Introducción
Después de la increíble hazaña del Apolo 11 al colocar a tres hombres en la luna ese 24 de julio de 1969, el astronauta Michael Collins dijo: “Todo esto fue posible gracias a la sangre, el sudor y las lágrimas de miles de personas. Todo lo que ven y escuchan es sobre nosotros tres, pero detrás de escena hay miles de personas más”.
La autora Catherine Thimmesh escribió que miles de personas ayudaron para que esto sucediera, personas en las que nunca pensaría, como costureras de trajes espaciales, operadores de radiotelescopios y diseñadores de paracaídas; pero las habilidades y contribuciones de todos hicieron posible llevar a los hombres a la luna, traerlos a casa y dejar que el resto del mundo lo viera suceder.
En el Centro Espacial Kennedy, durante este evento histórico, participaron 17.000 ingenieros, mecánicos, soldados y contratistas.
Luego estaban los “Dos Bobs”, dos hombres llamados Bob que monitorearon cuanto combustible quedaba en el módulo durante su descenso a la superficie.
El equipo también incluía a un joven prodigio de la informática de 24 años llamado Jack, que ayudó a resolver problemas técnicos informáticos durante el aterrizaje.
El código de computadora que ejecutaba todos los sistemas fue desarrollado por otro equipo de ingenieros.
Al menos 500 personas diferentes contribuyeron al diseño y la fabricación de los trajes espaciales de los astronautas, incluida una costurera que comentó: “No nos preocupamos demasiado por los trajes espaciales hasta que los astronautas comenzaron a saltar en la luna… nos hizo temblar a todos”.
Si puede imaginárselo, 400.000 personas estuvieron involucradas en ese proyecto espacial.
Cuando Neil Armstrong salió de la nave a la superficie de la luna y dijo: “Un pequeño paso para el hombre. . . un gran salto para la humanidad”, lo que nadie sabía era el hecho de que antes de que pudiera darse ese pequeño paso, 400.000 personas habían estado involucradas: 400.000 contribuciones.[i]
Miles de dones, talentos y sacrificios invisibles hicieron posible que la humanidad diera ese gran salto hacia adelante.
Cuando leí eso recientemente, no pude evitar pensar en la iglesia. La iglesia avanza no por unas pocas personas dotadas en el centro de atención, sino por los miles de personas dotadas que pasan desapercibidas en el trabajo.
De hecho, cuando se pone a pensarlo, en cada iglesia local debe haber mil dones invisibles y miles de pasos dados en un servicio fiel y silencioso, para que la iglesia pueda dar un salto adelante.
El Apóstol Pedro está escribiéndole a la Iglesia del Primer Siglo – y quiere que avance y que cada creyente desempeñe un papel a pesar de:
- una cultura que los oponía;
- la creciente persecución;
- la carencia en tantas áreas que hoy damos por sentado.
Y el Espíritu de Dios sabe – y comunica a través del Apóstol Pedro – que, si la iglesia alguna vez va a dar un gran paso adelante, tendrá que dar mil pasos detrás de escena.
Repaso
Le invito a regresar allí, a 1 Pedro capítulo 4. Si acaba de unirse a nuestro estudio, le cuento que hemos dedicado un programa entero a la descripción bíblica del próximo evento en el calendario profético, el rapto de la iglesia, y lo que significa la declaración de Pedro en el versículo 7, capítulo 4, que el fin se cerca. Debemos esperar que, en cualquier momento, llegue el fin de la historia humana tal como la conocemos en esta dispensación de la iglesia.
Pero en lugar de decirnos que nos preparemos para el fin al juntar provisiones y escondernos, Pedro nos manda a vivir al aire libre.
En lugar de pensar solo en nosotros y nuestras familias, Pedro nos recuerda que este es el momento de pensar en el mundo que nos rodea y el evangelio y nuestra familia de la iglesia.
Hasta ahora, en nuestro estudio, Pedro nos ha desafiado a medida que se acerca el fin de todas las cosas, a mantener la calma y estar enfocados (v. 7); a seguir orando y amándonos unos a otros (v. 8) y estar disponibles para los demás (v. 9).
Luego, Pedro nos desafió a comenzar a servirnos unos a otros también. Y sacó el tema de los dones espirituales.
Note el versículo 10 nuevamente;
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
En otras palabras, cuando Dios lo estaba creando en el vientre materno, como estudiamos el último programa, Dios lo formó y entretejió en el vientre de su madre de tal manera que pudiera hacer las cosas que hace, amar las cosas que ama, note las cosas que nota, disfrute las cosas que disfruta y aporte las cosas que aporta.
Desde la perspectiva de bíblica, Dios también lo capacitó con algo que comenzarías a desarrollar y ejercitar después de su nuevo nacimiento, su nacimiento espiritual por medio de la fe en Jesucristo. Pedro lo llama un don especial.
Descubrimos algunas de las implicaciones de las palabras inspiradas de Pedro en el versículo 10:
- Primero, no lo han excluido en la distribución de dones. Pedro da por sentado que cada creyente que lee esta carta entiende que recibió una habilidad para usar en el servicio espiritual.
- En segundo lugar, no eligió en qué sería bueno. Dios hizo eso. Él es responsable de sus habilidades, discapacidades y limitaciones.
- Y, en tercer lugar, no debe guardarse sus dones. Pedro escribe aquí que debemos usarlos, ponerlos al servicio del Cuerpo de Cristo.
Puede que ahora esté empezando a preguntarse cómo son estos dones. Así que, Pedro, a continuación, nos estrega dos ilustraciones.
Los Dones Espirituales
Observe el versículo 11:
Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da (1 Pedro 4:11a).
Entonces Pedro nos da dos categorías de dones espirituales sin los detalles que nos da el Apóstol Pablo en sus cartas. Pedro simplemente reduce todo a los dones de hablar y los dones de servir.
Antes de sumergirnos en los detalles, tenga en cuenta que los dones no son excusas. En otras palabras, Dios espera que todos los creyentes participen en el ejercicio de la mayoría de los dones que se mencionan en el Nuevo Testamento.
Lo que quiero decir con eso es que la mayoría de los dones mencionados específicamente en el Nuevo Testamento también son responsabilidades de cada creyente.
Por ejemplo, Pablo dice que el evangelismo es un don, pero el Nuevo Testamento le dice a cada creyente que esté preparado para dar razón de la fe que tiene. (1 Pedro 3:15) No podemos decir: “Bueno, simplemente no tengo el don, ni me siento cómodo evangelizando”. Puede que no se sientas cómodo, pero va a estar desobedeciendo al Señor si no lo hace.
Pablo dice que el dar y el discernir son dones, pero, de nuevo, nos ordena a todos a discernir lo que es verdaderamente bueno (1 Tesalonicenses 5:21), y a dar contribuciones financieras para la obra del Señor (2 Corintios 8:7).
En otras palabras, nadie debe eludir las responsabilidades normales de ser parte de familia de Dios diciendo que no tiene ese don.
En un nivel muy práctico, nadie puede excusarse de las tareas cotidianas como ayudar en la guardería o colocando sillas diciendo: “Mira, ese no es mi don”.[ii]
Entonces, si estos dones también son responsabilidades para cada creyente, ¿cómo debemos entender la clara referencia de Pedro de que cada uno hemos recibido algún tipo de don de parte de Dios, un don de hablar o de servir para el beneficio de los demás?
Permítame decirlo de esta manera: un don espiritual es una capacidad dada por el Espíritu de Dios para que haga algo que otros creyentes pueden hacer en menor grado.
Piense, por ejemplo, en el don de enseñanza. A todos se nos dice que una marca de madurez del creyente es que nos convertimos en maestros (Hebreos 5:12). De hecho, el escritor de Hebreos preguntó: “¿No deberían todos ustedes ser ya maestros?”
Cada creyente es un maestro y el escritor de Hebreos no está pensando en oportunidades formales de enseñanza en la iglesia. Él está pensando en cada creyente que aprovecha esas oportunidades de enseñar a otra persona: a sus hijos, un compañero de trabajo que le hace una pregunta sobre Dios o la Biblia, etc. Y adivine qué, ¡acaba de convertirse en un maestro de la Biblia!
Todo creyente debe madurar y aprender a comunicar la verdad bíblica al mundo que lo rodea.
Pero una capacidad elevada – lo que estoy definiendo aquí como un don especial – es una habilidad en la que el Espíritu Santo toma la responsabilidad normal de cada creyente y la mejora, la expande y la eleva en la vida de unos pocos creyentes.
Ese don de enseñanza crea espacio para un papel docente, donde enseñar regularmente, y está reservado para unos pocos creyentes en la iglesia local. Se identifican los maestros dotados, y su compromiso de enseñar se convierte en un servicio regular y fructífero para el Cuerpo de Cristo.[iii]
Puede ser como maestro de escuela dominical, maestro de estudio bíblico para hombres o mujeres o jóvenes, pastor, misionero, líder de un grupo pequeño, consejero o discipulador de nuevos creyentes. En otras palabras, el maestro dotado se dedica a ejercer su don en algún tipo de papel regular por el bien de la iglesia.
Y se vuelve regular simplemente porque tiene que hacerlo, desea ejercitarlo, piensa en formas de ponerlo en práctica, ¡no es feliz a menos que pueda encontrar formas de compartirlo con el Cuerpo de Cristo!
Un autor define los dones espirituales de esta manera:
Un don es una capacidad y deseo de ministerio, dado por Dios para el uso regular, para dar fruto en la iglesia.[iv]
Ahora, con eso como trasfondo, cabe señalar que cada uno de nosotros encajará en una de estas dos categorías generales. Dones de enseñanza o dones de servicio.
Entonces, en caso de que no haya estado prestando atención y piense que esto no aplica para usted, escuche: No existe tal cosa como un cristiano que no pueda contribuir al cuerpo de Cristo de alguna manera.
Puede que sea ese astronauta que salta a la luna, pero lo más probable es que sea la costurera que hizo su traje, o el ingeniero, o el que pegó las calcomanías en el módulo, o el que empaquetó la comida, o incluso el que inventó esa bebida en polvo que llevaron a la luna.
Puede que no sea uno de los tres astronautas que todo el mundo vio caminando sobre la luna, pero podría ser una de las 400.000 personas que lo hicieron posible.
Ahora veamos con más detenimiento las categorías de dones espirituales que enseña Pedro.
Los dones de Enseñanza
Versículo 11:
Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios.
La palabra que Pedro usa traducida “habla” es un verbo usado en el Nuevo Testamento para referirse a comunicar la verdad. Puede referirse a enseñar, exhortar, evangelizar o dar una palabra de testimonio.[v]
Algunos eruditos del Nuevo Testamento creen que incluso se puede referir al canto. Ciertamente tiene que ver con las palabras de aliento que da cuando aconseja a una persona o en reuniones a varias personas.[vi]
Pero este hablar no es solo hablar sobre el clima o compartir su opinión sobre la vida y la política. Pedro está hablando de esas oportunidades en las que está hablando en nombre de Dios con respecto a la palabra de Dios.
De hecho, Pedro agrega aquí la advertencia de que cada vez que habla así, está entregando las palabras de Dios. Es decir, el mensaje que está entregando es de Dios, no suyo.[vii]
Si está en una posición o en un evento o en algún lugar donde estás hablando o compartiendo algo de la palabra de Dios, esta frase no significa que todo lo que sale de su boca es verdad solo porque lo dice usted o solo porque se encuentra detrás de un púlpito. Pedro quiere que tenga cuidado y sea consciente de que no está creando el contenido, no se lo está inventando; no está compartiendo su opinión. ¡Será mejor que esté entregando la verdad de la palabra de Dios!
Déjeme darle una verdad a cada enseñador de la palabra de Dios. Aquí está: Usted no es para nada original. No está para inventarse nada nuevo y único. Usted no es un improvisador, es un mensajero.[viii]
Debe comprender la advertencia – y esto no solo va para los dones de enseñanza y los dones de servicio, sino para cada don – existe el potencial para abusar cada don en el Cuerpo de Cristo.[ix]
Es posible que:
- Un orador hábil que use su don para juntar seguidores;
- Alguien con el don de enseñanza desvíe a la gente para que siga sus opiniones;
- Alguien con el don de misericordia se enorgullezca con el pensamiento de que es la única que se preocupa por los demás;
- Alguien con el don de dar lo haga para ser reconocida;
- Alguien con el don de la administración piense que es indispensable para la organización de la iglesia;
- Alguien con el don de evangelismo quiera ver decisiones, pero no le importe hacer discípulos.
Cada don tiene el potencial de ser distorsionado por un corazón pecaminoso y usarse para nuestro propio beneficio en lugar de los propósitos de Dios.
Y Pedro advierte especialmente al que enseña en público, que recibe mucha atención – donde el peligro es aún mayor – que no se trata de ellos. De hecho, cuando entrega la verdad, no se le ocurrió a usted, usted no lo inventó. Usted no es original, solo es el mensajero.
Así que cuando hable, asegúrese de que a Dios no tenga problemas firmando Su nombre, validando lo que dijo, ya que lo está representando en público.
Es la palabra de Dios que no volverá vacía; es la palabra de Dios la que hará lo que Dios desea. (Isaías 55:11)
Los dones de Servicio
Ahora Pedro pasa a hablar de los dones de servicio. Note a continuación:
si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da. (1 Pedro 4:11b)
La palabra traducida “ministrar” es la palabra diácono en griego. Pedro no se refiere aquí solo a ese oficio, sino a los servicios ministeriales.
Diácono era la palabra típica para describir a un sirviente doméstico en el primer siglo: hombres y mujeres que tenían la responsabilidad de administrar un hogar.[x]
Esto incluiría todas las tareas domésticas, la mayoría detrás de escena. Pero en el hogar y en la iglesia, no tiene que ser visto para ser significativo.
No tiene que ser visible para ser vital en el Cuerpo de Cristo. Sí, los dones de enseñanza proclaman a Cristo; Pero los dones de servicio representan a Cristo para los demás.
Sí, los dones de enseñanza explican la verdad; Pero los dones de servicio aplican la verdad.
Sí, los dones de enseñanza tienden a llamar la atención, mientras que los dones de servicio a menudo pasan desapercibidos. Pero tenga en cuenta que los dones de enseñanza son la boca, pero los dones de servicio son los músculos. Y dado que un cuerpo tiene más músculos que bocas, no sorprende que el don predominante que el Espíritu da a cada iglesia sea el don de servicio.
De hecho, si busca esta palabra traducida servicio a lo largo del Nuevo Testamento, verá que aparece más de 100 veces, y descubrirá que se usa varios contextos:
- El servicio de los diáconos se ilustra en Hechos 6.
- La palabra aquí traducida servicio también se usa para cualquier persona, no solo diáconos, que ayuda a otros cristianos en una variedad de ministerios (Hebreos 6:10)
- Se usa para la entrega de fondos para ayudar a una iglesia necesitada. (Hechos 11:29)
- Se utiliza para la realización de trabajos básicos. (Filemón 13)
- Se usa para el compartir el evangelio (2 Corintios 8:19)
- Y se usa para el servir mesas – literalmente, supervisando las comidas. (Lucas 10:40)
Y así sucesivamente, y la mayor parte de este servicio tiene lugar tras bambalinas.
Parte de nuestro problema es que pensamos que algunos dones son más importantes que otros, como si hubiera una escalera para subir en la iglesia.
Entonces, tal vez la iglesia debería promover a las personas a los dones más públicos; ya sabe, ayuda a los hermanos que están estacionando su auto. Si lo haces bien y nadie choca, entonces deberían promoverlo a ujier; y si no se le cae el plato de la ofrenda y es bueno encontrando asientos para la gente, entonces deberían promoverlo a maestro de escuela dominical, y luego a diácono, y luego a anciano.
Esa forma de pensar ignora la instrucción de la palabra de Dios con respecto a los dones espirituales. No hay escalera que subir. No hay promociones en la iglesia, solo hay posiciones en la iglesia done el Espíritu Santo lo coloca.
Él (el Espíritu Santo) planea la iglesia. Él nos dota para servir o hablar de una manera que permite que Su iglesia avance. No se trata de mí o de usted. Se trata de nosotros, dando mil pasos para que la iglesia pueda dar un gran salto hacia adelante.
Me encontré con este artículo hace poco sobre una orquesta alemana de renombre que estaba llena de división. Evidentemente, los violinistas estaban demandando un aumento de sueldo, alegando que tocaban muchas más notas por concierto que sus colegas. Los 16 violinistas explicaron que esto los hacía más importantes para la orquesta, obviamente más importantes, dijeron, que sus colegas menos ocupados que tocaban la flauta y el oboe.
Su demanda no funcionó, pero solo puede imaginar el daño que provocó. Esta va a ser una orquesta en mal estado.
Querido creyente, la iglesia es como una orquesta en la que cada persona toca su parte – ya sea larga o corta, fuerte o suave.
Incluso el que toca los platillos de vez en cuando. No sé usted, pero yo nunca he escuchado un solo de platillos. ¿Se lo imagina? Sin embargo, cuando se tocan en el momento justo, ¡guau! Le ponen los pelos de punta.
En una orquesta y en la iglesia, todos juegan un papel, y no hay absolutamente ningún lugar para personas que lleven la cuenta de cuántas notas tocaron.
No es de extrañar – observe nuevamente en el texto:
si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da (1 Pedro 4:11b).
Note cómo Pedro anima a las personas dotadas para el servicio a recordar que están sirviendo por medio del poder que Dios les da.
El servicio puede ser agotador, pero no solo confiamos en Dios para el mensaje si estamos hablando, sino que confiamos en Dios para el poder si estamos sirviendo.
Me encanta esta palabra aquí traducida dar: el poder que Dios da. En el primer siglo, esta palabra, coregei en griego, se usaba para alguien que pagaba los gastos de un coro o de los actores en un drama. De coregei obtenemos nuestra palabra coreografía.[xi]
Aquí está la implicación: Dios está haciendo toda la coreografía y a arreglando todas las partes y Él está proporcionando toda la fuerza que necesita mientras interpreta su papel Divinamente coreografiado.
Servir a los demás puede ser agotador porque servir significa trabajar.
¿Está dispuesto? ¿Estás dispuesto a prestar sus músculos o tal vez su boca? ¿Está dispuesto a orar y experimentar y elegir su lugar de ministerio?
Pero ¿por qué molestarse? ¿Por qué querrías agregar algo a su ya ocupada vida? ¿Por qué molestarse en servir o enseñar? ¿Por qué debería involucrarse?
Pedro anticipa esa pregunta y rápidamente va más allá de los dones y nos enseña la meta. Mire en el resto del versículo 11: para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. (1 Pedro 4:11c)
¡Vaya objetivo! ¡Qué maravillosa razón para vivir y servir y enseñar!
Un autor lo puso de esta manera: hay dos grandes momentos en la vida de una persona: el momento en que nace y el momento en que se da cuenta de por qué nació.
Aquí está: ¡para dar gloria a Dios! Para vivir de tal manera en medio de lo tedioso, lo repetitivo, lo cotidiano, lo difícil, lo sacrificado y servicial para usar lo que Dios le dio para darle honra y gloria.
Esto es para lo qué vivimos: para ministrarnos unos a otros y así le demos más gloria a Jesucristo. Y cuando lo hacemos, Su reputación y Su iglesia dan otro gran paso adelante.
Por mil pasos y mil contribuciones y mil dones invisibles en su nombre y para su gloria eterna.
Entonces, ¿qué dice? ¿Qué dice acerca de ese tipo de potencial en su vidas e iglesia? Solo hay una cosa que puedes decir. Pedro termina diciendo aquí, amén.
Amén. Lo que significa, ¡que así sea! Es la verdad; o, en otras palabras, ¡adelante! Vivámoslo.
¡Amén! Así que vamos a hacerlo.
—
[i] Adapted from Matt Woodley. Editor, PreachingToday.com; source: Catherine Thimmesh. Team Moon (HMH Books, 2015)
[ii] Ibid, p. 184
[iii] Adapted from Ibid, p. 185
[iv] Ibid, p. 181
[v] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH, 1992), p. 276
[vi] Daniel G. Powers, 1 & 2 Peter, Jude (Beacon Hill Press, 2010), p. 134
[vii] Adapted from Charles R. Swindoll, Insights on James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 222
[viii] D. Edmond Hiebert, p. 276
[ix] Stephen T. Um, 1 Corinthians (Crossway, 2015), p. 225
[x] David R. Helm, 1-2 Peter and Jude (Crossway, 2008), p. 144
[xi] Adapted from Fritz Reinecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 763