Introducción
Después de la inesperada muerte de su padre, la reina Isabel llegó al trono e inmediatamente luchó con todo lo que significaría la corona en términos de responsabilidad y deber.
No mucho después de su coronación, todavía afligida por la pérdida de su padre, recibió una carta de su abuela, la reina María, quien la animaba a asumir su cargo con determinación y dedicación.
La carta decía: “Queridísima Isabel, debes dejar estos sentimientos a un lado ahora que el deber te llama. Tu gente necesita tu fuerza. He vivido para ver tres grandes monarquías derribadas por no haber separado las indulgencias personales de su deber. Mientras lloras la pérdida de tu padre, debes llorar por ti misma; porque has sido reemplazada por una Isabel diferente. Las dos Isabeles estarán frecuentemente en conflicto entre sí; pero la corona siempre debe ganar.”
Las dos Isabeles estarán frecuentemente en conflicto entre sí, pero la corona siempre debe ganar.
Esa resulta ser una analogía fantástica con la vida cristiana. Querido creyente, usted es un miembro de la familia del Rey. Ahora es un miembro real de Su Reino de Luz.
Ahora comienza la verdadera batalla. El Apóstol Pablo la describe como el conflicto entre la carne y el espíritu; entre el viejo hombre y el nuevo hombre (Romanos 7 y Efesios 4).
Hay un antiguo usted y una nueva versión real de usted (2 Corintios 5:17); y ustedes dos estarán frecuentemente en conflicto; pero la versión real, la nueva creación en Cristo, la corona, debe ganar diariamente.
Tiene una pelea en sus manos… No contra otros creyentes, sino contra usted mismo (Romanos 7:23):
- Una guerra dentro de nosotros contra el viejo yo que no quiere ceder ante la corona,
- Una guerra que nos tienta a diario a apartarnos de nuestro deber para con el Reino al que pertenecemos, y el reino en el que un día reinaremos con Cristo.
Entonces, ¿cómo gana corona, y todo lo que representa para el cristiano… cómo gana la corona en nuestra vida diaria y en nuestra batalla diaria con el pecado, nuestra propia carne y el diablo? Esa es la pregunta.
A la luz de esta analogía y del texto que estamos a punto de explorar juntos, el punto de los próximos versículos podría entenderse de esta manera: En la batalla diaria entre nuestra carne y nuestro espíritu – entre nuestro viejo hombre y el nuevo hombre, cada vez que desee lo correcto, la corona ganará.
Abra su Biblia conmigo en la primera carta del apóstol Pedro, capítulo 2 y exploremos la respuesta en los primeros versículos.
Desechando, pues… Es decir, a la luz del hecho de que ha nacido de nuevo en una nueva familia, capítulo 1:23; y a la luz del hecho de que ahora está bajo una nueva autoridad – la palabra de Dios – capítulo 1:24 y 25,
Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
Una vez más, estos versículos constituyen una sola oración. Evidentemente, la capacidad de escribir oraciones largas era un don apostólico.
Una cosa importante para señalar, gramaticalmente, es que toda esta oración gira en torno a un mandamiento – un verbo. Lo puede encontrar al principio del versículo 2. Es el verbo desear. Puede traducirlo también como anhelar, antojar o ansiar.[i]
La búsqueda de una vida santa implica desarrollar un anhelo santo – santos deseos.
Ahora, antes de que Pedro explique en detalle este santo deseo, él menciona 5 actitudes que, en este contexto, arruinarán su apetito.
En otras palabras, para realmente anhelar lo que debería anhelar, hay cinco actitudes a las que necesita renunciar.
Actitudes que Debemos Desechar
- Malicia
Note que la primera actitud a desechar, en el versículo 1 es la malicia.
Pedro escribe, Desechando, pues, toda malicia. Le invito a subrayar esa pequeña palabra que se repite 3 veces en el versículo 1: la palabra, toda. En la búsqueda de la santidad, no hay lugar para excepciones pecaminosas. Desechando, pues, toda… y toda significa toda. Toda malicia.
Malicia, en general, se refiere al mal comportamiento, un espíritu de odio, un deseo malo de lastimar a los demás. Seguramente los cristianos nunca hacen nada de eso, ¿verdad?
Evidentemente, los cristianos del primer siglo lo estaban haciendo, porque Pedro los exhorta aquí a demostrar su nuevo nacimiento y su estatus real.
Pablo dio prácticamente el mismo mandato a los creyentes en Éfeso cuando escribió: Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia (Efesios 4:31).
La voluntad de dejar de lado la malicia es algo que distinguirá a los creyentes que están creciendo en su fe de los creyentes que simplemente están envejeciendo en su fe.
Y hay una gran diferencia entre envejecer y crecer. Veremos eso en un momento.
Pedro está hablando del creyente que toma decisiones continuamente deseando ser fiel en todas las áreas de su vida; se refiere a elecciones de comportamiento deliberadas y continuas.[ii]
Desechando, pues, toda malicia. La idea de la palabra desechar es bastante evidente. Se refiere a arrojar algo o ponerlo a un lado – como cuando uno se quita la ropa sucia. De hecho, esta es la misma palabra que se usa cuando las personas estaban apedreando a Esteban hasta la muerte en el primer siglo, y Lucas nos dice que pusieron sus ropas a los pies de Saulo (Hechos 7:58). Se quitaron las túnicas para tirarle piedras a Esteban con más fuerza.
Esta es la misma palabra que usó Pablo cuando exhortó al creyente a desechar las obras de las tinieblas, y vestirse las armas de la luz (Romanos 13:12).
El cristiano que busca la santidad está eligiendo diariamente, a veces momento a momento, deliberadamente quitarse las vestiduras de su vida anterior que todos los días intentan aferrarse a él, y ponerse, por así decirlo, las vestiduras de su estatus de realeza.
El cristiano que crece en santidad llega a odiar aún más esa ropa vieja.
Así que desechamos lo malo… y deseamos lo bueno. Todo es parte del conflicto diario entre el viejo hombre y nuevo hombre.
Pedro nos recordó en el capítulo 1 que vamos de camino a nuestra herencia eterna, imperecedera y gloriosa porque aún ahora somos reyes y reinas en el Reino que pertenece al Rey de Reyes.
Entonces, incluso antes de que llegue ese momento en la eternidad cuando su cuerpo y su mente y su corazón y su personalidad sean glorificados en santidad completa y perfeccionada, Pedro le está ordenando que elija deliberadamente ahora mismo, en todos los aspectos de la vida diaria, que la corona gane.
Deseche el vestido viejo de la malicia. Sea amable, no malicioso.
- Engaño
Pedro añade otra actitud que debemos desechar. Desechando, pues, toda malicia y todo engaño.
La palabra traducida engaño significa manipulación astuta. Es una referencia a cualquier tipo de engaño.
Entonces, la pregunta es, ¿qué tan comprometidos estamos con la honestidad? ¿Qué hay de sus exámenes en el colegio o la universidad? ¿Es honesto en su informe de gastos o en su reporte de devolución de impuestos?
Se dice que Abraham Lincoln, como abogado, no aceptaba casos en el que no creyera que la justicia estaba de su lado. Una vez, un hombre vino a contratarlo y, mientras el hombre explicaba los hechos del caso, Lincoln se quedó sentado, mirando al techo en profunda reflexión. Cuanto más hablaba el hombre, más convencido estaba de que no era inocente y, bastante abruptamente, Lincoln giró su silla y dijo: “Tienes un buen caso en tecnicismos, pero un mal caso en equidad y justicia. Tendrá que conseguir a alguien más para ganar este caso por usted”. El hombre protestó, pero Lincoln dijo: “No puedo hacerlo. Todo el tiempo, mientras este defiendo su caso ante el jurado, estaré pensando: ‘¡Lincoln, eres un mentiroso!’ y podría olvidar dónde estoy y decirlo en voz alta”.[iii]
Pablo escribió que los creyentes que buscan la santidad deben preocuparse de hacer las cosas honradamente, no solo delante del Señor, sino también delante de los hombres (2 Corintios 8:21).
El engaño puede que no sea tan descarado como la malicia, pero el objetivo final es el mismo. O sea, es posible que no discuta con alguien o le grite o lo intimide, pero aun así quiere salirse con las suyas; solo que de una manera más civilizada, astuta y manipuladora.
De hecho, esta palabra traducida engaño se usaba en el primer siglo para cebar un anzuelo para pescar; era una referencia al cebo.
Yo no pesco, así que no sé qué tipo de cebo poner en un anzuelo, pero cada vez que quiero atrapar un ratón, pongo un poco de mantequilla de maní en la trampa.
Cuando lee la palabra engaño aquí, puede pensar entonces en ese concepto de poner mantequilla de maní en la ratonera.
Ahora volvamos al texto.
- Hipocresía
Pedro continúa y dice, en tercer lugar, que desechemos o dejemos de lado la hipocresía.
Comentamos esta palabra en nuestro último estudio donde Pedro habló del amor no fingido, es decir, sincero, no-hipócrita – un amor que no tiene máscara.
Podría decirse de alguien que lo recibe con una cara que es diferente a lo que tiene en su corazón.[iv]
- Envidia
Pedro añade, a continuación, que debemos desechar la envidia.
La envidia es el resentimiento por la prosperidad o las bendiciones de otra persona. La envidia lleva al rencor, la amargura, el odio y los conflictos (Santiago 4:1-3). La envidia quiere tener lo que tiene la otra persona. Y, por cierto, eso empieza a una edad muy temprana.
Joseph Epstein escribió un libro titulado, Envidia, publicado el 2003. Él dijo algo que nosotros, como adultos y padres, podemos ignorar en cuanto a los niños. Epstein confesó que su infancia estuvo llena de envidia. Él escribió: “Envidié a los niños con padres con dinero; Envidiaba a los niños que eran más inteligentes, más populares que yo; Envidiaba a los chicos que eran más atractivos para las chicas… muchachos que eran mejores atletas, que parecían encajar mejor en el mundo; Era rápido para detectar amigos con más libertades, más dinero para gastar, padres más geniales… Vivía en una nube de envidia.”[v]
Tengo noticias para usted: Según el apóstol Pedro, convertirse en cristiano no elimina automáticamente la nube de envidia.
Ahora, tiene dentro suyo el poder del Espíritu Santo, pero también, según el mandato de Pedro, debe cooperar con el Espíritu Santo para tomar decisiones deliberadas y diarias para ahuyentar esa nube.
La época de Navidad es un momento tan fácil para hacer eso, ¿verdad? ¿Ha notado cuántos comerciales buscan jugar con la envidia de las personas? Debe tener o estar al mismo nivel que los demás. No deje que sus vecinos lo superen.
Escuche, el mundo está envuelto en esta nube, estas prendas de envidia; pero para usted, esa es su ropa vieja y sucia. Así que no la use. Deséchela. Póngala a un lado. Tome la decisión hoy. ¡La corona debe ganar!
- Detracciones
Pedro añade una actitud más – la quinta actitud a desechar – Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones.
La palabra detracciones hace referencia a las calumnias – chismes, rumores; un intento de destruir la reputación o el testimonio de otra persona.
Es como si Pedro les dijera a estos creyentes dispersos: “Así es como el mundo los está tratando. Dice todo tipo de cosas sobre ustedes; difundiendo todo tipo de rumores sobre la iglesia, desde el canibalismo (de que se reúnen en privado para comer carne y beber sangre) a que tienen fiestas inmorales llamadas fiestas de amor. Así es como el mundo los está tratando; así que ¿por qué querrían tratarse de la misma manera entre ustedes?”[vi]
Deles a sus hermanos en Cristo el beneficio de la duda. Piense lo mejor acerca de ellos. . . sea lento para repetir cualquier cosa sobre alguien a menos que haya entendido todos los datos correctamente, y luego no lo repita a menos que sea parte del problema o parte de la solución.
Quítense las vestiduras sucias que al mundo le encanta usar, deshágase de toda calumnia.
Y Pedro nos indica que no es suficiente con desechar estas cosas… hay algo que necesitamos anhelar, al mismo tiempo.
Es como si dijera, estas cinco actitudes arruinarán tu apetito por lo que debería estar deseando.
Lo que el Creyente debe Anhelar
Note el versículo 2.
Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.
En esta segunda mitad de la larga oración de Pedro, encontramos un mandato, una ilustración, una meta y un recordatorio.
- El Mandato: Desee la leche pura de la Palabra
Comencemos con el mandato: desee la leche pura de la Palabra de Dios.
La descripción de la leche como no adulterada significa literalmente que no tiene engaño. Esta palabra griega se usaba a menudo en la época de Pedro en relación con productos agrícolas como cereales o aceite vegetal o, en este caso, leche.[vii]
En otras palabras, la Biblia no está contaminada, no le va a hacer daño.
No hay imperfecciones ni defectos, no se diluye ni se mezcla con el error o el engaño, no se agria y no lo desviará.[viii]
Así que desee este libro. Esta es la palabra clave en esta larga oración donde Pedro nos ordena a alimentarnos de este Libro… y a anhelarlo más y más.
Lo que nos lleva a pedirle a Dios que nos dé un mayor deseo de anhelar Su palabra… con mayor anhelo.
¿Notó que Pedro no ordena al creyente aquí a que lea la Palabra, estudie la Palabra, medite en la Palabra, enseñe la Palabra, escudriñe la Palabra o incluso memorice la Palabra? Todas esas cosas son esenciales y otros pasajes ordenan al creyente a hacer todo eso. Pero aquí Pedro busca algo mucho más básico y fundamental.[ix]
Él está preguntándole al creyente: ¿realmente quiere la Palabra? ¿Cuánto tiempo puede durar sin la Palabra? ¿Está desarrollando un apetito por la Palabra?
Y si no, ¿qué es lo que le está quitando el apetito?
Los niños a menudo no tienen apetito porque han estado comiendo las cosas equivocadas.[x]
O incluso cosas buenas, en lugar de cosas mejores. Para los hijos de Dios, cosas malas… o incluso cosas buenas pueden estar estropeando su apetito por las mejores cosas.
Quizás esté pensando, “creo que tengo apetito por la Palabra. Es decir, la llevo a la iglesia conmigo todos los domingos y la leo durante unos minutos al menos una o dos veces por semana.”
- La Ilustración: El recién nacido
Note cómo Pedro ilustra un apetito genuino – versículo 2: Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada.
¿Cómo desea la leche un bebé recién nacido? Ruidosamente, obviamente, implacablemente, constantemente… No va a poder dormir hasta que se la de… y eso va para todo el vecindario también.
Pedro evidentemente tiene algo de experiencia. Sabemos que estaba casado porque Mateo 8:14, cuenta que Jesús sanó a su suegra. Normalmente no tiene una suegra hasta que se casa. En 1 Corintios 9:5, Pablo defendió el derecho de Pedro a ir en viajes ministeriales con su esposa.
No se nos dice más sobre su familia, pero lo más probable es que Pedro también tuviera algunos hijos, y uno de ellos le dio la experiencia personal de saber cuánto anhela la leche un bebé.
Sé que fue un gran apóstol, pero probablemente recibió ese golpe en las costillas a eso de las 4 de la mañana y escuchó a su esposa decir las temibles palabras: “Es tu turno”. Eso no está en la Biblia.
Va tambaleando hasta la cocina para encontrar la botella y luego calienta la leche en una olla; y luego, cuando está a la temperatura correcta, entra a la habitación del bebé donde no ha parado de comunicarle que ha estado anhelando su leche con un profundo anhelo implacable. La habitación está oscura, pero simplemente sigue el sonido, y luego mete la botella donde viene el ruido.[xi]
Y así, finalmente, se encarga del ruido. Eso es tener apetito. Ahora, Pedro aquí no está sugiriendo que todos estos creyentes eran nuevos creyentes, o incluso cristianos inmaduros. No está haciendo una declaración despectiva aquí sobre la leche.
De hecho, él está escribiendo esto para todos los cristianos, sin importar dónde se encuentren en el espectro de la madurez espiritual. Simplemente está señalando que un creyente nunca dejar de anhelar la leche pura de la verdad espiritual.[xii]
Es decir, la palabra pura y sin mezcla de nuestro Padre Celestial, el padre perfecto, que nunca se niega dárnosla, sin importar la hora del día o la noche, y sabe exactamente dónde, cómo y cuándo tapar el ruido y satisfacer nuestro anhelo.
- El Objetivo: Crecer en cuanto a la Salvación
Note ahora el objetivo de tal anhelo por la palabra – versículo 2: …para que por ella crezcáis para salvación.
Pedro usa un verbo pasivo, lo que es muy importante que entendamos.
No nos está diciendo que nosotros somos los que producimos el crecimiento en la fe, la palabra de Dios nos está haciendo crecer a nosotros.
No crecemos en la vida cristiana solo porque queremos o decidimos hacerlo; como en quinto grado que uno pensaba que podía crecer más solo porque quería o decidía hacerlo.
Mientras que siga comiendo y bebiendo lo correcto, probablemente seguirá creciendo. Y eso es porque algo está sucediendo internamente para hacerle crecer.
Esa es la idea aquí. Pedro está diciendo: cuando se alimenta de la palabra, la palabra de Dios lo hace crecer. Y obviamente bajo la dirección del Espíritu Santo que vive dentro de usted.
Podría traducir esta frase como: Anhele la leche pura de la palabra para que lo haga crecer.[xiii]
No va a tener crecimiento espiritual externamente sin la leche nutritiva de la palabra de Dios interiormente.[xiv]
¿Quiere que gane la corona? Entonces, la Palabra tiene que estar obrando en privado… si alguna vez espera experimentar la victoria en público.
El objetivo de meterse en la Biblia es que la Biblia se meta en usted.
Por eso Martín Lutero escribió hace unos 500 años:
La Biblia está viva, me habla
Tiene manos, me sostiene
Tiene pies, corre tras de mí.[xv]
Y eso es lo que el creyente anhela, y debe anhelar con un anhelo aún mayor.
- El Recordatorio: La Bondad de Dios en su Vida
Finalmente, aquí está el recordatorio de Pedro. Él completa su oración diciendo: …si habéis gustado la benignidad del Señor
Ya hemos encontrado este tipo de frase condicional en otras epístolas. Básicamente, asume que la condición es verdadera. En otras palabras: “si han gustado de la bondad del Señor… y sé que así lo es.”
Pedro entonces concluye diciendo: Tienen este anhelo porque ciertamente ya gustaron de la bondad del Señor.[xvi]
Permítanme recordarles que ya han probado Su bondad. ¿Han olvidado acaso cómo los hizo desearme? Guste un poco más… otra probadita más.
Lo mismo me pasa cuando voy a la heladería.
Y miro todos los sabores que tienen detrás del mostrador de cristal y leo nombres como:
- Dulce de leche cremoso con almendras
- Cheesecake de frutos rojos
- Chocolate suizo con cerezas
Y los miro a todos, y no puedo decidirme, así que le pido a la señora detrás del mostrador que me dé una muestra de ese que está ahí… y entonces, después de 17 muestras más, me decido. Probé uno de los sabores que me hizo querer más.
Pedro les recuerda a estos creyentes, y a nosotros también, que recordemos esas muestras de la bondad de Dios en nuestras vidas… y volvamos por más. No es solo la Palabra lo que estamos conociendo, es el Autor de la Palabra.
Como verá, el objetivo final del estudio bíblico no es dominar el contenido… sino conocer al Maestro y ser dominado por Él.
Así que Pedro escribe: ya ha gustado Su bondad. . . ya ha probado Su benignidad. No hay ningún otro Maestro que lo satisfaga. De hecho, entre más prueba de Su bondad, más insípido se vuelve el mundo.
La corona ganará… siempre que desee las cosas correctas.
Conclusión
Concluyo con las siguientes palabras que encontraron en la Biblia de Billy Sunday, el gran evangelista de principios del siglo XX.
Hace veintinueve años, con el Espíritu Santo como mi Guía, entré en el pórtico de Génesis, caminé por el corredor del Antiguo Testamento, donde los retratos de Noé, Abraham, Moisés, José, Isaac, Jacob, Daniel y varios más colgaban en la pared.
Pasé a la sala de música de los Salmos donde el Espíritu tocaba el teclado de la naturaleza hasta que parecía que cada nota del gran órgano de Dios respondía al arpa de David, el dulce cantor de Israel.
Entré en la cámara de Eclesiastés, donde se oía la voz del predicador; y en el invernadero de Sarón y el lirio de los valles, donde dulces especias perfumaban mi vida.
Entré en la oficina comercial de Proverbios y entré en el observatorio de los profetas donde vi telescopios de varios tamaños que apuntaban a eventos lejanos, todos ellos concentrados en la estrella brillante de la mañana que se elevaría sobre las colinas de Judea para nuestra redención.
Entré a la sala de parto del Mesías y lo seguí a través de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Luego a la sala de correspondencia con Pablo, Pedro, Santiago y Juan mientras escribían sus epístolas a la iglesia.
Luego entré en la sala del trono de Apocalipsis donde, en lo alto, se sienta el Rey de reyes en Su trono de gloria con la sanidad de todas las naciones en Su mano, y exclamé:
¡Aclamen, todos, el poderoso nombre de Jesús!
Ángeles, póstrense a sus pies;
Tráigase la diadema real
Y coronadle como Señor de todo.[xvii]
—
[i] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1984), p. 120
[ii] Adapted from John Phillips, Exploring The Epistles of Peter (Kregel, 2005), p. 82
[iii] . Allen Blair, Living Peacefully: 1 Peter (Kregel, 1959), p. 93
[iv] Hiebert, p. 122
[v] Joseph Epstein, quoted by Daniel M. Doriani, 1 Peter (P&R Publishing, 2014), p. 60
[vi] NIV Application Bible Commentary: 1 & 2 Peter/Jude (Tyndale, 1995), p. 48
[vii] Adapted from John MacArthur, 1 Peter (Moody Publishers, 2004), p. 99
[viii] NIV Application Bible Commentary, p. 49
[ix] MacArthur, p. 99
[x] Warren W. Wiersbe, Be Hopeful: 1 Peter (David C Cook, 1982), p. 58
[xi] Adapted from John Phillips, p. 85
[xii] Adapted from Juan Sanchez, 1 Peter for You (The Good Book Company, 2016), p. 67
[xiii] MacArthur, p. 100
[xiv] Hiebert, p. 125
[xv] Michael P. Green, ed; 1500 Illustrations for Biblical Preaching (Baker Books, 1982), p. 35
[xvi] MacArthur, p. 101
[xvii] Charles R. Swindoll, The Tale of the Tardy Oxcart (Word Publishing, 1998), p. 50