Introducción
Estoy seguro de que casi todos han visto, o al menos conocen, a Tom y Jerry.
Si nunca ha visto estos dibujos animados, no sabe lo que se ha perdido. La trama es realmente simple. Un gato bastante creativo intenta atrapar a un ratón realmente inteligente. Y al final, el ratón siempre termina ganando.
Es más, Jerry, el ratón, no solo logra escaparse, sino que entretiene a la audiencia dándole su merecido al gato. El gato Tom termina o congelado, o hervido, cortado por la mitad, atropellado, explotado, electrocutado, aplastado por árboles, o aun enviado al espacio en medio de fuegos artificiales.
No puede ser mejor… el ratón, que es la víctima – no solo gana, sino que siempre termina sacando revancha.
Obviamente, el gato sobrevive a todo eso y el siguiente capítulo comienza con el gato otra vez persiguiendo al ratón.
En nuestro idioma, hemos adoptado esta frase y la hemos aplicado a una variedad de situaciones. Solemos decir a veces que tal o tal circunstancia es como el juego del gato y el ratón.
Quizás usted ha pasado por momentos difíciles en su vida donde ha sentido que es parte del juego del gato y el ratón… y que usted es el ratón en el juego. Quizás hoy se siente agotado porque lo han estado persiguiendo injustamente. Siente que está huyendo todo el tiempo de la murmuración, los chismes, y las falsas acusaciones. Apenas tiene tiempo para respirar.
Si esta es su situación, primero que nada, es importante que se asegure que está huyendo por los motivos correctos. El apóstol Pedro escribió en el capítulo 3 de su primera carta que debemos asegurarnos de sufrir por causa de la justicia y no por haber hecho algo malo.
Ahora, quiero presentarle a alguien que está siendo perseguido – no por hacer algo malo, sino por hacer las cosas bien.
Y él no es un personaje ficticio o parte de un dibujo animado tampoco… su nombre es David
David es el ratón y Saúl es el gato en un juego mortal, donde David va a huir por años para mantenerse con vida.
Le invito a abrir su Biblia en 1 Samuel capítulo 23, para que continuemos con nuestro estudio de la vida de David.
Un Encuentro Cercano
El capítulo 23, comienza contándonos acerca de un problema en el que se encontraba una ciudad, situada a unos 5 kilómetros al sur de la cueva de Adulam, Esta ciudad se llamaba Keila.[i]
Y el versículo 1 nos informa que los filisteos estaban robando las eras.
Esto era devastador para el pueblo, porque esto significaba que, después de todo su trabajo – después de meses de plantar, cuidar, cosechar y trillar el trigo – separando el grano de la paja – después de haber puesto el grano listo para vender o distribuir o comer, los filisteos venían y los saqueaban.
Alguien le informa a David de lo que está pasando en Keila, David reúne a sus hombres, y ellos salen con la intención de liberar a esa ciudad. Ellos derrotan a los filisteos y salvan el día. Luego, los ciudadanos de Keila los invitan a quedarse con ellos por un tiempo
El problema es que los líderes de la ciudad son leales a Saúl y planean entregarlo en manos de Saúl.
David descubre que lo piensan traicionar, así que él y sus hombres escapan un día, y el versículo 13 nos dice que ellos anduvieron de un lugar a otro.
En la mitad del versículo 14 leemos una frase que resume la vida de David en este punto – note – y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
Después de ser traicionado por los ciudadanos de Keila, aun después de haber arriesgado su vida para salvarlos, David y sus hombres una vez se ven obligados a correr por sus vidas.
Ellos finalmente encuentran un lugar donde esconderse. El versículo 15 nos dice que ellos se quedaron el desierto de Sif.
Y mientras David está allí escondido, Jonatán viene a visitarlo; y en el versículo 17 leemos que Jonatán lo anima contándole que aún su padre Saúl cree Dios le va a entregar el reino eventualmente.
De alguna forma, todos entienden que el plan de Dios para la vida de David es que se convierta en el heredero al trono.
En la última parte del versículo 17, Jonatán le dice a David que el verdadero motivo por el que Saúl quiere matarlo es para proteger su reino – note – tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe.
¡Esto es de lo que se trata, David! Todas las rabietas, las lanzas, las lágrimas, la persecución… Saúl está literalmente peleando contra la disciplina de Dios en su vida y la voluntad de Dios para tu vida.
Jonatán y David se despiden… y esta va a ser la última vez que se vean en este mundo.
Luego, los ciudadanos de Zif traicionan a David, contándole al rey Saúl cuál es su ubicación, y la persecución continúa.
Mire lo que ellos le dicen a Saúl en el versículo 19.
Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur del desierto? Por tanto, rey, desciende pronto ahora, conforme a tu deseo, y nosotros lo entregaremos en la mano del rey. Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí.
¡Que hipócrita! Saúl no necesita compasión. Él necesita disciplina. Él es un niño malcriado y rebelde.
Es posible sentir la tensión acumulándose, mientras Saúl y sus hombres rodean el cerro donde David está escondiéndose – leamos los siguientes versículos comenzando con el versículo 25.
Y se fue Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón. Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de Maón. Y Saúl iba por un lado del monte, y David con sus hombres por el otro lado del monte, y se daba prisa David para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían encerrado a David y a su gente para capturarlos. Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una irrupción en el país. Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a David.
¡Ufff! Eso estuvo acerca… el gato había logrado arrinconar al ratón y estaba a punto de abalanzarse.
De hecho, note que en el versículo 28, David le pone por nombre a ese monte, la roca de escape.
Aun así, la persecución no ha terminado. David necesita encontrar otro lugar para esconderse, así que lo encontramos en el capítulo 24:1 escondiéndose en el desierto de En-gadi.
En-gadi, que puede traducirse, “la fuente de la cabra,” era el escondite perfecto para David. En-gadi era un oasis en el desierto donde había fuentes de agua fresca, saltos de agua, vegetación frondosa, e innumerables cuevas en los peñascos. Además, En-gadi se encontraba a una buena altura sobre el mar muerto, lo que le daba una posición ventajosa para observar su alrededor. Con un solo vistazo, el podía ver si Saúl se acercaba. [ii]
David y sus hombres están agotados, y no tienen tiempo para descansar.
Saúl ha convencido al pueblo que David es el malo – que David es un usurpador que quiere matarlo… David está sufriendo a manos de un rey celoso e injusto que solo lo quiere ver muerto.
A todo esto, David solo ha estado haciendo lo correcto.
John Phillips, su comentario de la biografía de David incluye una fuerte ilustración acerca de un pastor que sufrió terribles injusticias a en manos del gobierno soviético.
Este pastor, tenía una hija muy linda, soltera, que trabajaba en una oficina del gobierno. Un día, su jefe se le acercó y le dijo que, si no se convertía en su amante, él iba a mandar a arrestar a su padre y a cerrar su iglesia.
Su jefe la presionaba a diario; así que, temiendo por la vida de su padre, un día cedió sin decirle nada a nadie. Dentro de unos meses, descubrió que iba a tener un bebé. Desesperada y llena de culpa, decidió ahorcarse, dejando una nota en su bolsillo que explicaba porque se había quitado la vida. Cuando las autoridades encontraron la nota, confrontaron al jefe de la joven. El oficial negó cualquier participación en el asunto, agarró la nota y la rompió en secreto. Luego, él falsificó la nota, diciendo que ella había sido acosada por su padre y que ya no podía soportar la vergüenza. La policía arrestó al padre, cerraron su iglesia y lo metieron a prisión, donde era golpeado por los otros prisioneros por lo que lo habían acusado de hacer. Mientras tanto, este pastor, su esposa, su familia, la iglesia lloraba por las injusticias que estaban viviendo. Varios años después, el jefe responsable de la muerte de la joven fue arrestado por otros cargos y puesto en la misma prisión que su padre…fue allí donde confesó la verdad… y para su sorpresa, el padre de la joven lo perdonó y le dijo que Dios estaba en control.[iii]
Mientras David estaba huyendo de los traidores y desagradecidos ciudadanos de Keila y Zif, y mientras seguía huyendo del envidioso rey Saúl, él escribiría una de sus canciones más famosas – en esa canción el clamaría,
Oh Dios, sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme. Porque extraños se han levantado contra mí, y hombres violentos buscan mi vida; no han puesto a Dios delante de sí. He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor está con los que sostienen mi vida. (Salmo 54:1, 3-4)
En ese momento, algo totalmente inesperado toma lugar. De hecho, es algo tan sorprendente que los 600 hombres de David concluyen, unánimes, que esto solo puede significar una cosa, que Dios le ha dado a David la oportunidad de su vida para vengarse de Saúl.
Una Oportunidad Atractiva
Mire el versículo 2 del capítulo 24.
Tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
Detengámonos por un momento. Antes de continuar, permítame explicar algunas cosas acerca de este pasaje. Primero, vemos que Saúl ha escogido a 3000 hombres de sus tropas de elite – soldados hábiles y experimentados – para ayudarlo a atrapar y matar a David.[iv]
Segundo, sabemos que David habría sido capaz de ver a Saúl y sus tropas acercándose por kilómetros, gracias al lugar estratégico donde había decidido esconderse.
Tercero, la costumbre en esos tiempos era que los pastores metieran a sus ovejas en alguna cueva para pasar la noche. Luego, construían una pared de piedra alrededor de la entrada para protegerlas de los animales salvajes mientras ellos dormían.[v]
Ahora continuemos con el versículo 3. Y cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies.
Cubrir sus pies es una forma elegante para decir que Saúl quiso ir al baño.
Creo que la Biblia nos da este detalle para que sepamos que Saúl estaba totalmente vulnerable a un ataque.
Él no tenía idea que 600 pares de ojos estaban allí mirándolo, mientras él estaba sentado, leyendo el diario.
Los eruditos del Antiguo Testamento creen Saúl sufría de estreñimiento – una enfermedad que en la antigüedad se llamaba, “la maldición de reyes.”[vi]
A lo que voy con esto es que es muy probable que Saúl no estuvo en la cueva por solo 2 minutos – él probablemente estuvo en esa cueva por un buen tiempo, luchando para aliviarse, evidentemente distraído – con dolor y bastante incómodo – quizás tan incómodo como me estoy sintiendo ahora al explicar este versículo – él esta tan preocupado en lo suyo que no escucha que hay personas susurrando en la misma cueva.
Y esto es lo que están susurrando detrás de él, versículo 4. Y los hombres de David le dijeron, “He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere.
En otras palabras, “David, abre los ojos… ¿cuáles son las probabilidades que Saúl haya escogido esta cueva de todas las cuevas que hay por aquí… que haya entrado sin nadie que lo proteja?… ¡es obvio que este es tu momento! O sea, Dios te lo dejó en bandeja, ¿no te das cuenta?”
¿Puede imaginarse la emoción de todos estos hombres mientras ven como David se escabulle en medio de la oscuridad de esa cueva con la espada de Goliat en su mano?[vii]
Pero note el versículo 4. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl
David vuelve y dice,
¡Le corte un pedazo ropa!
¡¿Qué?!
¡Se suponía que le cortaras la cabeza!
Un estudioso del Antiguo Testamento escribe que ese fue un acto simbólico, ya que el manto era un símbolo de poder. David estaba haciéndole saber a Saúl que la autoridad y el poder real le pertenecía a él. Y después de hacer esto, David se sintió inmediatamente culpable porque sabía que había ido muy lejos.[viii]
El versículo 5 dice que se turbo su corazón. Esto quiere decir que su conciencia lo acusó.
“Vamos David, solo le cortaste un pedazo de tela. aparte, ese manto real debería ser tuyo de todas formas.”
Aprendamos del ejemplo de David en este pasaje, que una marca de madurez espiritual es el tener una conciencia sensible. Aun la ofensa más pequeña – la reacción más insignificante – el pensamiento más escondido – se convierte en un peso tan grande que necesita confesarlo rápidamente.
Esta era la oportunidad de David para vengarse, pero ahora él se siente culpable por haber cortado el manto del Rey en un espíritu de rebeldía.
Versículo 6, Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová. Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl
¿No es interesante como el mismo evento puede interpretarse de dos formas totalmente diferentes?
- 600 hombres vieron que esta era la oportunidad para que David se deshiciera de Saúl y se apoderara del trono.
- 1 hombre vio que esta era la oportunidad para salvar la vida del ungido de Dios.
Un escritor destacó la tremenda verdad que David le comunicó a los hombres en la cueva – y es que, a pesar de que Saúl estuviera actuando incorrectamente, no era su responsabilidad el corregir la situación; ese era el trabajo de Dios.[ix]
Cuando Saúl se levanta y sale de la cueva, él no tiene la menor idea de que acaba de pasar – nunca se habría imaginado que su enemigo acababa de salvarle el pellejo.[x]
Una Conversación Persuasiva
Sin embargo, aunque David no piensa a herir al rey, él si va a confrontarlo. Él no podrá cambiar el corazón de Saúl, pero sí que puede dejar ciertas algunas cosas en claro.
Note el versículo 8,
David se levantó después, y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia. Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal?
En otras palabras, Saúl, estas creyéndole a las personas equivocadas. Seguramente quieren que me mates para asegurarse de nunca perder su posición en el palacio.
David efectivamente le está diciendo, “Saúl, basta de chismes, escúchame a mí.”
Versículo 11, mira padre mío (paréntesis, note como David comienza recordándole sutilmente que son parientes. ¡Saúl es su suegro!) mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.
Phillip Keller, escribió lo siguiente acerca de esta confrontación: “David se encuentra a una distancia segura – de repente, él levanta su brazo y allí en su mano está el borde del manto real de Saúl –ondeando en el cálido viento del desierto – el borde cortado con la afilada espada de Goliat. Allí estaba la evidencia.[xi]
David no estaba diciéndole a Saúl que él le era leal, él estaba demostrándoselo.
Y lo que ocurre es realmente sorprendente.
Saúl comienza a llorar versículo 16.
Y alzó Saúl su voz y lloró, y dijo a David: Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal. Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová en tu mano
O sea, Saúl se emociona hasta las lágrimas.
Este encuentro cercano con la muerte conmueve profundamente a Saúl, que se larga a llorar.
Este podría haber sido el momento clave en su vida para haber cambiado de corazón.[xii]
Él estaba conmovido… él reconoció la bondad de David…[xiii]
El admitió la maldad de su corazón, el lloró; pero trágicamente, esto no fue nada más un breve momento de emoción. Saúl va a volver a casa sin arrepentirse… y, en cuestión de semanas, él va a volver a salir a perseguir a David.
Un autor escribió 60 años atrás, “la emoción que no lleva a la acción solo lleva a una mayor rebelión.[xiv]
¿Notó el contraste entre David y Saúl? David se siente culpable por un pequeño acto de rebelión, pero Saúl no va a querer arrepentirse de su orgullo, de envidia, y de sus intentos premeditados de asesinato.
Aplicación
Mientras concluimos nuestro estudio, permítame darle dos aplicaciones a partir de las reacciones de David.
Primero, entendamos que, como creyentes, no somos exentos de persecución.
Es más, debemos anticipar que eventualmente vamos a ser perseguidos… como un ratón… acorralados, tratados injustamente y duramente.
Pero el buscar vengarse solo detiene el flujo de la gracia en nuestro corazón y vida; y al hacerlo nosotros mismos nos herimos más y más, una y otra vez mientras revivimos el dolor de la injusticia.
Sinceramente, no sé por lo que usted pueda estar pasando – pero permítame animarle a mirar no solo el ejemplo de David, sino al del hijo de David, Jesucristo, quien sería maltratado y traicionado injustamente.
Reflexione en la gracia de Jesucristo – quien sufrió en la cruz, cuando él pudo haberse vengado.
Queremos ser más como Cristo, probablemente ese es el motivo número 1 en su lista de oración – “moldéame a tu imagen señor.”
Pero cuando pensamos en los clavos, en los insultos, en la traición, esa lanza, y en esa cruz – cuando pensamos en las palabras de Jesús que dijo, Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán – allí dejamos de querer ser como Cristo.
Sin embargo, el apóstol Pablo escribió “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección y la comunión – la participación, el compartir, de sus sufrimientos o padecimientos (Filipenses 3:10).
Sepa que será perseguido… si realmente quiere ser como Cristo.
Segundo: Sorprenda a aquellos que los maltratan al rehusar vengarse.
Eso no significa que tiene prestarse para que todos lo pasen por encima. De hecho, David va a confrontar a Saúl varias veces – por ejemplo, en el versículo 12 David le dice – Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti. (24:12)
En otras palabras, estoy dejando esta situación en las manos de Dios. Él va a juzgar, y Él va a determinar quién está en lo correcto.
Y en el versículo 15 David continúa afirmando su inocencia. Él vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.
En otras palabras, “Saúl, yo no voy a tomar represalias; yo no voy a vengarme, pero tú necesitas arreglar las cosas con Dios.”
Para aquellos que ahora mismo están sufriendo persecución, o tratos injustos, o acusaciones sin fundamento, o rumores maliciosos… deje la venganza y la vindicación de su reputación en las manos de Dios.
Dios se va a encargar de eso un día… aprenda de David aquí quien dijo, “voy a dejar esto en las manos de Dios.”
Querido oyente, cuando sugiero que sorprenda a otros al rehusar vengarse… permítame agregar, sorpréndase a sí mismo también.
Sea sorprendido por la gracia de Dios – no solo la gracia de Dios hacia usted, sino que también la gracia de Dios a través suyo.
Quizás hoy se encuentra en una de las cuevas de En-gadi… y tiene la oportunidad de vengarse… de tomar revancha de esa persona que lo ha herido. Le ruego a que resista ese deseo de vengarse.
Y que como David… y como el hijo de David, deje una impresión en la vida de aquella persona para la honra y la gloria de Dios.
—
[i] J. Carl Laney, First & Second Samuel (Moody Press, 1982), p. 68
[ii] Charles R. Swindoll, David: A Man of Passion & Destiny (Word Publishing, 1997), p. 83
[iii] John Phillips, Psalms: Volume 1 (Loizeaux Brothers, 1988), p. 456
[iv] Adapted from Expositor’s Bible Commentary: Volume 3, ed. Frank E. Gaebelein (Zondervan, 1992), p.7
[v] Adapted from William G. Bellshaw, I Samuel: Better Than Sacrifice (Regular Baptist Press, 1976), p. 99
[vi] Phillip Keller, David: Book I (Word Books, 1985), p. 136
[vii] Adapted from Alan Redpath, The Making of a Man of God: Studies in the Life of David (Revell, 1962), p. 96
[viii] Expositor’s, p. 746
[ix] Swindoll, p. 86
[x] Adapted from Dale Ralph Davis, Expositions of 1 Samuel: Looking on the Heart (Baker Books, 1994), p. 106
[xi] Keller, p. 138
[xii] Keller, p. 140
[xiii] F. B. Meyer, David: Shepherd, Psalmist, King (Christian Literature Crusade, 1973), p. 96
[xiv] Redpath, p. 100