Calendario

Encuentre sus programas por nombre y fecha de transmisión en nuestro calendario interactivo.

Biblioteca de Estudios

Encuentre sus programas favoritos por libro de la Biblia.

Artículos y Devocionales

Crezca en su caminar con Dios con nuestros artículos, devocionales y más.

El Evangelio

Conozca el regalo de Dios para su corazón.

Acerca del Ministerio

Conozca nuestra historia, propósito y más.

Declaración Doctrinal

Esto es lo que creemos como ministerio

Amigos de Sabiduría

Suscíbase a nuestra lista de correo

Ciudades de Refugio

La tierra prometida ya ha sido conquistada y dividida entre las tribus de Israel. Los cananeos han temblado y han visto el poder de Dios. Ahora, Dios manda a construir dos tipos de ciudades en esta nueva sociedad que servirán de refugio para los necesitados. Aprendamos valiosas lecciones de estos pasajes que, sin duda, reflejan el corazón de Dios y apuntan al refugio que encontramos en Cristo Jesús. 
Descargar audio

Compartir esta lección

Introducción

Nuestro estudio del libro de Josué está llegando a su fin. Solo nos quedan unos cinco capítulos cortos. El territorio conquistado ha sido dividido entre las tribus de Israel. El pueblo está en la tierra. Los enemigos han temblado y han visto el poder de Dios. Y ahora, en lugar de concluir el libro de Josué, Dios tiene otras cosas que quiere registrar para nuestro beneficio.

A primera vista, estos últimos capítulos parecen aburridos y de poca importancia para nosotros hoy. Sin embargo, creo que, al completar este estudio, descubrirá que este libro aún tiene muchas verdades que enseñarnos.

Le invito a que abra su Biblia conmigo en Josué capitulo 20, y vamos a comenzar leyendo desde el versículo uno.

“Habló Jehová a Josué, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Señalaos las ciudades de refugio, de las cuales yo os hablé por medio de Moisés, para que se acoja allí el homicida que matare a alguno por accidente y no a sabiendas; y os servirán de refugio contra el vengador de la sangre.

 Y el que se acogiere a alguna de aquellas ciudades, se presentará a la puerta de la ciudad, y expondrá sus razones en oídos de los ancianos de aquella ciudad; y ellos le recibirán consigo dentro de la ciudad, y le darán lugar para que habite con ellos.

Si el vengador de la sangre le siguiere, no entregarán en su mano al homicida, por cuanto hirió a su prójimo por accidente, y no tuvo con él ninguna enemistad antes.

Y quedará en aquella ciudad hasta que comparezca en juicio delante de la congregación, y hasta la muerte del que fuere sumo sacerdote en aquel tiempo; entonces el homicida podrá volver a su ciudad y a su casa y a la ciudad de donde huyó.

Entonces señalaron a Cedes en Galilea, en el monte de Neftalí, Siquem en el monte de Efraín, y Quiriat-arba (que es Hebrón) en el monte de Judá.

Y al otro lado del Jordán al oriente de Jericó, señalaron a Beser en el desierto, en la llanura de la tribu de Rubén, Ramot en Galaad de la tribu de Gad, y Golán en Basán de la tribu de Manasés.

Estas fueron las ciudades señaladas para todos los hijos de Israel, y para el extranjero que morase entre ellos, para que se acogiese a ellas cualquiera que hiriese a alguno por accidente, a fin de que no muriese por mano del vengador de la sangre, hasta que compareciese delante de la congregación.”

Ahora mire lo que dicen los primeros tres versículos del capítulo 21,

“Los jefes de los padres de los levitas vinieron al sacerdote Eleazar, a Josué hijo de Nun y a los cabezas de los padres de las tribus de los hijos de Israel, y les hablaron en Silo en la tierra de Canaán, diciendo: Jehová mandó por medio de Moisés que nos fuesen dadas ciudades donde habitar, con sus ejidos para nuestros ganados. Entonces los hijos de Israel dieron de su propia herencia a los levitas, conforme al mandato de Jehová, estas ciudades con sus ejidos.”

Dios ha designado dos tipos de ciudades para establecer en la tierra prometida, en esta nueva sociedad.

  • La primera clase son ciudades de refugio legal;
  • la segunda clase son ciudades de refugio espiritual.

Las Ciudades de Refugio Espiritual

Primero vamos a ver las ciudades de refugio espiritual que encontramos en el capítulo 21 de Josué. Todos los eventos del capítulo 21, que acabamos de leer, podrían llamarse: “Operación saturación.” Dios quería saturar esta tierra con la presencia de los levitas. Él designa 48 ciudades que pasarían a ser lugares de:

  • enseñanza;
  • teología;
  • consejo;
  • predicación y adoración.

Los Levitas serían los maestros, los consejeros y los predicadores en esta nueva tierra. Estas ciudades serían los centros para ese tipo de refugio espiritual.

Se ha estimado que nadie en la tierra viviría a más de 15 kilómetros de una de estas ciudades de refugio espiritual. Eso significa que, por lo menos, un hombre capacitado en la enseñanza, la predicación y la consejería estaba a disposición de cada Israelita.

Evidentemente, estas ciudades eran muy importantes para la gente. De hecho, note nuevamente en Josué 21:2-3, la indicación de que ya había pasado el tiempo suficiente como para olvidar este mandato de Dios a Moisés. Pero, cuando los hijos de Aarón y los sacerdotes, que ahora servirían como maestros, predicadores y consejeros, vienen a pedir estas ciudades, el pueblo se los da sin vacilar – 48 ciudades en total con todos sus terrenos aledaños. En otras palabras, la gente dio generosamente a los Levitas.

Esto era de gran beneficio para el pueblo Israelita, porque permitía la presencia de la palabra de Dios en la tierra. También permitía que toda la gente en la tierra tuviera acceso a personas que pudieran ayudarlos. Estas ciudades eran lugares de refugio espiritual.

Al estudiar el pasaje quede impactado con la generosidad de la gente que permitió que los Levitas vivieran tan bien como el resto del pueblo.

Y, querido oyente, creo que la iglesia tiene que tomar la misma postura. Esto debe ser un ejemplo para nosotros.   El cuidar de los pastores y misioneros es una bendición para la iglesia local. No deberíamos preguntarnos ¿Cuánto es lo mínimo que podemos dar? Sino ¿Cuánto es lo máximo que podemos dar?

Una de las razones por las cuales, creo yo, Dios ha bendecido a nuestra iglesia es por nuestra generosidad para con los siervos de Dios.

Cada vez que nos visita un misionero hacemos todo lo posible por hospedarlo de la mejor manera y darle lo mejor. Hace poco, una familia misionera nos visitó y, cuando se fueron, nos dejaron una tarjeta con una nota de agradecimiento para la iglesia. En su nota mencionaron cómo su hija disfruto de la piscina.

¿la piscina? Se preguntará. ¿A dónde se quedaron?

En un hotel de tres estrellas.

¡Un hotel de tres estrellas! ¡Por la mitad del precio podían quedarse en un hotel de una estrella!

Déjeme responderle con una pregunta, ¿En dónde le hubiera gustado hospedarse a usted?

Cuando estaba en la universidad, pertenecía a un grupo que tenía el privilegio de representar a la universidad en cada iglesia que visitábamos. Durante ese periodo, visitamos unas 150 iglesias. En el proceso, recibí la mejor educación en cuanto a cómo no se debe tratar a un siervo de Dios.

Es increíble ver el egoísmo en algunos lugares. Algunas iglesias no nos hospedaban en casa de familia y nos dejaban en lugares con nombres como “el paraíso del camionero”.

Nunca voy a olvidar cuando visitamos una iglesia grande en Carolina del Sur. Esa noche había unas dos mil personas. Al terminar, el pastor vino y nos dio un sobre con un cheque y dijo: “Desearía que fuera más.”

Nosotros respondimos: “No, por favor, no se haga problema” –y pensamos, seguro es suficiente para cubrir los gastos del viaje. No lo fue. Y bueno, me gustaría decirle que esa fue una excepción, pero no es así.

Hablé con una pareja misionera hace algunos meses, y me contaron de las cajas que reciben de las iglesias que los apoyan. Dijeron que recibieron una caja de una iglesia en particular y ni siquiera se molestaron en abrir por un tiempo porque ya sabían lo que podrían recibir de ellos. Esperaron hasta la próxima obrita de los niños de la iglesia y sacaron la ropa vieja y gastada de la caja. Nunca olvidaré a estos misioneros diciéndome, sin resentimiento en sus voces: “La ropa que nos envió la iglesia sirvió para hacer disfraces fantásticos”.

Cuando era niño, todos los años, una iglesia que nos apoyaba me mandaba a mí y a mis hermanos un regalo de Navidad. Yo lo apreciaba mucho, por cierto. La mayoría de las iglesias no hacen eso. Esta iglesia nos enviaba lo mismo todos los años. Por lo general, había un peine, un lápiz y un bolígrafo, y tal vez un par de calcetines, y siempre, algún caramelo barato. No le daba importancia en ese entonces, pero esa iglesia nos enviaba esos regalos en una caja de leche usada de litro y medio. ¿Era un bonito envoltorio navideño demasiado costoso?

Cada persona e iglesia va a tener distintas posibilidades en el área de dar, pero el punto simplemente es el siguiente: Sea generoso. Honre a aquellos que dan sus vidas para servir en el ministerio. Trátelos como a usted le gustaría que lo trataran y aún mejor que eso.

¿Cómo trata usted a los siervos del Señor?

Las Ciudades de Refugio Legal

Ahora vamos a hablar del otro tipo de ciudad que vemos en este pasaje. Leamos lo que dice en Josué 20:2-3:

“…Señalaos las ciudades de refugio, de las cuales yo os hablé por medio de Moisés, para que se acoja allí el homicida que matare a alguno por accidente y no a sabiendas; y os servirán de refugio contra el vengador de la sangre.”

Sabemos por lo que nos dice la escritura que habían seis ciudades que fueron designadas como ciudades de refugio, tres a cada lado del Jordán. De hecho, tenemos cuatro libros del Antiguo Testamento que hablan acerca de estas ciudades de refugio, lo que nos dice que esto era algo muy importante en esta nueva sociedad.

Abra su Biblia conmigo en Deuteronomio 19. Allí encontramos una explicación más detallada acerca de estas ciudades. Vamos a leer los versículos 2 al 3.

“Te apartarás tres ciudades en medio de la tierra que Jehová tu Dios te da para que la poseas. Arreglarás los caminos, y dividirás en tres partes la tierra que Jehová tu Dios te dará en heredad, y será para que todo homicida huya allí.”

Mas adelante, en este pasaje, vemos que se agregaron tres ciudades más, haciendo un total de seis ciudades. Continuemos ahora con los versículos 4 al 6.

“Y este es el caso del homicida que huirá allí, y vivirá: aquel que hiriere a su prójimo sin intención y sin haber tenido enemistad con él anteriormente; como el que fuere con su prójimo al monte a cortar leña, y al dar su mano el golpe con el hacha para cortar algún leño, saltare el hierro del cabo, y diere contra su prójimo y éste muriere; aquél huirá a una de estas ciudades, y vivirá; no sea que el vengador de la sangre, enfurecido, persiga al homicida, y le alcance por ser largo el camino, y le hiera de muerte, no debiendo ser condenado a muerte por cuanto no tenía enemistad con su prójimo anteriormente.”

Puede que usted se pregunte ¿y que de la persona que es culpable? Mire lo que dice Deuteronomio 19:11-12.

Pero si hubiere alguno que aborreciere a su prójimo y lo acechare, y se levantare contra él y lo hiriere de muerte, y muriere; si huyere a alguna de estas ciudades, entonces los ancianos de su ciudad enviarán y lo sacarán de allí, y lo entregarán en mano del vengador de la sangre para que muera.”

Ahora, el vengador de la sangre era alguien designado por la familia, el clan o la tribu de la víctima. El vengador debía buscar al asesino. Su propósito no era decidir si la muerte había sido intencional o no; él debía vengar a la familia por la muerte del familiar. No era tanto venganza, sino más bien una retribución en este sistema de ley.

El asesino tenía una esperanza – tenía que llegar a una ciudad de refugio antes de que lo alcanzara el vengador. Si lograba llegar a una, ya sin aliento, presentaría su caso a los ancianos de la ciudad. Luego los ancianos llevarían a cabo un juicio. Si el asesino era inocente, se le permitiría vivir en la ciudad de manera segura. Si era culpable, sería entregado al vengador.

Ahora, mientras estudiaba este pasaje me sorprendió ver las similitudes que existen entre las ciudades de refugio y la persona de Cristo. También hay diferencias. Me gustaría emplear el resto del tiempo que tenemos juntos en este programa para ver las similitudes y un par de aplicaciones para nuestras vidas.

  1. Numero uno: las ciudades de refugio fueron designadas por Dios mismo; no fueron determinadas por los Israelitas.

De la misma manera que Dios designaba una ciudad de refugio, un lugar seguro para la persona que era perseguida por el vengador, Él escogió a su Hijo, desde antes de la fundación del mundo, y designó que Él muriera para ser el refugio de toda la humanidad pecadora; para todos los que huyeran hacia Él.

  1. Numero dos: las ciudades de refugio proveían protección del vengador.

Puedo imaginarme, en aquella época, a un hombre corriendo por su vida. Él estaría mirando constantemente hacia atrás, a ver si el vengador lo estaba siguiendo. No se tomaría el tiempo ni para dormir o comer, correría hasta alcanzar una de estas ciudades.

Querido oyente, toda persona que corre hacia Cristo está corriendo por su vida. Esta es la persona que ha dejado de lado cualquier ilusión de seguridad, reconoce que está siendo perseguida por la paga de su pecado y corre hacia la ciudad de refugio, que es Jesucristo, para recibir misericordia, perdón y amparo.

  1. Número tres: era el deber del judío guiar e indicar claramente adonde se encontraba la ciudad de refugio.

Deuteronomio 19 nos dice que los Israelitas debían construir caminos que condujeran a las ciudades de refugio. Ahora, esto no se aplicaba a las demás ciudades del territorio, solo las ciudades de refugio debían tener un camino. ¿Por qué? Para facilitar lo máximo posible, que las personas llegaran allí.

En libros de historia, fuera de la Biblia, leemos que los Israelitas construían puentes y allanaban el camino, para que los perseguidos pudieran tomar el camino más corto para llegar a la ciudad de refugio.

En mi investigación, aprendí que cada cruce de caminos importante, tenía que tener alguna señal indicando la dirección de la ciudad de refugio más cercana. Cuando la persona venia corriendo y llegaba al cruce, se encontraría con un cartel con la palabra “Refugio”. Estos carteles tenían que ser lo suficientemente grandes para que una persona corriendo a prisa los pudiera ver bien.

También aprendí que muchas de las ciudades de refugio designaban algunos corredores para que estuvieran por el camino. Cuando estos corredores veían a alguien escapando y corriendo hacia la ciudad, ellos correrían con él para guiarlo y darle ánimo.

Querido oyente, ¿Puede ver las similitudes que existen con nuestra responsabilidad actual? Nosotros debemos poner señales y anuncios para la gente, construimos puentes y carteles que dicen: “Corra por su vida. Jesucristo es su ciudad de refugio y yo puedo mostrarle como llegar a Él.”

  1. Número cuatro: las puertas a las ciudades de refugio nunca se debían cerrar.

Me encanta esto. Comprenda que esto era muy extraño en aquella época, porque en aquel entonces, por la noche, las puertas siempre se cerraban. Esto protegía a los residentes de ladrones y demás. Pero las puertas de las ciudades de refugio, nunca se cerraban.

Es más, en tiempos de guerra, las ciudades cerraban sus puertas y las trababan desde adentro. Pero las ciudades de refugio tenían la instrucción de no cerrar sus puertas.

Esto me hace pensar en un par de conexiones que quiero destacar:

  • Primero, esto me deja ver que de la misma manera que Jesús siempre está disponible, los que le servimos también debemos estarlo.
  • Segundo, me deja saber que la gente que vivía en las ciudades de refugio, vivía asumiendo el riesgo –vivía por riesgo propio. Sería como si usted esta noche se va a dormir y deja la puerta de calle abierta. Los residentes estaban dispuestos a correr riesgos por la seguridad de una sola persona, que en ese momento, en la oscuridad de la noche, podría estar corriendo por su vida. Yo me pregunto ¿Qué arriesgamos nosotros por la causa de Cristo?
  1. Número cinco, las ciudades de refugio tenían que estar ubicadas en lugares elevados.

Es interesante que se requería que estas ciudades estuvieran construidas en montes o laderas. ¿Por qué? Para que pudieran verse con facilidad.

¿Se da cuenta que las ciudades de refugio tenían que estar disponibles; accesibles? A veces me pregunto si Jesús no tenía esto mismo en mente cuando les dijo a sus discípulos que tenían que ser como una ciudad asentada sobre un monte. Es fascinante pensar que nosotros, en cierto sentido, podemos representar una ciudad de refugio, al indicar el camino hacia nuestro Salvador.

  1. Número seis, las ciudades de refugio estaban disponibles para todos.

Sería fácil pasar esto por alto, al leer el pasaje de Josué, Deuteronomio y Números 35, pero las ciudades de refugio no estaban disponible solo para los Israelitas, sino también para los Gentiles. Cualquiera podía correr y encontrar seguridad y protección.

De la misma manera hoy el evangelio es para todos –Gentiles y Judíos; ricos o pobres; de toda nación y grupo social. Jesucristo lo dejo muy en claro al decir que Todo aquel que a él viene en fe, no le echa fuera.

En Hebreos 6:18 leemos de

“…los que hemos huido para refugiarnos echando mano de la esperanza puesta delante de nosotros.”

Querido oyente, hoy quiero dejarle bien en claro que si usted no tiene a Cristo, necesita entender que el vengador está persiguiéndolo para hacer justicia por sus pecados. Su única esperanza es que usted busque la ciudad de refugio, que acuda a Jesucristo, quien venció la muerte y el pecado – quien pagó en su lugar – para que usted pueda vivir seguro para siempre.

Si usted no tiene a Cristo, caerá en las manos del vengador.

Conclusión

Me gusta contar una leyenda popular sobre el sirviente de un hombre rico que vivía en Arabia. Un día, él fue al mercado a comprar vivieres para la casa, y mientras volvía, al dar la vuelta en una esquina, quedó cara a cara con un individuo vestido de negro. Él reconoció que se trataba de la muerte.

Este sirviente salió corriendo lo más rápido posible. Volvió a la casa y le pidió a su amo de rodillas: “Por favor, me acabo de encontrar con la muerte, y sé que viene por mí. Tengo que huir. ¿Puedo usar uno de tus caballos más veloces?” El amo le dijo que si, y el siervo se marchó a toda velocidad desde Bagdad hacia Samara.

Luego, el amo decidió ir en persona al mercado a comprar los víveres, y mientras caminaba por la calle, al llegar a una esquina, también se encontró cara a cara con la muerte. El sabía que no le había llegado la hora, así que le pregunto: ¿Por qué asustaste a mi sirviente?

La muerte le respondió: “Francamente el me asusto a mí. No esperaba verlo en Bagdad, porque esta noche tengo una cita con él en Samara.”

Hebreos 9:27 dice,

“…está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio…”

¿Está usted seguro? ¿Está preparado?

Querido oyente, si este sermón le ha hablado directamente a usted; si se ha sentido identificado durante esta segunda parte de nuestro estudio; si usted no tiene a Cristo, entonces no está seguro.

En este mismo momento, usted puede arrepentirse e invitar a Cristo a su vida. Lo puede hacer ahora mismo. No tiene que hacerse miembro de una iglesia o bautizarse. Todo lo que tiene que hacer es correr hacia él y decirle: “Señor, necesito que me salves. Se que soy un pecador y que no me puedo salvar por mis propios medios. Pero Tu si puedes hacerlo, porque has pagado por mis pecados con tu sangre en la cruz del calvario y has vencido la muerte en Tu resurrección. Sálvame ahora te ruego.”

Déjeme decirle que si esta ha sido su oración, la Palabra de Dios dice que ahora está a salvo; porque, todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo (Hechos 2:21). Usted ha entrado a la ciudad de refugio, que es Jesucristo.

Si esta ha sido su experiencia, nos encantaría saber de usted. Escríbanos al correo que escuchará al final del programa. Queremos orar por usted y verle unirse a una buena congregación donde se enseñe sana doctrina y pueda crecer en el Señor.

Y para todos los que ya hemos entrado a esta maravillosa ciudad de refugio, le animo a que hoy agradezca al Señor por su perdón, por la paz y la seguridad que hemos encontrado en Cristo. Adórele y gócese en el Señor porque hemos encontrado refugio en Él.

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey. Puede ser usado sin fines de lucro y con las atribuciones necesarias.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas provienen de las versiones Reina Valera 1960, La Biblia de las Americas y la Nueva Biblia de las Americas.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Usado con permiso.

La Biblia de las Américas (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.LBLA.com

Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 by The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.NuevaBiblia.com

Pies de nota han sido provistos para citar las fuentes correspondientes cuando el texto lo ha requerido. En caso de haber omisiones no intencionales, futuras revisiones incluirán las anotaciones apropiadas.

Nuestro Ministerio es FORTALECIDO por sus oraciones y SOSTENIDO por su apoyo financiero.

¡Su colaboracion hace la diferencia!

Explorar más

El Peligro de Jugar a Ser Dios

¡No juzguéis! Todos hemos escuchado ese mandamiento bíblico, pero ¿Qué significa realmente el juzgar?, ¿Por qué no debemos juzgar? y ¿Cuales son las implicaciones de este mandamiento? Aprendámoslo juntos en este estudio del libro de Santiago.

Tantas historias… tan poco tiempo

Antes de concluir, esta lista de héroes de la fe simplemente nos entrega varios nombres de personas. Algunos de ellos fueron victoriosos, y otros fracasaron espiritualmente. Su inclusion en este capítulo de la Biblia nos servirán de aliento a cada uno de nosotros que seguimos creciendo en nuestra fe imperfecta… y nos animarán depender más en nuestro perfecto Dios.

Reciba noticias sobre el ministerio y nuestros últimos recursos

¿Tiene alguna pregunta?

Mándenos sus preguntas, testimonio y comentarios.

contact copy