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Persiguiendo burbujas

La vida no se trata de perseguir las esquivas burbujas de la satisfacción. No se trata de vivir con la esperanza de que tal vez el destino le depare algo mejor. No, la vida se trata de vivir aquí, debajo del sol, rodeado de un mundo quebrantado, donde no puedes resolver todos los dilemas pero obedeces, confías y sigues a tu Señor, una tarea a la vez.
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Introducción

Se cuenta la historia ficticia de la rana que fue a un adivino para conocer su futuro. Quería saber lo que le esperaba. No estaba contento sobre cómo iban las cosas y quería saber si iban a mejorar o no.

El adivino miró en su pequeña bola de cristal y le dijo a la rana: “Hay una hermosa joven en tu futuro y ella está deseosa de conocerte”.

La rana suspiró sorprendida y dijo: “¿En serio?”.

El adivino respondió: “Por supuesto, de hecho, está fascinada contigo. No puede esperar a verte y, cuando la conozcas, ella querrá saber todo en cuanto a ti”. La rana apenas podía creer su buena suerte. “Y eso no es todo”, agregó el adivino, “esta hermosa joven va a prestar muchísima atención a todo en cuanto a ti”.

La rana estaba tan emocionada que apenas podía respirar. No podía creer su maravilloso futuro. La rana le preguntó: “¿Cuándo conoceré a esta joven?”.

El adivino respondió: “El próximo semestre, en la clase de Biología”.

Todos queremos saber si la vida va a mejorar y qué nos espera en el futuro.

Quizás usted esté pensando:

  • Si pudiera conocer a la persona indicada;
  • Si pudiera resolver ese dilema en mi vida;
  • Si tuviera más dinero mi futuro sería más llevadero;
  • Si tuviera más educación, tendría más oportunidades y la vida tendría más significado;
  • Si mi salud fuera mejor;
  • O, si tuviera los contactos adecuados, un entorno diferente o una familia distinta, estaría mejor posicionado para desarrollar un futuro más útil, emocionante y satisfactorio.

O tal vez piense que necesita todo lo anterior para garantizarse un futuro de felicidad.

El otro día vi a alguien en la calle que tenía puesta una camiseta con unas letras grandes que decían: “Lo quiero todo”.

Tienen la impresión de que si tuvieran algo más – algo diferente – su futuro cambiaría para mejor.

Le invito a escuchar lo que dijo un hombre que no lo quería todo, sino que, en realidad, lo tuvo todo, y llegó a descubrir que tenerlo todo no era suficiente. Volvamos juntos al Libro del Eclesiastés que fue escrito por el predicador Salomón.

Salomón nos lleva ahora de la observación a la experimentación – de tomar una excursión por el mundo de la naturaleza y la naturaleza humana mirándola, observándola y compartiendo sus conclusiones, a viajar ahora por el mundo de la experimentación.

Él nos va a dar los detalles de sus experimentos en los capítulos que vienen, pero por ahora nos da un resumen de lo que pasó gran parte de su vida haciendo.

Salomón se presenta como un explorador diligente y más tarde en nuestro próximo programa juntos, se presentará como un estudiante dedicado.

Explorando la Vida Debajo del Sol

Pero, por ahora, Salomón se presenta como un investigador diligente.

Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. Podría traducir esa frase de esta manera: “He sido y sigo siendo el rey de Israel”. Ahora fíjese: Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo…” (Eclesiastés 1:12-13a).

La frase, Y di mi corazón, es otra forma de decir: “Dediqué mi vida”. ¿A qué se dedicó Salomón? A inquirir. El verbo en hebreo da la idea de interrogar o averiguar. Salomón dio su corazón a inquirir y a buscar, que es un verbo que da la idea de explorar.

Ese mismo verbo se usó al describir a los doce espías hebreos en el capítulo 13 de Números. Ellos salieron a espiar la tierra de Canaán y ver cuidadosamente la topografía, la gente y la fuerza militar con la que contaban. Estos hombres no estuvieron paseando tranquila y casualmente por el lugar. Se metieron al interior de la tierra observando a la gente en las ciudades, al ejército enemigo y tomando nota de todo con mucha atención.

Salomón dice: “Dediqué mi vida a explorar las calles de la vida. No estudié, investigué y escribí sobre la vida encerrado en mi palacio de marfil. Me metí en todos los recovecos de la experiencia humana”. Y a lo largo del resto de su diario, Salomón nos ira dando todos los detalles al respecto.

Notará en el versículo 13, que Salomón dice que lo escudriña todo con sabiduría. La palabra hebrea para sabiduría (hocma), es un término amplio que exige un contexto para darle el sentido correcto.[i] Y en este contexto, Salomón usa su propia sabiduría, tratando de descifrar la vida sin la sabiduría de Dios. Básicamente, utiliza su capacidad de observación y la sabiduría intuitiva del ser humano. Recuerde que su perspectiva está anclada bajo el sol y sus percepciones están ligadas a la tierra.

De hecho, la frase debajo del cielo que vemos aquí en el versículo 13, es una frase similar al versículo 14 donde Salomón escribe:

Miré todas las obras que se hacen debajo del sol;… (Eclesiastés 1:14a).

Debajo del cielo y debajo del sol significan lo mismo. Salomón está explorando la vida desde la perspectiva de una humanidad caída que vive debajo del sol, ignorando al mismo Creador del sol, al Dios vivo y verdadero.

Ahora bien, lo que Salomón observa sobre la vida en su exploración es cierto, pero el problema es que no va lo suficientemente lejos. Se detiene debajo del sol y nunca mira por encima de este, sino hasta más adelante.

Entonces, ¿qué descubrió Salomón como un dedicado explorador? En esta investigación, él hace dos descubrimientos:

  1. Su trabajo es una misión insatisfactoria de parte de Dios.

Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él (Eclesiastés 1:13).

¿Qué es la vida para ti, Salomón? Es un penoso trabajo. Podría expresarlo así – es una carga cruel. Es una frustrante lista de tareas y deberes insatisfactorios evidentemente asignados por Dios para nosotros.

Aquí, Salomón puede estar haciendo alusión a la caída de Adán y Eva cuando se rebelaron y pecaron contra Dios y perdieron el Jardín del Edén. Debido a que el pecado entró en el mundo, el capítulo 3 de Génesis nos cuenta que ahora, el mundo se convirtió en un lugar roto, lleno de dolor, espinos y cardos, trabajo penoso, sudor, lágrimas y en última instancia la muerte.

El pecado ha hecho de la vida una experiencia infeliz, un trabajo penoso.

Por esto hoy se puede encontrar agobiado en la cinta caminadora de la vida:

  • Trabaja no-se-cuantas horas diarias, y siente a veces que esto no lo lleva a ninguna parte.
  • Llega al final de su lista de tareas y se da cuenta de que debe empezar todo de nuevo.
  • Corta la maleza del jardín y poco después tiene que volver a arrancarla.
  • Responde a ese correo electrónico y ve cómo su bandeja de entrada se vuelve a llenar.

Esta es la razón por la que muchos llaman a la vida “una carrera de ratones”. Aunque eso signifique que somos ratones atrapados en un laberinto. Hay algo de verdad en esta idea de estar atrapados en un laberinto. Salomón ya nos ha informado en el capítulo 1, que el mundo parece estar atado a una cinta caminadora.

Si todo lo que usted tiene es sabiduría del hombre, y si todo lo que puede ver en esta breve vida está debajo del sol, entonces como Salomón descubrirá una y otra vez, que su trabajo en la vida es una tarea poco gratificante.

Su trabajo, empleo, profesión, incluso su lista de quehaceres, no parecen ser tan gratificantes por muy significativos que puedan lucir algunos de ellos.

Esto fue lo que dijo Leonard Woolf, editor y pensador político británico, autor de más de veinte libros sobre literatura, política y economía. Nacido en 1880 y educado en Cambridge, sus escritos influyeron en la creación de la Liga de Naciones, más tarde Las Naciones Unidas. Fue premiado, citado, aclamado y aplaudido. Pero esto es lo que dijo al final de su vida:

Tengo claro que no he conseguido prácticamente nada. El mundo de hoy y la historia humana serían exactamente iguales si yo me hubiera dedicado a jugar ping-pong en lugar de sentarme en comités y escribir libros. Tengo que confesar que en esta larga vida debo haber obrado entre 150.000 y 200.000 horas de trabajo perfectamente inútiles (Leonard Woolf – 1880-1969).[ii]

Salomón diría: “Eso es exactamente de lo que estoy hablando”. Su ocupación es una tarea poco gratificante y al final no parece servir de nada.

Salomón, el explorador pesimista descubre una segunda cruda verdad:

  1. La satisfacción es un logro inalcanzable para la humanidad.

Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu (Eclesiastés 1:14).

Ya hemos hablado de cómo Salomón usa la palabra vanidad. Significa inutilidad, brevedad o vacío dependiendo de su contexto. Pero Salomón añade ahora esta nueva frase: aflicción de espíritu, también traducida correr tras el viento. Es decir, todo es como tratar de agarrar el viento.

¿Cree que ha logrado algo duradero? Sólo tiene un puñado de aire. ¿Cree estar llegando a alguna parte en su vida? Se desvanecerá en el aire.

Como un niño pequeño que persigue burbujas de jabón – justo cuando cree haber atrapado una, desaparece.[iii]

Salomón:

  • Era rico, poderoso, creativo y famoso.
  • Comía y bebía sólo en platos y copas de oro macizo (1 Reyes 10:21).
  • Hizo que la plata fuera tan común como las piedras (1 Reyes 10:27).
  • Atrajo a líderes mundiales que venían a oírle hablar sobre todo tipo de asuntos, desde geología hasta antropología.

Seguramente que logró tener una sensación de satisfacción duradera. No. Leemos en su diario personal, publicado ahora y que conocemos como el libro de Eclesiastés que él dice: “Estaba persiguiendo burbujas”.

Corriendo tras el viento.

Imagine que después de la reunión, sale de la iglesia y se encuentra a un montón de personas que se bajan de un autobús y se ponen a correr con redes en sus manos.

Se acerca a uno de ellos y le pregunta: “¿Qué están haciendo?”.

Éste le responde: “Estamos aquí atrapando al viento”.

¿Qué haría usted? Probablemente saldría corriendo, o llamaría al manicomio.

Cree que usted diría alguna vez: “Escuche, ¿tiene una red que le sobre? Quiero unirme a ustedes, siempre he querido atrapar al viento”.

¿Quién querría unirse a una raza humana que tiene sus redes tendidas intentando pescar satisfacciones duraderas de una vida debajo del sol sin Dios?

Un autor escribió sobre una vez que él y su familia almorzaba en uno de esos restaurantes temáticos para niños; de esos en los que hay televisores en todas las paredes mostrando dibujos animados sin sonido. Él cuenta que su hijo menor de cuatro años nunca había visto las caricaturas del Coyote y el Correcaminos. ¿se acuerda de ese programa? El coyote hacía todo lo posible por atrapar al rapidísimo Correcaminos. Bueno, su hijo estaba hipnotizado viendo un continuo ciclo de dibujos animados del Correcaminos mientras el Coyote se calzaba unos patines propulsados por cohetes, se disparaba a si mismo desde un cañón o se lanzaba con una honda gigante. Luego de mirar atentamente durante un largo tiempo – sin quitar los ojos de la pantalla – él nos dijo en voz baja: “Haga lo que haga, nunca va a atrapar a ese pollo”.[iv]

Así es como Salomón nos dice que es conseguir satisfacción en esta vida sin una perspectiva divina – es como el coyote y el correcaminos. Haga lo que haga, nunca va a atrapar a ese pollo.

Resumiendo la Vida Debajo del Sol

Lo que Salomón hace a continuación, es escribir un proverbio para resumir lo que ha estado observando.

Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse (Eclesiastés 1:15).

Permítame desglosar este proverbio en dos principios:

  1. No importa lo mucho que lo intente, hay situaciones que usted no puede enderezar.

Ahora fíjese en la primera mitad del proverbio donde Salomón dice: Lo torcido no se puede enderezar… (Eclesiastés 1:15a).

La palabra hebrea para “torcido”, se usa muchas veces como una metáfora para el pecado y el quebrantamiento moral.[v]

Salomón observa un mundo destrozado, una raza humana rota, la inclinación hacia el pecado; el soborno, la codicia, la avaricia, el abuso, el egoísmo, el orgullo, el asesinato, la mentira, la inmoralidad y así una y otra vez.

Observa que, en un mundo caído, los hijos de Adán crean por su comportamiento pecaminoso un problema tras otro que usted no puede resolver completamente. Hay algo en la raza humana que está orientado a la dirección equivocada. La Biblia lo llama la “naturaleza caída de Adán”. Se ha torcido, está caída.

¿Ha notado que la sabiduría del hombre debajo del sol incluso sin Dios puede identificar el problema del pecado? Tenemos tribunales que demuestran que podemos identificar que hay algo torcido en nuestro mundo.

Podemos entender que existe el problema del pecado, pero no podemos enderezar al pecador.[vi] Por esto mismo, vivimos en un mundo que no es capaz de arreglarse por completo.

Salomón dice que no importa lo mucho que trate, hay situaciones que usted no puede enderezar.

  1. No importa lo mucho que tenga, hay deficiencias que usted no puede proveer.

Fíjese en la última parte de Eclesiastés 1:15, …y lo incompleto no puede contarse.

Las palabras “incompleto” y “contar”, son términos financieros. Se han descubierto textos egipcios escritos siglos atrás que utilizan estas palabras en contextos económicos.[vii]

No importa cuánto tenga, nunca llegará al punto de pensar que tiene lo suficiente para lo que venga. Simplemente no hay lo suficiente en su cuenta bancaria. No puede contar con tener lo suficiente.

Y si amplía este contexto como creo que lo hace Salomón, siempre encontrará deficiencias en usted mismo para satisfacer las necesidades del día. Por eso en el corazón de todo ser humano honesto está siempre la sensación de inseguridad, ineptitud, insuficiencia, fragilidad e incapacidad. Siempre nos hará falta algo.

Así que Salomón termina su investigación sobre la raza humana y la vida en general diciendo: “No tenemos un panorama alentador”.

Conclusión

Pero tenga en cuenta, que el capítulo 1 de Eclesiastés no es el final de la historia. Dios no nos dejó solos debajo del sol.

Nosotros sabemos gracias a la historia lo que Salomón sólo sabía por las profecías.

  • El Redentor llegaría justo a tiempo y nacería debajo del sol con nosotros.
  • Jesús trabajaría y sudaría debajo del sol.
  • Jesús tendría hambre, sed, cansancio e incluso pagaría sus impuestos debajo del sol.
  • Jesús sería menospreciado, maltratado, difamado y acusado debajo del sol.
  • Y Jesús sería crucificado y moriría debajo del sol. Pero gracias a Su sufrimiento debajo del sol nos salvaría de nuestro pecado.

Jesús no sólo murió y resucitó…

Ahora nos ofrece proveer lo que nunca podríamos lograr por nuestra cuenta. Siempre tendremos deficiencias. Siempre estaremos faltos y necesitados para el día a día. Pero, Mi Dios, pues (escribe el apóstol Pablo), [mi Dios] suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19). Él puede suplir cada una de nuestras necesidades diarias con Su rico depósito de Misericordia y Gracia.

Usted no tiene los recursos para manejar las presiones y dificultades de la vida, eso es cierto; pero ese no es el final de la historia. Puede mantenerse y  fortalecerse en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efesios 6:10).

No tenemos el remedio para nuestra naturaleza caída y nuestra pecaminosidad, eso es cierto; pero Jesús nos ofrece no sólo la salvación, sino la limpieza diaria con Su sangre que nos limpia continuamente de todo pecado. Es una fuente que nunca, nunca para de limpiarnos y limpiarnos del pecado (1 Juan 1:7).

Y mientras tanto, para aquellos que creen en Jesucristo y confían sólo en Él para su salvación, Jesús hace algo más. Él nos da nuestras tareas – y recuerde, a veces son trabajos penosos y difíciles – pero Dios hace la diferencia dándoles un propósito divino.

Cualquier cosa que haga como creyente, aunque sea arrancar la maleza y cortar el césped, escribir un trabajo académico, sufrir una enfermedad, dirigir un negocio o cambiar un pañal, usted está cumpliendo las tareas que Dios le dio. Hágalas con confianza, gratitud, integridad y excelencia para que pueda dar testimonio de que la vida debajo del sol es según el propósito soberano de Dios, y que lo que está haciendo debajo del sol es para gloria y alabanza de su gran Dios que gobierna y reina más allá del sol; y sabiendo que su trabajo aquí debajo del sol, en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58).

Inclusive aquí abajo, debajo del sol, vemos destellos de Su poder y Su gracia.

Lo que está torcido no se puede enderezar. Oh, ¿en serio? Permítame hablarle de mi vida. ¿Qué tal acerca de la suya? Nuestras vidas estaban torcidas y apuntando en la dirección equivocada hasta que se las entregamos a Jesucristo. Usted puede dar testimonio conmigo hoy de que Jesucristo puede tomar a una persona torcida y hacerla honesta; Él puede tomar un camino torcido y hacerlo recto y verdadero, marcado por la gratitud, propósito y significado.

La vida no consiste en perseguir burbujas o tratar de atrapar al pollo escurridizo del Correcaminos. No se trata de vivir como la rana del cuento, esperando que el destino le depare algo mejor. No, la vida consiste en vivir aquí abajo, debajo del sol, rodeado de un mundo quebrantado, donde usted no puede resolver todos los problemas, pero obedece, confía y sigue a su Señor una tarea a la vez.

Y como usted habrá descubierto en su búsqueda de la vida:

Oh, Dios Eterno, tu misericordia
Ni una sombra de duda tendrá
Tu compasión y bondad nunca fallan
Y por los siglos el mismo serás

Tú me perdonas, me impartes el gozo
Tierno me guías por sendas de paz
Eres mi fuerza, mi fe, mi reposo
Y por los siglos mi Padre serás

Sí, estamos en un mundo destrozado y algunas cosas no se van a arreglar hasta ese día en que Cristo regrese y rectifique todo mal; pero aquí y ahora, le animo a estar firme en esta verdad que nos trae paz y seguridad.

¡Oh, tu fidelidad! ¡Oh, tu fidelidad!
Cada momento la veo en mí
Nada me falta, pues todo provees
¡Grande Señor, es tu fidelidad!

 

[i] Adaptado de Philip Graham Ryken, Ecclesiastes: Why Everything Matters (Crossway, 2010), p. 38

[ii] Ryken, p. 39

[iii] Adaptado de Daniel L. Akin y Jonathan Akin, Christ-Centered Exposition: Ecclesiastes (Holman, 2016), p. 13

[iv] Bryan Wilkerson, “What’s Your Story?” de: https://www.preachingtoday.com/illustrations/2013/march/3031813.html

[v] Akin, p. 14

[vi] Adaptado de David A. Hubbard, The Preacher’s Commentary: Volumen 16 (Thomas Nelson, 1991), p. 63

[vii] Stephen J. Bennett, Ecclesiastes & Lamentation (Beacon Hill Press, 2010), p. 64

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey. Puede ser usado sin fines de lucro y con las atribuciones necesarias.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas provienen de las versiones Reina Valera 1960, La Biblia de las Americas y la Nueva Biblia de las Americas.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Usado con permiso.

La Biblia de las Américas (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.LBLA.com

Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 by The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.NuevaBiblia.com

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