Introducción
Un periódico publicó un artículo que decía lo siguiente: “Uno de los arrestos más grandes en la historia de Nueva York tomo lugar el día de hoy – una elaborada investigación resultó en el arresto de docenas de personas. Atraparon a más de cien personas involucradas en la distribución de pornografía infantil.”
Estos eran los titulares del diario – y lo que lo hizo más impresionante aún fue el hecho que habían incluido las fotografías de varias de las personas claves que fueron arrestadas. Tenían la misma expresión – sorprendidos… en silencio.
El artículo continuó diciendo que muchas de las personas arrestadas eran personas respetables en la sociedad, personas en las que la gente confiaba.
Entre las personas arrestadas que tenía su foto en la portada estaba un jefe de policía junto a otro oficial de policía. También había un enfermero, un paramédico, y un rabino de barba gris.
El articulo informó: “Se confiscaron más de 600 computadoras, además de laptops, tablets, teléfonos, y otros dispositivos – en donde encontraron miles de imágenes y videos ilícitos.[i]
Imágenes y videos que ahora incriminaban a estas personas con evidencia innegable. Podría decirse que estas personas fueron atrapadas con las manos en la masa y no pasó mucho tiempo hasta que los declararon culpables.
Ser “atrapado con las manos en la masa” es una frase bastante interesante. En ingles, se usa una frase diferente que también es bastante interesante, y en español se diría, “fue atrapado con las manos coloradas.” Esta expresión tiene una historia.
La primera vez que apareció, por lo menos en forma escrita, fue en las actas del parlamento escocés en 1432 bajo el reinado de Jacobo I. Era una nueva ley que buscaba lidiar rápida y justamente con los ladrones que cazaban venados en propiedades ajenas.
La ley decía: “si el ofensor es atrapado con las manos coloradas, puede ser aprehendido e informado al propietario.”[ii]
Las manos coloradas eran la evidencia de la sangre del venado en las manos del ladrón. Atrapado en el acto… con la evidencia innegable en sus manos. Él había sido atrapado con las manos coloradas.
Me pareció interesante que esta expresión se ha usado a través de los siglos en otras culturas también.
Cientos de años atrás, los monjes japoneses, solían pintar su dinero con sabia de hiedra venenosa, para que al ladrón le brotara un sarpullido rojo – el ladrón era descubierto por sus manos coloradas.
También descubrí que los nobles ingleses solían sumergir sus pistachos (que eran realmente un lujo en esa época) en una tintura clara. Si un sirviente se robaba un pistacho, luego sus dedos y lengua lo delatarían porque quedaban manchados de color rojo.
Esta expresión, ser atrapado con las manos coloradas, ha viajado a través de las generaciones y aun el día de hoy se sigue usando en varios idiomas para referirse a alguien que lo han atrapado, ya sea en el acto o en posesión de la evidencia del crimen.
Así que ser atrapado con las manos coloradas se ha convertido en una metáfora para una persona que la atrapan y no tiene excusa… no tiene sentido negar los hechos… uno está manchado, por así decirlo, con la evidencia del delito.
La Culpa del Pecado
En nuestro último programa estudiamos el elaborado plan del rey David para encubrir su pecado. Él había pasado una noche con la esposa de uno de sus amigos… asumiendo que nunca nadie se iba a enterar. El problema es que ella queda embarazada, y en vez de revelar la verdad, David se sumerge en un intento de encubrir lo que pasó, lo que eventualmente lo lleva a conspirar la muerte del esposo para que muera en batalla.
2 Samuel 11 nos informa que después del periodo tradicional de luto por la muerte Urías, lo que habrían sido unos 7 días, David se casa con la viuda Betsabé y asume que todo va a salir bien.
Sin embargo, David pasa por alto el hecho de que hay un par de testigos de su crimen – el general Joab, Betsabé, la viuda embarazada…. y otro testigo muy fiel e ignorado – Dios.
El capítulo 11 termina con la frase,
Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová (11:27).
Sorprendentemente, Dios no va a hacer nada hasta un año más tarde – aunque claramente ve la sangre en las manos coloradas de David.
Pasa un año, y parece como que David se había salido con la suyas. Pero si piensa que él realmente se salió con la suyas y ahora está disfrutando el mejor momento de su vida – piénselo otra vez.
David va a describir más adelante en uno de sus salmos como fue su vida durante ese tiempo cuando estaba encubriendo su pecado. En ese salmo – salmo 32 – David escribe,
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Mientras callé, se envejecieron mis huesos. En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano (32:1-4).
En otras palabras, como lo puso un autor, “David no estaba relajándose ni teniendo una vida tranquila. Él no estaba tomando limonada en el jardín, después de haberse encargado de encubrir su adulterio y asesinato. Téngalo en claro… David estuvo muchas noches sin dormir. Su pecado lo angustiaba mientras daba vueltas en su cama queriendo cerrar sus ojos. David veía su pecado cuando cerraba sus ojos, lo veía escrito en las paredes, lo veía en el plato cuando trataba de tragar su almuerzo, lo veía en la cara de sus consejeros. Él era un esposo miserable, un padre irritable, un mal líder, y un compositor sin canciones. Él estaba viviendo una mentira, pero tampoco podía escapar la realidad.[iii]
Este retraso en confrontar a David era parte de la providencia y los tiempos de Dios. David se sentía totalmente miserable… el placer pasajero del pecado lo había abandonado hace tiempo. Según el salmo, David no podía deshacerse de su remordimiento y vergüenza… y esa es, a todo esto, una marca de un creyente genuino.
La oveja que cae en el barro puede disfrutarlo por un momento, pero después va a empezar a luchar para salir de allí. Un cerdo va a caer en el barro y va a decir, “¡qué bien! Por fin estoy en casa… esto es vida.”
Los hijos de Dios nunca van a estar completamente cómodos con el pecado.[iv]
La Confrontación del Pecado
Los tiempos de Dios son perfectos. Ha pasado un año ya… David ha escondido su pecado por suficiente tiempo. Ya es tiempo de enviar al profeta Natán al palacio del Rey.
Note el capítulo 12, versículo 1.
Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija.
Natán está pintando una tremenda escena. Él está describiendo la relación especial entre esta pequeña corderita y este hombre pobre y su familia. Su historia está cargada emocionalmente. ¿Notó todas las cosas que hacia ese hombre por su corderita? Cosas que seguramente no haría con su mascota favorita. Este hombre deja que su corderita coma de su mismo plato y tome de su propio vaso.
No se usted, pero yo no dejaría que mi perro hiciera eso. Mi gato lo haría sin pedir permiso… y luego me pediría más.
Las palabras que usa Natán están llenas de un doble sentido. De hecho, la frase en el versículo 3 donde Natán dice que la corderita durmió en su seno es la misma expresión que se usaba comúnmente para describir un hombre abrazando a su esposa.[v]
No puedo sino pensar que las palabras de Natán están tocando la consciencia de David.
Note el versículo 4.
Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él.
Nuevamente, las palabras de Natán demuestran que él ha planeado esta historia por un tiempo. La palabra caminante también se usa para alguien que está paseándose.
Es la misma palabra usada para describir a David en el capítulo 11 cuando estaba paseándose por el terrado del palacio y él vio a Betsabé.
Pero David no se ha dado cuenta todavía que Natán está hablando de él. Es más, David se enfurece con el hombre de la historia por lo que había hecho.[vi]
Mire el versículo 5.
Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.
Note, David está sentenciándose a sí mismo, sin saberlo.[vii]
¿No es interesante como solemos condenar a los demás cuando hacen cosas mucho menores a lo que hacemos nosotros mismos? ¿Como es que podemos ver la astilla en el ojo ajeno, pero no podemos ver la viga en nuestro propio ojo? (Mateo 7).
La astilla y la viga de madera están hechas del mismo material – la única diferencia es la cantidad de madera. En otras palabras, la persona que peca más en un área es capaz de notar el mismo pecado en la vida de otra persona aun cuando es solo una fracción de lo que él hizo.
David se enfurece y da su veredicto. Ese hombre ficticio había robado algo ¿Que fue? Una corderita. David robo algo – ¿que fue? Una esposa, y luego la vida de otro hombre.
David dice furioso, “ese ladrón merece la pena de muerte” ¿Por qué, David?
- ¿Porque robó algo que de lo que ya tenía mucho?
- ¿Porque actuó sin piedad hacia una persona indefensa?
- ¿Porque el abusó de su poder?
- ¿Porque dejo a una familia devastada?
Si… ¡por todo eso!
David se levanta de su trono de un salto y grita, Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte.
Me imagino a Natán pausando por un momento mientras la sentencia de David aun retumba a por las paredes del palacio. Luego, mira a David a los ojos y dice, versículo 7 – tu eres aquel hombre… ese hombre rico eres tú.
Y puedo imaginarme, como otros autores y comentaristas, que David quedó con la boca abierta, pestaño un par de veces, y miró a Natán, primero confundido, y luego entendiendo lo que había pasado mientras sus ojos se abrían aún más. Me lo imagino luego sentándose nuevamente sobre su trono mientras su corazón late fuerte en su pecho… él no sabía que alguien más estaba enterado… los secretos habían salido a la luz. Por su puesto, Dios era quien sabía lo que había pasado, y Él habían enviado a su profeta a hablar de parte suya.
David había sido atrapado con las manos en la masa… con las manos coloradas. Aunque las manchas coloradas ya no se veían y todo parecía haber vuelto a la normalidad, Dios lo había visto todo, y aún seguía viendo las manchas en el corazón de David. Manchas que ya habían empezado a deteriorarlo, como un oxido corrosivo en el corazón y mente y espíritu de este rey.
Querido oyente, ¿Hay algo en su vida que desea que nunca salga a la luz? ¿Hay alguna mancha en su vida espera que nunca alguien la encuentre? ¿hay algo que está queriendo esconder de Dios… y de otros?
- Un negocio que Dios nunca aprobaría, y su familia tampoco
- Una relación que no debería tener
- Una nota que no merecía tener
- Un cheque que no debería cobrar
- Un título que no debería haber obtenido
- Un premio que no merecía
- Un currículum que no dice toda la verdad, o que dice cosas que no son.
- Algo en su pasado que nunca confesó
- Algo – como David – que le roba el gozo y el sueño y su comunión con Dios… porque sabe en lo más profundo de su ser que Dios lo sabe también.
Las Consecuencias del Pecado
Lo que ocurre después es que Natán le revela a David las consecuencias divinas por su pecado.
Son tres. La primera consecuencia es que:
- La violencia y asesinatos van a ser comunes en la familia de David.
Note el versículo 10. Natán dice, no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer.
Cuando estudie el resto de la vida de David, va a notar como la espada en verdad nunca va a dejar la casa de David. Los asesinatos entre su misma familia van a convertirse en el gran escándalo de Jerusalén, y van a manchar el legado David para siempre.
- No solo violencia y asesinato, sino que también lujuria e inmoralidad van a ser comunes en la casa de David.
En el siguiente capítulo, vemos como la lujuria de uno de sus hijos termina en la violación de una de sus hijas. David no va a poder remediarlo, y esa situación va a terminar en un asesinato más.
La inmoralidad en su hogar va a llegar niveles que nunca habría imaginado. Note que Dios dice a través de Natán en el versículo 11.
He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol.
Esta profecía va a ser cumplida por Absalón, el mismo hijo de David, cuando destrona a su padre. Mientras David corre por su vida, Absalón toma el harén de su padre, pone una tienda sobre el terrado del palacio y las deshonra a todas públicamente como una muestra de su poder y su desprecio por su padre David.
Si alguno piensa que David tuvo un pase gratis por su pecado, tiene que leer el resto de la historia. Aun cuando David recibió perdón, él va a vivir en carne propia el principio de la siembra y la cosecha. Vamos a cosechar lo que sembramos, aunque a veces no queramos recoger el fruto.
La familia de David va a entregarle la cosecha de lo que él sembró con su propio pecado. De hecho, lo que David hizo en una semana – y trató de cubrir por un año – va a traerle consecuencias por toda su vida.
Probablemente, a Natán no le tomó más de 3 minutos en entregarle las noticias a David, de que no solo Dios lo había sido atrapado con las manos en la masa, sino que serias consecuencias iban a perseguirlo el resto de su vida.
Cuando Natán terminó de hablar, David seguramente debe haber casi desmayado del dolor y la tristeza.
Las próximas palabras que salen de la boca de David son cruciales. Cuando el Rey Saúl fue confrontado por el profeta Samuel por haber pecado contra Dios, Saúl solía mentir y dar excusas. ¿Va David a hacer lo mismo? Note el versículo 13: Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová.
David no se enoja con Dios… no demanda clemencia. No pone por excusa que Betsabé era muy hermosa o que él estaba pasando por la crisis de los 50. No trata de seguir encubriendo su pecado, no trata de disminuir la gravedad de su pecado, no busca otra escapatoria, no pone pretextos; él simplemente reconoce su culpabilidad abierta y honestamente.[viii]
La simplicidad, la honestidad y la transparencia de David hace que esta sea una confesión elogiable en vez de defectuosa.[ix]
Seamos sinceros, muchos pensaríamos, en nuestra ignorancia de la gracia de Dios – que Él ni siquiera va a escuchar la confesión de David hasta que haya pasado unos 10 días en ayuno, muchas noches de ruegos, llantos, y al menos una peregrinación de rodillas hasta el tabernáculo – por lo menos.
Nuestro problema es que olvidamos, o a veces no entendemos la magnitud de la obra de Cristo en la cruz. Por eso nos sorprende el comentario de Natán en el versículo 13 – Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.
O sea, ¿no fue demasiado rápido?
Tal como un teólogo dijo, La razón por la que pensamos de esa forma, es porque “asumimos equivocadamente que la intensidad de nuestro arrepentimiento de alguna forma contribuye a la suficiencia de la expiación.”[x]
Entendamos a partir de este pasaje que Dios ya pagó por todos nuestros pecados y está listo para perdonarnos cuando nos arrepentimos. Dios no requiere algún sacrificio, alguna manda, algún castigo para perdonarlo porque él ya pagó por su perdón. Lo único que necesita hacer es confesar arrepentido y apartarse del pecado.
David se encuentra con las manos en la masa. Él ha hecho todo lo posible para cubrirlo y la culpabilidad lo ha comido por dentro. Pero ahora Dios lo confronta con su pecado… y después de escuchar tanto la exposición como las consecuencias de su pecado, él humilde y contritamente – con un corazón quebrantado dice, “he pecado contra Jehová.”
Esta es prueba de que él es un hombre conforme al corazón de Dios. ¿Como? Se preguntará. Como el teólogo y autor, Ralph Davis, dijo, el ser un hombre o una mujer conforme al corazón de Dios no significa no tener pecado, sino que, entre otras cosas, someterse a la palabra de Dios cuando nos acusa.[xi]
Y David se somete a la Palabra de Dios al confesar sus pecados. El apóstol Juan escribió – si confesamos nuestros pecados – lo que significa concordar con Dios – decir lo mismo acerca de nuestro pecado de lo que Dios dice – entonces Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9).
David se sometió a la Palabra de Dios.[xii]
Lo que aquí vemos es nada menos que la gracia de Dios en la vida de uno de sus hijos.[xiii]
El pecado de David no solo va a afectar las vidas de sus hijos, que van a rebelarse contra Dios y cometer un montón de atrocidades; sino que, además, en tercer lugar:
- Dios va a llevarse al hijo de David y Betsabé.
Natán le informa a David al final de su encuentro en el versículo 14,
el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.
Este es uno de esos pasajes que pocas personas se atreven a explicar. La razón detrás de la muerte de este niño es sinceramente un misterio divino, pero descansamos en que Dios siempre hace lo correcto, aunque no lo entendamos.
Pensando en las razones por la que Dios pudo haberse llevado al hijo de David y Betsabé, dos vinieron a mi mente.
En primer lugar, creo que el que Dios se llevara inmediatamente a aquel niño a su presencia fue por misericordia para con él. Al crecer, el hijo de David se habría convertido en el foco de calumnias, insultos, burlas y quien sabe que otras cosas más. Además, imagine con todo lo que habría tenido que vivir.
Quizás lo habrían acusado de ser la razón de la muerte de Urías, y habría vivido con un falso sentido de culpa. Él también habría crecido en medio del terrible ambiente de la casa de David, que como hemos visto, va a convertirse en un lugar lleno de violencia, muerte, inmoralidad y más.[xiv]
Personalmente, veo la misericordia de Dios en su decisión de llevarse a este niño.
Y también puedo ver el evangelio de Dios ilustrado en esta decisión. En el mensaje de Natán, encuentro una conexión entre la declaración de que a David se le perdona la vida, y la declaración de que este bebé inocente va a morir. Un erudito del Antiguo Testamento escribe, es como si el niño fuera el sustituto de David.[xv]
Ese es el evangelio… piense en esto: cada uno de nosotros que hemos sido redimidos y perdonados, un día vamos a vivir por siempre gracias a que un hijo de David murió en nuestro lugar. El hijo de David, Jesucristo, murió por nosotros. Él es nuestro sustituto.
En el misterio de la gracia y la misericordia de Dios, un hijo de David va a nacer y va a morir para que podamos ser perdonados y vivamos por siempre.
Querido oyente, no esconda sus manos rojas… confiese que fue lo que las manchó… el hijo de David, Jesucristo, ya ha muerto para pagar por ellas… él fue manchado completamente – él cargó todo nuestro pecado sobre él – mientras colgaba sobre la cruz para pagar por ellos.
No necesita orar por horas; Dios no está midiendo la cantidad de lágrimas que derrama o la duración de su lamento, Él está esperando una confesión genuina, honesta, y simple. Él se va a encargar de perdonarlo – de tomar nuestras manos y nuestro corazón manchados de pecado, lavarlos, y hacerlos blancos como la nieve… este es el misterio de su misericordia y perdón… así es la maravillosa gracia de Dios.
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[i] USA Today, 05.22.14, p. 1
[ii] www.phrases.org.uk/meanings/caught-red-handed.html
[iii] Charles R. Swindoll, David: A Man of Passion and Destiny (Word Publishing, 1997), p. 199
[iv] Adapted from Dale Ralph Davis, 2 Samuel: Out of Adversity (Christian Focus, 1999), p. 150
[v] Adapted from Expositor’s Bible Commentary, Volume 3, general editor, Frank E. Gaebelein (Zondervan Publishing House, 1992), p. 942
[vi]W. Phillip Keller, David The Shepherd King: Book II (Word Books, 1986), p. 96
[vii] Swindoll, p. 201
[viii] C.F. Keil and F. Delitzsch, Commentary on the Old Testament: Volume II (1875; reprint ed., Grand Rapids, Eerdmans, 1991), p. 391
[ix] Davis, p. 155
[x] Adapted from Davis, p. 155
[xi] Ibid
[xii] Keller, p. 97
[xiii] Davis, p. 149
[xiv] Adapted from Keller, p. 100
[xv] Davis, p. 157