7 de agosto de 1954. Era un día soleado, el clima perfecto para los Juegos del Imperio Británico.
Un evento en particular había atrapado el interés de todo mundo; porque, por primera vez en la historia del deporte, dos hombres habían corrido 1600 metros en menos de 4 minutos, Roger Bannister de Inglaterra y John Landy de Australia, quienes estaban a punto de enfrentarse en estos Juegos.
La carrera había sido denominada La Milla Milagrosa, porque todos esperaban una competencia cerrada, emocionante, que rompiera todos los records.
Roger Bannister había planeado que iba a relajarse un poco durante la tercera y cuarta vuelta, guardando toda su energía para el tramo final.
Pero mientras comenzaban la tercera vuelta, John Landy empezó a adelantarse mucho – la distancia que le había sacado a los demás era impresionante. Así que Bannister se vio forzado a apurar el paso para mantener sus chances de ganar la carrera. Al empezar la cuarta vuelta, Bannister había ya acortado la distancia con Landy por la mitad – y estaba avanzando rápidamente hacia él.
Encontré un video de la carrera en internet y lo vi – fue una carrera emocionante – especialmente al final.
Landy empezó a correr más rápido y Bannister lo siguió de cerca. Ambos hombres iban tan rápido parecían que estuvieran corriendo una carrera de 100 metros. Mientras doblaban en la última curva, Landy todavía se encontraba liderando la carrera por solo un par de pasos. La multitud estaba ovacionando y alentando. Preguntándose si su oponente estaba lejos o cerca, John Landy hizo lo impensado – el miró hacia atrás. El giró su cabeza hacia la izquierda, lo cual rompió su concentración automáticamente y le hizo disminuir el ritmo; y en una fracción de segundo, Bannister, quien estaba a su derecha, lo adelantó y ganó la carrera.[i]
Miles de fotografías serían publicadas con el título, “Landy miró hacia atrás.”
Hay reglas esenciales en cada deporte – ya sea mantener el rostro mirando hacia abajo mientras golpea la pelota de golf; o no perder de vista la pelota cuando está por recibir el balón de futbol.
Y para el corredor, la gran regla es nunca voltearse a mirar atrás, mantener la vista hacia delante. Estas son reglas esenciales y fundamentales.
En la carta de Pablo a los Filipenses, capítulo 3. Él ha estado animando a la iglesia a apuntar más alto y a seguir hacia delante.
El capítulo comienza con su testimonio personal, donde él hace una lista de todos sus logros, los cuales ahora considera que no son importantes en lo absoluto, por la simple razón de que, en lo que se refiere al evangelio, él había estado buscando las cosas incorrectas – él había estado apuntando muy bajo.
Su testimonio continúa en el siguiente párrafo en donde describe su propósito en la vida – el cual era conocer íntimamente a Cristo y caminar cerca de Él.
Si estuvo acompañándonos en nuestros últimos estudios, recordará que el Apóstol Pablo había tomado figurativamente su libro de contabilidad y había calculado todo en su vida y como resultado había obtenido un gran cero cuando lo comparó con conocer, servir, y sufrir con Cristo.
Él estaba apuntando más alto y siguiendo hacia delante.
Ahora, en este próximo párrafo, Pablo cambia su vocabulario de uno de un contador a uno de un atleta; y más específicamente de un corredor.
Esta es una de sus metáforas favoritas a través de sus cartas.
Y vamos a dejar que esa metáfora sirva de guía para nosotros hoy mientras estudiamos este texto.
En estos próximos versículos, Pablo va a proveer para el creyente nada más y nada menos que 5 actitudes esenciales para correr la carrera de la vida.
Aquí está la primera actitud esencial – déjeme parafrasearla para usted y luego vamos a mirar juntos el pasaje. Número uno,
- “He corrido por un largo tiempo, pero todavía no he llegado a mi destino”
En otras palabras: seamos honestos.
Abramos nuestras Biblias en Filipenses 3:10 donde la Palabra de Dios dice, a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto.
¿Se dio cuenta? Todavía no lo he alcanzado.
¿Que es entonces lo que Pablo está buscando alcanzar? ¿está hablando acerca de la resurrección? En cierto sentido, si. Pero más que eso, se nos da una pista con este verbo que es traducido perfecto. Todavía no he alcanzado la perfección.
Esta es la única vez que encontramos que Pablo usa este verbo en todas sus cartas. Significa alcanzar perfección moral y espiritual. Podríamos traducirlo, “no que haya sido ya perfeccionado.”[ii]
Pablo usa esta palabra como un adjetivo en varias de sus cartas – y la usa para referirse a algo que es puro y consistente (Romanos 12:2); o, ser maduro en pensamiento como un adulto espiritual (1 Corintios 14:20).
En otras palabras, lo que Pablo está diciendo aquí es, “no he alcanzado el punto en mi experiencia cristiana donde pienso, camino, y reflejo a Cristo con pureza y madurez consistente.
¿puede creerlo? Pablo, el súper Apóstol.
- El autor de la mayoría del Nuevo Testamento.
- Uno de los lideres más importantes de la iglesia de primer siglo.
- El receptor de visiones celestiales y poderes apostólicos.
- El hombre beneficiado con un tour personal al cielo.
- El gran teólogo.
- El fiel pionero y perseverante misionero.
- Esta admitiendo – para sorpresa de muchos – que él todavía no ha llegado a la meta.
A todo esto, esta es la actitud de todo buen atleta – puedo correr más rápido, entrenar más duro, mantenerme más concentrado y preciso.
Esto es lo que un escritor denominó “santa insatisfacción.”
Warren Wiersbe escribió acerca de este pasaje, Pablo nunca se permitió a si mismo estar satisfecho con su progreso espiritual; él estaba satisfecho con Jesucristo, pero no estaba satisfecho con su vida cristiana – él vivía con un sentido de insatisfacción santificada.[iii]
Pablo esta diciendo: “Quiero que todos ustedes en Filipos sepan que no soy tan maduro como me gustaría ser – no estoy siquiera cerca de la perfección… seamos honestos”
¡Qué ejemplo de vida! La verdad es que nosotros como cristianos solemos estar demasiado satisfechos con nosotros mismos, porque tendemos a comparar nuestra carrera con la de otros cristianos – y frecuentemente encontramos a alguien más lento que nosotros para compararnos.
Necesitamos evitar el peligro de compararnos con alguien que va más lento que nosotros – o con alguien que va más rápido también.
Cualquiera de los dos extremos es malo. No lo van guiar a la madurez. Muy por el contrario, lo van a guiar, por un lado, al orgullo – porque es mucho más rápido que otro – o al desánimo – porque siente que le es imposible correr tan rápido como ese otro creyente.
Pablo aquí está comparándose con la meta de ser semejante a Cristo y dice, “todavía no lo he alcanzado”
Qué alivio es escuchar a Pablo hablando con esta humildad y honestidad.
Francamente, vivimos en un mundo imperfecto – pertenecemos a familias imperfectas – pertenecemos a una iglesia imperfecta – vivimos rodeados de personas imperfectas.[iv]
Pablo esta insinuando aquí – ¡seamos honestos! Y tenga en mente que Pablo es una persona tremenda… y con una enorme transparencia el básicamente admite… he corrido por un largo tiempo, pero todavía me queda mucho por recorrer.
Esa es la primera actitud esencial – una santa insatisfacción.
La segunda actitud esencial es crítica en este punto de auto-evaluación y honestidad; déjeme ponerlo de esta forma – Pablo dice,
- ¡No me rendiré, sino que sigo adelante!
No solo debemos ser honestos, sino que debemos seguir moviéndonos – seguir adelante.
Note que en el versículo 12 dice, sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
Pablo usa el verbo asir dos veces, el cual también puede ser traducido capturar.
Podríamos interpretar que Pablo está diciendo, “prosigo para capturarlo – esto es, el crecer en semejanza a Cristo – de la misma manera que he sido capturado por Cristo”
“Prosigo para obtener más cercanía y consistencia con Cristo – sabiendo que he sido tomado asimismo por Su gracia.”
Así que, en vez de rendirse y abandonar triste la carrera después de admitir que no había llegado aún a la meta – aunque para este punto él ya ha estado sirviendo a Cristo y sufriendo por Cristo por más de 20 años – Pablo combina su transparente admisión de inmadurez con su confianza de estar asido por Cristo – capturado por Cristo, lo cual le da consuelo y lo anima a mantenerse en la carrera.
Sino que prosigo – (διωκω) – lo que significa moverse con decisión hacia un objetivo.[v]
Pablo usó la misma palabra antes en su testimonio para probar cuan celoso él era para perseguir la iglesia. ¿Puede imaginarse ese tipo de cambio en su vida?
Antes que hubiera sido capturado por Cristo en el camino a Damasco, él estaba persiguiendo la iglesia con malas intenciones; pero ahora, él está persiguiendo a la persona de Cristo para cultivar una buena relación con él.[vi]
Tenga en mente que Pablo no está hablando tampoco de estar persiguiendo su salvación. Él no está hablando de perseguir su justificación – y que, si logra correr lo suficientemente rápido, quizás logre conseguirla.
No, él ha sido capturado por Cristo – y ahora él prosigue para capturar la esencia y la importancia de caminar diariamente con Cristo y madurar en Cristo y reflejar a Cristo en su vida.
De hecho, Pablo habla en presente cuando dice que prosigue a la meta – sigo, me mantengo corriendo decidido en esta dirección.
Un escritor dijo, “es como si él estuviera apretando los dientes y diciendo, voy a continuar día a día… Su gracia me sostiene con fuerza, por lo tanto, seguiré en mi persecución por un profundo caminar con Él.”[vii]
Hay una buena parábola que ilustra bien este tipo de perseverancia. La parábola cuenta de un perro viejo que se cayó en el pozo de agua de un granjero – fue una larga caída, pero sobrevivió. El granjero llegó eventualmente al pozo y descubrió lo que había pasado. Le dio mucha pena el perro, pero decidió que ni el perro ni el pozo valían la pena y el esfuerzo de ser salvados. Así que decidió tapar el pozo con tierra y enterrar al perro al mismo tiempo.
Cuando el granjero empezó a tirar las paladas de tierra, el perro se puso loco. Pero mientras el granjero seguía echando tierra, la cual caía en la espalda del perro, el perro simplemente siguió sacudiéndosela. Se le ocurrió al perro que cada vez que una palada de tierra le cayera en la espalda, lo que tenía que hacer era sacudirse la tierra y pararse sobre esta. Esto hizo, palada tras palada. “sacudirse la tierra y avanzar.”
Sin importar cuan dolorosas fueran esas paladas de tierra o cuan angustiosas esa situación pareciera, el perro combatió el pánico y siguió sacudiéndose y avanzando. No pasó mucho tiempo hasta que el perro, golpeado y exhausto logro salir del pozo. Lo que parecía que iba a enterrarlo vivo, termino beneficiándolo – todo porque siguió sacudiéndose la tierra, y avanzando.[viii]
No es una mala actitud para tener en la carrera de la vida.
He corrido un largo camino, pero todavía no he llegado a la meta
No voy a rendirme, sino que voy a continuar avanzando.
Hay una tercera actitud esencial que guía al corredor hacia la meta de la madurez.
Permítame resumir lo que Pablo dice con esta afirmación.
- No soy cerrado de mente, pero tengo un solo objetivo
Pablo escribe en el versículo 13, Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago.
Aquí él describirá que esa cosa es con un par de frases clave, pero no pierda el punto que está haciendo.
Un comentarista escribió acerca de esta frase – como un misil teledirigido, Pablo tiene su objetivo fijo en seguir a Cristo.[ix]
Ese es su propósito principal. Y lo principal en la vida cristiana es mantener lo principal en primer lugar.
Esto significa que debemos minimizar las distracciones, y enfocarnos en la meta.
El evangelista del siglo 19 llamado D. L. Moody una vez dijo, “es mejor decir: una cosa hago, que decir, en estas cuarenta cosas incursiono.”[x]
La verdad es que siempre van a haber muchísimas cosas buscando ocupar un lugar en su calendario – solo asegúrese de que estas no ocupen el lugar de Dios.
Manteniendo la analogía del mundo deportivo, ningún atleta es exitoso en todos los deportes – cada uno se especializa en un solo deporte.[xi]
En ese contexto, Pablo habla aquí de su enfoque y concentración. Él es un corredor… y él está corriendo para alcanzar la madurez y para crecer en el conocimiento de Cristo.
Más que una carrera de 100 metros, la vida cristiana es como una carrera de vayas.
- Un obstáculo tras otro
- Una distracción tras otra
- Rechazar una cosa tras otra al intentar mantener la concentración en lo que es más importante en la vida
Alguien una vez escribió, en la vida cristiana uno debe aprender el arte del rechazo.
Eso no es ser cerrado de mente, es tener un solo objetivo.
Así que tratemos de minimizar las distracciones que nos buscan sacar de este camino de seguir a Cristo. Pablo nos entrega una cuarta actitud esencial para correr la carrera de la vida. Pablo aquí está diciendo.
- Puedo recordar el ayer, pero escojo dejar el pasado atrás.
Note el versículo 13 nuevamente – olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante.
Pablo nos pinta aquí un cuadro de lo que es su objetivo con dos frases; olvidando lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante.[xii]
Si Pablo hubiera sido el entrenador de John Landy, esta habría sido la arenga perfecta en los vestidores antes de la carrera: “sin importar que pase, no mires hacia atrás – no quites tu mirada de la línea de meta!
Vivir en el pasado es como tratar de correr con un grillete con una pesa atado en el tobillo.
Imagine que habría sido de Pablo si hubiera vivido pensando en cuando persiguió a la iglesia; cuan engañado había estado; cuan cruel había sido con los hijos de Dios.
Él nunca lo olvido, pero él escogió dejar el pasado atrás.
El problema con la nación de Israel en Éxodo era que ellos habían olvidado las cosas buenas y estaban recordando todas las cosas equivocadas. Ellos olvidaron el poder, la provisión, y las promesas de Dios y estaban recordando a Egipto. En Números 11, ellos dicen, Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos. (Números 11:5)
Recordamos Egipto. Evidentemente no vamos a recordar nuestro escape de Egipto.
Pablo no está escribiendo que necesitamos olvidar todo acerca de nuestro pasado – ni siquiera Pablo lo hizo; de hecho, empezamos el capítulo 3 con una biografía de su vida incluyendo su persecución en contra la iglesia.
Además, hay cosas en su pasado que lo llevan a alabar a Dios. ¿por qué olvidarlas?
Es importante recordar que Pablo está escribiendo en el contexto de correr una carrera. Él nos está diciendo que debemos olvidar cualquier cosa que nos impida estirarnos hacia delante en búsqueda de parecernos más a Cristo.
En las palabras de un escritor que leí la semana pasada: una forma de adelantarse es dejando lo que pesa atrás.
O sea, deje el peso atrás.
Pero ¿está Pablo pidiendo algo imposible? ¿no es verdad que entre más trágico o traumático o violento o pecaminoso o doloroso el evento en el pasado, es más probable que nunca lo olvide?
¿Esta Pablo sugiriendo que el creyente maduro está en el proceso de perder su memoria?
Pablo no está hablando de desarrollar una amnesia espiritual.
Tenga en mente que, en términos bíblicos, el olvidar no significa no poder recordar.
Olvidar, en la Biblia, significa “no estar ya más influenciado o afectado por algo” Lo cual explica la promesa de Dios que encontramos en Hebreos 10:17 que dice: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
Dios no olvida nada.
Lo que esto significa es que Dios no va a permitir que nuestros pecados influencien o afecten nuestra relación con el
Así que Pablo no está sugiriendo algún tipo de ejercicio psicológico o mental donde de alguna manera borramos los pecados, errores y dolor de nuestro pasado. Pablo está diciéndonos que un corredor en la carrera es capaz de liberarse del poder del pasado al vivir por – al extenderse hacia – el futuro.[xiii]
No podemos cambiar el pasado, pero podemos cambiar el significado de nuestro pasado.[xiv]
Podemos ver como Dios lo usó para moldearnos, rescatarnos, y usarnos.
Esto es exactamente lo que hizo José. Lo encontramos registrado en el libro de Génesis.
- José había sido vendido en esclavitud por sus celosos hermanos
- El había sido acusado falsamente de acosar sexualmente a la esposa de su jefe
- Lo habían enviado a prisión por cargos que no había cometido
- Había sido olvidado por personas que el había servido y ayudado en prisión
Pero después de años de traiciones, y sufrimiento y prisión, es liberado y llega a convertirse en el jefe de gobierno de Egipto – justo a tiempo para ser usado por Dios para salvar a todo el Medio Oriente de una hambruna que duró 7 años.
Y cuando sus hermanos van a Egipto para comprar alimentos, el los reconoce – pero ellos no lo reconocen a él, que ya es un adulto y está vestido como egipcio.
Finalmente, José les revela quien es, y eventualmente les dice la famosa frase “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien” (Génesis 50:20).
En otras palabras; “nunca he olvidado el pasado – y las cosas terribles que me hicieron” y estoy convencido que José todavía podría haber sentido.
- El horror de haber sido abandonado y vendido por sus hermanos como esclavo
- Todavía podría haber sentido el dolor de ese largo viaje a Egipto donde fue subastado como un esclavo
- El duro golpe de las acusaciones de la esposa de Potifar después de que su vida recién empezara a mejorar.
- Estoy convencido de que todavía podía sentir el olor de aquella celda donde había estado preso.
- Todavía podía sentir la desesperación de ser olvidado una y otra vez.
José efectivamente le dijo a sus hermanos, no he olvidado el pasado – pero he descubierto un nuevo significado en mi pasado – que mi pasado encaja en los planes de Dios para mi futuro.
Pablo insinúa aquí que usted tiene la capacidad de liberarse del poder del pasado al darle un nuevo significado a la luz de las promesas de Dios y al vivir con la vista puesta en el futuro.
No trate de correr su carrera mirando hacia atrás. Extiéndase hacia delante – Pablo escribe. Esta Palabra que se traduce extenderse en el versículo 13 hace referencia a un corredor terminando la carrera con sus brazos extendidos y su cuerpo estirándose hacia adelante para pasar la línea de meta.[xv]
Extendiéndose hacia el final.
¿Y cuál es esa línea final que Pablo tiene en mente?
Déjeme parafrasear una vez más – en esta quinta y última actitud esencial para correr la carrera cristiana.
Pero primero permítame hacer un breve recuento: Pablo primero dijo
- He corrido bastante, pero todavía no he llegado
- En otras palabras, seamos honestos
- En segundo lugar, no voy a rendirme, sino que sigo adelante
- En otras palabras, continuemos
- En tercer lugar, no soy cerrado de mente, pero tengo un solo propósito
- O sea, manténgase enfocado
- Cuarto, puedo recordar el ayer, pero estoy escogiendo dejar el pasado atrás
- En otras palabras, deshágase del peso que no le permite avanzar.
- No creo que la carrera se pondrá más fácil, pero el premio vale la pena el esfuerzo.
Note el versículo 14, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
¿Cuál es el premio? El supremo llamamiento. ¿Cuál es el supremo llamamiento? El cielo – y la presencia de Jesucristo, de quien Pablo ha estado anhelando saber más íntimamente y caminar más cercanamente.
En la ciudad de Atenas, durante los días de Pablo, al atleta ganador se le daba cierta cantidad de dinero, comida gratis, y asientos en primera fila para cualquier evento teatral.[xvi]
Pero nuestro premio es muchísimo mejor que el dinero, que la comida o que asientos de primera fila.
Y tengamos en mente que cada uno de nosotros, sin importar cuán rápido corramos, o cuán difícil sea la carrera, o por cuanto tiempo hayamos estado corriendo, todos los creyentes cruzaremos la línea de meta.
Y la línea de meta son las puertas del cielo.
- Pablo nos recuerda que el premio es el supremo llamamiento a la presencia del Señor
- Cuando nuestros cuerpos serán transformados de mortales a inmortales y nuestro espíritu será perfeccionado en santidad
- Y aunque si hay premios al llegar allá, el mejor premio es una persona. La gloriosa presencia de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo.
Un escritor desafió a la iglesia cuando escribió:
- El premio que Pablo tiene en mente es más grande que simplemente escapar las miserias de este mundo.
- Es mejor que no sentir hambre nunca más.
- que ser libre de enfermedades y dolor.
- O de reunirse con seres queridos.
- Lo mejor acerca del premio que nos espera en la línea de meta no es probar de la comida en las bodas del Cordero.
- No es que nuestras lágrimas serán enjugadas por siempre.
- No son las calles de oro o las mansiones que nunca necesitarán reparaciones o sistemas de alarma.
- El placer más intenso del cielo será encontrado en que por fin, podremos ver a Cristo cara a cara y podemos adorarle y alabarle por siempre.[xvii]
No es comida gratis y asientos en primera fila.
El premio es la persona de Jesucristo. Pablo está “corriendo hacia él en esta carrera.”
Un compositor lo puso de esta forma:
Valdrá la pena, cuando le veamos
Las pruebas del vivir, ahí cesarán
Su rostro vislumbrar, las penas borrarán
Por tanto, correré hasta a Cristo ver.
—
[i] Adapted from CBS Sports archives online & R. Kent Hughes, Philippians (Crossway Books, 2007), p. 148
[ii] Fritz Rienecker and Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 558
[iii] Warren W. Wiersbe, Philippians: Be Joyful (Victor Books, 1978), p. 94
[iv] Adapted from Sam Gordon, Philippians: An Odyssey of Joy (Ambassador, 2004), p. 129
[v] G. Walter Hansen, Pillar New Testament Commentary: The Letter to the Philippians (Apollos, 2009), p. 251
[vi] Adapted from Hansen, p. 251
[vii] Adapted from Hughes, p. 147
[viii] www.preachingtoday.com/illustrations/1999/november/12070.html
[ix] Adapted from Tremper Longman & David Garland, general editors; The Expositors Bible Commentary: Volume 12 (Zondervan, 2006), p. 245
[x] Gordon, p. 131
[xi] Adapted from Wiersbe, p. 96
[xii] Adapted from Hansen, p. 253
[xiii] Adapted from Wiersbe, p. 98
[xiv] Ibid.
[xv] Rienecker & Rogers, p. 558
[xvi] Gordon, p. 135
[xvii] Dennis E. Johnson, Philippians (P & R Publishing, 2013), p. 217