Introducción
Vivimos en un mundo – en una cultura – con una enorme variedad de productos; donde las opciones abundan para satisfacer todo tipo de gustos personales.
Un autor, procedente de la Unión Soviética hizo el siguiente comentario, “no estaba preparado para la increíble variedad de productos que me encontraría en mi primer viaje a un supermercado estadounidense. En mi primera visita, vi leche en polvo – solo tenía que agregar agua y tenía leche – era genial. Luego vi huevos en polvo – solo tenía que agregar agua y tenía huevos. Y luego vi una lata parecida a las otras que decía: talco (y en letras chicas) polvo para bebes… y pensé, “¡wow! Aquí sí que tienen de todo.”
El problema es que la idea de que debe existir variedad y opciones para todos los gustos personales se ha trasladado al ámbito espiritual también.
Según una encuesta, en el 85% de los hogares en Estados Unidos hay al menos una Biblia; en la mitad de estos hogares se cree que la Biblia, el Corán, y el Libro del Mormón son solamente distintas variedades o formas de una misma verdad, un mismo producto.[i]
Uno puede seleccionar y escoger el que quiera sin ninguna consecuencia espiritual.
Ya sea que Jesús fue o no un profeta, o un gran hombre, o Dios encarnado realmente no importa mucho – es solo una variedad distinta de cereal que está en el mismo pasillo con los otros cereales.
Es por esto que, en un documental acerca del Jesús de la Historia, pudo hacerse este tipo de afirmación, cuando el presentador dijo – “Lo importante no es saber quién fue Jesús, o quien no fue – lo importante es que creyó la gente que él fue; una enorme religión a nivel mundial, con más de dos billones de personas lo recuerdan y lo siguen – eso es realmente impresionante.”[ii]
Pero, un momento. Si 2 billones de personas están siguiendo a un lunático que dijo ser un el hijo de Dios cuando en verdad no lo era – eso no es realmente impresionante, ¡eso es realmente trágico!
La pregunta acerca de la naturaleza, el carácter, y la identidad de Jesucristo es tan crítico el día de hoy como lo fue cuando la Corte Judía le dijo a Jesús, “Dinos, ¿eres tú el hijo de Dios?
Y su respuesta es crítica porque las consecuencias son eternas.
En una cultura que se goza en la variedad de opciones y odia los absolutos, las afirmaciones de Cristo son eternamente importantes.
La cultura occidental no es la única que ha querido que todas las variedades de creencias sean igualmente válidas.
Contexto de las Cartas de Juan
De hecho, para cuando el Apóstol Juan se sentó a escribir unas cartas, el hinduismo e incluso el budismo ya estaban ganando varios adeptos en el mundo mediterráneo.
El Gnosticismo ya había conseguido seguidores aún adentro de la iglesia de primer siglo. El gnosticismo decía que Jesús realmente no era Dios encarnado – que Dios nunca se haría carne y hueso.
Luego había otra nueva amenaza – una nueva opción – llamada Docetismo la cual creía que Jesús era un hombre sobre el cual descendió el espíritu de Cristo, pero que, en la crucifixión, Cristo salió de Jesús.[iii] Cristo, para ellos, era un fantasma, y nunca fue realmente parte de Jesús.
Si hubo un momento en donde se necesitaba el testimonio fiel de alguien que realmente conociera a Jesús – alguien que fuera un testigo del Jesús histórico – era este.
De hecho, si ha habido un momento en que el evangelio de Jesucristo ha necesitado ser explicado y clarificado a una cultura abierta a las opciones espirituales y los gustos personales, sería el día de hoy.
Es por eso que aquí nos encontramos con tres cartas de un testigo ocular… un anciano de unos 80 años llamado Juan.
Juan y su hermano mayor, Jacobo, eran judíos que habían crecido y heredado el negocio pesquero de su padre, Zebedeo. Su madre, Salome, era de hecho la hermana menor de María, la madre de Jesús; lo que hacía de Juan y Jacobo, primos del Señor. Ellos fueron uno de los primeros hombres que Jesús llamó para que le siguieran como discípulos.[iv]
Juan habría sido el más joven de los apóstoles y el único en llegar a anciano, viviendo más años que el resto de los apóstoles quienes fueron martirizados.
Antes de escribir estas cartas, Juan ya había escrito uno de los cuatro evangelios de Jesucristo. Por 40 años él había permanecido en silencio, sin escribir ninguna revelación divina. Pero en su vejez, Él escribió estas tres cartas – I, II, y III Juan. Él fue luego exiliado a la isla de Patmos donde escribió el libro de Apocalipsis. Después de su exilio, él volvió a su hogar en Éfeso donde continuó sirviendo su sentencia por el resto de su vida.[v]
¿Podría imaginarse un Nuevo Testamento sin las escrituras del apóstol Juan?
El escribió un evangelio; tres epístolas y un libro de profecía.
- El Evangelio de Juan presenta la vida de Cristo
- Las cartas de Juan proclaman la deidad de Cristo
- El Libro de Apocalipsis profetiza de la gloria de Cristo.
Un autor escribió que el evangelio de Juan nos ayuda a recordar el pasado; las epístolas de Juan nos ayudan enfrentar el presente; y El apocalipsis de Juan revelan el futuro.[vi]
Y escuche esto: ya que Juan recibió un tour personal por el futuro en el cielo en el libro de Apocalipsis; y porque él caminó con Jesús sobre la tierra– el vio a Jesús morir, lo vio resucitado y vivo nuevamente – si alguno calificaba como un testigo de las realidades pasadas presentes y futuras de Jesucristo, ese era este anciano hombre, llamado Juan.
De hecho, este “hijo del trueno,” como Jesús lo apodó años atrás, ni siquiera empieza con una introducción. Él simplemente comienza su defensa de quien es Jesús… y la verdadera identidad de Jesús va a afectar la eternidad de cada uno de nosotros.
Y note que su defensa está basada en esta afirmación que repite una y otra vez: ¡él era un testigo! No puede pasarlo por alto.
Tres Evidencias de un Testigo de Jesús
De hecho, él comienza dando tres evidencias de que es un fiel testigo de los hechos.
Note las primeras palabras de 1 Juan – versículo 1.
Lo que era desde el principio…
Alto. Quizás quiera escribir en el margen de su Biblia las palabras, “de su nacimiento.”
Juan está hablando acerca del principio de la vida de Cristo sobre la tierra – no de la eternidad de su existencia divina. Juan va a hablar de eso en el próximo versículo.
Pero Juan aquí se está refiriendo a aquel evento de suma importancia cuando Dios el Hijo nació, encarnado a través de la virgen María y la concepción del Espíritu Santo.
100% Dios – 100% humano
Su humanidad fue la materialización de la deidad. Y en él habitó toda la plenitud de Dios. (Colosenses 1)
Hubieron momentos a través de su vida cuando uno habría pensado que Jesús no podía ser humano – cuando calmó la tormenta por ejemplo; y hubieron momentos cuando él fue tan vulnerable que uno hubiera pensado que Jesús no era Dios – cuando estaba en la cruz, por ejemplo. Pero él era ambos – El Dios encarnado.
Y Juan efectivamente dice, “Créanme a mi – ¡soy un testigo ocular de lo ocurrido!”
-
Lo escuché con mis propios oídos.
Permítanme contarles acerca de tres cosas de las cuales puedo atestiguar. Primero, versículo 1 continúa diciendo, lo que hemos oído, (esto es, Juan y los otros apóstoles)
En otras palabras, no estoy repitiendo lo que otras personas han dicho que él dijo – yo estuve ahí, y lo escuché con mis propios oídos.
Lo oí enseñar en los montes y en las sinagogas. Yo estuve allí cuando la audiencia asombrada dijo, “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”
Juan puede decir, yo lo escuché de sus labios su tremenda afirmación, “Antes que Abraham fuese, yo soy.” (Juan 8:58)
Escuché a Jesús, cuando parado sobre el bote le dijo al viento y a las olas, “calla, enmudece,” y todo se calmó.
Lo escuché, cuando delante de la tumba gritó, Lázaro, sal fuera… y Lázaro resucitó.”
Yo estuve allí… yo lo escuché con mis propios oídos. Yo puedo declarar como testigo de las palabras de Cristo.
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Lo vi con mis propios ojos.
Segundo, Juan agrega, no solo oímos sus palabras,
hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado…
Dicho de otra forma, Jesús no era un fantasma… un espíritu… una invención de nuestra loca imaginación.[vii]
Vimos al Dios encarnado con nuestros propios ojos.
Juan usa dos verbos distintos para ver y contemplar aquí en esta frase. El segundo verbo traducido, contemplado viene de la palabra theaomai (θεαομαι) de donde obtenemos nuestra palabra teatro. Se refiere a una contemplación cuidadosa, como si estuviera observando detalladamente a los actores sobre el escenario.[viii]
Juan efectivamente dice, “Jesús estaba en el escenario de la historia de la humanidad y nosotros lo contemplamos cuidadosamente actuar su rol como el Dios encarnado.”
El primer verbo en esta frase es aún más interesante. Juan escribe, lo que hemos visto con nuestros ojos…” – el verbo para ver aquí es del griego “orao” (οραω). Esto significa “ver con entendimiento.”[ix]
Juan usó esta palabra en su propio testimonio – cuando su fe fue afirmada, y los ojos de su entendimiento fueron abiertos por Dios al ver la tumba vacía.
Cuando a él y a los otros apóstoles les dijeron que el cuerpo de Jesús ya no estaba en la tumba, Juan y Pedro corrieron para verlo con sus propios ojos. Juan llegó primero y miró adentro y vio los lienzos – él los vio. La palabra griega es “blepo” (βλεπω) el cual es el verbo común para describir una observación casual.
Luego el texto registra que Pedro llegó, entró en la tumba y vio los lienzos. Juan usa un verbo diferente para “ver.” Este verbo es “teoreo” (θεορεω) que significa examinar… analizar. “Teoreo” nos da nuestra palabra para teorizar. En otras palabras, Pedro, se paró dentro de la tumba y observó estos lienzos tratando de entender que había pasado.
Los lienzos no estaban desenvueltos… tampoco estaban rotos. El cuerpo había desaparecido de adentro. En ese momento, Juan escribe en su evangelio que él se acercó para inspeccionar los lienzos de cerca y vio – un verbo distinto… el vio y entendió.
Es el verbo para ver y entender lo que uno está observando. Juan junta todas las piezas del rompecabezas y finalmente entiende… Jesucristo había resucitado. Juan vio… con entendimiento… y creyó.
Este es el verbo que Juan usa en 1 Juan capítulo 1 – lo que hemos visto… esto es, lo hemos observado y lo hemos mirado y lo hemos estudiado, y lo hemos visto con entendimiento de quien era.
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Lo toqué con mis propias manos.
En tercer lugar, al final del versículo 1, él dice que no solo habían oído a Jesús… no solo lo habían visto con sus propios ojos. Note, que Juan dice,
y palparon nuestras manos…
¿Estas seguro que no estabas alucinando, Juan? Oh no… lo palpamos. De hecho, para agregar énfasis en esta evidencia en particular, Juan cambia el tiempo verbal para hablar de un evento particular en la historia.[x]
Claramente, fue en ese cuarto donde los discípulos se habían encerrado por miedo a los líderes judíos. Jesús de repente pasó a través de la puerta que estaba cerrada y dijo, “paz a vosotros.”
El Señor resucitado se para en medio de ellos y sus primeras palabras son “paz a vosotros.” En otras palabras, “todo está perdonado y olvidado” ¿Como podía ser? la frase que sigue en Juan 20:29 provee la base para este perdón y gracia incomparables. Jesús les mostró sus manos y su costado.
Ellos habrían tocado sus cicatrices… el verbo que Juan usa en 1 Juan es el verbo “palpar” … tocar con sus manos y dedos las marcas que Jesús escogió retener en su cuerpo glorificado como recuerdos eternos de su sacrificio expiatorio.
Juan dice, “no solo lo vi y lo escuché, sino que, en aquel momento, lo toqué con mis propias manos.”
Juan responde a los Docetas y a los Gnósticos en una sola frase… Jesús no era un fantasma o una visión o un espíritu sin cuerpo. Él es real. Dios tiene un cuerpo; un cuerpo glorificado, tangible, resucitado y eterno.
Juan, tú que eres testigo ocular de los eventos. Por favor, cuéntanos… exactamente ¿quién es Jesús?
Juan termina el versículo 1 escribiendo, “oh, ¡él es el Verbo de Vida! Literalmente, el logos de vida.
Para el mundo griego, la palabra logos, que significa palabra o verbo, también implicaba significado, razón y propósito.[xi]
Juan dice, “Dios el hijo es el logos de vida – él es el significado de la vida… el propósito… la explicación de la vida.”
Rechácenlo, ignórenlo, háganlo a un lado y estarán rechazando el significado, el propósito, y la explicación de la vida.
El evolucionista Carl Sagan dijo, “nuestro planeta es una mancha en la enorme oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta inmensidad, no hay ningún indicio de que alguna ayuda vendrá de algún lado a salvarnos de nosotros mismos.”[xii]
Juan estaría en completo desacuerdo. Él dice: “El verbo de vida ha venido… la respuesta de parte de Dios ha llegado.”
Y Él vino para buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10).
Dos Afirmaciones de un Testimonio Fiel
Ahora en el versículo 2, Juan provee dos afirmaciones acerca del Verbo de Vida. Note primeramente que Juan escribe que – La vida [Jesús] fue manifestada.
Dicho de otra forma, “la vida apareció.”[xiii]
En otras palabras, la vida se hizo visible y tangible. Él apareció en la historia de la humanidad. A todo esto, esta es la misma palabra que se usa para la segunda venida de Cristo en el capítulo 2.
Jesucristo entró a la historia de la humanidad en su primera venida y él nuevamente va a aparecer en la historia de la humanidad en su segunda venida. Y esa será literal también… física, tangible y real. Seremos capaces de palparlo y abrazarlo y caer delante de sus pies.
Así que la primera afirmación en el versículo 2 es que Dios se encarnó cuando Él hizo su primera aparición.
En segundo lugar, otra afirmación sorprendente es que Jesucristo es Dios al igual que Dios el Padre.
Note más adelante en el versículo 2.
Él [hablando de Jesús, el verbo de vida] es la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó.
La cual estaba con el Padre. Estaba: este verbo se refiere a la continua existencia pasada del verbo de vida.
La cual estaba con el Padre: la preposición “con” describe una relación “cara a cara” que existía en el misterio eterno de la deidad.
En otras palabras, Jesús, el pre-encarnado hijo de Dios, existía en la eternidad pasada en estrecha comunión con Dios el Padre.[xiv]
Esa es la razón por la que Jesús pudo afirmar haber existido antes de ser encarnado – es la razón por la que pudo decir, “YO SOY.” Es por lo cual Juan puede emocionarse en el versículo 2 y decirnos que él está realmente atestiguando y proclamando que Jesucristo no es solo el verbo de Vida, sino que el verbo de vida eterna.
¿Qué hace usted cuando escucha algunas buenas noticias? Probablemente agarra su teléfono… o se mete a Facebook… o manda un mensaje de texto o un correo electrónico. O va a la oficina de unos de sus amigos, o va a visitar a alguien para contarle todos los detalles.
Uno simplemente no puede quedarse callado y guardarse las buenas noticias.
Y Juan dice; “Esto es lo que oímos… esto es lo que palpamos… esto es lo que vimos. Lo que se dice es verdad – Jesús es un hombre de carne y hueso. Él está vivo y él es el Dios eterno.”
A todo esto, la palabra para testificar aquí en el versículo 2 es una palabra que se refiere a atestiguar en un tribunal; la palabra para anunciar da la idea de comisionar, delegar, o entregar.[xv]
Cuando encontramos estas dos palabras juntas enfatizan que este testimonio es serio y confiable.[xvi]
¿Ahora que diferencia hace que esto sea verdad? ¿Hay algún beneficio, algún cambio transformador, gracias a que este testimonio sea verdad?
Tres Resultados de este Testimonio
Juan diría, “absolutamente… de hecho hay tres de ellos” Tres palabras:
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Relación
Note el versículo 3 nuevamente –
lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros.
La palabra “comunión” viene del griego koinonia (κοινωνια) que se refiere a una unión cercana o un compañerismo. Es un espíritu fraternal y un corazón afectuoso.
No porque compartimos el mismo idioma – o la misma nacionalidad – o color de piel o que compartamos los mismos estándares de vida o educación… tenemos koinonia porque compartimos la misma vida en Jesucristo.
Esta es la razón por la que usted puede conocer a un hombre o una mujer, un joven o un anciano y no saber nada de ellos aparte de que pertenecen a Jesucristo e inmediatamente hay confraternidad. Comunión inmediata… un vínculo cercano por nuestra comunión en el evangelio de nuestro Dios encarnado, Jesucristo.
Como verá, ya que pertenecemos a Cristo, todos nos pertenecemos unos a otros.[xvii]
Pero hay otro resultado aquí… no solo hay relación
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Reconciliación
Note el versículo 3 nuevamente,
y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
Hay una comunión horizontal unos con otros y hay una comunión vertical con Dios. Somos reconciliados con Dios a través de Jesucristo – ya no estamos en conflicto, sino en comunión con El.
Pablo escribió a los Corintios,
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5:18).
En otras palabras, ahora tenemos el mismo ministerio de Cristo – tenemos el ministerio de acercar a las personas a Dios para que puedan reconciliarse.
Esta es la gran pasión de Juan… reconciliar personas unas con otras y reconciliar personas con Dios.
No es de asombrarse que después de aquello, el apóstol Juan agrega un resultado, otro beneficio más de la realidad de su testimonio.
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Regocijo
Note el versículo 4.
Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
Algunas versiones lo traducen como “para que nuestro gozo sea cumplido. Cualquiera de los dos funciona – porque su gozo era el gozo de Juan, y el gozo de Juan era su gozo.
El evangelio trae gozo.
A todo esto, Juan aquí usa una palabra en un perfecto pasivo subjuntivo perifrástico… Ahora, ¿qué significa todo eso? Y más importante aún, ¿qué importa saberlo?
Bueno, he escuchado pastores predicar, basados en este texto, que nuestro gozo debe estar creciendo y rebosando constantemente. Creciendo más y más con mayor profundidad y pasión y emoción cada día. De hecho, si no tiene más gozo en Jesús hoy de lo que tenía ayer, probablemente no sea salvo.
Pero eso no es lo que Juan está diciendo aquí. Al entender la gramática, vemos que este verbo nos indica que este gozo se puede experimentar ahora “en parte”, pero que será “completo” en el futuro.
Podemos probar este gozo ahora… en nuestra relación… en reconciliación… en nuestro espíritu rejuvenecido por medio del evangelio. Pero esa es solo una pequeña prueba… solo un sorbo. Y cuán sabroso y maravilloso que es este gozo, ¿no es así?
Pero, ¿no desearía aún más de este gozo? ¿no quiere disfrutarlo más completamente… mas consistentemente?
¡Obvio que sí! Sin embargo, en nuestro estado pecaminoso, nuestras emociones cambian y flaquean; nuestro espíritu se eleva y luego decae; nuestros sentimientos suben y bajan.
Oh, pero que hermoso es este anticipo que a veces experimentamos del gozo de nuestra salvación… el gozo del Señor. Y queremos más aún.
Y lo tendremos por completo un día.
Lo que hoy experimentamos en parte, un día será perfecto y completo y nunca va a terminar. En esa gloria eterna en el futuro – esas pequeñas gotas de gozo que disfrutamos aquí en la tierra se convertirán en las cascadas del Niagara; las migas de gozo se convertirán en un banquete interminable de gozo perfecto y completo.
Mientras tanto, si usted quiere conocer y experimentar ese gozo ahora – usted puede probarlo cuando disfruta de la comunión con los otros. Usted puede tener un sorbo de este gozo cuando camina en comunión con Dios el Padre y Jesucristo, quien es nuestra vida y nuestro eterno Señor.
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[i] American Bible Society, “The State of the Bible, 2012”; citation:ChristianityToday/preachingtoday.com/5/21/2012
[ii] Alex Webb, “Looking for the Historical Jesus,” (BBC News Online, 3/26/2001)
[iii] Joel Beeke, The Epistles of John (Evangelical Press, 2006), p. 14
[iv] Ibid, p. 12
[v] Bruce B. Barton, Life Application Bible: 1, 2, & 3 John (Tyndale, 1998), p. 4
[vi] Roy L. Laurin, First John: Life At Its Best (Kregel Publications, 1987), p. 12
[vii] Sam Gordon, Living in the Light: 1, 2, 3 John (Ambassador, 2001), p. 25
[viii] Adapted from Herschel H. Hobbs, The Epistles of John (Thomas Nelson, 1983), p. 23
[ix] Fritz Rienecker/Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1980), p. 784
[x] Hobbs, p. 22
[xi] Earl F. Palmer, Mastering the New Testament: 1, 2, 3 John and Revelation (Word, 1982), p. 23
[xii] John MacArthur, The Battle For The Beginning (Word Publishing Group), 2001, p. 14
[xiii] Gordon, p. 26
[xiv] Hiebert, p. 44
[xv] James Montgomery Boice, The Epistles of John (Baker, 1979), p. 25
[xvi] Rienecker/Rogers, p. 784
[xvii] Gordon, p. 31