Introducción
Más o menos una vez al mes me encuentro con un reporte en la televisión o un artículo en el diario acerca del creciente problema de robo de identidad.
Un ladrón de identidad es una persona que conscientemente obtiene, posee, o usa información perteneciente a otra persona, viva o muerta, con la intensión de representarla fraudulentamente y así lograr hacer transacciones financieras en el nombre de la otra persona, y obtener cualquier tipo de valor, beneficio o ventaja…[i]
En otras palabras, alguien usa su nombre, su información personal – su Número de Seguro Social o su tarjeta de crédito – y la usa para su propio beneficio a costa de usted.
El robo de identidad está creciendo exponencialmente – de hecho, según los números del Departamento de Justicia Estadounidense el robo de identidad ha crecido a un ritmo del 50% en los últimos años.
Y se proyecta que el robo de identidad sobrepase toda otra forma “tradicional” de robo de propiedad en el futuro cercano.
Y es preocupante
No hay duda, como Salomón escribió, que la gente impía se recuesta a la noche en cama pensando en nuevas formas de cometer crímenes. De hecho, la idea que Salomón presenta es que el impío no puede dormir hasta que se le ocurre un nuevo plan engañoso (Proverbios 4:16).
Este es un problema mundial, y millones de personas han sido víctimas del robo de identidad de alguna forma u otra.
Pero había pensado alguna vez que los cristianos somos por definición, personas que tienen otra identidad. Nos llamamos cristianos, ya que hemos tomado la identidad de Cristo como la nuestra.[ii]
No la robamos, pero no nacimos en este mundo con ella. Algo nos pasó, ¿o no? Nacimos de nuevo, por la fe en Cristo Jesús y fuimos incorporados en la familia de Dios – porque a todos los que recibieron a Jesús, él les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12)
Las buenas noticias son que esta nueva identidad no es resultado de algún tipo de robo de identidad… es un regalo de identidad.[iii]
Dios le dio a usted este regalo de identidad cuando él lo hizo miembro de su familia. Gracias a esto, hemos recibido los beneficios correspondientes, ya que hemos recibido también poder notarial para poder firmar en nombre de Cristo; hemos recibido el privilegio de representarlo aquí en la tierra, de actuar en su nombre y hablar en su nombre.
Él incluso le ha dado el nombre de su hijo – usted ahora es llamado cristiano, porque es pariente de Cristo – usted reinará juntamente con Cristo en el reino venidero.
Características de Nuestra Identidad
Quiero que nos concentremos en el capítulo dos de la primera carta Juan – donde el apóstol está a punto de enfatizar que nuestra nueva identidad no solo afecta nuestro futuro, sino que también nuestras actitudes y actividades presentes.
En otras palabras, Juan quiere que saquemos el mayor provecho de nuestro regalo de identidad de parte de Dios – que influya en toda nuestra vida.
Dos palabras vienen a mi mente mientras leo los próximos versículos en 1 Juan capítulo 2.
Son dos características de nuestra nueva identidad.
- La primera característica es preocupación
Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.
El versículo 28 comienza con unas palabras enfáticas que introducen una nueva sección.[iv]
Son las palabras y ahora – o podríamos traducirlas también, y ya que esto es así, hijitos, permaneced en Él.[v]
O sea, tengan comunión con Él.[vi]
Luego encontramos el mandamiento de practicar justicia en el versículo 29 – otro mandato clave del apóstol Pablo. Y debemos tener en cuenta, que este mandamiento de hacer justicia no se guarda con la intención de obtener esta nueva identidad en Cristo, sino para revelarla.
Practicar justicia no es algo que uno hace esperando producir un nuevo nacimiento; es algo que uno hace como prueba de su nuevo nacimiento.[vii]
Piénselo de esta forma, su nueva identidad es el regalo de Dios para usted; demostrar su nueva identidad delante del mundo es su regalo para Dios.
Ahora, el apóstol Juan ya ha escrito acerca de este concepto de permanecer en Cristo, y el vivir una vida recta.
Pero en esta nueva sección, Juan tiene en mente la inminente venida de Jesucristo
Note nuevamente el versículo 28. Y ahora, hijitos, permaneced en él – tengan comunión con él – para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.
Su venida es una frase que proviene de la palabra griega parusia, la cual se refiere literalmente a la presencia de Cristo – a estar junto a él.[viii]
La parusia de Cristo – o su venida – tiene dos facetas; incluye la venida de Cristo en las nubes por sus redimidos en el rapto (1 Tesalonicenses 4:17) y luego al final de la tribulación, su venida desde las nubes a la tierra con los redimidos para establecer su reino (Apocalipsis 19).
Ya que Juan está hablando aquí acerca de creyentes que esperan la venida de Cristo, y no que vienen con Cristo, esta es una referencia a la Bema – el tribunal de Cristo. Este es el tiempo de juicio donde Cristo va a sentarse sobre la Bema – una referencia al asiento de los jueces, delante del cual se recompensaban a los atletas de los Juegos Olímpicos. Allí también los jueces oían distintos casos y apelaciones, y hacían su evaluación o dictamen.
Sobre ese asiento, por así decirlo, El Señor Jesús personalmente va a repasar las acciones de cada creyente. No va a ser un tiempo para juzgar pecado, ya que el pecado de cada creyente ya ha sido juzgado y pagado en la cruz. Sin embargo, cada acción en la vida del creyente que sea digna de recompensa va a ser premiada en gracia. Cristo juzgará nuestras acciones y determinará cuales fueron productivas, cuales fueron pecaminosas, y cuales no fueron provechosas (1 Corintios 3 y 2 Corintios 5).
Obviamente, cuando Cristo se acerque a nosotros individualmente y evalúe nuestras vidas, cada uno de nosotros va a sentir algún grado de arrepentimiento, o algún nivel de vergüenza.
Quien, en toda la historia de la iglesia, no desearía haber vivido más apasionadamente, más diligentemente, o más fervientemente por Cristo.
Incluso el apóstol Pablo dijo con tristeza en sus últimos años de vida que se consideraba como el primero de los pecadores (1 Timoteo 1:15)
Y él rehusó gloriarse en ninguna otra cosa, sino en la cruz de Jesucristo (Gálatas 6:14)
Y, si Pablo no se sentía digno delante de Dios, ni satisfecho con su entrega hacia Dios, quien podría sentirse confiando y seguro al pararse delante del tribunal de Cristo ante la mirada de nuestro Redentor.
Este versículo siempre me dejaba preocupado. Me preocupaba la idea sentirme avergonzado y arrepentido por no haber sido más fiel cuando Cristo venga.
Pero ¿de qué está hablando Juan exactamente aquí cuando dice que los cristianos pueden estar confiados durante el tribunal de Cristo –en este tiempo cuando sus vidas sean evaluadas?
La respuesta se encuentra en el significado de la palabra confianza. Y la palabra que Juan usa aquí en el versículo 28 – parresia – traducida confianza, es una palabra que en los tiempos antiguos realmente hacía referencia a un discurso sincero.
La palabra surgió en el mundo político donde hacía referencia un candidato que daba un discurso sincero– a veces, esta palabra también era traducida “discurso abierto.” Y para 1º siglo, la palabra había llegado a tener un significado más amplio. Para cuando Juan escribe esta carta, la palabra que traducimos como confianza había llegado a significar transparencia – lo que creo que clarifica la idea del pasaje.[ix]
Para que cuando se manifieste, tengamos confianza – transparencia, sinceridad, franqueza – que no estemos temerosos de ser descubiertos con un plan escondido, con algo oculto.
para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.
¿Que puede haber en nuestras vidas que provoque que nos avergoncemos y no seamos transparentes delante de Dios? ¿que causa que queramos alejarnos de Cristo, y de una comunión sincera y abierta con Él? El pecado sin confesar.
¿Puede recordar a alguna persona en la Biblia que pecó contra Dios y luego se alejó y se escondió de Dios cuando él vino a tener comunión con él? Adán es un ejemplo, ¿no es cierto? Adán y Eva.
¿Por qué lo hicieron? Porque estaban ocultando su pecado. Ellos se alejaron de Dios avergonzados porque tenían pecado sin confesar.
Francamente, no creo que ningún creyente va a lograr pararse delante del Señor con la confianza de decir, “bueno Señor, es mi turno de ser examinado y estoy totalmente confiado de que voy a recibir muchos premios.”
Creo que la idea que Juan tiene en mente aquí – y lo que está tratando de animar a todo creyente a que haga – es vivir confesando nuestro pecado tan regularmente delante del Señor, que para cuando él se manifieste, podamos recibirlo transparentemente, sin nada que ocultar, sin nada de que sentirnos avergonzados.
Ahora hay algunos que dicen que Juan aquí no está refiriéndose a cristianos … que los verdaderos cristianos van a estar confiados durante la venida de Cristo y aquellos que no eran cristianos verdaderos van a ser avergonzados.
Hay muchos problemas con este punto de vista.
- Primero, Juan está hablando a sus hijitos en la fe (v 28).
- Segundo, Juan les dice a sus hijitos que uno de los propósitos de permanecer en Cristo es no ser avergonzado en su presencia.
- Tercero, Juan usa la primera persona plural para el verbo alejarse – en otras palabras, Juan no está diciendo “ellos se van a alejar” él está diciendo aquí “para que nosotros, hijitos, no nos alejemos de Él avergonzados.”[x]
La imagen que Juan pinta aquí no es la de un incrédulo alejándose avergonzado, sino la de un creyente nacido de nuevo que ha permitido que el pecado permanezca en su vida, lo que ha impedido su comunión con Cristo, y lo que ha afectado su permanecer en Cristo.
Y ese individuo, de pie delante de Cristo un día en la Bema, estará tan avergonzado como Adán y Eva lo estuvieron cuando Dios se acercó a ellos después de haber pecado. Ellos no corrieron a encontrarse con Dios, ellos se escondieron y alejaron de Él avergonzados.
Me parece interesante que solo el apóstol Juan menciona el concepto de perder nuestro galardón completo por culpa de mantener pecado sin confesar.
Un cristiano puede perder, no su salvación, pero si su recompensa. Esto lo vemos en 2 Juan 1:8, lo que es una clara referencia al tribunal de Cristo donde cada creyente será evaluado por Cristo y Él nos va a galardonar según nuestra fidelidad en la vida.
Creo que este es el mismo concepto que encontramos aquí en primera Juan 2 – la idea de permanecer totalmente transparente delante del Señor –confesando diariamente nuestro pecado delante de Él, para así poder disfrutar de permanecer en comunión con él ahora – y también en su venida. Si él llegara en este mismo momento, si nos encontramos en una relación de transparencia y honestidad delante de Él, no seremos avergonzados.
Y a todo esto, el incentivo aquí no es solamente para que nosotros no nos sintamos mal – como para que no digamos, “oh podría haber conseguido otro zafiro en mi corona.”
No, el asunto no es tanto el sentirnos mal o perder nuestros galardones y premios, sino que el asunto es mucho más profundo que eso – nuestro deseo debe ser no querer desilusionar a Cristo … no querer entristecer al Espíritu… no querer robarle a Dios de la alabanza que se merece.
Warren Wiersbe escribió acerca de un grupo de adolescentes que estaban en una fiesta, y uno sugirió que fueran a un lugar de mala reputación para pasar un buen tiempo. Una de las jovencitas, le dijo a los demás, “preferiría que me lleven a casa… mis padres no estarían de acuerdo de que vaya a ese lugar.” Una de las chicas le respondió sarcásticamente, “que ¿te da miedo que tu papá se entere? Que va a hacer ¿lastimarte?” después de pensar por un momento, respondió, “no, no me lastimaría… pero sé que yo lo lastimaría a él.”[xi]
Juan está diciendo efectivamente, preocúpense de vivir por él en vista de su venida… para que, cuando él regrese no haya vergüenza sino gozo – de ambos lados – el cristiano sabiendo que no tiene nada que ocultar, y Cristo en su vida de transparencia y amor por Él.
El día de su venida debería estar siempre en nuestra mente – y nuestra vida como cristianos debe ser caracterizada por una santa y sana preocupación por estar siempre a cuentas con Dios.
Preocupación.
La segunda característica de nuestra nueva identidad como cristianos es:
- Entusiasmo
1 Juan 3:1 dice: Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Las palabras de Juan al principio del versículo 1 son literalmente, “contemplen – o incluso “miren esto.”[xii]
Miren cual amor – este tipo de amor que el Padre nos ha dado.
Las palabras “cual amor” o “cuán grande amor” o “con cuanto amor” dependiendo de la traducción de la Biblia que usted use, es una palabra que solo aparece un par de veces en el Nuevo Testamento.
Muestra una reacción de sorpresa y admiración.[xiii]
Como si dijera, “nosotros nunca habíamos visto este tipo de amor sobre el planeta tierra. ¿Pueden creer el tipo de amor que Dios nos ha dado?”
Miremos lo que Juan escribe más adelante acerca de este impresionante amor – él nos lo ha dado. Lo que significa que nosotros no lo ganamos, no lo compramos, no lo merecemos – es un regalo dado a nosotros
Y el verbo traducido dado esta en el tiempo perfecto, lo que significa que él nos lo ha dado definitivamente – no lo está dando y puede dejar de darlo, él lo ha dado. En otras palabras, no puede ser revocado, quitado, o suspendido.[xiv]
Nunca nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha dado. El apóstol Pablo escribió:
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 8:38-39)
En otras palabras
Su amor es tan alto que no puedo estar arriba de el
Profundo que no puedo estar debajo de el
Tan ancho que no puedo estar afuera de el
Tan grande es el amor de Dios[xv]
Miren el amor que Dios nos ha dado – dice Juan en este versículo.
Hay un obvio sentido de entusiasmo acerca de esta nueva identidad – note ¿que es que Juan tiene en mente cuando se refiere a este regalo de amor? versículo 1 que seamos llamados hijos de Dios.
El mundo no tiene una gran opinión acerca de nosotros – tampoco tiene una buena opinión acerca de Jesús – lo cual es lo que Juan quiere decir en la última frase de este versículo – por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Pero no importa lo que el mundo piensa de nosotros – mirad cual amor nos ha dado el Padre. Mire que es lo que Dios piensa acerca de nosotros.
Somos llamados hijos de Dios. El tiempo aoristo pasivo de este verbo significa que es realmente Dios quien nos está llamando “hijos.”[xvi]
Dios nos presenta como “sus hijos”.
El mundo podrá llamarlo de muchas formas – Dios lo llama hijo o hija.
Un par de domingos atrás, una joven madre se me acerco con su bebe adoptado y me dijo, “ya finalizamos todos los tramites para la adopción y ya es oficial. El tiene ahora nuestro apellido – así que quería venir y presentarle formalmente a mi nuevo hijo.”
Ese niño tenía una nueva identidad… una nueva familia y un nuevo apellido.
John Phillips resumió las tres formas en que uno puede entrar en una familia.
Uno puede entrar en una familia de forma natural – por nacimiento.
O uno puede entrar en una familia de forma legal por adopción. Los papeles se llenan, se firman, y se aprueban; y el nuevo integrante de la familia entra a la familia con todos los derechos y privilegios de un hijo nacido naturalmente en la familia.
Ese es el concepto de adopción que encontramos más frecuentemente en el Nuevo Testamento. Bajo la ley romana, la adopción era un contrato legal donde un hombre escogía a una persona para que se convirtiera en un miembro de su familia y en heredero de sus propiedades. Era muy común la adopción entre adultos.[xvii]
La tercera forma en que uno puede entrar en una familia es por casamiento – este es el principio del amor, donde ambos el esposo y la esposa se convierten miembros de la familia de su cónyuge, e incluso crean su propia familia.[xviii]
Que gran resumen
Lo cual nos lleva a regocijarnos y entusiasmarnos. Lo más maravilloso de nuestro caso, es que nos hemos convertido en miembros de la familia de Dios de las tres formas.
Entramos a la familia de Dios de forma natural cuando nacimos espiritualmente. Cuando nacimos de nuevo, nacimos en la familia de Dios.
Entramos en la familia de Dios de forma legal también. Fuimos adoptados y tenemos todos los derechos y privilegios de un heredero real. Somos hijos del gran Rey.
Y entramos a la familia de Dios por amor. Hemos sido escogidos como la novia de Cristo – escogidos por nuestro redentor, nuestro esposo – y hechos miembros de la familia de Su Padre.
Así que Juan puede escribir, a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
¿Qué potestad tenemos de ser hechos hijos de Dios? ¿Como podemos decir que tenemos el derecho a esa identidad? Tenemos el derecho a través del principio del nuevo nacimiento, a través del principio de la adopción, y a través del principio del amor.
Conclusión
Hace un tiempo atrás leí acerca de un orfanato en India. En este orfanato construido por creyentes, muchísimos niños con deformidades de nacimiento han recibido amor y atención médica. Leí que allí se encontraba un niño que las familias buscando adoptar pasaban por alto generalmente, porque tenía un daño cerebral que lo hacía difícil de tratar. Para cuando cumplió nueve años, se puso muy triste y desanimado porque veía como todos sus amigos eventualmente encontraban un hogar, y el todavía seguía allí, sin que nadie lo escogiera. El empezó a preguntarse “¿porque nadie me escoge?”
A través de una increíble serie de eventos, una pareja de Texas, que ya había adoptado un niño del mismo orfanato, llamó para preguntar si este niño seguía sin un hogar. Gracias al amor de estos padres, y la generosidad de la pareja que fundó el orfanato, este pequeño finalmente encontró un hogar y una familia amorosa.
Algo especialmente emocionante para él era el hecho que también volvería a ver a uno de sus amigos del orfanato… y más que eso, ellos ahora eran no solamente amigos, ellos ahora eran hermanos.
El nombre de este niño era difícil de pronunciar, aunque era un nombre típico en su país. Sus padres adoptivos decidieron ponerle un nuevo nombre, para que también acompañara su nueva vida en su nueva familia. Le pusieron Josías.
El personal del orfanato le puso un sticker en el pecho con sus iniciales. El empezó a caminar por todo el orfanato mientras esperaba que sus nuevos padres vinieran a buscarlo– le contó a todo el que veía, mientras apuntaba a su sticker – “pueden llamarme Josías… mi nombre es Josías.”
Hay una palabra para describir como ese niño se sentía, “entusiasmado.”
Juan termina este versículo 1 al recordarnos que el mundo no va a entender nuestro gozo. Juan escribe, El mundo no nos conoce … ellos nos menosprecian.
Juan efectivamente agrega, y ellos menosprecian a Jesús también…
Pero nosotros hemos sido llamados hijos, por el mismo Dios. Y como este niño, vamos por todos lados, entusiasmados apuntando al sticker en nuestro pecho y diciendo “mi nombre es cristiano… pueden llamarme adoptado por Dios”
Querido oyente, tenemos una nueva identidad; y junto a esta nueva identidad tenemos esta nueva preocupación de cuidar nuestra relación con Cristo, mientras esperamos su venida, entusiasmados porque pertenecemos a la familia de Dios.
Aunque sea difícil de creer – nuestro Dios todopoderoso nos ha asegurado nuestro derecho a pertenecer a su familia por todos los medios posibles:
- Dios el Padre lo escogió por su amor
- Jesucristo pagó por su adopción con su propia vida y sangre
- Y el Espíritu Santo ha firmado, sellado y asegurado por su presencia que mora en usted que usted llegará a su hogar celestial donde vivirá por siempre.
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[i] www.Cnga.stat.nc.us/EnactedLegislation/Statutes/…/Article_19C.pdf
[ii] Elyse Fitzpatrick, Because He Loves Me (Crossway Books, 2008), p. 51
[iii] Ibid
[iv] John MacArthur, 1-3 John (Moody Publishers, 2007), p. 110
[v] James Montgomery Boice, The Epistles of John (Baker, 1979), p. 77
[vi] Robert Lightner, The Epistles of John & Jude (AMG Publishers, 2003), p. 42
[vii] Adapted from Roy L. Laurin, First John: Life at its Best (Kregel, 1987), p. 102
[viii] D. Edmond Hiebert, The Epistles of John (BJU Press, 1991), p. 128
[ix] Fritz Rienecker/Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 789
[x] Adapted from Hiebert, p. 128
[xi] Warren W. Wiersbe, Be Real: I John (David C. Cook, 1972), p. 108
[xii] Joel Beeke, The Epistles of John (Evangelical Press, 2006), p. 111
[xiii] Hiebert, p. 133
[xiv] Hiebert, p. 133
[xv] Sam Gordon, 1,2, 3 John: Living in the Light (Ambassador, 2001), p. 106
[xvi] Hiebert, p. 134
[xvii] Beeke, p. 113
[xviii] Adapted from John Phillips, Exploring the Epistles of John (Kregel, 2003), p. 89