Introducción
En esta serie que hemos titulado, «En Prosperidad y Adversidad», hemos estado en el proceso de descubrir el diseño de Dios, no solo para el matrimonio, sino también para la masculinidad y la feminidad bíblicas.
Dios nos diseñó para complementarnos unos a otros mientras buscamos ajustarnos al diseño de Dios como hombres y mujeres.
No creo que pueda encontrar un pasaje de las Escrituras más políticamente incorrecto sobre el tema de la masculinidad y la feminidad, y mucho menos sobre el matrimonio, que el que encontramos en la primera carta inspirada del apóstol Pedro.
Pero, de nuevo, nuestra intención no es seguir lo que es políticamente correcto, sino en lo que es bíblicamente correcto.
De hecho, la mayoría de las veces, en nuestro mundo, todo lo que es políticamente correcto suele ser bíblicamente corrupto.
Quiero invitarle a abrir el manual original de Dios sobre la masculinidad, entregado específicamente en la primera carta de Pedro, capítulo 3. Y, mientras encuentra el pasaje, permítame leer una porción del libro de John Piper titulado, “¿Cual es la diferencia? La masculinidad y la feminidad definidas según la Biblia”.
Él escribe: “Cuando era niño, mi padre solía estar de viaje por más de la mitad de cada año, predicando en todo el país. Mientras predicaba, mi madre, mi hermana mayor y yo orábamos. En esos días, aprendí que mi madre era competente en todas las áreas.
“Ella manejaba las finanzas, pagaba todas las facturas y trataba con el banco y los acreedores. Una vez administró un pequeño negocio de lavandería. Participó activamente en la junta de vecinos y se desempeñó como Superintendente del Departamento de Niños en nuestra pequeña iglesia bautista. Ella me enseñó a cortar el pasto, a empalmar cables eléctricos, a arrancar malezas de raíz, a pintar los aleros, a lustrar la mesa del comedor con una gamuza, a manejar un automóvil, y a cocinar.
“Ella me ayudó con los mapas en geografía y me mostró cómo hacer una bibliografía y creer que era posible pasar álgebra.
“Nunca se me ocurrió pensar que mi madre y mi padre estaban en la misma categoría. Ambos eran fuertes. Ambos eran brillantes. Ambos eran amables. Ambos me besarían y ambos me castigarían… ambos oraban con fervor y amaban la Biblia.
“Pero inequívocamente mi padre era un hombre y mi madre era una mujer. Ellos lo sabían y yo lo sabía. Y no era principalmente un hecho biológico, sino una cuestión de personalidad y dinámica relacional.
“Cuando mi padre llegaba a casa, era claramente el cabeza de familia. Dirigía la oración en la mesa; convocaba a la familia para hacer el devocional; nos llevaba a la escuela dominical y a la iglesia: conducía el automóvil, guiaba a la familia a donde nos sentaríamos y tomaba la decisión después de la iglesia de salir a almorzar; nos llevaba a la mesa; y pagaba la cuenta. Era a él con quien debíamos rendir cuentas si rompíamos una regla familiar o si éramos irrespetuosos con nuestra madre.
“Mi mamá se gozaba de tener a papá en casa. Esos eran sus momentos de mayor felicidad. Amaba su liderazgo. Nunca se me ocurrió que el liderazgo y la sumisión tuvieran algo que ver con la superioridad o la inferioridad. No era una cuestión de capacidades y competencias.
A lo largo de los años he llegado a ver por las Escrituras y por la vida que la masculinidad y la feminidad son la hermosa obra de un Dios bueno y amoroso. Él diseñó nuestras diferencias, y son profundas… van a la raíz de quiénes somos.”[i]
Bien dicho.
El Orden Creado para la Sexualidad
Querido oyente, el acto creativo culminante de nuestro Dios Creador no fue la creación de los elefantes, las jirafas, los delfines, los árboles, los mares, las montañas o los lagos.
El momento culminante de la creación ocurrió cuando Dios los diseñó, los formó y los creó hombre y mujer (Génesis 1:27)
Ese fue el gran final del relato de la creación de Génesis.
La masculinidad y la feminidad con todos sus matices y complejidades y habilidades e incapacidades fueron parte de la gloriosa creación de Dios.
Y el manual que Dios nos ha dado en Su Palabra inspirada, describiéndonos como hombre o mujer, no es el resultado de la cultura o una convención social, sino de la creación.
Escuche esta importante declaración, a la luz de la confusión actual en nuestra cultura. De hecho, cuando haga esta declaración, si le parece cuestionable o extraña, eso resalta hasta qué punto la propaganda desafiante del mundo ha afectado nuestras vidas.
Aquí está la declaración: En Su diseño creativo, Dios nunca tuvo la intención de separar la anatomía de la identidad.[ii]
La anatomía y la identidad están unidas en la personalidad: Eso es lo que hace ser quien es.
Pero, sí, dentro de la naturaleza humana, debido al pecado, existe la capacidad para todo tipo de aberraciones e inclinaciones y disposiciones y deseos – el potencial para cada acto malvado y desafiante contra Dios imaginable.
Pero la idea de ser fundamentalmente hombre o mujer es un regalo de Dios que le entretejió en el vientre de acuerdo con Sus propósitos; y Él sabe todo en cuanto a usted: lo bueno, lo malo y lo feo. Él sabe el santo en el que se convertirá a través de la salvación y el pecador que combatirá a través de la tentación.
Y por si esto no fuera poco, Satanás odia a la raza humana porque somos los únicos portadores de la imagen de Dios. Satanás quiere destruir la cúspide de la gloriosa creación de Dios dentro de la raza humana; quiere eliminar por completo el concepto de género.
Hoy, estamos observando solo un paso más en la agenda del enemigo; hoy hay un ataque total a los distintivos masculinos y femeninos.
De hecho, hoy en día, hablar de masculinidad y feminidad es algo completamente anticuado.
Ahora se considera que el género es fluido; la fluidez ha reemplazado a la biología. No existe un fundamento o significado específico para la masculinidad o la feminidad, y eso significa que ya no existe ninguna estructura o plan.[iii]
La confusión de género es ahora una epidemia creciente. Y las consecuencias ya se están volviendo catastróficas. Ahora hay más perversiones y aberraciones sexuales reclamando ser normales, no menos; hay más abuso y promiscuidad, no menos; hay más incomodidad y angustia social, no menos; hay más desesperación y más suicidios hoy, no menos.[iv]
Aun así, nuestra cultura continúa desafiando a su Creador.
Un autor escribió, y aquí está el problema más importante, “los sexos masculino y femenino han perdido el guion de sus vidas y ya no saben qué papel jugar en la vida”.[v]
Necesitamos regresar y retomar el guion, escrito y producido por el Creador.
Y puede encontrar que el manual original hace lo opuesto a la cultura actual, que se apresura para eliminar las distinciones de género.
Escuche estas palabras de afirmación de género que suenan extrañas a los oídos de nuestra cultura moderna y que provienen directamente del manual original de Dios sobre la masculinidad y la feminidad.
Permítame continuar leyendo donde concluimos nuestro último estudio, en 1 Pedro 3, versículo 7.
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil.
¡Que frase más políticamente incorrecta! En una frase, Pedro desafía la cultura y defiende el orden creado por Dios.
Ahora hagamos algunas observaciones a partir de este texto que le pueden llamar la atención.
- Pedro está violando el santuario de la neutralidad de género al declarar la distinción de los géneros;
- Pedro está diciendo claramente que las mujeres son más débiles que los hombres;
- Pedro les está diciendo claramente a los hombres que se supone que deben tratar a las mujeres de manera diferente a los hombres;
- Pedro establece claramente que el sexo femenino es genética y anatómica e inherentemente diferente de un hombre.
A Pedro nunca lo invitarían a hablar en el noticiero local.
Ahora, a primera vista, quizás le parezca que Pedro está degradando a las mujeres. Para los oídos entrenados por la propaganda del mundo, suena así… pero no lo es.
Él no está haciendo nada más que decirles a los hombres que actúen como hombres; y las mujeres que esperen ser tratadas como mujeres; y, específicamente, que un hombre trate a una mujer de manera diferente a como trataría a otro hombre.
De hecho, Pedro está desafiando indirectamente a todos los hombres, no solo a los esposos. Esto va para todos los hombres. ¿Por qué? Porque Pedro está hablando de las mujeres en general – así es como deben tratarlas. En segundo lugar, deja en claro que un hombre no se convierte en hombre cuando se casa, por lo que este no es solo un manual sobre el matrimonio, sino sobre la masculinidad.
Y el manual de Dios sobre la masculinidad tiene mucho que ver con la forma en que los hombres tratan a las mujeres.
Pedro comienza este versículo ordenando (esto no es una sugerencia) que el esposo debe vivir con su esposa con comprensión. Es decir, con perspicacia y consideración, como aprendimos en nuestro último estudio.
¿Pero por qué? Porque, por un lado, como Pedro dice aquí, ella es más débil.
¿Qué significa esto que ella es más débil? O, como su traducción podría decir, que ella es un vaso más frágil – que es la mejor traducción.
¿Qué significa que una mujer es más débil que un hombre? Bueno, realmente no es tan difícil de entender.
Las palabras “más débil” o “vaso frágil”, astenes en griego, se relaciona con el hecho de que, en general, la mujer promedio es físicamente más débil que el hombre promedio.[vi]
Pedro está dando una declaración general sobre la estructura física de la mujer promedio en contraste con la estructura física del hombre promedio.
En general, no puede golpear tan fuerte, correr tan rápido o levantar tanto peso.
Así que Pedro simplemente está diciendo en términos generales, especialmente a los esposos, pero a los hombres en general también, que debemos ser cuidadosos, amables y considerados en la forma en que tratamos a nuestras esposas, específicamente, y a todas las mujeres en general.
En otras palabras, no ignore los distintivos básicos entre hombres y mujeres; Dios quiere destacarlos. Reconózcalos; disfrute de los distintivos. El manual original de Dios no elimina los conceptos de masculinidad y feminidad; Él nos manda a respetarlos.
Referirse a las mujeres como el sexo más débil, que Pedro acuña aquí, por cierto, no es despectivo ni degradante. Pedro no está disminuyendo el valor de las mujeres. De hecho, Pedro esencialmente está ordenando a los hombres que traten a las mujeres con distinción, consideración y amabilidad.
En términos directos: Hombres, no traten a las mujeres como un grupo de hombres. ¡No son un montón de muchachos!
Hónrelas, no se aproveche de ellas; trátelas con cortesía, cuidado y respeto.[vii]
¿Por qué? Bueno, para empezar, dice Pedro, porque son mujeres. En otras palabras, las mujeres merecen ese tipo de cortesía, amabilidad y respeto por el simple hecho de ser mujeres.
Cómo Tratar a la Mujer como se Merece
Por extraño que parezca, Pedro está mandándoles a los maridos que traten a sus esposas como a una mujer.
Seamos tan prácticos como podamos aquí: ¿cómo exactamente se trata a una esposa como a una mujer?
Obviamente, Pedro ya ha descrito que debemos tratarlas con sabiduría, consideración y comprensión, con amabilidad y cortesía. Pero respondamos esa pregunta describiendo lo contrario de lo que debemos hacer.
-
No la trate con apatía.
Lo contrario luciría más a la apatía.
Llámelo indiferencia; despreocupación por sus necesidades y bienestar; irritación en lugar de interés; crítica en lugar de elogio. Llámelo no querer dar el paso al frente para proveer y proteger.
Hay un antiguo proverbio hebreo en el Talmud que da este gran consejo: “Todo esposo debe comer y beber por debajo de sus posibilidades, vestirse dentro de sus posibilidades y honrar a su esposa por encima de sus posibilidades”.
Tratar a su esposa como una mujer es lo opuesto a la apatía.
-
No se ausente de su vida
En segundo lugar, tratar a su esposa como mujer es lo opuesto a la ausencia. Puede llamarlo egocentrismo, donde las actividades de ella nunca importan, pero nunca se pierde las suyas.
La ausencia significa que su participación en sus pasatiempos y actividades se mide en horas, pero su participación con su esposa y familia se mide en minutos.
-
No la trate de manera abusiva
Tratar a su esposa como una mujer es lo opuesto a la apatía y la ausencia y, en tercer lugar, tratarla de manera abusiva.
Llámelo intimidación verbal o amenazas o abuso físico. Es usar su fuerza a su favor para intimidar y dominar a su esposa para salirse con las suyas.
Evidentemente, lo que comenzó en el patio de recreo con otros niños cuando no se salía con las suyas fue algo de lo que nunca maduró.
Escuche las palabras de Pablo a los hombres creyentes en la congregación –
Portaos varonilmente; y esforzaos (1 Corintios 16:13)
Actúe como hombre. ¡Qué concepto! Actúe como hombre, no como niño, no como mujer. Tanto Pablo como Pedro reconocen que hay una forma específica en que un hombre debe actuar.
Evidentemente tanto Pablo como Pedro están desafiando a todos los hombres de la iglesia primitiva, y hasta el día de hoy, a crecer y actuar como hombres.
Actuar como un hombre no es abrirse paso a la fuerza. No es ser prepotente, andar gritando, golpeando, e insultando o incluso gruñendo y protestando cuando no se sale con la suya o cuando su esposa se interpone en su camino.[viii]
Actuar como un hombre, en relación con su esposa, es usar su fuerza para asegurarse de que sea tratada con respeto y cuidado.
La Fortaleza y Delicadeza de la Mujer
Un erudito griego señaló que el uso de la palabra mujer en este texto es inusual. Puesto que es mujer. La palabra traducida mujer es un adjetivo y se refiere a la naturaleza femenina. Pedro se está refiriendo al hecho de que ella es femenina.[ix]
Ahora, eso no significa que ella no sea fuerte. Cuando Pedro la llama vaso más frágil, tenga en cuenta que no la llama débil.
Ella es más débil, pero eso no significa que sea débil. ¿Ha estado alguna vez en una sala de partos? Puedo decirle quién es el más débil en ese momento. Al menos en mi experiencia, no fue mi esposa.
Hace poco, me enteré del valor de una madre, evidenciado en su determinación de salvar a su pequeño hijo del peligro.
Desde que lo leí, no he podido olvidarlo: una pareja construyó una casa a orillas de un pequeño estanque en la cabecera de un arroyo en Florida, no lejos del Golfo de México. A su hijo de doce años, Miguel, le encantaba bucear en el estanque de dos acres y una noche, él y dos de sus primos fueron a nadar justo después de la cena. Ajenos a cualquier peligro, no se dieron cuenta de que un caimán se les venía encima. Los vecinos y esta pareja que estaba en el patio trasero vieron al caimán y trataron de distraerlo con aplausos y gritos, lo que alertó a los primos y lograron llegar a la orilla. Pero Miguel estaba buceando y su cabeza estaba bajo el agua mientras flotaba pacíficamente. El caimán se abalanzó sobre la cabeza de Miguel. Falló, pero golpeó la cabeza de Miguel y le arrancó la máscara de buceo de la cara. Él empezó a nadar hacia la orilla tan rápido como pudo. Solo momentáneamente distraído por la máscara, el caimán lo vio y lo persiguió nuevamente. En ese momento, su madre había corrido hasta la orilla donde su hijo estaba en una carrera por su vida. Estaba nadando tan rápido como podía, pero el caimán se acercaba más y más. La madre extendió su mano para agarrar la mano de su hijo justo cuando la bestia abrió su enorme boca y agarró la pierna izquierda de Miguel. Lo que siguió fue un tira y afloja entre un caimán de 3 metros y una joven madre de 1.60. Agarrando la mano de su hijo, tiró con todas sus fuerzas y de repente, inesperadamente, el caimán lo soltó. Quizás la aleta de goma en el pie de su hijo había molestado la garganta del caimán, pero por alguna razón, Miguel quedó libre y a salvo. Seis meses después, sus heridas sanaron por completo. Miguel les estaba mostrando sus cicatrices a sus amigos. La cicatriz en su cabeza; su pierna izquierda, rota, pero ahora sanada, aunque con cicatrices aún visibles en su tobillo. Pero las cicatrices de las que estaba más orgulloso, que les mostró a sus amigos, eran las cicatrices en su mano que le habían hecho las uñas de su madre. Ella le había clavado las uñas para evitar que el caimán se lo llevara. Esa es una mujer determinada.[x]
Escuche, ser más débil no significa ser débil. No tiene nada que ver con su resolución o determinación; tiene que ver con su naturaleza y disposición general.
De hecho, podemos entender la frase, vaso más frágil, en el sentido de refinamiento. En otras palabras, ella es más débil en el sentido de que ha sido creada como una persona más refinada.
Un autor toma esta idea y la parafrasea de esta manera: trata a tu esposa como porcelana fina.[xi]
Hay una diferencia entre una taza barata y una porcelana fina. La verdad es que uno toma café en una taza barata de manera diferente a como lo hace en una taza de té de porcelana fina.
Es por eso que los hombres prefieren la taza barata. La porcelana fina simplemente se maneja de manera diferente.
Un autor escribió que puede entender esta analogía en el sentido de que debe tratar a su esposa como trataría a un jarrón caro – no como uno de esos que compra en el supermercado, sino como uno de esos que encuentra en los museos.
No pase esto por alto. Pedro está desafiando a los esposos a abandonar las acciones e incluso las palabras bruscas y abusivas – a nunca ser tosco y violento con su mujer con tus manos, ni con sus palabras.
Ella es efectivamente un jarrón caro… trátela de esa manera.
Palabras abusivas e intimidación y amenazas físicas e incluso daño físico – estas no son cosas que se pueden ignorar o superar rápidamente.
Si es como un toro en una tienda de porcelana, y las piezas están tiradas en el piso de su vida hogareña… si ese es usted, hable con un hermano en Cristo para obtener ayuda y rendir cuentas.
No se excuse. No le eche la culpa a que tuvo un mal día en el trabajo o incluso al comportamiento de su esposa. Eso hizo Adán en el Jardín. Con la boca manchada del fruto prohibido, le dice a Dios: fue esa mujer que me diste. Ella me hizo hacerlo.
Así es como actúan los niños. Los hombres asumen la responsabilidad de sus acciones. Es hora de actuar como un hombre.[xii]
Permítame decirle esto a las mujeres, tanto jóvenes como mayores: Si usted está siendo abusada física, verbal o sexualmente, lo que está experimentando no es su culpa. No es aceptable; no es un secreto que tiene que guardar. Eso no solo es pecado, no solo está mal, es peligroso y destructivo y solo aumentará para aplastar y destruir. Deje que la iglesia, y los líderes de la iglesia, que sus hermanos y hermanas en Cristo le brinden ayuda, consejo y asistencia a quienes están atrapadas en la dolorosa red de una relación abusiva.
No debería haber duda de lo que significa ocupar el papel de un hombre. De acuerdo con el manual original de Dios sobre la masculinidad, así es como debemos tratar a las mujeres en general, porque son mujeres, y especialmente a nuestras esposas.
Este es un llamado para amarlas como Cristo ama a Su novia, la iglesia, con un amor fuerte, comprometido, solidario, perseverante, humilde y fiel.
Eso refleja el amor del Creador por nosotros, ¿no es así? Eso es todo lo que Pedro les está diciendo a los esposos aquí. Empiece a amarlas como Dios.
Conclusión
Concluyo con esto: un día, Charles Spurgeon, el famoso pastor del siglo XIX, estaba paseando por el campo con un amigo. Mientras paseaban, Spurgeon vió un granero con una veleta en el techo. A medida que se acercaban, notaron que, grabadas en la veleta, estaban las palabras: «Dios es amor». Spurgeon le comentó a su amigo que pensaba que ese era un lugar inapropiado para tal mensaje. Él dijo: «Las veletas son cambiantes, siempre giran con el viento». Su amigo respondió: “No Charles, creo que estas malinterpretando lo que significa. Esa veleta está indicando una verdad: sin importar de qué lado sople el viento, Dios es amor.”[xiii]
Esposos, Dios nos manda a que amemos a nuestras esposas como Cristo ama a la iglesia: sin importar cómo sople el viento.
Viva con ellas con bondadosa consideración, porque son vasos más frágiles. Han sido creadas y deben ser tratadas como porcelana fina. Así es como un verdadero hombre trata a una mujer. Más específicamente, así es como un esposo trata a su esposa.
Y hermanos, nunca ha habido un mejor momento para que los hombres de Dios sean eso: hombres de Dios.
—
[i] John Piper, What’s the Difference? (Crossway Books, 1990), p. 11
[ii] Owen Strachan & Gavin Peacock, The Grand Design (Christian Focus, 2016), p. 14
[iii] Strachan & Peacock, p. 13
[iv] Piper, p. 17
[v] Ibid
[vi] Adapted from Fritz Rienecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 757
[vii] The Expositor’s Bible Commentary: Volume 13 (Zondervan, 2006), p. 328
[viii] Adapted from Stuart Scott, The Exemplary Husband (Focus Publishing, 2002), p. 263
[ix] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1984), p. 206
[x] Adapted from Dennis Rainey, Staying Close (Word Publishing, 1989), p. 181
[xi] Charles R. Swindoll, Insights: James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 190
[xii] Adapted from Strachan & Peacock, p. 59
[xiii] Robert Morgan, Nelson’s Complete Book of Illustrations (Thomas Nelson, 2000), p. 357