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Sometiéndose a los inesperados planes de Dios

Después de su dramático encuentro con el sacerdote Zacarías, el ángel Gabriel tiene otro mensaje importante que transmitir, esta vez a una joven virgen llamada María. ¡La noticia de Gabriel cambiará drásticamente la vida de esta joven para siempre! En este estudio exploraremos el momento en que María descubre que será la madre del Mesías. Su historia es un ejemplo de sujeción del que podemos aprender hoy.
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Introducción

Si pudiera escribir una palabra para titular la sección inicial del Evangelio de Lucas – los primeros 25 versículos que exploramos en nuestro último estudio juntos – podría escribir la palabra: “certeza”.

Lucas le dice a su buen amigo y discípulo Teófilo, que le está escribiendo este relato detallado para que tenga certeza sobre la validez y realidad de Jesucristo el Mesías, 100% Dios y 100% hombre.

Lucas cuenta la historia, de un anciano sacerdote que recibe la visita del ángel Gabriel, y le informa que él y su esposa – ambos muy pasados de su edad fértil – han sido elegidos por Dios para tener un inesperado bebé. Ellos lo llamarían Juan, y se convertiría en el precursor del Mesías, conocido en la historia bíblica como el profeta Juan el Bautista.

Lucas le está informando a Teófilo, incluso antes del nacimiento de Cristo, que el relato del evangelio está lleno de milagros.

La mano y la voz de Dios – invisible y silenciosa durante 400 años – ahora rompe el silencio con esta buena noticia que nos conduce a una increíble alegría

Toma nota, Teófilo: ¡Certeza! Este Evangelio viene de Dios. Podemos tener certeza.

Todavía en el capítulo 1 de Lucas – a los próximos 25 versículos más o menos, podríamos resumirlos fácilmente con otra palabra: la palabra es “sumisión”.

Estamos a punto de conocer el notable testimonio de una joven adolescente llamada María.

La Situación de María

A partir del versículo 26 leemos:

En el sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre cuyo nombre era José, de la casa de David. Y la virgen se llamaba María. Lucas 1:26-27

María, entonces, vivía en una aldea llamada Nazaret. La evidencia arqueológica nos dice que, durante siglos, no más de 200 agricultores y ganaderos judíos vivieron en esta remota aldea. Pero a medida que el Imperio Romano se fue expandiendo y tomando mayor control de Israel, transformaron a Nazaret en una guarnición con casi 24.000 soldados estacionados allí.

La ciudad creció a partir de esta guarnición, con una infraestructura romana para acomodarlos. La economía creció, tanto la buena como con la mala. Eventualmente, Nazaret se ganó una reputación por su inmoralidad que llegó a ser legendaria.[i]

De hecho, unos 30 años más tarde, cuando Natanael escuchó que Jesús había crecido en Nazaret, murmuró sarcásticamente: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” (Juan 1:46).

La palabra “bueno” puede traducirse como “admirable, recto, de buena naturaleza”.

Nazaret estaba en el lado equivocado de la vía. No era el lugar más piadoso para crecer.

Lucas destaca a propósito la virginidad de María en este pueblo de mala reputación. Nos dice dos veces aquí – por las dudas – si no lo notó la primera vez: ella era virgen.

Ella cumplirá la profecía de Isaías que dice: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (Isaías 7:14).

Lucas sabía que mientras escribía este relato, habían muchos rumores malintencionados sobre María y la concepción de Jesús.

Las historias se empeñarían en negar cualquier acto milagroso en el nacimiento de Jesús.

De hecho, en el siglo II, el Talmud – un conjunto de comentarios, tradiciones y leyes judías – en realidad incluye el registro, de que María había sido la pareja de un soldado romano llamado Pantera cuando concibió a Jesús; que Él era cualquier cosa menos el Mesías. El resultado de la inmoralidad por la que Nazaret era conocida.

Eso es precisamente lo que los líderes religiosos le echaron en cara a Jesús durante su ministerio terrenal: “Nosotros no somos nacidos de fornicación (Juan 8:41).

Lucas efectivamente dice aquí: “Teófilo, permíteme dejar las cosas claras – así es como sucedieron los hechos en realidad”.

Por cierto, tenemos todas las razones para creer que Lucas tuvo muchas oportunidades de entrevistar personalmente a María, obteniendo detalles que sólo Lucas incluye sobre ese encuentro con Gabriel.

Lucas también registra que María estaba desposada con José, descendiente directo de la línea real de David. Esto proporcionaría a Jesús, el derecho legal como hijo adoptivo de José, para sentarse en el trono de David.

Pero José no se parece en nada a la realeza. Él se ganaba la vida al trabajar en la construcción usando madera y piedra. Las primeras fuentes que datan del siglo III, indican que ni la familia de José, ni la de María tenían riqueza o prestigio. Se dice que José era un artesano que fabricaba arados y herramientas para los granjeros y pastores de alrededor de Nazaret.

Un autor escribió que la vida de María era cualquier cosa menos especial. Se casaría humildemente, daría a luz a muchos hijos pobres, nunca viajaría más allá de unos kilómetros de su casa y un día moriría como cualquier otra mujer de Nazaret – unos don nadie de un pueblo cualquiera en medio de la nada.[ii]

¿Pero no es este el Evangelio? Parece abrirse paso entre los grandes y famosos, los poderosos, adinerados e influyentes y llegar hasta los corazones de las personas que saben que necesitan a Dios y reconocen rápidamente que son indignos.

Continuando, leemos que el ángel Gabriel llega para entregarle su importante mensaje. Versículo 28:

Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Lucas 1:28-30

Este encuentro ha creado todo tipo de confusión e incluso errores teológicos. Y lleva a dos puntos de vista extremos acerca de María y ninguno es correcto.

Un punto de vista exalta a María y el otro la ignora.

El punto de vista que exalta a María se arraigó en la Iglesia Católica Romana y con el paso del tiempo se desarrollaron doctrinas que la veneran y exaltan al punto de declararla sin pecado.

El Papa declaró en 1854 y cito: “María fue sin pecado desde el momento de su concepción”.

En última instancia, se convirtió en la dispensadora de la gracia; la persona que recibe las oraciones de personas de todo el mundo al mismo tiempo. Llegó a ser vista como intercesora, influenciando a Dios a nuestro favor.

Y trágicamente en años más recientes, el Papa Juan Pablo II, declaró en 1977 que ella era co-mediadora con Cristo y cito: “En unión con Cristo… [María] colaboró en la obtención de la gracia de salvación para toda la humanidad”.[iii]

La Biblia dice, sin embargo: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5b).

Gabriel no aparece aquí para decirle a María, que estaba llena de gracia. El verbo aquí está en modo pasivo, tiempo perfecto. Él le dice que ella es la receptora de la gracia. Encontró gracia. Ella es favorecida, no es la que da favor. Ella no dispensa la gracia, ella necesitaba de la gracia.

De hecho, gracia es una de las palabras favoritas del Dr. Lucas. Mateo y Marcos nunca usan esta palabra, pero Lucas la usa a menudo. Gracia es el favor inmerecido de Dios.[iv]

Por eso, un poco más adelante en el versículo 47, María dirá que Dios es su Salvador. Ella necesitaba ser salvada. Necesitaba recibir la gracia de Dios.

Gabriel no aparece aquí para explicarle a María por qué fue capaz de vivir una vida sin pecado – viene para mostrarle, que a pesar de que ella es una pecadora como como todos nosotros, Dios le va a conceder de su gracia y la va a usar – a una pecadora perdonada – para dar a luz al Mesías.

Ahora, el otro extremo es ignorar a María; subestimar su papel, ignorar su increíble y valiente entrega a la voluntad de Dios que vemos aquí.

La Sorpresa de María

Gabriel le da la sorprendente noticia en el versículo 31:

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Lucas 1:31-33

Gabriel entrega este profundo anuncio cargado de profecías y una gran riqueza teológica. En este texto, que contiene el pacto davídico, Gabriel entrega ocho predicciones o profecías:

  1. Tú concebirás en tu vientre
  2. Tú darás a luz un hijo
  3. Le pondrás por nombre Jesús
  4. Él va a ser grande
  5. Él será el Hijo del Altísimo
  6. Él se sentará en el trono de su antepasado David
  7. Él reinará sobre Israel
  8. Su reino no tendrá fin

Ahora entienda esto: las primeras cinco profecías se cumplirán con el nacimiento de Cristo, las últimas tres aún no se han cumplido.

Todas las ocho son literales. No hay ninguna razón por la que un teólogo pueda decir: “Bueno, las primeras cinco se pueden entender literalmente, pero no hay necesidad de creer que un trono literal estará en Israel y que reinará físicamente en el futuro”. No puede hacer esto.

Todo esto ha sucedido o sucederá literalmente.

Y note que estas ocho profecías nos llevan desde el momento del embarazo de María, hasta el estado eterno de la gloria de Cristo en el Cielo.

Gabriel acaba de entregar una enorme profecía que abarca 2.000 años hasta hoy y continúa.

Y me encanta la respuesta de María en el versículo 34: “¿Cómo será esto, ya que soy virgen?”

Ella se ha quedado pensando en lo primero que le dijo. “Si, si. Entiendo que Dios traerá su reino, con el Mesías, el Hijo del Altísimo, que será grande. Pero, empecemos de nuevo. Usted dijo que voy a concebir; pero, ¿cómo va a pasar esto si soy virgen?

A propósito, note que ella no dice: “Perfecto. No será problema, porque José y yo nos vamos a casar dentro de un año”.

No, ella lo entiende. Sabe que la implicación es que va a concebir antes de casarse con José.

Y ¿cómo concibe una virgen? Pregunta ella.

Gabriel obviamente iba preparado para responder a la pregunta – él dice en el versículo 35:

El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Lucas 1:35b

La palabra traducida “sombra” es la misma que se usa para referirse a la gloria “Shekhiná”, la nube de la gloria de Dios, la presencia de Dios que descansaba sobre el tabernáculo en el Antiguo Testamento (Éxodo 40:34-35).[v]

Mateo, Marcos y Lucas usaron la misma palabra para describir la gloriosa nube de la presencia de Dios que cubrió el monte de la Transfiguración, cuando Jesús se reveló en su brillante y resplandeciente gloria (Mateo 17:5; Marcos 9:7; Lucas 9:34).

Eso lo explica, pero no se engañe, no podemos entenderlo en su profundidad.

Gabriel le cuenta ahora lo que le ocurrió a su prima Elisabet – quien ahora está esperando un bebé en su vejez – y luego añade este comentario, que parece ser su testimonio personal del poder de Dios.

No sé si Dios le ordenó a Gabriel que lo dijera, o si Gabriel lo añade por iniciativa propia, lo que no habría estado mal en absoluto. Las últimas palabras de Gabriel son – versículo 37:

“Porque nada hay imposible para Dios”. 
Lucas 1:37

Porque él sabía que María podía estar pensando: “Esto es imposible”.

¡Nada es imposible para Dios! Dice él.

Gabriel no sólo está citando la Escritura, está hablando como testigo:

  • Él está en la presencia de Dios (recuerde el v. 19);
  • Ha visto innumerables milagros que no podemos imaginar;
  • Los santos ángeles estaban allí desde el principio de los tiempos cuando Dios creó miles de millones de galaxias. Estuvieron en el momento cuando Dios creó a Adán en el jardín de un puñado de tierra y luego forma a Eva de una costilla de Adán;
  • Han visto a Dios cerrar bocas de leones hambrientos; enviar el diluvio, las plagas de Egipto, y dividir las aguas del mar.

Creo que los ángeles constantemente repiten, “¿Viste lo que Dios acaba de hacer? ¿Viste eso?”.

Nada es imposible para Dios.

La Sumisión de María

Ahora observe la respuesta de María – versículo 38:

Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.Lucas 1:38

Ella no dijo: 

  • “Hágase conmigo conforme a tu palabra porque tengo paz sobre esto, porque lo entiendo, porque creo que ya estoy preparada para esto”;[vi]
  • O, “Hágase así conmigo tan pronto Dios me dé todos los detalles, las respuestas a todas mis preguntas y me dé toda la seguridad”.

No, “Yo soy la sierva del Señor” – del griego doule – esclavo. “Yo pertenezco al Señor y sus deseos son mis órdenes”.[vii]

Como una joven que recuerdo, que asistió a una conferencia para jóvenes creyentes, y fueron desafiados a dedicar sus vidas al Señor. Ella se paró en una reunión para dar su testimonio sosteniendo una hoja en blanco y dijo: “Esta es la voluntad de Dios para mi vida. No sé todavía lo que es, pero ya he firmado mi nombre al pie de la página”.

María firma su nombre con tinta permanente: “Señor, tú lo sabes todo, yo estoy dispuesta a seguirte”.

Ahora, no se nos dice si María le informó a José de lo que estaba pasando antes de salir de la ciudad – este sería un viaje de dos a tres días – sólo se nos dice que María se fue apresuradamente. 

Gabriel no le entregó esta información sobre Elisabet sin motivo.

Dios sabía que María necesitaría alguien con quien hablar; alguien cuya vida se hubiera puesto de cabeza por la aparición de Gabriel, alguien que estuviera experimentando un embarazo sorpresivo.

El mundo de María está a punto de venirse abajo. Su familia se avergonzará de ella. Será una vergüenza para su papá, su prometido no le creerá, el rabino se pondrá furioso. Su vida, incluso podría estar en peligro.[viii]

¿Quién entendería su situación? ¿Quién creería que este era un bebé milagroso?

Zacarías y Elisabet están esperando su propio bebé milagroso, y también tuvieron la visita de un ángel llamado Gabriel. Ellos la entenderán.

Su hogar proporcionará el apoyo necesario para María durante estos primeros meses de embarazo.

El Apoyo de María

Fíjese en el versículo 39:

En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre… Lucas 1:39-41a

Continúe en el versículo 44:

Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría. Lucas 1:44

No pase por alto las implicaciones de este versículo. Un bebé en el vientre, en este momento de unos 6 meses, bajo la dirección del Espíritu Santo, salta de alegría y emoción, sintiendo como si el Espíritu le permitiera hacer la confirmación profética de que estaba en la presencia del Hijo de Dios.[ix]

Y así, María revela una canción en la que ha trabajado durante su viaje a la casa de Elisabet.

Está llena conceptos y citas bíblicas en la que evidentemente ha estado meditando en su mente y corazón.

Por supuesto el Espíritu la ha guiado a componer esta canción.

La Canción de María

Comienza en el versículo 47:

  • María alaba a Dios por su salvación (v. 47);
  • María da gracias a Dios por elegir a alguien como ella para servirle (v. 48);
  • María alaba a Dios por su infinita misericordia (v. 50);
  • María alaba a Dios porque será reivindicado y victorioso sobre las naciones enemigas (v. 52);
  • María alaba a Dios por su fidelidad con Israel y su futura herencia nacional (v. 54).

Lucas concluye esta escena con un versículo que resume lo que pasó después:

Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa. Lucas 1:56

El bebé Juan nace, y hay gente esperando a María en Nazaret. Llegó el momento de dar algunas explicaciones. 

Antes de abandonar esta escena, permítanme hacer dos observaciones:

  • Someterse a Dios no elimina las complicaciones, aún puede aumentarlas.

Habrá notado que en su canción, María no dice nada sobre su vida en Nazaret.

No elimina las conversaciones que se verá obligada a tener cuando regrese a su pueblo como mujer soltera, y mostrando claramente que ahora lleva un niño en su vientre.

Aquí no hay respuestas inmediatas, y ella no tiene ni idea de cómo se le va a complicar vida. María y José tendrán que mudarse tres veces en los próximos tres años. José tendrá que buscar trabajo una y otra vez, y María tendrá que adaptarse a un nuevo lugar, con una serie de preguntas y retos.

Durante los dos primeros años después del nacimiento de Jesús, estarán huyendo para esconderse en Egipto del complot de Herodes para encontrarlos y matar a su bebé.

María ha elegido abandonar cualquier noción de una vida normal con José y el hogar que había estado planeando desde que se comprometieron.

Ella ha aceptado las complicaciones de esta misión – y su vida será complicada hasta el día de su muerte.[x]

Someterse a la palabra de Dios no elimina las complicaciones, aún puede aumentarlas.

Una más:

  • Someterse a la voluntad de Dios no requiere experiencia, simplemente nos invita a la obediencia.

María era joven, pobre, inexperta, la candidata más improbable para esta tarea.[xi]

Uno habría pensado que Gabriel fue a la dirección equivocada; seguramente la mujer que daría a luz al Mesías debería ser la hija del Sumo Sacerdote, alguien mayor, mejor relacionada o más preparada.

Dios no buscaba experiencia, sino disposición, voluntad y obediencia.

María dijo lo que usted y yo necesitamos decir hoy: «Señor, soy tu siervo, te seguiré, haz conmigo conforme a tu palabra».

María le dijo a Gabriel, en esencia, que ella se sometía a la voluntad de Dios – una voluntad que podría ser inconveniente, incómoda, estresante, sorprendente, peligrosa, agotadora, confusa, y exigente. Así sería su vida.

Le invito a seguir su ejemplo, sosteniendo esa hoja de papel en blanco para Dios y diciendo: «Señor, esta es mi vida. Escribe en ella tu voluntad. Ya he firmado mi nombre al final. Sea lo que sea. No importa lo que escribas, confío en Ti. Quiero hacer tu voluntad. Someto toda mi vida a ti. Soy tu siervo. Haz conmigo conforme a tu Palabra».

¿Está dispuesto hacerlo?


[i] Charles Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), p. 43

[ii] R. Kent Hughes, Luke: Volume 1 (Crossway Books, 1998), p. 30

[iii] Juan Pablo II, L’Osservatore Romano (ed. inglesa; 16 de abril de 1977), p. 7, citado en Swindoll, p. 42

[iv] Darrell L. Bock, Luke: Volume 1 (Baker Academic, 1994), p. 111.

[v] Bock, p. 122

[vi] Adaptado de Swindoll, p. 52

[vii] Adaptado de Bock, p. 126

[viii] John Phillips, Exploring the Gospel of Luke (Kregel, 2005), p. 66

[ix] Adaptado de Hughes, p., 40

[x] Adaptado de Swindoll, p. 51

[xi] Bruce Barton, Life Application Bible: Luke (Tyndale, 1997), p. 17

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey. Puede ser usado sin fines de lucro y con las atribuciones necesarias.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas provienen de las versiones Reina Valera 1960, La Biblia de las Americas y la Nueva Biblia de las Americas.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Usado con permiso.

La Biblia de las Américas (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.LBLA.com

Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 by The Lockman Foundation. Usado con permiso. www.NuevaBiblia.com

Pies de nota han sido provistos para citar las fuentes correspondientes cuando el texto lo ha requerido. En caso de haber omisiones no intencionales, futuras revisiones incluirán las anotaciones apropiadas.

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