Introducción
Uno de los pasajes más desgarradores de la Escritura se encuentra en 2 Samuel capítulo 12. Es un pasaje que abre la puerta a una de las preguntas más intrigantes que un creyente puede llegar a pensar.
Después de que Natán confronta a David con su pecado, y Betsabé tiene su bebé, se nos dice en el versículo 15 que:
él bebe enfermó gravemente. Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó, y entró, y pasó la noche acostado en tierra.
Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan.
Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto?
Mas David, viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto.
Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y comió.
Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan.
Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?
Más ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí.
Con la muerte de su bebé, David y Betsabé se unieron a la comunidad de padres que viven con el dolor de haber perdido un hijo – una comunidad que solo ha crecido exponencialmente a través de los años. La única diferencia es que la muerte de su bebe fue parte de la disciplina de Dios por su pecado.
Pero independientemente de esta situación en particular – la mortalidad infantil es un tema que millones de padres han tenido que enfrentar y genera un montón de preguntas.
Mortalidad infantil es un término que se usa técnicamente para referirse a la muerte de un bebe antes de su primer año de vida.
Una organización de salud reportó que más de 4 millones de bebés mueren en solo un año. Expertos en este campo estiman que la cifra real un cuanto a mortandad infantil esta entre los 10 millones de bebés al año.[i]
El solo pensar en cuantos bebés deben haber muerto a través de la historia deja a cualquier persona perpleja. Pensar en las madres y padres que lloran las muertes prematuras, los abortos espontáneos de sus hijos y derraman ríos de lágrimas.
Y en medio de todo eso, la pregunta que surge tarde o temprano es, “¿dónde están?”
En este pasaje, vemos que el rey David declara que, en un futuro, él está seguro de que va a volver a reunirse con su bebé.
Algunos dicen que David solamente está hablando acerca de la tumba. En otras palabras, creen que él está diciendo que un día, él también va a morir y va a ser enterrado tal como su bebe.”
Otros insisten que David está diciendo que su bebé está en la casa del Padre – y que allí es donde David ha entendido que estará un día – “y en la casa de mi padre moraré por largos días” (Salmo 23:6). O sea, David cree que, un día, va a reunirse con su bebé en el cielo.
Así que este pasaje nos presenta con la importante pregunta ¿Van los bebes al cielo? Y ¿qué acerca de los millones de bebes abortados, los que mueren en el vientre… que son millones al año. Estamos hablando literalmente de millones de bebes que pasan a la eternidad cada año – en términos globales, un promedio de 41.000 bebés a diario.
Y ya que, como creyentes, creemos en lo que la Biblia nos dice acerca la eternidad, tenemos que ser honestos en reconocer que solo hay dos lugares para ir después de la muerte – el cielo o el infierno.
Como pastor, sin duda que unos de los momentos más desgarradores en mi ministerio, ha sido cuando he tenido que ir al hospital para consolar a una familia que perdió a su bebe momentos después del parto.
Y puedo decirle que, en momentos como ese, la pregunta que inunda la mente de todos es, “¿van los bebés al cielo cuando mueren?”
Aunque es fácil dar respuestas rápidas basadas en sentimientos y deseos optimistas… aunque es fácil dar algún tipo de respuesta religiosa para tratar de calmar el corazón dolido… lo que necesitamos hacer es estudiar qué es lo que realmente dice la Palabra de Dios al respecto.
Para empezar, déjeme decirle que no existe ningún versículo que trate directamente con este tema. Y a todo esto, tampoco hay un versículo que diga que los bebes van al infierno, o que algunos van al cielo y otros no.
Para poder responder esta pregunta bíblicamente, necesitamos estudiar todo lo que dice la Escritura al respecto para lograr llegar a una respuesta teológicamente correcta.
Aunque este es un tema difícil y misterioso, puedo asegurarle esto: No tengo la menor duda de que Dios quiere que tratemos con este tema – entre otras razones, porque se trata del destino eterno de millones y millones de almas. Y también, no tengo la menor duda de que Dios siempre hace lo mejor.
Para llegar a una conclusión, vamos a tener que responder varias preguntas.
¿Cuándo Comienza la Vida del Bebé?
La primera pregunta que debemos hacernos no es “¿van todos bebes al cielo?” La primera pregunta a tratar es ¿cuándo comienza la vida del bebé?
Afortunadamente, hay mucha información al respecto. Encontramos respuestas en uno de los Salmos más conocidos de David – el salmo 139, donde David, bajo la revelación divina nos lleva al vientre de una madre.
No pierda su lugar en 2 Samuel y acompáñeme al Salmo 139. Note como David adora a Dios en el versículo 13 diciendo –
Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste (o mejor traducido, me tejiste) en el vientre de mi madre.
David se imagina a Dios sentado en la máquina de coser, o en la tejedora de sus tiempos. David nos informa que Dios está escogiendo el hilo y los colores, el estilo y el patrón de tejido, y nos teje creativamente.
Note el versículo 14. Te alabaré porque formidables, maravillosas son tus obras. Una mejor traducción de este pasaje es: Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho. La palabra maravillosamente también podría ser traducida, especialmente.
David está alabando a su creador al cantar, “he sido creado asombrosa y especialmente por Dios, quien pensó, incluso, en los detalles más pequeños de mi cuerpo, y me tejió en el vientre de mi madre.
David, continúa diciendo en el versículo 15,
No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado.
El término hebreo para cuerpo hace referencia a los huesos – a nuestra estructura ósea. Él está diciendo que Dios estuvo involucrado en el mismo desarrollo de su esqueleto.
David escribe después,
fui entretejido (o bordado) en las profundidades de la tierra.
Las profundidades de la tierra es una referencia metafórica a las cavidades oscuras del vientre.
Dios, el creador, ha estado trabajando – no solo en el pasado, sino que también cada día, en el vientre de cada madre, formando a cada nueva persona.
A todo esto, esto también significa que Dios lo diseñó no solo con sus habilidades, sino con sus limitaciones – fueron bordadas en su ser desde el comienzo.
Al entender esto podemos ver que hemos sido diseñados de manera especial y única, para aprender a confiar, depender, y glorificar a Dios de maneras diferentes.
David continúa diciendo en el versículo 16.
Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos.
Tendemos a olvidar que nosotros no somos los que creamos la vida – el hombre y la mujer son simplemente la causa secundaria. Dios es el que determina quién y cuándo es concebido.
David también escribe aquí que Dios escribió todos los días antes de que existieran. Así que, cuando una vida se forma en el vientre al momento de la concepción es porque Dios así lo ha planeado.
Las palabras que David escoge aquí están llenas de significado. Él escribe que Dios literalmente vio su sustancia sin forma – lo que es una sola palabra en hebreo. Esta es una palabra que define algo que David aun no entendía ni conocía mucho. Esta es una palabra que está bien traducida en nuestras Biblias como embrión.[ii]
Este salmo deja en claro que cada vida, aun cuando recién ha sido concebida en el vientre, es una persona – aún está desarrollándose, pero es una persona, al fin y al cabo.
Como un autor lo puso, “la vida comienza en la concepción; y cualquier muerte que ocurra después de ese momento de concepción significa la muerte de una persona; y cada persona, posee un alma eterna desde que tiene vida.[iii]
Mire lo que Dios le dijo acerca del profeta Jeremías en Jeremías 1:5.
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
¿Notó? Dios dice,
“Te formé… te conocí… y antes que nacieras, te santifique.
Dios no consideraba a Jeremías un bulto impersonal de tejidos en el vientre – algún apéndice anónimo en el cuerpo de la madre – un feto que no era realmente una persona. Dios consideró tanto a Jeremías como a David como personas.
Así que la pregunta #1 fue ¿cuándo comienza la vida? La respuesta es que comienza al momento de la concepción por la voluntad y diseño de Dios. Sin Dios, la vida no podría comenzar – porque el poder de la vida está en sus manos (Hechos 17).
¿Toda Persona Vive por Siempre?
Otra pregunta que necesitamos responder es – ¿toda persona vive por siempre? La respuesta en breve es, “sí.” El haber sido creados a la imagen de Dios entre otras cosas significa que hemos sido creados almas eternas.
La pregunta no es tanto, “¿va a vivir para siempre? De hecho, las personas en todas partes del mundo saben intuitivamente que esa es una realidad – hemos sido creados –como dice en Eclesiastés 3:11– con eternidad en sus corazones.
La pregunta no es tanto, “va a vivir para siempre” sino, “donde va a vivir por siempre.”
La razón por la que la pregunta acerca del destino eterno de los bebés es un tema tan grande dentro y fuera de la iglesia es porque es porque Dios puesto en el corazón de cada ser humano la noción de que debe haber algo más que solo esta vida.
Mientras Job luchaba con su sufrimiento, él dijo un comentario bastante interesante que vale la pena notar. Él se encuentra exhausto, deprimido, y en su frustración y amargura dice que desearía haber muerto al nacer. Pero en lugar de implicar que después de morir al nacer ya no existiría más, Job describe lo que le espera para aquellos infantes que mueren al nacer o antes de nacer.
Leemos en Job 3:3,
Perezca el día en que yo nací, y la noche en que se dijo: Varón es concebido.
Versículo 11
¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre? ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y a qué los pechos para que mamase? Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; dormiría, y entonces tendría descanso,
Para que no piense que esto es una especie de sueño del alma o un estado de limbo, él continua en el versículo 16 diciendo,
¿Por qué no fui escondido como abortivo, como los pequeñitos que nunca vieron la luz? Allí los impíos dejan de perturbar, y allí descansan los de agotadas fuerzas…
En otras palabras, Job está describiendo como es el cielo para estos niños que mueren. El compara su vida de sufrimiento y miseria y dolor con la del niño que muere tempraneramente y concluye que eso habría sido mucho mejor, porque ellos están en un lugar donde el sufrimiento, la lucha, el cansancio, el trabajo forzado ya no existen.[iv]
Job sabe que un día él va a vivir con su redentor (Job 19:25), pero en ese momento, él está diciendo que desearía haber sido capaz de saltarse todo el sufrimiento de la tierra e ir directamente con el Señor.
Job está escribiendo bajo inspiración divina que los niños que mueren al nacer, incluyendo los abortados, se saltan la vida sobre la tierra y van directamente a estar con su Creador.
Así que los infantes también viven para siempre – tal como toda vida humana desde el momento de concepción. Todos vamos a vivir en algún lugar para siempre.
¿Hay Algo que Necesitamos Hacer para Asegurar que un Bebé Vaya al Cielo?
Permítame proponer una tercera pregunta concerniente a este tema – ¿hay algo que necesitamos hacer para asegurar que un bebé vaya al cielo?
Obviamente, esta pregunta implica que no hay seguridad para los bebés que nacen muertos – pero ignoremos ese problema que los catecismos religiosos parecen ignorar, y enfoquémonos en los bebés que han logrado nacer.
¿Hay algo que podamos hacer para garantizarles el cielo?
Las religiones del mundo tratan de resolver el problema – muchos dicen que el niño necesita recibir algún tipo de ritual o ayuda aparte de la gracia de Dios.
A través de la historia, algunos han enseñados que los infantes, junto con todos los demás, van a tener una oportunidad de creer en Cristo después de la muerte. Esta es una perspectiva que ha ganado mucha popularidad recientemente con el libro de Rob Bell, “el Amor triunfa.” Eventualmente todos arreglan sus cuentas y todos van al cielo.
El problema con esta perspectiva es que no hay nada en las escrituras que enseñen o aun aluden que hay posibilidad de salvación después de la muerte.
Es más, se nos indica todo lo contrario. Por ejemplo, el hombre que murió en el evangelio de Lucas, capítulo 16, de repente se dio cuenta de que se encontraba en el lugar de tormento. El parecer él entendió que su oportunidad se había acabado cuando murió, y en vez de rogar por piedad, el ruega que alguien vaya para advertirle a su familia del lugar que les espera si no se arrepienten y son salvos.
Otros sistemas religiosos hacen del bautismo el medio de conversión infantil. Querido oyente, no existe ni la más mínima evidencia bíblica de que el agua del bautismo puede de alguna forma garantizarle la entrada al cielo a un infante.
No existe ninguna ceremonia, o rito de iniciación, o agua bendita, u oración que le garantice la entrada al cielo a algún niño, bebé, o persona mayor. Y, sin embargo, como ya hemos visto, David asume que su hijo va a ir al cielo.
¿Por qué?
Bueno, algunos sugieren que los infantes no son pecadores. Esas personas seguramente nunca han criado a un niño. Ciertamente no me criaron a mí.
Otros sugieren que los infantes nacen sin naturaleza pecaminosa… al menos hasta que pecan. David dejó en claro en el Salmo 51 donde Dios nos enseñó a través de él que somos concebidos manchados con pecado desde el principio.
De hecho, si los infantes no fueran pecadores, entonces no podrían morir –
porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), y no hay justo ni aun uno (Romanos 3:10).
¿Cómo es que un Infante Puede ir al Cielo?
Una pregunta más que me gustaría plantear es – ¿como es que un niño que muere antes de a nacer – puede ir al cielo?
La Biblia enseña que somos salvos por gracia – y eso aplica a todos. Es por la gracia de Dios que somos salvos, eso incluye a los infantes. Y de la misma forma que la Biblia enseña consistentemente que somos salvos por gracia, la Biblia también enseña que somos condenados por obras.
Ahora présteme atención, uno no puede ser salvo por obras, uno solo puede ser salvo por gracia. Sin embargo, la Biblia nunca ha amenazado a alguien con el infierno meramente por haber heredado la naturaleza de Adán.
John MacArthur escribe en su comentario acerca de este tema – “siempre que la Escritura describe los habitantes del infierno, el énfasis está en sus actos voluntarios de pecado y rebelión (1 Corintios 6:9-10; Gálatas 5:19-21; Efesios 5:5). La Escritura siempre relaciona la condenación eterna con las obras de iniquidad de una persona.[v]
A todo esto, esa es la razón por la que Dios va a sacar los libros donde están escritas las obras de todas las personas en el día del juicio final (Apocalipsis 20); Sus obras no van a ser evaluadas para ver si pueden entrar al cielo; sus obras van a demostrar que han pecado y que se han revelado voluntariamente contra Dios, y que son dignos del infierno. Aquel niño que fue abortado, aquel que no llegó nacer, o un recién nacido no tiene tal registro.
Romanos 1 declara que nadie tendrá excusa – no porque rechazaron el evangelio; de hecho, la mayoría del mundo nunca va a llegar a escuchar el evangelio; y ellos no tienen excusa y son culpables de castigo eterno ¿por qué? Escuche bien – porque han reprimido la verdad acerca de Dios y la creación y han negado la autoridad de la ley de Dios en su conciencia. Ningún infante reprime la verdad; ningún nonato tiene la habilidad de percibir lo que Dios ha revelado y luego rechazarlo.[vi]
Hasta que el niño sea más grande – y nunca se nos dice cual es la edad en la que el niño ya es lo suficientemente grande, consciente o responsable – pero hasta que una persona no pueda estar consciente de la ley de Dios escrita en su corazón; hasta que no pueda reconocer la gloria de Dios en la naturaleza y reconocer a través de ella los atributos de Dios, su poder y eternidad; ellos no están rebelándose voluntariamente contra Dios – reprimiendo la verdad de Dios.
Como un autor lo expresó, estos pequeños no son salvos porque creyeron, sino porque no podían creer.[vii]
A todo esto, David va a dejar de lamentarse después de que su hijo muere – ¿por qué? Porque él sabe que un día va a reunirse con él. Si, él se lamenta, sin embargo, no como aquellos que no tienen esperanza. De hecho, otro hijo de David va a morir más adelante– su nombre es Absalón – y David no va a parar de llorar y lamentarse… entre otras cosas porque él sabe que nunca lo va a volver a ver.
¿Qué está Pasando con Mi Pequeño en el Cielo?
La última pregunta que vamos a tratar brevemente es – ¿que está pasando con su pequeño en el cielo ahora mismo? Hay algunas cosas que podemos saber a partir de la Biblia.
Primero, sabemos que aquellos que nos abandonan aquí en tierra, dejando atrás sus cuerpos mortales, reciben un cuerpo temporal, sin imperfecciones. Donde van no hay dolor, tristeza, y sufrimiento… solo gozo, paz y adoración.
También sabemos que en el mismo momento que un infante va a vivir con Cristo – los propósitos de Dios para él o ella fueron cumplidos en la tierra– porque todos los propósitos de Dios siempre se cumplen perfectamente (Efesios 1:11).
Sabemos que ellos fueron perfeccionados instantáneamente, transformados completamente a la imagen de Jesucristo (Filipenses 1:6).
Sabemos que están disfrutando de la gloria eterna (Romanos 8:18).
Así que, ¿qué pasó entre la concepción y el cielo? O sea, ¿hay pañales, cochecitos y sillas altas en el cielo? ¿Acaso hay ángeles asignados para algún tipo de cuidado o un jardín infantil celestial?
No. Toda limitación e inmadurez se van instantáneamente en la glorificación del cuerpo y reciben nuevos cuerpos – tal como usted y yo lo experimentaremos un día. En nuestra llegada al cielo, también recibiremos el milagro de una madurez y perfección inmediata.
En la Biblia se nos dice que en el cielo hay una multitud la cual no puede ser enumerada, de cada tribu lengua y nación. Ahora piense en esto, sabemos que el evangelio nunca va a llegar a toda tribu lengua y nación hasta en la segunda venida de Cristo, cuando un grupo de ángeles en viajen por toda la tierra advirtiéndole a la humanidad del juicio venidero.
Así que, ¿cómo es que pueden haber personas representando cada tribu, lengua, y nación? Solo puedo pensar en una forma – van a haber bebés y niños representando esas tribus, lenguas y naciones, testificando por siempre de la gracia de Dios.
Y cada persona en el cielo es capaz de adorar y alabar y servir a Dios… así que evidentemente todos van a tener la madurez espiritual, mental y física para entender la gracia de Dios en sus vidas, y alabar a Dios por haberlos recibido en el cielo, por medio de la obra expiatoria de Cristo, quien pagó por su pecado aun cuando no podían entender ni creer.
De hecho, David dice aquí en 2 Samuel mi hijo no puede volver, pero yo iré a él. El énfasis está en él. David no dice, “voy a ir al mismo lugar en el que está… voy a ir al cielo donde él está” No… voy a ir a él.
En otras palabras, un día me van a presentar a mi bebe. Y tal como ese pequeño, ahora crecido, maduro y perfeccionado canta y adora a Dios por su gracia, yo estaré allí un día… reunido con él, y juntos, vamos a adorar al Señor… por siempre y siempre.
Esa es nuestra esperanza también, esa es la realidad de aquel que ha puesto su fe en Jesucristo como su salvador.
—
[i] John MacArthur, Safe in the Arms of God (Nelson Books, 2003), p. 4
[ii] Henry M. Morris, Treasures in the Psalms (Master Books, 2000), p. 223
[iii] MacArthur, p. 13
[iv]Adapted from MacArthur, p. 52
[v] Ibid, p. 80
[vi] MacArthur, p. 84
[vii] Ibid, p. 82