ciudad. Mientras él nos lleva desde las puertas hacia adentro de la ciudad dorada, Juan escribe en el versículo 22,
No vi en ella templo alguno, porque su templo es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero
Los profetas del Antiguo Testamento veían el templo como el elemento principal de la ciudad glorificada, tal como vemos en la descripción de Isaías capítulo 44 y 60, junto con la descripción de Ezequiel capítulos 40 al 48.[i]
Así que Juan habría esperado ver el templo, ya que conocía las profecías del Antiguo Testamento. Sin embargo, esto nos deja saber que esas profecías realmente hablaban del templo milenial, el cual ya no se encuentra en el estado eterno. Es como si Juan quisiera dejar en claro que hay una diferencia entre la descripción profética del milenio y el estado eterno. Él reino milenial tiene un templo, pero el estado eterno no.
Pero ¿por qué no? Porque en la casa del Padre, la presencia de Dios no va a limitar a un solo edificio – al lugar santísimo dentro de un templo en algún lado. No.
Aquí será distinto, porque la presencia de Dios va a permear toda la ciudad. [ii]
Nunca va a haber necesidad de ir a un santuario, a un templo, a una catedral, o alguna casa de adoración, porque en el cielo vamos a adorar en la misma presencia de Dios. En la ciudad celestial, Él mismo será el lugar de adoración.[iii]
El problema es que nosotros tendemos a asociar adoración con una canción o una reunión el domingo. Pero el concepto bíblico de adoración es mucho más amplio y completo. En este lugar, finalmente vamos a entenderlo y hacerlo bien.
La idea bíblica de adoración incorpora cada aspecto de la vida. Pablo escribió que aun el comer, el beber, o lo que sea que uno haga puede ser hecho para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).
Lo que Pablo quiere decir es que todo lo que hacemos, que es necesario o legitimo en la vida, se puede considerar como un acto de adoración. Para nosotros es imposible entender y practicar esto en plenitud, ya que tenemos cuerpos y predisposiciones pecaminosas. Pero en la casa del padre, ya habremos sido perfeccionados en cada aspecto. No pecaremos nunca más. Cada molécula de nuestros cuerpos será glorificada y perfeccionada, y nuestras vidas nunca dejarán de adorar a Dios.[iv]
¡Que ciudad anfitriona que es esta! ¡Que gran creador! ¡Vaya redentor! ¡Qué glorioso futuro es este para aquellos que creen solamente en Cristo!
La Llama Eterna
Si ha visto la ceremonia inaugural de los juegos olímpicos, probablemente ha notado la famosa tradición de la llama olímpica.
Los griegos creían que el fuego era el regalo de uno de sus dioses para la humanidad. Ellos también creían que el fuego tenia ciertas características sagradas. Sabemos a partir de los registros históricos, que la sumo-sacerdotisa de Olimpia usó un espejo curvo para enfocar los rayos del sol y así iniciar el fuego que debía arder perpetuamente en frente de ese templo griego.
Me pareció interesante que los griegos creían que la llama olímpica representaba pureza y la búsqueda de la perfección.
En 1928 empezó la tradición de ir a las ruinas de ese mismo templo en Olimpia y encender el fuego olímpico, el cual debía arder hasta que los juegos se terminaran.
En 1936 se creó una nueva tradición, llamada el relevo de la antorcha olímpica. La llama se encendió en las ruinas del templo de Olimpia por una mujer vestida como los antiguos griegos, usando un espejo curvo, tal como en el pasado. Luego se encendió una antorcha especial con este fuego y un largo relevo de corredores llevaron una antorcha tras otra llevando la llama desde Olimpia al sitio de los juegos.
Más de 3.000 corredores trajeron la llama desde Grecia, a través de Bulgaria, Yugoslavia, Hungría, y varios países más para que llegara a Berlín, Alemania, donde se hicieron los juegos olímpicos de ese año. De hecho, esta fue idea de Adolfo Hitler, que planeaba demostrar que Alemania había heredado la grandeza del antiguo imperio griego.
Hitler también planeó demostrar la superioridad de la raza alemana al resto del mundo en los juegos. Él desapareció no mucho tiempo después de los juegos, profundamente enojado porque un afroamericano, llamado Jesse Owens venció a todos alemanes contra los que corrió. ¿No es fantástico? Jesse Owens llegó a ganar 4 medallas de oro.
Como sabrá, el ser el portador de la antorcha olímpica se considera un gran honor. Típicamente se concede este honor a ciertas celebridades y atletas famosos, pero también se les concede este honor a ciertos residentes locales de donde la antorcha está pasando – residentes con un registro de servicio fiel a su comunidad.
¿Quien podría ser la celebridad más grande en esta ciudad de oro? ¿Quién es el siervo más fiel de todos? Juan escribe en el versículo 23,
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
Jesucristo no solo lleva la llama que arde eternamente, sino como Él es la misma luz que brilla eternamente con la gloria de Dios.
Una tarde, Jesús mostró un poco de su gloriosa luz sobre Saulo de Tarso, que estaba de camino a Damasco para perseguir a más cristianos. Ese rayo de luz emanando de la presencia del Señor arrojó a Saulo al suelo. Saulo, conocido más tarde como el apóstol Pablo, dijo
… ¿quien eres Señor? … (Hechos 22:8)
Luego leemos,
…y Él me dijo “Yo soy Jesús el Nazareno, a quien persigues.” (Hechos 22:8)
La ciudad celestial va a irradiar una luz tan brillante que parecerá de día. Juan escribe en el versículo 25
No habrá noche allí…
Esto será una realidad, aunque la rotación de la tierra aleje a esta ciudad del sol.[v]
Tenga en mente que la Tierra, el sistema solar, y el universo serán recreados y perfeccionados para durar para siempre, gracias a la mano creativa de Jesucristo en su nueva creación.
Quizás esté pensando, “¿pero nos dijeron que no iba a haber ni sol ni luna?”
Mire el versículo 23 mas cuidadosamente.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
En otras palabras, la gloria de Dios será desplegada especialmente en esta ciudad y allí no habrá noche.
La ciudad celestial resplandecerá por la gloria del Cordero.
Sin embargo, esto no significa que afuera de la ciudad – el resto de la nueva tierra – no continuará operando normalmente como Dios la creó. Esto incluye los ciclos normales de luz y oscuridad, amanecer y atardecer, día y noche.
A todo esto, Dios creó el día y la noche, la tarde y la mañana, la luz y oscuridad antes de que el pecado entrara en el mundo, y dijo
…es muy bueno. (Génesis 1:31)
Pasajes como el Salmo 148 y Daniel 12 implican que habrá una continuidad entre la antigua creación de Génesis 1 y la nueva creación de Apocalipsis 21. Esto incluye el reino animal, el sol, la luna, los planetas, las estrellas, y una multitud de otras cosas creadas que disfrutaremos para siempre.
Desfile de Naciones
En 1908, después de otra erupción volcánica del monte Vesuvios, los juegos olímpicos se trasladaron desde Roma a Londres. Allí, por primera vez en la historia olímpica, la ceremonia inaugural incluyó a todos los atletas desfilando detrás de sus banderas. Más de 2.000 competidores desfilaron con gran orgullo patriótico.
No se usted, pero cada vez que veo los juegos olímpicos, y veo mi bandera y los atletas entrando a la arena representando mi país, me llena de alegría. Me encanta ver cuando uno de mis compatriotas esta sobre la plataforma más alta recibiendo la medalla de oro, mientras el himno nacional se toca de fondo.
La siguiente escena maravillosa en la visión de Juan, es el patriotismo por el reino de Dios. Note el versículo 24
Y las naciones andarán a su luz, y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria.
Saltémonos al versículo 26.
…y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones.
Hay algunos que creen que las naciones del milenio van a continuar en el estado eterno y que los humanos, ahora todos inmortales, van a vivir como naciones separadas y grupos étnicos.
Yo creo todo lo opuesto.
Creo que Juan está diciéndonos que cada identidad nacional y cada sentimiento de patriotismo será entregado a Aquel que merece toda la gloria y alabanza.[vi]
Las personas de cada tribu, lengua y, nación entrarán a la ciudad eterna en una gran desfile, por así decirlo, convirtiéndose en una sola nación bajo el Dios del universo.
Como sabrá, es el deseo de la tradición olímpica enseñar la hermandad de las naciones. La bandera olímpica contiene 5 aros interconectados, que simbolizan los cinco continentes del mundo. Esto simboliza la amistad de las naciones. Los anillos son azul, amarillo, negro, verde, y rojo – escogidos porque al menos uno de estos colores aparece en la bandera de cada país en el mundo.
Sin embargo, por más que el mundo intenta, no logra alcanzar la unidad que ha deseado por tanto tiempo. La barrera que impide esta unidad no es un problema racial; no es un tema de color o clase social; no es un problema económico o político – es un problema espiritual.
Necesitamos un corazón nuevo. Aquellos que han sido redimidos y sus corazones han sido limpiados – ellos pueden demostrar unidad sin importar la clase social, la raza, la cultura o el color de piel.
Esto es lo que ocurre en la iglesia. Los hermanos y hermanas de la iglesia de Cristo pueden vivir en unidad porque han llegado a entender que en Cristo no son muchas razas tratando de llevarse bien, sino una sola raza de redimidos.
Jesucristo no vino para que las naciones se llevaran mejor entre ellas; Él vino a crear una nueva nación.
Hoy por hoy, nosotros vivimos y amamos imperfectamente, pero en la eternidad, nuestro amor y compañerismo se va a demostrar en una unidad perfecta. Este será el cumplimiento final de 1 Pedro 2:9-10.
Sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios , a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
…pero ahora sois el pueblo de Dios
(1 Pedro 2:9-10)
Los redimidos un día desfilarán en la casa del Padre bajo una nueva bandera – todos en igualdad. ¡Que gran desfile! ¡y que gozo que será este!
Hasta ahora hemos aprendido en la revelación de Juan que,
- El Cielo está sobre la Tierra, y la casa del Padre – la ciudad celestial– está situada sobre la Tierra.
- Hay una nueva creación, la cual incluirá todo lo que Dios creó en Génesis 1.
- La eternidad incluye música gloriosa, como ya hemos oído cantar en capítulos anteriores
- La eternidad incluye la maravillosa casa del Padre – hecha de oro y gemas preciosas, con un diseño y arquitectura impresionantes, llena luz y colores, donde abunda la unidad y el compañerismo entre todos los redimidos de Dios para siempre.
Sistema de Seguridad
Ahora podrá está preguntándose, “¿Hay alguna posibilidad de que algo de esto salga mal?”
En los juegos olímpicos se gastan millones de dólares en medidas de seguridad.
Mientras que los juegos olímpicos hacen lo mejor que pueden para demostrar y promover la unidad entre las naciones, he leído que el comité olímpico para los juegos de 2012, en Londres, tuvo que planear las medidas de seguridad más grande en la historia de los juegos. El comité olímpico estaba preparándose para tantos terroristas como atletas.
¿Pero puede que algo arruine este glorioso evento celestial?
Note las medidas de seguridad en el cielo. Juan escriben en el versículo 25.
Sus puertas nunca se cerrarán
Si esta ciudad estuviera hoy sobre el planeta, habrían personas planeando como robar el oro de las calles, o picar las puertas de perla.
Las puertas están abiertas.
Esto es una forma de decir que la casa del Padre es totalmente segura – no hay peligro adentro o afuera.
En la antigüedad, una ciudad solo abría sus puertas cuando no existía ninguna amenaza de ataque. Aun así habían guardias y soldados alertas.
Cuando Juan escribe que las puertas están siempre abiertas, él nos comunica claramente que esta ciudad no tiene amenazas.
Esto es posible porque Dios mismo esta sobre el trono. Y no solo eso, sino porque cada habitante del universo ha sido transformado internamente.
Note el versículo 27.
…y jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino sólo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero.
Dios ya habrá lidiado con el pecado y los pecadores. Los creyentes serán confirmados en santidad y su estado glorificado. La naturaleza pecaminosa habrá sido completamente erradicada de sus cuerpos.
Juan escribió anteriormente,
… seremos tal como Él es [Jesucristo] (1 Juan 3:2)
Así que, cuando Juan escribe en el versículo 27
Nada inmundo…
…será parte de la eternidad – esto significa que no habrá nada inmundo en nosotros.
En nuestro estado glorificado, seremos perfectos. Finalmente viviremos sin pensamientos impuros, motivos egoístas, impulsos carnales, o acciones pecaminosas. El apóstol Pablo escribió en Romanos 8:30 que así será cuando seamos finalmente glorificados.
Imagine – cada aspecto de su ser funcionará en divina justicia. Nuestras mentes aprenderán acerca de Dios, se someterán a Dios, y amaran a Dios con un afecto y enfoque que no alcanzamos a comprender el día de hoy.[vii]
Nuestros recuerdos permanecerán; no olvidaremos quienes somos y quienes éramos en la tierra. De hecho, Dios quiere que recordemos los nombres de los 12 apóstoles y los 12 hijos de Jacob, y ellos recuerdan quienes son también. Evidentemente Jacob aún es Jacob, Pedro es Pedro, lo que significa que Roberto será Roberto, y Sofía será Sofía, Diego será Diego, y Camila será Camila.
Las parejas van a recordar que estuvieron casadas, aunque no lo estarán en la eternidad – como Jesús enseñó en Mateo 22:30. Sin embargo tendrán un amor más grande y puro que nunca antes por el otro.
Tal como Jesús recordó y amó a sus discípulos después de resucitar, así también nosotros amaremos a nuestro hermanos y hermanas en Cristo después de ser glorificados.
Recordaremos que fuimos juntos a la iglesia. Nos gozaremos en lo que vivimos y quienes somos ahora.
Seremos santos.
Un autor escribió que nuestra perspectiva será perfeccionada, nuestra conciencia libre de toda culpa. Nuestra apreciación por la obra expiatoria de Cristo solo va a crecer a través de la eternidad, y nosotros disfrutaremos por siempre de vivir y servirle con libertad y sin restricciones, como fuimos diseñados para vivir originalmente.[viii]
A diferencia de la primera creación, esta nueva creación no tendrá el potencial de otro lucifer que se rebele.[ix]
No habrá posibilidad de que un Adán y Eva pequen, porque ya habremos sido santificados – confirmados para siempre en santidad, sin el potencial de pecar otra vez.
Los únicos que están en la eternidad – el cielo sobre la Tierra – son aquellos que han obtenido su pasaporte a través de la sangre de Cristo. Juan escribe por la última vez, en el versículo 27 acerca,
…aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero.
Juan termina este capítulo parecido a como lo comenzó, contándonos qué no habrá más en el cielo. Recordará que vimos que no habrá más llanto, ni más dolor. Ahora este capítulo termina diciendo que ya no habrá nada inmundo, nada abominable, no habrá más mentira en la ciudad celestial.
Un autor escribió,
El cielo se describe por lo que no incluye: No hay funerarias, no hay hospitales o clínicas; no hay corte de divorcio, burdeles, o tribunal de quiebras; no hay pabellones psiquiátricos, o centros de rehabilitación; no hay pornografía, abuso infantil, violación, o niños perdidos; no hay tensión racial, prejuicios, tiroteos, malentendidos, injusticia, o depresión; no hay sentimientos heridos, o preocupación; no hay dolor físico, ni accidentes, ni corrupción; no hay falsos maestros, huracanes, malos hábitos, ni pobreza. Nunca tendremos necesidad de confesar pecados. No tendremos necesidad de pedir perdón; no tendremos que resistir a Satanás, y nunca tendremos que resistir otra tentación.[x]
¡Nunca, nunca más!
En este último párrafo de Apocalipsis 21, Juan nos informa que
- La ciudad celestial no tendrá iniquidad.
- Nuestras vidas no tendrán impurezas.
- Nuestra adoración no tendrá interrupción.
¡Qué futuro! ¡que promesa! ¡que ceremonia inaugural para aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero!
[i] Robert L. Thomas, Revelation: Volume 2 (Moody Press, 1995), p. 474.
[ii] Kendell H. Easley, Holman New Testament Commentary: Revelation (Holman, 1998), p. 401.
[iii] John MacArthur, The Glory of Heaven (Crossway, 1996), p. 109.
[iv] Ibid, p. 110.
[v] Henry M. Morris, The Revelation Record (Tyndale House, 1986), p. 459.
[vi] Grant R. Osborne, Baker Exegetical Commentary on the New Testament: Revelation (Baker Academic, 2002), p. 763.
[vii] Stephen J. Lawson, Heaven Help Us (Navpress, 1995), p. 146.
[viii] Ibid, p. 147.
[ix] Nathan M. Meyer, From Now to Eternity (BMH Books, 1976), p. 203.
[x] Lawson, p. 149.