Introducción
Recientemente, me encontré con un artículo escrito por un autor cristiano que escribió sobre cómo la tarea de su hija de cinco años en el jardín de infantes se convirtió en una llamada de atención para él.
Se suponía que los padres debían ayudar a sus hijos a identificar tantos logotipos corporativos como fuera posible. Ya que estos niños no sabían leer, la tarea se basaba en su reconocimiento visual. ¿Cuántos nombres de empresas o productos conocerían estos niños con solo mirar una etiqueta o un logotipo?
Este autor dijo que su hija rápidamente identificó varios supermercados, Disney, un local de Pizza, Lego, y otras marcas de juguetes.
Después de que reconociera un par de docenas de logotipos más, este autor cristiano quedó alarmado por el hecho de que su hija conocía más logos de compañías que versículos de la Biblia. “Lo que me asombró,” escribió él, “fue que no pasamos tiempo memorizando y repasando los logotipos en casa; nunca se los enseñamos; ella simplemente los había aprendido al vivir durante cinco años en una cultura saturada de marcas.”[i]
Eso es un gran negocio. Por eso que se gastan miles de millones de dólares en anuncios de publicidad para niños y sus padres.
Detrás de esta estrategia de marketing se encuentra el obvio defecto de la naturaleza humana. Y se manifiesta desde muy pequeño. Queremos tener todas las cosas que tienen los demás… y como padres nos sentimos presionados a empujar a nuestro hijo alrededor de la cuadra en el mejor cochecito, sentado en el mejor asiento de seguridad, vistiendo la mejor ropa, jugando el mejor deporte en el mejor equipo y llevando a la escuela la mejor mochila y el mejor almuerzo.
Sin importar nuestra edad, tenemos la misma tentación a querer algo más y mejor.
Hay un ángel caído que ha estado estudiando las tendencias y defectos humanos durante varios miles de años. Él sabe cómo preferimos encajar con los demás para que no nos consideren extraños o fuera de moda – cómo es que preferimos la comodidad a un carácter firme, satisfacción por sobre la santidad y el servicio a los demás.
Y por eso está constantemente deambulando, buscando a algún creyente para devorar; para desacreditarlo, podría traducirlo (1 Pedro 5:8).
Lo que le llama la atención más que cualquier otra cosa – de hecho, lo que odia más que nada en el mundo, es ver a un cristiano en crecimiento, comprometido, saturado de la Biblia y que honra a Cristo; y con igual pasión odia ver a una iglesia creciente, comprometida, saturada de la Biblia y que honra a Cristo.
Características de “Tercera de Juan”
Durante nuestros últimos programas, hemos estudiado juntos la advertencia de Juan a una mujer anónima y sus hijos.
Ahora, Juan escribe otra postal que comenzaremos a explorar el día de hoy. La llamamos la tercera epístola de Juan. Le invito a que abra su Biblia allí conmigo.
Esta es la más corta de las tres cartas de Juan. Tercera de Juan es más corta que segunda de Juan – y si está comparando la longitud de las dos cartas en este momento, en lugar de escucharme… habrá notado que Tercera de Juan tiene más versículos que Segunda de Juan.
Sin embargo, si no lo sabe ya, le informo que los libros de la Biblia no estaban originalmente divididos en capítulos y versículos. Esas divisiones se incorporaron en 1551. El responsable fue un hombre llamado Robert Stephens quien hizo eso para ayudar al estudiante de la Biblia a encontrar los pasajes más fácilmente – lo cual fue una idea maravillosa.
Entonces, cuando digo que Tercera de Juan es más corta que Segunda de Juan, me estoy refiriendo a su longitud en el idioma griego en el que escribió esta carta. Tercera de Juan tiene 26 palabras menos que Segunda de Juan – lo que significa que nuestro estudio de Tercera de Juan va a ser un par de programas más corto que el de Segunda de Juan.
En cuanto al contenido de la carta, tercera de Juan no es solo una carta personal entre el apóstol Juan y uno de sus amigos más cercanos, sino que también nos da un pequeño e interesante vistazo a lo que era la vida de una iglesia del primer siglo.
Juntos vamos a descubrir que la iglesia no ha cambiado tanto, y que la gente tampoco ha cambiado, a pesar de que las marcas y los logotipos si lo han hecho.
Warren Wiersbe escribió en su introducción a esta carta de Juan que: Donde hay gente, hay problemas; y dondequiera que haya problemas, existe la posibilidad de encontrar soluciones. Tercera de Juan nos hace responder honestamente a la pregunta: “¿Soy parte del problema o parte de la solución? [ii]
Tal vez recuerde que, en Segunda de Juan, la preocupación principal del apóstol Juan era advertirle a una mujer de los falsos maestros que querían infiltrarse en su hogar y enseñarle cómo detectarlos y tratarlos.
Bueno, en Tercera de Juan, el problema no es un falso maestro – un hereje – sino que es maestro orgulloso y dictatorial llamado Diótrefes. Lo conoceremos más adelante.
Acompáñeme mientras leo la introducción de esta tercera carta de Juan.
Versículo 1. El anciano a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad. (3 Juan 1-4)
Notará de inmediato que, excepto por algunas modificaciones, esta introducción es muy parecida a los primeros versículos de Segunda de Juan.
Cinco Preguntas para el Corazón
Entonces, lo que quiero hacer en este programa es abordar la introducción de Juan de manera un poco diferente. Quiero hacer algunas preguntas y luego ir a través del texto para obtener la respuesta correcta.
Voy a llamar a estas cinco preguntas, “preguntas para el corazón.” Y lo que quiero decir con eso es que usted es la única persona en el planeta que conoce las respuestas, aparte de Dios mismo.
Pregunta número 1:
-
¿Qué es lo que más pienso, espero y trabajo por lograr en la vida?
Note cómo Juan se identifica a sí mismo, una vez más en el texto, simplemente como “El anciano.”
En lugar de presumir su autoridad al anunciar su cargo oficial como uno de los 12 Apóstoles, Juan enfatiza su corazón pastoral.
En otras palabras, él no era solo un apóstol entregando a su destinatario y su iglesia algún tipo de comunicado oficial. Juan estaba enfatizando que, como anciano, él estaba velando por estos creyentes con un corazón de amor.[iii]
El término anciano (presbuteros en griego), también se puede traducir como “persona mayor”. Y en el primer siglo, el término se refería típicamente a un hombre mayor que se había ganado el respeto de los demás.[iv]
Y en el caso de Juan, ambos significados de este término lo representan bien. Él es un pastor preocupado por el rebaño – siendo un anciano de la iglesia; pero también es un hombre mayor. A estas alturas el tendría unos noventa años.
Y él está haciendo lo que ama. A los 90 años, Juan está haciendo lo que deseaba hacer: servir a Cristo, planear ir de visita en beneficio de los demás, escribir cartas de aliento; orar por los demás, enseñar a los creyentes más jóvenes…
Obviamente, él no entendería como nuestra generación planea y anhela llegar a los 65 a 95 años para finalmente dejar de trabajar, alejarse de todo y básicamente vivir libre de los problemas de la vida.
Querido oyente, una de las distracciones más viles del Diablo es la idea que debe ahorrar todo lo que pueda y planificar todo en su vida para ese glorioso día en el que pueda simplemente relajarse en una silla mecedora y alejarse de la gente y del servicio a los demás.
¿Es el objetivo final en la vida sentarse en una silla mecedora y ver la puesta de sol? ¿Es eso todo lo que hay?
Ahora tengo 60 años, así que puedo ser franco. Para ustedes que son mayores, permítanme alentarlos como pastor a que este puede ser el momento más productivo en su vida, ¡por la causa de Cristo!
¿Sabía que se necesitan padres de familia, maestros, médicos, dentistas, pintores, plomeros, contadores y secretarios mayores en distintos ministerios cristianos alrededor de todo el mundo? ¿Alguna vez has pensado en planear para algo como eso? La iglesia necesita voluntarios en todas las facetas de la vida empresarial, desde la carpintería hasta la tecnología.
Juan puede ser un hombre mayor, pero en lugar de ir en busca de la silla mecedora, está buscando su pluma y otro trozo de papiro para escribir otra carta y hacer más planes para el ministerio.
Querido oyente, no busque la silla mecedora.
Nunca olvidaré haber leído – aunque se me olvidó el nombre del autor – pero él escribió: “Nunca he conocido a un anciano feliz”.
¿Por qué? Tal vez sea porque, en general, las personas han creído la mentira de que uno da su vida para planificar para sí mismo, sus pertenencias, sus finanzas y sus inversiones para que un día pueda jubilarse y alejarse de la gente… y en el proceso de planificar, ahorrar y anhelar el día en que pueda vivir para sí mismo, su corazón se va encogiendo. Finalmente logra lo que quería, pero termina con un corazón arrugado y marchito.
No importa la edad que usted tenga – puede tener 18 u 80 años – pero en el momento en que decide que la vida se trata de usted mismo, es el momento en que pierde el tipo de gozo que Juan va a describir en esta carta.
Pero antes de llegar a eso, aquí nos encontramos con el apóstol Juan, que resulta ser un anciano feliz.
Pregunta número 2:
-
¿Hay alguien a quien esté discipulando o animando en la fe?
Juan escribe a continuación: a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad.
Francamente, no sabemos nada sobre Gayo más allá de lo que aprendemos sobre él en esta carta. Evidentemente, era un líder respetado en la iglesia y un hombre de influencia.
El hecho de que esté hospedando constantemente representantes itinerantes de la iglesia implica que tenia bastante dinero.[v]
Lo que sí sabemos es que era un amigo íntimo de Juan. Juan se refiere a él cuatro veces con el término amado. Todos estos hacen referencia a Gayo. El día de hoy diríamos algo como, “mi querido amigo”. Esa es la idea de esta palabra.
Pablo usó esta misma palabra cuando llama a Timoteo su hijo amado y fiel (1 Corintios 4:17) y luego nuevamente cuando llama a Timoteo su hijo amado (2 Timoteo 1:2).
Si bien las Escrituras nunca llaman al creyente “hijos de la iglesia,” sí los llaman “hijos espirituales” que están bajo el cuidado de aquellos que los llevaron a Cristo o les enseñaron la palabra de Dios. No son descendientes biológicos, son descendientes espirituales.
Además, Juan se refiere a Gayo en el versículo 4 como uno de sus hijos. El adjetivo posesivo que usa para referirse a Gayo como uno de mis hijos sugiere fuertemente que Juan había guiado personalmente a Gayo a la fe en Cristo.[vi]
Esta era la pasión de Juan y este era el gozo de Juan: guiar a alguien a través del evangelio y luego escucharlo, e incluso orar con él, mientras invocaba personalmente el nombre del Señor para ser salvo (Romanos 10:13).
Una de mis mayores preocupaciones es que la mayoría de los cristianos que conozco nunca han intentado ni una sola vez guiar a una persona a Cristo. Nunca ha compartido el evangelio y las afirmaciones salvadoras de Jesucristo; y lo que más me preocupa es que el cristiano promedio no parece preocupado por eso.
Una jovencita que conozco vivía tan claramente para Cristo que le testificaba a todos los que le daban la oportunidad. Un joven estaba interesado en ella y comenzó a hablar con ella y ella le contó sobre su relación con Jesucristo. Él también se interesó en Jesucristo… y comenzó a hacer preguntas… ella le mostró las respuestas en la Palabra. Ella lo invitó a la iglesia. Una conversación tras otra tuvo lugar hasta que ella personalmente lo llevó a Jesucristo. Hoy, él es parte del liderazgo de nuestra iglesia – y con su esposa, quien resulta ser aquella jovencita que lo llevó a Cristo – planean irse de misioneros muy pronto a un país del sureste de Europa después de varios años de servicio y preparación bíblica.
Qué manera de conseguir marido.
Un autor mencionó a una joven que conocía, que fue salva poco antes de su último año de secundaria. Inmediatamente oró para que Dios le permitiera compartir el evangelio con todos sus compañeros de clase en esa escuela pública: eran 150 estudiantes. Y Dios le concedió su pedido y en el transcurso de ese año pudo encontrar formas de testificar a cada uno de ellos… y 15 estudiantes terminaron orando para recibir a Jesucristo.[vii]
Pregunta número 3:
-
Si mi salud física reflejara mi salud espiritual, ¿en qué forma estaría?
Juan escribe en el versículo 2,
Amado (mi queridísimo amigo), yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
Este era un comentario típico que se incluía en las cartas en los tiempos de Juan. Básicamente significa “espero que te esté yendo bien.”
De hecho, esta frase, “deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud”, era tan común que se abreviaba. Como hoy, en círculos cristianos, a veces escribimos “DTB” al final de un mensaje, lo que significa “Dios te bendiga”. Así mismo, en los tiempos de Juan, se escribía SBVEEV, representando las 6 palabras en latín que podríamos traducir como, “espero que te esté yendo bien.[viii]
Pero Juan agrega otra frase más que enfatiza la salud espiritual de Gayo. Allí el usa la palabra “alma,” donde dice, “así como prospera tu alma.” Él usa la palabra “alma” para hablar para la vida espiritual de Gayo.[ix]
Y note cómo Juan implica que la salud espiritual es la medida máxima de una vida saludable. En otras palabras, mida qué tan bien le va, no a su cuerpo, sino a su alma.
Y, por cierto, la salud física no tiene nada de malo: Juan quería que Gayo tuviera buena salud física. Dios nos ha dado la responsabilidad de cuidar nuestros cuerpos ya que, en última instancia, le pertenecen al Creador. Su cuerpo no le pertenece a usted, le pertenece a Dios.
Como verá, mantener las prioridades correctas evita que caigamos en la idolatría de la generación de Juan y la nuestra, donde el cuerpo se convierte en lo más importante.
Incluso para los cristianos, la salud física puede convertirse en una búsqueda desequilibrada: podemos volvernos como la cultura que nos rodea, que está obsesionada con la condición física.[x]
Desde su figura y complexión hasta su salud, el cuerpo puede convertirse fácilmente en lo más importante.
Por cierto, este no es un problema nuevo.
George Whitfield, uno de los líderes del Gran Despertar en el 1700 escribió en su diario sobre la triste condición de las personas que estaban “más preocupadas por un grano en su cara que por la podredumbre en su corazón”.[xi]
Juan nos informa, sutilmente, que es posible tener salud física sin salud espiritual; Es posible tener salud espiritual sin salud física, pero probablemente haya vivido lo suficiente como para saber que algunos de sus momentos más poderosos han sido sus momentos más débiles; algunos de sus momentos más íntimos con Cristo han sido los momentos más difíciles de su vida.
Y aquí está el peligro: es posible tener un cuerpo sano sin un espíritu sano, lo que lo convierte en un cristiano enfermo.
Puede prosperar física, material y financieramente y, al mismo tiempo, estar en la quiebra espiritualmente.
Preparándome para este estudio, revisé mi colección de sermones del pastor escocés Alexander Maclaren y leí su exposición de este texto publicada a finales de los 1800s. Comentando este texto, él escribe las siguientes palabras tajantes:
¿Estaría contento si le repartieran su prosperidad terrenal con la misma cuchara, del mismo tamaño, con la que está contento de recibir su prosperidad espiritual? Es algo desastroso para el cristiano cuando la prosperidad exterior se adelanta a la prosperidad interior. Cuando a un hombre le va bien en el mundo, con demasiada frecuencia decae en la verdad. Es difícil para nosotros llevar una taza llena sin derramarla.[xii]
Alexander Maclaren (1826-1910)
El apóstol Juan básicamente dice, Gayo, espero que te esté yendo bien físicamente, pero realmente espero que todo lo físico sea secundario a cómo te está yendo espiritualmente.
Aquí está la cuarta pregunta:
-
¿Refleja mi personalidad un compromiso personal de ser semejante a Cristo?
Note el versículo 3:
Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad.
Juan ya ha usado esta misma frase en su primera y segunda carta. La verdad equivale a todo lo que representa a Cristo – porque Él es la verdad.
Pero Juan enfatiza aquí que esto no era solo la verdad, esta era su verdad. ¡Él la poseía, él se la había apropiado!
Juan escribe: “He recibido noticias de los hermanos de que estás caminando en la verdad. Estás sacando la verdad al aire libre; no solo estás aprendiendo la verdad, estás viviendo la verdad. No solo estás hablando de Jesús, estás viviendo como Jesús”. Eso es lo que quiere hacer un seguidor – un verdadero discípulo de Cristo.
Un teólogo que vivió hace unos 150 años solía repetir que Jesucristo nunca pidió admiradores; Constantemente llamaba seguidores: esos son discípulos que demuestran el carácter de Jesús a sus seres queridos, a su iglesia, a sus compañeros de clase, a sus socios comerciales… a su mundo.
Una pregunta más:
-
¿Qué me hace celebrar como ninguna otra cosa en la vida?
Juan escribe en el versículo 4: No tengo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.
Juan dijo esencialmente lo mismo en Segunda de Juan, pero ahora agrega que no solo lo hace feliz, sino que es su mayor alegría.
Querido oyente, ¿Qué le hace sentir la mayor alegría? ¿Qué es lo que realmente lo llena?
¿Son acaso sus logros… el poder comprar algo nuevo… la marca de su automóvil?
Para Juan, el mayor gozo de la vida no se encontraba en algo que tenía; de hecho, su mayor alegría ni siquiera era algo que le estuviera sucediendo; su mayor gozo era que Cristo estaba haciendo algo en la vida de otra persona.
Todo pastor verdadero, todo maestro de la Biblia, todo hacedor de discípulos tiene este sentido de gozo, y también esta oración.
¿Es verdad que Gayo sigue firme en la fe? ¿Está avanzando? ¿Está creciendo?
¿Esas personas con las que oraste para recibir a Cristo – esas personas a las que está enseñando, guiando o animando – están realmente siguiendo a Cristo?
La semana pasada estuve viendo una entrevista antigua con Billy Graham. Alguien me envió el enlace y lo vi.
Lo habían invitado a hablar sobre la fe y las deficiencias humanas… y avances. Era principalmente una audiencia incrédula que lo había invitado a hablar y esperaban que él hablara sobre el gran impacto que había tenido en el mundo. Es decir, que hablara sobre los grandes avances que había logrado en su ministerio global.
En cambio, Billy Graham hizo lo contrario: comenzó con una historia divertida que mostraba cuán ineficaz era su predicación, aparte de la obra de Dios. Realmente aprecié mucho lo que dijo… y sé que sorprendió a su audiencia y, es más, yo diría que los persuadió a escucharlo con seriedad.
Él contó que, una vez, estaba en un avión y que sentado a su lado estaba el alcalde de la ciudad. Estaban teniendo una conversación agradable cuando un hombre en una fila delante de ellos que evidentemente había bebido demasiado comenzó a hablar en voz alta. Se puso un tanto agresivo y también se puso a coquetear con las asistentes de vuelo. Se levantó de su asiento varias veces y básicamente estaba molestando a los otros pasajeros. Billy dijo que todos se estaban enojando con este hombre.
Pero luego el alcalde se puso de pie y lo confrontó por la forma en que estaba actuando. Él le dijo al hombre: “¿Sabes quién es esta persona que está sentada aquí?” El hombre dijo: “¡No!” El alcalde dijo: “Este es Billy Graham” Y el hombre se detuvo en seco; lo miró y luego extendió la mano y dijo: “Sus sermones realmente me han ayudado”.
Juan escribe aquí que su mayor gozo es que Gayo, a quien había llevado a Cristo, era de hecho genuinamente salvo y la evidencia de ello se encontró en los testimonios repetidos de otros creyentes que pasaron tiempo con Gayo, observando su vida y su caminar con Dios.
Y al regresar a Éfeso, le dijeron a Juan – no que Gayo era perfecto, sino que estaba progresando… que caminaba en la verdad… qué él era un creyente de verdad. No era un admirador de Jesús sino un seguidor de Jesús.
Y para Juan no hay mayor gozo que saber eso.
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[i] Adapted from Jill Carattini, The Shape of Affection, Slice of Infinity blog (5-27-16)
[ii] Adapted from Warren W. Wiersbe, Be Alert (David C Cook, 1984), p. 141
[iii] Adapted from Life Application Bible: 1, 2 & 3 John (Tyndale, 1998), p. 141
[iv] Gary W. Derickson, 1, 2 & 3 John (Lexham Press, 2014), p. 655
[v] Ibid, p. 646
[vi] Kenneth S. Wuest, Word Studies in the Greek Text (Eerdmans, 1954), p. 219
[vii] J. Allen Blair, The Epistles of John (Loizeaux Brothers, 1982), p. 229
[viii] Adapted from David Guzik, 1-2-3 John and Jude (Enduring Word, 2005), p. 112
[ix] Derickson, p. 660
[x] Douglas Sean O’Donnell, 1-3 John (P & R Publishing, 2015), p. 189
[xi] David L. Allen, 1-3 John (Crossway, 2013), p. 271
[xii] Alexander Maclaren, Expositions of Holy Scripture: Volume 17 (Baker, Reprint 1982), p. 58