Introducción
El robo de identidad se ve a frecuentemente en las noticias. Más de 12 millones de personas se ven afectadas de alguna manera por el uso fraudulento de su tarjeta de crédito o información personal.
Hace unas semanas, se fue la luz en nuestra casa y permaneció así durante 6 días. El segundo día, traté de comprar un generador de energía, pero a la única tienda que le quedaban estaba a 2 horas de distancia – pero valía la pena el esfuerzo.
Así que traté de comprarlo por teléfono, pero mi tarjeta fue rechazada. Afortunadamente, el vendedor creyó que realmente estaba en camino a comprarlo, y me lo guardó hasta que llegara.
Cuando llegué, la tienda estaba inundada de solicitudes de generadores. Y solo quedaban dos, el que tenían reservado para mí, y otro para alguien que también había manejado desde otra ciudad hasta la tienda como yo.
Luego descubrí que la razón por la que rechazaron mis tarjetas tenía que ver con la seguridad cibernética; junto con la industria bancaria que bloquea cualquier actividad sospechosa. Si usted siempre usa su tarjeta en una ciudad, y de pronto hay una compra importante a varias horas de distancia, es probable que su tarjeta se bloquee.
Mi compra no funcionó por teléfono, pero funcionó cuando llegué.
El robo de identidad ocurre cuando alguien roba su nombre y otra información personal y usa su identidad para su propio beneficio.
Es su identidad, y realmente no quiere que nadie más la use para sus propios fines.
Sin embargo, cuando piensa en esto, descubre que el cristiano es, por definición, alguien que ha tomado la identidad de otra persona. Incluso ha tomado el nombre de otra persona y se llama a sí mismos por ese nombre: cristiano. Y se llama a sí mismo con ese nombre porque ha tomado la identidad de otra persona: Jesucristo.
No solo tiene una identidad con la que no nació y que tampoco se la ganó, como cristiano, en realidad ha usado la identidad de Jesucristo para entrar en Su cuenta corriente, por así decirlo, y está usando todos los beneficios de Su identidad, incluyendo, al final, recibir Su mismísima herencia eterna.
Sin embargo, este no ha sido un robo de identidad, ¡es un regalo de identidad![i]
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
Los creyentes esparcidos por Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia han perdido su identidad en su comunidad. Han perdido su estatus, su posición, sus beneficios terrenales, su sentido de significado.
Si había un grupo que pudiera considerarse como el más desafortunado y desfavorecido del planeta, ese habría sido este grupo cristianos.
Pero Pedro no siente lo mismo. De hecho, él les dice en el versículo 8 del capítulo 1 que tienen una herencia por medio de su relación personal con Cristo, pueden estar gozosamente contentos pase lo que pase.
La verdad es que estos creyentes, y los cristianos hasta el día de hoy, quizás no se sientan tan privilegiados.
Y lo que hace Pedro a continuación, es hacer una pausa, como si dijera: “Y ya que estamos hablando de su posición de gran privilegio en Cristo a través de la salvación… Hablemos de cuan privilegiados son.”
Y lo hace al mostrarnos tres verdades clave. Primero:
Nuestros privilegios han sido la fijación de profetas
Note el versículo 10.
Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros administraban las cosas que ahora os son anunciadas.
Esa es una manera larga de decir que los cristianos del Nuevo Testamento, aunque estaban dispersos y rechazados, estaban mejor que incluso los profetas del Antiguo Testamento.
Y lo que Pedro hace en este punto es mostrarles a estos creyentes dispersos cuánto mayores eran sus ventajas con respecto a los profetas del Antiguo Testamento. ¡Lo tienen mejor que los profetas!
Permítanme explicar esa declaración haciendo tres observaciones:
- Por un lado, los profetas examinaron las Escrituras que no estaban completas.
Si bien estos creyentes sufrientes habrían tenido la tentación de pensar cuán grandioso sería que Dios les hablara en voz alta, como lo hizo con muchos de Sus profetas, Pedro básicamente da a entender que a los profetas les habría encantado cambiar de lugar con nosotros.[ii]
Note nuevamente en el versículo 10 que todo lo que podían hacer era inquirir e indagar diligentemente.
La palabra inquirir viene de un verbo que significa montar una investigación intensiva, estudiar diligentemente, y tratar de encontrar las respuestas a los acertijos con esfuerzo minucioso.[iii]
La frase, indagar diligentemente, se usa para un león que sigue el olor de su presa. En otras palabras, los profetas, con toda diligencia, pasaron sus vidas buscando las implicaciones de todo lo que habían escrito.[iv]
Desde Moisés hasta Malaquías, a los profetas se les dio información acerca de una era venidera de gracia; sabían que un gran número de gentiles se salvarían; tenían un concepto del Calvario y ciertamente las profecías hablaban de una expiación final. Pero no sabían cómo se relacionaban los simbolismos de las fiestas judías anuales, especialmente de la Pascua y Pentecostés con la muerte de Jesús o la creación de la iglesia.[v]
La verdad sobre la iglesia era un misterio oculto en el Antiguo Testamento, escribió Pablo en Efesios 3. Los profetas del Antiguo Testamento esperaban por fe un sacrificio en el Monte Calvario donde el Mesías sufriría y moriría (Salmo 22 e Isaías 53); también podían ver la cima de la montaña más allá del Monte Calvario, llamado el Monte de los Olivos, donde su Mesías regresaría en gloria (Zacarías 14).[vi]
Pero desde su punto de vista no podían ver el valle entre esas dos montañas – un valle que llamamos la era de la iglesia, que ha durado unos 2000 años.
Entonces, ¿quién está mejor? ¿El profeta del Antiguo Testamento que esperaba la voz o las visiones de Dios, que tenía poca revelación escrita sobre el futuro? ¿Quien esperaba un reino pero no sabía nada de la iglesia?
Pedro le está recordando al creyente que tiene la revelación completa.
Para cuando se termina el Nuevo Testamento, el creyente aprende que los próximos eventos en la cronología profética incluyen:
- El rapto de la iglesia,
- La tribulación venidera cuando Dios juzgue a al mundo y prepare a Israel para su restauración;
- El reino milenial donde nosotros reinaremos con Cristo en la tierra;
- La batalla contra Cristo donde Él resultará victorioso.
- La destrucción de la tierra y el universo,
- el juicio final del mundo incrédulo
- La gloria eterna para el creyente cuando entren en el cielo nuevo y la tierra nueva para siempre.
Los profetas estaban tratando de juntar las piezas del rompecabezas de la historia humana, pero les faltaban muchas piezas.
¿Alguna vez se puso a armar un rompecabezas y llegando al final, se dio cuenta que le faltaban algunas piezas críticas? La imagen simplemente no se une… el rompecabezas no se puede completar.
Querido oyente, ¡qué ventaja! Usted tiene el increíble privilegio de haber recibido todas las piezas del rompecabezas… tiene la palabra suficiente y completa de Dios.
Pedro nos dice, primero, los profetas examinaron las escrituras que no estaban completas;
- En segundo lugar, los profetas señalaron un Salvador cuyo nombre no conocían.
Fíjense nuevamente en el versículo 11 que ellos
escudriñaban qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.
En otras palabras, sabían que el Mesías vendría: esperaban por fe en la venida del Mesías para morir y así pagar por el pecado de forma completa y final – y esta fe resultó en su salvación, así como nosotros somos salvos al poner nuestra fe en el Mesías que vino.
Pero en su caso, estaban tratando de juntar las pistas para saber cuándo vendría. Y quién sería Él.
Ellos anticiparon al Cristo – el Ungido, pero no sabían que Su nombre sería Jesús.[vii]
Nadie lo hizo, hasta que el ángel le anunció a José, que le pusiera por nombre Jesús – Yeshua – Josué (en hebreo) porque ese nombre significa libertador – porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados. (Mateo 1:21). Las piezas finales comenzaron a encajar.
Los profetas se habían preguntado cuándo vendría el Mesías, cuáles serían los tiempos – escribe aquí Pedro – cuáles serían los distintivos de su ministerio – quién sería precisamente esta persona que vendría como salvador, juez, profeta, sacerdote y rey. Buscaron en las Escrituras para averiguar todo lo que pudieron acerca de quién era Él y cuándo vendría.[viii]
Y escuche esto: los profetas del Antiguo Testamento no pudieron desentrañar las diferencias entre las dos venidas de Cristo: Primero para redimir y luego para reinar. De hecho, algunos comentaristas judíos postulan que hay dos Mesías diferentes, uno el Mesías sufriente y el segundo el Mesías soberano.[ix]
Note cómo Pedro nos explica que sería un solo Mesías en el versículo 11 donde habla tanto del sufrimiento como después de la gloria de Cristo; tanto la cruz como la corona venidera.
Sí, sufriría y moriría, pero después vendrían las glorias:
- de la resurrección (Mateo 28);
- y Su ascensión (Hechos 1);
- y Su regreso al trono de Gloria (Juan 17, Hebreos 1 y Apocalipsis 3);
- de su regreso por la iglesia (1 Tesalonicenses 4);
- de Su recreación de los cielos y la tierra (2 Pedro 4);
- de su reinado final y eterno reinado como Juez y Rey sobre todas las cosas (Colosenses 3 y Apocalipsis 20).[x]
Lo cual es otra forma de decir, incluso en esta dispensación del Nuevo Testamento hemos visto bastante, ¡no hemos visto nada aún!
Pero qué privilegio es haber recibido toda esta información en esta revelación completa.
Puede haber experiencias maravillosas por delante, pero no hay piezas faltantes en el rompecabezas del plan glorioso de Dios.
Los profetas examinaron las escrituras que no estaban completas;
Los profetas señalaron al Salvador cuyo nombre no conocían.
- Tercero, los profetas entendieron que su servicio era para una generación futura.
Note ahora el versículo 12. A éstos (es decir, a los profetas) se les reveló que no administrarían esas cosas para sí mismos, sino para nosotros…
En otras palabras, a ellos no les correspondía presenciar el cumplimiento de sus profecías.[xi]
El verbo administrar pinta una imagen de alguien que pone la mesa, pero solo para que alguien más venga y coma la comida.[xii]
Y lo asombroso es que estos profetas lo sabían. Observe nuevamente cómo comienza el versículo 12: se les reveló que no para sí mismos… administraban las cosas.
Se les reveló que nunca comerían el banquete personalmente; no vivirían lo suficiente para ver la mesa llena de las palabras y obras de su Mesías, Jesucristo. La comida vendría más tarde.
Y Pedro les está recordando a estos creyentes del Nuevo Testamento: “Miren cuanta ventaja tienen ustedes que están viviendo en estos días, sin importar cuán atribulados y difíciles sean. Pueden sentarse a la mesa que pusieron los profetas. Pueden deleitarse con la revelación y el conocimiento de Jesucristo.
Los profetas dedicaron sus vidas a poner la mesa con anticipación, fe y fidelidad pensando en nosotros.
¡Qué ejemplo! por cierto. Imagine nunca haber probado una fruta. Solo ha oído hablar de las frutas; solo ha escuchado breves descripciones de lo dulces, crujientes, jugosas y llenas de sabor que son… pero le dicen que nunca probará una fruta en su vida. Sin embargo, el trabajo de su vida es sembrar huertos para que las generaciones venideras puedan disfrutarlas.
Y luego imagínese entregar su vida, fielmente – apasionadamente – a esa tarea.
Detengámonos por un momento para quitarnos el sombrero ante los profetas. Que fiel tarea… en qué lucha sin recompensa se involucraron, solo para ser recompensados, en su mayor parte, después de que terminaran sus vidas.
Qué testimonio nos entregan los profetas a cada uno de nosotros. Qué ejemplo para seguir.
Querido oyente, no se sabe hasta dónde llegarán los efectos de su vida en otros. No se sabe cuántas personas influirá con la mera fidelidad que demuestra en su trabajo, a su familia – a su Señor – al cumplir su llamado de hacer discípulos – cómo influirá su inversión en el ministerio y la misión – no tiene idea de cuán lejos llegarán los efectos de lo que haga en su vida.
Lo que está haciendo, quizás esté preparando la mesa para las generaciones venideras.
William Barclay cuenta que un anochecer vio a un farolero ciego encendiendo las lámparas. Iba con su bastón yendo de poste a poste de luz trayendo a otros una luz que él mismo nunca experimentaría.[xiii]
Imagine eso. ¡Que privilegio el nuestro! Tenemos los privilegios que habían sido la fijación de los profetas.
Pedro continúa recordándoles a estos cristianos y a nosotros, en segundo lugar, que…
Nuestros privilegios son el enfoque principal para los predicadores.
Mire de nuevo el versículo 12 – la mitad del versículo–
administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo.
Pedro escribe aquí que el Espíritu Santo fue enviado desde el cielo. Hechos 2 nos dice que el Espíritu descendió del cielo el Día de Pentecostés; sabemos que Su venida fue el cumplimiento de la promesa de Cristo quien dijo que después de ir al Padre, enviaría el Espíritu para que estuviera con nosotros y formara la iglesia (Juan 16).
Y Pedro también deja muy claro aquí que la predicación del evangelio es facultada y fortalecida por el Espíritu Santo que obra en y a través del predicador, el mensajero.
Así como el mensaje del profeta no se originó con él, el mensaje del predicador tampoco proviene de sí mismo. Los profetas ni los predicadores son originales.
El predicador debe ser como el profeta en que estudia las Escrituras; indagando en la palabra en busca de pistas; extrayendo las gemas de las profundidades de las cavernas bíblicas. El predicador tendrá que estudiar y aprender y luego, después de todo eso, debe depender del Espíritu Santo para que lo capacite y de poder al mensaje para que traiga transformación y fruto espiritual.
Cuando me dirijo al púlpito, a menudo repito las mismas palabras que Charles Spurgeon solía repetir mientras subía a la plataforma desde donde predicaba. Al subir cada escalón, pronunciaba en voz baja: “Creo en el Espíritu Santo… Creo en el Espíritu Santo… Yo creo en el Espíritu Santo.”
Aunque Spurgeon era increíblemente elocuente e interesante, sabía que no importa cuán capaz, cuán razonable, cuan hábil era. Sin el Espíritu Santo, él y todos los predicadores no lograrían absolutamente nada.
Pero Pedro agrega esta frase de aliento: observe cómo tanto el Espíritu como el mensaje que el Espíritu capacita provienen ¿de dónde? del cielo.
Querido oyente, cada vez que estudie a los profetas; cada vez que estudie la palabra de Dios por su cuenta; cada vez que escucha una verdadera exposición bíblica, en realidad está recibiendo un mensaje directamente del cielo.
Piense en estos creyentes dispersos a quienes Pedro estaba escribiendo originalmente; sin duda pensaban que el cielo los había olvidado. ¡El cielo no los había olvidado!
Cada sermón era un recordatorio; todo mensaje era un mensaje del cielo; lo que significa que nunca pasa de moda, siempre está actualizado, siempre es relevante; siempre importa, siempre vale la pena escucharlo.
Por curiosidad, me metí a internet la semana pasada y leí algunos de los titulares de años pasados: titulares que fueron devastadores, que cambiaron vidas – noticias alarmantes, fascinantes e interesantes.
Y hoy, años después, tienen poca importancia, a pesar de que fueron muy importantes en ese entonces.
Por ejemplo, en 1914, el diario Washington Times tenía en primera plana la noticia: “Estudiante serbio asesina al archiduque y su duquesa”. Esa fue la cautivante noticia durante días.
Quince años después, en 1929, los titulares de todo el mundo decían: “Wall Street en pánico mientras las acciones se desploman”. Y, por supuesto, siguió la gran Depresión.
¿Recuerda usted cuales fueron los titulares el año pasado, hace cinco años, la semana pasada?
El mensaje del cielo, y el mensaje del evangelio siempre será relevante, hoy, mañana y para siempre.
Sus privilegios fueron la fijación de los profetas. Sus privilegios son el enfoque principal de una verdadera predicación.
Finalmente,
Sus privilegios son la fascinación de los ángeles
Note el final del versículo 12: cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.
Estas cosas relacionadas con el evangelio, con la salvación, con la posición privilegiada del creyente, son cosas que los ángeles anhelan examinar.
Como verá, los ángeles nunca experimentaron la salvación. Cristo no murió por los ángeles. Los ángeles que no participaron en la rebelión de Satanás permanecieron santos y fueron confirmados en su santidad para Dios, y los ángeles que se rebelaron fueron confirmados en su mal estado y un día serán arrojados al Infierno eterno (Santiago 2:19 y Mateo 25:41).[xiv]
Hebreos 2:16 dice claramente que Cristo no murió por los ángeles sino por la humanidad. En otras palabras, solo la humanidad fue diseñada para experimentar la salvación a través de la gracia de Dios en Cristo Jesús.
Así que los ángeles no saben lo que significa experimentar el alivio, el gozo, la liberación y la maravilla de ser un pecador salvado.[xv]
Pero es su fascinación, escribe Pedro.
La expresión traducida “anhelan mirar” habla de un continuo anhelo interno de comprender. No significa que no puedan entender el plan de redención, solo se refiere a su santa curiosidad por observar y deleitarse en las glorias del plan de Cristo en y a través de los cristianos a lo largo de la historia de la iglesia.[xvi]
Tienen esta fascinación incurable de ver cómo se desarrolla la gloria de Dios a lo largo de la historia humana.
Como verá, estos creyentes dispersos y sufrientes podría haber pensado: ojalá pudiéramos ser como esos profetas piadosos del Antiguo Testamento. ¡Ellos estaban mejor que nosotros! No, no lo estaban. Estaban tratando de armar un rompecabezas al que le faltaban piezas.
Bueno, predicadores como Pablo, Silas y Timoteo, tienen una ventaja sobre nosotros. Estaban mejor que nosotros. No, tampoco. Dependieron completamente del Espíritu Santo al igual que usted.
Bien entonces… ¡ya lo sé! ¡Los ángeles están mucho mejor que nosotros! No, ellos tampoco.
Nosotros recibimos la gracia que los ángeles no dejan de contemplar con asombro y curioso anhelo.
Ellos están observándolo… a usted y a mí… con la creciente comprensión y emoción de que nosotros, la iglesia, estamos participando en el capítulo final de la historia de redención. Están maravillados con santa curiosidad al ver que los cristianos participan en nada menos que el drama más grande en la historia de la humanidad.
Y saben la gloria que nos espera… y es como si nos quisieran animar.
Piense en esto:
Cuando Dios creó el mundo con el poder de su palabra, los ángeles estuvieron allí alabando y regocijándose en el poder de Dios (Job 38:7)
Vieron la caída del poderoso Lucifer junto con multitudes de su propia especie, en eterna rebelión (Isaías 14)
Algunos de ellos fueron asignados para proteger las puertas del Edén, para evitar que Adán y Eva volvieran a entrar y comieran del Árbol de la Vida luego de haber pecado (Génesis 3:22).
Ángeles visitaron a Abraham y anunciaron el milagroso nacimiento de Isaac (Génesis 18)
Los ángeles estuvieron presentes cuando Dios le entregó la Ley a Moises (Hechos 7:53; Hebreos 2:2)
Los ángeles estuvieron activos durante el período de los Jueces (Jueces 13)
Ángeles ministraron al profeta Elías (1 Reyes 19)
Ángeles protegieron a Eliseo (2 Reyes 6:17)
Un ángel anunció el nacimiento de Juan el Bautista y Jesús (Lucas 1)
Un ángel le dijo a José que se quedara con María (Mateo 1)
Un ángel les anunció a pastores que Jesús había nacido (Lucas 2) y una multitud de ángeles aparecieron alabando a Dios por este nacimiento (Lucas 2)
Ángeles ministraron a Jesús después de Su tentación (Mateo 4:11) y después de Su agonía en oración en el Huerto de Getsemaní (Lucas 22).
Jesús anunció que doce legiones de ángeles estaban listas para rescatarlo si Él daba la orden (Mateo 25:31) – y por cierto, 12 legiones de ángeles habrían sido alrededor de 72,000 ángeles.
Hubo actividad angelical en la resurrección de Cristo (Lucas 24)
Un ángel rescató a Pedro milagrosamente de la prisión – sin una palabra ni un movimiento, lo liberó de sus cadenas y todas las puertas se abrieron (Hechos 12);
Si pudiera adelantar la cinta, los ángeles aparecen en casi todos los capítulos del Libro de Apocalipsis.
- Ángeles detienen el viento (7)
- Sellan a los 144.000 testigos (7)
- Tocan las trompetas del juicio (8-11)
- Predican el evangelio (14:6-7)
- Anuncian la caída de Babilonia (14)
- Advierten a la raza humana que no siga al anticristo (14)
- Derraman las copas de la ira de Dios (15-16)
- Aprisionan a Satanás en el Abismo durante el reinado milenial (20)
- Y le muestran al Apóstol Juan la Ciudad Celestial (21-22)
¡Esa es una forma larga de decir que los ángeles son criaturas asombrosas y que los ángeles lo han visto todo!
Pero Pedro nos informa que la atracción de los ángeles y su fascinación más profunda y gozosa es lo que Dios está haciendo… con usted… y conmigo.
Pedro les está diciendo esto a ellos, y también a usted: El mundo podrá considerarlos insignificantes y dignos de lástima, ustedes son en realidad los honrados participantes del drama más grande que se desarrolla en la historia universal.
Dios le ha dado un regalo de identidad.
Y me imagino que los ángeles apenas pueden contener su gozo, no solo cuando un pecador se arrepiente (Lucas 15:10), sino cuando, en la gloria venidera, el creyente llegue a la presencia de Su Señor y Salvador y sea recompensado y reine con Él en esplendor.
Estamos mucho mejor de lo que pensábamos.
Conclusión
Un querido amigo y ex profesor de seminario, el Dr. Eugene Petersen, hace no mucho partió a la presencia del Señor.
Un mes antes de morir, recibió la condecoración más alta de Francia, la Legión de Honor, en una ceremonia especial. Me invitaron a asistir y, no queriendo perderme quizás la última oportunidad de verlo con vida, fui. La ceremonia se llevó a cabo en las antiguas Salas de la Corte Suprema dentro del Capitolio del estado de Colorado, Estados Unidos.
La ceremonia, organizada por el país de Francia, premiaría a 6 hombres que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. Entre ellos estaba un prisionero de guerra, un piloto de combate y mi amigo, que había sido herido en batalla en uno de los aterrizajes característicos que liberaron al país de Francia de Hitler.
Luego de leer su biografía, le pidieron al Dr. Petersen que se pusiera de pie, y el oficial se le acercó para entregarle la medalla de honor. En su idioma nativo francés, le agradeció por luchar por la libertad de Francia.
La mayoría de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial se secaron las lágrimas de los ojos después de recibir su premio.
Dentro de un mes, Eugene Petersen, fue a su hogar eterno para una recepción muchísimo más asombrosa en las cortes del cielo.
Y no pude evitar pensar que lo que vi ese día fue un pequeño reflejo de aquel día cuando el creyente recibirá de parte de Cristo mismo las recompensas por pelear la buena batalla… por correr la carrera.
Y los ángeles, estoy seguro, se agolparán alrededor y observarán con santa curiosidad a todos los que somos destinatarios tan privilegiados de Su gracia.
Entonces, mientras hace lo que hace, sin importar cuán cotidiano o importante sea, no es una mala idea recordar que usted es increíblemente privilegiado… está mucho mejor de lo que pensaba… y está siendo observado.
No de mala manera… pero con curiosidad, interés y asombro hacia nosotros… porque hemos recibido este regalo de identidad único de nuestro Creador y nuestro Dios, quien es nuestro Bendito Salvador y Redentor personal.
—
[i] Elyse Fitzpatrick, Because He Loves Me: How Christ Transforms Our Daily Life (Crossway, 2008), p. 51
[ii] Juan R. Sanchez, 1 Peter For You (The Good Book Company, 2016), p. 36
[iii] John Phillips, Exploring the Epistles of Peter (Kregel, 2005), p. 55
[iv] Ibid
[v] Adapted from Phillips, p. 57
[vi] Warren W. Wiersbe, Be Hopeful: I Peter (David C Cook, 1982), p. 38
[vii] Adapted from D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH, 1984), p. 75
[viii] Adapted from John MacArthur, 1 Peter (Moody Publishers, 2004), p. 54
[ix] Phillips, p. 58
[x] Adapted from Hiebert, p. 78
[xi] MacArthur, p. 56
[xii] Adapted from Hiebert, p. 79
[xiii] Barclay, 181
[xiv] Adapted from Lou Barbieri, Everyman’s Bible Commentary: First & Second Peter (Moody Publishers, 1975), p. 50
[xv] Sanchez, p. 40
[xvi] Adapted from Hiebert, p. 80