Introducción
Un pastor escribió acerca de la pecaminosa naturaleza humana y la necesidad de confesión en una chistosa anécdota familiar. Para ese entonces, su hija Laura tenía 4 años y su hija Mallory tenía 2 y medio.
Él escribe, “varios años atrás, compramos nuestro primer mueble caro. Era un sillón rosa – pero por el dinero que pagamos por él – era un sillón malva. El hombre en la tienda de sillones nos dijo todo lo que necesitábamos saber para cuidar del sillón, y lo llevamos a casa. Ya que teníamos niños pequeños para ese entonces, el número de reglas en nuestra casa desde aquel día se multiplicó, “No te sientes sobre el sillón malva. No jueguen cerca del sillón malva. En todo sillón de la casa podrán sentarse; mas en el sillón malva no se sentarán; porque el día en que se sienten en él, ciertamente morirán.”
Pero un día llegó la tentación – vi que había aparecido una mancha sobre el sillón malva – una mancha roja – una mancha de mermelada. Mi esposa llamó al hombre de la fábrica de sillones y le contó las malas noticias. Así que ella juntó las niñas en la sala de estar para que miraran la mancha sobre el sillón. Ella dijo, “niñas, ¿ven eso? Es una mancha. Esa es una mancha roja. Esa es una mancha de mermelada roja. Y el hombre de la fábrica dijo que no va a salir por toda una eternidad. ¿Saben cuánto dura una eternidad, niñas? Una eternidad es el tiempo que nos vamos a sentar aquí hasta que una de ustedes me diga quien manchó el sofá con la mermelada roja.”
Por un largo tiempo se sentaron allí hasta que finalmente, la pequeña de 2 años y medio dijo, “fue Laura.” Laura dijo, “yo no fui.” Luego hubo silencio por un largo tiempo. Y yo sabía que ninguna de ellas iba a confesar haber manchado el sillón, porque nunca habían visto a su madre tan enojada en sus vidas.
Este pastor escribe, también sabía que no iban a confesar porque, de hecho, yo era el que había manchado el sillón… y no iba a decir nada… ni una sola palabra.[i]
La verdad es que todos hemos manchado el sillón … en algún momento… de alguna forma. Nuestros corazones se manchan a diario… nuestras manos se manchan seguido…. Nuestras conciencias se manchan repetidamente. Manchas rojas, como el carmesí, escribió el profeta Isaías.
Pero a diferencia de esta madre enojada, Dios ya lo sabe todo. Él sabe quién hizo que… cuando… y donde.
De hecho, Juan abre una discusión acerca del pecado en la vida del cristiano y que hacemos acerca del pecado, primeramente, recordándonos que Dios es capaz de exponernos por completo.
Cómo Lidiar con el Pecado
Estamos de vuelta en 1 Juan capítulo 1 – ahora en el versículo 5 – donde Juan escribe, “
Éste es el mensaje que hemos oído de él – Jesucristo – y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
Dios es luz… una referencia a su santidad, su perfección, su gloria – incluso su persona. Juan agrega para enfatizar – y en él no hay tinieblas. En Dios no hay esquinas oscuras o inconsistencias morales.[ii]
No hay nada malvado, o sombrío, o engañoso… ni siquiera hay la menor sombra de cambio moral o ético en él (Santiago 1:17).
Él es el Dios de luz… y la luz expone todas las cosas – lo que significa que él es capaz de exponer todas las manchas en el sillón de nuestros corazones y vidas.
Así que la pregunta es, ¿qué va a hacer con esas manchas? – no solo las antiguas, sino que también las nuevas.
Para ayudar al creyente a responder esta pregunta, Juan, el anciano y experimentado apóstol nos presenta 5 escenarios diferentes, todos empezando con la pequeña palabra “si” en los versículos 6-10.
Cada uno de estos cinco escenarios van a advertir, animar, amonestar, e inspirar al cristiano, a caminar correctamente con el Dios de santa perfección y gloriosa luz.
He puesto estos cinco escenarios en la forma de cinco instrucciones.
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Sea honesto
La primera instrucción, a partir del versículo 6, simplemente es, “sea honesto.” Dice así.
Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad.
Algunos dirían que Juan no está hablando acerca de creyentes aquí porque, según ellos, no es posible que un cristiano pueda andar en tinieblas, o mentir, o no practicar la verdad. Me gustaría hablar con las esposas de estas personas – o sus hijos – o sus padres.
Note que Juan está escribiendo a creyentes – él usa a través de este párrafo las palabras “nosotros y nuestros” por una buena razón.
Juan no está definiendo justificación, él está definiendo santificación. Él no está diciéndole al creyente como experimentar salvación a través de la fe; él está diciéndole al creyente como experimentar comunión, a través de su caminar con Dios.
Es posible perder la comunión… no la salvación. Tal como mis hijos me desobedecen. Cuando soy consciente en ese momento de su desobediencia, lo último que estamos disfrutando es comunión y compañerismo… pero siguen siendo mis hijos.
Y si no lo sabe aún, aprenderá muy pronto que los hijos de Dios tienen problemas con el pecado también.[iii]
Lea el testimonio personal del Apóstol Pablo. Él habla acerca del poder del pecado en su vida y la batalla que había en él (Romanos 7).
La palabra que Juan usa para andar aquí – andar en tinieblas – se refiere a la conducta moral. Y el tiempo verbal indica que se está convirtiendo en una forma habitual de pensar y actuar a través del día a día.
Lo que él está diciendo es, “No piense que mientras permite que el mundo lo meta en su molde, usted puede seguir avanzando en su relación con Dios.
Si ese es el caso – note, él escribe firmemente en el versículo 6 – mentimos. El escribe aquí, no practicamos la verdad. Habían falsos maestros que estaban diciéndole a los creyentes de primer siglo que, ya que su cuerpo era pecaminoso, no importaba que hicieran con él.
Juan les diría, eso es mentira. Lo que uno hace con su cuerpo tiene un impacto directo en la comunión de su espíritu con Dios. Así que seamos honestos… asegurémonos de que lo que estamos diciendo es realmente lo que estamos haciendo.
Sea honesto (versículo 6), y ahora permanezca cerca de Cristo (versículo 7). Este es el segundo escenario.
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Permanezca cerca de Cristo
Note,
Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Un autor escribió, “Caminar en la luz es la labor consciente de vivir una vida en conformidad a la revelación de Dios quien es luz.”[iv]
Juan anima al creyente, considerando dos pensamientos que un creyente estaría tentado a creer.
Uno: que una vida transparente arruinaría su comunión con otros creyentes. Juan dice, “la verdad es que todo lo opuesto”. Una confesión abierta y honesta mientras expone su vida a la luz de Jesucristo realmente forma el fundamento para una comunión genuina y gozosa con otros creyentes. La honestidad es la base para la armonía.
El segundo pensamiento que el creyente puede estar tentado a pensar es que, si camina muy cerca con el Señor exponiendo su corazón y vida a la luz de la perfección y santidad de Cristo, siempre habría algo que arruinaría su comunión con él.
Otra vez, la verdad es que es todo lo puesto. No hay nada que Jesús pueda encontrar acerca de usted que él no pueda limpiar y perdonar.
Seamos honestos… y permanezcamos cerca de Cristo.
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Sea sincero
Aquí está la tercera instrucción: “sea sincero.”
Versículo 8. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
Esta frase – que no tenemos pecado – se refiere a negar nuestra culpabilidad personal.[v]
Es como alguien que dice, “la verdad es que mi pecado no era tan malo. Es un pecadito. No es la gran cosa.”
Los falsos maestros gnósticos en los días de Juan estaban enseñando esto. Según ellos, no había necesidad de sentir culpa por lo que hiciera. Ellos dirían, El pecado no es tan malo y no hay necesidad de sentirse culpable acerca de lo que siente o hace… si quiere disfrutar la vida, lo que tiene que hacer es quitarse de la cabeza ese concepto de culpabilidad.
No es muy distinto al mundo en que vivimos hoy. Un artículo en una revista decía, “el primer paso que debemos tomar es dejar de culparnos a nosotros mismos, porque su comportamiento no es su culpa; rehúse aceptar la culpa – acumular culpa sobre usted solo agrega estrés, baja autoestima, preocupación, depresión, sentimientos de incompetencia y dependencia de otros. Haga a un lado sus sentimientos de culpabilidad.”[vi]
Escuche, si empieza a pensar de esa forma, está en problemas. Empiece a pensar así y ya no va a estar pensando la verdad – Juan escribe aquí, la verdad no está en nosotros. Básicamente, la verdad no está operativa en nuestras vidas.
Lo que realmente está pasando, él escribe aquí en el versículo 8, es el simple hecho de que este tipo de pensamiento guía al auto engaño – nos engañamos a nosotros mismos.
Pero en el texto encontramos una cuarta instrucción – y si la seguimos, esta puede arreglar todo lo demás.
Seamos honestos, permanezcamos cerca de Cristo, seamos sinceros y ahora, en cuarto lugar, admitamos todo.
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Admita todo
Veamos el versículo 9. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
La palabra que Juan usa aquí para confesar es un verbo que significa consentir con otro… decir lo mismo acerca de algo – y en este contexto, significa decir lo mismo que Dios dice acerca de nuestros pecados. Es realmente tomar el lado de Dios en contra de usted mismo.[vii]
Permítame darle una definición Bíblica y concisa de confesión; es admitir que hemos desobedecido a Dios, y luego es estar de acuerdo con Él de que no tenemos excusa.
Confesar el pecado a Dios, por supuesto, se está convirtiendo en una cosa del pasado simplemente porque últimamente se está redefiniendo el pecado.
Un autor escribió, “lo que solíamos llamar pecado ahora es una variedad de enfermedades y discapacidades. Todo tipo de inmoralidad y conductas pecaminosas ahora son identificadas como síntomas de algún desorden mental. La cultura moderna ha creado un nuevo evangelio – el hombre no es un pecador, es una víctima.”
Un ejemplo de esto es el hombre que recibió un disparo y quedó paralizado mientras estaba robando en Nueva York. El recibió un disparo de parte del dueño de la tienda, pero el abogado convenció exitosamente al jurado de que el hombre era primero que nada una víctima de la sociedad, llevado al crimen por desventajas económicas. El abogado además alegó que su cliente era una víctima de la insensibilidad del dueño de la tienda que le disparó; por lo tanto, él ahora merecía una remuneración. El jurado estuvo de acuerdo en que el dueño del almacén tenía que pagarle a la víctima una enorme indemnización. Varios meses más tarde, este mismo ladrón, ahora nadando en billetes y en una silla de ruedas fue arrestado mientras cometía otro robo a mano armada.
Hoy en día, alguien se mete en problemas y lo derivan a terapia de rehabilitación… culpan su cultura, su educación, o su desempleo o algún tipo de desorden de personalidad.
¿Por qué? Porque decir, “estoy enfermo es mucho más fácil que decir, pequé.”
El presidente de una gran corporación que estaba a punto de salir de su cargo le ofreció ayuda a la persona que iba a reemplazarlo. Él le dijo que le había dejado tres sobres en el primer cajón de su escritorio. Cuando el cometiera un gran error, él solo tenía que abrir el sobre #1 y seguir las direcciones.
Por varios meses todo fue excelente; pero luego, este hombre cometió su primer gran error. Fue un error costoso e innegable. El recordó los sobres que tenía en el cajón y abrió el sobre marcado con el número 1. El breve mensaje simplemente contenía tres palabras, “cúlpame a mí.” Así que lo hizo. El culpó al expresidente de la compañía por el problema, diciendo que había heredado el problema y no había nada que él pudo hacer al respecto. Todos le creyeron y las cosas volvieron a la normalidad. Casi un año más tarde, el cometió su segundo gran error. El abrió el sobre #2 y este decía, “culpa al consejo de directores.” Así que lo hizo…y otra vez, funcionó. Meses después, este presidente cometió otro gran error, así que abrió el tercer sobre y este simplemente decía, “prepara tres sobres.”
Eventualmente, todos nos quedamos sin personas a quienes culpar. Y francamente, eso es parte de las buenas noticias de este pasaje. Juan está dándonos buenas noticias… Dios no perdona victimas con excusas; el perdona a pecadores que admiten que no tienen ninguna excusa.
Este es arrepentimiento genuino… es confesión honesta… es una admisión abierta de los errores cometidos.
Quizás haya notado que Juan paso de usar la palabra pecado en singular en el versículo 7, a usar la palabra pecados en plural, en el versículo 9.
Esto es porque el versículo 7 está refiriéndose a nuestro estado – o sea, nosotros somos limpios de pecado gracias a la cruz de Cristo. Dios limpió nuestro pecado. Por el otro lado, el versículo 9 está hablando acerca de pecados específicos que necesitan ser confesados.
En el Nuevo Testamento, Jesús le enseño el mismo concepto a sus discípulos en el aposento alto cuando agarró una toalla y les empezó a lavar sus pies sucios. Cuando Jesús llegó a Pedro, él le dijo, “Señor, tu no vas a servirme, ni lavarme los pies, es muy humillante” y Jesús le dijo, “si no te lavo los pies, no tendrás parte conmigo.” Así que Pedro le respondió “entonces no solo mis pies, sino lávame por completo.”
Me encanta Pedro
Y el Señor le dijo, “el que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues esta todo limpio” (Juan 13).
En otras palabras, Jesús estaba diciéndoles que ya habían recibido el baño completo, ya habían sido limpiados de todo pecado por su fe en Él. Jesucristo ya ha pagado por nuestro pecado – por quienes somos – hemos sido limpiados por la ofrenda de Cristo una vez por todas.
El lavar los pies, fue una metáfora usada para representar la limpieza diaria en la vida de los creyentes porque aún pecamos. Todavía no hemos sido liberados de la presencia o incluso la práctica del pecado. De hecho, entre más uno crece en su relación con Dios, más consciente es uno de sus pensamientos y acciones pecaminosas. Pero uno no necesita ser justificado otra vez por su pecado – no necesita ser salvo otra vez – solo necesita lavar sus pies.[viii]
Es este tipo específico de limpieza al que Juan se refiere aquí en 1 Juan 1:9. Juan alude a la obra de Cristo en la cruz. Note esta promesa, si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo…”
Que Dios es fiel, aquí se refiere a que Él va a guardar su palabra. Él no va a retractarse. Él va a perdonarnos. Que Dios sea justo, aquí se refiere a que Él nunca va a demandar un segundo pago por nuestros pecados.[ix]
Jesús realmente pagó por todo.
¿Y quién es el que encuentra perdón y limpieza diaria? Aquel que admite todo y acepta la culpa y llama al pecado por su nombre.
Permítame mostrarle un escenario más. La instrucción es simplemente, ¡póngase a cuentas!
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Póngase a cuentas
Note el versículo 10. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Querido oyente, las predicaciones más populares en toda generación son las predicaciones y las enseñanzas que minimizan la pecaminosidad del hombre y exageran la tolerancia de Dios.
Esto lo representó muy bien un autor que escribió una oración de forma irónica. Dice así, “Padre benevolente – ocasionalmente hemos tenido un par de pequeñas equivocaciones, hemos tomado algunas decisiones desafortunadas debido a circunstancias que estaban fuera de nuestro control; hemos a veces fallado en actuar según nuestros buenos intereses y en ser fieles a nosotros mismos; pero considerando las circunstancias, hemos hecho lo mejor que podíamos. Estamos felices de contarte que hemos estado haciendo las cosas bien, quizá aún un poco mejor de lo regular. Sigue siendo dulce, comprensivo, y bueno con nosotros, que admitimos que no somos perfectos. Te pedimos todas estas cosas según la tolerancia infinita que tenemos el derecho de esperar de tu parte… Amen.”[x]
Hay varias personas que se dirigen a Dios de esa manera – aun cristianos. Al orar de esa manera, está mostrando que ya está redefiniendo su pecado, y ya está minimizando su depravación.
Un autor analizó esta peligrosa progresión que puede tomar lugar en nuestras vidas y los resumió en estos términos:
- Comienza con negación de la culpa personal… no soy yo, son mis presiones y circunstancias
- Luego avanza a una minimización del pecado… realmente no me afecta – no es tan malo
- Luego pasa a una normalización… bueno, todos lo hacen, es normal.
- Luego racionalización… la verdad es que tiene sentido, ¿porque no hacerlo?
- Sigue la justificación del pecado… creo que es lo correcto, es bueno, es lo mejor para mí.
- Finalmente, celebración… ¡hey! Esto sí que es vida. Me encanta.
En esta situación, este anciano apóstol de 80 años nos agarraría y nos diría, “ponte a cuentas con Dios. ¿A quién crees que estas engañando? ¡Dios sabe de dónde vino esa mancha!”
Conclusión
El autor Richard Hoefler, escribió acerca de Jimmy – un niño – que junto con su hermana mayor fueron a pasar un par de días con sus abuelos.
Mientras estaban allí, los abuelos le regalaron a Jimmy su primera honda. No sé en qué estaban pensando estos abuelos… porque no darle unos fósforos y gasolina también ya que estaban. Le dijeron a Jimmy que fuera a jugar con su honda al bosquecito de detrás de la casa. Él se divirtió un montón apuntando con su honda y dejando que las pequeñas piedras volaran por el aire – nunca pudiéndole pegar a lo que apuntaba.
Mientras volvía a casa para la cena, Jimmy pasó por el patio y vio el pato que su abuela tenia de mascota. Él apuntó con su honda y la piedra voló por los aires. Para su sorpresa, la piedra le pegó al pato en la cabeza y lo mató instantáneamente. El niño entró en pánico, por su puesto. En desesperación, agarró al pato muerto y lo escondió detrás de pila de troncos.
Mientras que se daba la vuelta y corría a la casa, vio a su hermana, Ashley, parada en la esquina del garaje. Ella lo había visto todo. Entraron juntos a la casa, pero ella nunca dijo una sola palabra.
Después de la cena, la abuela caminó a la cocina y dijo, “Ok Ashley, vamos a ordenar y limpiar los platos.” Ashley gritó desde el comedor, “Abuela, Jimmy dijo que quería ayudarte en la cocina hoy, ¿cierto Jimmy? y le susurró al oído, “recuerda el pato.” Así que Jimmy lavó los platos.
Más tarde el abuelo llamó a los chicos para que lo acompañaran a pescar. La abuela dijo, “Ashley no puede ir, necesito que me ayude con la cena.” Ashley sonrió y dijo, “la verdad es que Jimmy me dijo que quería ayudar con la cena esta tarde, ¿cierto Jimmy? Y le susurró, “recuerda el pato.” Esto siguió de la misma manera por varios días. Jimmy terminó haciendo las tareas de ambos, las suyas y las de su hermana.
Finalmente, no pudo soportar más la culpa y el chantaje de su hermana, así que fue a hablar con su abuela y le confesó todo. Para su enorme sorpresa, su abuela lo tomo en brazos y le dijo, “ya lo se… estaba mirando a través de la ventana de la cocina y lo vi todo. Y porque te amo, estaba lista para perdonarte varios días atrás… y nunca más habría mencionado algo acerca del pato.”[xi]
El ladrón de nuestro gozo y el enemigo de nuestra alma y conciencia persiste en susurrar… “nunca olvides ese momento cuando pecaste. Recuerda el pato”
Sin embargo, Jesucristo dice, “caminen conmigo en la luz…
- Sean honestos acerca de su pecado.
- Permanezcan cerca mío.
- Sean sinceros acerca de su comunión conmigo.
- Admitan todo cuando pecan.
- Pónganse a cuentas conmigo para que no desperdicien su vida jugando con el pecado.
Y lo más maravilloso de todo… es que cuando ya está limpio… pero sus pies se han ensuciado, Dios está listo para lavar sus pies en santificación… y limpiar su conciencia y enderezar sus pasos en su camino.
Y si aún no ha tomado su baño de salvación, Dios también está listo, esperando que usted admita todo y ponga su fe en Cristo.
Él tiene una forma de lavar esas manchas… nadie más puede hacerlo… pero Él puede lavarlas y limpiarlas para siempre.
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[i] Citation: www.preachingtoday.com/illustrations/2004/september/15543.html
[ii] Joel Beeke, The Epistles of John (Evangelical Press, 2006), p. 36
[iii] Roy Laurin, First John: Life at its Best (Kregel, 1987), p. 34
[iv] Fritz Rienecker/Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 785
[v] Herschel H. Hobbs, The Epistles of John (Thomas Nelson, 1983), p. 35
[vi] John MacArthur, The Vanishing Conscience (Word Publishing, 1994), p. 21
[vii] Sam Gordon, Living in the Light: 1, 2, 3 John (Ambassador, 2001), p. 46
[viii] Adapted from John MacArthur, 1-3 John (Moody Publishers, 2007), p. 36
[ix] Gordon, p. 48
[x] David Head, He Sent Leanness (Macmillan, 1959), p. 19
[xi] Richard Carl Hoefler, Will Daylight Come (C.S.S. Publishing, 1979), p. 25