Introducción
A muy pocas personas les gusta que les recuerden su edad – a menos que sea un niño. Si usted tiene hijos pequeños, sabe muy bien a lo que me refiero.
Hace unos días uno de mis hijos me preguntó: “Papa, ¿Cuántos días faltan para que tenga seis años?”
Pero cuando llegamos a los 30, o 40, o 50, se pone más peligroso que a uno le recuerden su edad. Por esa razón encuentro fascinante que, al comenzar nuestro estudio de Josué 14, esa es exactamente la manera en que Dios se dirige a Josué después de un tiempo de silencio. Vamos a comenzar leyendo el versículo 1 de Josué 13. Allí dice:
“Siendo Josué ya viejo, entrado en años, Jehová le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por poseer.”
Estoy seguro que Josué sabía muy bien que era viejo y avanzado de edad. Dios le recuerda esto, aunque no creo que le haya molestado; porque si usted piensa que tener cuarenta o cincuenta o sesenta es ser viejo, ¡tengo noticias para usted! Cuando Dios susurro estas palabras a oídos de Josué, ¡el ya tenía cien años!
Dios, ahora continúa recordándole a Josué del territorio que aún falta conquistar, y repartir a las 9 tribus y media; esto es porque las tribus de Rubén, Gad, y la mitad de la tribu de Manasés ya tenían su territorio al otro lado del Jordán; y la tribu de Leví no tiene un territorio propio porque el servicio a Jehová es su heredad.
Luego, Dios le dice a Josué, en efecto, “Es hora de repartir el territorio que le corresponde poseer a cada tribu restante.”
Así que, como Dios ya le había dicho a Moisés, Josué, el sacerdote Eleazar, y los lideres de las tribus se reunieron para esta repartición de terrenos. Como se nos dice en el versículo 2, el método para repartir la tierra iba a ser por suerte. Josué, tal vez, puso el nombre de cada tribu en una piedra y luego, había puesto las doce piedras en una urna. Y, luego de alguna manera identificó los territorios con sus límites en otro lado. Y finalmente fue sacando las piedras de la urna, y asignándolas a los territorios. Esa fue la manera en que Dios quiso revelar qué porción debía recibir cada tribu.
Ahora, si toma el tiempo para estudiar estos capítulos, descubrirá que los hijos de José no estaban muy felices con lo que estaban recibiendo. Ellos hasta se quejaron por lo que habían recibido. Lo interesante a recordar es que Dios estaba a cargo de lo que parecía ser la ‘suerte’ de cada tribu. Su designio soberano ya había proporcionado el territorio en el que las tribus vivirían en Canaán.
Pienso que esta es una buena ilustración para cada creyente, porque hay ciertas cosas que Dios nos ha dado en su soberanía también. Nosotros, por ejemplo, no podemos cambiar nuestra apariencia física, donde nacimos y crecimos, nuestra salud, inteligencia, dones espirituales y talentos y tantas cosas más.
Usted pensara: “No tuve tanta suerte en la repartición.” Bueno, eso no tiene nada que ver con buena o mala suerte. Hay un Dios soberano que ha diseñado todo lo que usted posee. Y de la misma manera que las tribus israelitas, los que vivimos por fe vamos a sacarle el máximo provecho a lo que Dios nos ha dado.
Caleb Repasa los Capítulos de su Vida
Ahora, en medio de toda esta repartición, encontramos a un joven de 85 años llamado Caleb. Caleb da un paso al frente y con un muy buen discurso, le recuerda a Josué una promesa de 45 años de antigüedad. Es obvio, tal como vamos a ver en un momento, que él ha pensado en cada palabra que va a pronunciar.
En una escena muy emotiva, creo yo, entre dos camaradas, Caleb repasa los capítulos de su vida y los eventos más importantes.
- “Mi carrera como espía”.
Al capítulo 1 de su narración lo podríamos llamar: “Mi carrera como espía”. Mire lo que dice Josué 14:6-7:
“Y los hijos de Judá vinieron a Josué en Gilgal; y Caleb, hijo de Jefone cenezeo, le dijo: Tú sabes lo que Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-barnea, tocante a mí y a ti. Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió de Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón.”
En otras palabras: “Josué, ¿recuerdas cuando, cuarenta y cinco años atrás, junto con otros diez espías fuimos a ver qué había en esta tierra que íbamos heredar? ¿Recuerdas que al entrar a la tierra vimos gigantes – los hijos de Anac? Sin embargo también vimos el fruto de la tierra. Vimos esos viñedos, los racimos de uvas gigantes. Vimos todo lo que había allá.”
De hecho, le invito, querido oyente, a abrir su Biblia en estos pasajes que nos dan el relato histórico. Números, capitulo 13. Todos los espías regresaron con su reporte. Probablemente se acuerde de lo que sucedió, pero hagamos un repaso de lo que Caleb le está diciendo a Josué.
Mire lo que dice Números 13:27,
“Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella.”
Ahora continuemos con los versículos 28-29. Aquí hablan los diez espías que no tenían fe.
“Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán.”
En otras palabras, estos espías están diciendo: “Es imposible. No hay forma de ganar.”
Ahora fíjese en el versículo 30. Allí leemos:
“Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.”
¿Quién es el que está hablando, Josué o Caleb? Es interesante que Caleb es el que da un paso adelante y se dirige a Moisés.
Caleb es un hombre de gran fe y valentía. Pienso que Josué, tal vez por naturaleza, era un hombre tímido. Por eso Dios le dice en el capítulo 1, en reiteradas ocasiones, “No temas.” ¿Por qué Dios le dice eso a Josué? Pienso que se debe a que Josué estaba aterrorizado.
Caleb es el que da un paso al frente y dice: “Podemos conquistar la tierra.” Caleb es el que toma la palabra. Note que no es Josué el que habla.
Continuemos en Números 13:31-32,
“Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.”
Caleb, a propósito, no minimiza el problema. Él no le dice a la gente: “Oh, no, no, no, ellos se lo imaginaron. No hay gigantes en la tierra, eso no es así.”
Él no pone en duda el reporte porque es verdadero. Caleb no minimiza los problemas, el magnifica a Dios.
La cuestión con Caleb no es “¿cuán grande es tu fe? Sino, ¿cuán grande es tu Dios?”
Y esa es la cuestión para nosotros también. Quizás usted piense que no puede ser como Caleb porque no tiene tanta fe. Sin embargo, esa no es la cuestión. Usted puede tener mucha fe cuando camina sobre una fina cubierta de hielo y terminar hundiéndose. Usted puede tener muy poca fe al caminar sobre una capa de hielo de 1 metro de grosor y cruzar todo el lago. La cuestión no es la cantidad de fe, sino el objeto de su fe. ¿Es el objeto de su débil fe confiable?
Entonces tenga en mente que, con Caleb, necesitamos dejar de lado su personalidad y darnos cuenta que él tiene un gran Dios al que está dispuesto a seguir, sea cual fuere el precio.
- “Mi carrera como soldado.”
El Capitulo 2, en el repaso que Caleb hace de su vida, se podría titular “Mi carrera como soldado.” Fíjese lo que dice Josué 14:10.
“Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años.”
Uno casi puede escuchar el motivo detrás de esto: “He esperado mucho tiempo para adjudicarme esta promesa.” Caleb tuvo que sufrir 45 años a causa de la infidelidad del pueblo. Él estaba listo hace 45 años. Tenía las botas puestas. Pero todos dijeron “no.”
Pero note que, a pesar de lo difícil que debió haber sido eso, Caleb no se convirtió en un hombre amargado. No vemos siquiera un indicio de que se haya enojado con Dios o que estuviera resentido con el pueblo por haberse negado a entrar a la tierra por fe en aquel entonces.
Por el contrario, ¿qué es lo que encontramos? Encontramos que Caleb peleó fielmente en 31 campañas desde que llegaron a Canaán. El peleó hombro a hombro con el pueblo de Israel.
Ahora, ¿por qué Caleb le recuerda estos dos episodios de su vida a Josué? La respuesta se encuentra en Números 14. Dios mismo habla acerca de Caleb de una manera muy especial. Mire lo que dice en Números 14:24. Dios dice que Él le ha prometido una porción en la tierra,
“Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión.”
Entonces, basado en el pasado de Caleb como un espía fiel y su presente como un soldado fiel, Caleb, en efecto, dice: “Es hora de escribir el capítulo 3 de mi vida; es hora de empezar.”
Caleb Pide Recibir la Promesa de Dios
Entonces, ¿Qué es lo que Caleb pide? El texto en Josué 14, nos dice que Caleb reclama un terreno montañoso; en particular, un monte que a él le interesa y se encuentra en un lugar llamado ‘Hebrón’.
Permítame contarle algunas cosas acerca de Hebrón; cosas que los judíos sabían muy bien. Hebrón estaba ubicada a unos 30 kilómetros al sur de Jerusalén. Fue en Hebrón que Abraham acampó. Fue en Hebrón que Dios le habló a Abraham y le recordó las promesas de su pacto. Allí en Hebrón fue donde vivió Jacob. Fue en Hebrón que José, el hijo favorito de Jacob, pastoreó sus ovejas. Fue en Hebrón que Abraham, Isaac, Jacob, Rebeca y Lea fueron sepultados. Era un lugar sagrado para la nación.
Caleb dice: “Yo quiero este lugar sagrado.”
A propósito, este monte, era un lugar que recordaba una comunión intima con el Señor. Al querer este monte como su heredad, Caleb estaba mostrando su deseo de tener una comunión especial con Dios – de heredar y habitar donde Dios se había revelado.
Ahora, al continuar leyendo la petición de Caleb, descubrimos que allí, en Hebrón, vivían los gigantes Anaceos.
Los Anaceos probablemente eran de la misma raza que los gigantes como Goliat. Josué 14:15 nos ayuda a entender un poco más la situación. Allí leemos:
“Mas el nombre de Hebrón fue antes Quiriat-arba; porque Arba fue un hombre grande entre los anaceos…”
Quizás este hombre, Arba, era el gigante más famoso de la ciudad.
Para los hombres rebeldes que vivían en la tierra de Canaán, estos gigantes eran los héroes del momento. Usted recordará que Goliat era el héroe del ejército Filisteo. Pero para Dios, estos hombres en Hebrón eran rebeldes y malvados; eran enemigos de Dios. Su voluntad era eliminarlos de esa tierra en un acto de juicio contra su pecado. ¿Y quién está preparado para eso? Un hombre de 85 años llamado Caleb.
Ahora, para ilustrar esto un poco mejor, asumamos que los Anaceos son por lo menos de la misma altura que Goliat. Hasta es posible que fueran más altos. Yo mido un metro ochenta con los zapatos puestos y aguantando la respiración.
Goliat y los Anaceos pueden haber medido hasta 3 metros de altura. Lo interesante es que todos los espías los vieron y dijeron “a la vista de ellos, somos como langostas.” Estos espías eran como langostas si se comparaban con los Anaceos. Sin embargo, Caleb comparó a los gigantes con Su gran Dios, y con esa perspectiva, los Anaceos pasaron a ser como langostas.
Permítame darle un par de principios que vemos en el pedido de Caleb que le van a ayudar a comprender mejor las cosas.
- Número uno, el pedido de Caleb no estaba basado en optimismo.
O sea, ¿era Caleb un simple optimista, un idealista, mientras el resto de los Israelitas eran realistas? La respuesta la encontramos en el texto bíblico. Mire lo que dice Josué 14:12,
“Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día;…”
Este pedido está basado en la palabra de Dios, no en la opinión de algún hombre optimista que piensa que puede llevarse el mundo por delante. Pienso que Caleb tenía todas los motivos para temer a esos gigantes Anaceos.
- Número dos, el pedido de Caleb no estaba basado en cálculos, sino en la voluntad de Dios.
Existe una gran verdad y bastante teología en el pedido de Caleb. Me encanta la última parte de Josué 14:12 porque revela que Caleb realmente no sabía que sucedería. Allí leemos:
“…porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho.”
La fe matemática o calculada se rehúsa a avanzar hasta ver con claridad como van las cosas – pero, al llegar a ese punto, ya no hay más fe.
Caleb comprendió esa verdad, cosa que nosotros también necesitamos hacer. Debemos creer en lo que Dios ha dicho y permitir que Él haga, según su designio y voluntad, lo que sea con nosotros.
Note la palabra “quizá” en ese versículo. Esto no quiere decir que Caleb tenía miedo o que dudaba de Dios, sino que esto habla de su humildad y sumisión a Dios. En otras palabras, “Quizás él me permita vivir. No sé cómo lo va a hacer o cuáles son sus planes para mi vida, pero yo voy a pelear y veremos qué es lo que El hace.”
¡Qué hombre de fe!
Aplicación
Permítame darle un par de aplicaciones a partir de estas verdades.
- Primero, la fidelidad a Dios no hace que los conflictos diarios desaparezcan.
Caleb era un hombre que vivía fielmente para Dios. Ya lo vimos a través de su vida, y ahora lo vemos, ya con 85 años de edad, poniéndose la armadura, listo para pelear. Pero el hecho que él era fiel a Dios no significaba que no tendría dificultades en su vida.
En mi estudio descubrí cuatro cosas que a Caleb le jugaban en contra. Permítame compartirlas con usted.
- Número uno, Caleb era un extranjero.
Francamente, nunca supe esto sino hasta que me puse a estudiar este pasaje. ¿Usted lo sabía? Uno piensa que sabe todo acerca de una historia y luego, al estudiar más, descubre algo nuevo, que siempre estuvo allí, pero que nunca antes lo vimos.
Lo que más me impacto a mi es ver como Dios usó a Caleb cuando él ni siquiera era judío. Dios le va a dar a un Gentil el lugar más sagrado de todos.
El pasaje nos dice, en Josué 14:6, que Caleb es hijo de Jefone, un cenezeo. Si nos fijamos en Números 13:6, vamos a descubrir que su padre se asoció con la tribu de Judá. Esto nos da la pauta que su padre era, lo que la Biblia llama, un “temeroso de Dios”; o sea, un gentil que decidió seguir a Jehová, el Dios de Israel.
Los temerosos de Dios actuaban bajo la señal del pacto, o sea, la circuncisión, y recibían algunos de los beneficios de la nación. Ellos seguían a Dios con la nación de Israel. Así que el padre de Caleb también era un hombre de mucha fe, evidentemente, dejando a su nación gentil y aferrándose a la tribu de Judá.
Caleb se crio en esta situación y probablemente más adelante él mismo adoptó la fe en el Dios de Israel. Y Dios le iba a entregar el monte Hebrón a este gentil.
¡Qué muestra de la gracia de Dios!
- Número dos, me impactó el hecho que Caleb fue ridiculizado y rechazado por la nación de Israel.
Caleb regresa de espiar la tierra, entusiasmado y lleno de fe y dice: “Escuchen, hemos visto la tierra y déjenme decirles: podemos tomarla.”
La gente respondió: “Apedréenlo.” (Números 14:10)
- Número tres: Caleb fue desestimado para ser escogido como el líder de Israel.
Ahora, no quiero asumir demasiado, pero a mí me llamo la atención que fue Caleb, no Josué el que comenzó a hablar cuando volvió con el reporte. Caleb demostró una gran fe en Dios.
Tal vez, en aquel entonces, si nosotros hubiéramos sido Caleb, hubiéramos pensado: “Un momento, yo soy el que regresó y dijo todo esto. Este hombre, Josué, es muy tímido. Quizás yo tendría que ser la persona que lidere al pueblo.
Sin embargo, Dios escoge a Josué para liderar y Caleb va a desaparecer de escena por unos 45 años.
Al final de esos 45 años ¿cómo encontramos a Caleb? ¿Está él enojado o amargado? ¿Lo encontramos sin fe? No, él es fiel. Caleb está dedicado de todo corazón para el Señor.
- Número cuatro: A Caleb se le negó su herencia por 45 años.
Ahora, yo puedo esperar a Dios por 4 o 5 días; o tal vez lo pueda estirar a cuatro meses. Caleb tuvo que esperar en que la promesa de Dios se cumpliera por 45 años.
Cada día que pasaba, Caleb envejecía y finalmente, a los 85 años de edad, él supo, “Este es el momento en el que Dios cumplirá su promesa para mi generación.”
Permítame hacer una segunda aplicación en este momento
- Los fracasos y desilusiones del pasado no impiden que pueda experimentar el gozo y la comunión con Dios en el presente.
Si alguien pudiera haber jugado el juego de “si tan solo” ese sería Caleb. El pudo haber pensado: Si tan solo ellos hubieran escuchado. Me han robado 45 años. Si tan solo hubieran hecho esto… Si tan solo”
Algunas personas, amigos, y quizás usted y yo, nunca logran sobrepasar el fracaso o alguna desilusión pasada. Quizás le estén robando el gozo. Tal vez su cónyuge no tiene fe y le está quitando algo que usted realmente quiere.
Piense en lo que los Israelitas le quitaron a Caleb. Sin embargo, él no guardo resentimiento. Él no miró al pasado para suspirar deprimido, sino para recordar lo que Dios había hecho con él y como pudo permanecer fiel, por la gracia del Señor, como espía y soldado.
Ahora, ¿qué hace Caleb? El ve la cima de un monte que es un recordatorio de la comunión con Dios. Y él está listo para luchar y, por la gracia de Dios, tomar posesión de ese monte.
Usted dirá, Pero pastor, usted no conoce mi vida. Yo siempre dudo.” ¿Usó Dios a Tom ás?
Usted dirá: “Yo negué a Dios bajo presión el otro día.” ¿No usó Dios a Pedro?
Usted dirá, pero yo he cometido adulterio. He asesinado.” ¿No usó Dios a David una vez que él confesó su pecado?
Usted dirá: “Bueno, usted se crio en un hogar cristiano, sus padres eran misioneros. A mi no. Yo no tuve eso.” ¿No usó Dios a Timoteo?
Algunas personas nunca superan los años de silencio; los años de desilusiones; los años con obstáculos. ¿Alguna vez consideró que esos pensamientos que le dicen: “no puedes tener una vida cristiana victoriosa” no provienen de Dios sino de los gigantes de Anac? Tal vez estas voces le digan “Ya eres viejo”. Bueno, si ese es el caso, aprenda de este hombre de cien años, o de Caleb, que tenía 85. Tal vez usted escuche voces que le dicen: Si Dios no hizo nada muy grande en su vida en sus primeros 40 años, ¿por qué ha de hacer algo en los próximos 20 o 40?
Mientras estudiaba para preparar este sermón, me vino a la mente una historia que realmente me marcó. Es la historia de una señora de 85 años. Ella había seguido fielmente al Señor, pero nada de mayor importancia había sucedido en su vida. Ella ya había criado a sus hijos y su marido ya había fallecido. Vivía sola.
Esta mujer vivía en una ciudad llena de universitarios, y Dios comenzó a poner en su corazón que debía impactar esa universidad que tenía cerca. Así que ella dijo: Bueno Señor, ¿qué quieres que haga?
Ella oró al respecto y decidió que iba a comprar algunas tarjetas y luego escribir un mensaje en ellas. Así que lo hizo, y luego las puso en los pasillos de los dormitorios. El mensaje decía: “Si te estas sintiendo solo, llámame.”
Usted pensara que ella instantáneamente recibió cientos de llamadas, pero no, nadie llamó. Así que ella regreso y le agrego: “Si te estas sientiendo solo, ven a mi casa para tomar un té.”
Nadie llamó, hasta que un día, una joven asiática golpeó la puerta de su casa y dijo “me siento sola.”
Ella la hizo pasar y le sirvió una taza de té, y luego de verla muchas veces, en cuestión de meses, esa joven conoció al Señor.
El día en que esa señora falleció, setenta estudiantes universitarios de diversos países se hicieron presentes para llevar el ataúd. Durante esos últimos años, ella llevó a más de cien estudiantes a los pies de Cristo.
Permítame hacerle una pregunta: ¿Está usted mirando hacia atrás? Quizás lo único que vea es fracasos y desilusiones.
Así que, mire hacia delante y tenga fe en su gran Dios. Tal vez su fe sea pequeña y tímida, pero su Dios es grande y poderoso… y Él es el que puede darle la victoria. Él puede usarlo grandemente y darle una comunión intima con Él, reservada para a aquellos que lo buscan de todo corazón.