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Dios detrás de escenas

A veces, cuando convertimos en héroes a los personajes humanos de las historias bíblicas, olvidamos quién es el verdadero héroe de la Biblia. Entonces, incluso antes de que pasemos de la introducción de este estudio de Ester, debemos asegurarnos de que nuestros ojos estén enfocados vertical en lugar de horizontalmente. Como descubriremos en este estudio, el verdadero Rey de Persia no está sentado en el palacio. . . Está escondido detrás de escenas.
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La Soberanía de Dios Sobre la Maldad

La existencia del sufrimiento y el mal es un fenómeno universal, y tanto los creyentes como los incrédulos luchan con la pregunta de por qué Dios los permite.

La diferencia, sin embargo, es que el sufrimiento tiende a alejar a los incrédulos de creer en un Dios poderoso y bondadoso, mientras que el sufrimiento acerca a los creyentes a Dios.

El argumento a menudo se basa en estos cuatro puntos:

  • Punto #1: El mal y el sufrimiento existen en el mundo
  • Punto #2: Si Dios fuera todopoderoso, podría prevenir el mal y el sufrimiento.
  • Punto #3: Si Dios fuera amoroso, querría prevenir el mal y el sufrimiento.
  • Punto #4: Por lo tanto, dado que el mal y el sufrimiento todavía existen en el mundo, o Dios no es lo suficientemente poderoso para detenerlo, no ama lo suficiente como para detenerlo, o simplemente no existe.

Esta solución plantea un problema lógico y teológico. La Biblia nos dice que Dios es todopoderoso y amoroso. Él es el Dios de dioses y Señor de señores, grande, poderoso y temible, según Deuteronomio 10:17. Él obra todas las cosas según el designio de su voluntad, según Efesios 1:11. Y Él es compasivo, misericordioso y lleno de amor, según el Salmo 103:8.[i]

Entonces, ¿cómo reconciliamos la Biblia con el periódico? El mundo está lleno de maldad. Así que, ¿qué nos dice eso acerca de Dios?

¿Está dormido? ¿Está ausente? ¿No le importa?

Antes de responder a estas preguntas, es importante que primero definamos qué es lo que entendemos por “maldad”. Cuando la gente habla del problema del “mal”, se refiere a dos categorías diferentes de sufrimiento. El primero se puede llamar mal moral. En esta categoría se incluyen cosas como asesinato, violación, robo, opresión política, abuso físico, trata de personas, abuso sexual, ataques terroristas, genocidio y pobreza debido a la corrupción.

Esos son solo algunos ejemplos.

La segunda categoría es lo que los teólogos llaman maldad natural. En esta categoría se incluyen cosas como la brutalidad en el reino animal, los desastres naturales, las enfermedades como el cáncer, las pandemias, los tsunamis y los tornados que azotan naciones enteras y provocan sequías y hambrunas.

No hay duda de que el mundo está lleno de maldad moral y natural.

Todos sabemos que vivimos en un mundo perturbado. Pero lo que no podemos entender es por qué Dios permite que siga así. Cada vez que ocurre un desastre, la gente se detiene y hace la misma vieja pregunta que se ha estado haciendo durante siglos:

“¿Donde esta Dios?”

Después del famoso tsunami del 2004, cuando cientos de miles de personas murieron y ciudades enteras fueron borradas del mapa, un portavoz de las Naciones Unidas dijo que esa fue la mayor catástrofe natural en la historia del mundo. La mortandad era inconcebible.

Un periódico inglés expresó el pensamiento de muchos cuando uno de sus periodistas declaró: “Aquellos con creencias religiosas tienen razón al considerar este desastre nacional como una prueba de su fe. ¿No parece que, si hay un Dios, él ahora es malo o está loco o está muerto?”[ii]

La mayoría de los estadounidenses recuerdan exactamente dónde estaban el 11 de septiembre de 2001, cuando las torres gemelas se derrumbaron.

Nunca olvidaré estar sentado en el sillón viendo imágenes de los dos aviones volando hacia las torres… los implementos de oficina, el papel y los cuerpos de personas lloviendo sobre las calles circundantes como si fuera una lluvia de confeti.

Noventa minutos después, las torres se derrumbaron, provocando la muerte de casi 3.000 hombres, mujeres y niños. Fue el día más sangriento en la historia de Estados Unidos desde la Guerra Civil.

Pero antes de llegar a la conclusión de que Dios es malvado, o está loco o está muerto, que es lo que tantos estadounidenses concluyeron en ese fatídico día, debemos hacernos un par de preguntas importantes. La primera es una pregunta lógica; la segunda es una pregunta teológica.

  1. La Pregunta Lógica

La pregunta lógica es ¿por qué el sufrimiento humano nos molesta de todos modos?

Si el filósofo y evolucionista británico Bertrand Russell tenía razón al describir al ser humano como “un curioso accidente”, ¿por qué debería importar en lo más mínimo si la gente muere lenta o repentinamente… pacífica o dolorosamente?

Si el profesor de Oxford, Peter Atkins, tiene razón al llamar a la humanidad “un poco de baba evolucionada en un planeta”, ¿por qué deberíamos preocuparnos por los demás?

Ahora que lo pienso, ¿de dónde se surgió el concepto de maldad para empezar?

Hay algo inherente a nuestra conciencia humana que hace que nos preocupemos por nuestros seres queridos y alimentemos a los hambrientos, nos indigne la injusticia y nos opongamos al racismo. Podemos negar con la boca que existe un Legislador Moral, pero nuestras acciones nos delatan.

El punto es que el mal moral no excluye a Dios. El mismo hecho de que podamos identificar algo como moralmente incorrecto apunta a un Legislador Moral que creó nuestra conciencia.

Esta brújula moral que es inherente a todos nosotros es también un distintivo que nos separa del reino animal.

Los seres humanos, al estar hechos a imagen de Dios, tienen un sentido inherente de lo que está bien y lo que está mal.

¿Por qué se esfuerza por ayudar a alguien? ¿Por qué ama a su familia y se sacrificas por ellos? ¿Por qué trata a las personas con justicia, equidad y compasión, y espera lo mismo de ellos?

Es porque tiene una ley moral escrita en su corazón. Tan pronto como mira algo y lo etiqueta objetivamente como “malo” o “bueno”, revela que hay algo fuera de usted, algo más allá de usted.

Ese algo es Dios.

Las Escrituras nos dicen que Dios ha estampado Su imagen en la humanidad y nos ha dado la capacidad de discernir entre el bien y el mal, la justicia y la injusticia, el odio y el amor. Si solo fuéramos baba evolucionada en el planeta o un accidente curioso, no nos importaría el sufrimiento de otra persona más de lo que mi perro se preocupa por ser amable con el perro del vecino.

Entonces, la respuesta a la pregunta lógica de por qué tenemos un problema con el mal es que Dios ha puesto ese sentido del bien y del mal dentro de nosotros.

  • La Pregunta Teológica

La segunda pregunta que debemos hacernos, la pregunta teológica, es ¿qué dice la Biblia sobre el mal y su propósito? En otras palabras, ¿cómo reconcilia la Escritura la existencia de Dios con la existencia del mal?

La reconciliación de estas dos ideas aparentemente contradictorias es lo que los teólogos han llamado “Teodicea”. Teodicea es una palabra compuesta por la palabra griega, Teo – que significa, “Dios” – y la palabra griega, dike – que significa, “justicia” – y lidia con la cuestión de cómo un Dios soberano y justo puede permitir que la injusticia persista en el mundo.

El apóstol Pablo nos ayuda a resolver esa pregunta en Romanos 5:12, cuando deja en claro que la muerte, el dolor, la enfermedad y la calamidad vinieron como resultado del pecado. El pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva, creó una corriente contaminada que infecta a todos los seres humanos. “Por cuanto todos pecaron y estan destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)

Pablo escribe que todo el mundo, incluida la naturaleza misma, está afectada por el pecado. Aún el universo gime por el día de la redención, según Romanos 8:22.

La Biblia también nos dice que nuestro Dios misterioso, cuyos caminos van mucho más allá que los nuestros y cuyos pensamientos son mucho más altos que nuestros pensamientos, en realidad es soberano sobre el mal. El pecado nunca lo sorprende. Él nunca se ve frustrado por este.

Si bien, Él ya conocía todas las malas acciones que ocurrirían antes de la fundación del mundo, Él obra en, a través, y a pesar de ellas para lograr Sus propios sabios y santos propósitos.[iii]

En última instancia, Dios puede hacer que todas las cosas, incluidos los frutos de toda la maldad de todos los tiempos, funcionen para cumplir Sus propósitos (Romanos 8:28-29 y Efesios 1:11).

¿Qué significa esto?

¿Estamos diciendo que Dios realmente planea que las personas soporten el sufrimiento, el dolor, el odio, la crueldad, la injusticia y el asesinato? ¿Estamos diciendo que Dios es en realidad quien está orquestando esas cosas en la vida de una persona para producir Su voluntad?

Eso es exactamente lo que estamos diciendo.

Pero eso no es todo lo que decimos. Cualquiera que afirme que Dios debe ser un Dios malicioso está pasando por alto o simplemente malinterpretando el aspecto más importante del mensaje cristiano: la crucifixión de Jesucristo.

La angustia espiritual, física y emocional que Jesús tuvo que soportar tampoco fueron accidentes. También estaban planificados, a propósito.

El sufrimiento del Mesías fue profetizado en Isaías 53 y el Salmo 22 siglos antes de que Jesús naciera.

Sí, Pilato y el pueblo judío tomaron decisiones inmorales y corruptas por su propia voluntad y la soberanía de Dios no borra su responsabilidad. Pero detrás de escenas, Dios estaba moviendo los hilos para lograr el plan que había ordenado antes de la fundación del mundo (Apocalipsis 13:8).

El apóstol Pedro entendía esto. Cuando predicó al pueblo judío el día de Pentecostés, no dijo: “¡Miren lo que han hecho! Lo han arruinado todo. ¡Crucificaron al verdadero Mesías! ¿Qué vamos a hacer ahora?”

En cambio, predicó una de las declaraciones más poderosas que encontrará en las Escrituras. Él dijo en Hechos 2:23: Jesús nazareno fue entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios para que le crucificaran.

En otras palabras, Pedro les está diciendo a los judíos que algo más grande estaba detrás de su decisión. Alguien más grande que Pilato estaba a cargo.

Dios sabía que sucedería. Él lo ordenó. Antes de la fundación del mundo, decidió que Jesucristo sufriría la ira tanto del hombre como de Dios para redimir a la humanidad de sus pecados. Es por eso que las últimas palabras de Jesús, “Consumado es”, no fueron un grito de fracaso sino un grito de realización.

Así que el mal entró al mundo a través de la caída del hombre en pecado, y Jesús se ocupó del mal en la cruz. Pero ese no es el final de la historia. Las Escrituras también nos hablan de un día en que Dios corregirá todos los males que los humanos han hecho.

Un autor escribe: Llegará el día en que Dios hará un ajuste universal. Se impartirá justicia perfecta. Los malvados ya no prosperarán y los justos no sufrirán más y el problema del mal se resolverá completa y finalmente más allá de toda duda y disputa.[iv]

Dicho esto, es posible que todavía esté pensando: “Está bien, pero ¿por qué Dios no acaba de erradicar todo el mal del mundo mientras tanto?”

Le daré al menos una buena razón. Si Dios erradicara todo el mal del mundo, eso significaría que tendría que erradicarlo a usted y a mi.

¿Cuándo le gustaría que comience?

El punto es que Dios comprende el problema del mal más que cualquiera de nosotros. Si alguien sabe lo que significa sufrir, ese es Jesús. Si alguien sabe lo que significa ser abandonado e incomprendido, ese es Jesús. Si alguien tenía derecho a llamar a la vida “injusta”, era Jesús. Por eso, aunque es posible que nunca obtengamos una respuesta al problema del mal en esta vida, servimos a un Dios que comprende. Y eso debería darnos consuelo.

La Escritura deja en claro que Dios es rico en misericordia. Debido a su gracia y amor, le da a la humanidad una oportunidad tras otra para creer en él… para aceptarlo… amarlo… venir a la cruz de Cristo y ver sus brazos de Justicia cargando nuestra injusticia.

La cruz es el punto principal de la teología y la teodicea.

Si bien marcó el mayor acto de injusticia humana de la historia, también marcó el mayor acto de justicia divina de la historia.

Y Dios lo había determinado todo.

Dios en realidad estaba ordenando el caos y la corrupción para cumplir Su plan de redención. Dios estaba en control.

Esa verdad es fácil de predicar, pero admito que no es fácil de entender. Es aún más difícil vivir, ¿cierto?

Una cosa es creer que Dios es soberano sobre el caos de la vida – lo que todo cristiano acepta la mayor parte del tiempo. Pero otra cosa es creer que Él es soberano sobre el caos en mi vida.

Esta es la verdad más maravillosa y misteriosa de la soberanía de Dios. Incluso cuando no parece que tenga el control, Él lo está. Incluso cuando las torres se derrumban y las naciones se alborotan, Dios está en Su trono. Incluso cuando los tsunamis arrasan con miles de personas desprevenidas, Dios sigue siendo misericordioso. Incluso en la monotonía de nuestras vidas, mientras vivimos día a día, Dios tiene el control.

Cuando no vea Su mano; cuando no escucha su voz; cuando no puede entender el caos que le rodea… Dios está obrando todas las cosas para Su gloria y para su bien.

La Soberanía de Dios en el
Libro de Ester

Esa es la verdad que encontramos demostrada en el libro de Ester. Es por eso que vamos a sumergirnos en este drama del Antiguo Testamento con entusiasmo y expectativa… porque, aunque el nombre de Dios nunca se menciona en toda la historia, seremos testigos de Su fidelidad y soberanía en cada página.

El libro de Ester, más que cualquier otro libro de las Escrituras, nos recuerda que incluso, cuando Dios parece estar ausente del drama de la Historia, Él sigue siendo el personaje principal.

Así que pasemos de considerar las preguntas generales sobre el mal y la providencia de Dios a ver ahora cómo se desarrollan en el drama de la vida real – específicamente en la historia de Ester.

Cuando la historia de Ester tomó lugar, los judíos estaban luchando con sus propias preguntas en cuanto al mal y el sufrimiento. Habían estado oprimidos durante muchos años debido a su falta de obediencia a Dios.

Los judíos habían sido llevados cautivos por Nabucodonosor, el rey de Babilonia, el mismo rey responsable de destruir los muros de Jerusalén y saquear el templo. Luego, cincuenta años después, Ciro, el rey de Persia, capturó Babilonia.

Justo antes de que Ciro apareciera con su ejército, Belsasar, el hijo de Nabucodonosor, estaba teniendo una fiesta en su palacio. La Biblia registra que, de repente, apareció una mano de la nada y empezó a escribir letras en la pared que nadie podía entender. No hace falta decir que eso arruinó la fiesta.

Trajeron al profeta Daniel para que le interpretara el mensaje a Belsasar, y el mensaje decía, efectivamente, “¡Estás frito!”

La interpretación de Daniel se hizo realidad: Belsasar fue asesinado esa misma noche y los persas derrotaron a los babilonios. Entonces Ciro el Grande se convirtió en el líder del imperio más grande del mundo.

Dios estaba orquestando todo esto. Él movió el corazón de Ciro para que le permitiera al pueblo judío regresar a casa durante las próximas décadas. Lamentablemente, la mayoría se negó a hacerlo.

Se habían acostumbrado a su nuevo hogar. Llegaron a estar tan profundamente arraigados en la cultura pagana que los rodeaba que ya no tenían ningún deseo de volver a Jerusalén.

Para ellos, Persia era su “nueva” Jerusalén.

Entonces, la pregunta que enfrentamos incluso al comienzo de esta historia no es si Dios demostrará ser soberano sobre su pueblo en Jerusalén, sino si demostrará ser soberano sobre su pueblo en Persia. Tiene sentido que Dios guiará y dirigirá a quienes eligieron regresar a casa… pero ¿guiará y dirigirá a quienes no lo hicieron?

Si lo hará.

A lo largo de esta historia veremos que, incluso cuando el pueblo de Dios se olvida de Él, Dios no los olvida a ellos.

Así que, con eso como introducción, profundicemos y descubramos esta maravillosa verdad por nosotros mismos.

Abra su Biblia conmigo en el libro de Ester 1:1. Aconteció en los días de Asuero, el Asuero que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias

Al inicio de este drama, se nos presenta inmediatamente al nieto de Ciro, Asuero. Asuero no es el nombre propio de este rey. Es solo su título de rey, como “Faraón” para los egipcios o “César” para los romanos. Significa, “Jefe de gobernantes”.

El verdadero nombre del rey era Jerjes, que significaba “Soberano sobre los hombres”[v] o “Héroe de héroes”.[vi] Sin embargo, la Biblia siempre se refiere a este rey por su título, así que así es como nos referiremos a él a lo largo de este estudio.

Ester 1:1. Aconteció en los días de Asuero, el Asuero que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias

Incluso al comienzo de esta historia, nos sorprende el poder y la influencia de este Rey. El punto es obvio. . .

Asuero está a cargo.

Se descubrió una inscripción donde el rey escribió esto de sí mismo: “Soy Jerjes, el gran rey, el único rey, el rey de toda esta tierra, lejos y cerca”.[vii]

Heródoto, un historiador griego que vivió justo después de la derrota del Imperio Persa, escribió que Jerjes fue el más alto y apuesto de los reyes persas y que era ambicioso, despiadado y celoso.[viii]

La prueba de su crueldad se encuentra en algunas de sus historias de guerra.

En una ocasión, un hombre llamado Pitio le ofreció a Asuero una enorme cantidad de dinero para apoyar su expedición militar contra Grecia. Asuero, movido por la lealtad de este hombre, le devolvió el favor y le envió regalos a Pitio. Sin embargo, cuando Pitio le pidió a Asuero que permitiera que su hijo mayor se quedara en casa después de la guerra, el rey, enfurecido por la solicitud, ordenó que cortaran al hijo en dos y que el ejército marchara entre las dos mitades de camino a la batalla.

Otra historia tomó lugar durante su expedición contra Grecia: la misma expedición en la que él y más de 100.000 soldados fueron retenidos durante siete días por Leónidas y 300 valientes espartanos en la batalla de Termópilas. Asuero intentó construir dos puentes a través de un río para acomodar su enorme ejército. Aunque lograron construirlos con éxito, se desató una tormenta que destruyó los puentes durante la noche.

Furioso y delirante, el rey hizo que un soldado golpeara el río con un látigo 300 veces mientras otros soldados gritaban y maldecían el agua. También ordenó que se arrojaran un par de grilletes al río para simbolizar su soberanía sobre las aguas, a pesar de que no había logrado cruzarlo. Como si fuera poco, luego mandó a decapitar a los ingenieros del puente.[ix]

En otra ocasión, viajó de regreso a Susa y pasó el invierno en la ciudad de Sardis donde intentó seducir a su cuñada. Ella rechazó sus avances. Como resultado, más tarde hizo que ella y su esposo, que era su propio hermano, fueran torturados hasta la muerte.[x]

Este es el desolador retrato de un rey que ocupará un lugar central en la historia de Ester. Altivo, enojado, despiadado… Jerjes quería controlar todo. Y aparentemente lo había logrado.

Su reino incluía lo que hoy conocemos como Turquía, Irak, Irán, Pakistán, Jordania, Líbano, Israel, Egipto, Sudán, Libia y Arabia.

Heródoto registra que las riquezas de Jerjes eran legendarias. De hecho, el tributo que recibía de las naciones subyugadas a su alrededor era de más de 700 toneladas de oro y plata al año.[xi]

Millones de personas de diversas culturas, religiones y etnias dieron su lealtad a este rey. Era conocido como el Gran Rey, el Rey de Reyes, el único Rey sobre toda la tierra.[xii]

Asuero parecía ser el líder indiscutido del Reino de Persia. Pero detrás de escenas, él era solo un peón en manos del verdadero líder y Rey soberano.

Conclusión

Si hay algo que espero que entienda y recuerde de este estudio, querido oyente, es esto:

Incluso cuando Dios es invisible, Él sigue siendo invencible.

Los acontecimientos mundiales, ya sean buenos o malos, no son más que la coreografía de nuestro Dios Creador, quien hará que Su voluntad se cumpla perfectamente. Puede que no entienda la coreografía, pero puede confiar en el Creador.

En el capítulo 1 de Ester, parece que Asuero es el hombre a cargo. Él está sentado en el trono en su palacio gobernando sobre el reino más grande del planeta. Pero al mirar más de cerca, vemos la sombra de la Providencia de Dios por encima de ese pequeño trono.

Dios puede permanecer oculto… pero no está ausente.

Puede que sea invisible, pero es infalible.

Puede que esté inusualmente callado, pero aún así tiene un control inquebrantable.

Puede que lo ignoren, pero su voluntad nunca será frustrada.

Puede pasar inadvertido, pero permanece invencible.

Daniel 4:34 dice que Su dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades… Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?

El Salmo 135:6 dice:

Todo lo que Jehová quiere, lo hace en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.

El Libro de Ester no existe para enamorarnos de Ester; existe para enamorarnos de Dios. Tenemos esta historia no para que digamos: “¡Oh, mira lo inteligentes que son Ester y Mardoqueo!” Tenemos esta historia para que digamos: “¡Vaya, mira qué sabio es Dios!”

Es mi intención y deseo en oración que a medida que avancemos a través de la breve historia de Ester, usted no la ame más ella, sino que ame más a Dios.

Él es el autor de esta historia.

Es el héroe del drama.

Él es el Rey… detrás de escenas.


[i] John Blanchard, Where is God When Things Go Wrong? (Evangelical Press, 2005), p. 5

[ii] Ibid, p. 9

[iii] Adapted from John MacArthur, “God, Sovereignty, and Evil” (blog posting/July 14, 2008)

[iv] Blanchard, p. 31

[v] Peter A. Steveson, Ezra, Nehemiah and Esther (BJU Press, 2011), p. 210

[vi] Debra Reid, Tyndale Old Testament Commentaries: Esther (Inter Varsity Press, 2008), p. 62

[vii] Colin D. Jones, Exploring Esther: Serving the unseen God (Day One Publications, 1978), p. 19

[viii] Karen H. Jobes, The NIV Application Commentary: Esther (Zondervan, 1999), p. 28

[ix] J. Sidlow Baxter, Explore the Book (Zondervan Publishing, 1960), p. 262

[x] General Editor, John H. Walton, Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary: Esther (Zondervan, 2009), p. 397

[xi] Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary, p. 474

[xii] Jones, p. 10

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey. Puede ser usado sin fines de lucro y con las atribuciones necesarias.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas provienen de las versiones Reina Valera 1960, La Biblia de las Americas y la Nueva Biblia de las Americas.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Usado con permiso.

La Biblia de las Américas (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.LBLA.com

Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 by The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.NuevaBiblia.com

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