Introducción
Se anunció que una importante sinfonía haría su tan ansiada presentación y su violinista destacado sería una persona de renombre mundial. Los anuncios publicaban que interpretaría sus piezas solistas en un violín poco común, que en ese momento costaba una cantidad inaudita de $20,000. En la economía actual, eso sería $500,000 o más.
El salón estaba repleto y la gente estaba llena de anticipación. No pasó mucho tiempo antes de que el maestro violinista se pusiera de pie y comenzara a tocar, y ¡que hermosa era la música!
Cuando comenzó su pieza final, de pronto tomó su violín y lo estrelló contra el suelo, dañando gravemente el instrumento. Y con eso, salió del escenario.
La audiencia estaba estupefacta, conmocionada. Sin embargo, el director, que sabía lo que estaba pasando, se dirigió a la audiencia y anunció con una sonrisa que el Maestro quería que supieran que no estaba tocando un violín de $20,000, sino un violín de $20. Luego, el músico regresó y terminó su concierto en el raro y costoso violín. Y pocas personas pudieron notar la diferencia.
El punto que quiso señalar era que el violín ciertamente era importante, pero solo podía hacer bella música en manos de un buen músico.
Pienso que esa es una alentadora analogía; porque, como usted, yo no soy un violín especial; No sé usted, pero yo soy más como la versión de $20.
De hecho, la iglesia se refleja en esta analogía como una orquesta, formada por muchos tipos diferentes de instrumentos – redimidos, pero comunes.
Lo que nos hace especiales es la forma en que el Maestro, nuestro Señor Jesucristo, toca nuestras vidas, demostrando al mundo lo que Él puede hacer. Él recibe la ovación de pie, no nosotros.
Él recibe gran gloria cuando le permitimos tocar Sus melodías de gracia en, y a través de nuestras vidas.
El apóstol Pedro ya ha descrito la singularidad del cristiano en medio de una cultura poco acogedora. Ha descrito a los creyentes como extranjeros que viven como peregrinos en una tierra extranjera. Y él nos ha enseñado la forma en que debemos responder al:
- Gobierno humano donde hemos sido asignados por Dios
- Instituciones humanas
- Trato injusto de los empleadores
- y cómo morir a uno mismo e imitar el carácter de Cristo en nuestra relación matrimonial.
Y ahora, lo que Pedro hace es pasar a describir el cristianismo, en términos aún más amplios. Es decir, así es como suena la música de la gracia y del evangelio en la vida del creyente.
Le invito a que abra su Biblia en 1 Pedro capítulo 3 y retomemos nuestro estudio en el versículo 8, donde Pedro llega a algunas conclusiones generales.
Él escribe, Finalmente, sed todos de un mismo sentir… Detengámonos ahí.
Él les está escribiendo a los creyentes y les dice, básicamente, aprendan a hacer música juntos; aprendan a tocar junto con los demás. Hablaremos más sobre eso en unos minutos.
Por ahora, quiero señalar que Pedro comienza diciendo “En resumen,”, o su traducción podría decir, “finalmente” o “en conclusión”. Esto no significa que su carta está por terminar, tal como el sermón no está cerca de concluir cuando el predicador dice “finalmente”. Lo estoy preparando para más tarde.
Pedro está resumiendo sus comentarios previos sobre cómo demostrar el cristianismo en un contexto más amplio que en su propia vida personal, trabajo o matrimonio.
Este un curso práctico sobre el cristianismo que podríamos titular, Cristianismo Básico. De hecho, este curso nos va a llevar hasta el final del capítulo 4.
El plan de estudios del curso incluirá lecciones sobre cómo:
- Comportarse como Cristo
- Defender a Cristo
- Identificarse con Cristo
- Esperar a Cristo y
- Sufrir por Cristo
Pedro nos llevará a la escuela, al salón de clases, y escribirá palabras en la pizarra para que las memoricemos y las sigamos.
Por cierto, este no es un curso del que usted pueda eximirse; tiene que asistir. Y estas lecciones incluirán tareas. Así que no puede solo asistir y omitir los trabajos.
Pedro es el profesor y el Maestro supremo es el Espíritu Santo, y la lección inicial trata sobre 5 virtudes poco comunes y 2 reacciones inesperadas.
Cinco Virtudes Poco Comunes
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Y el primer adjetivo que escribe en la pizarra es la palabra armonía.
Lo leímos hace un momento: Finalmente – es decir, para resumir lo que ya he dicho sobre lo que significa demostrar bien el cristianismo – sed todos de un mismo sentir.
Él está escribiéndole a la iglesia, “tomen su lugar en la orquesta de los redimidos”.
Permítanme enfatizar esta virtud cambiando la analogía. La armonía en el cuerpo de Cristo es tan importante como la armonía en el cuerpo humano. Cuando no hay armonía en nuestro cuerpo físico o cuando algo no funciona correctamente, lo llamamos discapacidad.
Cuando un grupo de células enfermas comienza a devorar a otro grupo de células sanas, lo llamamos cáncer.
No es menos grave para una iglesia local: un cuerpo local de creyentes que potencialmente puede quedar discapacitado o incluso comenzar a devorarse unos a otros.
Pablo le advirtió a la iglesia de Galacia:
Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros. Digo pues, (en cambio) andad en el Espíritu (Gálatas 5:15-16).
Cuando va al médico, no entra en esa sala de examen casualmente. Estás completamente interesado. Y cuando se hace ese análisis de sangre, ¿qué tan importantes son los resultados? ¿Qué tan preocupado está?
¿Qué tan preocupados estamos que tengamos armonía, salud y la unidad con los otros creyentes en la iglesia local?
Un autor me recordó que Dios nunca nos ha pedido que fabriquemos la unidad en la iglesia. Ya está allí. Ya somos uno en Cristo (Gálatas 3:28).
Pero tenemos la obligación de mantener esa unidad: debemos esforzarnos por mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efesios 4:3).[i]
No es su responsabilidad producir unidad en la iglesia; es su responsabilidad protegerla.
Ahora bien, cuando Pedro escribe aquí que debemos ser armoniosos, no nos está diciendo que seamos monótonos. Unidad no es lo mismo que uniformidad.
Pedro no nos está diciendo que seamos iguales en todos los sentidos; sino ser del mismo sentir. Si así fuera, no habría armonía sino unísono.[ii]
No se supone que toquemos la misma nota al unísono. Desempeñamos diferentes roles con diferentes dones y diferentes personalidades y diferentes habilidades creativas y trasfondos y gustos y los traemos en sumisión bajo la dirección del Divino Director. Y adivine qué: violines, trompetas, trombones y clarinetes de $20 dólares hacen una hermosa armonía.
Podría traducir lo que Pedro dice aquí como: “Vivan en armonía unos con otros”.[iii]
Y esto es poco común en el mundo de hoy; simplemente mire las noticias a nivel nacional o mundial. En un mundo egoísta, que se exalta a sí mismo, enamorado de sí mismo y que se promueve a sí mismo, los derechos individuales reemplazan al bien común. La humanidad es cualquier cosa menos armoniosa – lo que le da a la iglesia la excelente oportunidad de demostrar algo absolutamente inusual: Armonía.
Pedro escribe otra palabra en el pizarrón
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Es la palabra simpatía
Mire:
sed todos de un mismo sentir, compasivos.
La palabra básicamente se refiere a compartir los sentimientos de otra persona.[iv]
Los primeros y últimos milagros del ministerio del Señor, registrados en el Evangelio por Juan, son una ilustración de esto. El primer milagro del Señor fue en una boda, que es una de las horas más felices de la vida; y Su último milagro fue en un funeral, que es una de las horas más tristes de la vida.[v]
El Señor experimentó de lleno la emoción de la humanidad. De hecho, el autor de Hebreos usa esta misma palabra cuando escribe esa reveladora descripción de Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote que se compadece, la misma palabra en griego, se compadece de nuestras debilidades (Hebreos 4:15).
Piense en eso. Jesucristo siente sus sentimientos. Siente la alegría de esa boda y la tristeza de ese funeral y todo lo demás.
Esto es lo que significa gozarse con los que se gozan y llorar con los que lloran (Romanos 12:15).
Dado el tamaño de nuestra audiencia, no tengo duda de que estoy hablándole a cientos de personas que están dolidas, sufriendo mental, física y emocionalmente. Querido oyente, qué mejor momento que cuando está en la casa del Señor para actuar como el Señor, con simpatía, compasión, tomándose el tiempo para compartir con ese hermano en Cristo los sentimientos de pérdida, dolor o confusión. Decídase a orar con alguien que está pasando por momentos difíciles; que está débil, vacilante o preocupado; dele la bienvenida a alguien con amables palabras llenas de comprensión. Una vez más, esta es una forma poco común de actuar.
Lo común es pensar: “Yo soy el que sufre; Ya tengo suficientes problemas; Estoy aquí para mí y solo para mí”.
Esta lección de cristianismo básico nos enseña la virtud poco común de compartir los sentimientos y emociones de los demás con simpatía, demostrando la compasión de Jesucristo por los demás.
Pedro ahora pasa a escribir otra palabra en la pizarra:
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Es la palabra lealtad.
Mi traducción dice, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente. Es decir, trátense como si pertenecieran a la misma familia; trátense como hermanos.
Crecí con tres hermanos, así que asumo que Pedro no está pensando en que debemos tratarnos como hermanos de 6, 8 y 10 años. La forma en que mis hermanos me trataron es un milagro que sobreviví… ¡y ellos también!
Pedro evidentemente espera que cada iglesia sea caracterizada por su amor fraternal; hermanos, hermanas, jóvenes y adultos; ancianos en la fe – o como algunos en la audiencia – nuevos en la fe.
Esta palabra lleva la idea de ser leales a aquellos que son miembros de su familia. Hay un vínculo familiar.
Pedro nos dice que el cristianismo es poco común en el sentido de que trata a aquellos que no son miembros biológicos de su familia como si lo fueran.
Mas a todos los que le recibieron, a Jesucristo, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12).
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios (1 Juan 3:1).
Por eso, el Apóstol Pablo escribirá,
Amaos los unos a los otros con amor fraternal (Romanos 12:10).
Permanezca el amor fraternal (Hebreos 13:1).
Este es vocabulario familiar; somos miembros de la familia de Dios.[vi]
Entonces, ¿cómo es la vida familiar? Un autor escribió: “Cometemos errores, decimos cosas que no deberíamos y no actuamos según nuestra edad. Podemos tener más conocimiento que obediencia. A veces exigimos cosas como un bebé, hacemos berrinches como un niño pequeño, nos quejamos como un adolescente y de vez en cuando volvemos a actuar como si anduviéramos en pañales.”[vii]
Así que demostremos gracia, lealtad y amor fraternal a los miembros de la familia que van de camino a la madurez; es decir, con todos.
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Pedro escribe otra virtud en la pizarra: la llamaremos empatía.
Él agrega aquí, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente – ahora note – misericordiosos…
La palabra en griego se relaciona con los órganos internos: el corazón, los pulmones y el hígado.[viii]
En este contexto, se refiere a las emociones más profundas; el más profundo sentido de compasión.[ix]
Parecido a ser “compasivos”, como Pedro ya mencionó, esta palabra se refiere a estar consciente de los sentimientos de otras personas. Sin embargo, la diferencia es que esta palabra enfatiza el tomar acción para ayudar como pueda.[x]
La empatía es un deseo no solo de ver el problema, sino de convertirse en un instrumento para solucionar el problema.
¿Qué tan común es la empatía? John Phillips escribe, “el mundo pagano del primer siglo, antes de que el cristianismo se arraigara y comenzara a hacer cambios radicales, era un mundo despiadado, insensible y cruel. El mundo romano no proporcionaba hospitales, solo brindaban atención médica para el personal militar y real. No había hogares de ancianos; no había educación pública para la población analfabeta; no había misiones de rescate para adictos; no ofrecía ayuda organizada para las viudas, esposas maltratadas, niños maltratados o personas sin hogar. No había derechos civiles para los millones de esclavos en el Imperio Romano; no había orfanatos, ni misiones, ni organizaciones benéficas ni programas sociales. Todo lo anterior se serían los efectos del cristianismo.”[xi]
En otras palabras, fueron cristianos que hicieron cosas poco comunes y demostraron virtudes poco comunes como la empatía, movidos por la compasión y descubriendo una manera de suplir la necesidad.
El tipo de cristianismo que falla en hacernos más bondadosos y empáticos no es el cristianismo del Nuevo Testamento.[xii]
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Pedro agrega una última virtud poco común a la lista: la humildad.
Él escribe, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables (o, de espíritu humilde).
Esta es una sola palabra en el idioma original que se puede traducir, “de mente humilde”.[xiii]
Note que Pedro no escribió, “humilde en la iglesia” o “humilde cuando la gente está mirando” o “humilde cuando publica su libro Tres maneras de ser humilde y cómo hago las tres” – no.
Humilde donde nadie más que Dios pueda verle; humilde en sus pensamientos; humilde de espíritu.[xiv]
¿Qué tan común es la humildad? Esta es la actitud que había en Cristo cuando se humilló a sí mismo y se convirtió en uno de nosotros (Filipenses 2). Él, el Rey de la gloria, se hizo siervo de todos.
Una manera de ver si estamos desarrollando o no la humildad de un siervo es mirar cómo actuamos cuando se nos trata como tal.
Una vez más, el mundo del primer siglo no quería tener nada que ver con esta virtud. Se enorgullecían la agresividad, la asertividad y de ser el rey de la colina. Solo las personas que no estaban en la cima necesitaban la humildad porque ciertamente vivían siendo humilladas. Ese era el pensamiento.
Junto con las otras virtudes poco comunes de la armonía, la simpatía, la lealtad y la empatía; agregue a estas virtudes poco comunes, dos reacciones inesperadas.
Dos Reacciones Inesperadas
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Resistirse a la venganza
La primera es resistirse a la venganza. Note el versículo 9.
no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición.
El cristianismo se demuestra no solo en cómo actuamos, sino también en cómo reaccionamos.
Estas palabras aquí, traducidas “mal” y “maldición” simplemente se refieren al maltrato por parte de otros a través de malas palabras y acciones.[xv]
Su pluma está sumergida en la realidad de la vida. Él está anticipando esa situación que usted puede estar viviendo justo ahora. Él está escribiendo sobre cómo reaccionar ante acciones y palabras indeseables, inmerecidas, dañinas e impropias.
Y él dice aquí, en tiempo presente, por cierto, para que esta sea nuestra respuesta continua, no solo la primera o la quinta vez, sino cada vez:
no devuelva mal por mal ni maldición por maldición.
¡Y esto será algo completamente inesperado! Nadie quiere simplemente detener el ciclo – romper la cadena de “él hizo eso, así que voy a hacer esto” o “ella dijo eso, así que voy a decir esto” o “ellos me hicieron esto, así que les voy a hacer eso”.
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Bendecir al enemigo
Pedro nos dice lo que no debemos hacer, y ahora nos dice lo que debemos hacer. Fíjense, sino por el contrario, bendiciendo.
El término traducido como “bendiciendo” es la palabra de la que obtenemos nuestra palabra “elogio”. Quiere decir, hablar bien de otra persona.[xvi]
¡Vaya si no sería inesperado! ¡Hablar bien, amablemente con alguien que lo insulta!
Mientras que el hablar del mundo se caracteriza por la contienda, nuestro hablar debe caracterizarse por la bendición.
Estoy seguro de que los creyentes de la iglesia del primer siglo se preguntaban lo mismo que los creyentes hoy: ¿cómo es que vamos a poder hacer eso?
Es por eso que Pedro termina este versículo recordándonos de nuestro maravilloso futuro.
Nuestro Maravilloso Futuro
Sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
En otras palabras, no olvide que ha heredado una bendición eterna. Usted tampoco se lo merecía. Fue un regalo de gracia.
Ahora que va de camino a la bendición de su herencia, es como si Pedro nos recordara que debemos entregar tanta bendición como podamos a los demás, incluso a aquellos que nos calumnian y maltratan.
Simplemente no olvide hacia dónde se dirige. En el proceso, vamos a fallar muchas veces; pero para eso tenemos este plan de estudio de cristianismo básico.
El problema no es realmente qué tan inteligente sea o qué tan fuerte sea; tampoco importa cuán débil o frágil sea. Pedro está implicando claramente que necesitamos aumentar nuestra estimación de Cristo y nuestra dependencia de Él.
Somos violines de $20, pero en las manos del Maestro, la música de virtudes poco comunes y reacciones inesperadas invitan a nuestro mundo a unirse a nosotros en esta gracia que eventualmente nos llevará a nuestro maravilloso futuro con el Señor.
El cristianismo básico se trata de estar en las manos y bajo la dirección de Jesucristo.
Mientras me preparaba para este sermón, no pude evitar recordar una canción que escuché por primera vez cuando era niño. Permítame leer la letra. Creo que va a ser una conclusión adecuada para nuestro estudio de hoy. Dice:
Maltratado estaba y lleno de golpes
nada pensaba que valía
ese sucio y viejo violín
pero con una sonrisa lo levantó el subastador
y dijo:Ahora quien comprará este viejo violín
la venta llega a su fin
para empezar quien me dará un peso
o tal vez dos
allí dos pesos, ¿Quién me da tres?
Tres a las dos, no hay precio mejor
¡tan poco! ¡No puede ser!Alza tu mano
que estas esperando
cuatro, ¿Quién me da cuatro
y el viejo violín tendrá?Con aquel calor y la gente alrededor
mientras que el sol se escondió
vino un hombre con el cabello gris
tomó en sus manos el viejo violín
lo afinó y la tierra le limpió
y tocó una dulce y bella canción
que a todos conmovióy cuando él terminó
el subastador con una suave voz preguntó
¿Qué pediré por este viejo violín?
y con su arco lo levantóPara empezar, ¿Quién me da más?
uno da cinco mil
cinco mil veo, ¿Quién da diez mil?
Diez a las dos. El precio es mejor
más, ¿Quién me da veinte mil?La gente gritaba
¿Qué lo cambió?
¿cómo es así?
Dijo el subastador sin dejar de reír:
pues lo tocó el maestro hoyComo ese viejo violín fue tu vida también
estropeada por pecar
Y la multitud no le da valor y no lo comprenderán
Que todo cambió cuando Cristo llegó
Pues tu vida tocó el Maestro y Dios.[xvii]
—
[i] Adapted from Warren W. Wiersbe, On Being A Servant of God, (Baker Books, 1993), p 49
[ii] Michael Bentley, Living For Christ in a Sinful World: 1 & 2 Peter (Evangelical Press, 2009), p. 123
[iii] Paul A. Cedar, The Preacher’s Commentary: Volume 34 (Thomas Nelson, 1984), p. 159
[iv] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1984), p. 212
[v] John Phillips, Exploring the Epistles of Peter (Kregel, 2005), p. 143
[vi] Cedar, p. 160
[vii] Charles R. Swindoll, Insights on James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 194
[viii] Hiebert, p. 213
[ix] The Expositor’s Bible Commentary: Volume 13 (Zondervan, 2006), p. 331
[x] Life Application Commentary, 1 & 2 Peter/Jude (Tyndale House, 1995), p. 86
[xi] Phillips, p. 145
[xii] J. Alan Blair, Living Peacefully (Kregel, 1959), p. 163
[xiii] John MacArthur, 1 Peter (Moody Publishers, 2004), p. 188
[xiv] Swindoll, p. 195
[xv] Adapted from MacArthur, p. 189
[xvi] MacArthur, p. 190
[xvii] Written by: Myra ‘Brooks’ Welch; John Kramp Published by: New Spring Publishing