Introducción
Un pastor de una iglesia en Escocia escribió estas sabias palabras hace más de 100 años – y aún siguen siendo verdad:
“La vida sabia está compuesta de una gran cantidad de pequeñas cosas; las pequeñeces de cada hora y no las grandes cosas de una época llenan la vida de un creyente sabio. Pequeñas palabras, no discursos elocuentes; pequeños hechos y no milagros o grandes batallas ganadas. No es gracias a un gran esfuerzo heroico, sino a las muchas cosas pequeñas que uno puede vivir sabiamente su vida”.
Este autor no hizo más que repetir un principio de la inspirada sabiduría de la palabra de Dios.
Puesto que una vida sabia se compone de una multitud de pequeñas cosas, Dios en Su Gracia nos da consejos para actuar sabiamente en las situaciones cotidianas.
El anciano y experimentado rey Salomón está por enseñarnos sobre la sabiduría en las cosas más simples de la vida.
En Eclesiastés capítulo 10, el Espíritu de Dios a través de las experiencias y la pluma de Salomón, nos va a dar algunos consejos importantes para navegar por las situaciones cotidianas de la vida.
Salomón nos va a dar algunos consejos prácticos, sencillos y claros para tres situaciones cotidianas.
Situación #1
Respondiendo sabiamente ante personas en autoridad que francamente no son tan sabias como usted
Salomón nos dice cómo manejar de manera eficaz una rabieta explosiva en la oficina.
Fíjese en el versículo 4:
“Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas” Eclesiastés 10:4
Lo que vemos aquí es un enojo equivocado. La persona en autoridad se está enojando ya sea por los motivos equivocados, o con la persona equivocada, o aún de una manera equivocada.
La palabra hebrea aquí traducida “príncipe”, no se limita a una persona de la realeza, sino que se aplica a una persona que tiene algún nivel de autoridad sobre uno.
O sea, si lo ponemos en términos actuales, su jefe tiene un arranque de ira. De hecho, podría ser la norma – lo cotidiano. Es irritable, se enoja fácil, y según Salomón, esa es una señal de que no es sabio sino un pecador egocéntrico (Proverbios 29:22).
Lo ha hecho de nuevo, es el colmo, la gota que rebalsó el vaso. Ya está harto. No da más. Ese trabajo no vale la pena.
Y en lo que resta de su turno de trabajo, redacta una carta de renuncia que parece una bomba. No puede esperar a desquitarse.
Y tal vez está pensando – porque usted es cristiano – que necesita agregarle un versículo para al final de esa carta de renuncia – que mencione algo como la ira de Dios y su justicia.
Buscando por su biblia, de pronto, llega a Eclesiastés 10:4, y lee que Salomón escribe: “no dejes tu lugar – responda con serenidad y autocontrol”. ¡Este versículo no va a funcionar!
En realidad, es el versículo que necesita aplicar aquí. Un autor parafrasea este consejo de esta manera: “Deje que su serenidad calme su temperamento”.
No renuncie, no abandone su puesto, no responda mal ante la reacción desmesurada de su jefe.
Mantenga la calma.
No pude evitar pensar en las famosas palabras de Rudyard Kipling, compuestas cien años atrás, donde un hombre mayor está aconsejando a un joven y le dice:
“Si puedes mantener la calma cuando todos a tu alrededor pierden la cabeza y te echan la culpa. Si puedes esperar y no cansarte de esperar. O si te mienten, pero tú no respondes con mentiras. O, si te odian, pero tú no abres la puerta al odio en tu corazón: ¡entonces serás un Hombre, hijo mío!”
En la rutina de la vida se va a encontrar con personas que se enojan equivocadamente con usted. Cuando todo el mundo a su alrededor se alborota y exaspera, la sabiduría se revela en la persona que mantiene la cabeza fría y un espíritu tranquilo.
Ahora Salomón pasa a hablar de las asignaciones equivocadas.
Fíjese en el versículo 5:
“Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe…” Eclesiastés 10:5
La palabra aquí traducida “mal,” se refiere a algo que es impropio o injusto. Y la palabra aquí traducida “error,” se refiere a una equivocación – un descuido administrativo.
Y de nuevo la palabra hebrea traducida príncipe, puede referirse a cualquier persona en autoridad.
Ahora continuemos en el versículo 6:
“… la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra” Eclesiastés 10:6-7
A esto lo vamos a llamar: asignaciones equivocadas
En los días de Salomón, los ciudadanos comunes no tenían caballos. Estaban reservados para los líderes políticos, la realeza o la nobleza.
Salomón no está diciendo que la gente rica debe andar a caballo y que los esclavos deben caminar. Lo que Salomón está haciendo aquí es describir una cultura que está de cabeza porque han puesto a las personas equivocadas en posiciones de autoridad.
En otras palabras, la gente que no lo merece fue promovida por las autoridades y los que sí lo merecen siguen andando a pie.
Los que deberían ser promovidos porque se lo merecen – representado por poder andar a caballo – no consiguen el trabajo y los que no lo merecen terminan sobre la montura.
Esto pasa en cada generación, en cada segmento de la sociedad y en cada cultura. Tal vez por algunas conexiones, un poco de dinero, ser amigo de alguien influyente o incluso alguna mentira en la hoja de vida.
¿Alguna vez le paso eso? ¿Por méritos, habilidades, etc., tendría que haber recibido el puesto o la promoción, pero vio que otro se la llevó?
Hace un tiempo leí que la Aerolínea Internacional de Pakistán tuvo que parar cientos de aviones después de descubrir un elaborado escándalo de fraude. Las noticias revelaron que el 30% de sus pilotos no estaban calificados para volar en la silla del capitán. De los 860 pilotos de la aerolínea, 262 le habían pagado a alguien para recibir sus licencias. En realidad, no sabían cómo pilotear un avión.
Hablando de que la persona equivocada este sobre el caballo – ¿qué tal una persona equivocada piloteando un avión?
Salomón pasa ahora a hablar de una segunda área donde la sabiduría es muy importante en términos prácticos:
Situación #2
Preparándose para las tareas peligrosas
Salomón va a mencionar 5 tareas – observe el versículo 8:
“El que hiciere hoyo caerá en él” Eclesiastés 10:8
Salomón dice básicamente: sea precavido – protéjase.
Tenga en cuenta, que los verbos de esta lista representan posibilidades, no predicciones. No es una garantía. No siempre va a ocurrir, pero puede darse.
Si cava un pozo, necesita poner algo que le indique dónde están los bordes para no tener un accidente.
Para ese entonces no había un ministerio de seguridad. No hay cinta amarilla y negra, cascos o señalizadores alrededor de ese pozo. Por lo tanto, el trabajador sabio va a ser precavido para protegerse del peligro.
La última parte del versículo 8 nos presenta otro peligro:
“…y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente” Eclesiastés 10:8b
Así que, tenga paciencia.
En el Medio Oriente se usaban piedras sueltas para construir el típico muro o muralla. A las serpientes les encantan todas esas grietas que hay entre las piedras, así que no se ponga a mover piedras apresuradamente. Sea lo suficientemente paciente para revisar el muro y buscar si hay peligro en las oscuras grietas
La tercera tarea aparece en el versículo 9:
“Quien corta piedras, se hiere con ellas…” Eclesiastés 10:9a
El consejo aquí es ser cuidadoso.
Sea prevenido.
Esto me hizo acordar a un juego de mesa que tiene mi nieto. El juego trata de ir sacando una piezas de plástico de una base que tiene un resorte sin hacer que este salte. Uno tiene que ir sacando las piezas con cuidado, porque si saca la pieza equivocada, los resortes de la trampa harán que las piezas vuelen por todas partes – ¡y esta es su parte favorita!
O el famoso juego llamado Jenga, donde mover un bloque afectará a los otros en esa torre de bloques de madera.
Ese es el principio aquí: hay que ser lo bastante cuidadoso y prevenido como para pensar en lo que pueden pasarles a las piedras de al lado cuando golpea con el cincel la piedra en la que está trabajando. Si no es cuidadoso, puede terminar herido.
La última parte del versículo 9, nos muestra otra tarea peligrosa:
“…el que parte leña, en ello peligra. Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir” Eclesiastés 10:9b-10
El consejo aquí es estar preparado.
Si usted no ha afilado el hacha, no está listo para el trabajo. Lo que significa que tendrá que golpear con mucha más fuerza.
Esto implica, que cuando el hacha golpee la madera, muy probablemente lo va a hacer balanceándola con todas sus fuerzas y si por accidente golpea su pierna puede estar en problemas.
Así que tenga paciencia al prepararse para el trabajo.
¿En qué áreas de su vida necesita más paciencia?
Salomón añade una quinta tarea peligrosa antes de terminar esta sección. Él añade en el versículo 11:
“Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el encantador” Eclesiastés 10:11
El consejo aquí es ser atento y aplicado – actuar con pericia y competencia.
Los encantadores de serpientes eran muy comunes en los tiempos de Salomón y aún hasta el día de hoy en algunas partes del mundo. Vi a un joven encantador de serpientes en la India, tocando su flauta y meciéndose mientras la serpiente se movía al ritmo de la música desde su cesta de mimbre.
Las serpientes no tienen oídos externos, captan las ondas sonoras principalmente por la estructura ósea de su cabeza.
Evidentemente, el encantador de serpientes en la ilustración de Salomón está haciendo el trabajo a las apuradas o no es muy competente y trata de manipular a la serpiente antes de tiempo.
Salomón destaca la importancia de hacer su trabajo de manera aplicada, especialmente cuando el trabajo es peligroso. En el caso del encantador de serpientes es vital para sobrevivir.
Entonces, a través de estos 5 ejemplos de tareas peligrosas, Salomón nos anima a actuar sabiamente en el trabajo. Él dice básicamente: “He visto una situación tras otra en ámbito laboral donde un trabajador no se presenta con sabiduría, no es perseverante ni paciente; no se prepara o es cuidadosa; hace las cosas a las apuradas, no es aplicado y al final termina pagando las consecuencias”.
Hace poco leí que una biblioteca de Boston conmemoró el centenario de lo que se ha llamado La Gran Inundación de Melaza.
El 15 de enero de 1919, un enorme tanque de acero – de 15 metros de alto y 72 de diámetro – que contenía 8,7 millones de litros de melaza procesada de repente estalló. Olas de melaza espesa de 9 metros de altura, corrieron como un maremoto a través de la ciudad, destruyendo edificios, aplastando vagones, camiones y automóviles y ahogando a 21 personas.
Una investigación reveló que la empresa había ignorado las señales de advertencia. Ese tanque tenía una pequeña fuga. Estaba perdiendo melaza, pero se negaron a tomar las medidas necesarias y detener la producción; En su lugar, durante años simplemente repintaron el tanque para que la pintura tapara el lugar de la fuga con el mismo color de la melaza.
Tal vez de ahí viene la expresión, “pintemos por encima” en lugar de que hacer bien el trabajo.
Esperemos que nadie note el mal trabajo, esperemos que los cheques sigan llegando a pesar de que estamos pintando sobre el problema en lugar de solucionarlo.
No. Salomón nos exhorta aquí a trabajar sabiamente y glorificar a Dios en cada tarea que desarrollemos.
Continuando, Salomón nos presenta una tercera situación cotidiana donde debemos aplicar la sabiduría.
No sólo necesitamos sabiduría para responder a los jefes difíciles.
No sólo necesitamos sabiduría en la preparación para tareas peligrosas.
En tercer lugar, necesitamos sabiduría para:
Situación #3
Siendo cuidadosos en las conversaciones cotidianas
Salomón describe con detalle las palabras de una persona insensata. Él comienza dándonos una descripción de las palabras sabias.Observe la primera parte del versículo 12:
“Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia” Eclesiastés 10:12a
Son palabras apropiadas, buenas, dichas con gracia.
Ahora, en contraste, Salomón hace cuatro afirmaciones sobre las palabras de un necio.
Primero sus palabras son destructivas
Mire la última parte del versículo 12:
“…mas los labios del necio causan su propia ruina” Eclesiastés 10:12b
Literalmente, los labios del necio lo consumen. Podría traducirlo como: el necio cae en su propia boca. En otras palabras, empieza a consumirse – a destruirse a sí mismo – cada vez que abre la boca.
Segundo; sus palabras son depravadas.
Note el versículo 13:
“El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío” Eclesiastés 10:13
El apóstol Pablo usa esta misma idea en Tito 1:10, donde habla de los contumaces, habladores de vanidades y engañadores. Está describiendo a los falsos líderes y maestros que no le rinden cuentas a nadie, y no reconocen la autoridad. Ciertamente no reconocen la autoridad de Dios.
Y sus palabras conducen a la anarquía – al mal, a la locura – no llevan a la gente a vivir sabiamente, sino malvadamente.
En tercer lugar, sus palabras son delirantes.
Versículo 14:
“El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha de ser; y quién le hará saber lo que después de él será?” Eclesiastés 10:14
El necio multiplica palabras. Es decir, no sabe cuándo dejar de hablar.
Y Salomón subraya el hecho de que les encanta hablar del futuro. Ya sea un desastre mundial por venir, el futuro de la economía mundial, la tecnología, el futuro de sus propios planes de negocio, su propia salud física y éxitos; hablan como si tuvieran el futuro asegurado.
Esto me recuerda al granjero del que leemos en el Evangelio de Lucas, capítulo 12 que dijo: “He tenido una cosecha abundante tras otra, derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para mi riqueza. Por fin puedo decirme a mí mismo: Lo has logrado. Así que tómate la vida con calma y disfruta de todo lo que tienes”. Pero Dios le dice: ‘Necio hablador – esta noche morirás”.
Planeó todo para su futuro, menos para el inevitable evento futuro de su muerte.
Lo más sabio que puede hacer sobre su futuro, es confiárselo a Dios. Lo más sabio que puede decir, es que cree en el Evangelio; que ha dicho las importantísimas palabras de fe y confianza en Jesucristo, y le ha pedido que le perdone sus pecados y escriba su nombre en el Libro de la Vida.
Esas son las palabras más sabias que alguna vez usted dirá. Estas lo llevaran al Cielo.
Ahora, las palabras de una persona necia son destructivas, depravadas, delirantes y en cuarto lugar:
Sus palabras distraen.
Leamos el versículo 15:
“El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.” Eclesiastés 10:15
En este contexto, una persona necia está tan ocupada hablando de sí misma, que se pierde y no encuentra el camino a la ciudad.
En aquellos tiempos los caminos estaban bien señalizados. Un viajero podía encontrar el camino fácilmente.
Un estudioso del Antiguo Testamento cree que este era un dicho común en tiempos de Salomón, refiriéndose a una persona tan distraída por hablar, que no podía encontrar el camino a casa.
Conclusión
Si pudiera resumir nuestro estudio del capítulo 10 hasta ahora, lo haría con tres sencillos principios para aplicar.
Lo resumo en un par de afirmaciones.
Primero, ponga atención a las pequeñas tentaciones.
Salomón comenzó este capítulo recordándonos, que sólo unos pocos insectos muertos pueden dañar el frasco entero de perfume. Así también, un pequeño pecado puede acabar con una reputación; así que ¡tenga cuidado! Cuide su caminar – preste atención a la más pequeña tentación.
En segundo lugar, ponga atención a los detalles.
Cuidado en su trabajo.
Ande sabiamente en su entorno laboral. No se conforme con un trabajo mediocre, prepárese. Piense y pida sabiduría al Señor mientras trabaja.
Su trabajo es mucho más que un salario. De hecho, lo más importante que usted se lleva a casa después del trabajo no es el sueldo.
Lo más importante que usted lleva, es usted mismo.
Por lo tanto, cuide sus pasos, cuide su trabajo.
En tercer lugar preste atención a las pequeñas conversaciones
Cuide sus palabras.
Cuide hasta la palabra más pequeña. Que hasta su palabra más corta esté llena de gracia.
Estaba leyendo a un pastor que ilustró este punto con una señora de su congregación que era maestra de un jardín infantil.
Caía mucha nieve en Illinois y todos habían llegado en sus trajes de nieve.
Una tarde, después de un largo día en el jardín, esta maestra ayudaba a uno de los niños a ponerse su traje de nieve. Era uno de esos molestos trajes llenos de botones y cordones que tardan mil horas en ponerse. Luchó pacientemente para ponerle el traje al niño. Simplemente no le quedaba – era demasiado pequeño y se gastó unos 10 minutos ajustándolo.
Finalmente, cuando terminó él la miró y le dijo tranquilamente: “Este no es mi taraje para la nieve”.
Ella no dijo nada. Las palabras que se le vinieron a la mente no eran precisamente llenas de gracia. Y, a propósito, todos los maestros de jardín merecen una medalla de honor por lo que soportan. Así que ella desató, empujó, tiró, desabrochó y finalmente lo sacó de ese traje.
El niño miró hacia arribe y le dijo a la maestra:
“Este es el traje de nieve de mi hermana. Y mi mamá dijo que podía ponérmelo hoy”.
Si yo hubiera sido esa profesora, habría un niño menos en el planeta Tierra.
¿Cómo responde usted cuando tiene días difíciles?
¿Recuerda a ese pastor y autor escocés que cité al principio? Él básicamente resumió nuestro estudio hasta ahora en el capítulo 10 de Eclesiastés diciendo:
“La vida sabia está compuesta de una gran cantidad de pequeñas cosas. Pequeñas palabras, no discursos elocuentes; pequeños hechos y no milagros o grandes batallas ganadas. No es gracias a un gran esfuerzo heroico, sino a las muchas cosas pequeñas que uno puede vivir sabiamente su vida”.
Es otra forma de decir que la sabiduría debe demostrarse allá afuera, en la rutina, en las situaciones cotidianas de la vida.