Introducción
Hoy vamos a continuar con nuestro estudio del libro de Josué, así que le invito a abrir su Biblia allí, en Josué capitulo 3.
Mientras los Israelitas planeaban entrar a la tierra prometida, hay algo que queda bien en claro, y se trata del mismo punto que nosotros debemos comprender si queremos tener una vida cristiana victoriosa. Josué capítulos 3 y 4 no nos van a dar varias maneras de experimentar la victoria en la vida cristiana, nos van a presentar la única manera de experimentar victoria en nuestra vida cristiana.
Si nos acompañó en el último programa, recordará que los espías israelitas volvieron de Jericó con un reporte que decía que toda la gente estaba aterrorizada al saber que ellos venían. Al escuchar ese reporte, el pueblo juntó sus posesiones, se levantó y viajo unos 10 kilómetros hasta las orillas del río Jordán, adonde acampó por tres o cuatro días.
Preparándose para Ver Obrar a Dios
Mientras el día de cruzar el Jordán se acerca, Josué, al contrario de lo que hacían los lideres militares, le dice al pueblo, no que alisten sus armas, sino que se “santifiquen, porque al otro día verían la mano de Dios.”
- El versículo clave –Josué 3:5
Note lo que dice Josué 3:5,
“Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros.”
En otras palabras, en el camino a la victoria, la pureza del hombre y el poder de Dios son importantes. Así que Josué les dice a los Israelitas que se santifiquen.
¿Qué es la santificación? Bueno, en esta oportunidad, significa varias cosas: lavar sus vestiduras, darse un baño, y pasar un tiempo en oración y confesión. La santificación era algo que debía tomarse muy en serio.
Josué les dice que se santifiquen. ¿Por qué? Porque el poder de Dios se iba a revelar,
Su pueblo debía estar puro – preparado para aquello.
¿Por qué tenían ellos que pasar por todos los rituales de purificación? Porque era crítico que los Israelitas reconocieran que el poder de Dios iba a abrir las aguas del Jordán y ser capaces de comprender el valor de ese milagro.
Querido oyente, nosotros podemos experimentar el poder de Dios; podemos ver la mano de Dios obrando, pero no comprender el valor de todo eso.
Los Israelitas necesitaban comprender, cuando vieron que las aguas del jordán se dispersaron, que si Dios es poderoso para hacer eso, entonces Él es poderoso para dispersar el ataque de sus enemigos. Si Dios puede partir las aguas del Jordán, Él tiene el suficiente poder como para ayudarlos a vencer a los guerreros de Canaán que vivían para pelear. Era importante que ellos supieran que Dios era lo suficientemente poderoso como para darles la tierra.
Un corazón sin purificar, simplemente nos ciega la vista. ¿No le molesta el saber que uno puede vivir la vida ignorando el maravilloso obrar de Dios, nunca reconociendo lo que esta sucediendo? ¿Le molesta saber que Dios obra en el día a día en su vida y a causa de su falta de santidad ni se da cuenta? Este llamado a la santidad es para nosotros también.
Josué no le pide al pueblo que afilen sus espadas, sino:
“Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros.”
Dios no necesita personas astutas para conquistar Canaán, Él quiere personas puras por medio de las cuales conquistara Canaán.
Ahora, la dificultad que esta gente enfrentaba era el río Jordán. La palabra “Jordán” significa “el que desciende” porque este río descendía desde el mar de Galilea hasta el mar del Arabá, o el mar de Sal, que hoy lo conocemos como el Mar muerto.
El río descendía unos 350 metros en altitud, lo que causaba una corriente natural – no un torrente violento. Sin embargo, durante la estación lluviosa, que era durante la época de la cosecha, se desbordaba y llenaba lo que hoy conocemos como la planicie del Jordán. Esta planicie tenía entre dos y cinco kilómetros de ancho. Cada año, el jordán se desbordaba y cubría esta área de aproximadamente 2 kilómetros de ancho.
El pasaje nos dice que los Israelitas se encuentran al borde del Jordán en ese periodo en el que el río estaba desbordado. Así que, frente a ellos, no se encuentra un pequeño arroyo o un río angosto de lecho poco profundo que podrían pasar con un buen salto. Están frente a un río de casi dos kilómetros de ancho con una corriente bastante fuerte. En términos humanos, no había manera posible que el pueblo de Israel pudiera cruzarlo. Para ellos, no era un obstáculo, sino una imposibilidad.
Además de este problema, encontramos una pequeña frase en la última parte de Josué 3:4 que dice:
“…por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino…”
Esto me encanta. Recuerde que esta generación, a excepción de Josué y Caleb, no había visto a Dios abriendo las aguas del Mar Rojo. No tenían ninguna experiencia de la cual podían decir: “Vimos a Dios hacer algo así antes, así que sabemos que Él lo puede hacer.”
Me imagino al pueblo allí parado pensando “Dios, tú quieres que entremos a la tierra, pero ahora tenemos este problema en el camino. Tiene casi dos kilómetros y es profundo. No somos tan buenos nadadores y sabemos que nuestros hijos no saben nadar, sin mencionar nuestro ganado y todas nuestras pertenencias.”
- El rol clave –Josué 3:6
Este río era un problema mayor para los Israelitas. Creo que esta es la razón por la que debemos entender la importancia del arca del pacto. Mire lo que dice Josué 3:6,
“Y hablo Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo.”
Los sacerdotes se pusieron al frente. Ahora leamos los versículos 9-10,
“Y Josué dijo a los hijos de Israel: Acercaos y escuchad las palabras de Jehová vuestro Dios. Y añadió Josué: En esto conoceréis que el Dios viviente esta en medio de vosotros, y que el echara de delante de vosotros al cananeo, al heteo, al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al amorreo y al jebuseo.”
Versículos 11-12,
“He aquí, el arca del pacto del Señor de toda la tierra pasara delante de vosotros en medio del Jordán. Tomad pues ahora, doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu.”
El arca del pacto está guiando al pueblo en el camino a seguir. Ellos sabrán en un momento la razón. Mire lo que dicen los versículos 13 y 14,
“Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un montón.
Y aconteció cuando partió el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto…”
Vamos a hacer una pausa aquí para comprender mejor el arca del pacto.
El arca era una caja de madera de unos 60 cm de ancho por 1 metro 20 de largo, recubierta en oro, lo que la hacía muy hermosa.
Dentro del arca había varias cosas importantes. Estaba la vara de Aarón, la cual reverdeció. Había un jarro con maná, que servía como un recordatorio constante de la provisión de Dios cuando el pueblo no tenía nada. También estaban las tablas de la Ley, en las cuales Dios había escrito los diez mandamientos.
La tapa del arca era de oro. Arriba de la tapa habían dos ángeles, querubines para ser más precisos, que estaban de frente. Sus alas se extendían cubriendo sus rostros. Las personas, en aquel entonces, creían que el poder de Dios, literalmente, la presencia de Dios, estaba entre las alas de estos ángeles. No es que Dios estaba dentro del arca, como lo muestran en algunas películas, sino que Dios estaba sentado sobre el arca entre los querubines, por decirlo así.
Entonces, el arca va a guiar y liderar el cruce del Jordán. ¿Qué significaba esto? Significaba que no eran un grupo de personas preparadas para ir de camping o para salir de paseo y ver si les gustaba esta tierra. No iban pensando que los iban a recibir con los brazos abiertos.
No, el pueblo de Dios estaba marchando guiado por Dios. Y ellos lo debían seguir por fe.
Aquí es adonde aparece el desafío. ¿Notó cuándo partiría Dios las aguas? Cuando los sacerdotes pusieran sus pies en el agua.
¿Por qué es que Dios esperó hasta el final? ¿Por qué no partió el río la noche anterior? ¿Por qué no separó las aguas y secó el lecho del río para que los Israelitas al despertarse en la mañana pudieran decir: “Ah, qué bueno, agarremos nuestras cosas y crucemos.”
¿Por qué Dios los hace pasar por esto? ¿Por qué es que los sacerdotes tenían que mojarse los pies primero, y luego Él actuaría?
¿Por qué es que Dios espera tanto en acudir a su ayuda? ¿Alguna vez se preguntó por qué?
El Señor está enseñando un principio fundamental. Dios está mucho más interesado en desarrollar a su pueblo que en demostrar su poder. Nosotros nos enfocamos en querer ver su poder – y verlo ya mismo. Sin embargo, Dios, quiere desarrollar la fe de Su pueblo; así que esperó hasta el último momento.
Viendo a Dios Obrar
Ahora veamos a Dios obrar. Mire Josué capítulo 3, versículos 15-17. Allí leemos:
“cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega), las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó.
Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.”
El agua ahora esta amontonada a unos 50 kilómetros de distancia, en la ciudad de Adam. ¿Por qué hizo Dios eso? Yo pienso que lo hizo para que esta montaña de agua fuera un testimonio de Su poder y también, para que sirviera como una advertencia: “Mi pueblo está en camino.”
Esto le dio a la gente de la tierra otra oportunidad de arrepentirse y dejar de lado sus armas. Ellos verían a Dios venir.
Recordando que Dios Obró
Ahora, hay un incidente que sucede en Josué capitulo 4 que me gustaría explicar en lo que nos queda de este programa. Mire lo que dice Josué 4:2-3. Allí leemos:
“Tomad del pueblo doce hombres, uno de cada tribu, y mandadles, diciendo: Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas en el lugar donde habéis de pasar la noche.”
Ahora vayamos a los versículos 19-20. Este es el primer lugar en el que acampan.
“Y el pueblo subió del Jordán el día diez del mes primero, y acamparon en Gilgal, al lado oriental de Jericó. Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán.”
Querido oyente, es muy importante que nos preparemos para ver a Dios obrar. Que santifiquemos nuestras vidas; las consagremos; asegurarnos que haya pureza de nuestra parte; que confesamos nuestro pecado – y así podamos ver la mano de Dios obrar; que veamos su poder y su presencia – que es algo maravilloso. También es crítico que recordemos las obras de Dios.
Quizás uno de los mayores motivos por los que nos desalentamos en la vida cristiana es que nos olvidamos. Una de las amenazas más grandes a nuestra vida cristiana es nunca hacer una pausa para ver y recordar como obró Dios en nuestras vidas.
Probablemente todos los creyentes – quizás usted en este mismo momento – se han preguntado en algún momento ¿Está Dios obrando? La única razón por la que nos preguntamos eso es porque ya nos olvidamos de lo que ya hizo.
Tal como escribió un autor, “La superestructura de nuestras vidas está construida sobre el cimiento de nuestros recuerdos. Nuestra memoria nos instruye como vivir ahora.”
Otro escribió lo siguiente: “Los recuerdos de la mano y el poder de Dios obrando en nosotros forman el suelo en el cual nuestras raíces de fe crecen, se afirman y reciben nutrición.”
Ahora, la indicación de Dios a Josué fue muy clara. Mire lo que dice Josué 4:21-23. Josué repite el mensaje de Dios:
“Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana preguntaren vuestros hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas piedras? declararéis a vuestros hijos, diciendo: Israel pasó en seco por este Jordán. Porque Jehová vuestro Dios secó las aguas del Jordán delante de vosotros, hasta que habíais pasado, a la manera que Jehová vuestro Dios lo había hecho en el Mar Rojo, el cual secó delante de nosotros hasta que pasamos;”
Un monumento de piedras
Entonces, el pueblo de Israel erigió un monumento, un memorial de piedra. ¿Por qué es importante esto? Permítame darle un par de razones.
- Primero, estos monumentos nos ayudan a no olvidar.
Puedo estar tan preocupado con mis problemas presentes que puedo olvidar que Dios en el pasado me proveyó los recursos necesarios. Esto sucede porque nosotros, como seres humanos, solemos recordar lo negativo y catalogar nuestras derrotas. Tenemos los fracasos y derrotas anotadas en orden alfabético en nuestra mente. Están tan presentes que cuando nos enfrentamos a un problema, ¿Qué es lo primero que nos viene a la mente? Los fracasos y derrotas. Como resultado, continuamos propagando una vida de derrotas.
- Una segunda razón por la que es importante erigir monumentos es porque nos recuerda de la importancia de agradecer.
Dios proveería, en un sinnúmero de veces, en situaciones imposibles. Quizás hoy mismo usted este en medio de una situación imposible. No sé lo que es, pero usted si sabe. Recordar ese momento cuando Dios obró en lo que parecía ser una situación imposible, le da una oportunidad de hacer una pausa y agradecerle a Dios por lo que ha hecho. Muchas veces nos enfocamos en pedirle a Dios que haga algo ahora, y nos olvidamos de alabarle por lo que ya ha hecho en nuestra vida.
- La tercera razón que encontramos en este pasaje, es que la gente sería desafiada a compartir esta historia con la próxima generación.
Varios años después, ese monumento de doce piedras seguiría en pie. Un padre Israelita llegaría al lugar con uno de sus hijos. El niño le preguntaría, “Papa, ¿que son esas piedras? ¿Para qué están allí?
El padre le respondería: “Déjame contarte lo que pasó. Aquí es adonde Dios mostró Su poder para que nosotros hoy podamos disfrutar todo lo que tenemos.”
¿Qué van a escuchar nuestros hijos de nuestros labios? ¿Van a escuchar que vale la pena seguir a Dios? ¿Van a escuchar que Dios es poderoso? ¿Van a escuchar podemos confiar en Dios? ¿O van a escuchar una larga lista de quejas, derrotas y palabras de desánimo?
Si usted tiene hijos pequeños, grandes o nietos, tiene la tremenda oportunidad de contarle a la próxima generación el mensaje que Dios está vivo; que Dios obra; que uno puede confiar en Él.
Construyendo su propia vitrina de trofeos
Ahora, me gustaría ir un poco más allá, en términos prácticos, porque pienso que todos tenemos el mismo problema del olvido. Me gustaría sugerirle que comience a construir algo que podemos llamar “una vitrina de trofeos.”
En esta vitrina, vamos a poner los recuerdos del poder de Dios y Su presencia. Esta vitrina puede ser un cuaderno en el que escriba las cosas. Puede ser un archivo en su computadora. Puede ser escribir canciones. Puede escribirlos en su lista de oración. Sea lo que sea, construyamos una vitrina que este llena del poder y la providencia divina.
Permítame sugerirle algunas cosas que puede poner en esta vitrina.
- Primero, y permítame dejar esto bien en claro, rehúse poner cualquier derrota o fracaso personal.
¿Por qué? ¿Porque las queremos ignorar? No. El problema no es que ignoremos esas cosas, sino que muchas veces no las podemos dejar atrás. Siempre van a estar allí, así que no necesitamos escribirlas. Queremos una vitrina, no un cuadrilátero de boxeo, en el que lo bueno pelee con lo malo. Este es un lugar en el que recordaremos lo que Dios ha hecho. Así que rechace, desde un comienzo, poner cualquier fracaso allí.
- En segundo lugar, visite lugares que tienen una importancia espiritual.
Quizás podemos recordar un lugar en particular que tiene una gran importancia espiritual. Quizás usted recuerde esa iglesia en la que aceptó a Cristo como su Salvador, o alguna habitación en donde recibió el discipulado, o el lugar en el que conoció a una persona que lo impacto en su vida espiritual. Visite nuevamente esos lugares si puede.
Yo le diría que lo haga, especialmente si está pensando que Dios no está obrando en su vida… Si usted se ha olvidado que Él ha sido fiel.
- En tercer lugar, recuerde personas que han sido de impacto espiritual en su vida.
Puede que haya personas así en su vida en este mismo momento. En mi caso, mi esposa y mis hijos impactan mi diario vivir. A esa lista puedo agregar mis padres y uno de mis hermanos que está en el ministerio. También puedo anotar algunos profesores del seminario y hermanos de la iglesia que me han impactado en mi vida cristiana.
Permítame sugerirle que, una vez que haya recordado estos nombres, los llame por teléfono. Cuénteles del impacto que fueron o son para su vida.
Anote, no solo eventos, no solo lugares, sino también personas. La próxima vez que le venga a la mente el pensamiento “A Dios no le intereso; Él no está obrando en mi vida” hágase la siguiente pregunta: Si esto es así, ¿para qué gastó tanto tiempo en traer personas así a mi vida cuando lo necesitaba? Eso le ayudará a salir de ese oscuro valle de desánimo.
- Permítame sugerirle, en cuarto lugar, que recuerde y avive esos momentos de decisiones espirituales.
¿Recuerda cuando levantó la mano o pasó al frente en la iglesia para tomar esa decisión, cuando estuvo en ese campamento cristiano o esa conferencia, cuando se levantó de su asiento y le dijo que si a Dios? Quizás usted recuerde el momento en que le entrego su carrera o dedicó su familia al Señor. Renueve y avive esos momentos.
- Permítame hacer una última sugerencia. Anote los momentos de victoria espiritual.
¿Recuerda el momento en que Dios le respondió una oración? Seguramente, al igual que yo, usted no recuerde qué oro el mes pasado. Probablemente sucedió, hubo una respuesta, pero a usted le pareció algo insignificante. Anote las respuestas de oración. Póngalas en su vitrina.
Quizás recuerde el momento en que un ser querido, por el cual usted oró por mucho tiempo, puso su fe en Cristo. Tal vez recuerde esa vez que, justo cuando lo necesitaba, recibió dinero. Recuerde esos momentos en los que Dios se hizo presente y anótelos.
¿Recuerda momentos oscuros, en los que se encontraba en un valle, y Dios le mostró un versículo especial para esa ocasión? ¿Ha vuelto a leer esos pasajes nuevamente? Por naturaleza, tendemos a recordar el valle, la oscuridad de la noche. A causa de ello, el dolor, el desánimo y la tristeza esta fresca en su mente. Combata eso con recuerdos frescos de lo que Dios hizo en su vida.
Conclusión
¿Adónde guarda usted sus recuerdos del poder de Dios? ¿Los escribe en un cuaderno? ¿Los repite en oración a Dios? ¿Los canta o se los olvida?
Era tan importante para Dios que los Israelitas recordaran este milagro que dijo: “Quiero que tomen doce piedras y levanten un monumento.”
A propósito, podemos sacar otro principio aquí, y es que los monumentos no necesitan ser majestuosos para ser importantes – pueden ser tan solo una montaña de piedras.
Para el mundo, posiblemente, sus oraciones son así de simples. La manera en que Dios se hizo presente en su vida probablemente no produzca gran asombro en otros. Usted tal vez diga ¿Escucharon lo que Dios hizo? Y nadie le preste atención. Sin embargo, entre usted y Dios, estas cosas no tienen precio.
¿Tiene alguna manera de recordar el obrar de Dios en su vida? Quizás sea hora de comenzar.
Al hacerlo, de la misma manera que Josué capitulo 4 concluye, podemos decir, “En el valle; en el tiempo de dificultades, al mirar los trofeos, podemos saber que:
“…la mano de Jehová es poderosa; para que temáis a Jehová vuestro Dios todos los días.”