Introducción
En su libro acerca del cielo, Stephen Lawson contó la historia de una firma jurídica en Filadelfia que, para mostrar su aprecio e interés, le envió un hermoso arreglo floral a uno de sus socios que estaba abriendo nuevas localidades en el área de Baltimore. Cuando las flores llegaron, debido a una equivocación del florista, en vez de felicitar a sus socios por su logro, la tarjeta decía, “mis más profundas condolencias.” Cuando llamaron al florista y le preguntaron acerca del error, él dijo, “oh no, me equivoque de arreglo… lo que significa que las flores que envié a la funeraria dicen, “felicitaciones en su nueva localidad.”[i]
Para el cristiano, esto la verdad es buena teología. La muerte es el umbral para a una nueva localidad, una nueva ubicación. ¡Y vaya lugar al que vamos! – la gloria de Dios, en un lugar perfecto, sin pecado, donde tendremos un cuerpo glorificado y perfecto, preparado para servir y glorificar a Dios sin interrupciones, con completo gozo y admiración por nuestro Señor Jesucristo.
¿A donde podemos ir para aprender de las glorias del cielo?
- ¿A donde podemos ir como iglesia para redescubrir nuestra misión en la tierra?
- ¿A donde podemos estudiar para desentrañar los misterios de las profecías?
- ¿A donde vemos una descripción del trono de Dios en el cielo y su ira derramada en la tierra?
- ¿Qué libro podemos leer donde se describa el juicio final de Cristo sobre toda incredulidad en todo su horror?
- ¿Donde podemos oír la invitación universal para venir y beber el agua de salvación?
- ¿En donde descubrimos que aquellos que reciben la salvación reinarán juntamente con Cristo?
- ¿En donde vemos el desfile de naciones y el avivamiento de Israel?
- ¿En donde aprendemos acerca de un nuevo universo con una nueva Tierra, donde hay árboles y un río que fluye junto a calles de oro?
- ¿En donde leemos del día final – el cumplimiento de las promesas de Dios – y el reino eterno de Cristo?
Un lugar lo resume todo. Podemos encontrar todo esto y más en el libro de Apocalipsis.
El Apocalipsis de Juan alude, explica, y completa las profecías de Daniel, el primer ministro de Babilonia y profeta de Dios.
Sin embargo, el apóstol Juan estaba en un contexto diferente al de Daniel. Juan estaba exiliado en la isla de Patmos. Esta era prácticamente una cárcel, donde se enviaban a los criminales y enemigos del estado y los ponían a trabajar.
Mientras que Daniel, el primer ministro de Babilonia, recibió sus profecías del fin de los tiempos en los hermosos palacios de Babilonia, Juan recibió sus profecías desde la oscuridad y la austeridad de una isla rocosa en el Mar Ageo.
Es irónico, ¿no le parece? que la profecías finales acerca del triunfo de Cristo sobre las naciones del mundo fueron entregadas por un apóstol exiliado, viviendo en una cueva, sobre una isla olvidada… y Juan está diciendo, ¡Mi Cristo triunfará para siempre! Mientras está prácticamente encarcelado.
Sería fácil responder, “No parece Juan. No parece que seas muy ganador, más pareces un perdedor. Quizás, deberías considerar cambiarte de bando.”
“Nunca,” diría Juan.
Hemos estado estudiando las últimas palabras en la revelación de Juan, en Apocalipsis 22. Este epílogo ha incluido una invitación final para todos los que tienen sed, a que vengan y beban del agua de la verdad de Cristo. El boleto para el cielo es gratis, no tiene costo alguno para nosotros – solo tenemos que obtener nuestro boleto mientras aún hay tiempo.
Juan también ha incluido una advertencia final, a no alterar el texto. No debemos agregar ni quitar palabras de la Biblia. Es todo o nada, y nadie puede sentarse a juzgar este libro (y decir que va y que no). Por el contrario, este libro nos juzga a nosotros.
Juan escribe en Apocalipsis 22, versículos 18 al 19,
Yo testifico a todos los que oyen las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a ellas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro;
y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa …
Ahora no malentienda este pasaje. Es imposible que alguien pierda su salvación. Es imposible revertir el proceso de nacimiento. Una vez que nace de nuevo, ya nació. Es imposible quitarse el sello después de ser sellado por el Espíritu. Es imposible ser condenado después de ser justificado completamente por Cristo; que perdamos nuestra posición en Cristo después de ser sentados con Cristo en los lugares celestiales.
Así que, la advertencia para aquellos que omiten o agregan cosas a la Biblia es una forma simple de reconocer que estas personas nunca fueron salvos en primer lugar. Este hecho se demuestra por su menosprecio por la palabra de Dios ya que colocan sus propias palabras y opiniones al mismo nivel, o como si fueran más importantes que la Palabra de Dios.
Hemos recibido esta advertencia final, que efectivamente le permite a una persona examinarse a sí misma para ver si está o no en la fe.
Recuerde que, para cuando todos los eventos de esta revelación hayan tomado lugar, los creyentes estarán disfrutando de la gloria del cielo para siempre y todos los no-redimidos estarán sufriendo el horror del infierno para siempre.
La Biblia es una carta abierta de Dios para la humanidad, pero esta no es una carta con un final abierto, para que un profeta, un sacerdote, un místico, o un gurú, agregue más cosas después de estas. Estas son las últimas palabras inspiradas de Dios.
Desde que Dios concluyó su revelación a través del apóstol Juan, hasta el día hoy, el Espíritu toma la palabra de Dios que ya ha sido revelada, y habla a nuestros corazones según la verdad de las Escrituras, pero nunca va más allá, ni agrega nuevas cosas.
…la palabra de Cristo habita en abundancia en nosotros (Colosenses 3:16)
La Palabra nos dirige y literalmente actúa como un juez sobre nuestras vidas. Es por eso que estudiamos la palabra de Dios, la memorizamos, meditamos en ella, la compartimos, la aplicamos, y la vivimos.
Ya no le pedimos a Dios que hable – Dios ya ha hablado.
Hemos llegado a nuestro último estudio de Apocalipsis; lo que significa que no solo vamos a estudiar los últimos dos versículos registrados por Juan, sino que también las últimas palabras inspiradas de Dios para la humanidad. En este epílogo ya hemos encontrado un desafío final, una invitación final, una advertencia final, y ahora, vamos a encontrar una promesa final.
La Promesa Final
Leamos juntos el versículo 20.
El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto.
No pase por alto que esta es la última promesa registrada de los labios de Jesucristo. Esta es la última promesa que él escoge entregarnos.
Imagine todas las promesas que Jesús pudo habernos dado como su última promesa.
- Estaré contigo a través de tu sufrimiento.
- Llevare tus cargas.
- Te daré fuerzas para obedecer mi Palabra.
- Me gozaré en tu adoración.
El Señor ya nos ha entregado esas promesas ya sea directa o indirectamente. Pero, aquí, en el versículo 20, el Señor escoge dejarnos esta última promesa – su promesa final. Yo vengo Pronto
Y note que esta promesa final abarca todas las otras. Piense en esto. El sufrimiento, las cargas, la diligencia, la obediencia, y la adoración encuentran su significado final en Su venida.
Nuestra obediencia, perseverancia, misión, diligencia, y aún nuestro sufrimiento encuentran esperanza y consuelo en el hecho que Cristo viene pronto
Como dice un himno,
El ver su bello rostro, toda tristeza borrará
Así que correré mi carrera, hasta a Cristo ver.
Ahora, al final de la Biblia, el Señor quiere hablarnos directamente, por así decirlo. Y cuando Él lo hace, nos recuerda que Él va a volver pronto.[ii]
El Señor ya nos ha entregado esta promesa dos veces en el último capítulo de Apocalipsis – en los versículos 7 y 12 – y ahora en el versículo 20. Tres veces Él nos ha dicho.
Vengo pronto…
Es obvio que Él quiere que entendamos esta verdad. El Señor no repitió lo mismo una y otra vez porque quería 21 versículos en su último capítulo y ya no sabía que más decir. Él quiere dejar impreso en nuestras mentes la verdad de su pronta venida.
Yo vengo pronto…
Hemos estudiado ya que Su venida ocurrirá en etapas y esto será pronto a la luz de la eternidad.
- Él vendrá por su iglesia y la arrebatará (1 Tesalonicenses 4, y 1 Corintios 15).
- Él vendrá un tiempo más tarde con su esposa para establecer su reino (Apocalipsis 20).
- Y subsecuentemente, Él vendrá con todos los redimidos de todos los tiempos mientras la capital dorada de la ciudad celestial desciende y descansa sobre una Tierra recreada (Apocalipsis 21).
Él efectivamente dice, “todo va a ocurrir antes de que lo noten.”
Cuando el Señor entrega su promesa final en Apocalipsis 22:20, Él habla en tiempo presente. Los estudiosos en gramática denominan este como un presente profético.[iii]
Es como si Jesús dijera, “Estoy de camino.”
Note que en esta tercera y última vez que el Señor dice, “vengo pronto,” el comienza diciendo,
…Si…
Podríamos parafrasearlo como, “de verdad, o, enserio, ¡voy en camino!”
El próximo evento en la “parousia” o aparición de Cristo – la segunda venida– es el rapto de la iglesia . Este evento es tan cierto que Jesucristo efectivamente dice, “¡estoy yendo!”
La venida del reino de Cristo a la Tierra es tan segura que Cristo dice, “voy de camino.” La creación del nuevo cielo y la nueva Tierra, junto con la venida de Cristo para establecer la eternidad en su nueva creación es tan segura que Él dice, “¡ya voy de camino!”
Querido oyente, ¿está listo? ¿Esta tan listo como lo está Cristo? Él nos ha dicho, ¡Vengo pronto! ¿Esta listo para eso?
Juan responde y dice en el versículo 20,
Amen. Ven señor Jesús
La palabra “Amen,” es la transliteración de una palabra hebrea que significa “así sea.” [iv]
Esta palabra indica consentimiento con lo que se acaba de decir.
Aún, decimos esta palabra en la iglesia el día de hoy… más o menos dependiendo a que iglesia vaya. Algunos se sienten más cómodos que otros diciéndolo… o gritándolo. De hecho, algunos pastores no les gusta predicar a menos que haya alguien diciéndolo. Si la congregación está muy callada, piden afirmación diciendo, ¿quien dice Amen? Y todos dicen “Amen.”
No hay nada de malo en decir “amen,” en la asamblea. ¡Tiende a mantener despierta a la congregación! No quiero desanimar la práctica de decir amén, mientras que no se convierta en una distracción o en una competencia. No va a ganar puntos en su fila por gritar amén. El sermón no termina más rápido si llega a los 10 amén – de hecho se habrá dado cuenta que esto tiende a emocionar al predicador y alargar más el sermón.
Recuerdo cuando nuestra iglesia se juntaba en una sala para unas 300 personas. La fila de en frente estaba al mismo nivel del púlpito. En esos días solía predicar con más libertad, caminando por el frente con mi Biblia en la mano. Eso era cuando era joven y podía caminar y predicar al mismo tiempo. Ahora solo puedo hacer uno a la vez.
Estaba predicando un domingo a la mañana en ese auditorio cuando entró una pareja que no reconocí, seguramente visitas. La mujer se sentó junto a su esposo en el medio de la fila del frente. Yo seguí predicando normalmente, pero unos minutos más tarde, dije algo que aparentemente tocó el alma de esta mujer, porque, de repente grito, con todas sus fuerzas “¡Amen!”
¡Perdí completamente el hilo de lo que estaba diciendo y tuve que empezar devuelta! Ese fue un largo sermón. Ella nunca volvió
¡Que eso sea de lección! No, de verdad considero que es un “amen” por aquí o por allá, de un corazón sincero, ya sea susurrado o lo suficientemente fuerte como para despertar a la persona del frente, es una buena respuesta. Solo sepa que el amén no está dirigido hacia el pastor, sino hacia la verdad que se dijo, y finalmente al autor de la Escritura que es Dios.
Esta palabra es una afirmación verbal de la palabra de Dios, y espero que su Espíritu lo diga mucho más frecuente que sus labios. Espero que viva en un estado de “amen” hacia la Palabra de Dios. Espero que diga y viva esto con todo su ser.
- ¡Amen Señor! creo en tu Palabra.
- ¡Amen Señor! esta es la verdad.
- ¡Amen, Señor! cuenta conmigo en lo que quieres que haga.
Jesucristo entrega esta promesa final a un viejo apóstol exiliado, escribiendo en una cueva, bajo severas condiciones de vida, lejos de sus amigos, familia, y su rebaño. Jesús llega al final de su revelación y dice, “Quiero que sepan que estoy de camino” y Juan dice, “Amen por eso.”
La Oración Final
Note que la siguiente cosa que Juan hace es ofrecer la última oración registrada en la Escritura. Tenemos la promesa final de Cristo, y tenemos la oración final del creyente. Juan dice
…Amen. Ven Señor Jesús.
La ultima oración registrada de los labios de este creyente es, “bueno, vamos Señor Jesús, ven!”
Las palabras “Ven, Señor” en el Arameo son las palabras “Marana Ta” que significan, “Señor nuestro, ven.”[v]
Capaz haya oído o leído esta palabra antes, “Maranata.” Esta es “quizás la oración en forma de credo más antigua que existe.”[vi]
¿De que otra forma esperaríamos que Juan responda a la promesa de Jesús? “Maranata” – ¡Ven Señor nuestro! Este apóstol, acaba de ver el fin del mundo, la gloria del trono de Dios, y la belleza del cielo. No es de sorprenderse que Él responda, “Vamos Señor, ven.”
Escribiéndole a los Tesalonicenses acerca de la venida de Cristo por la iglesia, Pablo terminó diciendo,
Por tanto, confortaos unos a otros con estas palabras. (1 Tesalonicenses 4:18)
A todo esto, el tener una anticipación positiva de la venida de Cristo tiene mucho que ver con la forma que estamos viviendo.
Alguna vez su mama le dijo, “solo espera a que tu papa llegue a casa.”
Me dijeron eso un par de veces cuando era chico. En esos momentos no anhelaba la llegada de mi padre. No me consolaba el pensamiento de que mi padre podría volver en cualquier momento. El ruido de su auto estacionándose fuera de la casa no era un sonido placentero.
Quizás usted es como yo y mis hermanos cuando hacíamos travesuras mientras nuestros padres no estaban en casa. Solíamos poner a nuestro hermano menor, Jonathan, en el umbral de la ventana. Él podía avisarnos de la llegada de nuestros padres. ¡Una llegada inesperada no era algo bueno!
Que, como Jonathan Edwards, decidamos vivir de tal manera que nunca nos avergoncemos, si el Señor apareciera en cualquier momento dado.
Juan escribe en su primera carta,
Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como Él es.
Y todo el que tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como Él es puro.
(1 Juan 3:2-3)
Una anticipación piadosa influye en una vida piadosa, y una vida piadosa desarrolla una anticipación piadosa.
Una cosa es decir “Amen” en la iglesia, y otra es salir y vivir de tal manera que podemos orar “Señor, ven en cualquier momento que quieras porque estoy listo.”
Un autor escribió,
[Maranata] es otra forma de decir que uno vive cada día para la gloria de Dios como si fuera el último. Usted trabaja duro en su trabajo, en su hogar, y en su iglesia como si fuera su última oportunidad. Usted brilla por Cristo. Usted permanece equilibrado, gozoso y amable. ¿Porque? porque está anticipando su venida – ¡hoy! [vii]
Esto es lo que habríamos encontrado en la rocosa isla de Patmos, a la entrada de una oscura cueva, donde en el Día del Señor, Juan estaba escribiendo la última revelación de Jesucristo. Y al final de la revelación, sin ningún titubeo, Juan dice, “Ven Señor Jesús.”
Quizás está tentado a decir, “bueno, ¿y que esperaba? Juan recibió un tour del cielo. Él era un apóstol. Él fue discipulado personalmente por Cristo. Juan tenía algo que nosotros no tenemos.”
Esta es una de las razones por la que estoy feliz de que Apocalipsis no termina en el versículo 20. Tenemos una promesa final de parte de Cristo, una última oración de parte de Juan, y una última declaración de parte de Dios a través de Juan.
La Declaración Final
Note el versículo 21.
La gracia del Señor Jesús sea con todos…
Esta frase, en el original, da una idea como, “que el Señor Jesús les muestre Su gracia a todos ustedes.[viii]
Con esta última declaración, el Espíritu de Dios a través del apóstol Juan nos da una esperanza genuina.
- ¿Como es que somos salvos y tenemos la garantía de un hogar en el cielo? ¡Gracia!
- Como creyentes, ¿cómo podemos tomar un paso más en la dirección correcta? ¡Gracia!
- ¿Como debe tratar a otros que también flaquean y le fallan a Dios y a nosotros también? ¡Con Gracia!
- ¿Que es suficiente para sostenernos a través de cada desafío y cada valle que enfrentemos? ¡Gracia!
- ¿Como podemos esperar escapar los horrores de la ira de Dios descritos en este libro? ¡Gracia!
- ¿Como podemos esperar recibir las bendiciones reveladas en Apocalipsis como el gozo del cielo, la perfección, un cuerpo clarificado y una adoración cara a cara con Jesús nuestro Señor? ¡Gracia!
Piense que cada bendición mencionada en Apocalipsis es completamente inmerecida. Todos estos son regalos de Jesucristo.[ix]
Juan comienza este libro diciendo en el versículo 4 del capítulo 1,
Gracia a vosotros y paz.
El libro termina de la misma manera.
La gracia del Señor Jesús sea con todos…
La palabra griega para “todos” es “panton” (pantwn), y quiere decir aquí, “todo aquel que está leyendo este libro” – ambos creyentes e incrédulos.
En otras palabras, Juan esta insinuándoles a aquellos que aún no son salvos y que escuchan esta carta en una de las siete iglesias, o en cualquier iglesia en nuestra generación, “Acepten el regalo de Cristo. No merecen su perdón, pero eso es lo que significa gracia. Un regalo no merecido.”
Gracia es las riquezas de Dios a costa de Cristo.
Gracia es un favor inmerecido de parte de Dios para nosotros.
Para los creyentes que escuchan esta gran carta, Juan insinúa, “ustedes aceptaron el evangelio de Cristo por gracia, no lo olviden. Vivan el evangelio en la fortaleza de la gracia de Dios y entreguen la gracia de Dios a todos alrededor suyo. Ellos no merecen Su gracia como ustedes tampoco merecen la gracia de Dios. Gracia es algo que se da a aquellos que no lo merecen, por eso que se llama gracia.
Así que aquí, en este gran libro, la gracia tiene la primera y la última palabra.
Esta no es solo cualquier gracia que Juan pronuncia sobre los creyentes, esta es la gracia de
El Señor Jesús…
Esta última palabra es realmente acerca de Jesucristo
Este libro comenzó con las palabras,
La revelación de Jesucristo
Y ahora este libro termina con las palabras,
La gracia del Señor Jesús
- Él es el Dios de toda gracia. (1 Pedro 5:10)
- Su gracia es suficiente. (2 Corintios 12:9)
- Él es capaz de hacer abundar toda gracia en nosotros. (2 Corintios 9:8)
No es de sorprendernos que la última declaración de Juan, la bendición final de parte del Espíritu de Dios a través de este antiguo pastor, no hace más que entregar a la iglesia de su generación, y cada generación desde entonces, en las manos de un Señor lleno de Gracia.
A esto, nosotros, junto con Juan, solo podemos responder con profunda gratitud diciendo la misma última palabra de este libro, “Amen.”[x] “Es verdad, así sea, que así ocurra, estamos de acuerdo,” y por la gracia de Dios viviremos nuestras vidas a la luz de esta verdad y para la gloria de nuestro Señor que pronto volverá, nuestro Salvador y Redentor Jesucristo.
[i] Stephen J. Lawson, Heaven Help Us (Navpress, 1995), p. 158.
[ii] Edward Hindson, Revelation: Unlocking the Future (AMG Publishers, 2002), p. 227.
[iii] Grant R. Osborne, Baker Exegetical Commentary: Revelation (Baker Academic, 2002), p. 797.
[iv] Renald E. Showers, Maranatha: Our Lord, Come! (Friends of Israel, 1995), p. 140.
[v] Kendell H. Easley, Holman New Testament Commentary: Revelation (Holman, 1998), p. 429.
[vi] Osborne, p. 797.
[vii] Charles R. Swindoll, The Finishing Touch (Word Publishing, 1994), p. 405.
[viii] Robert L. Thomas, Romans: Volume 2 (Moody Press, 1995), p. 522.
[ix] Sam Gordon, Revelation: Worthy is the Lamb (Ambassador, 2000), p. 456.
[x] Henry M. Morris, The Revelation Record (Tyndale, 1986), p. 489.