Introducción
Encontré unas estadísticas interesantes acerca de cuanto gastan los estadounidenses en ciertas cosas anualmente.
El año pasado, en Estados Unidos se gastaron
- $1.4 billones de dólares en blanqueadores de dientes
- $50 billones de dólares en cuidado para mascotas – de hecho, $310 millones fueron gastados el año pasado en disfraces de Halloween para mascotas.
- $500 millones de dólares fueron gastados en pelotas de golf
- $16 billones de dólares fueron gastados en chocolates
- $2 billones de dólares en tatuajes
- y $66 millones de dólares para remover tatuajes
No sé qué piense usted, pero para mí eso es muchísimo de dinero para un montón de cosas que son totalmente innecesarias – a excepción del chocolate por supuesto. Y aunque acabamos de hablar de cifras altísimas de dinero, estas no se comparan a lo que el gobierno gasta en sistemas de defensa.
- La Defensa Nacional Estadounidense gasta más de $750 millones de dólares anualmente.
- Unos $27 billones adicionales son dedicados para el orden público
- Otros $15 billones en seguridad nacional
- Y $11 billones en seguridad internacional y asistencia en justicia criminal
- Los estadounidenses también compraran e instalaran algún tipo de sistema de seguridad en sus hogares o apartamentos llegando a unos $30 billones al año.
Sin embargo, no se oyen muchas quejas al respecto. ¿por qué? se preguntará.
Porque de todas las cosas en que podemos gastar dinero, la verdad es que nuestra protección, la de nuestros seres queridos, y la de nuestro país son considerados como inversiones valiosas.
Hay mucha verdad en el refrán que dice que, el mejor ataque es una buena defensa.
Y eso es una realidad para los países y también para los cristianos.
Esto es lo que debemos hacer
De hecho, mientras el Apóstol Pablo continúa su carta a los creyentes en Filipos, él evidentemente tiene ciertas estrategias defensivas en mente que quiere comunicarnos. Le invito entonces a abrir su Biblia en Filipenses, capítulo 3:1. Notará que el capítulo 3 empieza con las palabras, Por lo demás, hermanos.
La palabra que Pablo usa aquí busca señalar a sus oyentes que el está a punto de cambiar de tema.[i]
Esta palabra podría ser también traducida, “por lo tanto… o, ahora bien.”
Y antes de que Pablo cambie de tema, el repite algo que considera crítico. Note nuevamente – versículo 1 – Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor.
Él ya lo ha ordenado en el capítulo 2:17-18 y más adelante volverá a ordenarlo en el capítulo 4:4.
Pablo usa este verbo como un imperativo – o sea, uno podría poner un signo de exclamación después de la frase. Es una orden – gozaos en el Señor. Aun podría poner en el margen, al lado de la frase – ¡hazlo ya!
El gozarse es una orden
- El expresar gozo entonces no es el resultado de una emoción – porque no se puede ordenar a alguien que se sienta de cierta forma; uno no puede obligar emoción.
- El gozo no es una característica temperamental porque no se puede hacer que alguien cambie su forma de sentir solo al ordenarlo.
- El gozo no está relacionado con las circunstancias o la salud o la cuenta bancaria – porque uno no puede controlar sus circunstancias, o salud, o cuentas bancarias a gusto.
Gozarse en el Señor significa buscarle a Él como el único dador de gozo. Gozarse en el Señor significa que encontramos en Él nuestra fuente de gozo. Él es nuestro tesoro y nuestro gozo.[ii]
Pero Pablo continúa agregando – A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.
En otras palabras, ya les he ordenado que se gocen, pero necesitan entender que el gozarse es para su propia seguridad, y por eso quiero repetírselo otra vez para su seguridad.
Un cristiano gozoso realmente tiene un sistema de defensa alrededor de su mente y corazón.
Un autor comentó acerca de este mandamiento y escribió que el creyente simplemente no puede estar quejándose y al mismo tiempo gozarse en el Señor.[iii]
Es simplemente imposible hacer los dos al mismo tiempo.
Y otra razón por la que un espíritu gozoso nos protege es porque es imposible encontrar su gozo en el Señor y a la misma vez tratar de encontrar gozo en el pecado.
Es imposible hacer ambas.
Por lo tanto, Pablo dice aquí que gozarse en Cristo es seguro.
La palabra que Pablo usa aquí para seguro viene de una palabra que significa literalmente, proteger de tropezar o de perder la estabilidad.[iv]
Imagine, ¡el gozarse en el Señor puede hacer todo eso y aun más!
Matthew Henry, el expositor puritano de los años 1600 lo puso de esta forma cuando escribió, “el gozo del Señor es una armadura divina contra los ataques de nuestros enemigos espirituales y quita de nuestras bocas el gusto por aquellos placeres con los cuales el tentador busca atraernos… el gusto del gozo en nuestras bocas hace que los ofrecimientos del tentador parezcan desabridos en comparación.”[v]
El gozo es nuestro protector. Regocijarse en el Señor es una defensa espiritual… es una actividad que escogemos hacer.
Pablo escribe aquí, “déjeme repetir esto una vez más – obedezcan esta orden – gócense en el Señor.”
Eso es lo que escogemos.
Estos son a quienes debemos evitar
Ahora Pablo continúa diciéndonos a quienes debemos evitar.
Pablo quiere que nuestro radar espiritual esté atento para captar y enviar señales de alerta al percatarse de ciertos individuos.
Esto es lo que escogemos… ahora – estos son a los que evitamos. Note versículo 2. Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.
¿Notó que Pablo usó la palabra guardaos, tres veces? Esta es otra orden.
Y significa, estar continuamente alerta.[vi]
En otras palabras, estamos ya usando nuestro chaleco antibalas llamado gozo en el Señor – y ahora debemos estar más alertas que nunca, atentos a nuestro alrededor, cuidándonos de los peligrosos enemigos que quieren robar nuestro gozo.
¿Quiénes son estos enemigos?
Pablo los describe con tres términos mas bien ofensivos que no quiere que el creyente olvide.
De hecho, hay algunos que creen que Pablo estaba siendo completamente grosero e imprudente… o sea, él no estaba siendo para nada amable.
Pablo aquí hace uso de una aliteración para que fuera aún más fácil recordar estas descripciones; los tres títulos, por así decirlo, que les dio a estas personas empiezan con la letra kappa en griego.
- Guardaos de los kunas (κυνας)
- Guardaos de los kakous ergatas (κακους εργατας)
- Y guardaos de los katatomen (κατατουμην)
Tres términos directos, secos, y ofensivos para estos enemigos de la gracia
Y no es que Pablo está simplemente insultando a estas personas porque sí – él está profundamente preocupado por la seguridad de la iglesia en Filipos y sabe que estos falsos maestros son peligrosos.
Así que Pablo no mide sus palabras o anda con rodeos.
Los perros
Note nuevamente su primera descripción – guardaos de los perros.
Necesitamos entender que cuando Pablo escribió esto, la gente no tenía perros de mascotas como hoy en día. De hecho, en el primer siglo nadie habría pensado en tener un perro de mascota.
En aquellos tiempos, los perros eran más como los coyotes – animales carroñeros que deambulaban en manadas y merodeaban por la ciudad alimentándose de lo que encontraran por la calle o lo que hubiera en los basureros. Eran criaturas peligrosas e incluso violentas.[vii]
En el Antiguo Testamento, el perro llegó a representar todo lo que era sucio e impuro (Éxodo 22:3; 1 Reyes 14:11); el término “perro” era usado como un término peyorativo para alguien malvado y peligroso.
El profeta Isaías escribió que los falsos profetas eran perros comilones insaciables (Isaías 56:11)
Aún si miramos al final del Nuevo Testamento, en el último capítulo de Apocalipsis, el término perro aparece como un término general para los no-arrepentidos, los obstinados, los malvados que no entrarán al cielo (Apocalipsis 22:15).
Estos falsos maestros judíos de los cuales Pablo advierte a la iglesia se deleitaban en llamar a los no-creyentes – y especialmente a los no-creyentes gentiles – perros; pero ahora, Pablo revierte el uso del término para ahora describir a estos falsos maestros judíos como perros sucios porque ellos habían pervertido el evangelio de Cristo.[viii]
Así que, en el diccionario de Pablo, un perro es alguien quien quiere dañarnos espiritualmente… personas de las cuales somos sus próximas victimas mientras continúan alimentando sus propios apetitos, deseos y malas intenciones.
Guardaos de los perros.
Los malos obreros
No solo están aquellos que quieren dañarnos espiritualmente, también están aquellos que quieren engañarnos espiritualmente. Pablo los llama en el versículo 2, malos obreros.
Esto habría sido tremendamente ofensivo para estos líderes judíos que se enorgullecían de sus buenas obras y de sus vidas aparentemente piadosas.
En los tiempos de Pablo, la nación de Israel estaba bajo el liderazgo espiritual de unos hombres llamados Fariseos.[ix]
Y los Fariseos habían codificado, expandido y desglosado la ley de Moisés en 365 mandamientos negativos y 250 mandamientos positivos, además tenían volúmenes de comentarios acerca de cualquier tema imaginable.
El problema es que la ley nunca produce integridad – menos ante Dios mismo; la ley solamente revela cuan pecadores somos.
Incluso hoy en día tenemos miles de leyes simplemente porque las personas no están dispuestas a obedecer 10 mandamientos.
Pablo escribió a los creyentes en Galacia que la ley es como un hayo, un tutor, un educador que nos guía a entender nuestra completa incapacidad de agradar a Dios y nuestra completa necesidad de salvación a través de Jesucristo (Gálatas 3:24-25).
Así que estos falsos maestros estaban menospreciando y negando abiertamente la suficiencia de Cristo – y elevando la piedad y esfuerzo humano lo cual solamente guía a mas orgullo y más maldad.
Jesús mismo no tuvo pelos en la lengua cuando les dijo en Mateo 23:15.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros. ¡Ay de vosotros, guías ciegos!
En vez de guiar a las personas a estar más cerca de Dios, ellos alejaban a la gente de Dios.
Warren Wiersbe escribió acerca de una mujer que estaba discutiendo con su pastor acerca del tema de la fe y obras como ambas necesarias para la salvación. Ella le dijo, “creo que ir al cielo es como remar un bote – un remo es la fe y el otro son las obras. Y si usted usa solo una, va a terminar navegando en círculos.” El pastor respondió, “hay un gran problema con su ilustración – nadie llega al cielo en bote”[x]
Si, el creyente hace cosas buenas – pero no para poder llegar al cielo, sino porque está camino al cielo – y las buenas obras glorifican a su padre celestial (Mateo 5:16)
Pablo está diciéndole a los Filipenses – cuidado de cualquiera que trata de engañarlos para que crean que el evangelio de gracia es realmente un evangelio de obras.
Un evangelio de, peca menos seguido, ora más, haz más, trabaja más duro, haz más buenas obras y luego quizás Dios te ame y te acepte.
No, la verdad es que nosotros somos pecadores, salvos por gracia a través de la fe en Cristo y aceptos en el amado por causa de la obra que Cristo hizo por nosotros. (Efesios 2:8 y 1:6)
- Guardaos de los perros – ellos buscan dañarle espiritualmente
- Guardaos de los malos obreros – ellos buscan engañarle espiritualmente.
Uno más – Pablo escribe en el versículo 2, guardaos de los mutiladores del cuerpo.
Los mutiladores del cuerpo
Tenga en cuenta que Pablo no está hablando aquí de 3 grupos distintos de personas – él está hablando del mismo grupo, los falsos maestros judíos, en tres términos distintos.[xi]
Y en esta última descripción, Pablo alude a la práctica de la circuncisión, y busca destruir el sentimiento de orgullo y confianza de este grupo en sus prácticas religiosas que ellos creían que garantizaban su relación con Dios.
La circuncisión era esencial para el pueblo judío – empezando con Abraham. Era la marca distintiva del pacto. Al pasar del tiempo los judíos se referían unos a otros como los “de la circuncisión.” Cada niño judío era circuncidado al octavo día.
La circuncisión fue ordenada por Dios para ilustrar gráficamente la depravación del hombre; porque el hombre pasa la naturaleza pecaminosa a través del acto de procreación – así transmitiendo la naturaleza pecaminosa a la próxima generación (Salmo 51:5; 58:3). Así que la circuncisión era un símbolo primordial que ilustraba la necesidad del hombre de ser limpio de su pecado desde lo más profundo de su ser.[xii]
Al pasar de los siglos, el pueblo judío perdió el significado de esta marca que señalaba la necesidad de la limpieza final provista por Jesucristo y en vez meramente mantuvieron la ceremonia.
Y por supuesto, la marca fue dejada a un lado en esta dispensación de gracia. Ahora en la era de la iglesia – el sello del evangelio es para ambos judíos y gentiles la morada del Espíritu Santo.
Pero estos falsos maestros judíos estaban tratando de hacer que cada gentil se sometiera a la ceremonia de circuncisión para garantizarle su pacto con Dios.
Y Pablo, para dejar las cosas claras, el usa un lenguaje bastante gráfico. En vez de referirse a ellos con la típica frase los de la circuncisión aquí en el versículo 2, Pablo se refiere a ellos como los mutiladores del cuerpo, o aquellos que mutilan su carne.
Esta es la misma palabra usada para los falsos profetas de Baal quienes cortaban su carne y mutilaban sus cuerpos para obtener la atención de su falso dios, Baal (1 Reyes 18).[xiii]
Este es un lenguaje bastante fuerte. Pablo está diciendo que la circuncisión física era tan insignificante espiritualmente como los rituales de mutilación en las religiones paganas.[xiv]
Como verá, ahora, gracias al sacrificio de Cristo y su obra de redención, la salvación viene a través de la fe en Cristo y nada más.
Ninguna marca física, ningún símbolo, acto, ritual, o ceremonia pueden cambiar el corazón o transformarlo de alguna manera – todas esas cosas simplemente señalaban hacia el sacrificio de Cristo.
Pablo está advirtiéndole a la iglesia de los ceremonialistas.
Los perros buscan dañarles espiritualmente. Los malos obreros buscan engañarles espiritualmente, y estos ceremonialistas buscan cargarlos espiritualmente.
Si pudiera resumir el corazón de las enseñanzas de estos falsos maestros en una sola frase seria la siguiente: agrega un signo más después del nombre de Jesús.[xv]
No es solo Jesús, es Jesús y algo más.
Ese es el corazón del legalismo. Le roba el gozo al sugerir que el amor de Dios y su favor tienen que ser ganados al hacer más y al tratar de ser mejor. Dios nunca se agradará de usted a menos que haga algo que pueda agregarse a la cruz.
- Jesús mas el bautismo
- Jesús mas membresía a una iglesia
- Jesús mas diezmo
- Jesús mas asistencia a la iglesia
- Jesús mas peregrinación
- Jesús mas oraciones
Y luego… quizás… Dios estará satisfecho con usted – lo cual implica que Dios el Padre no está satisfecho con lo que hizo el Hijo.
Los ceremonialistas lo cargaran espiritualmente.
Y ellos nunca tienen compasión de la gente. El legalismo hace de la opinión de una persona – o grupo de personas – su obligación; hace de la tradición de alguien, su carga.[xvi]
Pablo les dice a estos creyentes – y a nosotros – en el versículo 3. Porque nosotros somos la circuncisión – esto es, hemos sido limpiados en nuestro interior – no por algún tipo de cirugía, sino por el sacrificio de nuestro Salvador.
Así que esto es lo que hacemos – nos gozamos en el Señor – encontramos nuestra satisfacción en Él.
Y estos son a quienes evitamos – aquellos que niegan que Cristo es suficiente:
- Ellos son perros carroñeros, enfermizos y peligrosos
- Ellos son obreros que guían hacia la maldad
- Ellos son mutiladores que agregan obras a la obra suficiente de Cristo.
Ahora Pablo les recuerda – esto es quienes somos.
Esto es quienes somos
Note el versículo 3.
Los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.
Somos los que adoran a Dios primordialmente
En el original, la palabra servimos se asemeja más a la palabra para adoramos. Y es importante notar que nosotros no somos el enfoque de nuestra adoración; y la adoración no se trata de nuestras experiencias.
Hoy en día escuchamos mucho acerca de sentir o experimentar cosas en adoración. El problema es que frecuentemente el enfoque se encuentra en la experiencia y muy poco con adorar.
Adorar a Dios no es algo que se haga en la iglesia; es algo que uno hace en su corazón. Adoración es una vida rendida a Dios.
No es cuestión de llegar a la iglesia y decir, “listo, es domingo en la mañana, vamos a adorar, así que Señor hazme sentir tu presencia.
Querido oyente, así no funciona, su adoración pública el domingo está directamente relacionada con su adoración personal el lunes y el martes y el miércoles y el jueves y el viernes y el sábado.
¿Por qué? Porque la adoración es una forma de vida – un corazón devoto al Espíritu de Dios que capacita nuestra adoración nos dirige, y crea adoración genuina la cual es comunión y alabanza a Dios.
Esto es quienes somos – somos aquellos que adoran a Dios primordialmente.
Somos los que más se jactan en Jesucristo
Note nuevamente, nos gloriamos en Cristo Jesús.
La palabra para gloriarse es una palabra que describe un jactarse con gozo acerca de algo o alguien de quien una persona se siente orgulloso.[xvii]
Nosotros somos los que entendemos que lo único de lo que podemos jactarnos es de nuestra salvación – la única persona de la cual podemos jactarnos es Cristo.
Cuando los discípulos fueron enviados en una misión de sanación, exorcismo y predicación en Lucas 10, y volvieron a Jesús dijeron, “Señor incluso los demonios se nos sujetan en Tu nombre.” En otras palabras, deberías haber visto lo que hicimos y las conversaciones que tuvimos y los milagros que pudimos hacer. Señor, fue realmente algo impresionante.
Y Jesús uso ese mismo momento como una oportunidad para enseñarles y les respondió, sin duda con mucha paciencia y gracia – “no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.”
O sea, Jesús les dijo, “la base de su gozo no es tanto en lo que hicieron por mí, sino que pertenecen a mí.
Somos los que adoran a Dios primordialmente; Somos los que más se jactan de Jesucristo.
Somos los que menos confían en sí mismos.
Pablo escribe al final del versículo 3, no teniendo confianza en la carne.
El cristiano, más que cualquiera en el mundo entiende la pecaminosidad de su naturaleza.
Como los puritanos que oraban siglos atrás, somos conscientes de la oscura bestia dentro de todos nosotros.
Y como Pablo clamamos, “miserable de mi… quien me librara de este cuerpo de muerte. Gracias doy a Dios por Jesucristo Señor nuestro.” (Romanos 7:24-25)
En otras palabras, soy un miserable pecador, pero he sido liberado de la pena de mi pecado y un día seré liberado de la presencia del pecado – o sea, yo mismo – liberado por siempre de este cuerpo de muerte por Jesucristo nuestro Señor.
Y mientras tanto, no confiamos en nuestra carne.
Conclusión
Benjamín Franklin desarrolló un rígido sistema de auto superación. El rechazaba el evangelio, de hecho, fue varias veces evangelizado personalmente por George Whitefield, el gran predicador que guio a miles de personas a Cristo a través de su predicación al aire libre. Benjamín Franklin apoyaba los orfanatos de Whitefield; fue Franklin que una vez estimo cuán lejos llegaba la voz de Whitefield al aire libre mientras predicaba a casi 30.000 personas.
Pero Franklin solo creía en la auto superación moral. De hecho, el desarrolló un sistema de 13 virtudes. Entre ellas
- Frugalidad: “no hagas ningún gasto que no sea para el bien de otros o el propio; esto es, no desperdicies nada”.
- Otra virtud era Laboriosidad: “No pierdas tiempo; empléate siempre en algo útil; corta toda actividad innecesaria.”
- Serenidad: “no seas perturbado por cosas triviales, accidentes comunes o inevitables.” Y así.
El organizó un cuaderno con una página para cada virtud, con una columna en la cual el registraba “defectos.” El escogía una virtud diferente en la cual trabajar cada semana y el anotaba diariamente cada error. Luego empezaba devuelta cada 13 semanas para pasar por su lista de 13 virtudes 4 veces por año.
Por décadas, Benjamín Franklin llevó consigo este pequeño cuaderno de virtudes, luchando por conseguir algún ciclo perfecto de 13 semanas. Pero encontró que siempre que progresaba un poco, eso lo llevaba a ponerse orgulloso.[xviii]
Cuando George Whitefield murió, Benjamín Franklin le escribió a un amigo, “Don Whitefield solía orar por mi conversión, pero nunca tuvo la satisfacción de que sus oraciones fueran respondidas.”[xix]
Franklin rechazó a Cristo hasta el día que murió.
El habría sido un fantástico Fariseo. Una religión basada en la auto superación y las buenas obras.
A todo esto, ese es el mundo en el que vivimos hoy – dispuesto a trabajar en auto-superarse mientras que no se hable de pecado o de una necesidad de un salvador.
Pablo efectivamente nos recuerda que los creyentes en Filipos y que todos los cristianos somos solo eso: un grupo de pecadores que no han puesto su confianza en sí mismos. Y nos gloriamos en la obra de Cristo Jesús y adoramos en el Espíritu de Dios mientras nos gozamos en el Señor.
Y este en nuestro testimonio de gozo:
Mi fe descansa en buen lugar,
no en una religión;
Confío en el viviente Rey,
pues él por mí murió
Y no preciso discutir
ni un argumento más:
Me basta que Cristo murió y que él murió por mí
[i] Adapted from Steven E. Runge, Philippians: A Visual and Textual Guide (Lexham Press, 2014), p. 71
[ii] Adapted from G. Walter Hansen, Pillar New Testament Commentary: The Letter to the Philippians (Apollos, 2009), p. 214
[iii] Runge, p. 72
[iv] Fritz Rienecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 555
[v] Quoted by Hughes, p. 122
[vi] Rienecker & Rogers, p. 556
[vii] William Barclay, The Letters to the Philippians, Colossians and Thessalonians (Westminster Press, 1975), p. 53
[viii] Barclay, p. 54
[ix] J. Dwight Pentecost, The Joy of Living: A Study of Philippians (Lamplighter Books, 1973), p. 123
[x] Warren W. Wiersbe, Philippians: Be Joyful (Victor Books, 1978), p. 84
[xi] Sam Gordon, Philippians: An Odyssey of Joy (Ambassador, 2004), p. 108
[xii] Adapted from John MacArthur, Philippians (Moody Publishers, 2001), p. 218
[xiii] Hughes, p. 124
[xiv] Adapted from John MacArthur, Philippians (Moody Publishers, 2001), p. 219
[xv] Adapted from Motyer, p. 152
[xvi] Gordon, p. 110
[xvii] MacArthur, p. 222
[xviii] Philip Yancey, What’s So Amazing about Grace (Zondervan, 1997), p. 34
[xix] Arnold A. Dallimore, George Whitefield: Volume 2 (Cornerstone Books, 1979), p. 453