Introducción
Era el 15 de febrero de 1953. Mientras el sol caía sobre la costa de Florida, más de 100 autos de carreras rugían alrededor de la pista de Daytona. La leyenda del NASCAR, Fonty Flock lideraba la carrera por un minuto de distancia sobre Dick Rathmann, quien iba en segundo lugar. Era la última vuelta, y parecía que no había forma de que Flock pudiera perder.
Allí fue cuando motor del auto de Flock empezó a hacer un ruido. En la mitad de la última vuelta, su auto de carreras dejó de acelerar, y Flock tuvo que sacar su auto de la pista mientras quedaba completamente parado. Su minuto de ventaja se desvaneció mientras los espectadores boquiabiertos miraban desconcertados. Fonty Flock se había quedado sin gasolina.[i]
Esa historia capturó mi atención y me motivó a hacer una pequeña investigación así que busque en internet la palabra NASCAR – y tengo que admitirlo, esa fue la primera vez – el deporte nunca me había llamado mucho la atención, pero aparentemente es bastante grande.
De hecho, uno de los hombres en nuestra iglesia es certificado y entrenado para poder dar breves lecciones de manejo, y llevar a personas a manejar un auto de carreras en una de las pistas más importantes del país.
Él se me acercó unos meses atrás y me dijo, “Stephen, cuando quieras ir a una pista de carreras y manejar a unos 160 kph, avísame.”
Yo le dije, “hago eso todos los días de camino al trabajo.” Es broma.
En fin, hice mi pequeña investigación de NASCAR y encontré que, en las grandes competiciones, no es tan raro que los conductores se queden sin gasolina.
Leí un par de historias fascinantes donde corredores profesionales perdieron carreras importantes porque se quedaron sin gasolina en las últimas vueltas. Algo así paso solo un par de años atrás en una competencia televisada; otro conductor del que leí se quedó sin gasolina en la recta final, pero logró llegar a la línea de meta en punto muerto y ganar.
Y la razón por la que se quedó sin gasolina es simple – su esposa no estaba ahí para recordarle…
La verdad es que el equipo de carreras hace lo que se llama “apostar con gasolina.” En otras palabras, tratan de mantener al auto andando lo máximo posible sin parar a recargar el estanque.
Aunque las paradas de boxes tardan, como aprendí, no más de 10-12 segundos; antes de empezar cualquier carrera profesional, todo equipo tiene planeado lo que se llama su “estrategia de boxes.” Tienen ya decididos cuantas paradas van a tomar y cuando, y cuánto van a apostar con la gasolina y las ruedas.
Durante esos preciados segundos en los boxes, un grupo de expertos cambian las ruedas, hacen pequeños arreglos, y rellenan el estanque de gasolina.
Uno no puede ganar una carrera a menos que haga ciertas paradas estratégicas.
Eso es verdad para el cristiano también.
El apóstol Juan no quiere que sus hijitos espirituales queden andando con el estanque vacío… y aquí no estamos hablando de conocimiento bíblico, sino de ánimo.
Como descubriremos el día de hoy, Juan no quiere que ninguno de nosotros apueste nada; no quiere que arriesguemos otra vuelta en la vida sin el ánimo espiritual necesario para la carrera.
Si lee las epístolas del Nuevo Testamento como las cartas de Juan, Pablo, Pedro y Santiago, descubrirá que un tema recurrente es:
- Ánimo en la carrera de la vida (1 Corintios 9:24)
- Ánimo para pelear la batalla (1 Timoteo 1:18)
- Animo para permanecer en el camino (2 Timoteo 4:7)
El apóstol Juan esta efectivamente llamándonos a hacer una parada en los boxes. Él quiere sacarnos a un lado de la pista para rellenar nuestro estanque de ánimo.
Especialmente, dado al tono firme con él que ha escrito, y las fuertes advertencias que acaba de entregar, Juan no va a hacer más que buscar animarnos, inspirarnos e incluso llenarnos de optimismo espiritual a todos nosotros.
Él quiere que estemos llenos de ánimo y ardiendo apasionadamente para Cristo.
Hemos llegado al capítulo 2, versículos 12-14 de 1 Juan. Y notará que Juan parece pausar de dar desafíos y demandar cambios, y ahora pasa a enumerar bendiciones y verdades positivas.
Notará también que Juan anima a todos los cristianos en la carrera – no solo a los experimentados – a los maduros espiritualmente; sino que también a los principiantes, a los nuevos creyentes – y también a todos los demás entre medio.
Quizás quiera subrayar con un lápiz las palabras hijitos en el versículo 12, padres en el versículo 13; jóvenes nuevamente en el versículo 13; y al final del versículo 13, nuevamente la palabra hijitos.
Seis Verdades Reconfortantes
Estos versículos contienen nada más y nada menos que una afirmación de ánimo tras otra; seis de ellas en total. Me gustaría llamarlas seis verdades reconfortantes.
Y quisiera dividir nuestra exposición de este párrafo en función de estas seis verdades reconfortantes.
- La primera verdad reconfortante es que: nuestros pecados han sido perdonados.
Note el versículo 12. Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados…
El término, hijitos realmente incluye a todos en la familia de Dios. Significa simplemente “nacidos.” [ii]
No es necesariamente una referencia a los cristianos recién nacidos espiritualmente, sino que a los cristianos de todas las edades.
Generalmente las escrituras nos llama hijos de Dios.
De hecho, el apóstol Juan usa esta misma palabra en su evangelio cuando escribe, mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12)
Aquí en el versículo 12, Juan está refiriéndose a todo hijo de Dios – de todas las edades y en toda etapa de madurez espiritual.
Y él quiere recordarle a todo cristiano algo increíblemente reconfortante y alentador – todos nuestros pecados han sido perdonados por la obra expiatoria de Jesucristo en la cruz, en quien hemos puesto nuestra fe.
Somos hijos de Dios, no porque nos hemos ganado un lugar en la familia de Dios – no por mérito del pecador, sino por los méritos infinitos de nuestro Salvador.[iii]
Sin importar cuanto tiempo lleve en la fe, una de las cosas más desalentadoras que el enemigo de nuestra alma intenta hacer es enterrarnos en las profundidades de nuestro pecado.
Y una de las mejores cosas que podemos hacer es, evidentemente no es discutir con el diablo, sino simplemente reconocer que lo que dice es cierto – somos pecadores, pero luego debemos recordarle a él y a nosotros mismos, la obra de Cristo en la cruz.
Juan no nos está sacando a los boxes para decirnos, “hijitos, estoy escribiéndoles para recordarles que ustedes son realmente mejores personas de lo que creen… ahora suban un poco esa autoestima.”
Para nada Él está recordándonos que somos pecadores, pero que nuestros pecados han sido pagados por Cristo y nuestra cuenta ha sido borrada para siempre.
El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados (Colosenses 1:13-14)
Por más de 15 años – desde el 1991 hasta el 2007 – un seminario evangélico condujo una encuesta entre casi 1000 musulmanes que se habían convertido al cristianismo durante ese tiempo.
Estos nuevos creyentes representaban 50 grupos étnicos de 30 países diferentes – así que no salieron a entrevistar simplemente en un solo vecindario.
A estos creyentes les preguntaron, “¿que tiene el cristianismo que le hizo arriesgar su vida y sus relaciones para colocar su fe en Jesucristo?
Una de las respuestas más comunes entre todos ellos era el simple hecho de que antes no podían estar seguros si sus pecados habían sido perdonados… y los cristianos que conocían, estaban absolutamente convencidos de que habían sido perdonados.[iv]
¿Le gustaría un escuchar algo reconfortante y alentador?
Cada pecado que ha cometido, y cada pecado que va a cometer, Jesucristo ya lo conoce y él ya ha pagado por cada uno de ellos por adelantado.
- Verdad reconfortante número 2: Nuestra seguridad eterna está firmada por Dios.
Note el versículo 12 nuevamente – vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre.
Dios ha firmado su perdón con su mismo nombre…
- Su nombre es un nombre excelso – Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús (Colosenses 3:17)
- Su nombre es un nombre adorado – delante de quien todos, un día, confesarán que Él es el Señor (Filipenses 2:9-11)
- Su nombre es un nombre redentor – porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos (Hechos 4:12)
Nuestra relación eterna con Dios a través de Jesucristo no está asegurada o ratificada por nuestra firma; sino que está ratificada por la firma del mismo Dios del universo. ¡Que más seguridad que esa!
El perdón de sus pecados y su seguridad de salvación no depende en que usted guarde su palabra; sino que depende en que Dios guarde la suya. Él es quien ha firmado nuestra salvación.
Todo esto es verdad por su nombre.
Y con eso, Juan concluye sus palabras introductorias hacia todo hijo de Dios.
- Sus pecados han sido perdonados
- Y la seguridad de salvación de cada creyente está garantizada por la firma de Dios.
Ahora Juan comienza a escribir a cristianos en distintas etapas de madurez espiritual.
Comencemos con sus comentarios hacia los hijitos, luego hacia los jóvenes, y finalmente, hacia los padres.
- Aquí está la verdad reconfortante número 3: Nuestra satisfacción se encuentra en una relación personal con Dios.
Juan ha estado diciéndonos que hacer y qué no hacer… y él sabe que podríamos tener la impresión ahora de que la satisfacción en la vida cristiana se encuentra en cumplir con todas las reglas.
Así que él efectivamente comienza a recordarle a los más vulnerables de nosotros, los hijitos, que lo principal en la vida cristiana no son las reglas por seguir, sino la relación con Cristo que podemos disfrutar.
Note que Juan se dirige al final del versículo 13 a los hijitos nuevamente. Sin embargo, Juan cambia el termino griego a paidia – este término se refiere a un niño aún bajo la autoridad y cuidado de sus padres o tutores.
Este es el creyente que aún es ignorante de muchas de las verdades bíblicas del evangelio, o quizás es nuevo en la fe e inmaduro en el camino de la gracia… cualquiera sea el caso, estos son creyentes en necesidad de cuidado y guía. Y Juan dice, “les estoy escribiendo a ustedes, pequeños en la fe, porque han conocido al Padre.”
En otras palabras, ustedes tienen a alguien que los ama enormemente. Ustedes tienen a un Padre celestial que es perfecto. Y la verdad es que puede que no sepan mucho más que eso para este punto en sus vidas.
Ellos no conocen el libro de Malaquías; nunca han oído de las ordenanzas y no saben qué quiere decir comunión o koinonia.
Uno pensaría que Juan podría haber aprovechado ponerlos al día y nombrarles todas las reglas de conducta y carácter que debían guardar. Después de todo, los niños necesitan esas cosas.
El Dr. Albert Siegel hizo la siguiente observación, “cuando se trata de criar niños, cada sociedad está a solo 20 años de distancia de una anarquía total. Veinte años es todo lo que tenemos para realizar la tarea de civilizar los infantes que nacen en medio nuestro cada año. Estos pequeños salvajes no saben nada de nuestro idioma, cultura, religión, valores, y relaciones. El infante es totalmente ignorante de la democracia, la decencia, el respeto, la honestidad, las costumbres, los modales y convenciones sociales. Estos pequeños bárbaros deben ser domados para que nuestra civilización sobreviva.”[v]
La iglesia está llena no solo de niños físicos, sino que de niños espirituales. Pueden ponerse ruidosos… a veces bastante quisquillosos.
Los niños pueden enfocarse en tantas cosas – y tantas de esas cosas no hacen más que distraerlos. Juan dice aquí, “hijitos, ¿no es maravilloso que pueden conocer a su Padre?… enfóquense en él.”
Sin importar cuanto tiempo lleve en la fe, usted ha encontrado tempranamente que la satisfacción en la vida cristiana nunca viene por guardar una lista de reglas, sino en desarrollar una relación con su Padre celestial.
- Verdad número 4: Nuestro servicio a Dios es esperanzador gracias a que ya hemos vencido.
Ahora Juan ofrece ánimo a los jóvenes – los adultos jóvenes en la fe.
En la mitad del versículo 13 dice, Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno.
Juan no está diciendo que la batalla contra el diablo se terminó para estos jóvenes. El verbo en tiempo perfecto traducido, vencido simplemente significa que el resultado ya ha sido asegurado.[vi]
Uno podría parafrasear lo que Juan está diciendo como, “estoy escribiéndoles a ustedes, jóvenes, para recordarles de que tienen ya seguro un final victorioso sobre el maligno.”
¿Y no es eso alentador para los jóvenes? Ellos están en el frente de batalla.
George Müller tenía 27 años cuando se mudó a Bristol, Inglaterra, convencido de que Dios quería que abriera un orfanato solo por fe en su provisión… y el abrió su primer orfanato sin un solo centavo en su cuenta personal.
Juan Bunyan tenía 32 años cuando fue encarcelado por predicar el evangelio, y allí en esa cárcel, él escribió su libro El Progreso del Peregrino.
William Booth tenía 36 años cuando fundó el Ejército de Salvación, andando por los barrios marginales de Londres para alcanzar a los más pobres.
David Brainerd empezó su ministerio hacia los nativos americanos cuando tenía 25 años.
William Carey tenía unos 20 años cuando decidió dedicar su vida a las misiones y 32 cuando llegó a India.[vii]
Pero incluso los jóvenes más maduros en la fe pueden perder las fuerzas y el ánimo.
El profeta Isaías escribió que aun los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán (Isaías 40:31)
Su fortaleza no está en ellos mismos, aún a pesar de que son jóvenes y están llenos de energía – su fortaleza viene de Dios.
Al final del versículo 14 Juan agrega otro comentario para estos jóvenes guerreros – note, son fuertes, (¿por qué?) la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.
El término que Juan usa aquí para el maligno es un término bíblico para el diablo y describe su naturaleza como violenta, destructiva, y totalmente malvada.[viii]
De hecho, la palabra maldad es usada aquí para referirse a alguien que no solo es totalmente malvado, sino a una persona que quiere arrastrar a todos los demás a algo malo con él.[ix]
¿Como van a poder enfrentar al maligno estos jóvenes en la fe?
- Verdad número 5 – Nuestra fortaleza se encuentra en la espada del Espíritu.
Note que su fortaleza radica en, y está saturada por la palabra de Dios.
Así que ¿hay alguna duda de porque el enemigo busca crear dudas en los jóvenes acerca de la veracidad y la fiabilidad de la Biblia?
No es de sorprenderse que uno de los desafíos más grandes en el siglo 21 ha sido alcanzar y discipular a los jóvenes – quienes han estado abandonando la palabra de Dios como su fuente de dirección espiritual.
De hecho, las personas más propensas a dejar la iglesia son las que se encuentran entre las edades de 18 a 29 años.
Aun los diarios seculares y las universidades se están dando cuenta de esta gran cantidad de jóvenes que están abandonando su fe.
Un autor reportó que, de los adultos jóvenes quienes presentemente afirman creer en Jesucristo, 2.6 millones de ellos van a abandonar su fe en algún momento entre sus 18 y 29 años.
Eso significa que hay 260.000 jóvenes que abandonan la iglesia evangélica cada año. Eso significa también que 712 jóvenes van a abandonar su fe el día hoy, y otros 712 lo van a hacer mañana.[x]
Una de las razones para esto es el simple hecho de que la Biblia tiene poco que ver con su fe, la cual es superficial para comenzar.
Josh McDowell reportó que el 69% de quienes se identifican como evangélicos, van a abandonar la fe después de graduarse de la universidad.
Una más – Barna estimó que, de cada 5 jóvenes evangélicos, 4 van a desasociarse de la iglesia para cuando tengan 29 años.
De hecho, el abandono de la iglesia entre evangélicos de 30 años para abajo se ha convertido en un hecho tan evidente, que hasta les han puesto un sobrenombre. Los llaman los descreyentes.[xi]
Están los no-creyentes – aquellos sin ninguna relación con la iglesia o la fe. Y ahora están los descreyentes – de los cuales Juan va a hablar más adelante en este segundo capítulo – aquellos que salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros – esto es verdaderos creyentes – habrían permanecido con nosotros (1 Juan 2:19)
Y el problema es que la fe de aquellos que una vez creyeron era superficial, o incluso errónea. La iglesia era para ellos – y para sus padres – nada más que un club social del cual uno podía dejar de ser socio y dejar de ir. Dios era para ellos un Genio cariñoso que simplemente ya no valía la pena seguir prestándole atención.
¿No es interesante que Jesús enfrentó al diablo en el desierto cuando él tenía 30 años? Recién saliendo de sus 20s
Y fue tentado de 3 formas distintas – cada una de las tentaciones decía básicamente, “tú necesitas mirar por ti mismo. Tu deberías tener lo que quieres… si tu Padre Dios es real, no deberías estar pasando hambre, no deberías lastimarte, deberías ser exitoso.”
Y en cada respuesta, Jesús simplemente citó la palabra de Dios. Jesús preparó la escena para todos nosotros que lo seguimos en la batalla contra el enemigo del engaño, la falsedad y la idolatría.
Juan anima a los jóvenes que están en la batalla… que se encuentran corriendo esta larga carrera y peleando esta dura batalla, y pareciera como si uno fuera el único peleando contra la tentación – solo recuerde:
- Primero que nada, usted no está solo – hay muchos otros hijos en la familia de Dios pasando por lo mismo.
- y segundo, aunque la maldad es grande alrededor y nuestra fortaleza es probada hasta su limite – el diablo finalmente será derrotado.
El quizás gane una batalla o dos, pero él va a perder la guerra. Un autor escribió que cada vez que entra a la batalla, usted enfrenta a un enemigo aturdido y conquistado.[xii]
Recuerde aquello en su corazón… y llénese con esa verdad.
- Una verdad más: Su salvador es el eterno Soberano.
Juan ahora habla a los padres en los versículos 13 y 14. Él los alienta diciendo – Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio.
Estos son los creyentes mayores que no solo han crecido en la fe, sino que su fe ha crecido también junto con ellos – han madurado en la verdad de quien es Dios y que dice su palabra.
Un autor dijo que estos son aquellos que son ricos en la fe y maduros en la gracia.[xiii]
Este verbo en tiempo perfecto traducido le habéis conocido habla de un conocimiento personal de Dios en el tiempo pasado y un conocimiento permanente en el presente.[xiv]
Este es un conocimiento ganado por experiencia personal. Estos creyentes mayores conocen y atesoran la verdad de que Dios es el Dios de los siglos y su esperanza en los años por venir.
¿Ha hablado alguna vez con un creyente fiel de, digamos, unos 40 o 50 años? Su vocabulario está lleno de confianza y seguridad y fe en su eterno Señor soberano.
Conclusión
Dos Pensamientos vienen a mi mente como aplicación:
- El primero es este: sin importar en qué etapa se encuentre espiritualmente, no se rinda en la batalla que está peleando.
La verdad es que sin importar cuan joven o mayor sea en la fe, cada batalla y cada nuevo desafío va a requerir de su atención personal y disciplina espiritual.
La fe no es un electivo – es un curso requerido para un discípulo maduro.
- El segundo pensamiento es que no importa donde esté en su caminar espiritual, siempre va a necesitar salir y hacer una parada de boxes para refrescarse espiritualmente.
Y el apóstol Juan querría que nos refresquemos con estas verdades:
- Nuestros pecados han sido perdonados
- Nuestra seguridad eterna está firmada por Dios
- Nuestra satisfacción se encuentra en una relación personal con Dios
- Nuestro servicio a Dios es esperanzador gracias a que ya hemos vencido
- Nuestra fortaleza se encuentra en la espada del Espíritu
- Nuestro Salvador es el eterno Soberano.
—
[i] John S. Dickerson, The Great Evangelical Recession (Baker Books, 2013), p. 109
[ii] John MacArthur, 1-3 John (Moody Publishers, 2007), p. 73
[iii] D. Edmond Hiebert, The Epistles of John (BJU Press, 1991), p. 94
[iv] Jennifer Riley, “Analysis: Why Muslims Follow Jesus” The Christian Post, 11/16/07
[v] Charles R. Swindoll, Family Life (Multnomah Press, 1988), p. 102
[vi] Hiebert, p. 96
[vii] Taken from John Phillips, Exploring The Epistles of John (Kregel, 2003), p. 59
[viii] Ibid
[ix] Robert Lightner, The Epistles of First, Second, Third John & Jude (AMG Publishers, 2003), p. 30
[x] Dickerson, p. 103
[xi] Ibid, p. 99
[xii] Ibid
[xiii] Roy L. Laurin, First John: Life at its Best (Kregel, 1987), p. 68
[xiv] Hiebert, p. 94