Introducción
Un muchacho de la iglesia me mando una historia –creo que pensó que era graciosa – y decía lo siguiente:
Un predicador estaba esperando a las puertas del cielo. Delante suyo había un hombre de apariencia desprolija – con un abrigo de cuero gastado y jeans. Pedro llega y le dice a este hombre, ¿Quién eres, así se cual será tu posición en el reino de los cielos?”
El hombre le dice, “Me llamo José, soy un taxista de la ciudad de Nueva York.” Pedro mira su lista por un momento, y dice, “Ah, sí José. Aquí tienes una túnica de seda y un bastón de oro. Bienvenido al Reino de los Cielos.”
El taxista entra entonces feliz con su túnica elegante y bastón de oro. Ahora le toca al predicador. Pedro le pregunta, ¿Y usted, quién es?
Él le responde, soy Jorge, ministro del evangelio por más de cuarenta años.”
Pedro lo mira y le dice, “Ah, usted es el pastor Jorge. Muy bien, aquí tiene su túnica de algodón y un bastón de madera. Pase.”
El predicador le dice, “Espere un momento, Pedro, ese hombre que estaba delante mío era un taxista y se llevó una túnica de seda y un bastón de oro. A mí me toca una túnica de algodón y un mísero palo de madera. ¡Quiero una explicación!
Pedro le dijo, “Es sencillo – mientras él manejaba, los pasajeros oraban; mientras usted predicaba, la gente dormía.”
La verdad no me pareció tan gracioso… pero es verdad; a veces estoy predicando y veo gente durmiendo. No me molesta, a menos que ronquen.
Comunión
Permítame llevarlo a una reunión de adoración a la que acudieron 50.000 personas. Y puedo asegurarle que nadie estaba durmiendo. Esto lo encontramos en Esdras, capitulo 3, versículo 1,
“Cuando llegó el mes séptimo, y estando los hijos de Israel ya establecidos en las ciudades, se juntó el pueblo como un solo hombre en Jerusalén.”
Este versículo prepara el escenario para el capítulo entero al decir, “…se juntó el pueblo como un solo hombre…”
Llámelo unidad; llámelo camaradería; llámelo comunión – yo no puedo leer el capítulo 3 sin notar el tema de la comunión. Llegaron a Jerusalén como un solo hombre. Con un corazón, un espíritu, unidos en esta arriesgada obra de fe.
En el versículo 1, están como un solo hombre
En el versículo 9, los trabajadores están juntos ayudándose mutuamente.
En el versículo 11, el pueblo canta y se regocija junto.
Hay un sentir de unidad muy fuerte. Hace un tiempo atrás leí una definición de ‘comunión’ que me gustó mucho. Decía: “Comunión es la unidad de corazón producida cuando dos amigos luchan juntos por la misma causa.”
Para ponerlo en perspectiva, la situación de estos Israelitas era como un matrimonio que hipoteca su casa y pone todos sus recursos para comenzar un nuevo emprendimiento. O como un hombre que gasta todos sus ahorros para comenzar a fabricar su invento. Estaban poniendo todo en juego. Era lograrlo o morir en el intento.
Aquí, todos los Israelitas se encuentran juntos a la entrada de una ciudad destruida –una ciudad que está cubierta por la maleza crecida entre los escombros después de cincuenta años de abandono – con las ruinas esparcidas del que había sido un gran Templo. Estas personas están arriesgándolo todo. Existe una comunión especial entre ellos.
Aquí podemos ver tres áreas de comunión entre los Israelitas.
- En primer lugar, había una comunión en el dar.
Si vamos al capítulo 2, versículos 68 y 69, podemos ver los primeros signos de generosidad.
“Y algunos de los jefes de casas paternas, cuando vinieron a la casa de Jehová que estaba en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para reedificarla en su sitio. 69Según sus fuerzas dieron al tesorero de la obra…”
La frase clave es ‘según sus fuerzas.’ Ellos no dieron la misma cantidad. Había comunión en el dar, más allá de las diferencias en cantidad.
En el versículo 5 del capítulo 3 – y también en el versículo 7 – vemos que todos están involucrados. Todos contribuyen a pagar por la obra, pero no todos dan la misma cantidad.
En nuestra iglesia usamos una frase: “No el mismo monto, sino el mismo sacrificio”
Para un niño, diez dólares pueden ser una fortuna. Para el estudiante universitario, cien dólares puede ser un enorme sacrificio. Para el ejecutivo u hombre de negocios, diez mil dólares puede ser un sacrificio comparable.
Construir un Templo, en Esdras capitulo 3, no era más fácil que construir un edificio para la iglesia hoy – quizás ha pasado por esa situación. Pero se necesita lo mismo, comunión –la unidad de espíritu producida cuando dos amigos luchan juntos por la misma causa.
Entonces, no es de sorprender que el enemigo de la iglesia busca, más que cualquier otra cosa, dividir a la familia de la fe. El busca quitarle su pasión y compañerismo, para que simplemente sienta un compañerismo forzado el domingo.
- En segundo lugar, había comunión durante la construcción.
Había comunión durante el proceso de construcción, si bien había una diferencia en sus funciones. Fíjese en el capítulo 3, versículo 2:
“Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios.”
Seguimos con el 5,
“además de esto, el holocausto continuo, las nuevas lunas, y todas las fiestas solemnes de Jehová, y todo sacrificio espontáneo, toda ofrenda voluntaria a Jehová.”
¡Que simplicidad! Este altar no era nada en comparación con el templo de Salomón, en el que habían ofrecido sacrificios unos setenta años atrás. En el pasado, ellos contaban con un Templo magnifico, maravilloso. Ahora tienen un simple altar, rodeado de escombros.
Verdades maravillosas acerca de Dios
Tengo que hacer una pausa aquí para decir que, este versículo me ha desafiado y me ha hecho crecer en mi conocimiento en cuanto a Dios. Aquí encontramos dos verdades maravillosas acerca de Dios y la adoración a Dios.
- En primer lugar, vemos que Dios no rehúsa la adoración, aun cuando sea muy básica o simple.
En otras palabras, a Dios no lo impresionamos.
Usted puede adorarle en la cocina o en el camino al trabajo. Nuestra congregación, adoró por más de doce años en locales que no lucían como una iglesia tradicional. Por seis años, nos reunimos en una escuela. Teníamos que venir el sábado a la noche para limpiar el lugar. Después, ya no nos alcanzaba el espacio y tuvimos que ir a otro lado. Pero disfrutamos de una hermosa adoración en ese lugar.
Los siguientes seis años nos juntamos en un salón de eventos. Teníamos una plataforma pequeña que apenas había espacio para un par de instrumentos y el púlpito. Tampoco teníamos un bautisterio. Detrás de la plataforma estaba la cocina. Pero que hermosa adoración disfrutamos allí.
Ahora estamos planeando mudarnos nuevamente, esta vez al terreno que compramos. Vamos a construir de a poco y no vamos a tener el producto final por varios años, así que tengo que recordarme de Esdras, capitulo 3 – como congregación, no nos perdemos nada al adorar a Dios en lugares más básicos y simples.
La adoración no depende del lugar –de hermosos bancos o vitrales, la adoración depende del corazón. La hermosa verdad que trae convicción a mi corazón es que, mientras predico en este edificio, hay creyentes en la china congregándose en el bosque; hay cristianos árabes adorando en las prisiones; hay creyentes sudaneses que han sido vendidos como esclavos y cantan alabanzas a Dios desde el silencio de sus corazones. Los momentos más dulces de la adoración suceden en los ambientes más básicos.
Quiero que note algo más aquí – mire el versículo 3,
“Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras…”
Si yo estuviese escribiendo el libro de Esdras, habría omitido ese último comentario. Ese comentario como que no deja una muy buena impresión de la gente. No suena espiritual. Me imagino a un amigo de Esdras revisando lo que estaba escribiendo y comentándole, “Esdras, ¿de verdad quieres que todos se enteren de que nuestra motivación para construir el altar fue que teníamos miedo?
“Si, lo voy a dejar así.”
Lo cual nos revela otra verdad maravillosa acerca de Dios.
- En segundo lugar, Dios no rechaza nuestra adoración incluso cuando nuestra fe es débil.
Dios no les dice a sus hijos, “No voy a escuchar sus oraciones hasta que hayan comprendido todo. Mientras vean que están temblando de miedo, no voy a responder a sus oraciones.”
Dios acepta sus ofrendas y alabanzas y a la vez, Él sabe que estaban asustados y necesitaban Su protección.
A propósito, al reflexionar en esta dinámica, descubrimos un desafío para cada creyente. Incluso cuando estaban débiles y con miedo, ellos adoraron a Dios.
¿Qué lo tiene preocupado últimamente? ¿Qué tormenta está quitándole la estabilidad que usted gozaba? Es en esas aguas turbias en las que sus oraciones se refinan y reducen a la mejor calidad de adoración.
Es como las aguas tempestuosas de Mateo capitulo 14, cuando Jesús caminó hacia los discípulos que estaban en la barca. Pedro grito, “Señor, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.”
Esa es la manera Bíblica de decir, “Señor, eso parece divertido, ¿Puedo hacerlo yo también?”
El Señor le respondió, “Ven.”
Así que Pedro salió de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas hacia el Señor. Él habrá pensado, “Esto va a ser fácil.”
Pero, luego, el versículo 30 dice,
“Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!”
Ahora, ¡eso es reducir la oración a lo más elemental! Él no dijo, “Señor, Tu que has creado todas las cosas en seis días; Tu que eres mi refugio y fortaleza en el tiempo de adversidad; Te alabo en este momento por la furia de esta tormenta…”
¡No! Él dijo, “¡Señor, sálvame!”
Jesús estrecho su mano y tomó la mano de Pedro. Al levantarlo, le dijo, “Pedro, tu fe es muy pequeña. ¿Te olvidaste de que podía cuidarte, incluso en medio de la tormenta?”
Luego regresaron a la barca y en el versículo 33 leemos,
“Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.”
Algunos de los descubrimientos más importantes acerca de nuestro Señor se aprenden en las tormentas de la vida – cuando estamos aterrorizados – cuando aprendemos lo que realmente significa orar.
Los Israelitas están aterrorizados de sus enemigos. No tienen un muro alrededor de su ciudad. ¿Se dio cuenta que no construyeron los muros primero? Primero construyeron el altar. La lección es que no debemos buscar la seguridad primero – debemos buscar a Dios primero y encontrar, en Él seguridad.
El construir este altar es otra manera de decir lo que expresa Mateo 6, versículo 33.
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Uno no busca protección de las tormentas, uno busca a Dios y descubre que él es su refugio, aún si la tormenta persiste. El mejor tiempo para adorar a Dios es cuando estamos débiles. La adoración más pura, muchas veces, es la que ofrecemos con labios temblorosos y ojos llenos de lágrimas.
Los Israelitas estaban en el centro de la voluntad de Dios –completamente atemorizados.
David escribió en el Salmo 56, versículo 3, “En el día que temo, Yo en ti confío.”
La verdad es que la confianza suele profundizarse más cuando tenemos miedo.
Adore cuando este débil. Dios nunca va a rechazar esa adoración.
Hay un tercer momento de comunión en el campamento Israelita. Vemos que:
- Había comunión al alabar a Dios.
Fíjese en Esdras, capitulo 3, versículo 8:
“En el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, comenzaron Zorobabel hijo de Salatiel, Jesúa hijo de Josadac y los otros sus hermanos, los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén; y pusieron a los levitas de veinte años arriba para que activasen la obra de la casa de Jehová.”
Continuemos en los versículos 10 y 11.
“Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jehová, según la ordenanza de David rey de Israel. 11Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová.”
Quiero que note que ellos están celebrando con trompetas y címbalos. ¿Por qué? ¿porque el Templo se había reconstruido? ¡No! Se habían puesto los cimientos. Eso es todo. Solo se habían construido los cimientos y ellos comenzaron a tocar un concierto para alabar a Dios.
La palabra traducida “alabando” en el versículo 11, proviene del hebreo ‘halal’. Significa agradecer a alguien o jactarse de alguien. De “halal’ es que viene el término Aleluya.
Aleluya significa “alaben a Jehová” – es un llamado a exaltar sus virtudes, honor y gloria. Al decir Aleluya estamos diciendo “Nos gloriamos en Jehová. Exaltamos al Dios de Gloria. Lo adoramos y alabamos su bendito nombre.”
Mas adelante descubrimos que alabando literalmente gritando Aleluya.
Fíjese en la última frase de este capítulo,
“…y se oía el ruido hasta de lejos.”
Había comunión en esta alabanza, si bien había diferencias en las emociones. Fíjese en el versículo 12,
“Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría.”
Había gente llorando y riendo. Se oía llanto mezclado con los cánticos. Los lamentos eran de esperar. ¿Se dio cuenta quienes estaban llorando? Los hombres que llegaron a ver el Templo de Salomón en su esplendor. Este templo no sería nada en comparación.
El historiador Josefo escribió lo siguiente,
“Ellos recordaron el Templo anterior que había sido tan majestuoso y costoso, y al ver que este no llegaría jamás a ser algo parecido a causa de su pobreza, y considerando lejos estaban de la prosperidad que una vez gozaron, se sintieron desalentados – y siendo incapaces de dominar su dolor al pensar en esto, se conmovieron hasta las lágrimas.
Ellos se lamentaron por la pérdida de la gloria del Templo. Se lamentaron por la pérdida de lo que podría haber sido si no hubieran desobedecido a Dios.
Su lamento, sin embargo, no se limitó a este capítulo. Continuó por años. El profeta Hageo eventualmente apareció y reprendió a los ancianos por aferrarse al pasado de tal manera que desalentaron al pueblo y detuvieron la obra.
Ser controlado por la tristeza, no es una buena manera de lamentarse.
Buen Lamento
¿Qué es un buen lamento? Voy a darle dos criterios a partir de este pasaje en Esdras:
- Un buen lamento es cuando nos afligimos por nuestras cargas sin quedarnos atascados en el pasado.
¿Que valora más –sus recuerdos o sus sueños– lo que hizo en el pasado o lo que está confiando en Dios para el futuro?
- Un buen lamento es cuando nos afligimos por nuestro dolor, sin perder la perspectiva divina.
La atención de estos ancianos tendría que haber estado en lo que Dios estaba haciendo, no en lo que hizo. Había una nueva generación, una generación que necesitaba un nexo saludable entre el pasado y el futuro, y ellos no lo estaban proveyendo.
Tengo un pensamiento más para compartir de este capítulo 3 de Esdras. Me impactó el hecho de que ellos comenzaron a alabar a Dios cuando solo habían puesto los cimientos, no cuando ya habían terminado el Templo. Pusieron los cimientos y luego celebraron.
“Hemos progresado algo – ¡alabemos a Dios! No esperemos a terminar para hacerlo.
Y la gente dijo, “Buena idea, alabemos a Dios por esta obra en progreso.”
¡Qué desafío que es esto para cada uno de nosotros! Usted no tiene que esperar a que todo esté bien para alabar a Dios.
Cuan tentados somos a decirle a Dios, “Señor, voy a servirte cuando se den todas las condiciones necesarias en mi vida.” “Señor, voy a pasar más tiempo contigo cuando pase esta etapa de mi vida.”
No, ¡Ahora! En medio de su vida, cuando uno puede decir que, como cristiano, está en construcción – que es un trabajo en progreso – ahora es el tiempo de cantar alabanzas a nuestro Dios.
Conclusión
Hace un par de meses, estaba desanimado por varias cosas en cuanto a la construcción de nuestro templo. Habíamos sufrido varios atrasos y complicaciones.
Un día iba manejando cerca de la propiedad cuando decidí pasar a verla. Paré con un corazón agobiado, estaba oscureciendo y yo estaba allí sentado, mirando la propiedad y la construcción que no parecía progresar. Mi desanimo era resultado del orgullo. (Vamos, levanta estos edificios para que la gente pueda verlos.) Y falta de paciencia (Señor, vamos, quita los obstáculos del medio).
Luego, me baje del auto y camine hacia la construcción –lo poco que había. Ahora estaba desanimado y sintiendo convicción en mi corazón. Una extraña combinación. Así que me puse a cantar. A cantar en voz alta.
La canción que me puse a cantar dice,
A Dios, el Padre celestial,
al Hijo nuestro Redentor,
y al eterno Consolador,
unidos todos alabad.
Él era y es y siempre será digno de nuestra alabanza – Aleluya. Le animo a cantar alabanzas al Señor esta semana – a cantar en sus momentos de mayor debilidad – a cantar en medio de los pesares del corazón.
Alabe al Señor cuando este débil… El aceptará su alabanza.