Introducción
En nuestro mundo no hay escasez de historias trágicas que capturan nuestra atención, como el caso de un oficial de policía que falló en intervenir en una situación peligrosa dentro de una escuela secundaria donde se podía escuchar a una persona disparando sus armas.
En lugar de entrar corriendo a la escuela, permaneció afuera… y permaneció afuera hasta que fue prácticamente demasiado tarde para salvar la vida de la docena de estudiantes que murieron.
También vi en las noticias, hace un tiempo, la trágica historia de un transbordador que volcó frente a la costa de Seúl, Corea del Sur. Cientos de pasajeros murieron, la mayoría estudiantes de secundaria que terminaron ahogados porque esperaban instrucciones para abandonar el barco.
Las instrucciones tardaron en llegar porque el capitán había huido del barco que se hundía. Luego lo encontraron a salvo en tierra firme.
El público estaba indignado. El maestro que organizó el viaje se quitó la vida en su desesperación y dolor. Incluso el primer ministro de Corea del Sur se ofreció a dimitir a causa de la tragedia.
Este tipo de fallas se consideran mucho más graves simplemente porque las personas responsables de proteger las vidas de los demás abandonaron su función y como resultado personas terminaron heridas o muertas.
Encontré una historia de valentía que contrasta con las otras historias que acabamos de ver. Resulta que se había producido un incendio durante un vuelo de Dallas a Toronto.
El piloto comenzó un descenso dramático y repentino, sabiendo que solo tenía unos momentos para aterrizar si esperaba que alguno de ellos sobreviviera. Tan pronto como aterrizó el avión, abrieron la puerta para el rescate, lo que provocó que, al absorber el oxígeno del exterior, las llamas al interior rápidamente comenzaran a crecer y envolver todo el avión.
Gracias a su habilidad y compromiso, junto con los miembros de la tripulación, logró que casi todos los pasajeros pudieran escapar.
Pero en lo que finalmente se centraron los informes de noticias fue en el hecho de que este capitán había sido la última persona en abandonar el avión en llamas.
De hecho, cuando finalmente los rescatistas lo sacaron, parte de su uniforme estaba en llamas.
Sin duda tuvo merecido el elogio que recibió por alguien arriesgar su vida, su propia salud y seguridad, por el bien de los demás.[i]
Si pudiera viajar a la mitad del primer siglo, habría observado que la iglesia estaba experimentando de todo, desde desafíos organizativos y financieros hasta marginación cultural y malentendidos.
El fuego de los disturbios y la incertidumbre, en cuestión de unos pocos años, estallaría en un infierno de persecución contra la iglesia.
Gran parte de la energía apostólica de Pablo y Pedro se dedicó a desarrollar, organizar y enseñarle a la iglesia a operar en tiempos difíciles.
Y una de las preguntas principales era, ¿quién está dispuesto a servir como capitán y tripulación en este barco de la iglesia, especialmente cuando comienzan los peligros?
¿Quién va a pilotear el avión ahora que se ve humo, ahora que las llamas de la persecución y el peligro crecientes se vuelven cada vez más peligrosos?
Tanto Pablo como Pedro instaron a los hombres que vestían el manto del pastor a comandar el barco, a pilotar el avión, o, en la terminología del Nuevo Testamento, a pastorear el rebaño, a poner todo en juego, incluida su propia seguridad, por el bien de la Iglesia.
En nuestro último programa juntos, en la primera carta de Pedro, y le invito a abrir su biblia allí nuevamente, descubrimos la descripción laboral del anciano/pastor/obispo. Ese oficio de liderazgo en la iglesia que estudiamos juntos, y se conoce en el Nuevo Testamento por esos tres términos. El término:
- Anciano (presbuteros) que está relacionado con su papel de liderar el rebaño con madurez
- Pastor (poimen) que se relaciona con su papel de alimentar el rebaño con la Palabra de Dios
- Y el término obispo (episkopos) que está relacionado con gobernar el rebaño con vigilancia.
Ahora, en esta carta en la que Pedro ha estado alentando a la iglesia a mantenerse firme en su fe y esperanza durante tiempos difíciles, él se detiene, por así decirlo, para hacer algunos comentarios muy emotivos mientras habla personalmente con los ancianos de la iglesia.
Pedro escribe en el capítulo 5, versículo 1,
Por tanto, a los ancianos entre vosotros, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada: pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación (1 Pedro 5:1-2a)
Pastorea el rebaño de Dios. Cuida las ovejas. Apacienta la grey. Cuida de la iglesia. Y lo que puede esperar que haga Pedro a continuación es hablar en detalle sobre lo que significa hacer prácticamente ese trabajo. Descansa el lunes, haz visitación el martes, discipula el miércoles, estudia el jueves, ora el viernes y escribe tu sermón el sábado.
Pero en lugar de centrarse en los detalles del calendario pastoral, Pedro comienza a abordar el tema del carácter que debe tener el anciano; en lugar de enfocarse en el horario del pastor, Pedro comienza a enfocarse en el espíritu del pastor.
Básicamente, él establece para el equipo de ancianos de cada iglesia local, hasta el día de hoy, lo que voy a llamar tres principios para pastorear el rebaño.
Principios para pastorear el rebaño
Permítame darle el primer principio y luego leeremos el texto. Aquí está:
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El ministerio no depende de la exigencia, sino de la voluntad
Observe más adelante en el versículo 2:
Cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente, como quiere Dios (1 Pedro 5:2b).
Bastante claro ¿verdad? El pastor no debe ministrar porque está obligado a la fuerza. No es por imposición, amenaza, intimidación o algún tipo de presión.[ii] Los pastores no son reclutados, se ofrecen como voluntarios sintiendo el llamado divino, de acuerdo con la voluntad de Dios, escribe Pedro. Nadie debe ser presionado a asumir este tipo de rol ministerial.
En otras palabras, este rol ministerial es algo que Dios, de acuerdo con Su voluntad, ha plantado en el corazón del pastor. No se puede convencer a alguien para que se convierta en un pastor.
Incluso aquí en el Seminario Teológico Shepherds, organizado en nuestra iglesia en Carolina del Norte, entendemos que el seminario no hace pastores. No llamamos ni convertimos a hombres en pastores.
Su formación, su educación y sus maestrías tampoco los hacen pastores. No podemos hacer a alguien pastor/anciano/obispo. Dios hace eso.
El querer ser pastor está implantado en sus corazones por la voluntad de Dios. Nadie puede hacer de los hombres verdaderos ministros; simplemente los entrenamos para el ministerio que Dios los ha creado.
¿Y cómo puede saber que Dios está haciendo eso en el corazón de alguien? Bueno, en primer lugar, Pedro nos dice que, aunque el pastorado implica una vida de estudio, muchas horas, el llevar las cargas de otras personas, el dolor y las lágrimas, así como las alegrías y las victorias del ministerio: encuentra a estas personas realmente, voluntariamente, ofreciéndose para la labor. No están obligados a hacerlo. Están equipados para ello por la voluntad de Dios.
Por cierto, el hecho de que los ancianos se ofrezcan como voluntarios para su función no significa que les sea fácil cumplirla. Todos los que se ofrecen como voluntarios para servir de alguna manera en la iglesia, lo saben muy bien: la facilidad y la comodidad no tienen nada que ver con su servicio.
Hay muchos que creen que para el pastor/anciano/obispo, el ministerio le resulta fácil. Estoy leyendo la obra clásica de Charles Spurgeon titulada Discursos a mis estudiantes, solo unas páginas por semana. Es una lectura muy alentadora.
Quizás sepa que Spurgeon tenía un colegio de capacitación pastoral allí en Londres, organizado por su iglesia durante el siglo XIX, una institución que hoy equivaldría a un seminario.
Él les enseñaba a los estudiantes todos los viernes y finalmente compiló un libro sobre pastorado. Un capítulo en particular lo tituló, “Descaecimientos de Ánimo del Ministro”, en el que de manera transparente les dice a sus estudiantes (y a la iglesia en general) estas palabras:
A la mayoría de nosotros nos invaden ataques de depresión. Por más alegres que seamos, a intervalos nos desanimamos. Los fuertes no siempre son vigorosos, los sabios no siempre están preparados y los alegres no siempre son felices. Puede haber entre nosotros hombres de hierro, pero seguramente el óxido nos irrita incluso a nosotros.[iii]
¡Disposición no significa facilidad!
Pedro está enviando una descripción y una exhortación para que el anciano fiel permanezca en su puesto, no porque esté obligado, sino porque quiere; no porque sea fácil, sino porque está dispuesto a seguir la voluntad de Dios.
El primer principio, entonces, es este: el ministerio no depende de la exigencia, sino de la voluntad.
En segundo lugar:
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Los ministros no son movidos por la codicia, sino por un sincero entusiasmo.
Mire nuevamente el versículo 2.
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente.
Ahora note: no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto (1 Pedro 5:2).
El término que Pedro usa traducido ánimo pronto o sincero deseo es un término que implica un fuerte entusiasmo y celo devoto.
En este contexto, los ancianos sirven al rebaño con “entusiasmo y celo devoto”. Se levantan de la cama por la mañana listos para otro día. No como un adolescente que se queda despierto hasta muy tarde y no puede levantarse temprano al otro día.
En su comentario sobre este texto, Chuck Swindoll contó la historia de un joven que estaba profundamente dormido el domingo por la mañana cuando su madre se metió en su habitación y le dijo: “¡Sal de la cama ahora!”. Con la cara enterrada en la almohada, murmuró: “Dame tres buenas razones por las que debería levantarme”. Ella dijo: “Bueno, para empezar: porque es domingo y sabes que siempre vamos a la iglesia los domingos”. El joven solo gimoteó. “dos: porque solo faltan cuarenta minutos para que comience la reunión y ni siquiera te has duchado”. Y tres: Porque eres el pastor de la iglesia… ¡Ahora levántate!”[iv]
Pedro efectivamente dice aquí, necesitamos hombres que se levanten de la cama por la mañana, listos para servir.
Y Pedro contrasta el ánimo con la avaricia. En otras palabras, ¿qué lo motiva? ¿Alimentar al rebaño o trasquilar el rebaño?
- El Apóstol Pablo le escribió a Timoteo y le advirtió que un anciano no debe ser amante del dinero (1 Timoteo 3:3).
- A Tito le escribió que un anciano no debe ser alguien codicioso de ganancias deshonestas (Tito 1:7).
- Pablo contó su propio testimonio ministerial y enfatizó el hecho que nunca había codiciado la plata ni el oro de nadie (Hechos 20:33).
La pregunta, “¿Qué hay para mí?” es la pregunta del asalariado que va a huir cuando aparece el lobo, no del pastor que se queda para cuidar el rebaño.
Si el barco se hunde, nos vamos de aquí. Si el avión se incendia, buena suerte a todos los pasajeros. El piloto es la persona más cercana a la puerta de salida y puede ser el primero en salir.
El término que Pedro usa traducido ganancia deshonesta se refiere a algo más que solo el dinero. Es una palabra con un rango de significado amplio y puede referirse a codiciar seguidores, codiciar aprobación, tener hambre de fama o de comodidad.
El pastor Henry Jowett escribió hace unos 100 años sobre este texto: “No estoy seguro de cuál de los dos es peor: el que tiene hambre de dinero o el que tiene sed de aplausos.[v]
Pedro está describiendo aquí a un hombre a quien le importa el Rebaño, le importa el ministerio. No es un trabajo. No es un salario. No son las ventajas del poder. No son aplausos ni atención. Nada de eso está garantizado de todos modos. Ya sea que reciba ventajas, los aplausos y beneficios o no, él está en el ministerio de por vida. Se levanta de la cama por la mañana con un deseo interno de obedecer a Cristo y cumplir la voluntad de Dios que lo formó para este ministerio.
Y este ánimo y entusiasmo por el ministerio, como escribe un autor, es una característica indispensable que debe demostrar el anciano.
Ahora, como ya lo hemos mencionado, esto no significa que un pastor/anciano/obispo nunca se desanime o que no tenga días en los que no esté tan motivado en la vida o no esté tan entusiasmado en el ministerio.
Debemos comprender que esta es una descripción general. Este es un término que describe el espíritu, el tono y la actitud general, a lo largo del tiempo, del anciano.[vi]
- Su ministerio no depende de la exigencia, sino de la voluntad
- Sus motivos no son impulsados por la codicia, sino por un entusiasmo sincero.
En tercer lugar,
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Su manera de vivir no muestra altivez, sino abnegación.
Note lo que escribe Pedro en el versículo 3.
no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey (1 Pedro 5:3).
Observe que Dios asigna una cantidad de ovejas a los ancianos: “los que están a vuestro cuidado”. Podría entenderlo como, “aquellos que Dios ha confiado bajo su cuidado”. Al anciano se le confía el cargo, el cuidado de un rebaño en particular, y debe dedicarse a ese rebaño.
También puede observar en este texto que guiar al rebaño no es lo mismo que enseñorearse del rebaño. La palabra traducida tener señorío proviene de un término compuesto formado por el verbo controlar o gobernar y la preposición abajo. Literalmente controlar hacia abajo; dando la idea de someter.[vii] La iglesia no es un rebaño que el pastor busca someter; es un rebaño que debe liderar.
El general Eisenhower una vez demostró lo que significa el liderazgo con un simple trozo de cuerda. Lo puso sobre la mesa y luego dijo: “Tire de esta cuerda y lo seguirá a donde quiera; pero si trata de empujar esta cuerda, no irá a ninguna parte”.
Ese es un principio importante de liderazgo y pastorado. Pedro piensa en las laderas de Judea, donde a menudo vio a los pastores caminando delante del rebaño, llamando a las ovejas a seguirlos.[viii]
Sí, el rebaño a veces necesita que lo desafíen, le den un empujoncito, disciplina y advertencias; también es cierto que no se supone que el rebaño vaya a donde quiera ir, sino que debe seguir a sus pastores a quienes Dios ha confiado su bienestar.
Pero el anciano/pastor/obispo está al frente, ¿por qué? Pedro nos dice: está al frente para que dar el ejemplo, no de altivez, sino de humildad.
Incluso cuando se sube detrás del púlpito a predicar, no es tanto que ame predicar, sino que ama a las personas a las que les predica.
Note cómo Pedro enfatiza que en el corazón del pastorado está el ministerio de ejemplificar abnegación. Él escribe, sino siendo ejemplos de la grey. Pablo le dijo a Timoteo que fuera ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1 Timoteo 4:12).
Sea un ejemplo para el rebaño. Sea un ejemplo, como Jesucristo, el Buen Pastor, que dejó a un lado su poder y posición, abnegadamente, humillándose a sí mismo para desempeñar el papel de un humilde servidor (Filipenses 2).
Ahí está su pastor modelo; ahí está el ejemplo de anciano/pastor/obispo a seguir.
Como verá, Pedro conoce el peligro que viene cuando alguien tiene una posición y poder y un pedestal en un ministerio público. Se enfrenta a la peligrosa tentación relacionada con el orgullo personal.
John Henry Jowett escribió basado en sus años de experiencia pastoral hace unos 100 años – demostrando, por cierto, que algunas cosas nunca cambian: “El orgullo acecha en los talones del poder; incluso un poco de autoridad puede envanecer a una persona.”
Escuche, no hay lugar en el ministerio para el orgullo. Incluso cuando tiene la oportunidad de predicar o enseñar, un verdadero pastor no ama pararse frente a la gente para ser visto; él simplemente ama a la gente a la que predica.
Siempre debemos tener en mente que pastores imperfectos están guiando ovejas imperfectas al servicio de un Salvador perfecto que tiene un plan perfecto.[ix]
Y pensando en el futuro, Pedro ahora ofrece dos incentivos para el pastor/anciano/obispo.
Incentivos para pastorear el rebaño
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El regreso del Príncipe de los Pastores
El primer incentivo es el regreso del Príncipe de los Pastores. Note el versículo 4. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores…(1 Pedro 5:4a)
Me parece interesante que, aunque el anciano no debe estar motivado por el deber, la codicia o el poder, hay un incentivo adecuado. De hecho, la enseñanza apostólica a lo largo del Nuevo Testamento a menudo apunta a la futura aparición de Cristo como una motivación para vivir hoy de manera correcta.[x]
Esto no es una especie de táctica de miedo para mantener a raya a los pastores. Como cuando sus padres le decían que iban a salir por un tiempo y que tenías que terminar la tarea antes de que llegaran a casa, y no le decían cuándo sería eso. Uno hacía la tarea por miedo a que aparecieran pronto.
Esa no es la idea aquí. Pedro está usando esto como un incentivo para los pastores que sin duda conocían sus propias fallas y deficiencias, junto con las fallas y deficiencias del rebaño, tuvieran esta expectativa alentadora de permanecer en el barco: en cualquier momento aparecerá el Señor.
Y mire como Pedro llama aquí al Señor. Es la única vez que esta descripción aparece en el Nuevo Testamento – el Príncipe de los Pastores – ¿por qué?
Porque Él va a venir y terminar lo que ninguno de sus pastores podría lograr; Él viene a perfeccionar lo que ningún pastor podría perfeccionar.
Él es el Pastor Supremo que viene a terminar el trabajo y completar la iglesia y perfeccionar y glorificar al Rebaño cuando Él lo llame a su Hogar.
Pero eso no es todo. Pedro no solo destaca el regreso del Príncipe de los Pastores, sino que menciona en segundo lugar,
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La recompensa del Príncipe de los Pastores
El versículo 4 continúa diciendo: …vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria (1 Pedro 5:4b).
Tenga en cuenta que cada creyente recibirá una corona. Pedro solo quiere recordarles a los ancianos que ellos también van a recibir una.
Pablo habla de:
- una corona incorruptible (1 Corintios 9:25);
- una corona de justicia (2 Timoteo 4:8);
- y Santiago habla de una corona de vida (Santiago 1:12)
Todo creyente es parte de la realeza aún por coronar en el Reino venidero – lo que será una demostración más de la enorme gracia de Dios que derrama sobre nosotros (Efesios 1:8).
Y aquí Pedro le recuerda al anciano que él también será recompensado por su servicio al Príncipe de los Pastores con una corona – y lo dice de esta manera: recibiréis la corona incorruptible de gloria.
Me parece fascinante que el verbo aquí traducido recibiréis se refería a una compensación. Es como si Pedro les dijera a los ancianos: por todo lo que sufrieron, soportaron y llevaron en sus corazones, van a ser compensados como nunca podrían recompensarles en la tierra.
¿Y cuál es esa compensación? Una corona incorruptible.
Esta corona – stefanos en griego – era la corona de laurel que entregaban a los atletas victoriosos, hecha de hojas de olivo o mirto o roble, a veces intercaladas con flores como violetas o rosas.[xi]
Y Pedro la contrasta con estas coronas terrenales: ¿qué tienen todas en común? Todas se desvanecen; todas se desmoronan y corrompen, y todo lo que queda en la vitrina son ramitas y hojas secas; y apenas puede recordar el momento.
Pero esta es una corona incorruptible de gloria. Es decir, por toda la eternidad, nosotros, tanto ovejas como pastores, disfrutaremos de la gloria de lo que sabemos que no merecemos, y recordaremos para siempre el momento en que Jesús, nuestro Príncipe de los pastores, volvió por nosotros y nos vistió y nos coronó con gloria que no ganamos.
Y por eso, quizás, los ancianos de la iglesia una vez más tomen la iniciativa y den el ejemplo y sean los primeros en tomar sus coronas y colocarlas a los pies de Jesús, nuestro Señor y Príncipe de los Pastores, porque sabemos que
- Él nos capacitó
- Él nos empoderó
- Él nos dotó
- Él nos llamó
- Él nos confió Sus ovejas
- Se merece el honor y la gloria y las coronas que recibimos
Con gusto los pondremos a Sus pies.
Pedro dice: “No se olvides de ese día venidero.” Cuando los pastores imperfectos que guían ovejas imperfectas las vean seguras a los pies del perfecto Príncipe de los Pastores.
¡Qué maravillosa manera de terminar el ministerio! ¡Qué maravillosa manera de comenzar la eternidad!
—
[i] Adapted from Ravi Zacharias, Fatherhood’s Call to Duty, Christianity Today (6/13/2014)
[ii] Fritz Rienecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 765
[iii] Adapted and quoted by Charles R. Swindoll in Hope Again (Word Publishing, 1996), p. 226
[iv] Charles R. Swindoll, Insights on James, 1 & 2 Peter (Zondervan, 2010), p. 237
[v] J. H. Jowett, The Epistles of Peter (Kregel reprint, 2007), p. 97
[vi] Adapted from David Walls & Max Anders, Holman New Testament Commentary: Volume II (Holman Reference, 1999), p. 89
[vii] D. Edmond Hiebert, 1 Peter (BMH Books, 1992), p. 305
[viii] Peter Davids, Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary: Hebrews to Revelation: Volume 4 (Zondervan, 2002), p. 147
[ix] Adapted from Swindoll, Insights, p. 234
[x] Adapted from David R. Helm, 1-2 Peter and Jude (Crossway, 2008), p. 163
[xi] Adapted from Hiebert, p. 307