Introducción
Muchas personas han escuchado acerca de George Whitefield, uno de los líderes del avivamiento de 1700, pero pocos conocen acerca de un hombre llamado William McCulloch. McCulloch, de hecho, fue la persona que preparó el terreno para que Whitefield tuviera el gran impacto que tuvo.
Me pareció interesante, mientras leía la biografía de William McCulloch, que su ministerio a simple vista pareció no ser efectivo. Su propio hijo escribió que su padre parecía disfrutar más de estudiar Hebreo de lo que parecía disfrutar predicando. Él lo describió como lento para hablar y extremadamente cauteloso. Él aún dijo que creía que su padre no era un predicador elocuente. De hecho, en el pueblo, era conocido como “el ministro cervecero.” Su hijo escribe, “le pusieron ese sobrenombre porque, cuando él se paraba para predicar, varias personas de la audiencia se paraban y se iban a la taberna para tomar cerveza.”
Sin embargo, Dios usó a este “ministro cervecero.” Aun, cuando no era muy social y sus predicaciones no eran para nada dinámicas. Dios lo usó para preparar los corazones de miles de personas en Escocia. Luego, cuando Whitefield llegó a predicar, Escocia estaba lista para escucharlo.
A decir verdad, no es extraño que pasemos por alto a personas como William McCulloch. Generalmente recordamos y le prestamos atención a las personas que destacan – personas con gran personalidad. Tendemos a seguir a estas personas; nos dejamos influenciar por personas cautivantes e impresionantes. De hecho, cuando algún famoso, o una persona de influencia llega a Cristo, nuestra tendencia natural es decir, “wow,” y con el pasar del tiempo llegamos a preguntamos cómo es que Dios pudo haber actuado antes sin esa persona.
Nuestra tendencia natural es pensar que, con la ayuda de esa persona, la iglesia va a avanzar como nunca antes.
Sin embargo 2 Corintios 12:9 nos muestra que el poder de Dios se perfecciona, o se manifiesta de mejor manera cuando somos débiles.”
Note que él no dice, “mi poder se perfecciona cuando mi pueblo se siente débil.” Quizás no se sienta para nada débil. Él dice, “mi poder se perfecciona cuando mi pueblo entiende el hecho que, en realidad, fuera de mi poder, es completamente indefenso. Es cuando mis hijos entienden que son débiles que mi poder puede ser manifestado en toda su capacidad.
Y me di cuenta, mientras estudiaba la vida de Gedeón, aquí en el capítulo 7 del libro de Jueces, que el problema ahora no es tanto con Gedeón, sino con el ejercito de Gedeón.
Su ejército está compuesto por muchas personas impresionantes. Ellos han venido voluntariamente para seguir a Gedeón en la batalla. Son 32.000 hombres, lo que no es un número muy grande en comparación con la población de Israel, pero igualmente es un número significativo. Dios, en este capítulo, va a trabajar en este ejército, al igual que con Gedeón, para prepararlos para recibir y demostrar Su divino poder.
Vayamos a Jueces 7, entonces, para continuar con nuestro estudio. Al leer este pasaje, vamos a descubrir que Gedeón probablemente está rodeado de demasiados héroes y no de suficientes siervos. Dios se va a encargar de eso.
Matemáticas Divinas
En Jueces 7:1, leemos.
Levantándose, pues, de mañana Jerobaal, el cual es Gedeón, y todo el pueblo que estaba con él, acamparon junto a la fuente de Harod; y tenía el campamento de los madianitas al norte, más allá del collado de More, en el valle.
Gedeón – o Jerobaal, su sobrenombre que significa, “Quien pelea contra Baal” – desde ese lugar, puede ver prácticamente todo el ejército madianita. Su número 135.000. Jueces 7:12 los describe así,
Y los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente estaban tendidos en el valle como langostas en multitud, y sus camellos eran innumerables como la arena que está a la ribera del mar en multitud.
Quizás, Gedeón mira a su ejército de 32.000 hombres y empieza a dudar. En ese momento, Dios habla con Gedeón. Mire lo que dice Jueces 7:2.
Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano…
Puedo escuchar a Gedeón diciendo, “claro, Señor. Seguro. O sea, no soy ningún matemático, soy granjero, pero obviamente 32.000 de los nuestros, contra 135.000 enemigos significa que tenemos demasiada ventaja.”
Sin embargo, Dios tenía algo más en mente. Note la última parte de Jueces 7:2.
El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado.
Ahora esto lo dice todo. El problema no es el tamaño del ejercito madianita – el problema es el tamaño del ego israelita. El poder madianita no es el problema –el orgullo judío es el problema.
¿Se da cuenta de lo que nos está diciendo este versículo? Nos dice que, aunque solo hay 32.000 hombres en el ejército Israelita, si ellos fueran a la batalla y ganaran, ellos tomarían el crédito.
Dios dice, “son demasiados” necesitamos hacer que esto sea tan desproporcionado que sea evidente que solo Yo les di la victoria. Quiero que sean tan pocos que realmente dependan en mí.”
La verdadera batalla, en este momento, no es tanto con Madián, sino con los corazones de los soldados israelitas. Ellos necesitan aprender lo mismo que debemos aprender nosotros, querido oyente. Necesitamos aprender y recordar las palabras del Señor Jesucristo cuando dijo.
Fuera de mí, nada podéis hacer…
¿Algo?
…NADA (Juan 15:5)
Esta palabra es blanco y negro, nada de grises; nada de términos intermedios. Sin Jesucristo, no podemos hacer nada.
Dos formas en que Dios reduce el ejercito de Gedeón.
Así que Dios revela un plan para reducir a estos 32.000 hombres substancialmente.
- Primero, el permite que los que tienen miedo vuelvan a casa.
Mire Jueces 7:3.
Ahora, pues, haz pregonar en oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase desde el monte de Galaad.
Quizás recuerde que todos esos hombres se ofrecieron voluntariamente para pelear, así que no están temblando de miedo públicamente. Esto era un asunto interno. Gedeón probablemente sostuvo la respiración, esperando que no se fueran muchos, pero mire lo que dice Jueces 7:3.
Y se devolvieron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil
Dos tercios de los soldados dijeron, “Gedeón, muchas gracias por darme una oportunidad de reconsiderar todo esto. Creo que voy a volver a casa.
Así, Gedeón quedó con 10.000 soldados.
Ahora es interesante que, bajo la ley mosaica, según el libro de Deuteronomio, si un soldado israelita tenía miedo, no era obligado a pelear – de hecho, él podía volver a casa. Interesante forma de reclutar, ¿o no?
El punto es que el soldado israelita peleaba de forma totalmente distinta a como pelean los soldados el día de hoy. Hoy, quien va a la batalla, va confiando en sí mismo, en su general y en su país. El israelita, iba a la batalla bajo la dirección de Dios, y por lo tanto su confianza estaba en el Señor. Así que básicamente, una persona que tenía miedo era una persona que no estaba confiando en el Señor. Esa falta de confianza es contagiosa. Así que Dios dijo, “vamos a quitar de en medio a todas las personas que difunden su miedo. Deja que vuelvan a casa.”
Esto es lo que pasa con 22.000 de los soldados de Gedeón. Así que Gedeón cuenta los hombres que quedan y solo hay 10.000. En este momento, por dentro Gedeón realmente empieza a temblar.
- Segundo, Dios revela en la fuente de agua una sutil indiferencia hacia el enemigo.
Dios habla nuevamente en Jueces 7:4.
Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré…
La palabra hebrea, “probar,” podría ser traducida fundir. Es la palabra usada para describir el trabajo de un orfebre, un herrero, o alguien que trabaja con metales. No es necesariamente una prueba para fortalecer, sino una prueba para separar. Dios va a quitar las impurezas – a aquellos que no tienen miedo, pero que quizás están confiando en sí mismos. Él va a separarlos a ellos también.
Vamos a ver esta prueba en Jueces 7:5
Entonces llevó el pueblo a las aguas; y Jehová dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, a aquél pondrás aparte; asimismo a cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber.
Ahora tuve que leer y releer esto muchas veces, pero finalmente entendí lo que estaba pasando. Hay básicamente dos tipos de personas aquí. Están los que lamen el agua como perros como leemos en el versículo 5. Luego, Jueces 7:6 agrega,
…llevando el agua con la mano a su boca
Ahí es donde me pareció algo confuso. Pero lo que aparentemente está pasando, es que ellos están lamiendo el agua que se llevan a la boca con sus manos, no es que lamen el agua directamente del río o donde sea que estaban.
Luego, están aquellos, según el versículo 5, quienes se arrodillan para tomar.
El versículo 6 nos deja saber que 9.700 soldados se arrodillaron para tomar. La distinción clave es que ellos no usaron sus manos. Ellos se arrodillaron, y pusieron su rostro directamente en el agua. El punto es que ellos quitaron sus ojos del enemigo.
Hay 300 soldados que toman agua con una mano y la otra agarrando su espada.
Esto revela una diferencia sutil en su actitud hacia el enemigo. Es una diferencia sutil que debe estar en nuestros corazones también. Aunque Dios nos ha dado la victoria, no podemos subestimar al enemigo. Aquí, no fue una actitud miedosa, sino una falta de enfoque que separó a estos hombres de los buenos soldados. Aquellos que sacaron agua en sus manos permanecieron alertas, enfocados, y listos
Note Jueces 7:7
Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar.
¿Cuántos hombres tiene Gedeón ahora? Trescientos. ¡300 contra 135.000! Dios va a enseñarles que la batalla es solamente suya, y que él no necesita a nadie para ganarla.
Mire Jueces 7:8
Y habiendo tomado provisiones para el pueblo, y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres; y tenía el campamento de Madián abajo en el valle.
Estoy seguro de que la primera reacción de Gedeón fue, “No, Señor, 300 no son suficientes.”
Sin embargo, Dios tiene algo más en mente.
Gedeón no es necesariamente el hombre más valiente del mundo. El está confiando en Dios, pero aún tiene miedo.
Así que, Dios habla nuevamente con Gedeón; y permítame destacar los versículos 9-11. Estos versículos, la verdad que me encantaron. Dicen así,
Aconteció que aquella noche Jehová le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos. Y si tienes temor de descender, baja tú con Fura tu criado al campamento, y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al campamento. Y él descendió con Fura su criado hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento.
La compasión y la paciencia de Dios son fantásticas. Él no ridiculiza Gedeón por tener miedo. Dios no dice, “Gedeón, ¿qué estas esperando? ¡Ataca cobarde!
Dios dice, “es tiempo de atacar, pero quiero animarte primero. Así que, ve con tu siervo y mira lo que estoy haciendo en el campamento madianita.”
En efecto, Dios dice, “quiero enseñarles como tomar el siguiente paso. Los he guiado hasta aquí, y los voy a guiar a través del siguiente.”
Hace un par de días atrás, estaba bajando las escaleras en mi casa, y cuando apenas había llegado abajo, mi hijo, que estaba parado varios escalones arriba gritó, “papa, atrápame”
Y yo grité, “¡¡¡ahhhhh!!!”
Lo que significa, no saltes, porque, sino vamos a atravesar la pared y terminar en el patio.
Me puse a pensar acerca de esto, esta semana, porque me acuerdo como si fuera ayer, cuando puse a mi hijo por primera vez sobre el segundo escalón y le dije “salta, vamos, salta.”
Seguramente ha jugado así con sus hijos – aparentemente, a los padres nos gusta aterrorizar a nuestros hijos. Le dije, “vamos, yo te atrapo, yo te atrapo.”
Finalmente, mientras apenas tocaba su mano con la mía, aun con mucho miedo, se largó y yo lo atrapé. Y si lo ha hecho, sabrá la emoción que uno siente de ver como su hijo confía en usted.
Después ¿qué hacemos? ¿Le decimos “ahora sube al octavo escalón y salta? No. Repetimos el salto en el segundo escalón unas 15 veces. Luego probamos el tercer escalón.
Ese día mi hijo estaba por el décimo escalón y me dijo, “papa, atrápame.”
Su confianza en mí ya ha superado mi habilidad de atraparlo, pero su fe en mi es algo que admiro y aprecio muchísimo.
¿En qué escalón está usted? Lo maravilloso acerca de esto es que, si está en el primer escalón, Dios no dice, “pfff, por favor, ¿solo un escalón?”
Dios dice, “salta.”
Luego, mientras nuestra fe aumenta, empezamos a subir escalones.
Me parece que Gedeón, en estos versículos, esta entre el tercer y el cuarto escalón. Él ya no puede tocar las manos de su padre antes de saltar, así que tiene un poco de miedo.
A todo esto, Gedeón todavía no sabe cuál es el plan de batalla. Dios no se lo ha revelado aún. Así que Dios dice, “Gedeón, quiero animarte a tomar el siguiente paso. Toma tu sirviente y ve hacia el campamento madianita donde voy a animarte de la forma más inusual – vas a recibir ánimo de los labios de un soldado madianita.
Mire Jueces 7:13 Gedeón se escabulle en el campamento madianita.
Cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo soñé un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba abajo, y la tienda cayó.
Justo cuando Gedeón se mete a este campamento de 135.000 soldados y quizás 80.000 tiendas, él llega a la correcta. Y justo mientras llega, uno de los soldados madianitas despierta de su sueño, despierta a su compañero y le dice, “no vas a creer el sueño que acabo de tener.”
Continuemos en Jueces 7:14
Y su compañero respondió y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento.
Es interesante que Dios le reveló a Gedeón el significado del sueño a través de un soldado pagano. El pequeño pan de cebada representa Israel. Esto tiene sentido, porque la cebada era el pan de los pobres. Se usaba generalmente para alimentar el ganado. Desde que Israel había estado bajo los madianitas, las personas habían estado pasando hambre y alimentándose con cebada. La tienda representaba a los madianitas que eran nómadas.
En el estudio pasado hablamos acerca de los sueños y como estos no son el medio que Dios usa para revelar su voluntad el día de hoy. Obviamente, el contexto de este pasaje es completamente diferente.
Por alguna extraña razón, el sueño del soldado madianita fue interpretado correctamente por otro soldado madianita. Evidentemente, Dios se la había dado, y el otro soldado dijo, “oh, eso tiene sentido, Israel va a pelear contra nosotros y nos van a vencer.”
Dios le dio a Gedeón el privilegio de ver detrás de escenas la providencia de Dios. Permítame mencionar brevemente como Dios preparó esto de forma tan perfecta.
- Dios le dio el sueño al guardia madianita.
- Dios hizo que Gedeón llegara en el momento justo, y dirigió sus pasos al lugar correcto.
- Dios permitió que otro soldado madianita pudiera interpretar el sueño correctamente.
- Dios cuidó a Gedeón; o sea, nadie logró ver a Gedeón; él fue capaz de escabullirse en el campamento enemigo, y salir sin que nadie lo notara.
- Dios provocó miedo en los corazones de los madianitas; él estaba ya trabajando, bajando su moral.
Dios le permitió a Gedeón que pudiera ver todas estas cosas.
Que maravillosa ilustración para nosotros, que a veces, cuando nos preguntamos si Dios está trabajando, Él lo está haciendo detrás de escenas.
Quizás no lo vea ni lo entienda, pero Dios incluso obra en las vidas de sus enemigos. Él los tiene exactamente donde quiere. Dios está obrando en su vida, aun cuando no puede verlo.
Note Jueces 7:15.
Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró.
Dios está trabajando, ahora Gedeón está adorando.
Querido oyente, cuando entendemos que Dios está en verdad trabajando, en nuestra vida y a nuestro alrededor, eso nos lleva a hacer una cosa – adorar. Fuera de la tienda madianita, en la oscuridad de la noche, Gedeón y su sirviente se arrodillaron y adoraron a Dios.
Gedeón vuelve con el ejército israelita y levanta a sus tropas. Mire Jueces 7:15.
y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos
Continúe en Jueces 7:16. Evidentemente, Dios le dijo a Gedeón que es lo que tenía que hacer.
Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, dio a todos ellos trompetas en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros.
El cántaro era para cubrir la luz de las antorchas hasta que las rompieran. Jueces 7:17-18 nos muestra el plan.
Y les dijo: Miradme a mí, y haced como hago yo; he aquí que cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros como hago yo. Yo tocaré la trompeta, y todos los que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces las trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡Por Jehová y por Gedeón!
Las armas escogidas por Dios para Israel incluían
- Una trompeta para sonar (un cuerno de carnero probablemente)
- Una antorcha para agitar
- Un cántaro para romper
- Una voz para gritar
No habían espadas, ni escudos, ningún ataque sorpresa. Estas armas lo eran todo.
Sigamos leyendo para ver qué pasa. Comencemos con Jueces 7:19. Esto ocurre entre las 10 y las 11 de la noche, justo antes de que los centinelas madianitas pudieran acostumbrarse a la oscuridad de la noche.
Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que llevaba consigo, al extremo del campamento, al principio de la guardia de la medianoche, cuando acababan de renovar los centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos.
El tocar de las trompetas sonaría como miles de embestidas de batalla. El sonido de los cántaros rompiéndose harían un par de cosas. Expondría las antorchas para que los madianitas pudieran ahora ver la luz y también crearía un ruido tremendo. Esto indudablemente confundiría a los camellos dentro del campamento madianita. Los camellos probablemente hicieron más daño en el campamento que cualquier otra cosa.
Continuemos en Jueces 7:20.
los tres escuadrones tocaron las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y gritaron: ¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!
Este grito es interesante porque no tenían ninguna espada. Mire Jueces 7:21
Y se estuvieron firmes cada uno en su puesto en derredor del campamento; entonces todo el ejército echó a correr dando gritos y huyendo.
Dios ya había infundido miedo en los corazones de los madianitas. Nosotros no lo sabemos, pero quizás, Dios multiplicó el sueño y su interpretación a través de todo campamento. Los soldados madianitas estaban ya aterrorizados.
Los cantaros fueron destrozados y las antorchas están ahora expuestas. Los trescientos soldados israelitas, que estaban rodeando el campamento en las laderas de los cerros, empezaron a agitar las antorchas, mientras gritaban, “en el nombre de Jehová y Gedeón”
Los camellos enloquecidos rompían todo a su paso y los soldados corrían de un lado a otro, aturdidos con sueño todavía. Ellos agarraron sus espadas y pensando que los israelitas estaban en el campamento, empezaron pelear con cualquiera que veían. Mientras tanto, todo lo que los soldados israelitas estaban haciendo era estar de pie, agitar sus antorchas, y gritar de vez en cuando.
- Vernon McGee escribió que las antorchas servían para alumbrar lo suficiente como para que los madianitas se pelearan entre ellos.
120,000 medianitas murieron. Los israelitas nunca entraron al campamento, nunca usaron una espada, nunca pelearon contra ellos. Ellos simplemente se quedaron en un cerro y gritaron.
Aplicación
Permítame hacer un par de aplicaciones para nuestra vida.
- Cuando somos más débiles, Dios es más fuerte
- Nunca podemos ser muy pequeños como para que Dios nos use, pero si podemos ser muy grandes.
No hay lugar para héroes en Jueces capítulo 7. Solo hay lugar para personas que saltan desde el décimo escalón hacia los brazos de nuestro Dios.
El único héroe, el único digno de adorar es Aquel que luchó y ganó la batalla por sí solo. Todo lo que los soldados de Gedeón tuvieron que hacer, y todo lo que nosotros tenemos que hacer hoy, es seguir el plan de Dios.