Un pastor joven escribió, “estábamos con unos amigos en un parque de diversiones cuando vimos que había un toro mecánico al cual la gente pagaba para subirse. Me acerqué al que operaba el toro y le dije que quería subirme. El me miró de arriba abajo y con un tono de desaire me dijo, “¿seguro?”
Ahora estaba más decidido que nunca. Ya va a ver – pensaba – le voy a demostrar cómo se hace.
El hombre me explicó que el toro tenia 12 niveles de dificultad. “No va a ser fácil,” me dijo, “pero la clave se encuentra en mantenerse en el centro del toro; simplemente síguelo y se flexible; cambia tu centro de gravedad mientras el toro se mueve.”
Así que me subí al toro. Empezó a moverse lentamente y luego empezó a aumentar la velocidad… moviéndose más y más rápido… Yo estaba determinado y me estaba afirmando los más fuerte que podía.
Luego recordé su consejo, así que probé aflojarme un poco y ser más flexible; pero el toro siguió moviéndose aún más rápido, sacudiéndose y saltando. A veces me encontraba colgando de lado – pero estaba determinado a ganar. A veces mis brazos volaban alrededor y otras veces estaba bien afirmado.
Finalmente, el toro bajo la velocidad y se detuvo, y yo todavía estaba sobre la montura; lo había logrado.
Pensé que el operador del toro iba a estar sorprendido de que lo había logrado. Así que me baje del toro, lo mire y sonreí triunfante. Él simplemente sonrió y dijo, “buen trabajo, ese era el nivel 1.”[i]
El escritor siguió su historia contando lo duro que fue ese golpe para su autoestima – ni loco se iba a arriesgar a subirse otra vez y probar el nivel 2; lo que el necesitaba, admitió, era un poco de honestidad y sobre todo humildad.
Generalmente hablamos acerca de que nuestra cultura cada día es menos honesta… menos educada… menos respetuosa… menos piadosa… menos sacrificial… menos pura.
Me pregunto si además de todo esto, nos hemos convertido en una cultura menos humilde.
Un columnista, escribiendo para una fuente secular – el New York Times – puso sus dedos en el pulso de nuestro mundo cuando escribió estas palabras, “somos una especie arrogante, entregada a la magnificación del yo.”
Para apoyar estas afirmaciones, el citó estudios y estadísticas recientes en el asunto.
Cuando unos encuestadores pidieron a varias personas alrededor del mundo que se auto-evaluaran, encontraron que nuestro país presentaba la evaluación más positiva. Cada día este pensamiento de orgullo y superioridad está más y más arraigado en la mente del común de las personas.
Por ejemplo, en una encuesta tomada en 1950, se les hizo la siguiente pregunta a estudiantes de último año de colegio, “¿eres una persona muy importante?” Solo un 12% dijo que sí. Sin embargo, en 1990 ese número había incrementado a un 80%.
Hoy, siete de cada diez estudiantes de secundaria encuestados creen que tener habilidades de liderazgo superior al promedio.
Un millón de estudiantes – incluyendo estudiantes de universidad – fueron encuestados con la pregunta, “como te llevas con otras personas.” Un 85% se auto evaluó como siendo superior al promedio, y ninguno – ni una sola persona admitió estar bajo el promedio en sus habilidades relacionales.
No hay duda de porque las universidades son tan pacíficas, nunca hay disturbios ni peleas, ni nada por el estilo.
Sin embargo, los profesores de universidad superaron a sus estudiantes en su distorsionada visión de sí mismos. A ellos les hicieron preguntas similares y un 88% se auto-evaluó como sobre el promedio o excepcional en sus habilidades relacionales. De hecho, 94% de los profesores se autoevaluaron como sobre el promedio o excepcionales en sus habilidades de enseñanza. Piense en eso. 94% considera ser extraordinariamente dotado para enseñar. 94%.
El articulo continuó haciendo una observación de que hace un par de décadas atrás, habría sido impensable para un deportista celebrarse a sí mismo después de anotar un gol o lograr algo por el equipo. Hoy es rutina.
Note esta afirmación. “Una de las conclusiones más claras de esta investigación social es que somos orgullosos.”
El articulo terminó diciendo, “en pocas palabras, hay abundante evidencia de que hemos cambiado de ser una cultura que una vez enfatizaba la humildad y la modestia – esto significa que solíamos restarnos importancia – a una cultura que se jacta en promoverse a sí misma.[ii]
Lo que no es más que otra forma de decir que en un pasado, la humildad era una virtud… y que esa virtud está desapareciendo.
Cuando una persona vive absorta en sí misma, promoviéndose a sí misma, y felicitándose a sí misma, esta persona es propensa a vivir engañada, teniendo una perspectiva distorsionada de su vida lo cual es extremadamente peligroso.
¿Cuál es el peligro en esto?
En las palabras de C.S. Lewis, “el orgullo es la mamá gallina, bajo la cual todos los otros pecados son empollados.”
El orgullo fue el primer pecado – empollado en el corazón de Lucifer, el ser angelical más poderoso – pero ahora caído y conocido como Satanás; porque el dijo en su corazón,
Subiré al cielo,
En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré,
Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo (Isaías 14:13-14)
Orgullo, cada pecado encuentra su raíz en el – sin importar cuál sea.
Cuando la humanidad peca, es como si estuviera diciendo, “Voy a hacer lo que quiera, sin importar lo que Dios diga.”
“Yo voy a ser el amo y el jefe de mi propia vida.”
Y este no es solo un problema de nuestra cultura en el día de hoy – ha sido un problema en muchas otras civilizaciones en el pasado.
El problema es que la ceguera del orgullo toca la puerta de cada iglesia y de cada cristiano, y esta es capaz de engañarnos con facilidad.
Un pastor escribió: una vez estaba presidiendo un funeral y cuando hube terminado, me pidieron que liderara la procesión hacia el cementerio. Así que me subí a mi auto y empecé a manejar al frente de la larga procesión funeraria. Prendí la radio y mi mente empezó a volar, pensando en mis otras preocupaciones del día. Rápidamente me olvidé de lo que estaba haciendo y al ver que estaba pasando un supermercado, recordé que necesitaba comprar un par de cosas antes de volver a casa, así que puse la luz de giro y entre al estacionamiento del supermercado. En ese momento miré a través de mi retrovisor y vi una larga fila de autos que me estaba siguiendo en el estacionamiento. Había estado concentrado en mí mismo… Había olvidado a donde estaba yendo… y ahora estaba totalmente avergonzado.[iii]
¿Cuál es la dirección en la cual el Señor nos quiere conducir? Hoy vamos a ver a partir de nuestro estudio de la Palabra de Dios que Él quiere dirigirnos y guiarnos hacia una mayor humildad.
No es suficiente el solo reconocer que todos luchamos con el orgullo y el yo… necesitamos la dirección de la palabra de Dios para guiarnos a una vida de humildad.
No olvidemos a donde nos dirigimos… y quienes somos.
Pensando en esto, abramos nuestras Biblias en Filipenses capítulo 2. Durante los próximos programas en nuestro estudio de Filipenses, estaremos tratando con este tema de la humildad.
Ahora, antes de empezar nuestro estudio, es importante entender que la humildad según la Biblia no significa tener una baja autoestima, apocarse, pensar que uno es la peor persona del mundo – de hecho, eso aún puede ser una forma de orgullo para tratar de llamar la atención.
Una humildad verdadera, Andrew Murray escribió, no es pensar en uno mismo de forma negativa; humildad es cuando uno simplemente no piensa en sí mismo.[iv]
En este capítulo, el Espíritu Santo a través del Apóstol Pablo va a:
- Mandar y requerir humildad de parte del cristiano
- Ilustrar lo que es la humildad con el ejemplo de Jesucristo
- Dar aplicaciones de cómo ser humildes, no solo como iglesia sino como cristianos.
Así que Pablo comienza con una serie de afirmaciones empezando en el versículo 1. Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo.
Si prestó atención, se habrá dado cuenta que Pablo comienza con cinco frases condicionales. En el idioma original, estas frases son lo que los lingüistas llaman, “clausulas condicionales de primera clase.” Obviamente ahora nos quedó todo más claro. Sin embargo, es importante saber qué significa esto; porque a simple vista, uno podría pensar que Pablo estar dudando de las afirmaciones que acaba de hacer. Como si dijera, “quizá no haya consolación en Cristo, quizá no hay consuelo de amor, o comunión del Espíritu, o algún afecto entrañable, o alguna misericordia… pero si es que la hay, completad mi gozo.” No, eso no es lo que Pablo está diciendo. La palabra si, cuando esta junto a un verbo indicativo puede entenderse como “ya que” en vez de “si es que.”[v]
En otras palabras, podríamos leer este versículo de la siguiente manera: “Ya que hay consolación en Cristo, ya que hay consuelo de amor, ya que hay comunión del Espíritu, ya que hay afecto entrañable y ya que hay misericordia, completad mi gozo.”
Pero por supuesto, eso nos deja con la duda – porque Pablo no escribió simplemente eso en vez de confundirnos al poner “sihay alguna consolación…”
Lo que Pablo está haciendo aquí es usar una técnica para guiarnos poco a poco a la respuesta correcta. Pablo está actuando como un abogado que trae a un testigo al estrado, al cual le hace varias preguntas para poco a poco llegar a la conclusión que el abogado está tratando de afirmar.
Un autor escribió que Pablo aquí está haciendo lo mismo que un padre hace cuando quiere dejarle algo en claro a sus hijos. De hecho, es posible que usted mismo lo haya hecho con sus propios hijos – esto es hacer preguntas que tienen que ser respondidas con un “si” para luego dejar en claro lo que usted quiere enseñarles.[vi]
Así es como funciona:
Le pregunta a su hijo algo como –
“Hijo, ¿te preocupas por los sentimientos de tu hermanita? ¿Acaso no la quieres?”
“Si… más o menos”
“Okey, ¿entonces no crees que ella se sentiría mejor si dejaras de atropellar a su muñeca favorita con tu camión de juguete?”
“Puede ser”
“Tú quieres que ella esté orgullosa de su hermano mayor, ¿no es cierto?”
“si”
“Bueno, si eso es cierto, por qué entonces no sales al patio y actúas como un buen hermano mayor del cual ella pueda estar feliz y orgullosa.”
Eso es lo mismo que encontramos aquí en Filipenses. Si es que todo eso es cierto… entonces esto es lo que debería suceder.
Esas cinco frases no son posibilidades, son verdades absolutas.[vii]
Podríamos parafrasear lo que Pablo escribió de la siguiente manera.
¿Hay alguna consolación en Cristo?
Eh… si.
¿Hay consuelo en Su amor?
Claro, por supuesto
¿Hay comunión en el Espiritu?
Si, si la hay.
¿Hay algún afecto entrañable o misericordia de parte de Dios?
Absolutamente.[viii]
Bueno, si todo esto es verdad – y ciertamente que lo es – entonces completen mi gozo demostrando humildad en unidad.
En otras palabras, si esto es verdad, y si esto otro es verdad, y si esto otro también es verdad – entonces – hagan algo al respecto.
Dwight Pentecost lo puso de esta forma – Si hay alguna consolación en Cristo – y ciertamente la hay; si hay algún consuelo de amor – y ciertamente lo hay; si hay alguna comunión del Espíritu – y ciertamente la hay; si hay algún afecto entrañable y alguna misericordia – y ciertamente las hay – entonces – esto es lo que tienen que hacer: completen mi gozo al estar unidos en humildad.[ix]
Como verá, estas frases no son solo realidades espirituales – estas deberían ser la experiencia de cada cristiano.[x]
Así que le invito a que estudiemos cada una de estas frases con mayor detenimiento.
- En primer lugar, Pablo habla de una consolación en Cristo.
La palabra consolación viene de la palabra griega paraklesis (παρακλησις) y puede ser traducida como ánimo, consuelo, o exhortación.[xi]
Pablo está preguntándole a la congregación en Filipos – ¿ha alguno de ustedes experimentado el consuelo y el ánimo del Señor Jesús?
Y todos habrían respondido al unísono – ¡Absolutamente!
Empezó al momento de la salvación y cambio todo.
Esta tarde voy a estar en un funeral para un hombre que aceptó a Cristo 10 meses atrás. Un hombre judío al que veía cuando pasaba por un concesionario de autos. Él era el gerente de ventas y había visitado nuestra iglesia un par de veces cuando sus hijos eran pequeños – hacia unos 20 años atrás.
Cuando conversábamos, metía el tema del evangelio, y luego lo invitaba a la iglesia, pero siempre su respuesta era, “oh no… el domingo es el día perfecto para ir a jugar golf.”
Había perdido contacto con él hasta que hace 10 meses atrás, su hija Jesica, ahora una mujer casada me escribió y me dijo, “no sé si se recuerda de mi padre… pero el contrajo cáncer y se encuentra en su última etapa, y creo que él quiere conversar con usted.”
Fui a visitarlo, abrí mi Biblia y le expliqué el evangelio – y le pregunté si había entendido y quería que Jesús fuera su salvador. Con lágrimas sobre sus mejillas dijo que sí.
Vaya cambio que hubo en su vida… de hecho, asistió fielmente a nuestra iglesia, y se sentó en las bancas del frente hasta que su salud no se lo permitió ya más.
Antes de mi viaje a Israel, la familia me informó que lo habían tenido que internar en el hospital porque ya se encontraba en estado terminal… lo fui a visitar al hospital… le dije, “hey, voy a viajar a Israel, la tierra de tus ancestros… el lugar donde un día vas a vivir por siempre con Cristo.”
Le leí la descripción de Juan de la Nueva Jerusalén – la Ciudad Santa – en Apocalipsis 21 y 22. Vi como Eric se llenaba de gozo mientras le leía la Biblia.
Él había descubierto que su mayor consolación se encontraba en Cristo.
Más adelante en Filipenses vamos a encontrar que Pablo nos manda a compartir estas buenas nuevas y no simplemente guárdanoslas.
Esta es la idea aquí – estas no son solo afirmaciones de realidades espirituales que encontramos en el Señor – estas son noticias que necesitamos compartir, declarar, y demostrar a todo el mundo.
Encontramos a Pablo usando esta misma palabra, consolación, cuando escribe a los creyentes en Corinto. 2 Corintios 1:3-4 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.”
¿Y sabe lo que eso va a requerir? Humildad y sacrificio.
Un espíritu orgulloso e interesado se contenta simplemente con recibir la consolación de Dios en medio de las aflicciones.
Pero el ver los problemas, las tristezas… ver los sufrimientos en la vida de otros e ir y ministrar y consolarles… eso significa que hemos quitado nuestra vista de nosotros mismos y hemos decidido levantar nuestra mirada y concentrar nuestra atención en los demás.
El orgullo nos enceguece, cierra nuestros ojos a las necesidades de los demás, tapa nuestros oídos y ata nuestras manos para que no vayamos en ayuda de otros.
La humildad nos permite ver el dolor y el sufrimiento en la vida de otras personas; la humildad nos mueve a no solo observar, sino a hacer algo al respecto.
- En segundo lugar, Pablo habla de un consuelo de amor.
Esta es una referencia al amor de Jesucristo por nosotros.
Podría ser traducido literalmente – hablando amistosamente unos a otros.[xii]
La palabra para consuelo se refiere a hablar con alguien de cerca para ofrecer aliento.[xiii]
Dos días atrás, entre en otra habitación… la habitación de una mujer muy pronta a morir – una cristiana cuyo legado de fe y gozo se ha convertido en parte de la vida de su propia hija, quien pertenece a nuestra iglesia junto con su esposo e hijos.
Antes de entrar en esa habitación, observé, y escuché por un momento mientras Lisa se sentaba junto a la cama de su madre, y le leía en voz baja varias porciones de la escritura, consolando el corazón de su madre.
Cuando finalmente entré a la habitación, ella estaba leyéndole a su madre la letra de un himno.
Lo reconocí rápidamente… le dije que ese era uno de los himnos favoritos de mi esposa. Ella me preguntó
– ¿te lo sabes?
– si, le respondí
– A lo que me dijo, ¿podrías cantarlo?
– ¿Yo solo?
– sí, me dijo, cántalo por favor
Así que canté… lo que no voy a hacer en este momento si es que se lo estaba preguntando.
Solo le voy a leer la letra del himno. Este dice lo siguiente.
Su gracia es mayor si las cargas aumentan,
Su fuerza es mayor si la prueba es más cruel.
Si es grande la lucha, mayor es Su gracia;
si más son las penas, mayor es Su paz.
Si nuestros recursos se habrán agotado,
si fuerzas nos faltan para terminar,
si al punto ya estamos de desanimarnos,
el tiempo ha llegado en que Dios obrará.
Su Amor no termina, Su gracia no acaba,
oh límite no hay al poder de Jesús.
Pues en Sus inmensas riquezas en gloria,
abundan Sus dones, abunda Su Amor.[xiv]
Lo que pasó en ese momento, en esa habitación en el hospital, es lo que se llama entregar el consuelo del amor de Cristo.
¡Y cuán grande es el amor de Cristo!
Romanos 5:8 dice que “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
Cuanta humildad vemos en este versículo, cuanta humildad de parte de Dios.
Pablo, más adelante en este capítulo va a profundizar en este tema y va a escribir acerca de la gran humildad del Rey de Reyes que decidió venir a servir a la humanidad.
Cuan consolador es saber que Dios nos buscó y nos salvó… que Dios nos escogió para ser la novia de Cristo… que Dios se agradó en ofrecernos vida eterna y gozo eterno.
¿Cuan humilde debe ser Dios para ofrecernos ese tipo de consolación?
Pablo va a conectar los puntos más adelante – pero por ahora simplemente necesitamos entender que… un amor como ese es imposible sin humildad.
- En tercer lugar, Pablo habla de la comunión del Espíritu.
La koinonia del Espíritu
Ya nos hemos encontrado con esta palabra que significa colaboración o compañerismo – koinonia (κοινωνια).
En el capítulo 1 Pablo mencionó la koinonia que tenían los Filipenses con él en el evangelio.
Recuerde, koinonia es mucho más que invitar a otra familia a la casa a comer, o quedarse conversando después de la iglesia. Koinonia era una palabra que daba la idea de una responsabilidad compartida.
Fue interesante descubrir que, en la cultura griega, la palabra koinonia se refería a heredar una propiedad compartida.
En los días de Pablo, si un grupo de personas heredaban una propiedad; el concepto de propiedad compartida no significaba que cada heredero recibía una porción de la propiedad, sino que todos se convertían en propietarios de una misma propiedad.[xv]
Esto tiene una gran aplicación para esta realidad espiritual.
El Apóstol Pablo nos está diciendo que los creyentes en Cristo son herederos del Espíritu Santo – tenemos una propiedad compartida la cual es el Espíritu Santo. Usted no recibe una pequeña porción del Espíritu y yo recibo otra pequeña porción del Espíritu – y quizás otros cristianos en otras iglesias reciben otra pequeña porción del Espíritu, o aún una doble porción del Espíritu. No.
Cada creyente tiene una propiedad compartida – por la fe en Cristo a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu (1 Corintios 12:13); todos somos templo del Espíritu (1 Corintios 6:19).
En otras palabras, todos nosotros hemos heredado de parte de Dios la propiedad completa – en este caso – la persona completa del Espíritu Santo.
Nuestra comunión con el Espíritu está completa,
Una vez más, esta es una realidad espiritual que debe ser demostrada en nuestras vidas.
Si el Espíritu se dignó en gran humildad a tener comunión con nosotros, ¿cuánto más dispuestos deberíamos estar nosotros a tener comunión unos con otros?
Piense en esto. ¿Le molesta ir a la misma iglesia y adorar al Señor junto a ciertas otras personas? Eso no es comunión.
Mire, si el Espíritu de Dios nos reconoce como co-herederos con Cristo, ¿imagine cómo deberíamos reconocer a nuestros hermanos en Cristo? ¿cuál debería ser nuestro pensamiento acerca de ellos?
Me encanta lo que C.S. Lewis escribió un par de décadas atrás – “…recuerde que la persona que hoy usted considera poco interesante, quizás un día sea una criatura la cual, si usted la viera hoy, estaría tentado a adorarla… es con este pensamiento en mente que debemos relacionarnos con los demás … no existen personas comunes… usted nunca ha conversado con un mero mortal.”[xvi]
- En cuarto lugar, Pablo menciona el afecto entrañable y la misericordia – en la última parte del versículo 1
Afecto entrañable, es una palabra que se refiere al interior de la persona.
Como vera, en los días de Pablo, las entrañas – los órganos interiores – incluso los intestinos eran considerados como el asiento – el origen – la fuente de las emociones. Así que esta palabra conlleva la idea de un sentimiento profundo e íntimo.
Imagínese recibir una tarjeta para el día de los enamorados que dice.
- “te amo con todas mis entrañas”
- “siempre estarás en mis riñones”
- “Tú ocupas un espacio muy especial en mi colon.”
Al pasar del tiempo, al parecer se decidieron por un solo órgano, y es por eso que el corazón se convirtió en lo que conocemos como el centro de las emociones – lo cual me parece bien. Personalmente siento que suena mucho mejor un “te amo con mi corazón” que un “te amo con mi hígado.” Pero supongo que eso es solo mi apreciación personal.
La siguiente palabra que Pablo introduce aquí como una demostración de humildad es la palabra misericordia que también puede ser traducida compasión.
Esta palabra se refiere específicamente a demostrar preocupación por otra persona que está pasando por dificultades. En otro contexto, Pablo usa esta palabra para hablar acerca de la compasión de Dios; Pablo escribe en 2 Corintios 1:3 – que Dios es el Padre de misericordias y Dios de toda consolación.[xvii]
Lo que es importante reconocer aquí es que estas palabras están entrelazadas – uno no puede tener una sin la otra.
Afecto es la fuente interna de emoción y compasión es la expresión de esa emoción. Un autor escribió que el afecto es la raíz y la compasión es el fruto.[xviii]
Ya que todas estas proposiciones son realidades – Pablo ahora deja en claro lo que quiere decir al comienzo del versículo 2,completad mi gozo.
Este es un imperativo – completen mi gozo al estar unánimes.
Ahora podría parecer contradictorio que Pablo le dice a la iglesia que haga algo para hacerlo feliz como introducción al tema de la humildad – de no pensar en uno mismo sino en los demás.
Y es cierto – parece ser una contradicción a primera vista. Pero en contexto, Pablo está revelando la verdad de que existe un gozo que es mucho más profundo y más dulce que cualquier deseo egoísta; es la gracia de Cristo que cambia el corazón de una persona para que su gozo este ahora sujeto al gozo de los demás – un corazón que encuentra gozo en ver crecer espiritualmente a sus hermanos en Cristo.[xix]
Pablo está diciendo, “esto es lo que me haría más feliz en el mundo – que demuestren la humildad de Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo, demostrando su amor, ánimo, comunión, y compasión en humildad.
No pase esto por alto. Pablo está bajo arresto domiciliario; él está encadenado, bajo vigilancia, sin libertad de ir donde quería, aislado de sus amigos e incomprendido por la iglesia en Roma – y aquí él dice, “lo que de verdad me haría increíblemente feliz seria que demostraran humildad.”[xx]
No pude sino pensar – como completaríamos nosotros esa misma oración.
“Lo que realmente completaría mi gozo es ____.”
¿Que pondría usted al final de esa oración?
“Lo que me haría realmente feliz en la vida es __.”
Pablo está diciendo. “Lo que llenaría mi estanque de gozo no es salir libre de prisión – tampoco es recuperar todos mis amigos – tampoco es recuperar mi reputación entre los líderes de las iglesias en Roma que no me quieren – tampoco es recibir un premio por servir a Cristo – No.
Pablo dice: A mí me traería un gozo indescriptible el ver a la iglesia demostrar humildad unos para con otros.
Este es corazón de un verdadero pastor. Esta es la pasión de un verdadero cristiano.
Este es el corazón de Cristo.[xxi]
Este debería ser el corazón del cristianismo.
Cuando le pidieron a Agustín, el gran teólogo del cuarto siglo, que diera una lista de los tres valores centrales de la vida cristiana, el respondió, “Número 1: Humildad; Número 2: Humildad; Número 3: Humildad.”[xxii]
Esta es sin lugar a dudas la virtud que está desapareciendo alrededor nuestro… es tiempo de recuperarla… es tiempo de demostrarla en nuestra vida.
—
[i] Adapted from John Ortberg, Soul Keeping (Zondervan, 2014), p. 98
[ii] Adapted from David Brooks, The Modesty Manifesto, The New York Times (3-21-11 and “Study: Self-Images Often Erroneously Inflate,” ABC News (11/9/05)
[iii] Adapted from preachingtoday.com/illustrations/1999/April/5718.html
[iv] Quoted in Warren W. Wiersbe, Philippians: Be Joyful (Victor Books, 1978), p. 50
[v] Steven E. Runge, Philippians: A Visual and Textual Guide (Lexham Press, 2014), p. 39
[vi] Runge, p. 40.
[vii] G. Walter Hansen, The Pillar New Testament Commentary: The Letter to the Philippians (Eerdmans, 2009), p. 106
[viii] Ibid
[ix] J. Dwight Pentecost, The Joy of Living: A Study of Philippians (Lamplighter Books, 1973), p. 57
[x] Hansen, p. 106
[xi] Fritz Rienecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 549
[xii] Hansen, p. 109
[xiii] John MacArthur, Philippians (Moody Publishers, 2001), p. 104
[xiv] Annie Johnson Flint, He Giveth More Grace 1941
[xv] Hansen, p. 109
[xvi] C. S. Lewis, The Weight of Glory (HarperOne, reprint: 2008), p. 14
[xvii] Hansen, p. 110
[xviii] J.A. Motyer, The Message of Philippians (IVP Academic, 1984), p. 104
[xix] Dennis E. Johnson, Philippians (P & R Publishing, 2013), p. 104
[xx] Adapted from R. Kent Hughes, Philippians (Crossway Books, 2007), p. 76
[xxi] Sam Gordon, Philippians: An Odyssey of Joy (Ambassador, 2004), p. 72
[xxii] Gordon, p. 76