Me temo que el cristiano promedio tiene la impresión de que:
– Entre más tiempo lleve en la fe, más fácil se volverán sus pruebas;
– Entre más se acerque a Dios, más cómodo será su caminar en la vida;
– Entre más abiertamente viva por Cristo, más respeto recibirá de los demás.
Tenemos la impresión de que Dios recompensará la fidelidad con tiempos tranquilos y una vida color de rosa.
Si hay un relato detallado en la Biblia que echa por tierra ese mito, ese el de la vida de Daniel.
Cuando llegamos al clímax de su fidelidad a Dios, Daniel tiene alrededor de 85 años de edad. Él ha pasado la mayor parte de su vida en un país extranjero – el imperio que había derrotado a su país natal y le había quitado la vida a sus padres unos 70 años atrás.
Su vida nunca fue de difícil a más fácil, o de peligrosa a tranquila. Casi cada vez que lo vemos, Daniel está en peligro, no porque le haya sido infiel a Dios, sino porque estaba siendo fiel.
El capítulo 6 termina la sección narrativa o biográfica del libro de Daniel. Le invito entonces a que me acompañe a ese pasaje.
Antes de que los eventos en este capítulo y la biografía de Daniel lleguen a su fin, su sabio y piadoso estilo de vida será evidente para todos en el reino de Persia.
Es posible que haya escuchado la diferencia entre conocimiento y sabiduría. Conocimiento es saber la respuesta correcta; sabiduría es tener la actitud correcta. Conocimiento es ser capaz de repetir la verdad; sabiduría es ser capaz de vivir la verdad.
Cinco palabras que caracterizan a la sabiduría, se ven claramente reflejadas en este episodio de Daniel capítulo 6.
1. La primera palabra es personalidad.
Fijémonos en el versículo 1. Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino. 2 Y sobre ellos, tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado.
Lo más probable es que Darío fue uno de los reyes locales bajo el emperador Ciro, un hombre llamado Ugbaru.
El nombre, Darío, era un título honorífico, como lo fue también César en el Imperio Romano, y Faraón en el Imperio Egipcio.
De hecho, la palabra “dara” de la que se deriva Darío, es la palabra persa para “rey.”[i]
Este Darío, en particular, va reinar por unos 14 años sobre el territorio de los caldeos, desde la antigua capital de Babilonia.
Sigamos ahora con el versículo 3. Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino.
No pase por alto esa frase – había en él un espíritu superior. Podría traducirse como “una actitud excelente.”
En pocas palabras, él tenía una gran actitud, un gran espíritu. Él estaba demostrando su sabiduría a través de su espíritu afable.
Lo que hizo que Daniel se destacara no era el hecho de que fuera un genio administrativo o un líder lleno de carisma. A él no lo promovieron porque sabía cómo codearse con los políticos, los ricos o las masas.
Querido oyente: Lo más atractivo en su vida como cristiano nunca será el vehículo que maneje, cuánto dinero tenga, sus títulos, su salario, o sus beneficios laborales. La mayor atracción del cristianismo es un cristiano que parece estar contento de serlo.
Cristianos que están motivado e impulsados por el gozo del Señor, que es su verdadera fuente de fortaleza.
Hace poco, me puse en contacto con un orador para ver la posibilidad de que predicara en nuestra iglesia – un personaje bastante conocido, famoso incluso. Su agente me dijo que sus honorarios eran 75.000 dólares, el precio no era negociable, y que, por cierto, tendríamos que alquilar un jet privado de cierto tamaño para traerlo. 75.000 dólares para venir y darnos su testimonio.
Daniel era el tercer hombre más importante en el reino, pero tenía los pies en la tierra – un hombre humilde – y todo mundo había sido impactado por su gran espíritu – por su personalidad encantadora.
Y no pasemos por alto que él tenía 85 años. A estas alturas, Daniel podría haber llegado a ser una persona irritable y amargada. Piénselo. Allí esta en ese reino, sirviendo a otro rey más; viviendo con el recuerdo constante de que está lejos de casa, obedeciendo las ordenes de aquellos que lo sacaron de su hogar como adolecente y destruyeron su amada Jerusalén.
La tradición judía y la iglesia primitiva aún creían que los Babilonios lo habían castrado apenas llegó al imperio – el capítulo 1 parece implicarlo. Lo que sí sabemos es que él permaneció soltero toda su vida.
Él se vio obligado a soportar blasfemia tras blasfemia de parte de los reyes a los que sirvió. Sus colegas eran hombres idólatras, inmorales, fraudulentos y paganos. Él había visto imperios crecer y luego colapsar.
Y ahora, después de años de servicio fiel, lo dejado en el olvido, y solo lo llaman un día para descifrar la escritura en una pared – un mensaje de Dios de que el reino de Babilonia sería derrocado por los Medo-Persas.
Antes de que pueda irse en paz, el rey lo promueve a Primer Ministro. Luego, el imperio conquistador inmediatamente lo recluta como uno de los tres líderes más importantes de la región, para que supervise a un grupo líderes políticos que pronto lo van a querer arrojar a los leones para poder seguir llenando sus bolsillos.
Si había alguien en el reino con el derecho a ser un viejo amargado, ese era Daniel. Si había alguien en el imperio con una vida lo suficientemente traumática como para convertirse en una persona completamente desagradable, ese sería este solterón de 85 años que desde joven lo habían sacado de su hogar, lo habían traído a territorio enemigo, donde ignoraba a su Dios y usaban a su gente.
Piense en esto. Si usted fuera Dios, él encargado de escribir la biografía de Daniel, ¿no habría pensado que ya era hora de que Daniel se fuera alejando gradualmente del ámbito político… de que ya era hora de que le permitieran jubilarse, y pasar los días que le quedaban plantando un pequeño huerto o sentado en una silla mecedora con vista al Éufrates? O mejor aun, de que ya era hora de que Daniel, fuera a descansar al cielo… él ya había soportado lo suficiente.
¡Pero Dios está escribiendo esta biografía! Y aunque sea difícil de creerlo, Él considera que es momento de poner a prueba el corazón y la vida de Daniel hasta el límite. Es hora de que la sabiduría brille a través de su personalidad como nunca antes.
Hay otra palabra que me viene a la mente en esta escena.
2. Es la palabra, integridad.
Cuando se filtró la noticia de que el rey iba a promover a Daniel por encima de todos los demás, el versículo 4 nos dice que, los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él.
El verbo “buscar ocasión” revela la absoluta tenacidad con la que estos funcionarios buscaron algún motivo de para acusarlo.
Seguramente este solterón judío tendría algo escondido, algún secreto sucio. O sea, él había vivido en Babilonia, por todos estos años! y cuando estés en Babilonia, ¡haz como los babilonios!
Así que empezaron a investigar a Daniel. Le “hackearon” la computadora; le revisaron sus correos electrónicos; rastrearon sus tarjetas de crédito; tenía que haber algo en alguna parte.
Y note que ellos estaban inspeccionando su vida pública. El texto dice que, buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino.
Ellos estaban buscando algún escándalo en la vida laboral de Daniel… ya sea cuando estaba con Nabucodonosor, o con Belsasar… Ellos no estaban chequeando su devocional, a ver si había cumplido. No les interesaba su religión. A ellos no les podría importar menos su vida de oración… al menos no todavía.
Ellos terminan su búsqueda, se reúnen para compartir sus resultados y todos se rascan la cabeza. Sin duda dicen con asombro – ¡no hay nada de que acusarlo!
Notemos lo que dice la última parte del versículo 4 – ningún vicio ni falta fue hallado en él.
Él no solo era un hombre íntegro en público, sino que también en privado.
O sea, una cosa es parecer honesto en público… y otra cosa es ser honesto en privado.
D. L. Moody dijo una vez que carácter es lo que una persona es en la oscuridad.
¿No sería grandioso ser como Daniel? Si hoy, alguien se pusiera a investigar nuestra vida ¿cuánto tiempo tardaría en encontrar algo malo?
Si el día de hoy usted quiere vivir como Daniel, confiese lo que necesite confesar… póngase a cuentas con Dios… cada día comprométase a mantenerse puro en medio de este mundo, y empiece a vivir íntegramente.
Ahora: ¿Sabía Daniel que la investigación se estaba llevando a cabo? Probablemente sí.
¿Y qué hicieron estos hombres, entonces?
Versículo 5. Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.
En otras palabras, encontremos una manera de usar su relación con Dios en su contra.
Es por eso que en el versículo 6 leemos que, entonces, estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! 7 Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.
Así que, los gobernadores vinieron en masa a ver al rey y le dijeron que habían acordado algo. Con tanta gente al frente y al escuchar la palabra acuerdo, seguramente el rey no se percataría de la ausencia de una persona – a la única que no habían incluido en este acuerdo – Daniel.
Y ellos le dicen al rey: Este es el plan. vamos a hacerte el dios del mes! Durante 30 días, nadie va a poder orar sino a ti. Y si alguien se atreve a desafiar este edicto, lo vamos a convertir en el almuerzo para los leones de su majestad.
En este momento, permítame darle otra palabra que describe la vida de este sabio hombre, llamado Daniel. Vimos su personalidad, su integridad, y ahora…
3. En tercer lugar, la consistencia
Versículo 9. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición. Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.
Debemos entender que esta era una oración de fe para que el pueblo de Dios se arrepintiera y así pudiera regresar a su tierra.
Daniel ya sabía, gracias a la profecía de Jeremías que el cautiverio judío terminaría después de 70 años – Daniel está convirtiendo esa promesa en una oración.[ii]
Y su costumbre es orar por esto tres veces al día. Y este decreto no iba a cambiarlo en lo absoluto.
No puedo sino pensar que Daniel podría haber decidido, que durante ese mes, él iba a orar silenciosamente; u orar durante la noche en vez de hacerlo a plena luz del día.
Él podría haberse ido a dar un paseo en un lugar solitario y orar sin que nadie lo viera o escuchara.
Él podría haber decidido saltarse estos 30 días de oración, y asumir que eso estaría bien… después de todo, él había estado haciendo esto durante 75 años… ¿qué daño harían 30 días?
Y tampoco tenía que abrir sus ventanas. ¡Podría haber evitado lo que él sabía que era una trampa! Pero este era el patrón de la vida de oración de Daniel – y él se negó a cambiarlo incluso bajo presión.[iii]
En su comentario de Daniel, John Phillips compartió una historia personal acerca de sus luchas durante la Segunda Guerra Mundial. Él escribe: “Me encontraba en una crisis. Me acababan de reclutar para el ejército británico. Me encontraba sentado casi solo en un tren, iba con un amigo que también lo habían reclutado. Él decía ser cristiano tal como yo. Era una noche oscura y fría. Mientras el tren se agitaba sobre los rieles y rugía a través de los túneles, me puse a pensar. Después de un rato le dije a mi amigo: “Fred, mañana a esta hora estaremos en un cuartel rodeados de muchos otros soldados. ¿Qué vas a hacer cuando llegue la hora de acostarte? ¿Vas a orar acostado o arrodillado al lado de tu cama?
Él no dudó en responder: “¡acostado, por supuesto!” dijo.
Yo me quedé pensando por un tiempo. Yo había hecho una profesión de fe a la edad de diez años y me habían enseñado lo básico de la vida cristiana. Sabía, sin embargo, que no tenía un gran testimonio. Pensé en mis días en la escuela secundaria; pensé en mis últimos años en el trabajo. No había sido fiel a mis convicciones. Me las había arreglado para vivir mostrando una cara en la escuela, otra en el trabajo, y otra a mis padres y a mis amigos cristianos. Allí fue que me di cuenta, en ese tren ruidoso y expuesto a las corrientes de aire, de que lo que tenía, era una fe de segunda mano – la clase de fe que tenía Lot que terminó tranzando con su mundo; yo necesitaba la fe de Abraham, [y de Daniel].
Para ese entonces, Fred estaba dormido profundamente. Yo me levanté el cuello del abrigo y me encogí en él para calentarme; y allí oré, diciendo: “Señor, no estoy orgulloso de mi vida cristiana. Ni siquiera sé si soy cristiano. Pero aquí y ahora me propongo en mi corazón dejarte ser el Señor de mi vida. Y me voy a arrodillar junto a mi cama en ese cuartel mañana en la noche. Con tu ayuda, seré un cristiano verdadero a partir de ahora.”
John Phillips escribe: “Todavía recuerdo ese primer día en el ejército. Nos llevaron por todas partes. Nos dieron nuestro uniforme y también las botas. Nos dieron la comida desabrida del ejército y documentos que teníamos que firmar.
Finalmente, llegó la hora de irse a la cama. Hice lo que había decidido hacer. Puse mi Biblia en mi cama, y me arrodillé. Y no pasó nada… nadie se dio cuenta… a nadie le importó. Sin embargo, yo tenía un propósito en mi corazón. Yo iba a vivir para Dios.[iv]
Daniel entró en su habitación y dijo: “Aunque pueda costarme la vida, me voy a arrodillar, quizás por última vez, y voy a alabar y agradecer a mi Dios”.
Y la trampa funcionó. Note el versículo 11. Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios.
Así que evidentemente fueron corriendo con alegría hacia el rey. Lo atrapamos – y esta vez no va a poder escapar.
Y Daniel, en su habitación, probablemente oró un poco más de lo habitual. Él seguramente asumió que su vida terminaría pronto. No porque fuera desobediente, sino porque era obediente; no porque fuera infiel, sino porque era fiel.
James Montgomery Boice escribió: “Lo que Daniel [creía] lo practicaba abiertamente… sin retirarse… sin retroceder… sin cambiar sus convicciones. ¡Oh, cuánto necesitamos más personas como Daniel – personas que abran sus ventanas y honren a Dios ante un mundo que está expectante, observando.”[v]
¡Sin importar lo que pase!
El versículo 14 registra que Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle.
En otras palabras, tenía que haber una forma, algo en la letra chica del documento, un vacío legal que explotar. Además, ahora el rey sabía que lo habían engañado para eliminar a la competencia — el único hombre honesto en quien sabía que podía confiar.
Él sabía que lo habían engañado… así que tenía que encontrar una solución.
Versículo 15. Pero aquellos hombres rodearon al rey – la misma frase de nuevo. Note que vienen todos porque eran unos cobardes — Daniel está solo mientras que todos ellos solo actúan en manada.
Y ellos le dicen: “Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado”.
En otras palabras, no hay solución. Daniel tiene que ser arrojado a los leones.
Arqueólogos han descubierto fosos o cavernas de leones en el Cercano Oriente. Estos fosos eran profundos y tenían escalones a un lado que conducían hasta el fondo. Los fosos de los leones eran cuadrados, y contaban con una pared divisoria en el medio. En la base de la pared divisoria había una puerta de hierro que se operaba desde afuera del foso. De esta manera podían encerrar a los leones, meter a un prisionero de forma segura, y luego liberar a los leones desde afuera del foso. La desafortunada víctima no tenía dónde correr o esconderse.[vi]
Durante todo el día, el rey trató de idear una forma de librar a Daniel de su sentencia. Él estaba furioso con estos funcionarios y enfadado consigo mismo por no haberse dado cuenta antes de que lo estaban usando.
Después de pensar y pensar, él se da cuenta que no puede hacer nada… la verdad era que sólo un milagro podría salvar a Daniel ahora.[vii]
Sigamos en el versículo 16. Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.
Evidentemente, Darío acompañó a Daniel al foso de los leones y allí expresó su deseo. Ojalá que Dios te libre.
Y ¿se dio usted cuenta de que Daniel no le respondió? Él no dice: “¡Amén! Desde aquí declaro victoria y liberación.”
No. Él no dice nada… ¿por qué? Lo más probable es que Daniel no creía que iba a salir con vida. No porque Dios no pudiera hacerlo, sino porque Dios podría no hacerlo.
Daniel no iba a prometer algo que Dios no le había revelado. Y los cristianos deberían hacer lo mismo hoy en día: Dejar de hablar de parte de Dios cuando Él no le ha hecho.
Este fiel hombre de 85 años estaba dispuesto a confiar en su Dios cualquiera fuera su destino. Así que permanece en silencio… y, creo yo, temiendo por su vida.
¿Qué tan valiente es usted? ¿Cuándo fue la última vez que tuvo miedo?
Siempre puedo evaluar lo valiente que yo soy por la manera en que respondo a los ruidos en la noche. Evidentemente, no me estoy volviendo más valiente.
Recuerdo cuando nuestros hijos eran pequeños – nos habíamos mudado recientemente a nuestra primera casa, después de haber alquilado durante varios años.
Cada casa tiene sus ruidos… al menos eso es lo que nos decimos a nosotros mismos.
Estábamos durmiendo cuando un estallido y un golpe me despertaron. Era alrededor de la medianoche. Miré a mi esposa, y ella me miró con esa mirada que decía: “Sí, yo también lo escuche”. Dejamos de respirar y nos quedamos ahí escuchando.
Nada.
Unos 15 minutos después, cuando ambos decidimos que era un ruido normal en la casa o una rama que había golpeado el techo, nos dispusimos a dormir otra vez… pero, de repente, “BUM,” otro golpe.
Me levanté de la cama, y me quedé parado a la puerta del dormitorio escuchando. Mi esposa dijo: “¿Por qué te fijas en el cuarto de los chicos? Suena como si viniera de su clóset”.
Esa noche, nuestros hijos se habían quedado a dormir con sus abuelos – así que no había nadie en su cuarto… y estaba oscuro.
“De acuerdo” dije, “pero quiero que te asomes al pasillo mientras investigo.” “En serio?” me dijo. “Absolutamente… No me voy a morir ahí sin que nadie lo sepa.”
Así que caminé por el pasillo y entre a la oscura pieza de los chicos buscando el interruptor de la luz. Lo encontré y lo prendí… no había nadie; el clóset estaba vacío… lo único que faltaba era ir a la cocina.
Abrí la puerta… metí la mano, tratando de encontrar el interruptor de la luz… esperando que en cualquier momento que alguien me agarrara la mano.
Lo encontré… encendí la luz… nada. Todo eso por nada.
¿Cuándo fue la última vez que usted tuvo miedo?
¿Estaría asustado Daniel? ¿Acaso cayó de rodillas en ese foso? ¿Se tapó los oídos para no escuchar el gruñido de los leones que estaban a punto de ser liberados? ¿Acaso se preguntó si le dolería… o por cuánto tiempo sufriría? ¿Sería ese el final? Él pudo oír la puerta de hierro levantándose… se preparó para que los leones se abalanzaran sobre él… para todo el dolor.
La puerta se abrió.
Y, de repente, extrañamente, el foso se quedó en silencio. Quizás, Daniel sintió que una melena le rozaba la piel, la humedad en el rostro de una nariz que lo olfateaba y, luego, oír el gruñido de estos enormes leones mientras caminaban su alrededor y luego se echaban.
Solo entonces Daniel abrió los ojos… y noto que él no estaba solo con los leones. Había un ángel, enviado no solamente para atar las bocas de los leones, sino también para hacerle compañía.
¿No le parece interesante que Dios no solo protegió a Daniel, sino que también le dio compañía después de uno de los momentos más solitarios de su vida?
Al amanecer, el rey salió corriendo de su alcoba real y corrió hasta el foso gritando – versículo 20 – “Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre”.
¿Se imagina usted la sorpresa del rey… y de todos los funcionarios que lo seguían por ese corredor?
¡Está vivo!
Ahora bien, antes de que prestemos atención a lo que Daniel le dijo al rey, imaginemos por un momento lo que él podría haberle dicho.
Él podría haber sermoneado al rey: “¿Cómo que mi Dios es capaz? ¡Por supuesto que Él es capaz! ¿Y no sabías que yo soy su profeta?”
Él podría haber actuado con arrogancia: “Oh Rey… no había nada que temer. Yo he dormido muy bien, pero, por lo que veo, me parece que tú no has dormido en absoluto.”
Él podría haber actuado con indiferencia: “Oh Rey, no hay problema – hasta he podido conocer a todos estos leones – ese de ahí es Tom. Esta es pelusa, y este de aquí le puse de nombre Garfield. ¡Creo que debería bajar aquí más a menudo!”
Pero no. Porque Daniel no solo demostró sabiduría con su personalidad, integridad, y consistencia; sino que, ahora en cuarto lugar… con su humildad.
4. Humildad
Aquí está su respuesta – versículo 22. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.
Daniel solo relata los hechos y se asegura de darle la gloria a Dios por lo que ha pasado. No vemos jactancia, resentimiento, o deseos de venganza en sus palabras.
Leí sobre un conductor de camiones que había parado a comer en un pequeño local en la ruta – él era bastante pequeño de estatura. Su almuerzo fue interrumpido bruscamente cuando tres motociclistas entraron al mismo local – estos eran unos tipos grandes con ropa de cuero – entraron y ordenaron su comida también. Luego vieron al camionero y comenzaron a burlarse de él porque era pequeño. Lo empujaron, luego le quitaron la comida y se la tiraron a la basura. El pequeño hombre pagó silenciosamente por su comida y se marchó. Los tres motociclistas se rieron y le dijeron a la camarera: “No es muy hombre, ¿verdad?”
La mujer se asomó por la ventana, y dijo: “No, y tampoco parece ser muy buen camionero – porque acaba de retroceder su camión sobre tres motocicletas”.
¡Sí! ¡Como nos gusta eso! ¡Dales su merecido! ¡Eso les dará una lección!
Sin embargo, Daniel no buscó vengarse; pero el rey si se encargó de hacer justicia… Él arrojó a todos los enemigos de Daniel al foso de los leones, y ni siquiera alcanzaron a tocar el fondo cuando los leones ya se habían abalanzado sobre ellos. Y desde ese momento, nadie nunca más intentó tenderle una trampa a este rey de nuevo.
Ahora, hay una palabra más que se me viene a la mente cuando pienso en la vida de este sabio hombre judío que vivió en Babilonia.
5. Es la palabra, legado.
El legado de Daniel se encuentra, entre otras cosas, en su influencia en las vidas de dos reyes que terminaron dando su testimonio personal de fe en el Dios vivo y verdadero de Daniel.
Primero fue Nabucodonosor, y ahora Darío aquí en el versículo 26 declara: Porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin.
El rey Ciro también será influenciado por este hombre de fe, y emitirá el primero de varios decretos para permitir que el pueblo judío vuelva a Jerusalén. Él emitirá tres decretos más con el pasar del tiempo.
Otro gran legado de Daniel se encuentra en sus profecías. Una de las mas sobresalientes se encuentra en el capítulo 9, donde Daniel profetizó que, 483 años después de que el decreto para reconstruir la ciudad de Jerusalén se llevara a cabo, el Mesías finalmente llegaría.
Ese famoso decreto fue emitido por el rey persa Artajerjes I. Y en ese decreto, él comisiona a un hombre llamado Nehemías para que regrese y reconstruya la ciudad.[viii]
Ese decreto fue firmado en el año 445 a.C. Y exactamente 483 años después, Jesucristo entró a Jerusalén montado en un pollino en el cual nadie había montado, mientras que la gente gritaba: “¡bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!” (Marcos 11:10).
Ellos estaban gritando – nuestro rey ha llegado.
Pero Daniel capítulo 9 versículo 25 también profetiza que el Mesías sería cortado de repente. En otras palabras, Él moriría.
Isaías profetizó lo mismo – y agregó aun más detalles. Él dijo que después de unos días de haber cabalgado hacia Jerusalén, el Mesías morirá para pagar por los pecados de las ovejas que se han descarriado (Isaías 53:6).
Y hay más.
El legado y las profecías de Daniel continuaron durante generaciones hasta que un día nos encontramos con un grupo de sabios del oriente, también llamados Reyes Magos – que no son nada mas que este grupo de sabios que fueron grandemente influenciados por Daniel, este antiguo sabio de Babilonia.
El Evangelio de Mateo nos informa que un grupo de magos llegan a Jerusalén, desde el reino del Oriente – de Persia — habiendo viajado durante casi un año, preguntando: “¿Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido?”
¿Dónde está el Mesías profetizado por Daniel, el jefe de los magos… porque hemos venido a adorarle? (Mateo 2:2)
Ellos estaban preparados para su venida. Y ya eran creyentes, listos para adorar al Príncipe, su Mesías.
Y Mateo registra que encontraron la casa donde estaban María y José – y note que no es un establo – una casa (2:11); y encontraron, no a un bebé sino a un niño- Mateo usa la palabra griega paidion que se refiere a un niño pequeño. Jesús, para ese entonces, habría tenido al menos un año de edad – tal vez más.
Y estos sabios del oriente le presentaron sus regalos. Estos magos, encargados de preparar a los reyes de Persia habían venido a coronar a Jesús como el heredero del trono de David.
¿Y de quién aprendieron ellos a esperar la llegada del Mesías?
De un sabio del oriente llamado Daniel, cuyo legado se extiende a través de la historia; un hombre que demostró sabiduría en su personalidad, su integridad, su consistencia, su humildad y su legado; un hombre común y corriente que decidió permanecer firme en sus convicciones en un mundo cambiante y Dios decidió usarlo grandemente. Ese puede ser su testimonio también, querido oyente. Oro para que el Señor nos ayude a permanecer firmes, demostrando la sabiduría de Dios en nuestras vidas, y podamos así dejar un legado piadoso que toque las vidas de muchas personas para la honra y la gloria de Dios.
[i] Frank E. Gabelein, ed: The Expositors Bible Commentary, Volume 7 (Zondervan, 1985), p. 76
[ii] Warren Wiersbe, Daniel: Be Resolute (Victor, 2000), p. 76
[iii] Renald Showers, The Most High God (Friends of Israel, 2002), p. 67
[iv] John Phillips, Exploring the Book of Daniel (Kregel, 2004), p. 35
[v] James Montgomery Boice, Daniel: An Expositional Commentary (Baker Books, 2007), p. 71
[vi] Adapted from C.F. Keil and F. Delitzsch, Commentary on the Old Testament: Volume 9, (Eerdmans Publishing Company, 1985), p. 216
[vii] Expositors Bible Commentary, p. 81
[viii] Phillips, p. 169