Introducción
El gran teólogo R. C. Sproul, escribió a menudo sobre el tema de la providencia de Dios. Cuando partió a la presencia del Señor, saqué uno de sus libros que tenía guardado y lo leí, mientras agradecía al Señor por este hombre grandemente usado por Él.
En este libro, contaba una graciosa historia que había escuchado de James Montgomery Boice, un pastor amigo suyo durante muchos años.
Dice así: Había un escalador de montañas que se resbaló en una cornisa y estaba a punto de caer por cientos de metros hacia una muerte segura, pero cuando comenzó a caer, se agarró de la rama de un pequeño árbol que estaba creciendo de una grieta en la cara de ese acantilado escarpado y rocoso.
Mientras se aferraba a la rama, las raíces de ese árbol comenzaron a soltarse, y el trepador supo que se enfrentaba a una muerte segura. En ese momento, clamó al cielo: “¿Hay alguien allá arriba que pueda ayudarme? ¿Hay alguien, quien sea, alguien que pueda ayudarme?”
De repente, para su sorpresa, escuchó una voz retumbante desde el cielo que respondía: “Sí. Estoy aquí te voy a ayudar. “Gracias, gracias”, dijo el alpinista. La voz dijo: “Suelta la rama, confía en mí”.
El hombre miró hacia el abismo y miró hacia el cielo y luego dijo: “¿Hay alguien más allá arriba que pueda ayudarme?”[i]
Sproul continuó escribiendo que esta mentalidad representa la mentalidad de nuestra generación evangélica. Queremos escuchar a Dios, siempre y cuando nos entregue un mensaje, un plan o un mandato que nos guste.
Pero si se trata de confianza, fe, dificultades o posible sufrimiento, a menudo nos preguntamos si escuchamos bien el mensaje. O tal vez hay alguien más ahí arriba con uno mensaje mejor.
El apóstol Pedro ha estado tratando con la realidad de la vida cristiana. Ha tocado el tema de confiar en Dios, aunque signifique dificultad y sufrimiento.
Pedro comenzó este tema informándonos que necesitábamos prepararnos para el fin de todas las cosas, es decir, la venida de Cristo por Su iglesia y el fin de la historia humana tal como la conocemos. Pero, nos dijo que debemos mantener la calma, permanecer involucrados y seguir adelante para la gloria de Dios.
Y Pedro ha sido muy realista y directo con nosotros. Él nos ha advertido que el sufrimiento, las dificultades, la confianza y la fe son elementos esenciales para empacar en nuestro kit de supervivencia. Pero Pedro también nos ha estado animando a repensar nuestro concepto del sufrimiento.
De hecho, le invito a abrir su Biblia en 1 Pedro 4. Vamos a estudiar el último versículo, antes de que cambie de tema en el capítulo 5.
Lo que quiero hacer hoy es señalar un par de observaciones a partir de este pasaje. En esta conclusión, encontramos un repaso de lo que hemos visto, y a la vez algunos nuevos enfoques y énfasis para el creyente que vive a la luz del fin de los tiempos.
La primera observación es esta:
El sufrimiento está hecho a la medida para fortalecer su fe, no para debilitarla.
Note el versículo 19 – solo el principio:
De modo que los que padecen según la voluntad de Dios… (1 Pedro 4:19a)
Un momento; ¿Escuchamos eso correctamente? Los que padecen según la voluntad de Dios.
- “Pensé que el sufrimiento era para los que no están en la voluntad de Dios”.
- “Pensé que el sufrimiento podía aliviarse si uno fortalece su fe o si afirma su caminar con Cristo”.
- “¿Quieres decir que puedo sufrir y que esa es la voluntad de Dios para mi vida?”
¿Hay alguien más ahí arriba?
Pero aquí está la perspectiva de Pedro que ya nos ha entregado: el sufrimiento es un tutor asignado por el Espíritu de Dios que descansa sobre usted y le permite desarrollarlo y no destruirlo.
Y ahora aquí agrega el secreto detrás de todo esto: Usted está sufriendo según la voluntad de Dios. Lo que significa que las pruebas están hechas a medida… y el Diseñador es Dios.[ii]
Dios nos viste con el sufrimiento según sus propósitos y diseños hechos a nuestra medida.
Permítame hacer una segunda observación:
La madurez espiritual se profundiza a través de las pruebas de fuego.
Pedro escribió unos versículos antes sobre este tema y nos dijo:
No os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido. (1 Pedro 4:12)
La idea de esta prueba aquí proviene del ámbito de los orfebres en los tiempos de Pedro. Ellos procesaban y purificaban el oro, agregando más combustible al fuego para aumentar el calor y así eliminar las impurezas hasta que pudieran ver su reflejo en el oro líquido.
Nuevamente, esta analogía tiene la intención de animar a los creyentes tanto en los días de Pedro como en los nuestros. La presión está aumentando, la cultura se está volviendo más hostil. En unos pocos años, estos creyentes sufrirían la persecución de parte del imperio romano.
Y Pedro les está informando a ellos, y a nosotros, que Dios es el que controla el calor y la duración en que estaremos en el crisol y la cantidad de presión que tendremos que soportar.
Es la mano de Dios la que está en el termostato mientras nos cambia y nos conforma un poco más a la semejanza de Jesucristo.
Piénselo de esta manera. Como un autor escribió: “Nadie obtiene un diploma o título sin tomar exámenes. El plan de estudios de la semejanza a Cristo es muy similar. Pero lo interesante del salón de clases de Dios es que podemos calificar nuestras propias pruebas”.
“Él no nos prueba para saber cuánto estamos cambiando, Él nos prueba para que podamos aprender cuánto estamos cambiando.”[iii]
¿Cuáles son los resultados de la prueba? ¿Y cuán diferentes podrían ser de los de su vecino incrédulo cuando él también pasa por momentos difíciles?
Quiero decir, ¿cuán diferente es nuestra respuesta ante los males y el sufrimiento del mundo, de la respuesta de los incrédulos?
Solo mire su respuesta ante sufrimiento, el mal y la calamidad: Ellos maldicen a Dios o lo rechazan por eso.
¡Muchos niegan que Dios o el cristianismo sea verdad por eso! ¡No puede haber un Dios y dejar que esto me suceda! Su fe en Dios no se profundiza, se elimina.
Una vez, un escéptico se le acercó al famoso evangelista Billy Graham, y le preguntó: “Si el cristianismo es verdad, ¿por qué hay tanta maldad en el mundo?” Billy Graham, dijo de forma simple y sabia y probablemente con una sonrisa: “Bueno, con tanto jabón disponible en el mundo, ¿por qué hay tanta gente sucia?”.
Que buena respuesta. Por cierto, en esta carta, Pedro nunca le dice al creyente cómo puede evitar el sufrimiento o el dolor o incluso el mal que recibe.
La diferencia entre nuestra respuesta y la del mundo que nos rodea es que tenemos una relación con Cristo. De hecho, piénselo de esta manera: nos gozamos de pertenecer a un Salvador que sufrió por una importantísima razón.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. (Isaías 53:5)
Mire si ese no es un ejemplo de sufrir por causa del mal y al mismo tiempo estar en medio de la voluntad de Dios.
Y debido a todo esto, el Espíritu de Dios ha aplicado Su sufrimiento, Su derramamiento de sangre y Su muerte en la cruz a nuestros corazones y nuestras vidas, y hemos sido salvos gracias a Él.
Todo creyente debe depositar su vida en las manos de Dios
Me encanta la siguiente expresión que encontramos en nuestro pasaje de hoy. Pedro nos da un principio clave para todo este proceso de crecer a través del sufrimiento. Note lo que Pedro escribe a continuación en el versículo 19.
De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador… (1 Pedro 4:19).
Aquí está la clave: encomienden sus almas. La palabra traducida almas se refiere a todo su ser. Confía su pasado, presente y futuro; sus decepciones y éxitos; sus altos y bajos; sus preguntas y dudas y miedos, encomiéndelo todo a Él.
Lo que más me gusta de esta expresión en el idioma original es el hecho de que Pedro no está escribiendo aquí sobre una acción única.
El tiempo presente que usa Pedro indica que se trata de una acción continua y diaria de nuestra parte.[iv]
Podrías traducir esta frase: “Estén confiando constantemente” sus almas al fiel Creador.” Lo que significa que cada día uno debería dedicar su vida a Jesucristo.
La palabra que Pedro usa aquí, traducida encomendar, es un término bancario. Significa depositar para su custodia. Depositamos nuestra vida en las manos de Dios para que la cuide.[v]
Permítame hacer tres breves observaciones en cuanto a esto:
-
Este depósito no es periódico, es continuo.
Es día a día, a veces minuto a minuto. Todos los días va a ir al banco de la bondad, la gracia, la soberanía, el propósito y la providencia de Dios y le dirás: “Quiero hacer otro depósito hoy. Sé que estuve aquí ayer o anoche o hace unas horas, pero necesito entregar mi vida a su custodia”.
“Tiendo a entregarla y luego a retomarla. Pero aquí está todo de mí, una vez más”.
Pedro no está hablando de la salvación, esa es una transacción que ocurre de una vez por todas. Él está hablando de su confianza y fe en el cuidado y la soberanía de Dios en su vida. Él está escribiéndole esto a cristianos.
En segundo lugar:
-
Este depósito no es accidental; es intencional.
Este es un ejercicio intencional de confianza y fe sin importar las condiciones y tormentas a su alrededor o incluso los vientos de desánimo y duda dentro suyo.
Incluso cuando esa rama al que se aferra parece estar por quebrarse mientras cuelga sobre el precipicio y el mensaje de Dios es: “Suéltala y confía en mí”.
En tercer lugar:
-
Este depósito no es parcial; es total.
La mejor manera de depositar su vida en las manos de Dios es hacer un depósito constante y sin reservas. No deje ningún cambio suelto por ahí; no se guarde nada.
Hace poco leí que el gobierno de Estados Unidos asegura hasta $250,000 en una cuenta bancaria. Nunca he tenido que probar ese seguro. Pero, si supera esa cantidad, el resto no está asegurado y el gobierno no puede garantizar su protección.
Escuche, su Dios infinito no tiene límites en lo que puede garantizar. Millones y millones de cristianos pueden depositarse en Su cuidado y Él garantiza su protección a cada uno de ellos. Él sostendrá a cada creyente. Él nunca tendrá un déficit de compasión, poder o gracia y nunca le dirá: “Mira, no puedes darme más de ti porque llegué a mi límite.”[vi]
Así que deposite su vida en la custodia de su Salvador, momento a momento y día a día.
¿Y quién es el mejor, a quién puede confiarle su vida?
Mire nuevamente el versículo 19.
De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien.
No pase por alto el hecho de que Pedro no nos elogia por ser fieles; simplemente nos recuerda que Dios es fiel.[vii]
Pedro no dice: “esta garantía solo funcionará si eres fiel y nunca te equivocas ni lo defraudas”. No, querido oyente, esto funciona porque Él es fiel y nunca se equivoca y nunca le fallará.
Ahora, no estoy diciendo que el cristiano puede serle infiel a Dios. No me malinterprete. Pero tampoco malinterprete lo que dice este texto. El énfasis aquí está en la fidelidad de Dios. Él es el fiel Creador.
Pregúntele a José en esa prisión egipcia si la infidelidad de sus hermanos a Dios significó que de alguna manera su vida se había escapado de las manos de Dios.
Pregúntale a David si su pecado significó que nunca más sería usado por Dios y escribiría esos maravillosos salmos de confianza y esperanza.
Pregúntele a Job en medio de las cenizas si sus palabras acusando a Dios de ser injusto con él significaban que la garantía estaba cancelada y que ahora estaba por su propia cuenta. De hecho, pregúntele a la esposa de Job si su consejo de abandonar a Dios significaba que Dios ahora la abandonaría a ella.
Pregúntele a Pedro si haber negado a Cristo significaba que Jesús lo negaría a él o cualquier fruto de su ministerio futuro. Y espere un segundo, estamos estudiando una carta escrita por este mismo apóstol Pedro, un hombre cuyo ministerio hasta el día de hoy está dando frutos. ¿Por qué? Porque Dios es fiel a los que le pertenecen.
Dios merece nuestra confianza y adoración porque es el creador
¿Y notó cómo Pedro describe a Dios aquí? Como el fiel Creador. Este es el único lugar en todo el Nuevo Testamento donde a Dios se lo llama el fiel Creador.[viii]
A lo largo de la Biblia encontramos la verdad de que Dios es el creador de todo lo que existe. De hecho, Pablo incluso nombra a Jesucristo como el agente específico que creó el mundo y todo lo demás. (Colosenses 1:15)
Pero este es el único lugar en el Nuevo Testamento donde se describe a Dios el Padre como el Creador fiel. Y vaya si este no es lugar perfecto para hacerlo. Esta descripción le recuerda a la iglesia que, si Dios es lo suficientemente poderoso para crear y controlar el universo, también es lo suficientemente poderoso para crear y controlar los eventos de nuestras vidas. Pedro quiere que encontremos consuelo y aliento en la verdad de Dios es nuestro fiel Creador.
Lo mismo hizo el profeta Isaías siglos antes. Imagine el consuelo que deben haber traído sus palabras. Él escribe:
Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó las estrellas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio (Isaías 40:26).
Y el punto es: “si el Creador de trillones de estrellas nunca le pierde el rastro a siquiera una de ellas, tampoco le perderá el rastro a usted”.
Ninguna de ellos falta y ninguno de nosotros tampoco.
Pedro nos indica que consideremos la creación de Dios, especialmente cuando estás sufriendo.
Jesucristo dijo en Su sermón del monte, que miremos a las aves y las flores del campo adornadas con hermosos colores. Luego consideremos que esta creación asombrosa, detallada, creativa, brillante y compleja tiene un Creador que resulta ser su Dios, quien también diseñó cada detalle de su vida. (Mateo 6)
Desde su apertura en 1874, el Laboratorio Cavendish en Cambridge, Inglaterra, ha sido el lugar donde se han producido muchos descubrimientos increíbles en el ámbito de la física.
En ese laboratorio, los científicos descubrieron el electrón y el neutrón por primera vez. El laboratorio sentó las bases para el descubrimiento de la mecánica cuántica en la década de 1920. Este fue el laboratorio que sentó las bases que condujeron a la determinación de la estructura de doble hélice del ADN, en la década de 1950.
Pero lo que encontré fascinante es que en la entrada del antiguo laboratorio Cavendish, grabadas sobre la gran puerta de roble, están las palabras del Salmo 111 que dicen:
Grandes son las obras de Jehová; estudiadas por todos los que se deleitan en ellas (Salmo 111:2).[ix]
Pedro está escribiéndoles a los creyentes que sufren y, en un sentido muy práctico, les recuerda que Dios es el Creador de todo lo que existe, animándolos a quitar la vista de su propio sufrimiento, mirar a su alrededor y finalmente alabar a Dios por Su creación.
Los cristianos deben ser conocidos sobre todas las cosas, no por su sufrimiento, sino por su adoración. Quizás lo mejor que puede hacer cuando está sufriendo o desanimado es estudiar la obra creativa de Dios.
- Visite el zoológico; mire el fantástico diseño de Dios en los animales.
- Salga a caminar a la playa, el río, un lago, la montaña.
- Plante algunas flores.
- Acérquese a una ventana y mire las aves.
- Salga al aire libre tanto como pueda.
- Venga a mi casa y arranque las malezas. ¡Ambos nos sentiremos mejor!
Me parece maravillosamente revelador que después de que Job sufriera por meses o quizás años de increíble dolor y angustia y la duda, ira, desesperación y sufrimiento; cuando Dios finalmente aparece, Él no le da una sola respuesta. En cambio, Él lleva a Job a darle un recorrido por su creación.
- Él se describe a sí mismo como el Creador de todo, desde el relámpago hasta el hielo y la nieve;
- Describe cómo midió el universo y creó la tierra, envolviéndola con un manto de nubes;
- Le describe las constelaciones de Orión y las Pléyades.
- Luego se le da a Job un recorrido por el reino animal y revela Su diseño soberano sobre el avestruz y el ciervo y el león y el caballo; el enorme Leviatán y Behemot; e incluso el burro y el águila.
Dios no le da una respuesta a Job en cuanto a su sufrimiento; solo un viaje por el zoológico y una demostración de Su soberanía en la creación. Y cuando termina el recorrido, Job le dice a Dios:
Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado (Job 42:2).
En otras palabras, “Tienes un propósito en todo lo que haces, incluso para mí, y nada puede impedirlo”. Y Job volvió a depositar su vida en las manos de su fiel Creador.
Conclusión
Pedro comenzó esta sección escribiendo: El fin de todas las cosas se acerca. Es decir, Jesucristo está en camino, así que, ¿cómo se puede preparar para la vida?
¿Cómo va a vivir mientras espera Su venida, especialmente cuando se vuelve difícil, doloroso y tormentoso?
Concluyo con este ejemplo de confianza y perspectiva bíblica. En un artículo que leí recientemente, una autora escribió sobre su experiencia cuando viajaba en avión a su casa.
Mientras se acomodaba en su asiento, notó un fenómeno extraño. A un lado del avión podía ver un atardecer que bañaba todo el cielo con unos colores gloriosos. Pero al mirar por la ventana del otro lado del avión, la que estaba al lado de su asiento, todo lo que podía ver era un cielo oscuro con nubes amenazantes y viento tormentoso. No había señal alguna de esa gloriosa y hermosa puesta de sol.
Cuando los motores del avión comenzaron a rugir, se le vino a la mente la verdad de que ese viaje en avión se parecía mucho a la vida. No importaba por cual ventana mirara, su avión todavía se dirigía a su hogar.
Querido oyente, el mundo y la historia humana van a llegar a tiempo a su destino;
La iglesia va a llegar a su destino a tiempo;
Usted y yo, que somos hijos de Dios, vamos a llegar a tiempo a nuestro destino.
Mientras tanto,
- Mantenga la calma, nos ordenó Pedro;
- Manténgase enfocado,
- Siga orando,
- Siga regocijándose (lo que significa – mire por esa ventana que muestra el atardecer con todos esos hermosos colores tanto como pueda),
- Siga invirtiendo en la vida de las personas,
- Sigue sirviendo en la iglesia con sus dones de servicio y enseñanza
- Soporte el sufrimiento de buena manera mientras lleva dignamente el nombre de Cristo,
- Y cada día haga un viaje por fe al banco de la gracia y providencia de Dios y deposite su vida en las manos de su Fiel Creador.
Y luego siga haciendo lo correcto, mientras espera que su avión aterrice en su hogar eterno.
—
[i] R. C. Sproul, Does God Control Everything? (Reformation Trust Publishing, 2012), p. 3
[ii] Charles R. Swindoll, Insights on James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 232
[iii] Charles R. Swindoll, Hope Again (Word Publishing, 1996), p. 204
[iv] Fritz Rienecker/Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 764
[v] Warren W. Wiersbe, Be Hopeful: 1 Peter (David C Cook, 1982), p. 136
[vi] Adapted from Swindoll, p. 210
[vii] Adapted from Daniel M. Doriani, 1 Peter (P&R Publishing, 2014), p. 199
[viii] Peter H. Davids, Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary, Volume 4: 1 Peter (Zondervan, 2002), p. 146
[ix] From Laurence W. Veinott, “Psalm 111:2—Ponder God’s Works”; (sermon manuscript)