Uno de los rasgos universales de la naturaleza humana es la falta de disposición para escuchar las advertencias.
Un diario publicó hace algún tiempo atrás la historia de un hombre que simplemente se negó a usar el cinturón de seguridad a pesar de que lo habían multado 32 veces en cinco años. A pesar de que eso le costó una pequeña fortuna, él seguía insistiendo en que, dentro de su propio vehículo, él era su propia autoridad. Así que siguió desobedeciendo la ley y pagando las multas para proteger su independencia.
Un día, él se cansó de pagar las multas, pero en lugar de obedecer la ley, se hizo un cinturón de seguridad falso para que pareciera que llevaba el cinturón de seguridad puesto.
Y uno piensa: ¿por qué no usar ese mismo tiempo para abrocharse el cinturón, cierto?
Su truco funcionó y no lo volvieron a detener. Sin embargo, un día tuvo un accidente, fue una colisión frontal, una a la que probablemente habría sobrevivido de haber tenido el cinturón de seguridad puesto, pero el impacto lo lanzó contra el volante y lo mató.[i]
Es increíble lo que alguien puede hacer para resistirse a someterse a la autoridad.
¿No es maravilloso que ninguno de nosotros hace algo así? Tristemente, todos tenemos esta misma tendencia arraigada en nuestro corazón.
De hecho, esta resistencia a prestar atención a una advertencia es más común de lo que nos gustaría pensar.
Por ejemplo, me encontré con una reciente encuesta médica que señala que alrededor de 600.000 personas se someten a cirugía a corazón abierto cada año en Estados Unidos. A estos pacientes se les dice que su cirugía de bypass (o desviación coronaria) es solo una solución temporal. Los médicos les imploran que dejen de fumar, beber, comer tanto y que empiecen a hacer ejercicio. Ahora que han sobrevivido tienen una segunda oportunidad para cambiar.
Sin embargo, de acuerdo con esta encuesta médica – escuche bien – el 90% que sobrevive esta cirugía no cambian en lo absoluto – fin de la cita.[ii]
¿Por qué es ocurre esto?
Probablemente, por la misma razón por la que no nos gusta detenernos y pedir direcciones… tendríamos que admitir ante un desconocido que estamos perdidos. Quiero decir, ¿quién quiere admitir que se equivoca – quién quiere cambiar de dirección – a quién le gusta admitir su fracaso?
Una de las admisiones de fracaso más notables en todo el registro de la historia de la humanidad vino de la pluma del rey más poderoso que gobernó el reino más poderoso de su época.
Su corazón cambiado será testigo de su notable conversión. Pero eso no ocurrió hasta después de que él tuviera un colisión frontal con la disciplina de Dios… solo que en su caso, sobrevivió para contar su historia.
Esto lo encontramos en el capítulo 4 de Daniel. El capítulo 4 de Daniel es uno de los capítulos más singulares del Antiguo Testamento porque es un documento oficial.[iii]
Es una carta abierta, preparada por Nabucodonosor que luego envió por todo su reino, y que encontramos aquí dentro del registro inspirado de Daniel.
En la forma típica de aquellos días, esta carta real comienza en el versículo 1 diciendo. Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. 2 Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. – En otras palabras, Nabucodonosor está a punto de dar lo que llamaríamos su testimonio personal de conversión.
Él termina su introducción exaltando a Dios en el versículo 3. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.
Ahora bien, de este arrogante rey Nabucodonosor esperaríamos que ahora se largara a fanfarronear acerca lo importante que él es para que Dios le haya mostrado sus señales.
Sin embargo, lo que él hace es darnos un relato detallado de una pesadilla que tuvo unos 7 años antes, y que cambió su vida para siempre.
Una visión inesperada
Fijémonos en el versículo 4. Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio.
Detengámonos por un momento. En el margen de nuestras Biblias, en el capítulo 3, podríamos escribir las palabras: entre 15 y 20 años después.
En otras palabras, Sadrac, Mesac y Abed-nego habían pasado por el horno de fuego entre 15 y 20 años después de llegar al reino de Babilonia.
Ahora, junto a las primeras líneas del capítulo 4 podemos escribir las palabras: 20 a 25 años después. Y eso es porque el capítulo 4 tomará lugar unos 20 años después de los acontecimientos del capítulo 3.
A propósito, el libro de Daniel cubre unos 75 años de la vida de Daniel… y los acontecimientos del capítulo 4 ocurren cuando Daniel tenía unos 50 años aproximadamente.
Y es importante entender esto, ya que ahora podemos ver cómo el testimonio de Daniel se ha infiltrado en el palacio y en la corte de Nabucodonosor durante 35 años.
Nabucodonosor ha escuchado el evangelio, sin duda a través de numerosas conversaciones con su primer ministro, el miembro principal de los Sabios de Babilonia, Daniel, un hombre distinguido como el hombre más sabio del reino.
Ahora bien, el versículo 4 nos informa que Babilonia está disfrutando de un tiempo de paz y prosperidad. Sabemos por registros históricos que Nabucodonosor está involucrado en un sinnúmero de proyectos de construcción en el país y en el extranjero.
Él escribe aquí: Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. La palabra aramea traducida como “floreciente” significa que todo era lujoso y próspero bajo su gobierno.[iv]
Y durante este tiempo de tranquilidad, Nabucodonosor comienza a tener pesadillas. Y le preocuparon tanto que llamó a todos los magos, a todos los hechiceros, y a todos los adivinos. Y, como de costumbre, ellos no tienen ni idea de lo que significaba.
Y, como era de esperarse, Nabucodonosor llama a Daniel en último lugar. ¿Por qué razón?
No se nos dice, pero creo que Nabucodonosor quería darle a sus muchachos otra oportunidad… ellos seguían reprobando la prueba del sueño. Además, lo más probable es que Nabucodonosor tenia el presentimiento de que este sueño significaba algo negativo.
Y en eso habría tenido razón.
Leamos el versículo 8: hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Belsasar, como el nombre de mi dios – no pase esto por alto.
En esta carta enviada por todo su reino, Nabucodonosor llama a Daniel por su nombre hebreo… lo cual es otra pista de que había algo diferente en cuanto a Nabucodonosor.
Como nadie habría sabido de quién estaba hablando – a Daniel no lo llamaban por ese nombre desde hacía unos 35 años –Nabucodonosor incluyó el nombre babilónico de Daniel, Belsasar, y todos habrían dicho: “Ahora sabemos de quién hablas”.
En el versículo 9 encontramos dos observaciones más.
- Nabucodonosor dice que Daniel puede interpretar su sueño porque tiene “el espíritu de los dioses santos.” Esto nos deja saber que él aún está algo confundido con sus creencias politeístas, pero eso va a cambiar al final del capítulo.
- También vemos que él llama a Daniel, jefe de los magos – o quizás también podríamos traducirlo “reyes magos.”[v]
Vamos a hablar de eso en otro estudio más adelante, si Dios quiere. Pero, por ahora, aquí está la pesadilla de Nabucodonosor.
Leamos a partir del versículo 10. Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. 11 Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. 12 Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne. 13 Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. 14 Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. 15 Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo.
Hasta ahora, hemos notado que todo aquí se refiere a un árbol. Y, personalmente, creo que Nabucodonosor tenía una idea bastante buena de lo que implicaba este sueño.
Esto es porque, a lo largo de la historia, la figura de un árbol se utilizaba, a menudo, como el símbolo de un reino. Cuanto más grande era el árbol, más poderoso era el reino. En la pesadilla de Nabucodonosor, las raíces de este árbol en particular llegaban a todos confines de la tierra y sus ramas proveían sombra para todos.
Esto es obviamente una referencia al reino de Babilonia.
Pero esa no es la parte que lo asusta y lo confunde – la pesadilla comienza cuando el sueño cambia de hablar de un árbol a una persona.
Note el versículo 15b. Sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. 16 Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. Y que sea empapado con el rocío del cielo, y que comparta con las bestias en la hierba de la tierra. La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da -–y note lo siguiente– y constituye sobre él al más bajo de los hombres.
Nabucodonosor dice: “Un momento ¿están hablando de mi?”
¿Pero, qué quiere decir esa última frase, que el más bajo lleva la corona? ¡Yo no soy el más bajo, soy el más grande!”
¿Y como es que el Altísimo me puso en el trono? Yo soy el hijo de un Rey, ¡y este reino es producto de mi poder y esfuerzo!
La pesadilla de Nabucodonosor comunica el principio de que Dios corona a quien quiere. Y a veces, Dios pone en autoridad a las personas menos merecedoras del cargo, a los más malvados de todos. Dictadores, autoridades corruptas y negligentes. Dios los puso a cargo, y él usa del gobernante más malo al más correcto para realizar sus divinos propósitos.
Nabucodonosor – tu eres un gran árbol… no porque te lo merezcas, sino porque yo te di lo que tienes – pero aquí te vengo a dar una noticia – estás a punto de ser cortado por Dios.
Continuemos ahora en el versículo 19. Entonces Daniel, cuyo nombre era Belsasar, quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo: Belsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Belsasar respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren.
¡Wow! Esa no es la respuesta que yo esperaría de un judío cautivo en Babilonia. El podría haber dicho algo como: “Vaya si no estas en serios problemas”
“Destruiste nuestro templo – le sacaste los ojos a mi rey después de matar a sus hijos – destruiste Jerusalén – intentaste cocinar a mis únicos amigos en un horno… Finalmente vas a recibir tu merecido.”
Sin embargo, la respuesta que dio Daniel es asombrosa, y es un ejemplo para nosotros como creyentes.
Daniel no guardo amargura y resentimiento en su vida. Por el contrario, el dice: “Rey, esta es una noticia tan mala que desearía que fuera para tus enemigos”.
Lo que implica que él no es uno de ellos.
Qué misericordia… qué humildad… qué compasión por los perdidos.
¿Cómo es que Daniel puede sentirse así? Yo creo que Daniel puede decir estas cosas, porque él creía en la interpretación de este sueño mucho antes de que Nabucodonosor lo tuviera. Y la interpretación es la siguiente: Dios gobierna sobre la humanidad… Dios tiene el control… el corazón del rey está en su mano… los gobernantes de la tierra están en última instancia bajo el control y la elección de Dios.
Porque, ¡el cielo manda! – el cielo gobierna.
Una confrontación objetiva
Ahora Daniel interpreta el sueño. Permítame resumirlo por razones de tiempo.
Básicamente, Daniel dice: “Rey, estás en serios problemas con Dios. Él ha decidido cambiar tu mente – versículo 16 – literalmente, tu corazón.
La Biblia habla del corazón como el asiento de la reflexión moral; las decisiones se toman en el corazón; el patrón de nuestro comportamiento emana del corazón.[vi]
En otras palabras, oh Rey – Dios va a tocar tu mente y tu corazón – tu brújula moral y tus patrones de comportamiento – vas a perder tu cordura y pasarás siete años actuando y viviendo como un animal.
Es hora de que entiendas que, sin importar cuán grande creas ser, el cielo gobierna.
Debe haber requerido mucho valor de parte de Daniel decir estas duras palabras en contra del rey. Note el versículo 24: Esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey: 25 Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere. 26 Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas –escucha esto- que el cielo gobierna.
Subraye eso… ¡El cielo gobierna!
Como si eso no requiriera valor suficiente… Daniel ahora se sale del libreto y lo presiona a arrepentirse. Notemos el versículo 27. Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad.
¿Puede creerlo? Oh Rey… deja de pecar. Deja de tratar a tu pueblo con crueldad… Dios te puso en ese trono para el bien, no para el mal… arrepiéntete y reconoce que el cielo gobierna.
Daniel ha pasado de profetizar a predicar… Nabucodonosor, tienes que arrepentirte de tu pecado y ponerte a cuentas con Dios… versículo 27: tal vez… tal vez Dios impida que esta pesadilla tenga lugar.
Con eso, Daniel se fue, y el rey quedo solo para pensar.
Una presunción sin cambios
Evidentemente, Dios le dio a Nabucodonosor un año para arrepentirse, porque en el versículo 29 leemos. Doce meses después… daba un paseo por la terraza del palacio real de Babilonia.
Antes de continuar, piense en esto. Desde el punto de vista humano, Nabucodonosor lo tenía todo. El era prácticamente invencible y su reino no tenía comparación.
Él está en la cumbre su palacio y, francamente, en la cumbre del mundo.
Él está ahí arriba en esa terraza… y luego leemos en el versículo 30 que Habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?
Parte del problema es que Nabucodonosor siempre se ha salido con la suya. Nadie le ha podido hacer frente… él siempre ha sido el primero y siempre ha logrado lo que quiere.
Francamente, Nabucodonosor era como un niño malcriado… ¡Nunca nadie le había hecho frente y vivido después para contarlo!
A él no le importa lo que Daniel le advirtió 12 meses atrás. Él cree que es aun más grande que Dios.
Él prácticamente dice: “Creo que ni siquiera el Dios de Daniel puede enfrentarse a mí”.
Una disciplina inquebrantable
En ese momento, Dios habla – versículo 31 – Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; 32 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. 33 En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.
Desde la perspectiva de Dios, sabemos que Dios ha tocado la mente del rey y le ha quitado su cordura. Desde la perspectiva humana, el término técnico para esto es zoantropía, un raro desorden mental en el que una persona cree que es un animal y actúa como tal.
Así que, Dios cumple su promesa de disciplinarlo, pero también cumple su promesa de liberación.
Una conversión innegable
Fijémonos en el versículo 34. Cuando el tiempo de la sentencia se cumplió –siete años– yo, Nabucodonosor, miré al cielo y me sentí curado de mi locura; entonces bendije al Dios altísimo y alabé con estas palabras al que vive para siempre: Su poder durará siempre; su reino permanecerá de generación en generación.
No olvidemos que todos en el reino leerían esta declaración de fe y reverencia hacia el Dios vivo y verdadero.
Nabucodonosor le está diciendo a todo su imperio que ahora él es un seguidor del Dios de Daniel, este Dios que lo disciplinó tan severamente.
Él está diciendo efectivamente: Lo mejor que me ha pasado es que Dios se haya preocupado de mi lo suficiente como para disciplinarme.
Todos los padres entienden esto, ¿no es así? Ningún niño entiende el valor de la disciplina… pero un día harán.
Me acuerdo de cuando tenía unos 8 años, y mi padre llegó a casa una tarde con un enorme tallo de bananas; medía por lo menos un metro y medio de altura – tenia por lo menos unas 150 bananas.
Él lo arrastró hasta el sótano, donde estaba fresco, puso un gancho debajo de la escalera, izó el tallo de bananas en el gancho, y luego lo tapó con una cortina.
Se dio media vuelta, me miró a mi y a mis hermanos y nos dijo: “Muchachos, no se acerquen a este tallo… ¿entienden?” “Sí, papa.” Le dijimos. Y se fue.
Poco tiempo después, un amigo nos vino a visitar. Y vaya si no teníamos una gran noticia que contarle. Así que bajamos y destapamos las bananas, y nos quedamos mirando.
Si sacamos una, no creo que se note. Habían muchísimas.
Acabamos comiendo una tras otra… incluso iniciamos una competencia para ver quién podía comerse una más rápido. Hasta que nos hartamos. Pero ahora teníamos 24 cáscaras de bananas que necesitábamos esconder… cerca estaba nuestro viejo piano – un enorme piano vertical. …era el lugar perfecto. Era pesadísimo, pero logramos moverlo lo suficiente como para tirar todas esas cáscaras de banana detrás de este.
Todo lo que nos quedó era un gran dolor de estómago. Esa noche, después de la cena, imagine que – Había postre de banana. Y por primera vez en mi vida no quise comer postre. Estoy seguro de que mis padres se preguntaron por qué.
Una semana después, por alguna extraña razón, mis padres decidieron mover los muebles del sótano. Y movieron ese piano. Descubrieron todas esas cáscaras de banana secas, ennegrecidas y arrugadas. Se acordaron de la hora del postre… juntaron las pistas y me pidieron que bajara al sótano. Él día del juicio había llegado.
Nunca pude salirme con la mía… y cuan agradecido estoy de aquello.
¿Y qué acerca de usted? ¿Hay cáscaras de banana en su vida, ahora mismo… escondidas…? Es mi oración que las descubran… para que se arrepienta y cambie su vida. Oh, temo por aquella persona que nunca descubren… y piensa que se ha salido con las suyas.
Nabucodonosor había oído la advertencia… pero él está en la terraza de su palacio… no hay nadie más allí… nadie escucharía su arrogante alarde… ¡sólo una o dos frases!
Pero Dios estaba escuchando… y siete años más tarde Nabucodonosor anuncia que está agradecido de que ese haya sido el caso.
Y vaya diferencia que vemos en su vida.
En esta carta abierta para todo el imperio, el rey admite que había perdido la cabeza, pero ahora se había decidido a honrar al Dios altísimo.
¿Se imagina usted ese correo masivo?
¿No sería genial si hoy en día viéramos a un líder político, en lo más alto del poder, tomar un micrófono y decir en televisión abierta: “Sólo quiero que todos sepan que he recapacitado, he sido un necio y un desquiciado, pero ahora estoy en mi sano juicio, sé que Dios es el Rey de los Cielos y quiero darle la gloria a Él cuyo reino permanece de generación en generación”?[vii]
Nabucodonosor no se esta jactando en si mismo. Él ahora se jacta de Dios.
Y él básicamente se jacta de al menos tres atributos de Dios.
- Primero, él anuncia que nadie gobierna como Dios sobre la creación.
versículo 34. Él es el Dios Altísimo… Vive para siempre… Su dominio es eterno… Su reino perdura para siempre.
- En segundo lugar, él anuncia que Dios no tiene que rendir cuentas por su creación.
Fijémonos en el versículo 35: Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?
Este es el atributo que más le molesta a la humanidad; que Dios es soberano y no le debe explicación alguna a la humanidad por lo que hace.
Lo mismo que la raza humana desea – el no tener que rendirle cuentas a nadie – es lo mismo que le disgusta de Dios – que Él no tiene que rendir cuentas.
Spurgeon lo puso de la siguiente manera, “A todos nos gusta ser pequeños soberanos.”[viii]
Un autor escribió acerca del capitán de un barco que navegaba en la oscuridad de la noche y captó el débil brillo de una luz a la distancia. Inmediatamente le dijo a ayudante que enviara el mensaje: “Altere su curso 10 grados al sur.” Inmediatamente, recibió un mensaje de vuelta: “Altere su curso 10 grados al norte”.
Esto realmente enfureció al capitán. Acababan de ignorar su orden. Así que envió un segundo mensaje que decía: “Altere su curso 10 grados al sur – el capitán está hablando.”
Un mensaje vino devuelta diciendo: “Altere su curso 10 grados al norte – Habla un marinero de segunda clase.”
Inmediatamente, el capitán envió un tercer mensaje, diciendo: “Altere su curso 10 grados al sur – este es un barco acorazado.” La respuesta fue: “Altere su curso 10 grados al norte, este es un faro”.
No había mas que decir.
- Finalmente, Nabucodonosor declara que Dios no tiene obstáculos para manejar su creación
Note el versículo 36. En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino –en otras palabras, Dios me puso de nuevo en mi trono—y note ahora: mayor grandeza me fue añadida.
Él no dice: lo logré, lo gané, lo tengo merecido. Él simplemente dijo: recibí mayor grandeza – ¿de parte de quién? Versículo 37 – La carta formal concluye: Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia
Esta es una larga forma de decir: “Ahora sé… que el cielo gobierna”.
Y a propósito, en todo este párrafo final, Nabucodonosor no habla de si mismo como rey… por el contrario, en el versículo 37, él concluye diciendo: “Déjenme que les hable del Rey del cielo.”
Estoy de acuerdo con los comentaristas y eruditos en cuanto a que un día veremos a Nabucodonosor en el cielo. Por muy horribles que hayan sido estos 7 años, estos ayudaron a cambiar el corazón de Nabucodonosor y la dirección eterna de su vida.
Porque la realidad que aprendemos de los mismos labios de este gran rey de la antigüedad es que hay Alguien que es soberano y tiene completo control de su creación. Sin importar quien tiene la cinta presidencial, El cielo gobierna (punto final).
[i] “Fake Seat belt to fool police causes death”(The Associated Press, 2-22-08); citation; Christianitytoday/preachingtoday.com
[ii] Thom S. Rainer & Eric Geiger, Simple Church (Broadman, 2006), p. 229
[iii] Warren W. Wiersbe, Be Resolved: Daniel (Victor Books, 2000), p. 49
[iv] John MacArthur, The Rise and Fall of World Powers (Word of Grace Communications, 1989), p. 74
[v] John Phillips, Exploring the Book of Daniel (Kregel, 2004), p. 73
[vi] Frank E. Gaebelein, editor, The Expositor’s Bible Commentary (Zondervan, 1985), p. 61
[vii] Adapted from John MacArthur, “A Warning to Every Proud Ruler” (www.gty.org/resources/sermons/90-450)
[viii] Charles Spurgeon, quoted in Wiersbe, p. 58