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Sin esperanza a la vista

En cuestión de minutos, Job lo perdió absolutamente todo. Toda su vida había quedado de cabeza y Dios parece completamente ausente. Sin embargo, su reacción ante esta situación desesperanzadora es verdaderamente admirable y digna de imitación.
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Introducción

            El 1º de noviembre de 1755, un terremoto sacudió la ciudad de Lisboa en Portugal. Se considera que este ha sido el desastre natural de más amplio alcance en la historia moderna. La única excepción podría ser el Tsunami de 2004 que arrasó con los pueblos costeros desde el Sureste de Asia pasando por Tailandia e incluso India. Otros desastres naturales pueden haber sido peores que el de Lisboa, pero ninguno de ellos fue tan comentado ni tuvo tantas ramificaciones profundas como este.

            Irónicamente, el terremoto ocurrió en el feriado del “día de todos los santos,” cuando todas las iglesias estaban colmadas de feligreses. Podríamos pensar que aquellos que estaban en las iglesias se salvaron por el hecho de estar allí. De hecho, cuando la gente sintió las primeras sacudidas, muchos corrieron a refugiarse en las grandes catedrales, uniéndose a miles de otros quienes estaban participando en la misa.

              Testigos oculares dijeron que las multitudes tenían el terror de la muerte en sus rostros, y cuando la segunda serie de sismos empezó, tanto los sacerdotes como los feligreses empezaron a gritar, rogando a Dios por misericordia. Cuando todo terminó, casi cada una de las iglesias en Lisboa había sido reducida a escombros, y las personas que estaban dentro de ellas habían muerto aplastadas.

            Se provocaron incendios inmediatamente en diferentes puntos de la ciudad. Al pánico de todo lo sucedido lo acompañó un tsunami que destruyó una enorme cantidad de embarcaciones y ahogó a cientos de personas.

            Miles de personas murieron aquel día – y aparentemente no hubo distinción entre el religioso y el rebelde, el culto y el analfabeto, el rico y el pobre. Cuando todo hubo terminado, el 75% de la ciudad había sido reducida a escombros.

            A través de toda Europa, distintas opiniones aparecieron tratando de explicar el hecho.

            Algunos creían que el terremoto era un juicio de parte de Dios – parecido a la opinión del Alcalde de Nueva Orleans que llegó a los titulares de los diarios en 2006, cuando dijo que el Huracán Katrina era una señal de que, “Dios estaba enojado con Estados Unidos.”[i]

            Otros decían que el terremoto era una señal de la misericordia de Dios, ya que Lisboa merecía algo mucho peor.

            Muchos creían que Dios estaba tratando de alguna forma de comunicar que hay un mundo más allá del que vivimos – un mundo que podría darle significado a esta vida impredecible y caótica en la Tierra.

            A partir de ese día, se predicaron innumerables sermones acerca del terremoto.

            Algunos historiadores incluso han dicho que la revolución francesa y el gran avivamiento con los Wesleys en Inglaterra fueron resultados de esta catástrofe en Portugal.[ii]

            En nuestro próximo estudio, me gustaría responder específicamente algunas preguntas comunes tales como, “¿qué rol cumple Dios en los desastres naturales como los terremotos, inundaciones, y huracanes? ¿Los permite Dios o los produce? ¿Esta tratando de decirnos algo o no?”

            Hoy, sin embargo, quiero enfocarme en la vida de Job mientras él experimenta:

  • Un terremoto de sufrimiento inesperado
  • Una tormenta de dolor inexplicado
  • Y olas de calamidades imprevistas

            Estas son las pruebas de fe más difíciles que un creyente puede encontrar. En ningún otro lugar esta realidad es tan clara como en el recuento del sufrimiento de Job.

            En nuestro estudio de este libro ya hemos encontrado un par de verdades un tanto perturbadoras.

  1. La fe de Job no lo separa del sufrimiento – su fe inició el sufrimiento
  2. La fe de Job no lo va a aliviar de su agonía – su fe la ha causado.[iii]

            No es de sorprenderse que aquellos que predican el evangelio de la prosperidad ignoran las implicaciones del libro de Job. Ellos prometen que, si usted se comporta correctamente, si se preocupa por las cosas espirituales, si le da a Dios todo lo que puede, y confía que él se encargará del resto, Dios va a colgar un gran cartel de “NO MOLESTAR” en la puerta que rodea su vida – y usted puede esperar un caminar hacia el cielo, en su mayoría, tranquilo y sin problemas.

            Sin embargo, la conversación entre Dios y Satanás que escuchamos más temprano en Job, empezó con Dios diciendo, “¿Has considerado a mi siervo Job? Él es justo y recto – él me es reverente y se abstiene del pecado.”

            Satanás respondió básicamente acusando a Dios de sobornar a Job. Él dijo, en efecto, “Tu lo tienes a sueldo – él se comporta y tú lo bendices. Job es justo porque es rico. Toma toda su riqueza y simplemente mira lo que pasa con su fe.”

            Esta es la cuestión más inquietante de este libro. Permítame ponerlo de esta forma

  • La vida piadosa de Job no lo va a proteger del dolor – su fe lo colocó en esa situación.

            Aun el cristiano más optimista diría, “Si, pero solo espera – esta es una enorme nube de sufrimiento, lo sé, pero esta historia tiene un enorme lado positivo. Ya leí el ultimo capitulo, ¡No es tan malo!”

            Esto me recuerda a Bill Walton, el comentarista deportivo y antigua estrella de la NBA que una vez dijo, “Aprendí mucho tiempo atrás que una cirugía pequeña es cuando operan a otra persona.”[iv]

            Quiero animarle a no apresurarse al final del libro. De hecho, aunque usted sabe que los hijos de Job van a morir y que él va a tener más hijos después, solo recuerde que él nunca va a tener a sus hijos de regreso.

            Job va a experimentar este sufrimiento sin esperanza a la vista. No hay ninguna pronta respuesta de parte de Dios; ninguna explicación o razón desde lo alto. Las nubes simplemente llegarán y la tormenta se va a desatar en su vida.

La Devastación de Job

Leamos entonces Job 1:13-22 como si fuera la primera vez; como si estuviéramos allí, escuchando a estos mensajeros traer las noticias y viendo la reacción de Job en vivo y en directo. Una devastación cuádruple está a punto de llegar a la vida de Job y poner su vida de cabeza.

  1. Mensajero número 1.

            Job 1:13-15 dice,

      Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito, y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia.

            Bandidos del reino de Saba, al sur de Arabia habían venido a robar y luego eliminar cualquier testigo que pudiera delatarlos.[v]

            Este mensajero, jadeando, tratando de recuperar el aire, le dice a Job, “soy el único que logró salir con vida.”

  • Mensajero número 2.

            Antes de que Job tenga la oportunidad de oír la última frase, Job 1:16 nos informa que,

      Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia.

            Quizá esta era una tormenta eléctrica que pasó por la región y arrasó con la propiedad de Job. Debe haber sido una tormenta sobrecogedora dado el hecho de que Job tenia 7000 ovejas. La devastación debe haber sido impresionante.

            Note que el mensajero dice que el fuego vino de Dios. En otras palabras, vino de arriba de donde Dios reina. Me imagino que esto habría aumentado el golpe emocional de recibir la noticia.

            Note también que la primera tragedia fue de manos de unos bandidos; la segunda de mano de Dios.

  • Mensajero número 3.

            Mientras Job esta aun temblando con las noticias del segundo mensajero, Job 1:17 dice,

      Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia.

            Aquí viene aun otra noticia más, la tercera, contando acerca de una perdida material enorme y una cruel masacre.

            “Job, los caldeos, los feroces guerreros del norte de Mesopotamia, han arrasado con todo y han robado 3000 camellos y han asesinado a todo el que se interpusiera en su paso. Solo yo logré escapar para contarte lo que paso.”

            La mente de Job empieza a girar mientras considera la increíble perdida que acaba de experimentar en su negocio, sus posiciones, y su mano de obra. El considera por una fracción de segundo la enorme cantidad de tumbas que habrán diseminadas por sus tierras; las viudas y los huérfanos de sus sirvientes.   

            Un autor escribió, “Quizás Job pensó en ese momento, por lo menos me quedan mis hijos.”

  • Mensajero número 4.

            Interrumpiendo los pensamientos de Job, otro mensajero aparece, tratando de contener sus lágrimas, en Job 1:18-19

      Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito; y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia.  

            “vino tan inesperadamente… el ruido era ensordecedor… no hubo tiempo de correr o esconderse… pareció como si la casa de tu hijo mayor, donde todos tus hijos estaban reunidos era el blanco… la casa… la casa explotó – y todos tus hijos… están muertos.”[vi]

            Es como si todas las fuerzas del cielo y la tierra conspiraran en contra de Job y su familia. Su vida nunca será la misma. Ninguna voz habla desde el cielo; ninguna respuesta llega de algún mensajero angelical, “anímate Job, Satanás está probando tu fe en Dios. Y a todo esto, Dios cree que vas a pasar la prueba.”

            No. Los cielos están en silencio.

            En la contratapa de uno de mis libros acerca de Job, hay una pintura clásica de esta escena. Cuatro mensajeros están parados a la entrada de la casa de Job. Uno de ellos está apuntando a la distancia donde hay arboles doblados por un fuerte viento. Job está tirado en el suelo; con sus brazos y manos está cubriendo su cabeza en señal de angustia.[vii]

            No hay esperanza a la vista en medio de esta nube de sufrimiento.

            Quizás usted haya experimentado este tipo de sufrimiento.

            Esta es parecida a la situación de una mujer de la cual leí unas semanas atrás. Su pastor escribió que recientemente, ella había atravesado por un divorcio agonizante – su esposo la había dejado por una mujer más joven que había conocido en el trabajo. Ellos tenían dos hijos pequeños que ahora ella tenía que criar por si sola. Para cuando la corte anunció que la pensión alimenticia que recibiría era realmente pequeña, le diagnosticaron cáncer de mamas. Ella estaba ahora mudándose a la casa de sus ancianos padres – a su pequeña casa de dos habitaciones – con un sueldo muy limitado y mala salud.

            Esta mujer era una mujer fiel. Ella amaba a Dios y tenía un buen caminar con él; sin embargo, no había ninguna esperanza a la vista, en medio de esta nube de sufrimiento.   

La Respuesta de Job

            En aquel momento había una tremenda escena tomando lugar en el cielo.

            Satanás y sus demonios están mirando – aguantando la respiración y estirando sus cuellos. Están volando alrededor de este hombre de Dios para oír el primer susurro de un insulto hacia Dios; solo para escuchar una palabra de blasfemia de parte de Job – solo una. Están relamiéndose los labios en anticipación de las amargas blasfemias que seguramente saldrían de la boca de Job en contra de su Dios; en contra de su silencioso Señor; en contra de su soberano despreocupado, ausente, infiel, inconstante, que le estaba fallando, que no lo estaba protegiendo ni premiando por su buen actuar.

            El diablo y sus demonios no pueden esperar a correr hacia el cielo después de escuchar las blasfemias de Job. Pero luego en Job 1:20 leemos,

            Entonces Job se levantó…

            Y a todo esto, no sabemos cuánto tiempo pasó entre los versículos 19 y 20. Podrían ser un par de minutos, pero lo dudo. Quizá fueron horas después de que sus mensajeros se hubieran ido; o más probablemente cuando varios se juntaron a su alrededor, llorando y lamentando las increíbles calamidades que acababa de sufrir este hombre y su esposa.

            Cinco verbos aparecen sucesivamente en el próximo versículo para indicar que las únicas blasfemias en ese momento saldrían de la boca de Lucifer y sus demonios. Ellos habían fallado en su misión.

  • El texto dice en Job 1:20,

            Entonces Job se levantó…

            En otras palabras, Job finalmente logró levantarse del suelo.

  • Seguimos leyendo que

            …rasgó su manto…

            La palabra para “manto” indica que esta era una prenda de vestir externa, la cual Job rasgó parcialmente desde su cuello.

            Esta acción era común cuando alguien estaba en duelo. El manto rasgado buscaba ilustrar su corazón quebrantado.

  • Se nos dice en la siguiente frase, en Job 1:20 que él también

            …rasuró su cabeza…

            Esta también era una forma común de expresar que alguien había perdido su dignidad y gloria. Expresaba que él estaba totalmente humillado por las circunstancias, el duelo, el dolor que lo abrumaba.

            Ahora es tiempo de alzar el puño hacia el cielo y profanar el nombre de Dios, es lo que Satanás habrá pensado.

            Como debe haber instado Satanás a Job a hacerlo; como deben haber ansiado los demonios escuchar el nombre de Dios ultrajado y el carácter de Dios cuestionado. Quizás dijeron, “No hay esperanza a la vista, Job. Maldícelo ahora… ¡ahora!”

  • Pero al final del versículo leemos

            …y se postró en tierra y adoró…

            Job se inclinó sobre suelo, rostro a tierra, como lo indica la palabra hebrea, y empezó a adorar a Dios.

            Esto es lo maravillosamente sorprendente acerca de esta escena.

            No es tanto lo que sufrió Job, sino es que Job no hizo nada para merecerlo.

            Aun mas, Satanás está detrás de esto y Dios lo está permitiendo – sin darle una explicación a Job.

            Hay algo en nosotros que provoca que nos aferremos a los dolores y sufrimientos que llegan injustamente. No era justo. No era razonable. Queremos una explicación. Tenemos derechos y merecemos una respuesta.

            Job no recibió ninguna.

            La reacción de Job revela profundas lecciones acerca de lo que nosotros deberíamos hacer cuando sufrimos injusticias, perdidas inesperadas, y experiencias desgarradoras.

Aplicación – Lecciones

de un Adorador Sufriente

         En Job 1:21 se nos dan varias lecciones de este adorador sufriente.

  1. Primero, las perdidas inesperadas reenfocan nuestra atención en las cosas que realmente importan.

            Note la primera frase en Job 1:21.

      y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá…

            No podría ser más claro y gráfico que esto. Nacemos sin nada en nuestros pequeños puños apretados y, cuando morimos, nuestras manos tampoco podrán aferrarse a nada que hayamos conseguido.

            Las tragedias en la vida logran que separemos lo insignificante de lo importante en la vida – cosas que tendemos a revertir en orden de importancia cuando todo está yendo bien.

            Después de lo que sucedió con el Huracán Katrina, el escritor Max Lucado dijo, con un pequeño tono de sarcasmo,

            Ninguno lamentó la pérdida de su televisión o su camioneta. Nadie salió corriendo por las calles gritando, “No puedo encontrar mi taladro eléctrico.” Si alguien se lamentó por algo, fue por la pérdida de vidas. Si alguien se regocijaba era por haber encontrado personas con vida… Los huracanes logran quitar de nuestras manos lo que realmente no importa.[viii]

            Si eso no fue lo suficientemente convincente, escuche este artículo que me encontré hace un tiempo atrás.

            Según la Asociación de Almacenaje Personal, un grupo comercial encargado de monitorear ese tipo de cosas, el país ahora posee 176 millones de metros cuadrados de bodegas de almacenamiento personal. Todo este espacio está contenido en aproximadamente 40.000 instalaciones que son operadas por más de 2000 empresarios.

            Según una encuesta reciente, los dueños de 1 de cada 11 casas también paga por espacio en alguna bodega de almacenamiento para sus posesiones. Esto representa un aumento del 75% desde 1995.

            La mayoría de los operadores de estas bodegas de almacenamiento reportan tener un 90% de su espacio ocupado. Y, sin embargo, increíblemente, mientras la cantidad de espacio requerido en bodegas aumenta, el tamaño promedio de las casas también. De hecho, la Asociación Nacional de Constructoras de Viviendas reporta que el tamaño promedio de las casas en Estados Unidos creció de 148 metros cuadrados en 1973 a 222 mt2 en 2004 – y el número sigue creciendo.

            Así que analicemos que pasó – las casas crecieron, la cantidad de personas por familia se redujo, y aun así, necesitamos 176 millones de metros cuadrados más para guardar cosas.[ix]

            Cuando las catástrofes golpean nuestra vida, recordamos que quizá estamos gastando nuestras vidas acumulando cosas que no podemos llevar con nosotros.

            Desnudos llegamos a este mundo, y desnudos nos iremos también.

            La segunda lección que aprendemos de este adorador sufriente es similar a la primera.

  • En segundo lugar, los sufrimientos que no anticipamos nos recuerdan que todo lo que tenemos en esta vida es prestado.

            En Job 1:21, Job dijo,

            …Jehová dio, y Jehová quitó…

             Con profunda fe en el carácter de Dios, Job reconoció el derecho que Dios tiene sobre todas las cosas.

  • Sus posesiones
  • Su salud
  • Sus hijos
  • Su negocio
  • Sus empleados
  • Su futuro

            Job dice, mientras se encuentra tirado en el suelo, “el Señor me dio todo lo que tenía, y el Señor me lo ha quitado ahora.”

            Después de esta frase, podríamos esperar que Job dijera, “¿Y quien se cree que es?”

            Por el contrario, Job bendice a Dios y nos da una tercera lección.

  • En tercer lugar, el dolor sin explicación purifica nuestra confianza en Dios quien está más allá de nuestro entendimiento.

            En la última frase de Job 1:21, Job dice,

            …sea el nombre de Jehová bendito.

            Es interesante que tres veces en este discurso Job usa el nombre Jehová – el nombre personal de Dios.[x]

            Lo que más le importaba a Job en su momento de mayor tristeza era su relación personal con su Rey soberano.

            Dios no tenía ninguna obligación de contarle a Job lo que él tenía en mente. El barro no tiene derecho de juzgar al alfarero, Pablo escribió en Romanos 9:21,.

            La gran lección que aprendemos al observar a Job postrado sobre su rostro, es que no es necesario que sepamos los propósitos de Dios antes de inclinarnos ante su autoridad.[xi]

            No es necesario que sepamos los planes de Dios antes de inclinarnos ante su presencia

            De hecho, es el dolor inexplicado que purifica nuestra confianza en Dios.

            Cuando no hay respuestas aquí en la tierra; cuando todo parece tan injusto; cuando la vida nos da un golpe tras otro; un mensajero tras otro; cuando hay solo nubes y ninguna esperanza a la vista; allí es cuando debemos adorar a Dios con fe; esto es, cuando le adoramos en base a sus promesas, no sus explicaciones.

            No es de sorprenderse que este capítulo termina en Job 1:22, con las palabras,

      En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

            ¿Porque se nos dice esto? Porque culpar a Dios es lo que cualquier persona haría naturalmente. Porque la mayoría diría, “Tu podrías haberlo impedido… ¿Dios, donde estabas cuando todo esto estaba sucediendo?”

            Pero Job no empezó a culpar a Dios. El rehusó plantar semillas de amargura, que siempre forman profundas raíces en nuestro corazón, nublan nuestra perspectiva, ahogan nuestra adoración, y marchitan nuestra alma.

            Me encontré con un poema un par de semanas atrás. Lo leí hace poco en el funeral de una pequeña de solo cuatro años. En un momento donde muchos culparían a Dios o al menos lo cuestionarían, el testimonio de esta familia era como el de Job, no culparon a Dios.

            Termino con la letra de este poema. Espero que sea de ánimo para su vida, especialmente cuando no hay esperanza a la vista.

Podré sentir que los caminos de mi Padre

no tienen sentido

mi corazón podrá dolerse, pero en mi alma sé que Él error no ha cometido.

Mis planes tan queridos podrán derrumbarse

Mis esperanzas podrán dispersarse

Pero aun confiare que mi Señor, pues conoce el camino, él ha de guiarme.

Aunque la noche sea oscura

y pareciera que el día nunca llegase

Pondré mi fe, y mi todo en Él,

pues él nunca podrá equivocarse

Hay tanto que yo no puedo ver,

mi vista muy nublada está

pero venga lo que venga, simplemente voy a confiar

 y a él, mis cargas entregar

Porque en algún momento la niebla se va a disipar,

Y todo él lo ha de aclarar

A través del camino, aunque oscuro para mí,Él no se ha equivocado siquiera una sola vez.


[i] Erwin Lutzer, Where Was God? (Tyndale House, 2006), p. 61.

[ii] Ibid., p. 1.

[iii] Francis I. Andersen, Tyndale Old Testament Commentaries: Job (Inter-Varsity Press), p. 89.

[iv] Steve May, The Story File (Hendrickson, 2000), p. 236.

[v] Andersen, p. 86.

[vi] Charles Swindoll, Job: A Man of Heroic Endurance (W Publishing Group, 2004), p. 21.

[vii] C. H. Spurgeon, The Suffering of Man & the Sovereignty of God (Fox River Press, 2001), back cover.

[viii] Lutzer, p. 51.

[ix] Tom Vanderbilt, “Americans Are Storing More Stuff Than Ever,” July 18, 2005, http://www.slate.com.

[x] John E. Hartley, New International Commentary on the Old Testament: Job (Eerdmans, 1988), p. 78.

[xi] Lutzer, p. 39.

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey. Puede ser usado sin fines de lucro y con las atribuciones necesarias.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas provienen de las versiones Reina Valera 1960, La Biblia de las Americas y la Nueva Biblia de las Americas.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Usado con permiso.

La Biblia de las Américas (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.LBLA.com

Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 by The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.NuevaBiblia.com

Pies de nota han sido provistos para citar las fuentes correspondientes cuando el texto lo ha requerido. En caso de haber omisiones no intencionales, futuras revisiones incluirán las anotaciones apropiadas.

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