Introducción
Ya han pasado más de cien años desde que el gran barco una vez conocido como “la ciudad flotante” salió de su puerto. Zarpó en su viaje inaugural desde Inglaterra a Nueva York el 10 de abril de 1912.
Desde entonces su historia ha cautivado la imaginación de miles de personas. Era la embarcación más lujosa que alguna vez alguien había pensado en construir, una gran obra de ingeniería que cumplía con los más altos estándares de comodidad que la humanidad había visto en una embarcación.
El Titanic fue diseñado para ser la máxima expresión de opulencia y prestigio. Contaba con un gimnasio, una piscina, una biblioteca, restaurantes finos y habitaciones de lujo.
Se construyó con avanzados elementos de seguridad, como un doble casco con 16 compartimentos herméticos, y puertas herméticas activadas remotamente; un poderoso sistema de telégrafo, y la última tecnología de la marina
Tan confiados estaban de que el Titanic no podía hundirse, que solamente colocaron suficientes botes salvavidas como para 1/3 de su tripulación.
Fue durante un Domingo en la noche, el 14 de abril de 1912, mientras el Titanic se acercaba a los campos de hielo del Océano Atlántico – específicamente a las 11 p.m. – que la tripulación avistó grandes icebergs… se dieron ordenes desesperadas para maniobrar la embarcación y evitar chocar con uno de ellos que estaba directamente al frente.
Aunque evitaron una colisión directa, el casco lateral rozó el iceberg, y a las 11:40 p.m., el hielo debajo de la superficie del Atlántico cortó el barco como un cuchillo corta mantequilla tibia.
El hielo rebanó el casco con aberturas de no más de 5 cm de espesor, pero más de 30 metros de largo. Cinco de los compartimentos herméticos empezaron a llenarse de agua.
Eva Hart, una niña de 7 años para ese entonces, que sobrevivió a la tragedia, gastó el resto de su vida recordando y contándole a otros acerca de ese viaje.
En una entrevista, dijo que ella y su madre estuvieron entre los afortunados de abordar 1 de solo 20 botes salvavidas. Ella contó acerca de los valientes hombres y adolescentes que ayudaron a las mujeres y niños a abordar los botes salvavidas. Ella también contó que hubo unos hombres que se vistieron de mujer para tratar de engañar a los demás y entrar a los botes.
Ella y su madre abordaron el bote salvavidas número 14. Las últimas palabras de su padre fueron, “tómale la mano a mami y se una buena niña.” Ella nunca lo volvió a ver.
Cuando fue entrevistada, varios años atrás, ella aun podía recordar vívidamente ver el barco hundiéndose. Ella recordaba las banderas, los colores, los sonidos, las señales disparadas al aire pidiendo socorro.
Eva dijo que ella aun podía recordar escuchar mientras la banda del barco tocaba sobre la cubierta el himno, “más cerca, oh Dios, de ti…Será mi canto así… más cerca, oh Dios, de Ti.”
Dijo que aún podía recordar ver desde su bote como el Titanic se inclinó hacia arriba, se quebró a la mitad y se hundió en medio de explosiones y fuertes ruidos… y luego, ella dijo, hubo un silencio tan grande como si todo el mundo se hubiera detenido.[i]
1.522 personas murieron esa noche mientras el insumergible Titanic se hundía.
Después del desastre, muchas personas estaban conmocionadas, dándose cuenta de que habían estado al borde de la muerte. J.P. Morgan, un magnate estadounidense, había comprado un pasaje en primera clase para el Titanic. Su habitación había sido adaptada según sus gustos, y aun contaba con un balcón privado. Pero a último momento cambió de opinión y no fue.
Milton Hershey, fundador de la compañía de chocolates Hersheys, había reservado una habitación para ser parte de la historia, pero la noche anterior a zarpar su esposa se enfermó gravemente y escogió quedarse en casa con ella.
Pero, usted cree que alguien estaría dispuesto a comprar un pasaje en el Titanic – o aceptar uno de regalo… si supiera de antemano que es lo que iba a pasar.
Un pasaje en primera clase en la economía de hoy costaba unos $75.000 dólares. Uno de verdad era rico si estaba entre los pasajeros de primera clase en este viaje histórico.
Pero si todos hubieran sabido que el Titanic se iba a hundir, nadie habría pagado ni 75 centavos por el ticket. De hecho, le habrían pagado a usted para que subiera a bordo.
Hay veces cuando los apóstoles entregan a través de sus epístolas motivos o incentivos para amar a Dios y vivir para Dios.
- Motivos que incluyen vivir una vida de obediencia a partir de un corazón de gratitud por haber sido salvo solamente por gracia (Efesios 2:10)
- Incentivos pueden incluir la recompensa del creyente cuando se para delante del tribunal de Cristo (2 Timoteo 4:8)
- Otro incentivo de seguir a Cristo es el hecho de que Él va a venir en cualquier momento por los creyentes (1 Tesalonicenses 1:10)
- Aun otro incentivo para vivir piadosamente es que nuestras vidas pueden terminar en cualquier momento (Santiago 4:13-15).
Estos son todos incentivos buenos y piadosos. Pero a veces, el Espíritu de Dios a través de la Biblia nos motiva a invertir nuestra vida en la gloria de Dios simplemente porque invertir en cualquier otra cosa es una inversión perdida.
Zarpar en la vida en cualquier otro barco que no sea la embarcación de la gloria y la voluntad de Dios es zarpar en un barco que nunca va a lograr llegar a puerto.
Y ese es básicamente el incentivo que el apóstol Juan usa ahora en su carta a los creyentes de primer siglo.
Vayamos entonces a la primera epístola de Juan, capítulo 2 – solo un par de páginas antes de llegar al libro de Apocalipsis, al final de la Biblia.
Note el versículo 15.
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Notará que este párrafo comienza con una prohibición – no améis al mundo – y termina con una promesa – el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Y entre la prohibición y la promesa, encontramos los motivos divinamente inspirados de porque necesitamos prestar atención a la prohibición y desear obtener la promesa.
Y estos motivos son básicamente tres advertencias
Una Advertencia Triple
La primera es:
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Advertencia #1: Amar al mundo revela la verdadera condición de su corazón.
El versículo 15 dice, No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Y quizás ahora está con un poco de temor y piensa – ¡ay no! Creo que amo a este mundo, así que no debo ser un cristiano.
O sea, me encanta ir a comprar en el centro comercial – y eso está en el mundo; y me encantan mis vacaciones en la montaña o en la playa, y todo eso está en el mundo también… y voy a una universidad que me gusta, y allí son bastante mundanos también, pero quiero mi diploma; oh, y con mi familia fuimos a Disney, o sea Disney – eso está en el mundo.
Además, me encanta a la pelota y me encanta caminar por las montañas también, y me encanta estar al aire libre.
Ayer fue un día tan lindo que no pude quedarme dentro de la casa, así que agarré mi computadora y salí al patio para seguir estudiando y terminar esta predicación – los pájaros estaban cantando, los colibrís estaban dando vueltas por ahí también.
Estoy allí amando el mundo – escribiendo un sermón acerca de no amar el mundo.
Creo que amo y disfruto cosas que están en el mundo así que, ¿significa eso que no amo a Dios?
Bueno, un momento. No queme sus zapatos de futbol o sus comederos para aves aún – quizá los queme por otras razones, pero no por esta.
¿De qué está hablando Juan aquí?
El apóstol Juan habla bastante acerca del mundo a través de sus cartas. Y él puede estar refiriéndose a 1 de 3 dimensiones distintas.
La palabra griega traducida mundo es cosmos. Puede referirse a algo que está bien ordenado. Así que, primero que nada, el mundo puede referirse a la ordenada creación de Dios.
De hecho, cosmos nos da nuestra palabra para cosméticos – algo bien ordenado – literalmente, bien ornamentado.[ii]
En segundo lugar, la palabra cosmos puede ser usada para referirse a la humanidad en general. Esta es la idea cuando Juan escribe que Dios amó al mundo – él no está refiriéndose a montañas, árboles, o el planeta en general, sino a la raza humana – la población mundial.
En tercer lugar, Juan usa esta palabra para referirse al sistema del mundo – y ese uso es en su mayoría negativo. Cuando Juan escribe acerca del mundo, con sus valores, ambiciones, y placeres – está refiriéndose al sistema pecaminoso del mundo el cual es operado y controlado por el maligno (1 Juan 5:9).
Esta es la idea que Juan tiene en mente aquí en 1 Juan 2. De hecho, él usa cosmos seis veces en estos tres versículos.
Pablo usó también la palabra cosmos cuando se refirió a la sabiduría del sistema del mundo (1 Corintios 1:10)
Ambos Juan y Pablo están refiriéndose al sistema del mundo que niega la autoridad de Dios y el evangelio de Cristo.
Así que podemos parafrasear el versículo 15 de esta forma, “no amen el sistema mundano que rechaza a Jesucristo – porque ¿como puede decir uno que ama a un mundo impío, y al mismo tiempo decir que ama a Dios el Padre?
Juan aún lo deja más claro con el hecho de que usa la palabra agápe para amor aquí en este versículo.
No améis /agápe al mundo
Ágape es la palabra para un compromiso fiel, dedicado, y sacrificado hacia el objeto de su amor. Así que, amar a un sistema mundano, gobernado por valores impíos y decir que uno ama a Dios al mismo tiempo es una contradicción.
Sería como un policía diciendo que realmente le gusta su trabajo y lo que representa, pero al mismo tiempo dice que ama la Mafia y que les desea mucho éxito a los traficantes de drogas.
Esa persona está totalmente confundida. Él no puede amar ambas cosas. Eso realmente revelaría la verdadera condición de su corazón.
-
La segunda advertencia que el apóstol Juan entrega es que el mundo promete mentiras atractivas.
Y aquí es donde Juan se va a detener y explicar con más profundidad como es el sistema del mundo y porque el creyente va a luchar contra sus tentaciones y realmente sufrir batallando contra el mundo.
Y es que debemos entender que la humanidad está perdida en este sistema mundano pervertido y pecaminoso. El viaje podrá incluir comidas ostentosas, cabinas de primera clase, y cielos soleados, pero el barco va a hundirse.
Así que Juan describe las mentiras que engañan a la humanidad en su viaje a través de la vida.
El escribe en el versículo 16, y dice efectivamente, “aquí está, esto es de lo que se trata el sistema del mundo” – tres mentiras:
- Los deseos de la carne.
Juan usa la palabra deseo aquí de forma colectiva – significa gramaticalmente se refiere a todo tipo de antojo, apetencia, o deseo que infringe los límites del diseño noble y puro de Dios. La carne dice, eso es lo que quiero.
La palabra para carne es una referencia al yo. Un autor definió la carne como vivir en independencia autosuficiente de Dios.[iii]
Y eso es de lo que se trata – los deseos de la carne quieren hacer todo lo que quieren sin ninguna restricción moral.
Y note que el mundo va a defender su independencia moral con el argumento de la creación.
¿Lo ha notado?
Si alguna vez cuestiona las decisiones morales de alguna persona, es probable que le digan, “así soy yo”
Usted desafía a alguien acerca de los límites de los deseos sexuales de la carne, lo más probable es que le respondan, “bueno así es como Dios me hizo.”
No sabía que creían en Dios.
Es interesante que la creación de Dios se convierte en el argumento de una persona que niega la autoridad de Dios.
El problema es que los deseos – los apetitos de la carne que el Dios creador no ha aprobado no son nada más que antojos por un espejismo – nunca van a satisfacernos, sino que van a traer mayores deseos y mayores desilusiones.
- Juan continúa describiendo otra mentira destructora del mundo – no solo están los deseos de la carne, sino que también los deseos de los ojos.
Y esto no está simplemente refiriéndose a sentir atracción a algo prohibido; esta frase puede realmente referirse a cualquier cosa que seduce los ojos – y puede que no sean cosas malas.[iv]
Pero una vez vistas, llega una creciente insatisfacción con lo que posee – y se convierte en un deseo – en codicia – en un apetito – en una búsqueda incansable de tener, poseer, disfrutar, experimentar.
Y la advertencia aquí, es que el deseo de los ojos nos engaña para que creamos que, si solo podemos tener lo que vemos, vamos a tener satisfacción.
Esta es la estrategia que se usa en marketing y publicidad en nuestro mundo civilizado –presentan cosas delante de nuestros ojos y tratan de probarnos en 30 segundos que necesitamos:
- Comprarlo
- Usarlo
- Manejarlo
- Vivir allí
- Decorar con cierto producto
- Viajar allí
- Sentarse allí
- Nadar allí
- Retirarse allí
- Depender de ello
- Invertir en ello
- Beber tal bebida
- Comer tal comida
- Jugar tal juego
Y la mentira engañosa es que, si lo tiene, usted va a poder quedar satisfecho en la vida.
Juan está preguntando “¿cuáles son sus deseos?”
Podríamos ponerlo de esta manera, “¿que realmente importa en su vida?
La verdad es que los engaños del mundo nos tienen corriendo tras cosas que se desgastan, que se oxidan, se pudren, o simplemente pasan de moda.
Es la mentira engañosa del mundo que promete satisfacción.
- Juan describe una tercera mentira del mundo en el versículo 16, no solo los deseos de la carne y los deseos de los ojos, sino que también la vanagloria de la vida.
Este es único lugar que encontramos la palabra traducida vanagloria en todo el Nuevo Testamento. Es una palabra que literalmente se refiere a alguien exagerando o que alardea para impresionar a alguien más.[v]
Y esto resulta ser una epidemia en el mundo de hoy, especialmente cuando se trata de escribir su hoja de vida. Un estudio fue realizado en más de 2000 profesionales en pequeñas, medianas y grandes empresas y encontraron que el 70% de estas personas mintieron en sus currículums – lo más común era mentir acerca de su educación, su anterior salario, sus razones para dejar el último empleo y sus logros hasta la fecha.[vi]
Mentir es una epidemia en el sistema del mundo – especialmente si al mentir uno puede obtener ganancias financieras, personales o políticas.
Este no es un problema nuevo, a todo esto – esta es la naturaleza corrompida de un sistema mundano y una humanidad pecaminosa.
Aun si nos remontamos a los días de Plutarco, el historiador griego que vivió durante los días de Cristo, vemos como el mundo estaba envuelto en la vanagloria de la vida. Plutarco describe a una persona con esta misma palabra griega usada por el apóstol Juan – un hombre orgulloso y fanfarrón.
El escribe, “esta es la persona que le contará a cualquier desconocido acerca de sus inversiones, cuan grandes son, y cuantas ganancias ha tenido, pero cuando manda a su hijo al banco, su saldo es casi cero. Si el goza de compañía en el camino, el está listo para contar como fue que él sirvió bajo el gran Alejandro Magno, cuan bien se llevaba con él y cuantas joyas y objetos valiosos trajo a casa de sus viajes alrededor del continente, aunque la verdad es que nunca ha salido de Atenas. Él va a contarle cómo fue que recibió un permiso para exportar madera, pero que no lo ha hecho porque quiere evitar la murmuración y la envidia de otros; y que durante la escasez de grano él les envió regalos y dinero a los ciudadanos pasando por necesidad. Él a la verdad vive en una casa rentada, pero le va a decir que él es el dueño de la casa, pero que quiere venderla porque es muy pequeña para las demandas de su ajetreada vida.[vii]
El tema favorito de este tipo de personas son ellos mismos. Creen que, por elevarse a los ojos de otros, van a sentirse mejor acerca de si mismos, lo que no es más que otra mentira… otro espejismo más que persiguen en sus egocéntricas, vanas y corrompidas vidas.
Juan escribe, al final del versículo 16, nada de esto proviene del Padre – en otras palabras, estos deseos de autosatisfacción, de promoverse, de buscar la gloria personal no vienen del Padre – vienen de la alcantarilla de la carne pecaminosa y un sistema mundano.
Y con eso, Juan entrega una advertencia final
El amor al mundo revela la verdadera condición de la persona, el amor al mundo promete mentiras atractivas;
-
En tercer lugar, amar al mundo termina en trágica destrucción.
El versículo 17 dice, Y el mundo pasa, y sus deseos – y aquí está la promesa – pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Juan no está estableciendo un sistema de salvación por obras aquí. É l está contrastando al no-creyente que desea hacer la voluntad del mundo con el creyente que desea hacer la voluntad de Dios.
Y Juan le recuerda aquí a la persona que desea la voluntad del mundo que el mundo no va a durar para siempre.
De hecho, Juan usa el tiempo presente para decir “el mundo pasa.” En otras palabras, él está diciendo que el sistema del mundo está ya en el proceso de desintegrarse.[viii]
El mundo ya está pasando…
Esto pareciera ser una fiesta, pareciera que todo va bien– las cosas parecen ir de maravilla. Usted logró conseguir un pasaje – y está todo emocionado por dentro. Y quizás piensa que la fiesta esta recién comenzando cuando en realidad, como un autor lo puso, usted está danzando en la cubierta del Titanic.[ix]
Su fiesta esta sobre un barco que esta ya empezando a hundirse.
Y querido oyente, aquí hay una sola respuesta para sus deseos… hay una sola solución para sus insatisfacciones – se encuentra en amar y seguir y obedecer la voluntad de Dios – porque Dios permanece para siempre y también el gozo de sus seguidores.
Mientras tanto, Juan deja un recordatorio sutil de que nosotros como cristianos estamos – ahora mismo – sobre la cubierta de un barco que se hunde.
Nosotros estamos en el mundo que está pasando – y por una razón.
Nosotros hemos sido asignados por Dios, en este punto en particular del viaje de la historia de la humanidad, para ser de influencia en el Titanic.
Juan implícitamente dice aquí, “solo que no crean las mentiras, que no los engañen. No crean que Dios los ha puesto a bordo para que puedan vivir y pensar y crecer y envejecer de la misma manera superficial, egoísta y limitada que todos los demás.”
No, nosotros sabemos cuál será el futuro del barco.
Y eso debería cambiarlo todo, desde nuestro amor por Dios nuestro redentor – nuestro salvador – a nuestra pasión para advertir a los no-creyentes del peligro inminente y eterno.
Conclusión
Algo así pasó mientras el Titanic se hundía hace más de 100 años atrás.
Sobre el Titanic había un pastor de 39 años llamado John Harper, un hombre viudo viajando con su hija de 6 años llamada Annie y su hermana. Él estaba de viaje para ser el nuevo pastor de la iglesia Moody en Chicago.
Cuando el barco chocó con el iceberg y empezó a hundirse, el llevó a su familia a salvo hasta los botes salvavidas, pero no se detuvo allí. Él empezó a buscar a otros para salvar. Sobrevivientes del evento lo recuerdan gritando, “mujeres y niños e inconversos a los botes salvavidas”
Él empezó a testificarle a todo el que le escuchara. Durante las 2 horas y 40 minutos que tomó que el Titanic se hundiera, John Harper predicó sobre la cubierta del barco. Su texto fue Hechos 16:31 “cree en el Señor Jesucristo y serás salvo.
Justo antes de saltar a las aguas congeladas – el barco ya estaba casi completamente sumergido – John le dio su chaleco salvavidas a otro hombre que no era un creyente – exhortándolo a confiar en Jesucristo. Aun en las aguas, el siguió implorándoles a aquellos alrededor suyo a que fueran salvos.
Solo 6 personas fueron rescatadas de las aguas en los botes salvavidas – John Harper no fue uno de ellos.
Pero un hombre que gastó el resto de su vida contando acerca de su encuentro con John Harper dijo, “estaba flotando en las aguas congeladas cuando vi al Sr. Harper, aferrándose a un pedazo del barco, flotando cerca mío. “Señor,” dijo él, “¿es usted salvo?” “no” le dije, “no lo soy,” entendiendo bien que se refería a la salvación espiritual a través de Cristo. Las olas lo alejaron de mí, pero extrañamente, lo trajeron de vuelta momentos más tarde. Él me dijo otra vez, “¿es salvo ahora?”
“No” le dije, “no puedo decir sinceramente que lo soy” Él me dijo, “cree en el Señor Jesucristo y serás salvo.”
Momentos después, murió de hipotermia y vi como su cuerpo de hundió debajo de las aguas – y justo allí fui sacado de las aguas por los sobrevivientes en unos de los botes salvavidas. Y allí, aquella noche, con 3 kilómetros de océano debajo mío, creí en Jesucristo.”[x]
¿Ha creído usted en Jesucristo? ¿Esta puesta su confianza en el mundo que está navegando? ¿No ha descubierto ya que las mentiras del mundo solo lo dejan vacío, queriendo y deseando más?
El tiempo para cantar en su corazón, “más cerca, oh Dios, de ti” es ahora.
Y para el creyente, nunca deje de cantarlo para que otros lo oigan… nunca deje de amar, y desear estar más cerca oh Dios de Ti…más cerca, oh Dios, de ti.
—
[i] Wikipedia, “Eva Hart”
[ii] James Montgomery Boice, The Epistles of John (Baker, 1979), p. 2
[iii] D. Edmond Hiebert, The Epistles of John (BJU Press, 1991), p. 102
[iv] Frank Gabelein, The Expositor’s Bible Commentary: Volume 12 (Regency, 1981), p. 321
[v] Fritz Rienecker/Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 788
[vi] Orange County Register, “How Many Lie on Resumes?” by Mary Ann Milbourn, July 7, 2012
[vii] Quoted in Expositors Bible Commentary, p. 322
[viii] Hiebert, p. 103
[ix] Tim Stafford, quoted and adapted in Robert Jeffress, The Solomon Secrets (Waterbrook Press, 2002), p. 103
[x] Moody Adams, The Titanic’s Last Hero (Midnight Call, 1997), p.122