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Paraíso recuperado

Mientras Juan nos lleva más adentro en la casa del Padre, descubrimos que hay un hermoso jardín que nos hace recordar al Jardín del Edén. El paraíso que la humanidad perdió por culpa del pecado, un día lo podremos disfrutar gracias al sacrificio del Cordero de Dios, Jesucristo. Estudiemos juntos la descripción de Juan de este inigualable Paraíso Recuperado.
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Introducción

            Ha sido de mucho gozo recibir comentarios acerca de nuestra serie acerca del cielo. Ha sido especialmente alentador escuchar que los niños están participando en nuestro estudio también.

            Una madre me envió un correo la semana pasada contándome lo su hijo de 9 años le dijo mientras escuchaban el programa anterior. Ella escribió, “Mientras estaba predicando acerca de lo que no va a haber en el cielo – no habrá más tristeza, no más dolor, mi hijo agregó “¡y no más tarea!”

            Una profesora de escuela dominical me escribió un par de semanas atrás para contarme de algo que le había pasado en su clase. Ella también había estado enseñándole a sus niños de 5 años acerca del cielo, y que se necesita para ir allá. Ella decidió hacerle unas preguntas a la clase para ver cuánto habían entendido.  Ella empezó preguntándoles, “si vendiera mi casa y mi auto, y todas mis cosas en una enorme venta de garaje, y diera todo el dinero a la iglesia, ¿me daría eso el derecho para ir al cielo?

            Todos los niños dijeron “no”

            Ella preguntó, “si limpiara el templo cada día, y mantuviera todo ordenado, ¿me daría el derecho de ir al cielo?”

            Nuevamente, la respuesta fue un gran “no.”

            Ella escribió, “estaba empezando a sonreír – ellos habían entendido.”

            Ella preguntó, “si fuera buena con los animales y le diera dulces a los niños, y amara a mi esposo, ¿es eso lo que tengo que hacer para ir al cielo?

            Todos gritaron “no.”

            Ella escribió que se sentía orgullosa de que estuvieran aprendiendo tan bien. Ella les hizo una última pregunta, “bueno, entonces, ¿que tengo que hacer para ir al cielo?”

            Un niño gritó “tienes que estar muerta.”

            Tiene razón

            Hoy, nuestro estudio del cielo nos lleva a Apocalipsis 22 donde encontramos las últimas descripciones del cielo.

            Como ya hemos aprendido, Cielo, es una palabra para la eternidad que incluye la nueva creación, la ciudad de oro – la casa del padre – y la Nueva Tierra. Todo esto será nuestro para nuestro disfrute en la gloriosa presencia de Dios.

            La verdad es que entre más estudiamos los textos acerca de la eternidad, y las descripciones del cielo, más preguntas surgen a mi mente. Aún así, entre más estudiamos acerca del cielo, más crece nuestra curiosidad y nuestro deseo de ir allá.

            ¿Qué tipo de mundo será este?

            Ciertamente, un mundo que desafía nuestra imaginación, y nos lleva a querer saber más.

            Un autor Británico de los 1800s escribió,

      El hombre que está a punto de viajar a Nueva Zelanda para quedarse a vivir, naturalmente se siente ansioso por conocer acerca de su futuro hogar, su clima, sus empleos, sus habitantes, sus costumbres. Sería extraño, de hecho, que no deseara alguna información acerca de su nueva residencia.

      Ya que nosotros planeamos vivir para siempre en el país celestial, deberíamos buscar todo el conocimiento que podemos acerca de este, y familiarizarnos con nuestro hogar eterno.[i]

            Dios evidentemente quiere que pensemos acerca del cielo. De hecho, parece que Él quiere que soñemos, imaginemos, y deseemos el cielo.

            Nos hemos encontrado con una casa que deja al monte Everest como una pequeña pila de tierra. Hemos leído acerca de unas piedras preciosas del tamaño de vagones de trenes y perlas del tamaño de estadios.

            También hemos sido impactados con el esplendor y la gloria del cielo, mientras el desfile de naciones toma lugar en la ceremonia inaugural del estado eterno. Hemos tenido gran dificultad al imaginarnos una ciudad brillando como un diamante perfecto, reflejando y refractando la brillante luz que viene de Dios mismo; una ciudad donde el oro es tan común que es el elemento más abundante en la ciudad capital del cielo.

            Esto me recuerda del cuento del hombre que llegó a la puerta del cielo con una maleta. Los ángeles que estaban a la puerta le dijeron, “Señor, usted no puede traer eso aquí.”

            “¿Porque no?” dijo el hombre mientras agarraba su maleta con más fuerza. “Trabaje toda mi vida por esto, estoy seguro que no habrá problema.”

            Los ángeles dijeron, “bueno, déjenos revisar su maleta primero”

            El hombre abrió su maleta y les mostró que estaba lleno de lingotes de oro.

            Los ángeles se miraron uno al otro, un poco confundidos, pero finalmente asintieron, “bien, puedes entrar.”

            Después de que el hombre se fue, un ángel le dijo al otro, “¿viste eso? Ese hombre estaba decidido a traer una maleta llena de pavimento.”

            Juan nos ha informado que las calles del cielo están hechas de oro. Tenga esto en mente cuando sea tentado por el materialismo. La verdad es que no vale la pena.

            En Apocalipsis 22, Juan nos da varias descripciones más de la ciudad eterna.

            Mientras Juan nos lleva más adentro en la casa del Padre, descubrimos que hay un hermoso jardín, que nos hace recordar al Jardín del Edén.[ii]

Epígrafes del Paraíso Recuperado

            Leamos los versículos 1 al 5 de Apocalipsis 22.

      Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad.

Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones.

      Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán.

      Ellos verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.

      Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.

            No pase esto por alto – el comienzo de la historia humana fue marcada por la pérdida del paraíso. El fin de la historia humana comienza con la descripción de un paraíso recuperado.

            La historia humana comenzó en un jardín con un río que fluía a través de este, y un árbol de vida; y ahora, va a terminar en un jardín con un río que fluye a través de este, y un árbol de vida.[iii]

            Sin embargo, no se equivoque, esto no es un tipo de círculo sin fin, donde la historia se repite una y otra vez. El paraíso del Edén será una fracción de lo que será este paraíso en el cielo, cuando Dios restaure todas las cosas y las traiga a su bendita conclusión.

            El paraíso se perdió por el pecado; pero un día tendremos un nuevo paraíso eterno gracias al Salvador.

            ¡Y vaya paraíso! Juan nos ha mostrado una ciudad con cimientos de piedras preciosas, muros de jaspe, puertas de perla, y calles de oro. Él ahora nos lleva a adentro de la ciudad y nos muestra un río, árboles y muchas frutas.

            Mientras tomamos este tour dentro del nuevo paraíso, vamos a enfocarnos en varias imágenes que Juan nos presenta en su visión. Podríamos escribir algunas descripciones o epígrafes debajo de las imágenes que Juan nos muestra del cielo. Echémosle un vistazo.

  1. El primer epígrafe podría ser, “El río de vida fluye para siempre.”

            Miremos el versículo 1 nuevamente. Un Ángel le muestra a Juan…

      …un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

            A Juan le llaman la atención dos cosas: el color y la fuente del río.

            Juan nos dice que el río es claro como “kristallos” (krustalloj), que es una palabra griega que es transliterada para darnos nuestra palabra “cristal.”

            En otras palabras, este río está destellando y centellando con un brillo que le hace pensar a Juan en un cristal refractando la luz.

            Juan también nota que el río se origina en el trono de Dios.

            En Edén, hubo un río que fluía a través del jardín; en el reino milenial, un río fluirá desde Sion; pero en la ciudad eterna, el río literalmente fluirá desde el trono. Esto significa que Dios estará creando el agua de vida de este río para siempre.

            El salmista David ya había profetizado siglos atrás acerca de un río cuya corriente haría regocijar a la ciudad de Dios (Salmo 46:4). El profeta Joel escribió que una fuente fluiría de la casa de Dios (Joel 3:18).

            Estas son aguas literales, de una naturaleza y calidad que nunca hemos visto antes – tal como nunca hemos visto antes una ciudad literal como esta.[iv]

            Quizás ha navegado, o ha estado de pie frente a un gran río. No hay nada como el sonido del agua, y ciertamente no hay nada como el sonido de una cascada.

            Si mi entendimiento de la estructura piramidal de la casa del Padre es correcta – con 12 niveles o pisos alcanzando unos 13 km de altura, con el trono de Dios en la cima – entonces este río viajaría a través de kilómetros de jardín hasta caer por aproximadamente un kilómetro hasta el nivel inferior. Allí, entonces seguiría fluyendo a través de la vegetación, y luego caería nuevamente en una enorme cascada de agua hacia el otro nivel inferior. Y mientras fluye, las luces de las piedras preciosas y el oro se reflejan en las aguas cristalinas del río de la vida. Será algo espectacular.

            Dios ha creado un lugar en el cual sus amados estarán envueltos de una belleza espectacular y vivirán en constante asombro de su entorno. Hoy, las personas viajan kilómetros para ir a un parque o reserva nacional, pero en este paraíso, el pueblo de Dios estará viviendo en medio un paisaje más bello que de lo que podemos imaginar.[v]

            Juan nos informa también que este río no solo tiene propiedades literales, sino que también tiene un significado simbólico. Esto es un río de vida – el río que simboliza vida.

            En otras palabras, este río que fluye desde el trono de Dios simboliza la vida eterna, que se origina en la persona de Dios – una vida eterna Jesucristo prometió a aquellos que beban de su evangelio. Todo el que cree en él, bebe del agua de vida eterna, y no tiene sed ya más (Juan 4).

  • El segundo epígrafe podría ser, “el árbol de vida florece para siempre.”

            No solo hay un rio de vida que fluye para siempre, sino que, en segundo lugar, hay un árbol de vida que florece por siempre.

            Note el versículo 2 nuevamente.

Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida

            ¿Le suena familiar?

            El árbol de la vida apareció en el jardín del Edén. Fue de este árbol que Dios impidió que Adán y Eva volvieran a comieran; porque, si lo hacían, ellos vivirían para siempre después de haber pecado (Génesis 3:24). Dios envió querubines – criaturas angélicas – con espadas en llamas para asegurarse de que Adán y Eva no comieran del árbol de la vida y obtuvieran inmortalidad en medio de su pecado.

            Aquí no hay querubines prohibiéndole el acceso a los santos. En Apocalipsis 2:7, la Biblia promete que los redimidos un día podrán.

      …comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios

            Ahora Juan usa una palabra en singular que es traducida “árbol,” en el versículo 2. Los eruditos griegos creen que este es un singular colectivo, dado el hecho que Juan nos dice en el mismo versículo que el árbol está a ambos lados del río. El árbol de la vida es una especie de árbol que se encuentra a cada lado del río de la vida.         

            Así que no solo vamos a tener un árbol; vamos a tener, lo que al parecer son, filas de árboles a cada lado del río en este magnífico jardín de Dios.

            ¡Y qué árbol más interesante que es este! Note que Juan lo describe en el versículo 2 como un tipo de árbol que da 12 tipos de fruta cada mes. Así que estas no son solo filas de árboles, sino un huerto de árboles frutales. Y la fruta siempre está madura.

            ¿Que tipos de fruta tendremos? No se nos dice. Podrían ser duraznos, manzanas, kiwi, mango, guayaba, higos, peras, o bananas. Habrán 12 tipos de fruta cada mes.

            Los eruditos griegos creen de forma unánime que va a haber doce tipos de fruta cada mes. Aún, puede que hayan doce tipos de frutas diferentes en cada árbol – una distinta cada mes.

            A todo esto, van a haber meses –si no lo notó – lo que implica que habrán años.

            Henry Morris escribe, “el hecho que hay meses, indica que los movimientos de rotación de la tierra van a continuar (en la nueva creación), como Dios las ha establecido en el comienzo; la luna también continuará orbitando alrededor de la tierra.”[vi]

            Sea como sea, las cosas serán diferentes también porque al menos estos árboles – quizás solo estos árboles que simbolizan vida eterna – tendrán una cosecha constante de fruta fresca.

            Dios nos ha prometido que vamos a disfrutar de esta fruta. Eso significa que vamos a tener bocas para comer la fruta, lenguas y papilas gustativas para saborear la fruta, y espero tener dientes para masticar la fruta.

            Juan también nos dice en el versículo 2 que las hojas del árbol de la vida son.

      …Para sanidad de las naciones.

            La palabra para “sanidad” es la palabra “therapeia” (qerepeia) de donde sacamos la palabra “terapia.”

            ¿Porque necesitarían sanidad las naciones, si todo el mal y el pecado ha sido eliminado? Juan no está diciéndonos que habrán enfermedades en la nueva tierra; él, de hecho, está enfatizando que esta es la condición permanente de los amados.[vii]

            Las hojas del árbol simbolizan el hecho que, en el reino del cielo, hay refrigerio, comida, agua, y salud perpetua. Es más, esta satisfacción nunca se acaba.

            C. S. Lewis lo expresó bien cuando escribió, “La razón más probable por la que hay deseos dentro nuestro que ninguna experiencia en el mundo puede satisfacer, es porque hemos sido diseñados para otro mundo.”

            En este mundo tendremos el río de vida, y el árbol de vida con sus hojas sanadoras – literalmente la terapia para las naciones. Este es un concepto completo que incorpora la salud mental, emocional, espiritual y física – ¡los redimidos estarán sanos siempre!

            Piense en lo que esto significa emocionalmente – no habrán mas cicatrices emocionales, no más tristeza, no más recuerdos agobiantes, sueños o esperanzas destruidas.

            Piense en lo que eso significa espiritualmente – no habrán más fracasos, no más confusión, no más lucha con nuestra imperfección, no más lucha con la carne, el mundo, o el diablo.

            Piense en lo que esto significa físicamente – Juan nos informa que la presencia de este árbol es la forma en que Dios nos dice que no hay posibilidad de sufrir enfermedad de ningún tipo en la eternidad.[viii]

            Joni Eareckson Tada, quien sufre de cuadriplejia, escribió que una vez estaba dando una charla a una clase de discapacitados mentales. Ellos se alegraron cuando ella les dijo que iban a tener un nuevo cuerpo. Pero cuando ella agregó “y ustedes van a tener una mente nueva,” ellos estallaron en aplausos. Ellos conocían su lucha. Ellos sabían sus limitaciones. El cielo les ofrece una sanidad especial.

            Joni escribió luego, “Apenas puedo creer que yo, con mis dedos arrugados y doblados, con mis músculos atrofiados, y con mi falta de sensibilidad desde los hombros hacia abajo, un día tendré un cuerpo nuevo – liviano, brillante, vestido en justicia, fuerte y resplandeciente. ¿Puede imaginarse la esperanza que esto le da a alguien como yo? ¿O a alguien con parálisis cerebral, o esclerosis múltiple? Ninguna otra religión, ninguna otra filosofía le promete un cuerpo nuevo, un corazón nuevo, emociones nuevas, y una mente nueva. Solo en el evangelio de Cristo las personas heridas encuentran una promesa tan increíble.[ix]

            Querido oyente, este árbol va a simbolizar el hecho de que todos los dolores de la humanidad habrán sido sanados para siempre.

            La verdad es que nunca hemos experimentado como esto.[x]

            Nuestro primer respiro en la sala de parto, o en el asiento trasero del auto, fue acompañado por nuestro primer llanto. Desde aquel momento nunca hemos experimentado un momento en perfecta paz, perfecta salud, perfecta seguridad, perfecta libertad, perfecta satisfacción, y ciertamente nunca hemos experimentado perfecta santidad.

            Sin embargo, vamos a experimentar todo eso en el cielo, ¡Y mucho más!

            Hay un río cristalino que fluye por siempre.

            Hay un bosque de árboles floreciendo para siempre.

  • El tercer epígrafe podría ser, “la maldición se ha ido para siempre.”

            En el versículo 3 Juan nos recuerda que,

      ya no habrá más maldición…

            ¿Como ocurrirá esto? Continuemos leyendo.

      …el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán.

            Note que la unidad e igualdad de Dios el Padre y Dios el Hijo se expresan en el hecho que ocupan el mismo trono.

            Tanto el Padre como el Hijo ocupan el lugar de autoridad, soberanía y dominio supremo. Ellos reinan en perfecta igualdad y unidad, sin competencia.[xi]

            Es interesante que, de todos los títulos que recibe Jesucristo, el título que se usa en este versículo es, “el Cordero.”

            Esto encaja perfectamente en el contexto. La maldición se ha ido en el cielo. ¿Cómo? Gracias a la obra de Cristo, como el Cordero de Dios, pagando por nuestro pecado en la cruz.

            La maldición del jardín del Edén trajo como consecuencia cuatro cosas que antes no existían: tristeza, dolor, trabajo duro, y muerte.

            Estas son las mismas cosas que se nos dice que no existirán en el cielo. El motivo es porque el cordero de Dios vino a sufrir por todas las cuatro.

  • Cristo fue el varón de dolores, experimentado en quebranto, quien llevó nuestras enfermedades y dolores. (Isaías 53:3-4)
  • Él sudó grandes gotas de sangre en agonía anticipando la maldición que caería sobre Él. (Lucas 22:4)
  • Él sufrió el dolor de la crucifixión, y aun llevó sobre su cabeza el símbolo de aquello que entró al mundo debido a la maldición – una corona de espinas. (Juan 19:2)
  • Él no solo clamó, derramando lágrimas de sufrimiento (Hebreos 5:7); sino que, también padeció la muerte, para que nosotros pudiéramos recibir vida. (Romanos 6:23)[xii]

            Así que, en esta escena de gran gloria y gozo, vemos un recordatorio del motivo porque estamos allí. Podemos disfrutar de la gloria del cielo porque Cristo vino a la tierra; es gracias a la obra de Jesucristo que destruyó la maldición del pecado.

            Cuando empecé a preparar este sermón, el título que le había dado a este punto era “la maldición será olvidada por siempre,” en vez de “la maldición se habrá ido para siempre.”

            Sin embargo, me di cuenta que la descripción de Juan una vez más tiene la intención de recordarnos la cruz, lo que nos recuerda la maldición.

            Veremos al Cordero inmolado por nosotros. Recuerde que Cristo, en su cuerpo glorificado, se encontró con los discípulos en el aposento alto después de su resurrección y le dijo a Tomás:

      “…mira mis manos… y … mi costado.”

      (Juan 20:27)

            En otras palabras, “inspecciona mis heridas.” Esto nos informa que Cristo ha escogido retener las cicatrices de su obra expiatoria en la cruz como nuestro cordero pascual.

            Así que en la gloria del cielo, vemos a Jesucristo como el Cordero de Dios.         

            Al verlo así, nuestro amor, nuestro gozo, y nuestra apreciación por su gracia solo va a incrementar. Nunca olvidaremos porqué es que estamos en el cielo – ¡Nunca!

            Las heridas de Cristo serán recordatorios eternos de que Cristo se hizo maldición por nosotros (Gálatas 3:13), para que pudiera abolir la maldición. Él la pudo destruir para siempre.

            Ya que la maldición se habrá ido y al mismo tiempo, seremos como Cristo, vamos a ser capaces de ver la gloria de su presencia.

            Juan agrega en el versículo 4,

      Ellos verán su rostro,

            En otras palabras, Juan escribe que, en nuestro estado glorificado, podremos ver el rostro de Dios.

            Ya que Dios es espíritu, no se nos dice exactamente qué es lo que veremos. La Biblia no nos dice si veremos expresiones físicas o formas del Padre, Hijo o Espíritu Santo.

            Nosotros veremos ya sea alguna forma que Dios el Padre escoja mostrarnos, o simplemente veremos el rostro de nuestro salvador Jesucristo, quien es la imagen del Dios invisible. (Colosenses 1:15)

            Sabemos esto sin embargo – que cuando Adán y Eva pecaron y la maldición cayó sobre la Tierra, ellos corrieron para esconderse de Dios.

            Sin embargo, nosotros correremos hacia Dios. Nosotros tendremos una comunión más íntima y más grande que la que Adán tuvo con Dios en Edén, o que Moisés, o que Pablo tuvo al ver la gloria brillante de Cristo. ¡Nosotros veremos a Cristo cara a cara en toda su gloria!

            Charles Spurgeon, predicando este texto dijo, “ver a Cristo cara a cara implica cinco cosas:

  • Una salvación certera (gracias a Él).
  • Un claro conocimiento de Él.
  • El favor consciente (de Él).
  • Una comunión cercana (con Él).
  • Una completa trasformación (para ser como Él).[xiii]

            La maldición de Edén habrá sido destruida; se habrá ido para siempre. No habrán más espinas, inundaciones, incendios, dolor, tristeza, pecado, separación, duelo, culpa, o muerte.

            “y no habrá más tarea.”

            Note que Juan escribe luego en el versículo 4,

      … su nombre estará en sus frentes.

            Esto puede ser una forma de marcar a los redimidos, tal como el anticristo trató de imitar la autoridad de Dios al marcar a sus seguidores en su mano o frente.

            Puede también que esta sea una inscripción sobre una corona real que esté sobre nuestras cabezas mientras reinamos con Cristo.

            La corona o turbante que Aarón usó como sumo sacerdote tenía una placa dorada que cubría su frente.[xiv]

            El nombre de Dios sobre nuestras frentes implica:

  • Propiedad – le pertenecemos a Él.
  • Servicio – le representamos a Él mientras servimos.
  • Realeza – reinaremos con Él como corregentes en la eternidad.

            Tenga esto en mente – su vida futura en la eternidad será gloriosa y significativa. Dios quiere que usted viva hoy con una perspectiva de aquel día.

            Así que,

  • Sin importar cuan dolorosa sea la vida para usted en este momento – sepa que no será así para siempre.
  • Sin importar cuán difícil sea su limitación – esta no durará para siempre.
  • Sin importar cuán grande sea su tristeza – esta no durará para siempre.
  • Sin importar cuán grande sea su lucha con el mundo, la carne y el diablo – esta se acabará para siempre.

            Habrá,

  • Un río brillante que fluirá para siempre desde el trono de Dios.
  • Y un bosque de árboles frutales que siempre darán su fruto especial.
  • La maldición, y todo lo que esta representa se habrán ido para siempre, y lo único que quedará de esta serán las cicatrices de nuestro Salvador quien ha escogido preservarlas para siempre.

            Gracias a nuestro salvador, nuestro gozo, nuestra emoción, nuestra gratitud, nuestra adoración, nuestra canción, nuestro servicio, nuestro compañerismo, y nuestro reino con Él durará para siempre.

            ¿Cuanto es para siempre?

            Imagine que la tierra fuera una enorme bola de comida para gusanos – hasta el mismo núcleo de la tierra. Imagine que en la Tierra solo haya un pequeño gusano que nunca aumenta en tamaño. Para cuando este gusanito haya devorado todo el planeta, “para siempre,” recién habrá comenzado.

            El paraíso recién estará comenzando, y nuestras vidas en la presencia y compañerismo con Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, junto con todos los santos y las huestes angelicales, habrán recién comenzado. ¡Y continuará para siempre jamás!


[i] J. C. Ryle, quoted by Randy Alcorn in Heaven (Tyndale, 2004), p. 5.


[ii] Warren W. Wiersbe, Be Victorious: Revelation (Victor Books, 1987), p. 151.

[iii] Stewart Custer, From Patmos to Paradise (BJU Press, 2004), p. 254.

[iv] Robert L. Thomas, Revelation: Volume 2 (Moody Press, 1995), p. 482.

[v] Custer, p. 254.

[vi] Henry M. Morris, The Revelation Record (Tyndale, 1986), p. 466.

[vii] Life Application Bible: Revelation (Tyndale House, 2000), p. 268.

[viii] Thomas, p. 485.

[ix] Alcorn, p. 286.


[x] Stephen J. Lawson, Heaven Help Us! (Navpress, 1995), p. 160.

[xi] Lawson, p. 160.

[xii] Morris, p. 440.

[xiii] Custer, p. 256.

[xiv] Morris, p. 469.

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey. Puede ser usado sin fines de lucro y con las atribuciones necesarias.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas provienen de las versiones Reina Valera 1960, La Biblia de las Americas y la Nueva Biblia de las Americas.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Usado con permiso.

La Biblia de las Américas (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.LBLA.com

Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 by The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.NuevaBiblia.com

Pies de nota han sido provistos para citar las fuentes correspondientes cuando el texto lo ha requerido. En caso de haber omisiones no intencionales, futuras revisiones incluirán las anotaciones apropiadas.

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