Introducción
Para comenzar nuestro tiempo juntos, me gustaría llevar a cabo una encuesta:
- ¿Cuántas horas gastó esta semana leyendo o mirando las noticias? ¿Media hora por día o más?
- ¿Cuántas horas se pasó mirando televisión, deportes o películas? ¿Tres, cuatro, o cinco?
- ¿Cuánto tiempo gastó en su teléfono, ya sea jugando, mirando las redes sociales, entreteniéndose con algún video? ¿Fueron minutos, horas?
- Ahora calcule cuantas horas gasto en otro tipo de entretenimiento, tal vez, en un pasatiempo como un deporte o una salida al centro comercial.
- Ahora piense en cuantas horas paso estudiando o leyendo la Biblia.
Ahora, podríamos argumentar todo el día en cuanto al valor de las películas, hobbies, partidos, el periódico, etc. – y nunca llegar a una conclusión. De hecho, ni siquiera estoy sugiriendo que todas de estas cosas son malas en sí mismas. Estaría tentado a decir que ver el mundial es parte necesaria de mi crecimiento espiritual (broma).
Mi argumento no es en contra del valor inherente de estas cosas; mi preocupación tiene que ver con el tiempo que demandan y la influencia que ejercen. ¿Le parece extraño entonces que el creyente promedio sepa más del mundo que de la Palabra?
Podemos defender nuestra postura política, pero no podemos defender el evangelio. Nos sabemos los precios de las acciones, la tasa de interés y el auto del momento, pero no podemos memorizarnos tres versículos. Conocemos a los actores y futbolistas del momento por nombre y apellido, pero no conocemos los libros de la Biblia ni los grandes hombres de la Escritura
¿Somos personas del mundo o personas de la Palabra?
Lo que el pueblo de Dios necesita en la actualidad es regresar a la palabra de Dios. Necesitamos, desesperadamente, otra reforma – una reforma en nuestros corazones y vidas que demande hambre por la palabra de Dios y nada más.
Un teólogo lo expresó de la siguiente manera:,
“Los cristianos parecen estar buscando una dimensión faltante. Hay un anhelo por algo que puedan sentir que viene directamente de Dios. Durante todo el tiempo de espera, no se dan cuenta que todo lo que se necesitan está al alcance de su mano – la Palabra de Dios, abierta con poder por el Espíritu Santo – eso es todo necesario para transformar a aquel que tiene su corazón abierto a Dios y su revelación.”
Bien dicho.
Esdras: Un Hombre de la Palabra
En las Escrituras, descubrimos a un hombre, llamado Esdras, que descubrió esa dimensión faltante – ese deseo innato en todo creyente. En el libro que lleva su nombre, en capitulo 7, versículo 6, leemos que Esdras:
“…Era escriba diligente en la ley de Moisés…”
Me imagino que el creyente común diría “¿Y qué? ¿Qué tiene de bueno conocer la ley?” Bueno, considere lo que escribió el rey David acerca de la Ley en el Salmo 19, versículos 7 al 10:
“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.”
En otras palabras, si usted busca restauración, sabiduría y gozo; si usted quiere fortaleza y comprender lo que está sucediendo, lo que está bien y lo que está mal; si quiere algo mejor que el dinero en el banco y ricas cosas que comer, pruebe la Ley. Esdras encontró todo lo que buscaba en la ley de Dios.
Luego leemos de su decisión, la cual cambio su vida, en los versículos 6 y 7,
“y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras. Y con él subieron a Jerusalén algunos de los hijos de Israel, y de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo, en el séptimo año del rey Artajerjes.”
En otras palabras, Esdras dejó la comodidad de Babilonia, con todos los privilegios que tenía al ser una especie de embajador o ‘administrador de asuntos judíos’. Esa es probablemente la posición que tenía al considerar su descripción y su título como escriba. Esdras aparentemente estaba en el ámbito político. De hecho, él pudo hablar directamente con el rey de Babilonia y recibir permiso para llevar a cabo una misión que a los ojos del imperio era de índole administrativo.
Esdras salió de la comodidad de su vida en Babilonia y se dirigió a una ciudad destruida. Él ánimo del pueblo por las cosas de Dios se había enfriado en los últimos quince años.
¿Cómo podía hacer Esdras para cambiar las cosas? Él podía marcar la diferencia de la misma manera que usted y yo podemos marcar la diferencia en este mundo el día de hoy. Era un hombre con una pasión triple:
- Aprender la Palabra,
- Vivir la palabra, y
- Enseñar la palabra.
Si se fija, en el versículo 10 vemos su pasión muy bien expresada:
“Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.”
Hablamos un poco en cuanto a esto en nuestro estudio anterior. Permítame agregar que la palabra “estatutos,” aquí, se refiere a principios generales; y la palabra “decretos” se refiere a prácticas o mandamientos específicos.
Esdras preparó su corazón, enfocó su atención, se propuso y se dedicó a aprender, vivir y enseñar la Palabra de Dios.
Ahora, le invito a que aprendamos del ejemplo de Esdras y saquemos algunas lecciones para nuestra vida. Al leer el texto vemos que Esdras “preparo su corazón para inquirir la ley de Jehová.” Eso quiere decir que Esdras ‘determinó en su corazón estudiar la Ley.’ Él propuso que esa era su meta.
En el Nuevo Testamento encontramos una exhortación en cuanto a este tema de estudiar la Palabra de Dios. En 2 Timoteo 2:15, leemos:
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”
Salomón escribió en Proverbios 15:28,
“El corazón del justo piensa [estudia] para responder;”
La pasión de Esdras era estudiar, aplicar, y enseñar la Palabra de Dios – y esa es la misma pasión que debemos desarrollar en nuestra vida.
Cómo Estudiar la Palabra
Permítame animarlo en su estudio de la palabra de Dios dándole cinco ayudas para encontrar joyas espirituales. Estas son cinco palabras que empiezan con la letra “C” que le ayudarán a estudiar la Biblia.
- La primera es Contenido.
¿Qué dicen las palabras? ¿De qué trata el pasaje que estoy leyendo? A la hora de estudiar cualquier libro, capítulo, o versículo de la Biblia, aprenda a hacer las cinco preguntas del periodista: quien, qué, adonde, cuando y por qué. A veces al hacer estas preguntas descubrimos hermosas verdades que de otra manera habríamos ignorado.
Al preguntar “qué”, buscamos entender el tema principal del pasaje que estamos estudiando. La definición de las palabras, y frases. Cómo se conectan entre sí. Cuál es el significado del texto.
Preguntar “cuando” puede iluminar de gran manera la importancia de los eventos que leemos. Por ejemplo, Pedro negó a Cristo tres veces, después de haberle prometido al Señor que nunca lo negaría.
¿Cuándo lo negó? Le negó tres veces después de haber recibido la invitación del Señor, la noche anterior, a orar con Él. De hecho, el Señor le pidió tres veces que orara con él. Y las tres veces Pedro contestó, “Prefiero dormir un poco más.”
Fue a la mañana siguiente que Pedro negó al Señor tres veces. Lo que nos lleva a la conclusión que: siempre estamos más propensos a negar a Dios después de haberlo ignorado. Y, cuanto más lo ignore, más propenso estará a negarlo.
La pregunta “quienes” le va a ayudar tremendamente a encontrar la aplicación del pasaje. ¿Quién dijo esas palabras? ¿a quién se las dijo? Uno de los errores más grandes al estudiar la Palabra es apropiarse de promesas o frases que nunca se nos dijo a nosotros. Así que tome tiempo entendiendo la audiencia original de la Biblia.
La pregunta “por qué” le va a ayudar a entender el propósito de ese versículo o pasaje. ¿por qué Dios incluyó este detalle, o esta historia? ¿Qué pasaría si no lo hubiera incluido? ¿qué diferencia hace?
Y finalmente, la pregunta “donde” puede aclararle muchas dudas también. Mire las últimas páginas de su Biblia donde generalmente hay unos mapas, o invierta en un atlas bíblico. Pase tiempo conociendo las ciudades, los caminos, el clima, la arquitectura, las distancias, los terrenos y tantos otros asuntos geográficos que van a iluminar el significado del texto.
Y no solo haga la pregunta “donde” en lo geográfico, sino también “donde” en la Biblia. ¿Qué viene antes de este pasaje y qué viene después? ¿En qué lugar de la Biblia se encuentra este libro o este capítulo? Eso lo ayudará a ubicarse de mejor manera y entender mejor la situación… lo que nos lleva a la segunda palabra con “C” que es:
- Contexto.
¿Qué significa el pasaje en ese contexto específico?
Uno de los problemas es que muchas veces queremos saber que significan las palabras de la Escritura ahora, y fallamos descubrir que significaron en aquel entonces. No se apresure a aplicarla las Palabras al siglo veintiuno, sin antes fijarse que significaron en ese entonces.
Estudie la historia, la cultura, las dinámicas que estaban ocurriendo en el momento que la audiencia original recibió ese pasaje. Una vez que sepamos eso, podemos encontrar el principio que aplica también el día de hoy.
- La tercera palabra es Comparación.
¿Qué dicen otros pasajes acerca de este pasaje, o sobre este principio o doctrina? Ningún versículo de la Biblia está aislado del resto, siempre está existe una conexión con el resto de la Escritura. Alguien dijo en una ocasión que cada secta tiene un versículo para apoyar sus creencias. Esto es porque, al sacar un versículo de contexto, uno puede hacer que diga cualquier cosa que uno quiera. Como dice el famoso dicho, “un texto fuera de su contexto, solo es un pretexto”
El principio de la analogía en la Escritura es muy importante. Compare versículo con versículo, Escritura con Escritura y, al hacerlo, descubrirá que el mejor comentario sobre ese pasaje es la misma Escritura.
- La cuarta, palabra con ‘C’ es la Cultura;
¿Cómo era la vida en aquel entonces? Cuando Pablo anima a los creyentes a tomar el escudo de la fe, para poder apagar los dardos de fuego del maligno, en Efesios 6, se nos viene una imagen a nuestra mente. La pregunta es, ¿es esa imagen la correcta? ¿Es esa la imagen que la audiencia original habría tenido en su mente? Más importante aún, ¿es esa la imagen que el apóstol tenía en su mente y quiso comunicar?
Quizás, la imagen que venga a su mente es la de un soldado corriendo por un campo de batalla con un pequeño escudo como el del capitán américa bloqueando los dardos con mucha agilidad. Si bien suena interesante, ese no es el concepto. Al estudiar la cultura de guerra de aquel entonces en cualquier enciclopedia o diccionario bíblico, encontramos con que este escudo tenía un metro y medio de alto y cincuenta centímetros de ancho. Uno no podía correr a ningún lado con estos escudos. Solo habían dos cosas que podía hacer: o lo plantaba en el suelo y se resguardaba detrás mientras el enemigo atacaba; o lo enganchaba al escudo de un compañero y avanzaba lentamente y en unidad hacia el enemigo.
El escudo de la fe no lo hace a uno un héroe. Hace que el objeto de su fe, adonde usted se refugia, sea el héroe. También hace a la compañía de creyentes un poder unificado, avanzando como Iglesia, como debe ser.
Así que, tenga en cuenta la cultura.
- La quinta palabra con ‘C’ es Consulta;
O sea ¿Qué han dicho otras personas que dedicaron tiempo a estudiar este pasaje? ¿A qué conclusiones han llegado los grandes pastores y maestros del pasado – y del presente?
Consulte recursos valiosos como la concordancia en su Biblia – que conecta pasajes con palabras y temas; consulte el atlas bíblico que le muestra donde sucedieron las cosas; consígase un buen diccionario bíblico – una buena biblia de estudio. Invierta en comentarios serios de la Biblia.
En varias ocasiones, les he dicho a los hermanos de la iglesia que dejen de leer esos libros devocionales con títulos como “tres minutos con Dios.” Y se pongan a leer un diccionario o comentario Bíblico para hacer sus devocionales. La verdad es que esto va a ayudarlo a comprender más la Biblia. Uno no puede comprender al máximo el significado de las Escrituras si no está dispuesto a leerla ampliamente y estudiarla profundamente. Es decir, es importante que lea grandes porciones de la Biblia; y que tome tiempo profundizando en pequeñas porciones de la Biblia también.
Cuando Cristo dio el mensaje a la Iglesia de Sardis, en Apocalipsis, capitulo 3, les dijo, en el versículo 2, “Se vigilante…” Si consulta un comentario bíblico descubrirá que estas eran palabras muy significativas para ellos. Los ciudadanos de Sardis habían sido conquistados por sus enemigos en dos ocasiones porque el ejército se encontraba dormido cuando las tropas enemigas entraron a la ciudad.
Sabiendo esto, uno puede apreciar mejor el significado del versículo 3, donde el Señor Jesús les dice: “Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.” Es decir, no se queden espiritualmente dormidos. Ya saben las terribles consecuencias que eso trae.
El Señor Jesús también le dijo varias cosas a la Iglesia en Laodicea que uno pasaría por alto de no consultar recursos bíblicos. Por ejemplo, en Laodicea se hacía un colirio especial para la vista que era mundialmente famoso. Este era un polvo especial que se exportaba en forma de bloque, luego se molía y se aplicaba en los ojos. Era un remedio excelente para los que tenían problemas de vista – ojos débiles y enfermos. Teniendo esto en cuenta, vemos que Cristo le dice a la iglesia tibia – espiritualmente débil y enferma – de Laodicea, en el versículo 18,
“…unge tus ojos con colirio, para que veas.”
Y más adelante les dice,
“…Porque tú dices: …de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”
Esta iglesia, a pesar de tener todas las medicinas materiales, estaba enferma espiritualmente. Se están quedando ciegos. Ustedes creen que no tienen necesidad de nada porque no pueden ver su necesidad. Estan confiando en las cosas equivocadas. Necesitan colirio espiritual que solo Dios puede dar.”
¿Ve cómo consultar libros de estudio bíblico traen mayor claridad al significado de la Biblia? En la actualidad tenemos muchísimos libros y recursos para estudiar la Biblia. Invirtamos en eso – tiempo y dinero. Hagámoslo una prioridad.
Cómo Poner en Práctica la Biblia
Permítame decirle que el aprendizaje no es el final del proceso. Esdras estaba apasionado por aprender, pero si usted se fija, en el versículo 10 dice,
“Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla…”
Lo que marca la madurez espiritual no es cuanto ha aprendido, sino cuanto pone en práctica.
El Señor Jesús no dijo en Juan 13:17, “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las pueden repetir.”
¡No! Él dijo, “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.”
Santiago habla del mismo tema, en el capítulo 1, versículos 23 al 25, cuando nos dice:
“Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”
La palabra de Dios es como un espejo y solo un necio va a mirarse en un espejo en la mañana, ver la suciedad y desorden en su cuerpo y seguir de largo.
Estoy seguro de que usted no se ve igual que esta mañana cuando se miró al espejo. Cuando se miró en el espejo por la mañana comenzó un proceso de transformación. Hizo algo al respecto.
Esdras dijo en su corazón, “Quiero aprender la Ley, no solo para saberla, sino para vivirla – para practicarla.”
En el Nuevo Testamento vemos algo similar. En un contexto similar se nos dice que el creyente maduro a causa de la práctica tiene los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal. Gracias a la práctica está madurando.
Cada vez que escucho la palabra práctica pienso en el piano. Eso es porque pasé muchos años aprendiendo. ¿Alguna vez tomó clases de piano? ¿Se acuerda? Uno comienza con algo bien sencillo. Luego viene “para Elisa.” ¿Se acuerda de los ejercicios? Yo volví loca a mi familia con esas escalas y arpegios – una y otra vez.
Uno siempre está aprendiendo, siempre mejorando, siempre practicando. Y si uno deja de practicar, no se queda en el mismo nivel, empeora.
De la misma manera, nunca vamos a saberlo todo en la vida cristiana. Esdras sabía mucho, nunca lo supo todo, pero lo que sabia, lo ponía en práctica. Se esforzó en vivir lo que aprendía. Esa es la evidencia de que uno está aprendiendo, la manera en que vive.
Una de las mejores maneras de acercarnos a la Biblia es tendiendo seis preguntas en mente. Ya hablamos de las preguntas que debemos hacernos para estudiar e interpretar el contenido: qué, quien, donde, cuando y por qué. También vimos la importancia de estudiar el contexto, la cultura, comparar el texto con otros y consultar recursos bíblicos. A esto agréguele seis preguntas de aplicación:
- ¿Hay un ejemplo a seguir?
- ¿Alguna conducta que tengo que evadir?
- ¿Hay algún pecado que tenga que confesar?
- ¿Hay algún mandamiento que tengo que obedecer?
- ¿Hay alguna verdad que debo creer?
- ¿Hay alguna promesa que debo apropiar?
No solo se quede con aprender, póngalo en práctica… y en último lugar enseñe lo que ha aprendido y practicado a otros.
Esta era la pasión de Esdras ¿Tiene usted la misma pasión?
Hay dos maneras en las que uno puede enseñar lo que ha aprendido:
- Una es por medio de un carácter virtuoso. Pablo dice en su carta a Tito capitulo 2, versículo 10, que debemos adornar la doctrina de Dios con una vida digna y santa.
- La segunda manera es por medio de comunicación verbal – testificando de la gracia de Dios a los demás.
No todos tienen que ser maestros de escuela dominical o tener un rol formal de enseñanza. De hecho, la Biblia enseña que Dios no espera eso de la iglesia. Él ha dado diferentes dones y roles a cada persona. Pero cada uno ha sido llamado a enseñar con sus acciones y palabras lo que ha aprendido. Enséñele a sus hijos. Comparta la Palabra con sus amigos, compañeros de trabajo, sus vecinos. Edifique a su familia con conversaciones bíblicas. Estudie, practique y enseñe la Palabra de Dios.
Conclusión
Concluyamos nuestro estudio del primer párrafo de la biografía de Esdras con cuatro pasos prácticos para estudiar la Biblia.
- El primer paso es prepararse para anotar. Tenga un cuaderno, un diario espiritual o simplemente escriba en el margen de su Biblia. Anote pensamientos y desafíos que Dios traiga a su corazón.
- El segundo paso es transformarlo en una oración. “Señor, así es como quiero vivir, o “Señor, voy a confiar en ti.” O “Señor, esto es lo que tengo que arreglar en mi vida para poder glorificarte.”
- El tercer paso es poner un poco de presión. Al estudiar la Biblia no debemos pensar, “Voy a pensarlo por un tiempo a ver si luego hago lo que Dios dice.” No, diga “Voy a hacerlo. Voy a creerle. Voy a obedecerle.”
- El cuarto paso es comunicar lo que aprendió. Dios va a darle oportunidades de enseñar, de compartir, y edificar la vida de otros creyentes. No se sorprenda cuando Dios le dé una oportunidad de compartir con otros la verdad de Su palabra – y úsela con sabiduría y humildad.
Que el Señor nos de una pasión como la de Esdras –de aprender, vivir y enseñar las Escrituras para la gloria de Dios.