Introducción
Uno de mis mejores recuerdos de cuando tenía 8 o 9 años es que en el verano me permitían aventurarme solo y, por lo general, con uno o dos de mis hermanos, y correr varias cuadras de la ciudad para luego subir los escalones de una gran mansión de piedra blanca llamada La Biblioteca de la Ciudad de Norfolk.
Todavía puedo oler el aroma que me recibía cuando entraba a ese edificio que alberga decenas de miles de volúmenes y, para nosotros de niños, pasillos interminables de libros esperando que los abriéramos.
Mis padres que eran misioneros estarían trabajando en el Centro para militares que quedaba a unas pocas cuadras de distancia. Ellos nos dejaban ir y pasar la tarde revisando y eligiendo todos los libros que queríamos llevarnos a casa.
Como verá, en aquellos días, el poder y la libertad para un niño de 8 años no consistía en tener su propio teléfono celular o una tableta… no, no, no. Poder y libertad consistía en tener su propia tarjeta de biblioteca.
Ahora estará pensando que nací en la época de los dinosaurios.
La verdad era que yo no estaba tan interesado en aprender nada. Si el propósito era educativo, no me habría interesado. De hecho, si mi madre me hubiera asignado que fuera a la biblioteca durante el verano para no olvidarme cómo leer, me habría resistido. ¿Qué hay de divertido en eso?
Yo estaba interesado en leer las aventuras de los antiguos héroes de la vida real.
Saldría de esa biblioteca con un montón de biografías de personas como Daniel Boone, Lewis y Clark, y Louis Pasteur, quien en 1862 inventó un proceso que frenaba el deterioro de la leche, lo cual causaba enfermedades; ese proceso, que luego recibió su nombre, se llamaría pasteurización.
Él también desarrolló la vacuna para la rabia. Un asistente de Louis Pasteur recuerda haberlo visto en el laboratorio intentando crear esta vacuna. Él llegó al trabajo y vio a Louis con un tubo de ensayo en la boca, inclinado sobre un bulldog rabioso que él junto a otros dos asistentes estaba sosteniendo en una mesa mientras intentaba recolectar algunas gotas de saliva en ese tubo de ensayo directamente de la boca del bulldog – su rostro estaba justo al lado del bulldog rabioso y gruñendo.
¡Está loco! Ahora lo consideramos un héroe. Ah, y gracias a su éxito en desarrollar esa vacuna en particular, su primer paciente, un niño mordido por un perro rabioso, viviría como resultado.[i]
Leí la biografía de George Washington Carver, un esclavo liberado a finales del siglo XIX quien descubrió métodos invaluables para el desarrollo de cultivos, incluidos unas 300 formas diferentes de usar el maní, como la invención de la mantequilla de maní.
¡Qué aventuras me ofrecieron estas personas cuando era niño! y todavía disfruto de esas biografías.
Más tarde me di cuenta de que había un tema común en todas esas biografías: esas personas veían la vida de manera diferente al resto… su dial estaba sintonizado a una frecuencia diferente; y estaban dispuestos a sacrificarlo todo para actuar con la convicción de que algo era posible… algo era factible… había algo por lo que valía la pena arriesgarlo todo.
Warren Wiersbe, un pastor que escribió un compendio de 50 biografías de cristianos que es, por cierto, una lectura maravillosa, escribió que todos los grandes triunfadores a lo largo de la historia han sido hombres y mujeres – exploradores, inventores, libertadores y pioneros en todos los campos – que se han caracterizado por tener ojos – note esto – que ven lo invisible y persiguen lo imposible.[ii] Lo que ciertamente separa a esa persona del resto y muchas veces lo termina confinando a la soledad.
Fue Henry Thoreau, el filósofo estadounidense, quien hizo el ahora famoso comentario: “Si un hombre no le sigue el ritmo de sus compañeros, tal vez sea porque escucha a el ritmo de otro tambor”.[iii]
En ciertos lugares se sigue usando esa frase para referirse a un líder o un pionero o un artista o un visionario que piensa o actúa distinto a la mayoría.
Por lo general es solo después de su muerte que se los reconocen como héroes.
¿Se dio cuenta que la primera persona profundamente interesada en contar la vida de hombres y mujeres a lo largo de la historia fue Dios?
La mayor parte de la Biblia son biografías, y nos cuenta las historias de hombres y mujeres, reyes y naciones, pioneros y profetas.
Dios al parecer cree en el concepto de que usted y yo aprendemos mejor cuando la verdad cobra vida. Y así, a lo largo de las Escrituras, Él nos presenta la verdad a través de biografías de personas buenas y malas, virtuosas y malvadas, espirituales y sensuales, sacrificadas y absortas en sí mismas.
Apenas la semana pasada comencé a leer la biografía de G. Campbell Morgan, un hombre considerado en el siglo pasado como el príncipe de los expositores, tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos. Y no pasé de la primera página sin ser desafiado por una de sus declaraciones. El dijo: “La experiencia es un duro maestro y hay quienes nunca aprenden”.[iv]
Tal vez sea porque no leemos suficientes biografías.
¿Es sorprenderse entonces que Dios hace este tipo de declaraciones en la Biblia?
Imitad a aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas (Hebreos 6:12).
No puede imitar a alguien que no conoce. Por eso Dios nos permite conocerlos a través de las biografías bíblicas.
Pablo escribió sobre la historia de Israel y luego agregó el siguiente comentario: Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros (1 Corintios 10:11).
Pablo también les escribió lo siguiente a los creyentes en Roma: Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. (Romanos 15:4)
En otras palabras, Dios nos ha dado las biografías de personas e incluso naciones para afirmar nuestra esperanza y aprender a vivir y caminar por fe.
Biografías Inspiradas
Si abre su Biblia en el Libro de Hebreos, pronto descubrirá una carta escrita para unos cristianos rodeados de problemas y persecución.
Si saltó inmediatamente al capítulo 11, es posible que se pierda el escenario de este gran capítulo donde Dios nos muestra una docena de biografías de pioneros fieles.
En el capítulo 10, el escritor de Hebreos escribe:
“Hagas lo que hagas, no pierdas tu confianza” (v. 35).
En otras palabras, no tires la toalla. No importa lo mal que se vea y lo difícil que se vuelva, no te rindas. Recuerda a estos siervos de Dios que caminaron por fe.
Luego, si se pasa al capítulo 12, él los anima diciendo: “Ya que ahora han descubierto que están rodeados por esta gran nube de testigos, todos estos testimonios de los santos de la antigüedad, al igual que ellos, siga adelante… siga corriendo la carrera que tiene por delante”.
Viva por fe, corra por fe… y usted dice: “Muy bien Señor, me apunto para la carrera, pero ¿me puedes mostrar un ejemplo de como luce una vida de fe?
Hebreos 11 es Su respuesta.
Es casi un paréntesis entre los capítulos 10 y 12 donde es como si Dios nos dijera a todos: “tomen asiento por un momento y déjenme contarles algunas historias verídicas. Estas son biografías de personas como ustedes, gente común y corriente, ninguno de ellos caminó perfectamente y ninguno creyó sin momentos de duda y vacilación e incluso incredulidad.
Permítanme mostrarles en retrospectiva que existe un hilo conductor en sus biografías: Ellos vieron lo invisible y persiguieron lo imposible”.
Marcharon al ritmo de otro tambor. . . de hecho, lo único que tenían a su favor es lo mismo que todos nosotros tenemos a disposición el día hoy: el tambor de la fe.
Hebreos 11:1 dice: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Inmediatamente, el estudiante de la Biblia saca su lápiz y piensa, esta debe ser la definición de lo que es la fe. Así que comienza a analizar el versículo y piensa: “La fe es certeza y convicción sobre las cosas que espero y las que no puedo ver”.
Pero eso no parece ayudar a entender mejor lo que es la fe. Se queda pensando: “Bueno, ¿cómo es que puedo obtener ese tipo de certeza y cómo desarrollo ese tipo de convicción?”
Permítame recordarle que hay varias formas de definir algo.
Una de esas formas es objetivamente. En otras palabras, así es como luce.
Otra forma es subjetivamente. Es decir, así es como se siente.
Una tercera forma de definir algo es funcionalmente. Así es como actúa.
Déjame ilustrarlo con una bicicleta. Primero le defino la bicicleta objetivamente.
Bicicleta es una palabra compuesta formada por la preposición bi – que significa 2 – y la palabra griega ciclo, que significa rueda.
Las ruedas son hechas de goma, tienen radios de metal para reforzarlas. Las ruedas están sujetos a un marco de metal y en la parte superior del marco hay un asiento para el ciclista. La bicicleta también cuenta con un manubrio del cual el ciclista puede sujetarse mientras recorre la ciudad.
Y podría seguir describiendo el objeto. Esta es una definición objetiva.
Pero si yo dijera: “Escuche, si se monta en la bicicleta y comienza a andar, experimentará una sensación maravillosa. Tendrá un asiento de primera fila para disfrutar de la belleza de su entorno; la luz del sol brillando directamente en su cara… la brisa rozando su cabello. No hay nada como la emoción de bajar una colina a toda velocidad mientras los insectos chocan con sus dientes mientras sonríe.
Como verá, estoy definiendo la bicicleta subjetivamente. Eso es lo que significa experimentar la bicicleta.
Sin embargo, también puedo definir esta bicicleta funcionalmente. De hecho, puedo describir cómo manejarla.
Tiene que sentarse sobre la bicicleta, colocar un pie sobre el pedal y luego empujar hacia adelante mientras coloca el otro pie sobre el otro pedal y mantener el equilibrio mientras comienza a pedalear.
En este caso, estoy definiendo la bicicleta funcionalmente: Así es como cómo funciona.
Hebreos 11 no está interesado en una definición objetiva de la fe, sino en una descripción funcional de la fe.[v]
El escritor nos dice: “Esto es lo que hace la fe; así es como funciona”.
De hecho, a lo largo de todo este capítulo, descubrirá que el Espíritu de Dios nos mostrará el vivir por fe, no por definición sino por demostración.
Así es como se monta la bicicleta de la fe.
Principios de la Fe
Comencemos por desglosar esta definición funcional que se encuentra en los versículos 1-3 de Hebreos 11. Permítame darle tres principios que surgen de esta declaración inicial.
- Número uno: La fe proporciona continuamente una base para nuestra esperanza
La primera parte dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera”
Su traducción podría decir: “la fe es garantía, o la seguridad de lo que esperamos”
Las palabras seguridad, certeza o garantía son buenas traducciones.
Permítame darle otra palabra para agregar a esa lista.
La palabra en griego es hupostasis. Es una palabra compuesta. Stasis significa “estar de pie” y hupo significa “debajo”. Estar debajo. En otras palabras, seguridad o garantía o certeza es una referencia al terreno – el fundamento – sobre el cual se asienta nuestra esperanza.[vi]
Y el verbo está en tiempo presente, lo que significa que nuestra fe construye continuamente el fundamento que sostiene nuestra esperanza.
¿Y qué estamos esperando?
- El regreso de Cristo por su iglesia.
- Nuestros futuros cuerpos glorificados.
- Reunirnos con todos los creyentes que ya han partido al cielo.
- Un reino literal donde Cristo reinará sobre la Tierra y nosotros con Él.
- Un mundo nuevo donde moraremos eternamente (Apocalipsis 21).
Escuche querido oyente, su fe no hace que algo se convierta en realidad, la fe simplemente abraza la verdad.[vii]
Y sabemos que estas cosas son verdaderas por medio de la fe en las palabras inspiradas de Dios, que continuamente está edificando un fundamento sobre el cual nos mantenemos firmes.
Hace un par de días fui la farmacia y una adolescente me atendió en la caja registradora. “Espero que estés teniendo un buen día” Le dije. Ella respondió: “Bueno, tengo una molestia en el pie” y continuó explicando que se había lastimado en un partido de fútbol y que eso había arruinado sus esperanzas de ser bailarina”. Yo le dije: “Sabes, Dios tiene una razón para todo”. Y ella dijo: “Lo sé, porque me ha dado tiempo para concentrarme en mi religión. Soy pagana”. “Conozco a algunas personas así;” le dije. “Dime qué significa esa religión para ti”. Ella continuó diciéndome que estaba estudiando la adoración de la tierra y la brujería. Le dije: “¿Qué planeas hacer con eso?” Ella dijo: “Algún día quiero comenzar mi propio aquelarre”. y, ¿qué quieres hacer después de eso? Ella dijo: “Quiero comenzar mi propia iglesia “. Pensé que era interesante que todavía quisiera ir a la iglesia. Le dije entonces: “y, ¿qué vas a hacer después de eso?” Ella dijo: “No lo sé… tal vez convertirse en profesora”. La miré y le dije: “¿y qué vas a hacer un minuto después de que mueras?” Se frotó las manos, incómoda, sonrió y me dijo: “No lo sé… Espero que la divinidad sea buena conmigo”. “¿Así que, después de todo, crees en Dios?” Le pregunte. Ella dijo: “Bueno, no, no de esa manera, sabes… O sea, como sea.” Entonces me di cuenta de que el otro cliente estaba listo y esperando pagar. Me fui pidiéndole que pensara en lo que hablamos. Oro para que lo haga.
Como verá, su base es inestable y frágil en el mejor de los casos. Frente a las preguntas simples de la vida, no pudo mantenerse. Sabía que había algo más, pero sus esperanzas estaban puestas sobre una base defectuosa que no le daba ninguna esperanza real y consistente.
Aquí está la primera observación sobre la fe: la fe proporciona continuamente una base para todas nuestras esperanzas.
Nuestra fe no es un anhelo nostálgico… esperando que algo suceda algún día.[viii]
Sería cierto decir entonces que la fe no es un sentimiento. Sin embargo, también sería cierto decir que la fe afecta nuestros sentimientos.
Tener una base creciente para nuestra esperanza:
- Nos hace sentir urgencia para ganar a los perdidos (2 Corintios 5).
- Nos hace anhelar la redención de nuestro cuerpo (Romanos 8).
- Nos hace anticipar con ansioso deseo el regreso de Cristo (1 Tesalonicenses 1).
- Nos lleva a orar con alegría y acción de gracias (1 Tesalonicenses 4).
- Nos hace actuar con amor y humildad hacia nuestros hermanos en la fe (Colosenses 3).
La fe no es un sentimiento, es el fundamento de la certeza de nuestra esperanza. ¡Pero! La fe puede tener un gran impacto en la forma en que nos sentimos.
Piénselo. ¿Qué diferencia cree que haría en la forma en que conduzco hasta el banco si mi amigo me dijera que acababan de depositarme un millón de dólares?
¿Cómo cree que me sentiría? ¿Y cómo cree que permitiría que mis emociones afectaran mi conducción hasta el banco? Rompería la barrera del sonido. De hecho, la forma en que conduzca hacia el banco y mis sentimientos mientras conduzca dependería de cuánta fe tuviera en la promesa de mi amigo.
Es por eso que su fe y la mía, y las vidas que ahora vivimos, demuestran nuestra estimación del carácter de Dios.
La fe es nuestra estimación del carácter de Dios.
Así que esta es la primera observación de fe: la fe proporciona un fundamento para nuestra esperanza.
- La fe produce la convicción de que existen cosas invisibles.
Note el texto de nuevo, la fe no es solo la certeza de lo que se espera – note esto – es la convicción de lo que no se ve.
Su traducción aún puede decir, “la evidencia de cosas que no se ven”.
La palabra traducida “convicción” es una palabra griega que aparece solo esta vez en el Nuevo Testamento de esta forma y se refiere a una prueba.[ix]
Aristóteles usó la palabra para referirse a un argumento convincente.[x]
Su fe es el argumento convincente, la prueba de un mundo invisible.
Así que, piense en esto – me encanta lo que dice aquí – El versículo no está diciendo que su fe prueba que existen cosas invisibles; está diciendo que su fe es la prueba de que existen cosas invisibles.
¡Y eso es suficiente! Porque nuestra fe se basa en la palabra viva del Dios viviente.
¿Y cuáles son estas cosas invisibles de las que se ha convencido?
- Que la cruz de Cristo fue suficiente para pagar el castigo por sus pecados – usted no lo vio morir – no vio la transacción invisible por la deuda de su pecado.
- Por fe, también cree en la resurrección de Cristo – nosotros tampoco lo vimos.
- Cree en la intercesión continua de Cristo por nosotros.
- Cree que la palabra de Dios nunca será nula o infructuosa
- Por fe cree en el ministerio del Espíritu Santo
- Por fe cree en todas las promesas del Señor como que ha preparado un lugar para usted en el cielo y que un día vendrá a buscarlo para estar siempre con Él.
La fe produce una convicción creciente de que las cosas invisibles realmente existen.
La vista prueba la realidad del mundo físico La fe prueba la realidad del mundo espiritual.
Ahora, todos sabemos que existe ciertas ayudas para nuestra vista física.
Muchos usan anteojos, no porque quieren, sino porque los necesitan… corrigen la debilidad en los ojos provocada por la edad o alguna enfermedad.
Por lo que entiendo, los pescadores pueden comprar un tipo especial de gafas de sol para eliminar gran parte del resplandor y poder ver a los peces debajo de la superficie del agua.
También puede comprar lentes de visión nocturna. Si es un cazador, puede detectar a la presa. Si es un soldado, puede identificar al enemigo o ver algún peligro más adelante en medio de la oscuridad.
Eso es exactamente lo que la fe hace por el creyente:
- la fe es un lente correctivo que compensa nuestras debilidades;
- la fe es un par de anteojos de pescador, ayudándonos a ver más allá del resplandor que nos rodea y enfocarnos en nuestra misión como pescadores de hombres;
- la fe es un par de lentes nocturnos que nos permiten detectar a nuestro enemigo, a esa vieja serpiente que pone trampas en nuestro camino.[xi]
La fe nos ayuda a ver en la oscuridad.
Quizás esté caminando por un valle lleno de sombras… casi todas las luces se han apagado. Usted se aferra al bastón de la fe.
Dios lo ha llevado a un lugar donde no puede depender de sus sentidos, sino del Espíritu.
Dios evidentemente está edificando el fundamento de su fe; Lo está haciendo más fuerte, más grande, más profundo y más alto.
El cristiano en crecimiento es alguien que llega a confiar en el Espíritu más que en sus sentidos.
Como verá, sus ojos pueden darle una vista física; pero su fe le da una visión de un mundo espiritual que es real.[xii]
Me encanta la demostración de este principio en la vida real que encontramos en el segundo libro de Reyes, capítulo 5. El ejército de los arameos está conspirando para capturar al profeta Eliseo y matarlo. El rey envía este gran ejército durante la noche para rodear la ciudad donde se aloja Eliseo.
La Biblia nos dice que, a la mañana siguiente, el asistente de Eliseo se levantó temprano, probablemente para hacer el café, y salió a buscar un poco de agua… y el texto dice: “He aquí, un ejército con caballos y carros rodeaba la ciudad”.
Este asistente entra corriendo, despierta a Eliseo y le dice: “Ah, señor mío, ¿qué haremos?” Eliseo sale con él y examina la situación y luego hace esta asombrosa declaración. “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”. (2 Reyes 6:16)
¿Puede imaginárselo? Solo puedo ver al asistente de Eliseo diciéndole: “Podrás ser muy bueno profetizando, pero eres pésimo en matemáticas. ¿Dónde están todos los que están con nosotros? Si mis cálculos son correctos, nosotros somos solo dos y hay un ejército de al menos 1.000 guerreros entrenados dando vueltas por la ciudad y tienen equipo militar de última generación.
Tu tienes tu bastón y supongo que yo puedo tirar algunas piedras. ¿Qué vamos a hacer?
Y Eliseo simplemente ora en el versículo 17: “Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
Las huestes del cielo eran invisibles, pero estuvieron allí todo el tiempo.
Este es el principio para recordar: Todos dicen “ver para creer.” No, declara la fe, “es creer para ver.”[xiii]
600 hombres armados hasta los dientes entraron en el Huerto de Getsemaní para arrestar a Jesús. Tenían espadas y garrotes y es posible que conozca la historia lo suficiente como para saber que Pedro agarró una espada y la blandió, cortando la oreja de uno de los hombres.
El Evangelio de Mateo registra que Jesús le dijo: “Vuelve tu espada a su lugar…¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?
Una legión era un término para una unidad de combate de 6.000 soldados romanos.
Jesús está diciendo que, si quisiera, con una palabra podrían haberse materializado a Su lado, ¡72.000 ángeles!
No puede verlos, pero son reales.
La fe proporciona una base para nuestra esperanza.
La fe produce la convicción de que existen cosas invisibles.
Concluimos con un principio más en esta descripción funcional de la fe:
- La fe da prioridad a un estilo de vida digno de elogiar.
Note el versículo 2. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
Eso se refiere a los creyentes del Antiguo Testamento.
“Alcanzar buen testimonio” o “ser aprobados” según su traducción, significa recibir un gran elogio de Dios y de los demás.
¿Por qué el elogio? Él nos dice aquí, porque por ella, porque por este tipo de fe, este tipo de esperanza y visión, los santos de la antigüedad recibieron elogios. Ellos llegaron a ser dignos del título de héroe. Ellos dieron el primer paso, aunque no pudieron ver toda la escalera.
Y las luces estaban apagadas… y estaba oscuro a veces y empinado otras veces. Fue costoso física y mentalmente; se puso resbaladizo a veces… pero siguieron adelante, aferrándose con convicción a la realidad de las cosas invisibles.
Vale la pena estudiarlos, imitarlos, admirarlos y seguirlos, como Pablo les exhortó a hacer a los creyentes del Nuevo Testamento.
Porque en ellos veremos una demostración viva de fe:
- que da prioridad a un estilo de vida digno de elogiar;
- que produce la convicción de la realidad de lo invisible
- y que proporciona una base sobre la cual descansa nuestra esperanza.
Estamos a punto de ver una demostración de fe que marcha al ritmo de otro tambor.
[i] Wiki, Louis Pasteur
[ii] Thomas D. Lea, Holman New Testament Commentary: Hebrews & James (Holman Reference, 1999), p. 198
[iii] Ray C. Stedman, Hebrews (Intervarsity Press, 1992), p. 118
[iv] Jill Morgan, A Man of the Word: Life of G. Campbell Morgan (Fleming H. Revell, 1950), p. 13
[v] Edgar Andrews, A Glorious High Throne (Evangelical Press, 2003), p. 342
[vi] Kenneth S. Wuest, Hebrews in the Greek New Testament (Eerdmans, 1947), p.193
[vii] Michael Horton, The Gospel-Driven Life (baker Books, 2009), p. 123
[viii] John MacArthur, The Power of Faith Study Guide (Word of Grace Communications, 1987), p. 9
[ix] Peter T. O’Brien, The Letter to the Hebrews (Eerdmans, 2010), p. 399
[x] Thomas Manton, Sermons on Hebrews 11 (Banner of Truth, 2000), p. 24
[xi] Adapted from Life Application Bible: Hebrews (The Livingstone Corporation, 1997), p. 176
[xii] Lea, p. 200
[xiii] G. Campbell Morgan, The Triumphs of Faith: Expositions of Hebrews 11 (Baker Book House, 1980), p. 21