Introducción
En varias oportunidades mientras estudiaba para un sermón, me he encontrado básicamente con la misma historia en diferentes libros de distintos autores. Sin duda, debe ser una leyenda. Parece que se originó en el lejano oriente y dice así:
Un viejo y sabio leñador chino vivía una vida bastante humilde cerca de la frontera con Mongolia. Un día, su caballo favorito, una hermosa yegua gris, saltó la cerca, salió al galope cruzando la frontera donde otros la atraparon y se la llevaron. Sus vecinos y amigos lo visitaron para tratar de consolarlo por este desafortunado suceso. Él les respondió: “Puede que sea malo que mi yegua se escapó, pero puede que sea bueno por alguna razón. No lo sabemos”.
Efectivamente, una semana más tarde, el leñador miraba por la ventana y vio a su yegua galopando de regreso a casa junto a un magnífico semental. Puso a los dos caballos en su establo, y sus vecinos lo visitaron para felicitarlo y admirar su buena fortuna. Pero él dijo, “Puede que sea bueno que mi yegua regresó con este semental, pero no lo sabemos”.
Al día siguiente, el único hijo de este hombre decidió montar el semental y éste corcoveó hasta tumbarlo rompiéndole una pierna al joven. Otra vez volvieron sus vecinos a compadecerse de tan mala noticia. El leñador dijo “puede que esta sea una mala noticia, pero podría resultar ser buena después de todo. No lo sabemos.”
Ese mismo mes estalló la guerra entre China y Mongolia, y los oficiales chinos llegaron a este pueblo para llevarse a todos los jóvenes para ir al servicio militar. Todos murieron en la guerra a excepción del hijo del leñador, que no había podido servir en el ejército debido a su pierna rota.
La verdad sigue siendo la misma – y es aquí donde la leyenda ilustra una realidad para el creyente – y es que la vida está llena de imprevistos. Las malas noticias que pueden traer cosas buenas. Una experiencia que parece ser buena pero que abre la puerta a una situación difícil, desafiante o incluso tentadora.
La verdad es que necesitamos discernimiento para interpretar los acontecimientos de la vida. Necesitamos sabiduría para nuestra vida, de manera que al final le traiga gloria y honor al Señor.
Este es exactamente el tipo de transición que Salomón hace en su diario de vida que conocemos como el libro de Eclesiastés. Llegamos hoy a la mitad del libro, en donde básicamente deja de hacer preguntas cínicas y comienza a dar sabios consejos.
La primera mitad de su diario estaba más centrada en el hombre, ahora su enfoque cambia y se vuelve más centrado en Dios.
De hecho, dos palabras van a aparecer 35 veces en los últimos 6 capítulos: las palabras sabio y sabiduría.
Al comenzar la segunda mitad del libro, en el capítulo 7, notamos inmediatamente que se parece mucho al libro de Proverbios. Él va a entregar una serie de comparaciones y contrastes.
Salomón nos va a mostrar una mejor manera de vivir; si usted quiere ir en busca de la sabiduría debajo del sol, una vida que encuentra satisfacción verdadera, esta es una la manera en que debe caminar en su diario vivir. Así puede vivir una vida mejor. Salomón va a usar la palabra “mejor” 11 veces en este capítulo.
Para navegar juntos a través de estos inspirados proverbios de Salomón, los he organizado en 4 categorías que iremos estudiando.
A cada una de ellas, la he titulado con una exhortación. Estas son cuatro afirmaciones categóricas. Piénselo de esta manera: Dios nos va a dar, a través de Salomón, cuatro buenos consejos.
Este es el primero de estos consejos:
Contemple Seriamente su Ataúd
Ahora lea el versículo 1:
Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. Eclesiastés 7:1
Quizás, no le parezca que esta es la mejor forma de empezar a dar consejos sobre la vida y cómo vivirla. Pero la sabiduría nos dice que no estamos preparados para vivir hasta que estamos preparados para morir.
Salomón hace el contraste entre una buena fama (un buen nombre, literalmente) – esto es, una buena reputación – con su apariencia física o su exterior.
Usted puede tener el mejor ungüento – el mejor perfume o colonia como diríamos hoy. Incluso se puede ampliar el concepto a cualquier cosa relacionada con su apariencia física: su ropa, sus joyas, su estatura – todo lo que pueda hacerlo más atractivo. Todo esto no se puede comparar con tener una buena reputación.
Un buen nombre es mejor.
Hay un viejo refrán que dice: “Todos tienen tres nombres en la vida; el que le dan sus padres, el apodo que le ponen sus amigos, y el tercero es el nombre que se gana por su forma de vivir.
- “Es un hombre honrado”.
- “Es una gran trabajadora”.
- “Él es un mentiroso”.
- “Ella es una chismosa”.
- “Él es un tramposo.”
Y así sucesivamente.
Este es el nombre al que Salomón se refiere aquí: el nombre que se gana por su forma de vivir.
¿Cual cree usted que es el suyo? ¿Cuál es su reputación? ¿Tiene usted un buen nombre?
Mejor es un buen nombre, que oler como un lecho de rosas.
Luego note otra la segunda parte del versículo 1, el día de su muerte es mejor (es más importante, más significativo) que el día de su nacimiento.
Permítame parafrasear lo que Salomón dice de esta manera: Su obituario es más importante que el anuncio de su nacimiento.
El día en que usted nació, simplemente fue presentado en un mundo en el que vivirá por unos pocos años; pero el día de su muerte lo conduce a la vida eterna en el Cielo o al infierno para siempre.
Salomón aquí es un evangelista que nos insta a prestar atención a una cosa que la mayoría de la gente prefiere ignorar: su obituario.
La muerte es un evangelista que nos mira a los ojos y pregunta si estamos listos para encontrarnos con Dios.
La cuna de en bebé nunca predicará un sermón tan bueno como un ataúd.
Salomón no quiere que pasemos por alto esta advertencia, así que nos lleva de excursión por una funeraria en los siguientes 3 versículos.
Mire el versículo 2:
“Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.
Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.
El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría. Eclesiastés 7:2-4
En otras palabras, los necios malgastan su vida en diversión y entretenimiento. Nunca piensan más allá del momento.
Para Salomón, no hay nada más instructivo que ir a la casa del luto – lo que en nuestra cultura equivale a un funeral.
Los funerales son un claro llamado de atención para todo el mundo. Y todo el mundo allí está atento y receptivo.
A mis estudiantes del seminario teológico Shepherds les digo en un curso que enseño sobre Teología Pastoral, que hay un evento en la vida ministerial, en el que cada vez que uno predica, todos van a escuchar cada palabra que digan: los funerales.
Es como si Dios mismo estuviera allí diciéndonos:
- “La muerte es inevitable”
- “La vida es breve”
- “Camine sabiamente”
- “Redima el tiempo”
- “Viva para Cristo”
- “Las relaciones son lo más importante”
Es como si Salomón nos dijera: “Este es mi gran consejo: vayan a una funeraria o a un cementerio, siéntense allí por un rato y contemplen sus propias vidas; contemplen el rumbo de sus vidas; piensen en el hecho de que un día la gente se reunirá allí para recordarlos.
Salomón no nos dice esto porque nos quiere ver melancólicos o morbosos; no está en contra de la risa, la sana diversión o una gran fiesta de cumpleaños.
Pero en este contexto, nos dice que esto es mejor porque nos hace pensar profundamente, reflexionar en lo que más importa, y cambiar para mejor.
El salmista oraba: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12).
Hay una conexión entre la brevedad y la belleza de la vida, y aquellos que ofrecen sus vidas a Dios terminan sacando el máximo provecho de ellas.
Pensar en la muerte, nos invita a convertirnos en personas más profundas – más sabias.
La persona superficial solo quiere llenarse de entretenimiento. Su pensamiento más profundo es “cómo puedo tener mejor conexión a internet.”
Su corazón es superficial y su mente está atrofiadas – su único pensamiento es “cómo voy a sobrevivir hasta el próximo fin de semana.”
Nunca llegará a ser persona profunda porque se niega a contemplar su futura muerte.
Y por eso, Salomón agrega este segundo consejo para ayudarnos a crecer en sabiduría.
Este es el segundo consejo:
Elija Cuidadosamente Sus Compañías.
Fíjese en el versículo 5:
“Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios. Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad (un placer pasajero)” Eclesiastés 7:5-6
Si alguna vez tiró una rama de un arbusto espinoso a alguna fogata, sabrá que se prende fuego rápidamente en una breve ráfaga de calor.
En un juego de palabras en hebreo, Salomón dice que esa madera quemándose en el fuego se parece a la risa de los necios.
En otras palabras, disfrutar la compañía superficial de los necios, los que no temen a Dios, puede ser entretenido en el momento, pero la diversión no dura mucho.
El mundo de los necios es nuestro campo misionero, así que no huimos de él. Pero tampoco lo abrazamos y lo imitamos. Recuerde que Salomón escribe que esto es vanidad; no va a durar mucho.
Pero usted está rodeado de gente necia, insinúa Salomón aquí.
Notará que en el versículo 4 se hace referencia al corazón de los insensatos; luego en el versículo 5 a la canción de los necios, y después en el versículo 6 a la risa del necio.
Están a su alrededor.
Y es tentador escucharlos – escuchar su música en la radio, escuchar sus debates y entrevistas en la televisión – nunca van a traerle convicción ni guiarlo a vivir sabiamente.
Salomón habla a menudo en su Libro de Proverbios, sobre la importancia de tener amigos que lo desafían y fortalecen.
El principio de que “hierro con hierro se aguza”, es la idea de que una buena amistad, ambos están corrigiéndose mutuamente, ayudando a mejorar el carácter del otro (Proverbios 27:17).
Finalmente, nos vamos a parecer a aquellos que nos influencian. Salomón escribe:
“El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado” Proverbios 13:20
Y tenga en cuenta, que en la mente de Salomón un necio no es aquel que no pudo pasar un examen. Un necio en las escrituras es alguien que niega y desafía la autoridad de Dios. Ese tipo de necio aparece en todos los contextos de la vida; de hecho, Salomón describe al necio en el libro de Proverbios de 71 maneras diferentes.
David describe categóricamente al necio en Salmo 14:1, como alguien que niega que Dios existe.
Si quiere buscar la sabiduría debajo del sol en su breve vida, elija cuidadosamente sus compañías – esas personas que permite que influencien su vida.
Observe nuevamente el consejo de Salomón:
“Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios” Eclesiastés 7:5a
Esto es lo que quiere decir: Es más útil que alguien sabio taiga convicción a su vida que escuchar a un necio que lo halaga.
No se deje engañar por los halagos. Una reprensión bíblica es mucho mejor que los aplausos vacíos y necios del mundo.
Siempre me preocupa cuando veo que alguien ganó un premio Oscar, un premio Nobel – que pusieron su nombre en el Salón de la Fama, o una estrella en Hollywood. Por lo que he visto, a lo largo de los años, la mayoría que reciben estos honores son cualquier cosa menos personas honorables, y la fama que disfrutan es como el fuego de aquel espino en llamas; veloz y pasajero.
A menudo me pregunto, si para algunos, recibir estos premios fue lo que selló su destino, cegándolos al punto de creer que, si tanta gente los aplaude, sus vidas deben ir en la dirección correcta, cuando en realidad están en el camino ancho que conduce a la destrucción eterna.
Estaban rodeados de los cantos de los necios, y se negaron a escuchar a las personas dispuestas a decirles la verdad.
Salomón dice efectivamente; “no sea como ellos, tenga los oídos abiertos a la reprensión, a la verdad de alguien que le comunica la sabiduría de Dios. No lo ignore. Eso es mejor que una sala llena de gente que lo alaba”.
Contemple seriamente su ataúd.
Elija cuidadosamente sus compañías.
El tercer consejo de Salomón es:
Cultive su Carácter Sabiamente
Fíjese en el versículo 7:
“Ciertamente la opresión enloquece al sabio, y el soborno corrompe el corazón” Eclesiastés 7:7
Pongamos este proverbio en forma de pregunta:
¿Cómo afronto la tentación de tomar atajos? ¿Tiene usted algún precio? ¿Se lo puede sobornar con algo?
Cuando hacer lo correcto se vuelve extremadamente difícil o costoso, ¿por qué no ceder? ¿Tomar siempre el camino correcto? ¿Por qué no seguir la corriente? Todo el mundo lo hace. ¿Por qué no hacer algún trato por debajo de la mesa?
Salomón nos advierte a todos del peligro de buscar la solución rápida, haciendo concesiones morales con el fin de conseguir un poco más de comodidad en la vida.
Salomón nos recuerda en el versículo 8 que:
“Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu” Eclesiastés 7:8
En otras palabras, siga haciendo lo correcto, la solución rápida no es la mejor.
Desarrolle la perseverancia y la paciencia, aun cuando la situación parece que lo va a volver loco, aunque el proyecto se haga más largo de lo que planeaba, aun cuando vivir una vida de integridad y pureza sea más agotador de lo que jamás imaginó.
Ahora el versículo 9:
“No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios” Eclesiastés 7:9
Salomón está diciendo, “no se apresure para enojarse, porque cuando lo hace, está actuando como un necio”.
Si lo ponemos en forma de principio, Salomón está diciendo: Si se enoja fácilmente, puede que no sea tan distinto al mundo como cree.
En pocos lugares este principio se ve más claramente que en la calle al conducir.
No se usted, pero cuando manejo me transformo en otra persona. Cada semáforo tiene que estar en verde, me irrito cuando otros conducen lento o me hacen una maniobra en frente, les toco bocina y espero que no vengan después a la iglesia y me reconozcan.
Este consejo de Salomón trajo convicción a mi vida. ¿Qué tal usted? ¿Reacciona con enojo fácilmente? Cuando las cosas no van como quiere, cuando sufre una injusticia…
Pero Salomón aún no ha terminado. Él dice en el versículo 10:
“Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría” Eclesiastés 7:10
¿Por qué los días de antaño fueron mejores?
Hablemos de los viejos tiempos. Que buenos que eran – ¿porque no podemos vivirlos otra vez?
Piense en esto: La generación de Salomón hablaba con nostalgia de los viejos tiempos – en el 970 AC.
Cada generación cree que tiene el derecho a decir esto, y es por la inclinación natural que resulta de un corazón descontento.
“Nos acordamos de los pescados, los melones, las cebollas que comíamos en Egipto,” dijeron los israelitas mucho tiempo atrás.
Además, como escribió un autor, los buenos tiempos son la combinación de una buena imaginación y una mala memoria.
Si pudiera poner este proverbio en forma de un principio diría: Añorar el pasado no resuelve ninguno de los problemas del presente.
Además, pasa por alto el hecho de que Dios sigue obrando hoy como lo estuvo en el 970 a.C., en los 1900 d.C., o en el día de hoy.
Tenemos la tendencia a maquillar el pasado, a glorificarlo, y perder la oportunidad de darle la gloria a Dios en el presente.
Continuemos en el versículo 11:
“Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol. Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores” Eclesiastés 7:11-12
La palabra aquí traducida herencia, se refiere a la riqueza o las posesiones que se pasan de generación en generación.
Salomón nos dice que recibir una herencia es algo bueno, pero sin sabiduría es muy probable que destruya la vida de la persona.
Piense cuántas vidas han sido destruidas por recibir una gran herencia. Quizás escuchó de algún vecino, o lo vio en las noticias: vidas que se caen a pedazos simplemente porque recibieron mucho dinero, pero no tenían sabiduría.
Un hombre multimillonario me dijo una vez en confianza unos años antes de morir, que iba a dejarle su dinero a diferentes ministerios cristianos, porque si se lo dejaba todo a sus hijos, sabía que les arruinaría la vida.
Salomón no dice aquí que una herencia es algo malo. Pero si la recibe sin tener sabiduría, lo más probable es que no esté preparado para recibirla. El dinero no va a servirle de protección sino de tropiezo y termine arruinando su vida.
Así que, cultivemos la integridad, paciencia, confianza y sabiduría.
Salomón nos da consejos inspirados que lo desafían:
Primero: contemplar seriamente su ataúd
Segundo: elegir cuidadosamente sus compañías
Tercero: cultivar sabiamente su carácter
El último consejo que encontramos aquí es el siguiente:
Considere a su Creador con Humildad.
Versículo 13:
“Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció? En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él” Eclesiastés 7:13-14
Permítanme poner este pasaje en forma de dos principios:
- Dios diseñó los giros y vueltas de la vida para fortalecer nuestra confianza espiritual en Él.
“Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?” Eclesiastés 7:13
¿Entiende lo que implica esto? Dios ha creado caminos torcidos y sinuosos, la carrera no es toda cuesta abajo. No es una línea recta de la tierra al cielo.
Dios lo hizo. Él creó esa dificultad y ese giro inesperado. Él lo hizo. Por razones que quizás nunca vaya a explicar. Y así con humildad, nos inclinamos ante Su trono.
- Dios creó los altibajos de la vida para afianzar nuestra dependencia de Él.
“En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él” Eclesiastés 7:14
Él crea los altibajos de la vida – no siempre es cuesta arriba ni cuesta abajo. Como cuando sale a andar en bicicleta por un sendero montañoso, fortalece sus músculos espirituales y estabiliza su dependencia, no del camino; sino en Él.
Tal como dice Salomón, La verdad es que no sabemos lo que va a ocurrir mañana. Ni siquiera sabemos lo que pasará dentro de una hora.
Dios está en control de todo esto: el día de nuestro nacimiento, el día de nuestra muerte y el sinuoso camino torcido entre medio – con sus altos y bajos.
George Young era un carpintero durante la semana y predicador los fines de semana. Él solía ir a predicar en pequeñas iglesias rurales en Estados Unidos.
Un fin de semana, mientras él, su esposa y sus hijos estaban fuera de casa, un hombre que se había sentido ofendido por su predicación fue y le prendió fuego a su hogar. Cuando la familia regresó, su casa era un montón de cenizas.
Ninguno de sus sermones sobrevivió, pero en 1903, unos meses después de que el fuego destruyera todo lo que tenían, él escribió una canción que finalmente fue publicada años después.
La letra suena muy parecida al consejo final de Salomón para aquellos que buscan la sabiduría y siguen a su Dios Creador. Dice:
“A veces en el monte en la claridad del día,
Dios lleva a sus hijos con él;
A veces en el valle oscuro y abrumador,
Dios lleva a sus hijos con él.
Por aguas profundas,
o por tormentas,
algunos por fuego
pero todos a través de su sangre;
Algunos atraviesan por gran dolor,
pero Dios da consolación,
en medio de la noche
y cuando brilla el sol”.