Introducción
Cuando era niño, crecí en el pueblo costero de Norfolk, Virginia, y vivía a solo seis kilómetros de la playa. Recuerdo ir caminando por la autopista, pidiendo al que pasara que me lleve a la playa una cálida tarde de verano y deslizarme en una tabla sobre las olas.
Mis hermanos y yo, teníamos unas tablas que habíamos fabricado con trozos de madera compactada. Me encantaba deslizarme sobre esa tabla en la orilla del mar sobre las olas que llegaban a la playa. Iba corriendo por la orilla y tiraba la tabla delante mío y saltaba encima – despegaba como un cohete. La actividad se llama skimboard, y era todo lo que queríamos hacer durante el verano.
Cortamos los bordes delanteros de nuestras tablas en forma de curva y pulimos las superficies lo mejor que pudimos. Luego, elegimos los colores y las pintamos. Yo pinté la mía de azul claro con un verde oscuro alrededor de los bordes. Evidentemente, no era muy hábil para combinar los colores.
Una actividad de playa en la que nunca me metí mucho fue construir castillos de arena. Eso era para los niñitos que tenían un balde, una palita de plástico. El skimboard era para los chicos con onda.
Bueno, las cosas han cambiado con los años. Para empezar, ya no es una buena pedirle a cualquiera en la autopista que lo lleve en auto – incluso es ilegal aún en ciertas zonas. Y, en la mayoría de las playas, no se permite más hacer skimboard, excepto en la mañana temprano o por la noche. Debe ser por todos los accidentes provocamos. Ahora que soy mayor lo entiendo. ¡Entre más tranquila la playa, mejor!
Hacer skimboard, y pedirle a cualquiera en la autopista que lo lleve a la playa se convirtió en algo del pasado; pero la construcción de castillos de arena es todo un furor. Muchos pueblos costeros en países de todo el mundo hacen concursos de elaborados castillos de arena durante el verano.
Hay torneos de construcción de castillos de arena con premios en efectivo de 10.000 dólares y más. Vi lo que hicieron los ganadores de este año y, la verdad es que son verdaderas maravillas arquitectónicas – complejas obras arte con un tremendo nivel de detalle.
Probablemente, uno de los ganadores fue uno de esos niños que ignoré en la playa mientras andaba en mi tabla.
Algunas de las esculturas de este año, alcanzaban alturas de más de dos metros de alto y ocupaban decenas de metros cuadrados. Eran palacios de arena y agua con cientos de ventanas y puertas, caminos y muros; torres de distintas formas, arcos estructurales, escaleras en miniatura y hasta árboles decorativos. Otros optaban por esculpir animales, personas o diseños más abstractos. Todos increíblemente detallistas e impresionantes. Cada año miles de personas acuden para ver a los concursantes trabajar incansablemente en sus obras maestras.
Lo que en verdad me llama la atención, es que pueden construirse en tan poco tiempo. Por lo general, el concurso empieza alrededor de las 9:00 en la mañana y continúa hasta la tarde. Los concursantes eligen sus espacios en la playa y empiezan desde cero.
Pero deben terminar sus diseños alrededor de las tres de la tarde para que los jueces puedan calificar sus obras. Y es que alguien más va a aparecer para ver de cerca estos castillos.
Nunca deja de llegar justo a tiempo, y cuando llega todo se termina. Estoy hablando de “la marea”.
Cuando llega, todos estos castillos de arena, todas estas grandes obras maestras desaparecen.
Mientras estudiaba para el estudio de hoy, descubrí que la palabra en inglés para marea originalmente hacía referencia a una porción de tiempo. De hecho, la palabra tiempo y marea en inglés tienen una relación cercana en su significado. Marea (tide en inglés) significaba a un periodo de tiempo (time en inglés). Time y tide. ¿Nota la similitud?
En inglés antiguo, la palabra tide, marea, tenía la idea de que no sólo iba a ocurrir algo, sino que iba a ocurrir algo tan previsible como la subida y bajada de las aguas del océano – la marea. Fue así como la palabra marea, se convirtió en el término para referirse a la subida y bajada de nivel en el agua. La marea era un evento esperado que siempre llegaba a tiempo. Y no había nada que un castillo de arena pudiera hacer para evitarlo, no importa cuán hermoso, elaborado, creativo o magnífico fuera.
La marea venía en camino.
Este resulta ser el problema que le roba el sueño a Salomón por la noche. El hecho de que hay algo, que le va a pasar a todo el mundo. Es un evento esperado aunque no se sabe la hora. El asunto es tan predecible como la marea del océano. Y no importa si gasta su tiempo haciendo grandes obras maestras como un elaborado castillo de arena o simplemente hace una pila de arena con balde de plástico – es un evento que no puede reprogramar.
La marea va a subir.
Salomón describe su frustración sobre esto en su diario. Si nos acompañó en nuestro último estudio de Eclesiastés, en el capítulo 2,recordará que Salomón hizo esta pregunta: “Hay algo que pueda probar o hacer para lograr aferrarme a la felicidad? ¿qué puedo hacer para ser feliz y mantenerme así? ¿Puedo lograr que siga la fiesta?”
Y la respuesta fue «No». No importa qué tipo de logro o emoción experimentemos, nada dura. Hace poco escuche a una jugadora de tenis, que después de ganar el importantísimo torneo de Wimbledon, admitió más tarde a un periodista, que la euforia que sintió sólo duró unos dos minutos. Salomón concluye que buscar aferrarse a la felicidad es como intentar atrapar el viento con una red.
La Verdad Sobre La Vida
Ahora, Salomón se hace otra pregunta, y es: «Hay alguna ventaja de vivir sabiamente en lugar de vivir locamente?»
Así que me volví para considerar la sabiduría y la locura y la insensatez. Porque ¿qué puede hacer hombre que viene detrás del rey? (Eclesiastés 2:12a).
Ahora Salomón cambia su enfoque y reflexiona en otro dilema. Él se pone a comparar las ventajas de la sabiduría y la locura.
Por cierto, la combinación de las palabras «locura e insensatez» o “desvaríos y necedad” según su traducción, hace referencia a la misma idea de vivir la vida lo más salvaje y alocadamente posible.[i]
Observe, que Salomón sugiere aquí, que ningún hombre después de él será capaz de experimentar con la vida como él lo ha podido hacer. Así que está es la pregunta en la mente de Salomón: ¿es mejor vivir una vida moderada, prudente y moralmente buena o vivir la vida loca de fiesta en fiesta sin importar las consecuencias?
¿Cuál anuncio comercial es el correcto?
- Acostarse y levantarse temprano, hace a un hombre sano, rico y sabio, o…
- La vida sólo se vive una vez, así que dese todos los gustos que pueda.
¿Cuál dirección será la mejor?
A pesar de que la mayor parte de su diario ha sido bastante negativo y cínico, la respuesta de Salomón puede sorprenderlo; observe el versículo 13:
“Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas” (Eclesiastés 2:13).
En otras palabras, es mejor usar la cabeza que vivir alocadamente. Bien dicho Salomón. Voy a exigirle a mis hijos que este sea su versículo lema – que lo reciten cada noche.
Hay más provecho en la sabiduría. He visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad. La palabra traducida “sobrepasa” es un término comercial que se puede traducir como ‘ganancia’ o ‘ventaja’. Existen ventajas en evitar la vida salvaje y loca. De hecho, Salomón equipara la locura con la oscuridad y la sabiduría con la luz.
Ahora, él pasa a escribir otro proverbio en el versículo 14 que dice:
“El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas…” (Eclesiastés 2:14).
Que el sabio tenga los ojos en su cabeza, quiere decir que tiene ambos ojos bien abiertos y tiene una visión perfecta. Es alguien entendido, pensante, inteligente. Pero el necio camina por la vida como si estuviera en medio de una densa neblina. Podríamos decir que es una persona que está a oscuras, ignorante de la verdad, que no piensa. Está cegada a la realidad.
Un autor comentó, que este proverbio hebreo se ha traducido a la cultura alemana contemporánea como: El que quiera jugar al ajedrez, es mejor que no tenga los ojos en los bolsillos».[ii] Esta es una forma simpática de decir: «Tanto en la vida como en el ajedrez, es mejor tener los dos ojos bien abiertos y alerta».
Mi abuela me enseñó este concepto cuando jugábamos ajedrez. Me dijo que era importante estar atento. Aunque era una señora mayor y mi tierna y amorosa abuelita, cuando se trataba de jugar una partida de ajedrez era despiadada… malévola… era brutal… era… bueno, ya entiende la idea.
Ella me miraba por encima de sus pequeñas gafas y decía: «Jaque». Y yo empezaba a correr por todo el tablero con mi rey y dos peones – que eran todo lo que me quedaba – tratando de mantenerme con vida; pero inevitablemente me arrinconaba. Empezaba a sonreír como la villana de una película animada y la oía decir la temida frase: «Jaque mate».
Me ha costado años de terapia, pero creo que lo he superado.
Esa fue una muy buena lección de vida que mi querida abuelita me enseñó – tienes que mantener ambos ojos abiertos.
El necio, por otro lado, está en problemas constantemente. Salomón usa el término “necio,” 18 veces en este diario privado que llamamos Eclesiastés. Hace referencia a la persona que lleva una vida malvada, egocéntrica, que deshonra a Dios. El necio no tiene sus luces morales encendidas, conduce en la oscuridad y suma constantemente a su vida un accidente tras otro. Lo único que parece estar buscando es la siguiente oportunidad de pecar.
Así que volvemos a la pregunta: ¿Hay alguna ventaja de vivir sabiamente en lugar de vivir neciamente? Y Salomón dice: «Sí, la hay».
Pero antes de que quiera acercarse a Salomón para decirle: «Estoy muy contento de ver que está dando un giro en su diario y empezó a escribir cosas positivas sobre la vida». Salomón dice: «No tan rápido».
Él continúa anotando:
“El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas… pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro” (Eclesiastés 2:14).
El mismo suceso. El término hebreo se usa para hablar de la suerte o el destino; algo que nos va a pasar a todos.
Mire el versículo 15:
“Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio?” (Eclesiastés 2:15).
¿Y cuál es ese evento que sucederá tanto al sabio como al necio? Saltemos hasta la última parte del versículo 16:
“…y también morirá el sabio como el necio” (Eclesiastés 2:16b).
Salomón dice prácticamente: «Bueno, ¡esto elimina cualquier ventaja! Así que, haga lo que quiera». Así construya un detallado castillo de arena o pase la vida deslizándose en su tabla de skimboard, no importa. ¡La marea viene subiendo para todos nosotros!
Aplicación
Salomón añade dos observaciones que aplican para todos. Una vez más, nos está diciendo una dura verdad ya sea que queramos escucharla o no:
- No importa lo que haga, sus logros serán olvidados.
Aquí están los duros hechos sobre la vida expuestos en versículo 16:
“Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado…”(Eclesiastés 2:16).
Salomón ya hizo esta afirmación en el capítulo 1, versículo 11: No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después. O sea, las generaciones van y vienen y las generaciones que siguen no recuerdan las generaciones anteriores. Salomón no está tratando de ser malo. Tampoco quiere restregárnoslo en la nariz. La verdad es que trata de ser honesto, aunque duela, y nos recordarnos que nuestra vida será olvidada. Es una realidad difícil de asimilar, pero pone la vida en la perspectiva correcta.
Hace poco leí un artículo escrito por un profesional del área de la genealogía moderna, y comentaba que la persona promedio no conoce a los miembros de su propia familia más allá de la cuarta generación. Usted conoce el nombre de sus padres y abuelos; tal vez los de sus bisabuelos, pero ¿conoce los de los tatarabuelos? ¿Es parte de la estadística?
Y ellos son la razón por la que usted está vivo cuatro generaciones después. Probablemente no sabe quiénes fueron y mucho menos lo logros en su vida.
Han sido olvidados.
Salomón sabía que los faraones egipcios que vivían a unos cuantos kilómetros de distancia tenían la costumbre de borrar los nombres de sus predecesores en los monumentos y reemplazarlos con los suyos. Querían olvidarse de ellos tan pronto como fuera posible.
Se han encontrado textos egipcios de la misma época en que vivió Salomón que dicen: «Aquellos que construyeron las pirámides pronto son olvidados – los que una vez fueron dioses yacen olvidados en sus tumbas».[iii]
Esta es la dura verdad: un día nadie en el planeta va a recordarlo a usted o al castillo de arena que construyó, sin importar si ganó el primer lugar o no. La marea está subiendo y hará un juicio irreversible. No importa lo que haga, sus logros serán olvidados.
- No importa quién sea usted, su muerte es inevitable.
Salomón agrega un signo de exclamación al final del versículo 16:
“…y también morirá el sabio como el necio!” (Eclesiastés 2:16b).
Por muy listo que sea, por mucho que tenga, por más grande que sea su castillo de arena, su coeficiente intelectual, sus ingresos o cuántos juguetes tenga en el garaje, todo el mundo muere.
La calcomanía que vi el otro día en el parachoques de un auto estaba equivocada. Decía: «El hombre con más juguetes gana». Debería decir: «El hombre con más juguetes también muere».
Esa persona también muere. La marea viene en camino. Y anciano Salomón, con las sombras de la muerte más cerca que nunca en su vida, llega a las siguientes conclusiones:
Primero, él esencialmente dice que:
La vida se ha vuelto despreciable.
Observe la primera frase del versículo 17:
“Aborrecí, por tanto, la vida,…” (Eclesiastés 2:17a).
Se podría parafrasear así: «Por esto me sentí asqueado de la vida!».[iv] Salomón está enojado por esto. O sea, ¡mire los castillos que ha construido! Y ahora se ha dado cuenta de que no importa cuánto tiempo viva, va a morir como todos los demás. Siendo un hombre mayor, le atormenta ver cómo la marea se está acercando.
Un artículo registra cómo un hombre tan rico como Solomon trató de financiar lo que llamó «los procesos para el desarrollo de la esperanza de vida». Ya ha invertido 40 millones de dólares en esta fundación médica, para investigar cómo prolongar la vida. Su patrimonio neto supera los 50.000 millones de dólares. Este hombre llamado Larry Ellison dijo lo siguiente en una entrevista: «La muerte me enfurece… no tiene ningún sentido para mí. La muerte nunca ha tenido sentido. ¿Cómo puede ser que una persona esté ahí, y luego desvanezca y no esté más?»[v]
Hay más castillos de arena que construir. Todavía hay más que ver, hacer, saborear y experimentar. Entonces ¿por qué tiene que existir esta predecible e implacable marea?
En segundo lugar, Salomón añade:
La vida se ha vuelto desagradable.
Mire el versículo 17 de nuevo:
“Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa…” (Eclesiastés 2:17b).
El término hebreo traducido como fastidioso, da la idea de algo que es desagradable o de mal gusto. De hecho, es la palabra que se usa para una hierba venenosa. Salomón dice: «La vida aquí debajo del sol es como una comida de hierba venenosa tras otra». La vida se ha vuelto desagradable.
En tercer lugar, continúa añadiendo:
La vida se ha vuelto decepcionante.
“…debajo del sol… todo es vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 2:17c).
Si como dice el proverbio judío, las mortajas no tienen bolsillos. ¿Ha visto un coche fúnebre con portaequipajes? Como el evangelista Billy Graham solía decir, “nunca verá la carroza fúnebre tirando un remolque” El camión de mudanza no viene al entierro. Nada trajimos a esta vida y nada nos llevaremos. Así que Salomón piensa: La vida sí que es desalentadora.[vi]
No importa lo que pueda guardarse en los bolsillos, todo lo que ha hecho es perseguir el viento. Al final no ha atrapado nada.
Conclusión
El creyente, el seguidor de Cristo, a veces puede sentir que la vida es despreciable, desagradable y desalentadora también. Salomón está diciendo aquí la verdad; pero esta no es la verdad completa.
Recuerde que él está encerrado aquí abajo con su perspectiva sin Dios, que no va más allá del sol.
Tenga en cuenta, que el libro de Eclesiastés se entiende a la luz de la conclusión que vemos en el capítulo final. El libro nos mantiene en suspenso hasta aclararlo todo en los últimos versículos. Pero, como no puedo dejarlo en suspenso cada programa y es importante que saquemos las aplicaciones apropiadas, tengo que repetir constantemente la gran conclusión de Salomón que vemos en el capítulo 12 sobre estas observaciones de la vida. ¡Recuerda a tu Creador! Recuerda ¡a tu Creador!
Si usted no pertenece por fe al Creador que reina sobre el sol, entonces está aquí abajo atrapado en la permanente construcción de un castillo de arena. Usted está persiguiendo un viento sin recompensa, sin redentor, sin esperanza más allá de la tumba.
La marea viene. Usted no puede evitarla. No puede engañarla. No puede sobrevivir a la marea. Pero puede un día elevarse por encima de esta marea gracias a la obra salvadora del Señor Jesucristo.
Él nos dijo:
“…Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).
¿Cómo?
“Porque de tal manera amó Dios al mundo – a la humanidad pecadora atrapada aquí debajo del sol. De tal manera nos amó –que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Y usted, querido oyente, ¿ya le conoce? ¿ya ha creído en Él? Es decir, ¿ha puesto ya toda su confianza en Jesucristo para salvarlo de la marea? ¿cree que Dios se hizo hombre – 100% Dios, 100% hombre – que vivió una vida sin pecado y murió para pagar por los suyos y los míos? ¿cree que ese sacrificio es absolutamente suficiente para restaurar su relación con Dios – lo que lo lleva efectivamente a arrepentirse de su pecado y desear agradar a su amoroso Salvador en cada aspecto de su vida?
Un predicador llamado John Wesley, siendo ya un hombre de 66 años anotó en su diario privado el 2 de enero de 1777: «He comenzado a exponer sobre el Libro del Eclesiastés. Nunca tuve una visión tan clara de su belleza o significado. Tampoco imaginé que todas las partes estuvieran tan bien conectadas, probando esa gran verdad; que no hay felicidad fuera de Dios.»[vii]
Le invito a experimentar hoy, quizás por primera vez, esa verdadera felicidad que viene al recordar a su Creador – al aceptar el plan y la voluntad de Jesucristo,
—
[i] David A. Hubbard, The Preacher’s Commentary: Volumen 16 (Thomas Nelson, 1991), p. 84
[ii] Douglas Sean O’Donnell, Ecclesiastes (P & R Publishing, 2014), p. 57
[iii] Adaptado de Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary: Volumen 5 (Zondervan, 2009), p. 507.
[iv] Warren W. Wiersbe, Eclesiastés: Be Satisfied (Victor Books, 1990), p. 38.
[v] “Billionaires Disrupt Death…» Valley Wag (8-22-13); https://www.preachingtoday.com/illustrations/2015/march/3032315.html
[vi] John D. Currid, Ecclesiastes: A Quest for Meaning? (EP Books, 2016), p. 40
[vii] Citado en O’Donnell, p. 53