Introducción
En un libro que me regalaron, leí la fascinante historia de la industria automotriz y las fortunas personales que se ganaron y perdieron a principios del siglo XX.
Uno de los personajes más interesantes entre ellos fue un empresario llamado William Durant.
William Durant fue el propietario de un negocio de carruajes en la década de 1880 que luego se convirtió en una compañía llamada General Motors.
En 1905, él rescató financieramente a un fabricante de automóviles llamado David Buick. Ellos formarían una sociedad y juntos crearían un imperio automovilístico al comprar otras compañías pequeñas en su momento como Chrysler.
Durant también se asoció con un fabricante de automóviles francés llamado Louis Chevrolet. Luego, un canadiense se unió al grupo que había nombrado a su empresa, Cadillac.
En cierto momento, Henry Ford acordó venderle su joven planta automotriz a Billy Durant, pero debido a desacuerdos en el contrato, Henry Ford finalmente cambió de opinión, lo que, por supuesto, cambió el curso de la historia del automóvil.
Durante las siguientes décadas, Durant y sus socios hicieron una fortuna. De hecho, leí que más de 70 hombres se hicieron millonarios al unirse o hacer negocios con General Motors, y eso fue a principios de la década de 1990.
Pero William Durant perdería su fortuna y la recuperaría y luego la volvería a perder. Su último emprendimiento financiero terminó en la quiebra en vísperas de la gran depresión.[i]
En 1936, este ingenioso, creador de una industria millonaria, estaba sin un centavo – demasiado pobre como para comprar uno de los automóviles que en él mismo había creado.
A eso se le llama ir de rico a pobre.
Francamente, esa caída de la fama y la riqueza a la oscuridad y la pobreza no es nada comparado con nuestro próximo héroe de la fe… Moisés.
Y descubriremos que una de las diferencias clave entre Moisés y Durant – y la mayoría de las personas – será el hecho de que Moisés se alejó de su dinero y fama voluntariamente… de hecho, él se alejó de todo eso debido a su fe.
Abra su Biblia conmigo en Hebreos 11 – y mientras encuentra el capítulo, permítame mostrarle cinco formas en que podría evaluar el hecho de que Moisés fue el líder más grande que Israel haya conocido.
Cinco Indicaciones de Fama
- En primer lugar, Moisés fue el mayor profeta de Israel.
Dios distinguió a Moisés de todos los demás profetas cuando dijo: Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él.No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa.Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová (Números 12:6-8).
Recuerde que fue Moisés quien se acercó tanto a la presencia de Dios que durante varios días tuvo que usar un velo porque su rostro resplandecía intensamente con la luz de la gloria de Dios.
- En segundo lugar, Moisés fue el mayor legislador de Israel.
Prácticamente todo lo que cualquier judío sabía acerca de la ley y las ordenanzas de Dios provino de los escritos de Moisés, quien escribió Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio: cinco libros inspirados llamados el Pentateuco.
- En tercer lugar, Moisés fue el mayor historiador de Israel.
- Y, en cuarto lugar, él fue el mayor santo de Israel.
El Libro de Números agrega este comentario inspirado, que reivindica el carácter de Moisés que típicamente era cuestionado o desafiado: Dios registró que Moisés fue el hombre más manso o humilde que había sobre la faz de la tierra (Números 12:3).
En otras palabras, él realmente no estaba buscando fama o reconocimiento personal después de todo. El solo estaba obedeciendo el llamado de Dios.
- En quinto y último lugar, Moisés fue el mayor libertador humano de Israel.[ii]
Dios dijo acerca de Moisés después de su muerte: Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel (Deuteronomio 34:10-12).
Y a pesar de todo eso, el nunca entró en la tierra prometida. Él nunca recuperó el lujo de un palacio ni el estatus de realeza.
A diferencia de William Durant, Moisés pasó voluntariamente de un capítulo a otro en su vida, y la palabra clave que marca cada capítulo de su vida, según Hebreos 11, es esta palabra: “fe.”
Capítulos de la Vida de Fe de Moisés
El escritor de Hebreos nos explicará eso, y para hacerlo, resumirá vida de Moisés – de hecho, condensará todo el Libro del Éxodo, y aún más, en solo 7 versículos.
Parecido a lo que hizo con Abraham, el escritor de Hebreos presentará cuatro etapas, o cuatro capítulos de la vida de Moisés, y cada capítulo comienza con las palabras “por la fe”.
Puede subrayarlos en su Biblia: versículo 23 – por la fe; versículo 24 – por la fe; versículo 27 por la fe; y versículo 28, por la fe.
Dejaré el versículo 29 para nuestro próximo estudio simplemente porque el pronombre cambia de él, es decir, Moisés, a ellos, una referencia a la fe del pueblo de Israel.
- Capítulo 1: La preservación por la fe (v. 23)
Volviendo a Hebreos 11:23, vemos el primer capítulo de esta biografía condensada de Moisés que llamaremos, La preservación por la fe.
Note: Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
De inmediato, sorprende el hecho de que este primer capítulo trata realmente sobre la fe de los padres de Moisés, ¿no es así?
Es importante recordar que los padres de Moisés se casaron durante los días más oscuros de la esclavitud judía en Egipto.
De hecho, el nuevo faraón, que no conocía a José ni le importaba ese legado, había adoptado una nueva política para esta nación de esclavos.
El edicto real ordenaba a las parteras hebreas que mataran a cualquier bebé varón nacido de padres judíos.
Cuando eso no sucedía, la orden era que, cualquier persona en el reino, judío o egipcio, que supiera sobre un bebé hebreo que hubiera sobrevivido, debía arrojarlo al río Nilo. (véase Éxodo 1:15-22).[iii]
Si estudia la historia completa en Éxodo, descubrirá que esta pareja de esclavos ya tenía una hija… y luego dieron a luz a un hijo varón.
El escritor de Hebreos repite en el versículo 23 que, cuando Moisés nació, vieron que era un niño hermoso.
Lo que pareciera ser un detalle superficial o redundante, ¿cierto? Es decir, ¿qué padre no cree que su hijo sea hermoso? Y a veces son solo los padres quienes tienen esa opinión, ¿verdad?
Supongo que eso también se aplica a los abuelos.
Entonces, ¿por qué se incluye el hecho aquí de los padres de Moisés pensaron que era un bebé hermoso?
Estoy de acuerdo con Juan Calvino quien escribió que evidentemente Moisés tenía algo fuera de lo común, aunque nunca nos dicen qué era.[iv]
Sin importar lo que haya sido, los padres de Moisés arriesgaron sus vidas para salvarlo… y durante 3 meses intentaron ocultarlo.
Imagínese lo difícil que sería eso. ¿Cómo puede esconder a un recién nacido? ¿Cómo puede mantenerlo tranquilo por tres meses?
Chuck Swindoll comentó sobre este pasaje que recuerda cómo su primer hijo nunca pudo durmir durante toda la noche por 18 largos y agotadores meses. Chuck escribió, hubo momentos en que me hubiera gustado tener una canasta de mimbre y el río Nilo cerca.[v]
Por alguna razón, después de tres meses, se dan cuenta de que lo que estaban haciendo no seguiría funcionando. Quizás el faraón había comenzado una búsqueda casa por casa en busca de bebés escondidos y sabían que su vecindario sería el siguiente.
En lugar de ceder o darse por vencidos, resistieron… y Hebreos dice que fue, por la fe. Ellos harían lo correcto; incluso si les costara la vida – ellos protegerían la vida de su hijo.
El libro de Éxodo nos informa que hicieron una cesta o canasta de mimbre y la cubrieron con brea, y la pusieron entre los juncos a la orilla del Nilo (Éxodo 2:3).
No fue un accidente que pusieron la canasta en ese lugar; los padres de Moisés sabían que ese era el lugar por donde caminaría la hija del Faraón.
Por fe, lo colocaron allí, dejándolo en las manos de Dios para salvarle la vida.
Éxodo 2 nos informa que la hija del faraón vino a lavarse al río Nilo… pero note que no fue a bañarse en el río.
Bañarse en el Nilo habría ido en contra de la costumbre egipcia, según relatos históricos.[vi]
De hecho, los faraones tenían sus propios baños de mármol, donde no tenían que preocuparse de que los cocodrilos se metieran en la bañera.
Entonces, ¿por qué fue a las orillas del Nilo?
Bueno, los egipcios creían que el río Nilo emanaba de Osiris, uno de sus principales dioses.[vii]
Y las aguas eran consideradas divinas, mágicas y poderosas. Supuestamente eran capaces no sólo de producir una larga vida, sino también – escuche esto – producir fertilidad.
Agregue a eso el hecho de que los historiadores judíos sostienen que esta era la dinastía XIX del faraón y que esta hija en particular no tenía hijos.
Así que, la hija del faraón no venía al Nilo con una barra de jabón para bañarse mientras ahuyentaba a los cocodrilos; ella venía a hacer un ritual – a bañarse ceremonialmente con el agua del Nilo con la esperanza de tener un bebé.
Ella no necesitaba estar limpia; ella quería un hijo.
Dios sincronizó perfectamente su deseo con la necesidad de los padres de salvar a su bebé de 3 meses que ahora estaba flotando en una canasta por ahí cerca.
Y la hija de faraón ve al bebé… y, judío o no, “¡es mío!” anunció la princesa
El historiador Josefo agrega que la princesa fue con la canasta a varias de sus doncellas para ver si alguna podía amamantar al niño, sin éxito. Sólo entonces Miriam (la hermana de Moisés) salió de detrás de un arbusto y preguntó si necesitaba algunas referencias. Y la princesa dijo: “Por supuesto”. Y Miriam fue a buscar a su madre.[viii]
Y la Biblia nos dice en Éxodo 2:9 que la princesa le pagó a la madre de Moisés para que criara a su hijo. ¡Genial! ¿cierto?
La madre puede criar a su hijo y además le pagan por hacerlo.
¿Y cómo empezó todo? Todo comenzó con un acto de protección, por fe.
- Capítulo 2 – La renuncia por la fe (v. 24-26)
Eso nos lleva al segundo capítulo de la biografía de Moisés; lo llamaremos: La renuncia por la fe.
Note Hebreos 11:24. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios.
En el relato del Éxodo se nos dice que la princesa convirtió a Moisés en su hijo, es decir, lo convirtió legalmente en su hijo y heredero.[ix]
En el mensaje de Esteban en Hechos 7, vemos que Moisés fue educado en toda la sabiduría de los egipcios y que llegó a ser poderoso en sus palabras y obras.
Por fuera se veía y hablaba como un miembro de la clase real egipcia – como José varios años atrás. Pero al igual que José, Moisés era un judío creyente por dentro.
Su madre le había enseñado bien durante esos primeros años cuando pudo criarlo. La fe de sus padres esclavos echaría raíces y se convertiría en la fe de este joven.
Los historiadores nos dicen que cuando Moisés alcanzó la edad de 30 años, él ya había liderado al ejército egipcio a una victoria estratégica sobre los etíopes; él se había convertido en un estratega militar; un guerrero curtido; un soldado experimentado; un líder sabio y competente.[x]
Y resulta que él fue un líder importante en el imperio más grande y poderoso en todo el planeta tierra. Algunos creen que él aún era el heredero al trono de Egipto.
F.B. Meyer, un pastor y expositor británico del siglo XIX, resumió la riqueza y la grandeza de Egipto durante los días de Moisés con esta descripción:
Qué tierra tan magnífica debe haber sido Egipto en aquellos días; las orillas del Nilo estaban cubiertas de ciudades, aldeas, templos majestuosos y todas las evidencias de una civilización avanzada; poderosas pirámides y colosales figuras se elevaban unos 30 metros sobre las multitudes; y Moisés gozaba de lo mejor de toda esta sociedad. Fue criado en el palacio y lo trataron como el nieto del faraón. Si cabalgaba por las calles, sería en un carruaje real; si navegaba en el Nilo, habría sido en una barcaza dorada, en medio de los acordes de una hermosa música. Si deseaba algo, la riqueza casi ilimitada de los tesoros de Egipto estaba a su disposición. Lo habían enviado a educarse en la universidad del Templo del Sol – que era como ir a Oxford en el Antiguo Egipto. Él habría aprendido a leer y escribir los misteriosos jeroglíficos; habría aprendido matemáticas, astronomía y química – áreas en que los egipcios son famosos. Pero Moisés era más que un simple estudiante; él se había convertido en estadista y soldado. Josefo escribe que cuando los etíopes invadieron Egipto, ellos derrotaron al ejército egipcio y se prepararon para atacar la ciudad capital de Menfis. Presa del pánico, los egipcios consultaron a los oráculos y, por recomendación de ellos, confiaron el mando de las tropas reales a Moisés [que tenía unos treinta años]. Él inmediatamente salió al campo de batalla, sorprendió y derrotó al enemigo, capturó su ciudad capital y regresó a Egipto victorioso, cargado con el botín de la victoria”.[xi]
Menos de 10 años después, él está harto de todo eso. El escritor de Hebreos dice aquí que Moisés rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón.
Esa palabra traducida “rehusó” significa “renegar” o “desertar”. Y el tiempo del verbo indica que su negativa fue decisiva – concluyente.[xii]
Moisés, literalmente, desertó de la familia real y renunció a un futuro increíble.
¡El príncipe de Egipto lo abandonó todo!
Él se ofrece voluntariamente para una de las historias más grandes de rico a pobre jamás registradas en la historia de la humanidad.
- Capítulo 3 – La separación por la fe (v.27)
Y eso comienza el capítulo 3 de su biografía de fe. Vimos la preservación por la fe; luego, la renuncia por la fe y ahora, en tercer lugar, la separación por la fe.
El versículo 27 nos informa que por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible
Si ha estudiado la vida de Moisés en detalle, sabrá que él vivió 120 años, y su biografía se puede dividir fácilmente en 3 secciones de 40 años.
Los primeros cuarenta años los pasó en el esplendor del palacio egipcio. Los segundos cuarenta años los pasó en Madián, el lugar al que Moisés escapó después de haber matado a un egipcio. Y sus últimos cuarenta años los pasó en el desierto liderando al pueblo de Israel.
Debido a esa fácil división, automáticamente podría pensar que el versículo 27 está hablando de los 40 años de Moisés en el desierto de Madián.
Pero eso no puede ser de lo que estamos hablando aquí por una muy buena razón: aquí se nos dice que Moisés salió de Egipto por la fe, no temiendo la ira del rey.
El capítulo 2 de Éxodo nos dice específicamente que después de asesinar al egipcio que estaba golpeando a un esclavo judío – y cito Éxodo 2:14 – Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto. Versículo 15, Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.
¡Moisés no estaba corriendo por fe, sino por su vida!
Así que, eso no puede ser de lo que está hablando Hebreos 11. De hecho, si nota el versículo 27 nuevamente, se nos dice que Moisés se sostuvo, como si viera al Invisible.
¿Quien era el Invisible? Volvamos a la última parte del versículo 26: porque tenía puesta la mirada en el galardón. ¿y quién es el que traerá este galardón? Vayamos al principio del versículo 26 donde se nos presenta a la Persona en la que Moisés confiaba en última instancia. ¿Quién es? Cristo.
A Moisés no le impresionó el esplendor de Egipto porque lo comparó con la descripción del reino venidero, la herencia de Abraham – la ciudad hecha por Dios – un reino incomparable y glorioso.
Para Moisés, Egipto no era más que un montículo de tierra en comparación con el glorioso reino venidero del Mesías.
Pero espera Moisés, ¿qué pasa con toda la pompa y el lujo? ¿Qué pasa con la riqueza y las comodidades? ¿Qué hay de – como leemos en el versículo 25 – los deleites temporales del pecado?
Estás en la cima de la cadena alimentaria. Tienes al mundo en tus manos.
¿Realmente vas a abandonar todo esto?
Bueno, algún súper-santo podrá decir que en realidad no hay placer en el pecado ya que desaparece tan rápido.
Sí, pero eso no es lo que dice aquí en la Biblia.
Y ¡seamos realistas también! Si no fuera placentero, no estaríamos tentados a pecar.
Ahora, ¿qué fue lo que ayudó a Moisés a poder alejarse de los placeres del pecado? Aquí se nos dice que comparó el placer del pecado con la recompensa de Cristo – el placer de los gozos inmortales.
Así que Moisés no pensaba que el pecado no era divertido o placentero, sino que solo sabía que el cielo sería más divertido – más placentero – sería mucho mejor.
¿No es cierto que nos desanimamos porque perdemos de vista la gloria eterna que supera con creces nuestros problemas y tentaciones? (2 Corintios 4:16-18).
Me encanta la forma en que Kent Hughes explica este pasaje en Hebreos 11. Él escribió: Solo piense en lo que significaría ver literalmente el cumplimiento de nuestra gloria prometida en el cielo por solo 60 segundos mientras aún vivimos en la tierra. Solo 60 segundos; los primeros quince segundos para ver el rostro de Cristo; entonces, si puedes apartar su vista de Él, lo cual no podrías hacer después de solo 15 segundos, pero si pudiera, usa los siguientes quince segundos para mirar a los millones de ángeles; luego otros 15 segundos para mirar cómo luce el cielo y finalmente 15 segundos para ver las caras de los amigos y seres queridos que ya están allí; esos 60 segundos cambiarían tu vida.[xiii]
Pero espere, la gloriosa promesa cambió la vida de Moisés sin que tuviera la oportunidad de observarla por 60 segundos… y cada creyente, como Moisés, ha cambiado su perspectiva y su enfoque desde entonces – habiendo visto lo invisible por la fe.
El capítulo 1 de esta biografía de la fe es la preservación por la fe.
El capítulo 2 es una gran renuncia por la fe.
El capítulo 3 revela décadas de separación por la fe
Y ahora, el capítulo cuatro revela. . .
- La institución por la fe (v.28)
Versículo 28, Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.
Una vez más, el autor de Hebreos nos lleva de regreso al Éxodo donde presenciamos la víspera de la partida de la nación de Israel y su liberación de la esclavitud.
La última plaga de Dios – el ángel de la muerte – quien probablemente era Dios mismo – vendría por la noche y tomaría la vida del primogénito de cada hogar que no estaba protegida por la sangre del Cordero salpicada en los postes de sus puertas.
En aquellos hogares protegidos por la muerte de un cordero, la muerte simplemente pasaría y no tocaría al primogénito.
Y así comenzó la primera Pascua, una institución de fe que señalaba la venida del Cordero de Dios que sería el sacrificio final, poniendo fin permanentemente al poder de la muerte y trayendo vida eterna.
Moisés quien guardó la Pascua, literalmente instituyó la ceremonia de la Pascua por la fe.
Una institución que apuntaba a la futura expiación de Jesucristo.
Los egipcios estaban tratando de hacer suficientes buenas obras para poder entrar en la otra vida y no estaban seguros de haber hecho lo suficiente – ni siquiera los faraones.
La palabra favorita de la religión es “hazlo.” La palabra favorita del cristianismo es “hecho”.
Pero espere un segundo. Ahora que ha confiado en lo que Cristo ha hecho… Él lo mira y le pide que haga – que obre.
Como Pablo le escribió a Tito, Debemos estar preparados para toda buena obra – no para que Dios nos acepte, sino porque lo somos.
Ahora, usted y yo tenemos una nueva vida que vivir para Su gloria. Y como Moisés, descubrirá que, en ocasiones, los sacrificios en la vida serán totales, no parciales.
En esos momentos, Moisés se convierte en su ejemplo de fe – el tipo de fe que abandona los deseos pasados, las delicias presentes y los sueños futuros por lealtad a Dios.
Conclusión
Hace poco, comencé a leer la biografía de Adoniram Judson.
Me llamó la atención que, en cierto modo, él fue como Moisés. Él fue el primer misionero protestante estadounidense en renunciar y alejarse de su vida en Estados Unidos. El lo daría todo para vivir en la tierra de Birmania, al norte de Tailandia.
Antes de embarcarse en su viaje, él se había enamorado de una joven adinerada que también amaba a Cristo, al igual que sus padres.
Él le escribió una carta a su padre, pidiéndole permiso para casarse con su hija.
No me va a creer lo que le escribió… déjame leerle un poco – e imagine que usted es el padre de la novia.
Adoniram Judson escribe: “Ahora tengo que preguntar, si puede consentir en separarse de su hija a principios de la próxima primavera, para no verla más en este mundo; si puede consentir su partida a una tierra pagana y su sujeción a las penurias y sufrimientos de una vida misionera; si puede dar su consentimiento para que se exponga a los peligros del océano; a las fatales inclemencias del clima del sur de la India; a todo tipo de miseria y angustia; a la degradación, el insulto, la persecución y quizás una muerte violenta. ¿Puede consentir en todo esto, para la gloria de Aquel que dejó su hogar celestial y murió por ella y por usted, por el bien de las almas inmortales que perecen, por el bien del cielo y la gloria de Dios? ¿Puede consentir en todo esto, teniendo la promesa de encontrar a su hija en el mundo de la gloria con una corona de justicia, iluminada por las aclamaciones de los paganos ahora salvos por medio de su ministerio, que estarán alabando a su Salvador?[xiv]
El dijo que sí… y por supuesto, ella también.
No sé a qué le está llamando el Señor – que le ha pedido que rinda a sus pies – que debe esperar, comenzar, renunciar, por amor a Su nombre.
Pero sé cómo vamos a hacerlo, por la fe.
La fe es abandonar nuestros deseos pasados, las delicias presentes y los sueños futuros por lealtad a Dios – y permítanme agregar que, lo hacemos voluntaria y gozosamente a la luz de las maravillosas promesas de Dios que hará que todos los sacrificios que haga, valgan la pena.
Valdrá la pena. Lo que nos lleva a vivir y pensar de una manera que dice constantemente: “Adiós Egipto. Estoy de camino a la Tierra Prometida”.
[i] Adapted from Orrin Woodward, Resolved: 13 Resolutions for LIFE (Obstacles Press, 2011), p. 269
[ii] Adapted from R. Kent Hughes, Hebrews: Volume 2 (Crossway, 1993), p. 115
[iii] Ibid, p. 116
[iv] Ibid, p. 117
[v] Charles R. Swindoll, Moses: A Man of Selfless Dedication (Thomas Nelson, 1999), p. 23
[vi] C.F. Keil and F. Delizsch, Commentary on the Old Testament: Volume 1 (Eerdmans, 1991), p. 428
[vii] Bernard L. Ramm, God’s Way Out (Regal Books, 1987), p. 18
[viii] Swindoll, p. 26
[ix] Ramm, p. 18
[x] Swindoll, p. 39
[xi] Charles R. Swindoll, The Practical Life of Faith: A Study of Hebrews 11-13 (Insight for Living, 1989), p. 37
[xii] Stanley Outlaw, The Book of Hebrews (Randall House, 2005), p. 297
[xiii] Hughes, p. 120
[xiv] Jesse Clement, The Life of Rev. Adoniram Judson (Reprints from the collection of the University of Michigan Library), p. 25