Introducción
Nació como esclava en Maryland, Estados Unidos en 1819. Sus padres eran africanos de pura sangre, ambos esclavos.
La harina de maíz era su principal fuente de nutrición. Solo comía carne las veces que a su padre le permitían ir a cazar o pescar. Dormía lo más cerca posible del fuego en las noches frías y recuerda haber metido los dedos de los pies en las cenizas humeantes para evitar congelarse.
A la edad de seis años, la consideraban lo suficientemente grande como para trabajar todo el día y la alquilaron a una familia cercana. La azotaron durante el tiempo que estuvo allí y la enviaron de regreso después de comerse un terrón de azúcar que encontró en la casa.
A la edad de 12 años, un dueño de esclavos la hirió cuando se negó a ayudar a atar a un esclavo que intentaba huir. El golpe en la cabeza le causaría convulsiones y dolores de cabeza en ocasiones por el resto de su vida.
Cuando tenía 29 años decidió arriesgar su vida y escapase. Los otros esclavos trataron de disuadirla y le preguntaron: ¿qué vas a comer? Cuando oscurezca, ¿cómo sabrás en qué dirección está el norte? Sin embargo, estaba decidida… y se escabulló una noche de 1849 y finalmente logró la libertad.
Más tarde diría: «Había cruzado la línea y era libre, pero no había nadie que me diera la bienvenida a la tierra de la libertad; era una extranjera en una tierra extraña».[i]
Ella logró conseguir un trabajo en Filadelfia y ahorró cada centavo planeando regresar y rescatar a su familia y amigos. Dedicaría el resto de su vida a rescatar esclavos y llevarlos a la libertad.
Su nombre fue Harriet Tubman y es considerada una de las conductoras más intrépidas de lo que se conocía como el Ferrocarril Subterráneo – el sistema de liberación de esclavos. Su apodo era Moisés.
En un momento, colocaron carteles de «Se busca» en todo Maryland con su foto. Y la recompensa prometida por los propietarios de las plantaciones y el estado de Maryland era la asombrosa suma de 50.000 dólares – y eso fue hace más de 150 años.
En el transcurso de sus atrevidas fugas – de los cazadores de esclavos y los perros y los animales salvajes – Harriet Tubman finalmente conduciría a casi 1.000 esclavos a la libertad.
Frederick Douglass, un ex esclavo y luego un líder empresarial y abolicionista bien conocido y respetado, dijo lo siguiente sobre ella. “La diferencia entre nosotros es muy marcada. La mayor parte de lo que he hecho y sufrido al servicio de nuestra causa ha sido en público y he recibido aliento en cada paso del camino. He trabajado de día, ella ha trabajado de noche. El cielo nocturno y las estrellas silenciosas han sido testigos de su devoción… No conozco a ningún otro que voluntariamente haya enfrentado más peligros y dificultades para servir a nuestra gente que ella”.[ii]
No es de extrañar que hasta el día de hoy, Moisés-Harriet Tubman, sea honrada por su valiente sacrificio, desafiando la muerte, una y otra vez, por la libertad y seguridad de los esclavos estadounidenses.
Francamente, hay algo en todos nosotros que se conmueve con la biografía de alguien que lo arriesga todo por otra persona, por una causa correcta, justa y verdadera.
Bueno, la fecha ya estaba fijada y ahora era irrevocable, por la ley de los medos y persas. El edicto copiado y distribuido por todo el imperio con el mensaje: los judíos deben morir.
La recompensa para cualquier persa que cumpliera el edicto incluiría todo lo que pudieran robar de las posesiones de los judíos antes de que Amán llegara a reclamar lo suyo.
En el palacio del rey, sin embargo, sin ser detectada por este complot, había una judía que se había ganado la corona y ahora servía como Reina del Imperio.
Esta crisis ahora se convertiría en nada menos que su momento decisivo.
Ella y su primo Mardoqueo habían mantenido el secreto de su linaje judío a salvo durante casi 5 años.
Pero Amán, el Primer Ministro, en venganza por la insubordinación de Mardoqueo que se negó a inclinarse ante él, descubrió el secreto: Mardoqueo era judío.
Y Amán decidió resolver una vieja disputa familiar, no solo al matar al judío Mardoqueo, sino a todos los judíos del Reino.
Ahora, como ya sabrá, no hay mención de Dios en todo el Libro de Ester. Pero tampoco hay mención de Satanás.[iii]
Y no lo dude ni por un momento. Ambos están involucrados.
Este es solo un ataque más de Satanás contra el pueblo de Dios; es solo un intento más de acabar con la promesa de la venida del Mesías.
Y en este punto de la historia redentora, el foco de atención se centra de repente en esa niña huérfana que se convirtió en reina.
Da la casualidad de que se ganó el corazón del rey, era judía, la prima de Mardoqueo, quien por casualidad se desempeña actualmente en las oficinas administrativas del Rey, y debido a esa posición, él logró oí hablar de un complot para asesinar al rey; y por dio la casualidad de que se lo dijo a Ester quién se lo dijo al rey y terminó salvándole la vida.
¡Qué increíble serie de coincidencias!
Estas no son coincidencias, querido oyente. De hecho, no existen las coincidencias. Esa es nuestra equivocada explicación al ver las cosas desde este lado del cielo. Las coincidencias son los actos providenciales de Dios quien prefiere permanecer en el anonimato.[iv]
Los momentos decisivos no son más que reconocer la mano providencial de un Dios anónimo y entregar su vida para colaborar en esa obra en particular.
Ya sea para rescatar esclavos o arriesgar la corona, o su propia reputación, o su fortuna, o su comodidad personal, y tal vez incluso su propia vida.
Una vez más, el Libro de Ester continúa desarrollándose como una obra de teatro bien diseñada. Hay cuatro escenas que toman lugar en el capítulo cuatro del Libro de Ester.
La Manifestación de Mardoqueo
La primera escena la encontramos justo afuera de las puertas del palacio y la llamaré la manifestación de Mardoqueo.
Les invito a leer el versículo 1. Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor. Y vino hasta delante de la puerta del rey; pues no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio.
Así que aquí está Mardoqueo, quien recientemente reveló quién era, identificándose con el pueblo judío que ahora está sentenciado a una muerte segura.
Aquí está fuera de la puerta del rey, el edificio administrativo, llorando literalmente a gritos fuertes y amargos.[v]
En nuestra cultura occidental solemos disimular nuestro duelo y nuestras lágrimas detrás de pañuelos y velos y lentes de sol.
No en el Medio Oriente. Quizás haya visto en las noticias cómo en esa parte del mundo la gente grita y llora mientras una multitud lleva el ataúd de un ser querido.[vi]
Eso es lo que está sucediendo aquí. Mardoqueo no se contiene. Viste ropa oscura y áspera de pelo de cabra para demostrar y agravar su dolor.
Se ha rasgado la ropa, simbolizando que su corazón está roto. Ahora está vestido de cilicio, se espolvorea la cabeza y la barba con cenizas, llora y se lamenta fuera de los muros del palacio.
Esta era la costumbre judía para hacer duelo, mostrar arrepentimiento y dolor.[vii]
Pero quizás, no esté convencido que Mardoqueo está poniéndose a cuentas con Dios simplemente al verlo hacer eso. Tal vez solo está muy triste y molesto – y con razón. Y él no es el único; mire el versículo 3.
Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos.
La única otra ocasión en la Biblia hebrea donde se encuentran esos tres verbos – exactamente la misma frase en hebreo es en el libro del profeta Joel, capítulo 2 versículo 12.
Si bien las palabras ayuno, llanto y lamento aparecen muchas veces, en ningún otro lado las vemos juntas de esta manera.
Estoy de acuerdo con los eruditos hebreos en que los lectores originales de Ester habrían identificado esta referencia; habrían conectado inmediatamente la frase en este versículo con la profecía de Joel, que invita al pueblo de Israel a “convertirse a [Jehová] con todo corazón, con ayuno y lloro y lamento.”
En otras palabras, Mardoqueo está encabezando un avivamiento nacional – llamando al pueblo a volver a Jehová y entregarse a Su misericordia soberana.
Pero Ester aparentemente no ha llegado a la misma determinación de Mardoqueo… aún.
La Vacilación de Ester
De hecho, cuando se entera de que Mardoqueo está vestido de silicio y cubierto en cenizas, le envía un traje nuevo y le pide que se cambie.
Cuando él se niega, el versículo 5 nos informa que Ester le pide al eunuco a su servicio que saliera y averiguara de qué se trataba todo el alboroto.
Evidentemente, está aislada en sus aposentos; otros miembros de su personal le han comunicado que Mardoqueo está afuera llorando y ella no sabe por qué. De hecho, es posible que ni siquiera sepa sobre el edicto todavía.
Así que envió a Hatac, su asistente y probablemente su guardaespaldas también, para que fuera a investigar.
Poco tiempo después, regresa no solo con una copia del edicto – y le entrega la sorprendente noticia de que el pueblo judío va a ser aniquilado, por orden de su esposo y el primer ministro – sino que, con la petición especial de Mardoqueo, versículo 8, de que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder delante de él por su pueblo.
Tienes que estar bromeando, habrá pensado Ester. Nadie sabe que este es su pueblo. Ella ha guardado el secreto. Evidentemente, solo sus amigos de mayor confianza lo sabían.
«No quiero revelar el secreto. Además, Mardoqueo, ¿te has olvidado un par de cosas?
- Un problema legal
Primero, Ester le recuerda a Mardoqueo que hay un obvio problema legal con su petición. Observe el versículo 11. Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él: ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá.
Nadie puede simplemente entrar a la presencia del rey.
- Un problema personal
Y luego, además del problema legal, Ester revela un problema personal.
y yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta días.
Muchos eruditos del Antiguo Testamento creen que esto significa que el interés de Asuero en Ester está disminuyendo.
En otras palabras, Ester piensa que el momento para pedirle algo al rey no podría ser peor.
Como dice un viejo refrán, «Cuando te casas con un hijo del diablo, eventualmente tendrás problemas con tu suegro».[viii]
Y Ester está en problemas ahora.
Si permanece en silencio, el edicto se llevará a cabo y seguramente alguien va a delatarla.
Pero si acude al rey, Ester no solo estaría pidiendo ayuda para su pueblo, sino que también admitirá que lo engañó.
El pensaba que era persa. Pero ahora se enfrenta a una increíble humillación y vergüenza por haber ordenado la muerte de un pueblo al que pertenece su propia reina.
Pero él no es el tipo de persona que va a aceptar sus errores, no es el tipo de persona que se va a dejar humillar y avergonzar públicamente, ¡su exesposa puede dar fe de ello!
Y hay otro problema con este plan que la mayoría pasa por alto. Para tener una cita con el rey, primero había que hablar con el comandante supremo – tenía que llamar a su oficina, que daba hora según la prioridad del asunto.
Y el comandante supremo resulta ser Amán. Ella, obviamente no puede acudir a él para tener acceso al trono.[ix]
Y el rey tampoco está realmente interesado en volver a verla.
Así que no parece tener opciones y decide no hacer nada.
Quizás Mardoqueo anticipó su miedo y vacilación; sin duda reconoció la dificultad de su situación.
Era una posibilidad remota y él lo sabía.
Mientras está enlutado fuera del palacio del Rey, él prepara su respuesta.
Cuando el eunuco regrese con su decisión de no involucrarse, Mardoqueo está listo con tres declaraciones decisivas.
La Confrontación de Mardoqueo
De hecho, este es uno de los mejores discursos en la historia de la humanidad que sirve para desafiar a todos los creyentes hasta el día de hoy.
Observe el versículo 13. Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío.
- Aquí está el incentivo número 1: No escaparás en el palacio.
Ni siquiera pienses que estarás a salvo en el palacio mientras los judíos son masacrados en todas las provincias.
No podrás esconderte detrás de las cortinas de tu habitación real y no puedes esconderte detrás de tu corona.
Esta era un llamado de atención. Ester, tu tampoco tienes una oportunidad de sobrevivir. El secreto saldrá a la luz. Si los judíos mueren, tú también.
¡Así que también podrías admitir quién eres!
Puede que sea más que una coincidencia que se nos dé los dos nombres de esta mujer. Hadasa era su nombre hebreo y Ester es su nombre persa.
En cierto sentido, este momento decisivo se reduce a cuál de estos dos nombres va a elegir.
¿Será hebrea o persa?
Cuando he viajado a otros países, he conocido a varios creyentes que, al presentarse, comenzaban diciéndome su nombre legal, y luego dicían: “Y el nombre que escogí en mi bautismo es Daniel o Jeremías, o Pedro, o algún otro personaje bíblico».
En otras palabras, para muchos creyentes de todo el mundo, su bautismo fue un momento decisivo en el que eligieron otro nombre. Y querían que el resto de sus vidas se definiera por su nombre bíblico.
En cierto sentido, todos tenemos dos nombres. Uno es nuestro nombre de pila, pero el otro es el nombre de nuestro Señor: cristiano.
Los momentos decisivos en la vida a menudo tienen que ver con el nombre que elegimos usar en ese momento.
Mardoqueo efectivamente le está diciendo a Ester que se identifique y opere en virtud de su relación con el pueblo de Dios.
- Aquí está el incentivo número 2: No puedes borrar la promesa de Dios.
Note la siguiente frase en el versículo 14. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis.
¡Ester no es la única que vive un momento decisivo aquí!
Mardoqueo está diciendo que ha decidido poner su confianza en las manos de Dios. Dice que el respiro y la liberación vendrán de otro lugar.
Mardoqueo no sabe lo que Dios está planeando, pero ha decidido mantenerse firme en su fe en la providencia y protección de Dios.
Como un judío que, mientras se escondía de los nazis, escribió en la pared de un sótano en Alemania: creo en el sol incluso cuando no brilla; Creo en Dios incluso cuando está en silencio».[x]
Dios de alguna manera cuidará a su remanente. Ya sea que Ester ayude o no, respiro y liberación seguramente vendrán de la mano de Dios.
Luego Mardoqueo lanza una amenaza no muy sutil.
Ester, no puedes escapar en el palacio; no puedes borrar la promesa de Dios, y – el último incentivo, el más efectivo de los tres en este momento decisivo es este:
- Número 3: No debes evadir tu responsabilidad.
Las famosas palabras de Mardoqueo están grabadas en la última parte del versículo 14. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?
Ester, ¡tienes que verlo! Esto es obra de Dios. Él te puso donde estas para salvar al pueblo de Dios.
Este es el mayor incentivo para servir a Dios hasta el día de hoy.
No se trata del miedo a la muerte; no se trata de enfrentar el juicio, se trata de participar en el plan de Dios y los propósitos de Dios para la gloria de Dios.
La providencia de Dios no solo requiere nuestra entrega; la providencia de Dios en realidad nos invita a participar en el plan de Dios quien busca personas que lo adoraren en espíritu y en verdad.
Ésta es la parte emocionante de la misteriosa relación entre la voluntad de Dios y la obediencia de sus hijos.
El mismo Señor que dijo: «Edificaré mi iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Fue el mismo que le dijo a sus discípulos en esas últimas palabras antes de ascender a su Padre en el cielo: «Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado».
Él no va a venir aquí y enseñar la clase de escuela dominical. No va a poner dinero en la ofrenda para el ministerio. No va a organizar el grupo de jóvenes o preparar su sermón.
¿Vive usted con ese sentido de propósito divino? Que Dios le usará… que Dios tiene algo en mente para usted. Puede ser un fregadero lleno de platos o un salón de clases lleno de niños o una tienda llena de herramientas y un cubículo lleno de papeleo.
¿Eso es todo lo que ve? O ve esa responsabilidad como su propósito divino y reconoce la voz de Dios susurrando desde las sombras, tengo planes para ti.
Ester, ¿acaso no lo puedes ver? Que hubiera un concurso y te presentaras, y que el rey te eligiera por encima de miles de otras mujeres… tu boda con el Rey, tu título de Reina… nada de eso fue pura coincidencia.
¡No puedes ver que Dios te ha puesto en el reino de Persia para este momento en particular!
Esta es tu hora, este es tu momento decisivo. ¡Habla! ¡O muere! Pero hagas lo que hagas, ¡no calles![xi]
La escena final de este capítulo me deja sin aliento.
La Afirmación de Ester
Ester responde aceptando el desafío de Mardoqueo. Ella pone en marcha tres actividades decisivas:
- Primero, convoca a los judíos a ayunar.
Ella le ordena a Mardoqueo, en el versículo 16, que reúna a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunen por ella, y no coman ni beban en tres días, noche y día.
Ester está aplicando por fe las palabras del profeta Joel capítulo 2, que dice: Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea.
- En segundo lugar, Ella declara su identidad como judía.
Ella dice en la mitad del versículo 16, yo también con mis doncellas ayunaré igualmente.
En otras palabras, estamos juntos en esto.
- En tercer lugar, ella finalmente, se rinde a la voluntad de Dios.
En el versículo 16 leemos: entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.
¡Este es su momento decisivo! Vaya, qué cambio.
Ella ha pasado del miedo a la fe; de la vacilación a la determinación; de la preocupación por su propia seguridad a la preocupación por la supervivencia de su pueblo.[xii]
Ester ha llegado a reconocer, como un autor lo expresó tan bien, que «No hay seguridad en una vida significativa y no hay importancia en una vida segura».[xiii]
Este fue su momento decisivo.
Conclusión
Permítame hacer dos observaciones finales sobre los momentos decisivos – momentos que obran en su vida más de lo que tal vez se dé cuenta.
- Los momentos decisivos son esos pequeños pasos de obediencia en los que actúa como el discípulo en el que realmente quiere llegar a ser.
El mundo constantemente conspira contra los valientes. Nosotros nos encontramos frecuentemente entre el rugido de la multitud por un lado y la voz de Cristo por el otro.
Mañana será un momento decisivo para usted, cuando decida si leerá o no la palabra de Dios, o inclinarás la cabeza y orará en el comedor de la oficina o en la cafetería de la escuela, o les dirá a las personas que fue a la iglesia cuando le pregunten que hizo durante el fin de semana.
Los momentos decisivos son pasos pequeños y sencillos de obediencia en los que hace honor a su nombre de cristiano y escucha la voz de Cristo.
- En segundo lugar, los momentos decisivos son esos pequeños pasos de fe en los que confía en Dios como él realmente se merece.
Como escribió un autor: En este momento, Ester pasó de ser una reina de belleza a convertirse en [una creyente]; de ser un símbolo sexual a ser una intercesora apasionada; de vivir la ajetreada vida en el harén a involucrarse en esta aventura de alto riesgo de hablar e identificarse con el pueblo de Dios.[xiv]
Ella necesitaba empezar a vivir así. Y Dios también merecía recibir esa confianza. Así que, deje que la multitud ruja… y escuche y obedezca la voz de nuestro Dios quien merece toda nuestra confianza… ya que Él es fiel y verdadero.
[i] great-quotes.com/quotes/author/Harriet/Tubman
[ii] Wikipedia.org/wiki/Harriet_Tubman
[iii] Karen H. Jobes, The NIV Application Commentary: Esther (Zondervan, 1999), p. 126
[iv] Adapted from Jobes, p. 233
[v] Peter A. Steveson, Ezra, Nehemiah & Esther (BJU Press, 2011), p. 241
[vi] Charles R. Swindoll, Esther: A Woman of Strength & Dignity (Word Publishing, 1997), p. 79
[vii] John C. Whitcomb, Everyman’s Bible Commentary: Esther: Triumph of God’s Sovereignty (Moody Press, 1979), p. 74
[viii] A. Boyd Luter & Barry C. Davis, God Behind the Seen: Expositions of the Books of Ruth & Esther (Baker, 1995), p. 229
[ix] Anthony Tomasino, Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary: Volume 3 (Zondervan, 2009), p. 491
[x] Knute Larson & Kathy Dahlen, Holman Old Testament Commentary: Ezra, Nehemiah, Esther (Holman, 2005), p. 321
[xi] Swindoll, p. 85
[xii] Swindoll, p. 86
[xiii] Brady, p. 33
[xiv] Quoted in Swindoll, p. 87