Introducción
Hay algo muy importante, muy poderoso y muy emotivo en las últimas palabras pronunciadas por una persona.
Me viene a la mente William Carey, un hombre que fue enviado por la sociedad bautista inglesa como misionero a la India. Eso fue hace más de un siglo atrás, pero aun recordamos a este hombre como un pionero de las misiones modernas. Él fue el que pronunció la famosa frase “Espera grandes cosas de Dios, intenta grandes cosas para Dios.” Este gran misionero le dijo las siguientes palabras a su socio mientras estaba en su lecho de muerte. Él dijo: Cuando yo ya no esté, no digas nada acerca William Carey, pero di mucho acerca del Salvador de William Carey.”
También me viene a la mente Charles Spurgeon, un hombre que desde su adolescencia, ya le predicaba a multitudes. Para cuando el cumplió 20 años de edad, su iglesia en Londres tenía 10 mil miembros que venían a escucharlo cada domingo. Él era un gran predicador, excelente orador, de manera que en la actualidad se lo sigue usando como ejemplo en todos los seminarios. Este hombre brillante, cuando estaba en su lecho de muerte, le dijo a uno de sus socios: “Cuantos más años tengo, más simple es mi teología; Jesús me ama.”
Hace unos años mi suegro enfermó gravemente. Su corazón comenzó a fallar; se le acortó el tiempo inesperadamente. La familia viajó de todos lados para visitarlo. Nos turnábamos para acompañarlo en la sala de cuidados intensivos, y solo nos dejaban estar allí unos minutos. En una ocasión que justo yo estaba en la habitación, él se despertó. Lo tenían con tubos y aparatos por todos lados. Él me miró y yo lo mire a los ojos y le dije, “Te amo”. El, con un tubo en la boca que lo ayudaba a respirar, haciendo el máximo esfuerzo dijo, “Yo también te amo.”. Y esas fueron las últimas palabras que me dijo.
La Biblia está llena de despedidas. Es interesante ver que Dios las incluye en Su palabra.
Me viene a la mente José, en su lecho de muerte en Egipto, llamando a todos sus hermanos, y en sus últimos momentos les dijo, básicamente, “Manténganse firmes. Dios les dará la tierra. Cuando se vayan de Egipto para entrar en la tierra, lleven mis huesos. Quiero que me entierren en la tierra prometida.”
Pienso en Pablo, que dijo entre abrazos al despedirse de los ancianos de la iglesia de Éfeso: “Se que ninguno de ustedes me vera de nuevo. Así que…” Y Hechos capitulo 20 nos narra su emotiva despedida.
Sin embargo, una de las despedidas más detalladas que encontramos en la Escritura, es la despedida de Josué. Quiero invitarlo, por última vez en nuestro estudio del libro de Josué, a que abra su Biblia allí conmigo, en el capítulo 23. Su despedida abarca dos capítulos. En dos eventos emotivos, se despide de los líderes y luego, pronuncia sus últimas palabras a las personas que amó y guio por años.
Elementos Clave en la Despedida de Josué
Mire Josué 23:1-2.
“Aconteció, muchos días después que Jehová diera reposo a Israel de todos sus enemigos alrededor, que Josué, siendo ya viejo y avanzado en años, llamó a todo Israel, a sus ancianos, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales, y les dijo: Yo ya soy viejo y avanzado en años.”
En otras palabras, “Este es mi discurso de despedida.”
Me imagino a todos los oficiales, principales, jueces y ancianos de las tribus acercándose para ver a su líder y escuchar su último discurso; su despedida. Este era su último adiós.
El desafío de Josué, básicamente, alterna entre dos puntos. Estos son:
- La fidelidad de Dios para con ellos;
- La fidelidad de ellos para con Dios.
Josué va a rotar entre estos dos puntos en lo que debe haber sido un discurso muy bien planeado. No vamos a tomarnos el tiempo de analizar cada frase, pero si quiero destacar algunos elementos clave en estas palabras de despedida.
- Primero, en el discurso de despedida de Josué, encontramos el elemento de humildad.
Este gran líder le da todo el reconocimiento a Dios. Fíjese en Josué 23:3, allí leemos:
“Y vosotros habéis visto todo lo que Jehová vuestro Dios ha hecho con todas estas naciones por vuestra causa; porque Jehová vuestro Dios es quien ha peleado por vosotros.”
En otras palabras, “Jamás olviden la razón por la cual fueron victoriosos en la tierra. No hay lugar en Canaán para el síndrome del “Yo lo logré.”
Josué no quería que los soldados, años más tarde, se sentaran alrededor de una fogata y hablaran de sus logros. No quería que dijeran: “Yo hice esto y yo gané lo otro.”
Solo habría un nombre grabado en el salón de la fama de Canaán – el de Dios. Josué, como líder, establece esto desde un principio.
Veamos ahora los versículos 9-10
“Pues ha arrojado Jehová delante de vosotros grandes y fuertes naciones, y hasta hoy nadie ha podido resistir delante de vuestro rostro. Un varón de vosotros perseguirá a mil;…”
¿Como puede un hombre pelear contra mil? Continuemos leyendo:
“…porque Jehová vuestro Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo.”
En otras palabras: “Israel, nunca olviden que la victoria en la tierra de Canaán se las dio el Señor.”
Creo que la conquista de Canaán ilustra para nosotros la vida cristiana victoriosa. Lo impresionante no es que nosotros hacemos por Dios, sino lo que Él hace por medio nuestro y en nosotros. Generalmente nos enfocamos en lo que nosotros hacemos por Dios y tendemos a ignorar lo que Él hace en nosotros. Esa es una de las verdades que Josué enfatiza en su discurso.
Josué dice: “No quiero que se olviden jamás que sus victorias provienen de Dios.
De hecho, doce veces en este capítulo Josué va a pronunciar la frase:
“…Jehová vuestro Dios…”
“Dios dio; Dios luchó; Dios entregó – nunca olviden eso.”
- En segundo lugar, en la despedida de Josué encontramos un desafío.
En otras palabras, “Obedezcan la palabra.” Mire Josué 23:6. Allí leemos:
“Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello ni a diestra ni a siniestra;”
El libro de la ley de Moisés era el Pentateuco – Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Los Israelitas tenían eso. Josué les dice, “Si siguen, al pie de la letra, lo que ese libro dice, como nación, van a ser exitosos.”
Josué estaba reiterando el desafío que Dios le había dado a él, en el capítulo 1, “Haz lo que está escrito en mi Ley y te va a ir bien.”
- En tercer lugar, vemos en la despedida de Josué, el elemento de precaución.
Josué les da una advertencia a los Israelitas en cuanto a hacer transigencias morales.
Josué 23:7 dice,
“para que no os mezcléis con estas naciones que han quedado con vosotros, ni hagáis mención ni juréis por el nombre de sus dioses, ni los sirváis, ni os inclinéis a ellos.”
Note la progresión desde una relación de paz, a, finalmente, una adoración pagana. Fíjese nuevamente en ese versículo. Dice: “no se mezclen o se asocien con ellos. ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas?” Estamos en el mundo para ganar al mundo, pero el mundo no debe ser nuestro amigo íntimo.
Lo que puede comenzar como una comunión o amistad inocente, puede llevar a una adoración pagana. Así que Josué advierte que el mayor peligro para Israel, el mayor riesgo, era hacer transigencias morales y espirituales.
He leído y admirado las obras de los primeros líderes de la iglesia, como Tertuliano, que fue líder de la iglesia en el norte de África en el segundo siglo.
Tertuliano fue un gran teólogo, de hecho fue él quien empleo por primera vez el término “Trinidad”. Hubieron problemas en su iglesia en aquella época porque algunos creyentes, especialmente los artesanos, se habían dedicado a hacer ídolos que luego los paganos adorarían. Ellos los hacían, los pintaban y los vendían. Tertuliano en una oportunidad los confronto por hacer estos ídolos de madera.
Los artesanos lógicamente dieron sus razones diciendo: “Bueno, alguien los tiene que hacer. Este es nuestro oficio. Además, necesitamos el dinero.”
Tertuliano les respondió: ¿Para qué?
Ellos pensaron por un momento y le respondieron: “Porque necesitamos comprar comida.”
¿Para qué?
Bueno, porque tenemos que vivir.”
¿Para qué?
Querido oyente, nosotros solo tenemos una necesidad esencial en nuestras vidas –servir al Señor. Eso involucra nuestro honor y adoración y amor – todo lo demás es resultado de esa decisión. Vamos a ver esto con más detalle en un momento.
Una Exhortación Importante en la Despedida de Josué
Le invito a ir al capítulo 24. Vamos a ver ahora el segundo evento en la despedida de Josué.
Después del repaso histórico, en Josué 24:1-13, el hace un resumen de su discurso de despedida. Como buen predicador, el pasa a entregar una exhortación.
Mire Josué 24:14, allí leemos:
“Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová.”
El próximo versículo ha sido malinterpretado con frecuencia. Fíjese bien lo que dice:
“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis;…”
Generalmente pensamos que Josué está pidiéndoles que escojan entre el Señor y los otros dioses. Eso no es lo que dijo Josué. Él ya les dijo: Sirvan a Jehová.
Josué está diciendo, si no van a servir al Señor, entonces tienen que elegir entre los dioses que quedan. ¿A cual van a elegir? ¿A los dioses derrotados de sus enemigos? ¿dioses como Moloc, que demanda sacrificios humanos?
Josué está dejando en claro lo siguiente: Si ustedes no sirven al Señor, ¿Qué les queda? ¿A quién van a servir? ¿Qué opciones les quedan si no le sirven a Él?
Permítame analizar un poco más este versículo. Fíjese en la palabra “escogeos”
- Note que esta es una opción continua.
El tiempo verbal indica una acción continua. Él no está diciendo: Escojan por única vez y eso durará por el resto de sus vidas.
Josué está diciendo: “Escojan cada día de sus vidas.”
Cuando usted se levanta en la mañana, hay una pregunta que debe responder:¿A quién voy a servir hoy?
La elección de ayer puede no ser la de hoy, a menos que la reitere en su corazón “Hoy voy a servir a Dios.”
Josué tiene más de cien años de edad, y en la última parte del versículo dice: “… pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Josué no es un joven de 25 años o un recién casado. No, él tiene más de cien años; es un general veterano y dice: “A propósito, yo elijo servir a Dios hoy también.”
- Note que esta es una opción personal.
Escojan, cada uno, individualmente. Usted no puede dejar que otro escoja en su lugar –usted tiene que escoger por sí mismo.
¿Va usted a la iglesia el domingo porque su marido o su esposa o sus padres lo obligan? ¿Ora antes de comer solo porque es bueno para sus hijos? ¿Cuán personal es su elección de servir a Dios? Así que, escoja hoy a quien va a servir.
La Respuesta de los Israelitas
Veamos la respuesta del pueblo a la exhortación de Josué. Mire Josué 24:16
“Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses;”
Ahora veamos la última frase del versículo 18,
“…también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios.”
¡Esto es maravilloso! Josué dio el mensaje y la gente respondió diciendo: “Si, vamos a servir al Señor.”
Entonces, ¿Cuál es la próxima frase de Josué? Mire el versículo 19,
“Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová…”
¡Un minuto! Josué acaba de decir: “Todos los que quieren servir al Señor, levanten la mano.” Dos millones de manos se levantan. Y ahora Josué dice, prácticamente: “Bajen la mano.”
¿Qué está haciendo? Sus palabras se van a aclarar si leemos lo que sigue. Lea conmigo el versículo 20,
“Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien.”
Ahora el versículo 21 y 22,
“El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que a Jehová serviremos. Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos.”
La pista aparece en el versículo 23. Este versículo nos da la razón por la cual Josué está actuando de esta manera. Allí leemos:
“Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel.”
Ah, ahora tiene sentido lo que está haciendo Josué. Los Israelitas estaban jurando con sus labios, pero mintiendo con sus vidas. Ellos decían: “Vamos a servir a Dios, Él es el único Dios.” mientras que, en sus tiendas tenían un dios de la lluvia, por si había sequía y un dios del sol, por si no había suficiente sol. Ellos tenían dioses de repuesto en sus tiendas mientras, ante Josué, decían “Vamos a servir al Señor.” Josué dice ¿Ah si? Entonces destruyan los dioses que están escondiendo. Destruyan las opciones que tienen de volver atrás.”
Josué desenmascara la resolución de labios hacia afuera del pueblo y dijo: “Si lo dicen en serio, entonces vívanlo. No pueden tener dioses alternativos por si Dios no hace lo que ustedes quieren.”
El Último Párrafo del Libro de Josué
Con eso, hemos llegado al último párrafo del libro de Josué; el cual es algo extraño a decir verdad. De hecho, ¿vaya forma de terminar un libro? Tres funerales. Sin embargo, esto se incluido por una razón en especial.
- El primer funeral es el de Josué.
En los versículos 29-30, allí leemos:
“Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años. Y le sepultaron en su heredad en Timnat-sera…”
- El segundo entierro es el de los huesos de José. en el versículo 32
“Y enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien piezas de dinero; y fue posesión de los hijos de José.”
- El tercer funeral es el de Eleazar, el hijo de Aarón, en Josué 24:33.
“También murió Eleazar hijo de Aarón, y lo enterraron en el collado de Finees su hijo, que le fue dado en el monte de Efraín.”
¿Por qué es esto tan importante? Porque es prueba de que Dios cumple su palabra.
Dios le prometió a Josué que si el obedecía Su palabra y meditaba en ella día y noche, tendía éxito y heredaría la tierra. ¿Adónde entierran a Josué? En la tierra que Dios prometió.
José le dijo a sus hermanos que si obedecían a Dios, Dios cumpliría con la promesa que le dio a Abraham y dejarían Egipto para poseer la tierra. Con fe, les pidió que llevaran sus huesos a la tierra prometida. ¿Adónde es sepultado José? En la tierra prometida.
¿Adónde se entierra a Eleazar, el hijo del Sacerdote Aarón? En la tierra prometida.
Cada uno de estos funerales declaraba: “Dios cumple su palabra.”
Conclusión
Cuando era niño, solía correr por las calles de Norfolk, Virginia, donde crecí. Mis padres eran misioneros allí, en la base militar.
Uno de los lugares favoritos para ir en el centro de la ciudad, era el Museo del General MacArthur. Nosotros nos conocíamos cada centímetro cuadrado de ese lugar. En el centro de una gran habitación de mármol, había un gran círculo en el que descansan los restos de Douglas MacArthur y su esposa.
Si usted no conocen bien la historia de este hombre, le cuento él fue un general de cinco estrellas que comandó la flota del Pacifico en la 2da guerra mundial. Él también estuvo encargado de la reconstrucción de Japón después que fuera destruida por la guerra.
En una ocasión, el general MacArthur rogó para que enviaran misioneros a Japón. Él dijo, “Por favor, envíen misioneros a este país. Es una campo listo para la siega.”
Aún recuerdo su funeral en el centro de la ciudad. Si bien era un niño, lo recuerdo como si fuera ayer. Miles de personas salieron a las calles, incluida mi familia, para ver pasar la carroza fúnebre. Recuerdo la carroza con el ataúd y la bandera, y los soldados marchando atrás. Recuerdo los saludos con las armas. MacArthur fue un gran soldado.
También recuerdo una película en blanco y negro que pasaban en el museo. La habré visto mil veces. Este documental contaba acerca de su vida y todas sus victorias, y terminaba con su discurso de despedida en el Congreso, el 19 de Abril de 1951. Él se puso de pie frente esa audiencia y dijo unas palabras que quedaron grabadas en mi memoria. Él dijo:
El mundo ha cambiado muchas veces desde que jure servir a mi patria en la academia militar, y muchos sueños y esperanzas se han desvanecido desde entonces, pero aún recuerdo la letra de una canción que se cantaba en las trincheras que proclamaba que un soldado nunca moría; solo desaparecía. Y de la misma manera que el viejo soldado de esa canción, yo concluyo ahora mi carrera militar y desaparezco de la escena, como un soldado que intentó hacer su deber mientras Dios le daba la luz para ver ese deber. Adiós.
Recuerdo que incluso siendo pequeño se me ponía la piel de gallina al escuchar esas palabras y ver al congreso entero ovacionarlo de pie, aplaudiendo por varios minutos.
Me pregunto si nosotros podremos decir, al igual que el general Douglas MacArthur y al igual que Josué, al final de nuestras vidas que, como buen soldado, hemos llevado a cabo nuestra misión; hemos aprovechado las oportunidades; hemos cumplido con el ministerio que Dios nos dio.
Ya sea criando a sus hijos, lavando los platos, en una oficina, arreglando autos o estudiando, necesitamos más soldados cuyas vidas estén marcadas por la humildad, la perseverancia, y la valentía. Mas soldados que al fin de sus vidas puedan decir: “He cumplido con mi deber.” Más soldados que pasen el poderoso testimonio de Dios a la próxima generación – el testimonio de que Dios es fiel y digno de nuestra confianza. Mas soldados que desafían a la próxima generación a ser fieles a Dios.
¿Es usted uno de esos soldados?
Concluyo con las palabras de una bella canción:
Cual peregrinos vamos, siguiendo la luz
de los que precedieron nuestro andar.
Ellos nos animan; sus vidas atestiguan
de la gracia que Dios daTan grande nube de testigos en derredor
nos invitan la carrera continuar
con la meta de que aquellos que prosigan tras nosotros
reciban esa misma herencia de fidelidadQue nos puedan recordar, pues fuimos fieles
y que nuestra devoción les de valor
que las huellas que han de ver les guíen a creer
nuestro ejemplo les motive a obedecerQue nos puedan recordar, pues fuimos fieles.