Introducción
Un periodista estadounidense introdujo una frase en 1889 que todavía se usa hasta el día de hoy para describir a alguien o algo que es superficial, trivial o sin importancia. La frase es «una milla de ancho y una pulgada de profundidad». El periodista en realidad estaba describiendo el río Platte, también conocido como el río Chato que se encuentra en Estados Unidos. Y aunque este río forma parte importante de la cuenca del río Missouri, se descalificó para su uso como ruta principal de navegación debido a su falta de profundidad.
Este periodista escribió – y cito – “El río tiene una gran circulación, pero muy poca influencia. Cubre una gran cantidad de terreno, pero no es profundo. En algunos lugares, tiene una milla de ancho y tres cuartos de pulgada de profundidad». Y así nació la frase. Y hasta el día de hoy, en los Estados Unidos, esta frase nunca se usa como un cumplido.[i]
Esa descripción me llamó la atención, y no pude evitar pensar en el cristiano promedio y en la iglesia promedio de hoy: podemos tener una gran circulación en el mundo, pero muy poca influencia.
Corremos el riesgo de tener una milla de ancho y una pulgada de profundidad.
Según la palabra de Dios, parte del problema, y parte de la solución, está directamente relacionado con la práctica de la imitación.
Los seres humanos son, por naturaleza, seguidores… e imitadores expertos. Un niño va a aprender a hablar y caminar observando y escuchando… por imitación.
Por eso habla como habla… suena como su madre o su padre.
Por otra parte, eso solía molestarme mucho hasta cuando llegué a la adolescencia. Solía enojarme tanto cuando respondía el teléfono, de niño, y la otra persona decía: «Hola Sra. Davey».
Así que trataba de poner la voz mas grave para no sonar como ella.
Al principio de la historia del éxodo israelita, el Señor le dio una advertencia a su pueblo a través de Moisés. En Éxodo 23 encontramos el interesante mandato donde Dios dijo: “No seguirás a los muchos…” En otras palabras, no imitarás a la multitud incrédula.
Salomón nos da la siguiente garantía comentando acerca de este principio de imitación: “El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado.” (Proverbios 13:20).
Si se relaciona con gente sabia, lo van a contagiar. Hierro con hierro se aguza.
Si se junta con necios, le va a hacer daño: pagará las consecuencias.
Recuerde, según la Biblia, ser un necio no tiene nada que ver con su coeficiente intelectual o su promedio de calificaciones o si entró a la universidad o lo lejos que llegó en su educación. un necio en la Biblia, es alguien que ha dicho en su corazón, no hay Dios(Salmo 14:1). En otras palabras, el necio vive su vida independientemente y en rebelión contra el Dios Creador.
Y si sigue a las personas que rechazan y retan a Dios, va por el camino equivocado.
Pienso en eso a menudo cuando me detengo a poner gasolina en mi camioneta. La bomba de gasolina tiene una pantalla de video incorporada para mostrar publicidad. Y tan pronto como deslizo mi tarjeta, comienza mostrando las tendencias… la mejor película, la mejor canción, el mejor videojuego. Quiero decir, esto es de lo que todo el mundo está hablando. Esto es lo que está de moda. Tiene que quedarse ahí durante 3 minutos y escuchar… y no hay botón de apagado, lo he buscado. Tiene que escuchar exactamente lo contrario de cualquier cosa que como cristiano querría seguir. Es la dirección opuesta a la que alguna vez desearía tomar.
Eso si que tiene una milla de ancho y una pulgada de profundidad.
El problema es que las multitudes lo persiguen. Y esto es parte del problema, los seres humanos tienden a seguirse unos a otros.
Somos imitadores por naturaleza, lo que significa que debemos elegir sabiamente.[ii]
De hecho, la Biblia usa el concepto de la imitación de manera negativa, pero también positiva.
- Pablo le dirá a la iglesia en Filipos que siga su buen ejemplo (Filipenses 3:17);
- Él les dirá a los corintios que lo imiten como él imita a Cristo (1 Corintios 11:1);
- El escritor de Hebreos le dice al creyente que sea imitador de aquellos que demuestran fe y paciencia (Hebreos 6:12);
- más adelante escribe que debemos imitar la fe de nuestros líderes espirituales que nos enseñaron la palabra (Hebreos 13:7);
- Pablo incluso le dirá a la iglesia en Tesalónica que imite a otras iglesias en la forma en que estas lidiaron con el sufrimiento (1 Tesalonicenses 2:14).
Dios nunca le dice al creyente que deje de imitar a otros; pero nos dice que nos detengamos y pensemos en el ejemplo que estamos siguiendo.
Ahora, el apóstol Juan acaba de describir a una persona que es de mal ejemplo en su tercera carta – una persona a quien no debemos imitar. Su nombre era Diótrefes.
Juan nos presentó a este líder eclesiástico orgulloso, irresponsable, hambriento de poder, imposible de enseñar, desafiante y cruel que estaba dirigiendo a su iglesia en la dirección equivocada.
Y si abre nuevamente la Tercera carta de Juan, verá que ahora le dice a Gayo, el destinatario de esta carta, que hay un hombre en su asamblea que vale la pena imitar.
Un Mandato que Obedecer
Pero antes de que nos presente a Demetrio, el buen ejemplo, observe que Juan nos entrega el mandato de practicar el arte de la imitación.
Lea conmigo el versículo 11, solo la primera parte.
Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. (3 Juan 11a).
La construcción gramatical de este mandato implica que no debemos imitar a una persona o una conducta malas, sino que debemos imitar a una buena persona o conducta.[iii]
Dios nunca dice, deja de imitar. Solo asegúrate de que vale la pena imitar la tendencia – que sea realmente buena y no pecaminosa o incluso superficial.
Y luego Juan amplía su mandato con esta descripción; observe nuevamente el versículo 11:
El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios. (3 Juan 11b). El que hace lo bueno y el que hace lo malo se refieren a dos tipos de patrones en la vida. Esta es la práctica de la persona.
Juan está describiendo a alguien que desea, persigue y practica el bien, en contraste con el que desea, persigue y practica la maldad.
Note, el que hace lo bueno, agrega Juan, es de Dios. Este es el vocabulario típico del apóstol Juan. En Juan 8:44, él usa este tipo de vocabulario cuando habla de unas personas que son del diablo; o en el capítulo 15, hablando de personas que son del mundo (Juan 15:19).
Ser de Dios, o del diablo, o del mundo, es una expresión que describe un vínculo, una relación familiar.
Lo que significa que alguien que ama y practica una conducta pecaminosa está revelando efectivamente su vínculo con el diablo, pero la persona que ama y practica una conducta sana y buena está revelando su vínculo con Dios.
El que hace lo bueno es de Dios, es decir, está demostrando un vínculo familiar y una semejanza familiar.
Ahora no me malinterprete. No es que uno hace cosas buenas para ser salvo… los inconversos pueden hacer cosas buenas. Juan no está sugiriendo que uno puede ser salvo automáticamente si imita la buena conducta.
Pablo le escribió a la iglesia de Galacia:
El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. (Gálatas 2:16).
Entonces, no hace cosas buenas para poder ir al cielo, hace cosas buenas porque va de camino al cielo. Solo está demostrando que su padre y su hogar están allá arriba.
Juan Calvino lo expresó muy bien cuando escribió que somos salvos solo por la fe, pero la fe salvadora nunca está sola – Juan Calvino (1509-1564).
Un creyente está motivado a hacer buenas obras para demostrar su relación familiar para que otros glorifiquen a su Padre que está en los cielos (Mateo 5:16).
El creyente es imperfecto en hacer el bien, pero sigue practicando este arte de imitar lo que es bueno, para la gloria de Dios.
Note una observación más: Juan escribe al final del versículo 11 que:
El que hace (o practica) lo malo no ha visto a Dios (3 Juan 11c).
Uno esperaría que terminara esta frase diciendo: «y el que hace lo malo, no es de Dios».
Pero en su lugar, lo cambia para que diga: «No ha visto a Dios».
Lo cual es confuso porque nadie ha visto a Dios en toda Su gloria. Entonces, ¿de qué está hablando?
Esta expresión de ver a Dios es un tema principal en los escritos de Juan… y ver a Dios es lo mismo que conocer a Dios.[iv]
Ver a Dios equivale a creer en el evangelio de Jesucristo.
En una típica conversación entre Jesús y Sus discípulos, Jesús les estaba enseñando acerca de Su unidad con el Padre, cuando luego Felipe lo interrumpe – y me alegra mucho que lo haya hecho, porque Felipe dijo exactamente lo que todos diríamos también.
Jesús dice
Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. (Juan 14:8).
En otras palabras, “Señor, ¿qué quieres decir con que hemos visto al Padre? Yo no he visto al Padre. ¿Alguno de ustedes ha visto Padre? Señor, muéstranos al Padre.
El Señor Jesús continúa explicando que Él y el Padre son uno, lo que significa que cualquiera que haya tenido los ojos abiertos para ver la realidad de Dios el Hijo, sus ojos se le han abierto para ver la realidad de Dios el Padre.
Así que Juan escribe aquí: El que practica el mal nunca ha visto a Dios (3 Juan 11c).
El que ama y practica y persigue e imita el mal no ha tenido los ojos abiertos a la preciosa realidad de Jesús y la gloria de Dios Padre.
¡Sus ojos están cerrados!
Juan Knox el reformador escribió comentando este texto que el que ama el mal no ha tenido ni un pequeño vistazo de Dios.[v]
Es como si Juan estuviera planteando la pregunta: ¿A quién esta imitando ¿Quién es su modelo? ¿Con quién habla y camina? ¿Es alguien cuya vida es malvada o tal vez son simplemente triviales o superficiales? Tienen una milla de ancho y una pulgada de profundidad.
¿O está imitando a alguien que ha visto la realidad del evangelio y la gloria de Dios, cuya vida probablemente no esté en lo que es tendencia en la pantalla de video en la estación de servicio?
Usted decide… a quien quiere seguir.
Un Modelo para Imitar
El apóstol Juan dice: “Tengo a alguien en mente, alguien digno de imitar.
Entonces, luego del mandato de obedecer, ahora Juan nos proporciona un modelo para seguir
El versículo 12 nos presenta a Demetrio. (3 Juan 12a).
Su nombre significa «perteneciente a Demeter». Esa era la diosa de la agricultura. Lo que significa que Demetrio había nacido en una familia incrédula con padres idólatras que habían estado absortos en la cultura pagana de Grecia y Roma, hasta el punto de dedicar su hijo a una diosa pagana.[vi]
No sabemos absolutamente nada de él más de lo que podemos notar aquí, en su breve aparición en esta carta. Pero solo podemos imaginarnos el testimonio de salvación que debe haber tenido.
Por cierto, si tiene la impresión de que las únicas personas que valen la pena seguir son las personas que provienen de una larga línea de creyentes piadosos, es hora de que conozca a Demetrio.
Querido oyente, la obra de Dios en su vida y a lo largo de su vida no depende de tener un pedigrí con todos los antecedentes y conexiones correctas. El Espíritu de Dios no está impedido en su vida porque sus padres no fueron salvos o su familia extendida. Tal vez hasta el día de hoy, ellos no creen en el Evangelio.
Demetrio fue nombrado en honor a una diosa pagana; es un cristiano de primera generación. ¡Me encanta eso! Y entienda esto también: Para Juan, Demetrio es el modelo que los cristianos deben imitar en esta iglesia en particular.
Puedo imaginar que Demetrio se sonrojó y se puso rojo como un tomate cuando leyeron esta carta en la asamblea.
¿Qué lo hizo digno de ser imitado?
Para responder a eso, Juan usa vocabulario que escucharía en un tribunal. Él usa una palabra varias veces que proviene del contexto de alguien que da testimonio legal en un tribunal de justicia.
Primero, está lo que llamaré:
- El testimonio de confiabilidad
Demetrio ha recibido un buen testimonio de parte de todos (3 Juan 12a).
Tener un buen testimonio está relacionado con la idea del versículo 11 de alguien que está haciendo lo bueno. El apóstol Pedro a menudo conecta el concepto de hacer lo bueno con hacer lo correcto – 1 Pedro 2:20 y 3:6.
En otras palabras, Demetrio tiene la reputación de hacer lo correcto.
Si le preguntara a cualquier persona que conocía a Demetrio: «¿Qué sabes de este chico?», todos le dirían lo mismo. “El siempre hace lo correcto. Puedes confiar en que Demetrio va a hacer lo correcto».
Recientemente leí acerca de un estudiante universitario de 19 años que estaba parado en el andén esperando en la estación de metro de Nueva York. De repente sufrió una convulsión y tropezó por el andén y cayó sobre una de las vías del tren, directamente en el camino de un tren entrante.
Un trabajador de la construcción de 50 años estaba parado en esa misma plataforma con sus dos hijas y se dio cuenta de que nadie más iba a ayudar, así que saltó a las vías y agarró al joven y rodó hacia un canal de drenaje que se encontraba entre las vías.
Un instante después, los vagones del tren pasaron estruendosamente por encima de ambos a sólo unos centímetros de distancia. Ninguno de los dos resultó herido.
En los días siguientes, este hombre mayor fue recompensado, le otorgaron el premio más importante de la ciudad por logros cívicos; Le dieron $10,000 dólares, lo invitaron a programas de televisión para entrevistarlo y así sucesivamente.
Él se sintió honrado por todo eso y minimizó su hazaña diciendo simplemente que alguien necesitaba su ayuda.
El director ejecutivo de la Autoridad de Transporte no estuvo de acuerdo con su humilde declaración, calificando lo que hizo como nada menos que un acto de valentía que desafió la misma muerte. Luego dijo esto, y esto quedó marcado en mi mente: Él estaba en el lugar correcto en el momento correcto y él hizo lo correcto.[vii]
Me llamó la atención que nosotros, como creyentes, estamos en el lugar correcto y en el momento correcto… pero ¿Estamos eligiendo hacer lo correcto? ¿puede la gente confiar en nosotros para hacer lo correcto? Usted se convertirá en una persona digna de seguir cuando lo haga.
Llamemos al testigo número 2 al estrado. Lo llamaremos:
- El testimonio de integridad
Juan escribe en el versículo 12:
Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma (3 Juan 12a)
La verdad declara que vale la pena seguir a Demetrio. Y tal vez esté pensando, esto es redundante; ya se nos ha dicho cuán responsable y digno de confianza que es Demetrio… y que todos están de acuerdo.
¿Por qué necesitamos el testimonio de la verdad?
Porque lo que la gente sabe de nosotros puede que no sea la verdad.
John Wooden es la persona a la que se le atribuye la frase: Tu carácter es lo que realmente eres, mientras que tu reputación es lo que la gente cree que eres.
Es posible pulir una reputación pública mientras esconde una gran cantidad de corrupción privada.
No hace mucho leí la biografía de un hombre que estaba en la cima social y financieramente hablando. Su yate costaba siete millones de dólares; su jet privado costaba otros 24 millones. Tenía casas en Francia y Palm Beach, pero pasaba la mayor parte de su tiempo en su apartamento de 3000 metros cuadrados en el corazón de la ciudad de Nueva York.
Todos querían conocerlo; la gente hacía fila para estrecharle la mano. Estar en su oficina de Manhattan, escribió el autor, era estar en el epicentro del éxito de las inversiones. O eso parecía hasta esa fría mañana de diciembre cuando finalmente confesó haber orquestado un esquema Ponzi por 20 años.
Cuando finalmente se lo confesó a su esposa y sus dos hijos esa mañana de Navidad, les dijo, y cito, «todo fue una gran mentira».
Este se convertiría en el crimen financiero más grande en la historia de los Estados Unidos. Sus clientes terminaron siendo estafados por 65 mil millones de dólares.[viii]
Su reputación era muy diferente a su carácter. Su influencia fue de una milla de ancho, pero solo una pulgada de profundidad.
El apóstol Juan personifica la verdad y luego la llama a al estrado de los testigos, por así decirlo, para dar testimonio de la realidad de Demetrio.
Es como si Juan entendiera: «Sé que es posible que todos tengan un buen concepto de Demetrio y que todos estén engañados… así que llamo a la verdad para que suba al estrado. Y la verdad declara, “Demetrio es una persona genuina. Él es íntegro. No tiene secretos oscuros guardados. Lo que ves en público es como él es en privado».
Entonces tenemos el testimonio de confiabilidad; el testimonio de integridad y ahora finalmente:
- El testimonio de responsabilidad
Juan escribe: «y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero.» (3 Juan 12b).
Con los pronombres plurales “nosotros y nuestro”, Juan parece estar refiriéndose a su iglesia local en Éfeso, y su propio testimonio personal de haber pasado tiempo con Demetrio.[ix]
¿Quiere un modelo que valga la pena imitar? Permítame preguntarlo de otra manera: ¿Está dispuesto a ser este tipo de modelo?
Una cosa es observar a alguien a quien vale la pena imitar; es otra cosa ser observado y considerado como una persona digna de imitar.
Conclusión
En una pared cerca de la entrada principal del famoso edificio histórico llamado el Álamo en San Antonio, Texas, donde se libró una batalla importante, hay un retrato de un hombre con la siguiente inscripción: James Butler Bonham. No existe una foto de él. Este retrato es de su sobrino, el alcalde James Bonham, que se parecía mucho a su tío. La familia lo puso allí para que la gente pueda conocer la apariencia de ese hombre que dio su vida por su patria.[x]
Tampoco existe un retrato literal de Jesús. Pero hemos sido puestos aquí, para mostrarle a la gente Su semejanza… un parecido familiar… una demostración viva, para que a través de nosotros el mundo pueda ver a Dios – un mundo que nos está mirando, un mundo cínico, que ha sido decepcionado, que está engañado, que se está preguntando si tenemos más de una milla de ancho y una pulgada de profundidad.
¿Somos más que eso?
Por la gracia de Dios y nuestra sumisión voluntaria a Su voluntad, ¡seamos más que eso!
—
[i] Brandon Hatmaker, A Mile Wide (Nelson Books, 2016), p. xi
[ii] Life Application Bible, 1, 2 & 3 John (Tyndale, 1998), p. 152
[iii] Adapted from Gary Derickson, Evangelical Exegetical Commentary: 1, 2 & 3 John (Lexham Press, 2014), p. 692
[iv] Karen H. Jobes, Exegetical Commentary on the New Testament: 1, 2 & 3 John (Zondervan, 2014), p. 322
[v] Adapted from Herschel H. Hobbs, The Epistles of John (Thomas Nelson, 1983), p. 170
[vi] Adapted from D. Edmond Hiebert, The Epistles of John (BJU Press, 1991), p. 343
[vii] Verena Dobnik, “NYC Subway Savior Showered with Gifts” (Associated Press (1-4-07)
[viii] Adapted from Max Lucado, Unshakable Hope (Thomas Nelson, 2018), p. 59
[ix] Derickson, p. 699
[x] Citation: https://www.preachingtoday.com/illustrations/1996/october/358.html