Hace unos años atrás un artículo de una popular revista relataba la difícil situación de las personas que, sin identificaciones personales, aparecen en las estaciones de policía y hospitales. La mayoría de ellos son adultos mayores que han experimentado un derrame cerebral o sufren de demencia y, que por alguna razón, no están con sus familias.
La mayoría de ellos son eventualmente identificados por sus familiares que vienen a buscarlos. Pero este artículo en particular contaba acerca de aquellos a quienes nunca vienen a buscar. El articulo destacaba a un hombre en particular. Él era una de seis de personas que un día aparecieron sin identificación o memoria que ofrecer a un centro de atención pública.
Los empleados en este centro de atención, le pusieron por nombre Carlos. Y Allí estuvo por más de una década. Él no hablaba bien – el había tenido un derrame que le había causado daño cerebral. Él usaba una silla de ruedas para moverse y la única reacción facial que tenía hacia las personas era una gran sonrisa.
Según este artículo, un día, el centro de atención recibió una información que revelaba la identidad de Carlos. Su nombre era Crispin Mareno. De hecho, el día en que el centro de atención descubrió su verdadera identidad era el mismo día de su cumpleaños número 53. Ese día, uno de los directores visitó a Carlos y le contó lo que habían descubierto. Se agachó y le dijo directamente al oído – su nombre es Crispin Mareno – y le deseo un feliz cumpleaños. Crispin quedó en silencio después de escuchar su nombre – por primera vez en 13 años él sabía quién era – lágrimas empezaron a correr por sus mejillas.[i]
El título del articulo era “viviendo una vida desconocida.” Generó bastante interés e información acerca de este extraño mundo de personas indocumentada que, por alguna u otra razón, no tienen idea de quienes son.
Me llamó mucho la atención que una de las razones principales por la que Pablo les escribe esta carta a los creyentes en Filipos era para recordarles de su verdadera identidad. Para recordarles quienes eran… y a quien pertenecían.
Se ha dado cuenta que cada vez que abrimos la Palabra de Dios, esta tiene una manera particular de aclarar nuestra mente, la cual es propensa a la amnesia espiritual – tendemos a olvidar quienes somos.
Desde el 1er siglo hasta el siglo 21, los creyentes en cada generación y en cada cultura han tendido a tener mala memoria.
- La niebla de nuestra cultura pecaminosa puede desorientarnos, haciéndonos olvidar donde estamos.
- Las ruidosas distracciones de nuestra generación pueden ensordecer nuestro oído espiritual
- Las filosofías corruptas alrededor nuestro pueden causar que olvidemos quienes somos… y a quien pertenecemos.
Pablo está escribiéndole a este grupo de creyentes quienes posiblemente han llegado a la conclusión de que son ciudadanos de Filipos y que pertenecen a Roma. Pero Pablo les recuerda que son ciudadanos del cielo y que pertenecen a Dios. (Filipenses 3:20).
Puede parecer que Roma está a cargo, pero Dios es quien está a cargo. Podrá parecerles que Cesar tiene todo el poder, pero Dios es quien tiene el poder. Y eso es bastante sorprendente viniendo de Pablo quien está escribiendo esta carta encadenado entre dos guardias pretorianos.
Pero en la perspectiva de Pablo, él no había sido arrestado por Cesar, el había sido arrestado por Cristo – él escribe en Filipenses 1:19-20 Porque sé que esto resultará en mi liberación… y Cristo será magnificado en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Pablo está diciendo, “yo sé quién soy, y yo sé a quién pertenezco.”
Abramos nuestras Biblias en Filipenses y vayamos a los últimos 3 versículos del capítulo 4, mientras concluimos nuestro estudio.
En estos versículos, Pablo va a reconocer 4 grupos de personas.
- El primer grupo es la iglesia en Filipos a quien está escribiendo.
Note el versículo 21. Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Este vocabulario es común en Pablo cuando termina sus cartas.
Es más, él dice lo mismo en tres otras cartas – la carta a los Romanos y sus dos cartas a los Corintios – eso sí, en estas otras cartas, él agrega que se saluden unos a otros con ósculo – o beso – santo (Romanos 16:16; 1 Corintios 16:20; 2 Corintios 13:12). Obviamente el saludarse de beso era algo cultural, como lo sigue siendo en muchos de nuestros países.
Pero aquí en esta carta a los Filipenses, Pablo omite totalmente la parte del saludo – ya sea porque no necesitaba decirlo, o más probablemente porque en todas sus otras cartas Pablo estaba diciéndole a la iglesia que se saludaran.
Pero aquí en este contexto, Pablo está diciéndole a los ancianos y los diáconos, mencionados previamente en el capítulo 1, que saluden a cada miembro de la iglesia de parte de él. Y el énfasis se encuentra en la parte verbal del saludo.
Pablo enfatiza la palabra todos – saludad a todos. Lo cual es la forma de Pablo de decir que él quiere que cada individuo de la iglesia de Filipos reciba un saludo personal, verbal de parte de él.[ii]
Como para recordarles a cada uno de estos queridos y fieles miembros de la iglesia que él los ama y que ora por ellos, y que los aprecia a cada uno de ellos.
Y note como Pablo los llama. El escribe Saludad a todos los santos. Quizá le sorprenda un poco este saludo – o sea, es raro el dirigirse a otra persona como santo. Y pensamos así, porque hemos perdido el significado teológico de quienes somos.
Pensamos más como la Iglesia Católica Romana o la Iglesia ortodoxa que canoniza a aquellos extraños individuos que fueron como superestrellas espirituales – esos son los santos.
La iglesia Romana occidental y la iglesia ortodoxa en el Este, requiere que a los santos se le hayan atribuido alguna forma verificable de milagros asociados a su ministerio o sus enseñanzas.
En el caso de la Madre Teresa, quien murió varias décadas atrás – se ha dicho que una mujer fue sanada al tocar una fotografía de ella. La mujer afirmaba: un rayo de luz salió del relicario donde tenía su foto y sanó mi cuerpo. Esto ayudó a que el Vaticano afirmara su candidatura para ser santa.
No quiero salirme de tema aquí – pero el punto que quiero hacer es que hay muchísima gente que piensa que solo personas realmente espectaculares que tienen algo que ver con milagros y vidas intachables merecen ser llamadas santos. Celebridades espirituales se convierten en santos. Incluso, en el día a día, es común que se diga que alguien es un santo, cuando se destaca por ser una persona buena y correcta – “Oh, él es un santo.”
¿Qué oportunidad nos queda a nosotros de ser santos entonces? Bueno, para comenzar, déjeme decirle que todos los requerimientos religiosos para convertirse en santo no tienen nada que ver con la Biblia. Todo eso ha sido inventado.
La palabra usada en el Nuevo Testamento para santo aquí es hagios y significa separado. Se refiere, no a cristianos especiales, sino a cada cristiano, porque cada cristiano ha sido separado para Dios como uno de los suyos.
De hecho, el término santo es uno de los términos favoritos del Apóstol Pablo para los cristianos y lo usa 40 veces a través de sus cartas.[iii]
Él se dirige a todos los creyentes en Filipos como santos – volviendo al capítulo uno de esta carta el escribe en el versículo 1, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos. Incluso a la iglesia aproblemada e inmadura en Corinto, Pablo escribe que son santificados y llamados a ser santos (1 Corintios 1:2).
Un autor escribe, en términos bíblicos, un santo no es un superhéroe de la fe; un santo es cualquiera que tiene vida eterna en Cristo.[iv]
De hecho, note cual es la base para ser santo aquí en Filipenses 4 – Pablo clarifica – Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Porque por nuestra unión con Jesucristo, nuestro estatus pasa a ser uno de santidad… usted es un santo, ahora mismo. Usted ha sido separado por Dios, por la fe en Jesucristo como su única y preciosa posesión.
Así que Pablo está diciéndole a cada miembro de esta iglesia y a nosotros.
- Esta es su identidad – este es quien usted es – usted es un santo.
Lo que significa:
- Que no es un santo gracias a su desempeño personal
- No es un santo solo después de que haya alcanzado algún nivel de madurez
- No es un santo porque ya ha leído la Biblia y aprendido lo suficiente.
Usted es llamado santo porque Dios lo ha llamado hacia sí mismo por la fe en Cristo – y todos los que estamos en Cristo somos llamados santos.
Y a todo esto – nada en las escrituras nos anima a venerar o poner a alguien en un pedestal, o prender velas o incienso u orar a un santo, ya sea que esté vivo o muerto. Eso ha sido un simple invento religioso. Los santos no deben ser adorados – los santos son personas que adoran al Dios vivo y verdadero.[v]
- Pablo reconoce a un segundo grupo de personas en la conclusión de su carta
Note el versículo 21 nuevamente – Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. En otras palabras, los hermanos que están aquí en mi compañía también quieren saludarlos.
Pablo no menciona quienes son – pero es probable que Timoteo, el aprendiz de Pablo es uno de ellos. Al comienzo de la carta, Pablo incluso hizo de Timoteo algo así como el co-autor de la carta. Versículo 1 dice Pablo y Timoteo.
También se nos dice en el capítulo 2, versículo 25 que Pablo estaba enviando a Epafrodito, sin duda llevando esta epístola a la iglesia en Filipos.
Y aunque estos hombres eran realmente talentosos y tenían una tremenda responsabilidad en la iglesia – no pase por alto que Pablo no escribe aquí algo como, bueno, ustedes en la iglesia son santos, pero estos que están aquí conmigo son súper santos.
No, el simplemente los llama hermanos. Esto habla bastante bien de Pablo también. El podría haber mostrado aires de superioridad – estos hombres son mis aprendices – estos hombres son mis estudiantes; no. Estos hombres son mis hermanos. Lo cual es otra forma de decir: son miembros del cuerpo de Cristo, somos iguales a la vista de Dios – somos hermanos.
Pablo esta también diciendo implícitamente a la iglesia en Filipos que ellos son sus hermanos también. Todos estamos en la misma familia porque pertenecemos a Cristo.
Y eso es verdad aun el día de hoy – porque usted pertenece a Cristo, cada creyente mujer, es su hermana y cada creyente hombre, es su hermano.
Así que, cada creyente es un santo y también un hermano o una hermana de todos los otros santos en la familia de Dios. Así que no solo pertenecemos a Dios, pertenecemos unos a otros, porque somos de la familia de Dios.
Tenga en mente que Pablo está escribiendo a una iglesia – como hemos aprendido en algunos estudios pasados – que estaba luchando con problemas de desunión. Es como si Pablo les recordara aquí que su unidad en Cristo es tan profunda e inmutable como sus propios lazos familiares.
Querido oyente, nosotros nunca hemos sido llamados por Dios a producir unidad en la iglesia, hemos sido llamados a proteger la unidad. Ese es nuestro rol, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efesios 4:3).
Y entre más grande la familia, más grande el desafío de proteger su unidad; especialmente cuando hay muchos hermanos y hermanas, ¿o no?
Una iglesia no es unida porque es pequeña; una iglesia no es unida porque todos tienen la misma personalidad; una iglesia es unida porque tienen un mismo propósito – y la misma prioridad… hacer discípulos y glorificar a Cristo. Nadie es la gran cosa… todos somos o hermanos o hermanas en la familia.
Recuerde, Pablo ya ha desafiado a los Filipenses en el capítulo 2 de esta carta a tener la actitud de Jesucristo quien se humilló a sí mismo y vivió, no para ser servido, sino para servir. No hay espacio en la familia y en la familia de Dios para el orgullo.
Déjenme leer como Eugene Petersen parafrasea lo que Pablo les escribe a los Corintios. “recuerden bien amigos, quienes eran ustedes al momento de que fueran llamados a esta vida. No veo mucho que sean de los más inteligentes o de los mejores entre ustedes, no muchos influyentes, no muchos de familias de gran estatus. No es obvio que Dios deliberadamente escogió hombres y mujeres que la cultura ignora… escoge don nadies para avergonzar a la gente importante. Eso deja bastante en claro que ninguno de ustedes puede salirse con la suya tratando de alabarse en frente de Dios; todo lo que tenemos – nuestra mente, nuestra vida… el nuevo comenzar que se nos ha dado… viene de Dios por medio de Jesucristo. (1 Corintios 1:26-31)
¿Quienes somos nosotros? Somos un grupo de hermanos y hermanas redimidos quienes no han olvidado que la iglesia es una familia a la cual pertenecemos.
Los hermanos que están conmigo os saludan
- Pablo ahora reconoce a un tercer grupo.
El escribe al principio del versículo 22, todos los santos os saludan. El contexto indica que Pablo está incluyendo a todos los santos en las iglesias en su área – allí en Roma donde está bajo arresto domiciliario.
Encuentro que esto es tremendamente amable de parte de Pablo. Ya hemos aprendido que la mayoría de los creyentes en Roma, básicamente lo habían dejado a un lado… no se preocupaban por él; no lo apoyaban financieramente; no había siquiera una delegación pastoral animándolo o visitándolo de vez en cuando.
Y sin embargo, en vez de plantarse firme y decir, “aquí en Roma no hay ningún santo que se preocupe por mí – y probablemente tampoco les preocupe saludarlos a ustedes – él los incluye en su carta.
Pablo está restaurando lazos, creando puentes. Él sabe que sin duda la carta a los Filipenses iba a llegar eventualmente a Roma… y todos los creyentes en Roma solo estarían avergonzados de su obvia falta de preocupación por el cuerpo de Cristo – y ciertamente por Pablo mismo.
Así que Pablo los incluye – con las mejores intenciones y con los mejores motivos. Él está creando un puente para que eventualmente ellos puedan cruzarlo y no ser marginados de la comunión de los santos.
Se puede leer entre líneas… no se mencionan nombres – solo… “todos los santos os saludan”.
- El cuarto y último grupo que Pablo reconoce, ahora hace su entrada en el texto.
Ya ha sido mencionado al final del versículo 22. Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César. Aquí Pablo es especifico, aunque sin mencionar nombres – probablemente para su propia protección.
No habría sido sabio de parte de Pablo, un enemigo de Cesar, mencionar por nombre a amigos suyos que eran parte de la administración de Cesar. Así que los deja anónimos. Pero el efecto es el mismo – personas estaban siendo salvas – aun debajo de las mismas narices de Nerón.[vi]
¡Hay santos en la casa de Cesar!
Ahora este uso de la palabra casa no significa necesariamente que estos eran familiares de Nerón – aunque una historia fue divulgada de que una vez, cuando Nerón estaba de viaje, su esposa oyó el evangelio y entregó su vida a Cristo. Pero eso no ha sido verificado históricamente.[vii]
La frase, la casa de Cesar, era la frase común en esta cultura para lo que podríamos llamar el Servicio Real. Hoy por hoy los podríamos comparar a los que trabajan para el gobierno o el Estado.
Aquí en los días de Pablo esto habría incluido hombres y mujeres libres o esclavos que servían en la cocina, preparándole las comidas a Cesar o cuidando sus jardines.[viii] también podría haber incluido administradores de propiedades, arquitectos imperiales, albañiles, pintores, cuidadores de casas y granjeros. Podía haber incluido oficiales de alto rango en el palacio – como Daniel en el imperio persa. Estos eran los de la corte de Cesar, responsables de administrar los ingresos y otros asuntos imperiales.[ix]
Pablo no los nombra, pero él les cuenta a los creyentes en Filipos que estos nuevos creyentes estaban por todos lados – en nuestros días seria como si Pablo les estuviera diciendo que había creyentes, seguidores de Cristo, que trabajaban en la Casa Blanca.
- B. Lightfoot, erudito del Nuevo Testamento, encontró unos fascinantes paralelos entre los nombres que Pablo menciona en su carta a los Romanos y los nombres en la casa de Cesar, que datan del mismo tiempo.[x]
William Barclay lo resumió bien cuando escribió con gran gozo, “este carpintero galileo ha comenzado a gobernar a aquellos que gobernaban el imperio más grande del mundo.[xi]
Solo imagine la implicación de esta pequeña frase. Aquí esta Pablo, encadenado a guardias imperiales, escribiendo en este mensaje casi codificado el hecho de que el poder imperial no pudo detener el poder del evangelio.[xii]
Y con eso Pablo concluye como comenzó. Él empezó su carta deseándole a los Filipenses “gracia” y ahora él termina diciendo lo mismo.[xiii]
Versículo 23. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.
¿Quien es usted? Usted es un santo – alguien separado para Dios habiendo sido escogido por Él. ¿A quién pertenece? A la familia de Dios – y a sus hermanos y hermanas en el Señor – ahora, ¿que es lo que tenemos? Gracia… el favor inmerecido de Dios y su eterno amor, el cual nunca falla.
Me encontré con esto en las noticias. Lillie Baltrip es una buena conductora de autobuses. De hecho, según el telegrama local, ella manejó un autobús escolar para la escuela del distrito. Ella iba a recibir su premio anual por conducción segura.
Sus colegas sabían que ella era excepcional en lo que hacía. Por eso, muchos de ellos se coordinaron para ir a la ceremonia y así alentarla y aplaudirla. De camino a la ceremonia, Lillie dio vuelta en una esquina demasiado rápido y dio vuelta el autobús, enviando no solo a ella, sino que a otros 16 pasajeros al hospital por contusiones menores.
Ella no había tenido ningún accidente durante todo el año. Así que, ¿recibió el premio de todas formas? Por supuesto que no. Los comités no operan a base de gracia.[xiv]
Déjeme ponerlo de esta forma.
- La justicia es recibir lo que usted merece
- Misericordia en no recibir lo que merece
- Gracia es recibir lo que no
¿Y como es que recibió esta gracia inmerecida? Pablo escribe en el versículo 23 – pertenece a – y es entregada a través delSeñor Jesucristo.
Todo lo que encontramos en esta carta se conecta con Jesucristo. De hecho, Pablo menciona al Señor 40 veces en esta pequeña carta – y cada responsabilidad del creyente, cada beneficio dado al creyente; cada ambición y deseo en el creyente – todo eso es resumido en lo que Cristo hace, o quien Cristo es, o lo que Cristo da, o lo que Cristo va a hacer en el futuro.
- Pablo comenzó su carta escribiendo que él era un esclavo de Cristo (1:1)
- Sus prisiones eran para el avance del evangelio y para glorificar a Cristo (1:13)
- Para Pablo, el vivir era Cristo (1:21) y el morir no era más que una reunión con Cristo (1:23)
- Pablo exhortó a los Filipenses a adoptar la actitud de Cristo (2:5)
- Para encontrar su mayor gloria en Cristo (3:3)
- Para anticipar ansiosamente la venida de Cristo (3:20)
- Para anclar su contentamiento en Cristo (4:13)
- Para encontrar su identidad en Cristo (4:21) y toda la gracia que necesitarían para cada aspecto de su vida (4:23)
Mientras Pablo escribe esta carta, su pluma está sumergida en la tinta de gracia. Esta carta ha sido saturada con la gracia de Dios – y solo eso es suficiente para animar a cada creyente.
En su libro titulado, El Despertar de la Gracia, Chuck Swindoll escribe. Nunca conocí a Lewis Sperry Chafer, el fundador del seminario al que fui. El había muerto un par de años antes de que empezara mis estudios en 1959. Mis profesores lo conocían bien y sin excepción alguna lo recordaban como un hombre de mucha gracia. Él era un gran defensor de la doctrina de la gracia.
Uno de mis mentores me contó de la ultima vez que este querido hombre de Dios predicó acerca de la gracia de Dios. Fue una calurosa tarde en Dallas, la primavera de 1952. Siendo ya anciano, y enseñando desde una silla de ruedas, terminó sus últimas palabras y ningún estudiante en la clase se movió. Fue como si todos se hubieran quedado pensando en lo que acababan de escuchar, asombrados con el conocimiento de su profesor y su entusiasmo por la incomparable gracia de Dios. Luego, el Dr. Chafer fue hasta la puerta en su silla de ruedas y mientras apagaba la luz, la clase empezó a aplaudirlo espontáneamente.
El querido teólogo se secó las lágrimas, y con su cabeza inclinada, levantó una mano, haciendo gestos de parar los aplausos. Mientras todos guardaban silencio, el habló suavemente e inolvidablemente – “caballeros, por más de la mitad de mi vida he estado estudiando esta verdad… y estoy recién empezando a descubrir de lo que se trata la gracia de Dios.” Doce semanas más tarde, este defensor de la gracia entró a la presencia del Señor a la edad de 81 años.[xv]
El solo estaba empezando a descubrir el tesoro de la gracia.
¿Quien es usted? Un santo – separado para Dios por su gracia inmerecida. ¿A quién pertenece? Usted pertenece a la familia de Dios – y tiene muchos hermanos y hermanas también, unidos gracias a Jesucristo
Y usted también está viviendo, ahora mismo bajo la extravagante gracia de Dios…la cual es suficiente para cubrir cada una de sus necesidades… suficiente para que pueda enfrentar cada día… hasta aquel día cuando veamos a Cristo cara a cara.
Y luego… y luego, la extravagante gracia de Dios comenzará a ser revelada en una dimensión que ni siquiera alcanzamos a imaginarnos – y el nunca cesará de asombrarnos… y su gracia nos definirá por siempre.
Somos quienes somos, y estamos donde estamos por siempre… por la gracia de Dios. Y mientras tanto, no olvide quien es… y a quien pertenece.
—
[i] Becky Schlikerman, Living a Life Unknown, Chicago Tribune (2-21-12)
[ii] G. Walter Hansen, The Letter to the Philippians (Eerdmans, 2009), p. 329
[iii] John MacArthur, Philippians (Moody Publishers, 2001), p. 310
[iv] MacArthur, p. 310
[v] Adapted from MacArthur, p. 311
[vi] Sam Gordon, Philippians: An Odyssey of Joy (Ambassador, 2004), p. 182
[vii] Gordon, p. 182
[viii] Dennis E. Johnson, Philippians (P & R Publishing, 2013), p. 314
[ix] William Barclay, The Letters to the Philippians, Colossians, and Thessalonians (Westminster, 1975), p. 87
[x] MacArthur, p. 317
[xi] Barclay, p. 87
[xii] Hansen, p. 330
[xiii] MacArthur, p. 318
[xiv] Craig Brian Larson & Leadership Journal, 750 Engaging Illustrations (Baker Books, 1993), p. 215
[xv] Adapted from Charles R. Swindoll, The Grace Awakening (Thomas Nelson, 2010), p. 57